Capítulo único

Se conoce muy poco sobre el pequeño reino de Loira, solamente que estaba en medio de los grandes reinos de la Europa medieval. Tal vez porque las historias que ocurrieron allí no se parecían en nada a las historias de que representaban los demás reinos, que comúnmente se trataban de princesas raptadas por algún enorme y salvaje dragón o por horribles brujas malvadas, en el cual un valiente príncipe o caballero debía matarlos y así rescatarla. Siempre terminaban con un casamiento entre ellos con un final feliz.

En Loira sólo se conoce una historia que es la más destacada al reino, que empezaba así: como el rey gobernaba por primera vez allí junto con su esposa, ordenó a varios mensajeros a averiguar en los otros reinos los requisitos que debía cumplir un reino.

Después de un tiempo, los mensajeros volvieron con estas reglas: el rey debe vivir en un enorme castillo con su familia, personas que pertenecían a la nobleza, sirvientes, un sabio mago y un bufón.

Por supuesto, el rey cumplió con estas reglas, como tenía una hija, una joven de trece años llamada Ciel, la princesa debía ser caprichosa, quisquillosa y que su mundo sólo fuera el castillo en el que vive. Poco después de contratar al sabio mago, murió y el rey nombró a la hija del mago, que tenía un año más que su hija, como “bruja real”, ya que a pesar de su corta edad ya sabía hechizos avanzados. Fue aquí que comenzaron a cambiar las reglas del reino.

Pese a que la joven llamada Violette era una bruja, también era hermosa, y tuvo la desgracia de conocer a la princesa. La hija del rey ordenaba demasiados encantamientos: desde que los muebles de su cuarto tengan vida hasta que los objetos se conviertan en ricos postres. Lo peor de todo era que la princesa Ciel no paraba de hablar, hasta que un día, la bruja Violette dijo basta y la llevó a planear una lección. La princesa notaba que la bruja hacía sus hechizos de mala gana así que ella se propuso hacer un hechizo. Con la varita y unas palabras que le dictaba Violette quería que su vestido fuera más hermoso, sin embargo lo único que logró fue perder su habla.

En poco tiempo, todo el reino se había enterado sobre este accidente, y el rey le ordenaba a la bruja con urgencia revertir el hechizo. Así que consultó sus viejos libros y preparó una poción, la cual debía contenerse en un vaso hecho con un cuerno de dragón.

Cuando notificó este inconveniente, el rey solicitó una reunión de sus caballeros para que puedan dar muerte al dragón que encuentren. Pasaban años sin saber nada sobre la cacería, solamente que cada vez más regresaban caballeros heridos. Por medio de mensajeros, llegaron al reino caballeros y príncipes pretendientes de la princesa de todos los reinos. Aún así, nadie lograba matar a la bestia.

Por otra parte, la princesa muda dejó de lado sus caprichos y aprendió a escuchar, hasta solicitó a su padre salir del castillo para conocer el exterior. Como la veía sufrir de algún modo, le permitió salir pero acompañada de la bruja, ya que era de confianza.

Luego de varias salidas, las jóvenes se hicieron amigas. En una de las salidas, ellas se alejaron del pueblo hasta llegar a la entrada de un bosque. Violette vio un pino y pensó que sería una buena oportunidad de poner a prueba a la princesa. Entonces se subió al árbol y desde allí la llamó. Al principio tuvo miedo porque nunca lo había hecho antes, pero igualmente quería intentarlo, y consiguió subir, demostrando así su destreza. Cuando la alcanzó, la bruja le dijo: “es mejor conseguir las cosas por ti misma, así te sentirás útil”

Esta frase llevó a la princesa Ciel a sentirse capaz de todo y se propuso a buscar ella misma el cuerno de dragón, claro que acompañada de su amiga. En este caso, el rey no le permitió: no quería exponer a peligros a su única hija. Por esta razón, la princesa se enojó, pensando que la consideraba una inútil.

Al día siguiente, un príncipe y su sirviente ingresaron al castillo ofreciéndose ante el rey para la cacería del dragón. Este príncipe, de dieciocho años, aparentaba ser valiente, presumiendo haber matado un gran oso con sus propias manos, pero en realidad ese animal murió por accidente. Nadie conocía lo que pasó realmente, sólo su sirviente sabía la verdad; no lo delataba ya que él quería convertirse en caballero.

Poco después, ambos jóvenes se preparaban para el peligroso viaje y salieron ese mismo día. A pesar de que muchos no regresaron, el príncipe no temía ya que su sirviente se ocuparía de todo. Por otra parte, esta noticia llegó a la princesa Ciel, quien se había encerrado en su habitación y por esta razón no lo conocía; ella quería impedir más tragedias y se propuso a acompañarlos. Dejando de lado sus hermosos vestidos, optó por uno sencillo y también dejó su insignia real: su diadema, sobre su cama.

Ella salió aquella noche en compañía de su amiga; escapándose de la orden de su padre mientras todos dormían.

Al mediodía del día siguiente, ellas estaban en un pueblo en las afueras de su reino. Allí había un gran banquete en honor a la visita del príncipe; eso fue lo que escucharon y fueron a buscarlo. Una vez en aquel lugar, el príncipe se sorprendió al reconocer a la bruja, ya que estaba allí cuando se presentó ante el rey. Pues él no consideraba muy urgente su misión y le pareció que ellas estaban para apurarlo.

Pero como nada es lo que parece, las jóvenes se presentaron como ayudantes y se quedaron a comer. No se debía correr la voz de que la princesa enfrentaría el peligro, así que el príncipe no comentó nada sobre esto, diciéndoles a los demás que ella era sólo una sirvienta.

Aquel fue el único pueblo que visitaron, el resto fueron días de largos caminos sobre colinas y bosques. Un día en que estaban cansados de viajar, escucharon un rugido impactante y ya sabían de que se trataba de un dragón. Fue entonces que el príncipe preparó su espada y salió al ataque mientras que a los demás les ordenó refugiarse en una cueva. Al parecer, el príncipe quería repetir lo sucedido con el oso, así lograr matar dos bestias por accidente y sin que nadie lo supiera.

Al ver que no contaba con aquella suerte, él no tardó tanto en regresar a la cueva todo cubierto con cenizas, además de algunas quemaduras producidas por las llamas que lanzaba el dragón. Una vez todos adentro, el príncipe no sabía cómo explicar lo sucedido así que confesó que era un mentiroso. Todos se sorprendieron, aún así valoraron su actitud. Pasaron horas dentro de allí, discutiendo por quién se atrevía a distraer al monstruo, que los había acorralado, mientras que los demás escapan.

Sin que nadie lo esperara, el príncipe entró en pánico y salió corriendo; cuando se detuvo, estaba frente al dragón. Lentamente, la princesa Ciel se colocó delante de él, dándole la oportunidad a este de volver a la cueva. Ella hablaba pero nadie la escuchaba, solamente el animal la entendía y accedió a cortar parte de su cuerno con la condición de que comenten a todo el mundo que los dragones no son bestias para matarlas y demostrar la valentía.

No podían creer lo que pasaba, aún así la bruja Violette preparó la poción, el sirviente le dio al trozo de cuerno la forma de vaso con su cuchillo y el príncipe todavía temblaba de miedo. Cuando Violette terminó, la princesa dudaba si tomarlo o no, ya que no le molestaba estar muda; ella había aprendido muchas cosas y se acostumbró a estar así. Sin embargo, al recordar su promesa al dragón, ella tomó la poción y después de un tiempo, su voz se había recuperado.

Misión cumplida; pero no de la forma acostumbrada.

Al retomar el regreso, el dragón se ofreció para llevar en su lomo a los cuatro jóvenes hacia el reino de Loira para encontrarse con el pueblo.

Ellos llegaron en cuestión de unos pocos días, donde el reino se había producido una gran movilización de todo el pueblo que se reunía frente al castillo real. Al parecer, el soberano lo había convocado ya que creyó que el dragón le había secuestrado a su hija, (como era la costumbre)

Cuando la gente avistó al dragón sobrevolando, estos prepararon sus armas, aún así el animal aterrizó; pero se detuvieron al ver a los jóvenes. Fue entonces que la princesa Ciel contó a los demás esta historia poco convencional que le ha sucedido. Finalmente, todo el reino comprendió que suceden hechos que no suceden en los otros reinos e igual está bien; y se estableció la paz.

Sin embargo, al transmitir esta historia al reino de donde provenía el príncipe, su padre decidió respetar la ideología dominante de los relatos caballerescos, por lo tanto, desterró a su hijo y ocultó la verdad.

No teniendo lugar en su reino, el príncipe junto con su amigo, el sirviente, regresó a Loira donde vivió tranquilamente con sus amigos.

Fin