Capítulo 1 - Demonio, guardián y profesor.

Era de noche. En las calles de aquella ciudad podían escucharse los sonidos de alguien corriendo. Era una chica. Parecía estar siendo perseguida por alguien cuya identidad y motivos de persecución desconocía. Sólo podía correr, correr, sin ni siquiera poder divisar a quien seguía sus pasos.

Las farolas iluminaban aquellas calles, dejando ver un área vacía y sin un alma que pasara por allí, tan sólo ella, aquella chica, asustada, desesperada… Su melena de un color parecido al del Sol cuando atardecía, hondeaba debido al viento provocado por la carrera, y sus ojos, de un color rojo intenso, miraban hacia atrás en contadas ocasiones intentando divisar a su acechante. Fue en uno de esos momentos en los que su vista volvió atrás cuando tropezó con un desnivel del suelo, chocándose contra una pared en el transcurso de la caída.

Apoyando su espalda, la chica se maldijo por su mala suerte, apretando los dientes fuertemente y mostrando rabia en su rostro.

Las bombillas encendidas permitieron observar que no se trataba de una persona normal, sus orejas eran diferentes a las de un ser humano, más puntiagudas y acabadas en pico y, rodeando la zona trasera de éstas, sendos cuernos de pequeño tamaño pero que hacían notar su procedencia. Una demonio.

 

Aquellos pasos que iban tras los suyos se detuvieron. Dejó de escucharse el sonido del roce de ropajes contra los árboles y, finalmente, una figura apareció de entre las sombras, dejando ver a la víctima el aspecto de su acosador.

Un tipo vestido con un traje y con el pelo de color blanco se situó frente a ella. Llevaba dos extraños halos rodeando sus muñecas, parecidos a los que llevaría un ángel encima de su cabeza en aquellas historias que tanto se han ido contando generación tras generación.

Ella levantó la cabeza. ¿Quién era ese hombre? ¿Qué estaba pasando y por qué la perseguían? Ella no había hecho nada malo, no le había hecho daño a nadie, y, sin embargo, ¿iba a morir en aquel lugar? ¿Por qué?

Aquel hombre levantó la mano en su dirección.

-Así es como debe ser…

De repente una luz de color blanco la cegó, no teniendo más remedio que cubrirse los ojos con uno de sus brazos.

Cuando la luz se hubo disipado, los abrió lentamente, intentando acostumbrarse de nuevo a la iluminación de las calles.

En ese momento, aquél que la había perseguido se hallaba en el suelo, muerto, o eso parecía ya que no se detectaba ningún movimiento que delatara vida en él.

Mirando al ser inerte que yacía en el suelo había un joven, o eso creía distinguir pues la escena no estaba demasiado bien enfocada.

Sostenía lo que parecía una espada y con ella apuntaba al hombre de pelo blanco.

No habías rastros de sangre, ni en el suelo ni en la espada. Lo único que hubiese demostrado que allí mismo acababa de pasar algo era el hecho de que aquel chico sostuviera entre sus manos lo que parecía ser el arma del crimen.

La chica estaba confusa y algo desorientada. Fue en ese momento cuando consiguió por fin pronunciar palabra.

-¿Quién eres?

El joven la miró de reojo y posteriormente se giró. Su rostro fue completamente revelado, dejando ver una terrible quemadura que recorría su mejilla izquierda y llegaba hasta su frente, y un caso de heterochromia, presentando uno de sus ojos de color rojo y el otro azul.

-Oh, no te preocupes. Ahora todo irá bien. Era un tipo molesto así que me encargué de él –tras decir esto volvió la vista de nuevo hacia el hombre trajeado-. Nadie debería matar a otros por el hecho de ser diferentes. – parecía muy serio al pronunciar sus palabras.

La chica se quedó igual. Las palabras que acababa de pronunciar no respondían siquiera a su pregunta.

Acto seguido, el joven se dispuso a marcharse de allí.

-Por cierto –giró una vez más la cabeza para encararse a ella-, soy aquel que defiende a los de tu especie – indicó sonriendo de manera casi sarcástica. Tras esto, se marchó, dejando a la pobre demonio sola.

Parecía alguien un tanto extraño, pero tenía la sensación de que no sería la primera vez que lo vería, sólo que por entonces no sabía nada sobre ello. Finalmente, cayó dormida.

 

Kasaiga Eri despertó en su habitación. La luz del Sol entraba por la ventana de ésta, la cual se encontraba abierta. Se preguntaba si todo aquello había sido un sueño. Un extraño ataque de tipos igualmente extraños. Un salvador del cual ni siquiera sabía el nombre. Realmente se encontraba en un terrible estado de confusión.

Todavía acostada en la cama, observaba sus manos como si no terminara de creerse el hecho de que estuviesen allí. Suspiró. En cualquier caso, hubiese sido real o no la experiencia que había tenido, ahora daba igual.

Tras levantarse comenzó con la misma rutina que siempre.

Preparó el desayuno, recogió la ropa del tendedero, barrió la casa y posteriormente se dirigió al baño con intención de darse una ducha.

Tras desnudarse se metió en la bañera y dejó que el agua mojara todo su cuerpo. De alguna manera se sentía aliviada, quizás más despierta teniendo en cuenta que no hacía mucho que se había levantado.

De repente se dio cuenta de algo. Si de verdad todo aquello había ocurrido, ¿cómo era posible que hubiese despertado en su habitación?

Comenzó a sentirse más y más confusa con respecto a ese tema a la vez que intranquila, ya que había perdido la consciencia después de la desaparición de aquel chico y no sabía nada de lo ocurrido posteriormente. Sin embargo, intentó no darle demasiadas vueltas ya que sólo conseguiría más preguntas. Lo más probable es que todo fuera una mala jugada de su cabeza.

 

Después de salir de la ducha se miró al espejo. Su cabello, mojado, dejaba ver perfectamente los cuernos que salían de sus sienes, rodeando sus puntiagudas orejas. Suspiró de nuevo. Ella pertenecía a una de las especies más repudiadas según las leyendas que le contaban sus padres. Hace mucho tiempo se dice que los demonios comenzaron a atacar a la especie humana bajo el mando de su líder. Fue entonces cuando surgió una organización dispuesta a defender a los seres humanos y dar caza a sus agresores. Una organización que posteriormente pasaría a llamarse Inquisición. Durante muchísimos años, los demonios fueron perseguidos, masacrados, destruidos, descuartizados, asesinados y un sinfín de sinónimos que equivalen a su muerte. Los de su especie se defendieron ante tal ataque, pero la fuerza de la Inquisición era más grande de lo que jamás hubiesen esperado.

Entonces, un día apareció un hombre llamado “Darkblade”, quien detuvo aquella lucha y consiguió que se diese lugar a un pacto de paz entre la Inquisición y los demonios. El pacto era que los primeros dejarían vivir a los demonios, permitiendo su existencia pero ésta jamás debería ser mostrada al mundo bajo ningún concepto. Y estableciéndose estas condiciones, se hizo la paz...

 

Como todas las mañanas debía de arreglarse el pelo para que cubriera sus cuernos y orejas. Aquello era un fastidio. La mayoría de las veces se le enredaba el pelo y tenía que gastar gran parte de su tiempo intentando devolverlo a la normalidad, por no hablar de lo difícil que era el que quedara perfectamente cubierto.

No había más remedio. Intentando ser paciente, cogió uno de los peines que se situaban en los cajones del mueble bajo el lavabo y comenzó su trabajo.

 

Eri terminó el resto de tareas que le quedaban por hacer en la casa y se preparó la mochila. Acto seguido se marchó.

 

Todos los días iba andando al instituto. Éste no quedaba demasiado lejos de su casa, por lo que no suponía un problema el desplazarse a pie.

-¡Eriiiiiiiiiiii! – una chica saltó encima de ella, consiguiendo que estuviese apunto de chocar de cabeza contra el suelo.

-¡Uaaaah! –gritó Eri intentando mantener el equilibrio - ¿Acaso quieres matarme, Luka?

-No entiendo como iba a poder querer yo eso de ti, Eri.

-Pues entonces no te me lances de esa forma. Casi termina la acera con mi cara estampada en ella – se quejó la chica de pelo rojo.

-No te pongas así. Sólo ha sido una broma.

-Lo sé, lo sé. Es que me has asustado.

-¿Asustado? Que extraño. Normalmente no te asustas por algo así.

-Lo siento, últimamente no me siento muy segura. Por otro lado, normalmente no estoy apunto de darme de bruces contra el suelo.

-Jeje, lo siento por eso –respondió Luka juntando las manos en señal de disculpa-. En cualquier caso, ¿ha ocurrido algo?

-No, no es nada. Sólo fue una pesadilla que tuve anoche.

-¡Oooh! ¡Odio las pesadillas! ¡Anoche tuve una en la que nos ponían un examen sorpresa y yo no había estudiado nada! ¡Me he levantado pensando que hoy teníamos examen!

-…Luka…

-¿Sí?

-Hoy tenemos examen…

-¿D-de verdad?

Eri asintió. La expresión de su amiga estaba completamente congelada.

-C-creo que me adelantaré un segundo… ¡Aaaaaaaaaah!

Negando con la cabeza, la demonio observó cómo su amiga se alejaba.

 

Poco tiempo después, Eri ya se encontraba en la puerta del instituto. Allí encontró a su tutora, quien parecía estar hablando con otra persona a la que no llegaba a distinguir bien pero, por lo que veía, diría que era un chico joven de estatura media.

Cuando la profesora terminó de hablar con él, éste se marcho al interior del edificio de la escuela. Por su parte, Eri se acercó a la profesora.

-Buenos días, sensei.

-Eri, buenos días.

-¿Algún alumno nuevo? –preguntó refiriéndose a quien acababa de irse.

-¿Eh? ¡Ah! No, no. En realidad se trata de vuestro nuevo profesor.

-¿Nuevo profesor?

-Sí, será vuestro profesor de historia en sustitución de Kawashima quien estará de baja una temporada.

-Ya veo.

-Se puede decir que es bastante joven, pero eso no quiere decir que no debáis tratarlo con respeto. De todas maneras, seguro que os caerá bien.

-Eso espero –rió Eri.

Dicho esto, la joven continuó su camino hacia clase.

 

Ya en el aula, se sentó en una de las mesas dispuestas a lo largo de la sala. A su lado se encontraba Luka, quien, con las manos en la cabeza y los codos sobre la mesa, leía los apuntes de la primera asignatura que iban a tener.

-¿Qu-qué tal lo llevas, Luka? – preguntó Eri con preocupación.

-Algo me dice que esto no va a acabar nada bien... – contestó su amiga hundiendo la cabeza en el texto.

-Desde luego, nunca aprenderás – apuntó una voz procedente del otro lateral de Eri.

-Ah, Shiina.

Ante ellas apareció una chica de pelo negro y largo, ojos pardos, un poco más alta que Eri y Luka y cuya expresión parecía indicar descontento hacia la aludida.

-Deberías organizarte mejor, seguro que no te pasarían estas cosas si por ejemplo te apuntaras los días de exámenes en alguna agenda.

-No es como si la necesitara...

-¡¿Qué no es como si la necesitaras?! Con esta ya van cuatro veces que te has olvidado de algún trabajo o fecha de examen.

-Cuatro no es tanto... –indicó la chica con la cabeza todavía hundida en los apuntes.

Shiina resopló.

-En serio, la próxima vez te traeré algo para que puedas apuntarte las cosas. Así no tendremos que estar Eri y yo recordándote siempre lo que tienes que hacer...

-Qué pereza...

-¡Cállate, y levanta la cabeza, apenas se te entiende!

Eri sonrió irónicamente.

 

-¿Habéis escuchado lo del nuevo profesor? –preguntó la demonio mientras comenzaba a sacar libros y material escolar.

-¿Un nuevo profesor? –Shiina pareció mostrarse curiosa al respecto.

-Sí, Asari-sensei me lo ha dicho. Un chico joven va a ser nuestro nuevo profesor de historia.

-Un chico joven... ¿sabes algo de su aspecto?

Eri negó con la cabeza.

-No he llegado a verlo bien así que poco puedo decir sobre él salvo lo que me ha dicho sensei.

-Mm...

-Ella me ha dicho que nos caerá bien, así que supongo que por lo menos será alguien simpático.

-Igual quiere que nos confiemos... –saltó Luka de repente.

-¿Por qué iba a querer eso?

-Algún tipo de confabulación para que todo el alumnado suspenda...

-¿Eres idiota? Si eso pasara daría mala imagen al instituto, ¿no crees?

-¡Entonces quiere que el director sea despedido para así hacerse con su puesto!

Shiina golpeó en la cabeza a Luka.

-¡Uh!

La chica se cubrió la zona afectada con las manos, dejando salir pequeñas lágrimas por sus ojos.

-Como sea, historia es la primera asignatura que tenemos así que podremos comprobar de primera mano de que clase de profesor estamos hablando –dijo Eri intentando calmar a sus dos amigas.

De repente la puerta del aula se abrió. Los alumnos guardaron silencio mientras Asari-sensei se situaba frente a la mesa del profesor. Se escuchó el murmullo de los alumnos pero no tardó en cesar cuando la tutora comenzó a hablar.

-Buenos días a todos. Como ya sabéis muchos de vosotros, el profesor Kawashima se encuentra de baja debido a una fractura que sufrió en la pierna derecha por una caída. Puesto que estará varios meses fuera, voy a presentaros al que será vuestro profesor durante ese tiempo. Hioni-kun, entra, por favor.

Un chico joven de pelo negro y algo alborotado hizo su entrada en el aula. Presentaba una apariencia alegre y despreocupada, llevando únicamente consigo un maletín.

Asari-sensei se hizo a un lado para dejar que él se situase frente a la clase.

-Puedes presentarte.

El chico asintió.

-Mi nombre es Hioni Reima y seré vuestro profesor de historia durante el tiempo en el que el profesor Kawashima esté ausente. Espero poder llevarme bien con todos y que ésta sea una clase fructífera.

Tras esto, el profesor se quedó observando a la clase hasta que terminó posando su mirada en Eri. La chica se quedó algo sorprendida al ver que los ojos del joven se mantenían fijos sobre ella. Es entonces cuando se dio cuenta de cierto detalle en él: heterochromia.

Durante unos instantes le vino a la mente la imagen del chico que la salvó la noche anterior. Aquel profesor se le parecía mucho...

-Bien, hechas las presentaciones, ¿hay alguna pregunta que queráis hacer?

La clase no parecía tener nada que decir al respecto por lo que la tutora decidió continuar.

-Así pues os dejo con él para que comience la primera clase, más os vale comportaros.

Despidiéndose de los alumnos, la profesora se marchó, cerrando la puerta tras de sí.

Eri le echó otro vistazo al rostro del profesor.

“No, no puede ser él. Aunque se parezca, no tiene la quemadura en su cara como la de aquel chico...”, mientras pensaba esto movió la cabeza hacia los lados, “...debo dejar de darle vueltas, lo que ocurrió anoche fue un sueño...bueno, más bien una pesadilla...pero no es posible que él sea...”

-¿Te encuentras bien, Eri? –preguntó Luka.

-¿Eh? S-sí, sí, es sólo que estoy un poco nerviosa por el examen.

-Como ya os ha dicho la profesora Asari voy a dar comienzo a la clase. Según la programación que me dio el profesor Kawashima, hoy teníais un examen...

Luka comenzó a hacer ademán de introducirse debajo de la mesa.

-...sin embargo, puesto que es el primer día en el que doy clase pospondré el examen para otro día y continuaré por el tema siguiente.

-¡Sí! – exclamó Luka llamando la atención de los demás.

-Veo que algunos los necesitaban –señaló Reima dirigiéndose a la chica.

La clase comenzó a reírse.

-Así pues quiero que abráis vuestros libros por la página... ¡Aaaaah!

Mientras decía esto, el chico resbaló y se golpeó fuertemente contra el suelo.

La clase enmudeció ante el incidente.

-¿S-s-se encuentra bien, sensei? –preguntó Shiina mientras se levantaba de su sitio para comprobar su estado. Al parece había sido un golpe directo en el cual la frente de Reima había tomado un fuerte contacto contra la madera de la sala.

Levantándose con algo de dificultad, el profesor se encaró hacia la alumna.

-¡Hyaa! – gritó ella al ver caer sangre de una brecha abierta en la frente.

-Estoy bien, no te preocupes.

-¡P-p-pero, ¿cómo puede decir eso?! ¡Está sangrando! ¡Hay que llevarlo a la enfermería!

-¿Ah sí? ¿Estoy sangrando?

Los demás alumnos se quedaron algo pasmados ante la actitud de Reima.

-Jaja...es verdad...que cosas...

-¡¿Cómo que qué cosas?! –exclamó de nuevo, esta vez, toda la clase.

“Definitivamente, él no puede ser el chico de anoche...”

2: Capítulo 2 - Secreto
Capítulo 2 - Secreto

-Bien, hoy vamos a continuar con la clase por donde lo dejamos ayer – Reima, con una venda en su cabeza comenzó su lección con una calmada sonrisa.

-Es increíble que pueda seguir así de bien después del golpe que se dio ayer – susurró Luka a Eri.

-Qu-quizás no fue para tanto...

-¿Qué no fue para tanto? A mi me pareció escuchar un ligero “¡Croc!” cuando se estampó contra el suelo.

-...

Eri sonrió con preocupación.

-En cualquier caso, está bien y eso es lo importante – sentenció Shiina.

 

-...o eso es lo que parecía...

A la hora del almuerzo Eri y sus dos amigas acababan de juntar sus mesas como solían hacer siempre, sólo que aquella vez alguien se les había unido.

-S-sensei... -intentó decir Shiina mientras observaba a Reima, quien comía despreocupadamente frente a las chicas.

-¿Mm? ¿Ocurre algo? – preguntó.

-¿P-por qué está comiendo aquí?

-¿Yo? Sólo estoy aquí como uno más. Con gente es más divertido almorzar, ¿verdad?

-No es eso... – comenzó Luka – Es que normalmente los profesores no comen con los alumnos.

El resto de compañeros de clase se encontraba mirando la escena un tanto alejados de los otros cuatro.

-¿En serio? No sabía que fuese algo tan raro. Creía que aquí todos erais compañeros y hablabais entre vosotros, incluidos los profesores. Una conversación es importante para llevarse bien, por ejemplo, ¿qué tal te ha ido con el resto de asignaturas este día, Kasaiga?

-¿Huh? B-bien, supongo.

-¿No has tenido ningún problema últimamente?

-N-no que yo sepa...

-Me alegro, ¿y vosotras?

-E-esto, tenemos que ir al baño.

-¿Eh? ¿Las tres a la vez?

-¡Sí! ¡Somos tan amigas que cuando una tiene que ir al baño el resto va detrás!

-Ya veo, id con cuidado entonces.

-C-claro – contestó Luka mientras empujaba a sus dos amigas fuera del aula.

 

-¿Qué es lo que le pasa a ese tío? – situadas en el patio exterior, junto a un par de árboles de tronco grueso y suficiente altura como para dar lugar a dos extensas sombras, Luka se quejaba.

-Tampoco es que haya hecho algo malo – dijo Eri.

-Pero debes admitir que es raro – indicó Shiina quien rara vez coincidía en opiniones con Luka.

-Bueno, puede que al ser más joven que otros profesores se sienta más cómodo entre los alumnos.

-Mm...incluso así me siento bastante incómoda de esa forma.

-¡Ah, chicas, por fin os encuentro!

Una voz procedente de una de las ventanas de la planta más baja del edificio les hizo girar la cabeza hasta toparse con Reima, cuya mitad superior del cuerpo sobresalía por una de ellas.

-No sabía que estabais aquí, quería seguir conversando con voso... – cuando se fija mejor se da cuenta de que las chicas ya se han marchado - ¿Cuándo se han ido?

 

-Hah, hah, hah...

-¿N-nos ha estado siguiendo?

-¿Aún sigues diciendo que eso es normal, Eri?

-Y-ya no lo tengo tan claro...

-Qui-quizás deberíamos decirle algo –comentó Shiina.

-Pe-pero, me sabe mal...p-parece muy simpático...

-Hah... –suspiró Luka–. Supongo que entonces tendremos que buscar un lugar donde no nos pueda encontrar.

-¿Qué os parece la terraza? –propuso Shiina–. Generalmente nadie suele ir allí por lo que podría ser un buen lugar donde esconderse. Además, podemos hacer una especie de barricada para atrancar la puerta o algo así.

-Yo creo que deberíamos seguir como siempre...es cierto que es raro pero quizás estemos sacando las cosas de quicio...

 

Los días fueron pasando y las chicas veían que la insistencia del profesor seguía sin disminuir. Si decidían ir al patio aparecía por allí con algún snack o aperitivo en sus manos, si decidían estar en los pasillos aparecía por las escaleras y se unía a ellas, si se quedaban en clase ahí estaba él para agarrar una silla y juntarla a la de las chicas...

En cualquier caso, por más que lo intentaban no podían evitar que Reima las encontrara e intentara entablar conversación con ellas u ofrecerles algo para almorzar.

-Uuuuh, en un principio, dentro del sinsentido tenía hasta sentido pero esto... – dijo Luka apoyando los codos sobre su mesa.

-Creo que debería decirle algo a Asari-sensei sobre esto. ¡Esto empieza a llamarse acoso!

-Parece que se os ha pegado a la espalda, el profesor sustituto – un chico de pelo negro, alto, musculoso, y un poco regordete hizo acto de presencia.

-Akira-kun, Fujita-kun – dijo Eri.

Haga Akira, un amigo de las tres chicas desde hacía bastante tiempo se encontraba junto a Fujita Kaoru, otro chico un poco más bajo que su compañero, de pelo castaño, corto y alborotado, apuesto y algo inexpresivo. Éste último era un nuevo compañero que habían conocido ese mismo año.

-¿Qué es lo que ha pasado para que esté de esa manera con vosotras? – preguntó Akira.

-¿Y a nosotras que nos cuentas? De repente empezó a hacerlo. En un principio nos pareció raro pero pensamos que Eri tenía razón y que quizás nos lo estábamos tomando demasiado en serio...pero esto...

-¿Tú que opinas, Kaoru? – preguntó Akira a su compañero.

Tuvo lugar un pequeño silencio hasta que decidió contestar.

-Creo que si lo hace es por una buena razón. Parece ser un buen tipo...

-¡Pues ya podría decirnos la razón! –exclamó Shiina– Como sea, hablaré con Asari-sensei. Ya que ella lo conoce más quizás pueda echarnos una mano.

 

-¿Huh? ¿Os está siguiendo en los recreos?

-B-bueno, dicho así suena mal...

-Mm... –Asari-sensei se cruzó de brazos-. Quizás sólo quiera ser más cercano a sus alumnos y piense que vosotras sois el mejor ejemplo.

-En ese caso lo entendería de Eri y de mí pero, ¿qué hay de Luka?

-¡Oye! ¡Shiina!

-Jajaja...lo que quiero decir es que no os preocupéis demasiado por ello, además, ¿por qué no se lo preguntáis a él mismo? Quizás entonces os aclare todo.

-Tienes razón –declara Eri-. Perdón por las molestias.

-No pasa nada, para eso estoy –respondió la mujer sonriendo.

Las chicas se despidieron de Asari-sensei y se marcharon de la sala de profesoras.

-¡Shiina! ¡¿Qué querías decir con lo de antes?! –exclamó Luka mientras salían por la puerta.

 

Al salir del instituto, Eri se despidió de sus amigas y comenzó a andar en dirección a su casa.

“¿Por qué no se lo preguntáis a él mismo?”, la chica recordaba las palabras de su tutora. Aquel chico era bastante extraño, no sólo la forma de actuar tan cercana que había adoptado con ellas, también en las clases demostraba ser alguien inusual. Se le veía una persona torpe, despistada y algo olvidadiza. No era la primera vez que se caía o llegaba a clase y no recordaba por donde se había quedado la última vez. Aun así, no es como si se sintiera incómoda con su presencia, más bien es como si destellara cierto optimismo, una manera diferente de ver las cosas, otro punto de vista...

 

Cavilando sobre esto y aquello la chica llegó a una zona que le sonaba. Se trataba del lugar donde fue atacada por aquel extraño individuo trajeado. En su mente todavía figuraba como un mal sueño, uno muy real.

Desde aquello, más de una vez se había sentido insegura al estar sola, como si de nuevo alguien fuese a perseguirla.

“Qué tontería...”, pensaba mientras movía la cabeza de un lado para otro, “...no debería estar asustada de algo así.”

Intentando borrar de su mente ese tipo de pensamientos se alejó de allí...

 

Al día siguiente, como tantas otras veces, Reima se sentó junto a las chicas.

 -Hola, ¿qué hay?

 -Hioni-sensei...

 -¿?

-Verá, ¿por qué es que nos está siguiendo a todas partes? –preguntó Eri, directa al grano.

-¿Mm? Ya os lo dije. Es más divertido almorzar junto a alguien y es importante el acercamiento entre el profesor y el alumno.

-Entiendo que sea importante el acercamiento al alumno y el profesor pero es raro que siendo tantos alumnos en clase nos sigas sólo a nosotras –indica Shiina frunciendo el ceño.

-Ah... –de repente Reima se queda algo sorprendido-. Eh, bueno...esto...quizás...puede que...tengas razón...esto...si me disculpáis...

Dicho esto el profesor se levantó de la mesa y desapareció tras la salida de la clase.

-¿Cómo se supone que debemos interpretar eso? –preguntó Luka extrañada.

-Ni idea, quizás se ha dado cuenta de la situación... –contestó Shiina.

Eri se quedó observando durante unos instantes cómo se marchaba.

 

Las clases continuaron aquel día sin que sucediese nada destacado. La reacción del profesor había sido extraña, dejando un poco confusa a la demonio. ¿Sería simplemente que había entendido la incomodidad que sentían las chicas?

Cuando sonó la sirena los alumnos se levantaron de sus pupitres y recogieron sus libros y apuntes dispuestos a volver a sus casas.

-Te estamos esperando, Eri –comentó Luka.

-Ah, no hace falta que lo hagáis, tengo que ir a la biblioteca a mirar unas cosas. Ya nos vemos mañana.

-Bien. Como veas. Hasta mañana.

 

La joven se dirigió a la biblioteca del instituto. Ésta no destacaba demasiado en tamaño pero, pese a ello, la información que recogía era bastante rica, aunque gran parte estaba en formato digital.

Al entrar a la sala se encontró con Reima, quien estaba frente a uno de los ordenadores.

-¿Hioni-sensei?

El chico se asustó al escuchar la voz de ella, cayéndose de la silla y golpeándose fuertemente con la cabeza en el suelo.

-¡Hioni-sensei! –exclamó Eri situándose junto a él- ¿E-está bien?

-Ah, s-sí, no te preocupes. A propósito, ¿qué haces aquí?

-He venido para buscar cierta información sobre una de las clases de hoy, quería tomar algo de apuntes extra.

-Ah, jajaja, ya veo...eres una buena estudiante...

Reima se incorporó, levantando la silla y volviendo a sentarse en ella.

-¿Y usted, sensei?

-¿Eh? Sólo estaba buscando un poco de información sobre algunos hechos históricos de hace varios siglos. Nada importante. De hecho estaba por irme –comentó mientras cerraba lo que estaba en pantalla-. Procura no quedarte hasta muy tarde. Es peligroso vagar sola de noche.

-¿Eh? C-claro. Gracias por el consejo.

-No hay de qué. Nos vemos mañana.

-Hasta mañana.

Una vez se hubo marchado la chica se sentó frente al mismo ordenador que había utilizado él. Buscando en los archivos digitales de la biblioteca se dispuso a seleccionar aquello a lo que había venido, si embargo sus dedos se detuvieron antes de hacer clic.

Movida por una imperiosa curiosidad, Eri decidió mirar el historial de búsqueda, de manera que apareció ante ella una lista en la que se encontraba los archivos abiertos por anteriores usuarios, dándole al primero que había anterior a su búsqueda.

-N-no debería estar haciendo esto... – se dijo a sí misma.

Al abrirse vio un artículo en cuyo título se podía leer: “La maldición de un ángel”.

-¿La maldición de un ángel?

Al leerlo más detalladamente se dio cuenta de que en él se hablaba sobre la existencia de diversos tipos de maldiciones provocadas por diversas criaturas, entre ellas algunas como los demonios o los llamados ángeles.

-Ángeles...

De pequeña sus padres le dijeron que hace mucho tiempo habían existido unos seres llamados así. Se supone que se consideraban seres neutrales ante la batalla entre la Inquisición y los demonios. Este estatus les daba libertad de opinión y decisión sobre aquello que consideraban más justo, por lo que algunos se ponían de parte de un bando, otros del contrario, incluso los había que simplemente estaban en contra de la guerra e intentaban actuar como mediadores.

Sin embargo, parece ser que algo ocurrió con ellos, pues un día terminaron desapareciendo. Nadie supo el por qué.

 

Eri continuó leyendo. En el texto se hablaba de estas maldiciones como una manera de traspasar poderes a la persona que era maldecida, pero, como es común en este tipo de cosas, provocaba efectos secundarios en aquellos que eran maldecidos.

-No sabía que algo así pudiese ocurrir...me pregunto, ¿por qué Hioni-sensei estaba leyendo esto?

En el artículo también se nombraba a los demonios. Se les tachaba de seres crueles y despiadados que atacaban a los seres humanos, considerados inferiores y, para algunos, alimento. No hacía falta decir que todo aquello se publicaba desde un punto de vista espiritual y en referencia a varias leyendas.

 

Eri puso una expresión de descontento. No estaba orgullosa del pasado de los demonios. No llegaba a entender por qué atacaron a la especie humana y llegaron a provocar su propia decadencia.

Tras la lectura, la chica llevó una de sus manos hasta uno de sus cuernos, acariciándolo suavemente. ¿Por qué “Darkblade” impuso la paz entre la Inquisición y los demonios? ¿Realmente aquellos demonios lo merecían?

La joven movió la cabeza de un lado para otro para intentar despejarse. Probablemente, incluso su especie necesitaba otra oportunidad, al fin y al cabo no todos lo demonios eran malos. De repente la imagen de una espada ensangrentada le vino a la mente, provocando que se llevara una mano a la cabeza.

“¿Qué ha sido eso?”, se preguntó a si misma. Había sido un breve dolor, pero muy intenso.

Confusa por la imagen que acababa de aparecer en su mente y el dolor de cabeza momentáneo, observó el reloj de la biblioteca.

-¡Ah! ¡Es más tarde de lo que pensaba! ¡Será mejor que acabe lo que había venido a hacer y me marche de aquí!

 

Tras terminar su trabajo la chica abandona la biblioteca. El cielo ya estaba oscurecido.

-Maldita sea... –murmuró para sí misma – Esto no me gusta...

Saliendo por la puerta externa de entrada al instituto, la chica continuó calle abajo en dirección a su casa.

Puesto que no quería pasar por el lugar de su sueño, decidió dar un rodeo. Incluso así, tenía un mal presentimiento.

-Es la misma sensación que tuve en el sueño...alguien me está observando...

Asustada miró a su alrededor pero no divisó nada poco frecuente, mucho menos algo parecido a aquel individuo trajeado.

“Sólo es mi imaginación, sólo es mi imaginación...”, pensó mientras continuaba caminando.

Fue entonces cuando escuchó un extraño ruido detrás de ella. Al girar su cabeza en dirección al foco descubrió algo que la horrorizó. Una especie de líquido viscoso y de color negro comenzaba a amontonarse. El líquido no parecía proceder de algún lugar en concreto, simplemente se encontraba ahí en medio y no dejaba de salir.

 

Sin pensárselo dos veces, la chica comenzó a correr en dirección contraria, pero se topó contra algo que impidió su paso. Echándose atrás descubrió que se trataba de aquel individuo trajeado que la había perseguido en su sueño, sólo que esta vez venía acompañado de otros tipos completamente iguales a él.

 

Aquellos personajes comenzaron a avanzar pausadamente hacia ella. Centrándose en lo que tenía delante, cometió el error de no fijarse en el líquido negro, el cual, como si de una cuerda se tratase, se enganchó a la pierna de la joven, provocando que cayese al suelo.

-¡¿Qué diablos es esto?! –exclamó la chica sintiendo como aquel líquido amordazaba su cuerpo e impedía que pudiese hacer cualquier movimiento.

-No te preocupes, chica demonio, pronto acabaremos.

Los individuos levantaron sus manos en dirección a ella, las cuales comenzaron a brillar.

-¡Cómo si fuese a dejaros!

La voz de alguien se escuchó desde arriba. Aterrizando a gran velocidad sobre aquellos tipos, una figura cortó con su espada a la mayor parte de ellos.

Eri se cubrió los ojos debido al viento que acababa de levantar la entrada en escena del joven.

-Tú...

-Deberías tener más cuidado, menos mal que me he asegurado de vigilarte.

¿Vigilarla? ¿Qué quería decir con eso? Se preguntaba Eri mientras le venía a la mente la imagen de un acosador.

Aquel chico tenía la misma quemadura en la mejilla izquierda que ya vio la primera vez que se encontró con él. Exceptuando eso, era físicamente igual a su profesor de historia.

-¿Q-qué es lo que pasa? –fue la primera pregunta que se le vino a la mente a la chica.

-Una fiesta, ¿a ti qué te parece?

Desde luego no parecía igual de agradable...

El chico alzó la espada y esta quedó envuelta en llamas. Tras esto apuntó con ella en dirección a Eri.

-¡Espera! ¡¿Qué estás haciendo?!

-No te preocupes, no te dolerá.

Al bajar su espada, una línea de fuego se extendió por toda la calle partiendo desde la punta del arma. Ésta atravesó a la joven sin dañarla, disipando el líquido negro y liberándola de sus ataduras.

-Oh...

-No está mal, ¿eh?

Aún quedaban más de aquellos tipos de traje blanco por lo que el chico se encaró hacia ellos poniendo su espada por delante.

-¿Y bien? ¿Quién quiere morir el primero?

Sus contrincantes, haciendo caso omiso de las provocaciones, levantaros sus brazos y dispararon a partir de sus halos lo que parecían unas extrañas esferas del mismo color que cubría prácticamente todo su cuerpo.

El espadachín las esquivó sin dificultad y se situó detrás de ellos.

-Acabemos de una vez.

Volviendo a alzar la espada, que todavía seguía envuelta en llamas, la clavó en el cemento que cubría el suelo.

-Rest in peace.

Con estas palabras un remolino de fuego se alzó bajo los pies de sus adversarios, elevándose hacia el cielo y provocando su incineración.

 

Después de haber acabado con ellos el chico realizó un movimiento rápido con su arma, lo que provocó que se apagase la llama que la cubría. Al mismo tiempo también se apagaron las llamas que cubrían a Eri.

-¿Estás bien? – preguntó el chico mientras le tendía la mano.

-Creo que sí...

-Me alegra el haber llegado a tiempo.

-Tú... ¿por qué estás aquí?

-Ya te lo dije la primera vez. Yo me encargo de defender a los de tu especie. Mi nombre es Hioni Reima, encantado.

3: Capítulo 3 - Cacería
Capítulo 3 - Cacería

-¿Hioni-sensei?

-¿Huh?

Eri observó el rostro confuso del chico. Acto seguido él pareció darse cuenta de a lo que se refería.

-¡Ah! No, creo que me estás confundiendo con otro.

-¿Qué? Pero acabas de decir...

-Sé a quien te refieres, y conozco a ese tipo, pero, aunque nos llamamos igual, no somos la misma persona, créeme... –contestó él mientras se rascaba la cabeza. No parecía saber bien qué palabras usar.

-Ya...ya veo...

Eran casi idénticos, se llamaban de la misma manera y sin embargo no eran la misma persona. ¿Qué significaba todo eso?

-En fin, será mejor que te lleve a casa. No creo que sea muy seguro el que regreses sola.

Dicho esto la cogió con ambos brazos y la cargó como si fuesen recién casados. Ella se sonrojó ligeramente.

-Vamos.

 

Saltando sobre los tejados no tardaron en llegar al hogar de Eri.

-Ya estamos aquí – indicó Reima ayudando a la joven a incorporarse.

-G-gracias...

-No hay de qué. Ahora tengo que marcharme...

-¡Espera!

-¿Mm?

-No...no entiendo nada...quiero decir... ¿Qué ocurre? ¿Van a volver a por mí?

-Aah, es normal que tengas preguntas...no todos los días te atacan tíos como esos y encima viene alguien a salvarte el trasero pero verás, la verdad es que a mí no se me dan muy bien estas cosas...

-P-pero...

-Mira...si quieres saber algo mejor pregúntaselo al tal Hioni-sensei.

-¿Eh?

-Seguro que él puede ayudarte. Ahora mismo yo tengo un poco de prisa. ¡Ya nos veremos! ¡Venga, a mandar!

-...

Antes de que pudiera darse cuenta, Reima había desaparecido.

 

Reima sacó el móvil de su bolsillo y marcó un número. Se trataba de una llamada internacional.

-¿Sí?

-Soy yo, ponme con Ettore.

-¡¿Qué?! ¡P-pero, ahora mismo está ocupado y...!

-Me importa un pimiento. O se pone o voy yo mismo allí y la armo.

-U-un momento...

Se escuchó el movimiento apresurado de un par de piernas. Tras una pequeña espera la voz grave de un hombre de unos treinta años hizo su aparición al otro lado del aparato.

-Reima...

-Ettore, iré al grano. Hay varios de tus secuaces atacando a una chica aquí en Japón, ¿me puedes dar una explicación sobre esto?

-Vamos, vamos, pareces un poco alterado.

-¡Contéstame!

-Tranquilo, tranquilo...mira, no sé de lo que me estás hablando. No tengo interés en atacar a demonios descarriados.

-Ni se te ocurra mentirme...

-Digo la verdad, no tengo nada que ver con esto, te lo aseguro.

-Entonces, ¿cómo explicas la situación? Me informaron de que aquí estaban empezando a haber problemas con los demonios de esta zona. Pensé que serían radicales humanos que querían capturarlos para el mercado negro, pero cual fue mi sorpresa al encontrarme a miembros de la Inquisición.

-Mira, ya te digo que no lo sé. Últimamente he escuchado rumores de algunos renegados entre los “Dying Walkers”.

-Creía que no tenían conciencia propia, que era considerados como robots.

-Y así es, pero es posible que estén siendo manejados por alguien.

-Chst...

-Vamos, tienes que creerme. En serio que la Inquisición sigue manteniendo el tratado de paz con los demonios.

-Ya hablaremos...

-Vamos, Re...

El chico cortó la conexión y continuó su camino...

 

-¡Eri! ¡Eri! ¡ERI!

-¡Ah! –gritó la demonio al sentir un golpe en la nuca- ¡Luka! ¡¿A qué ha venido eso?!

-Es que parecías un alma en pena, ¿se puede saber qué te pasa?

-Esta vez debo estar de acuerdo con ella, no estás actuando como siempre – corroboró Shiina.

-Qué amable por tu parte... –Luka se puso de morros al escuchar las palabras de su amiga.

-Es sólo...me siento un poco mareada...si me disculpáis voy al servicio...

-¿Quieres que te acompañemos?

-N-no, no hace falta...

Tras esto se marchó hacia el pasillo.

 

“Debe de estar por aquí”, pensó Eri situándose frente a la puerta de la sala de profesores. Al entrar se encontró de frente con Asari-sensei.

-Oh, Eri, ¿qué haces aquí?

-Pues, estaba buscando a Hioni-sensei.

-Se ha ido hace un momento, creo que iba al patio exterior.

-G-gracias.

-¡E-Eri!

Haciendo caso omiso de la llamada de su tutora, corrió escaleras abajo en dirección al lugar indicado.

-¿Qué le habrá dado de repente? –se pregunto Asari-sensei.

 

Al cabo de un rato alcanzó su destino, sin embargo no conseguía ver al joven por ninguna parte.

“¿Dónde diablos se habrá metido?”

-¿Buscas a alguien?

Una voz apareció por detrás, asustando a la chica.

-Oh, lo siento, no era mi pretensión...

-N-no importa...en realidad, le estaba buscando a usted.

-¿A mí? ¿Alguna duda sobre la asignatura? –preguntó Reima.

-N-no exactamente...pero una duda al fin y al cabo.

-¿Qué ocurre?

-B-bueno, no sé como decirlo. Un...amigo suyo...me pidió que contactara con usted...

-¿Un amigo? No entiendo...

-Hioni Reima.

-Sí, así me llamo –respondió el chico algo confuso-. Oye, ¿estás bien?

-Su amigo...se llamaba igual...

-Ah...

Al decirle esto reaccionó quedándose perplejo.

-Así que no habían sido imaginaciones mías...

-¿Imaginaciones? Entonces es verdad que sabe algo.

-Mira...sé que estás confusa pero...de verdad no creo que sea algo en lo que debas inmiscuirte.

-¡¿Qué no debo inmiscuirme?! ¡Me han atacado en dos ocasiones unos tipejos extraños que nunca había visto hasta ahora! ¡Y lo único que he recibido como respuesta es un chico con una espada que me ha salvado en esas dos ocasiones y el hecho de que todo está relacionado con que soy una...!

Antes de que acabara la frase el profesor le tapó la boca.

-Cuidado con lo que dices. Podría haber gente escuchando, y no creo que te gustara el que se enterasen de tu procedencia. Vayamos a otra parte.

Dicho esto, ambos se alejaron de allí, situándose en la zona trasera del edificio donde había una pequeña caseta en la que se guardaba material de mantenimiento.

-Bien, supongo que aquí podremos hablar sin que haya problemas.

-¿Y bien?

-Supongo que siendo lo que eres ya conocerás la leyenda sobre los demonios.

-Sé que antaño fueron seres muy peligrosos que atacaron a la especie humana y que ésta consiguió rebelarse y se enfrentó a ellos hasta llegar al punto de casi exterminarla.

-Hasta que tuvo lugar la aparición de “Darkblade” quien puso una tregua entre la por aquel entonces Inquisición y los demonios.

La chica asintió.

-Gracias a la tregua que impuso “Darkblade” los demonios fueron salvados, sin embargo todavía existía odio de los seres humanos hacia ellos. Debido a esto, los demonios comenzaron a ser cazados por algunos grupos clandestinos de humanos, quienes usaban los cuerpos de sus capturas para venderlos en el mercado negro en calidad de esclavos, trofeos o incluso investigaciones de todo tipo. Al fin y al cabo, para los humanos, el poder de los demonios era algo temible.

-Pero, ¿cómo es que los demonios no pueden derrotar a los humanos siendo más fuertes que ellos?

-Los humanos utilizan estrategias para debilitarlos antes de enfrentarse directamente a ellos. Saben que están en desventaja en un enfrentamiento directo pero no ocurre así si preparan una estrategia adecuada.

-E-entiendo...pero, ¿quiere decir que los que me han atacado son humanos? ¿No incumpliría eso las reglas de la tregua?

-La cosa no está del todo clara, por lo que no se sabe si realmente se está incumpliendo el acuerdo, sin embargo es algo que debe ser evitado. Todavía es un misterio sin resolver, pero quizás haya algo más que tenga asuntos contra los demonios...supongo que ya se encargará él de eso...

-¿Él? ¿Te refieres a tu amigo?

-Sí.

-¿Quién es él? ¿Una especie de protector de la justicia? ¿Y cómo sabes tú sobre todo esto?

-Tranquila, no creo que debas preocuparte por eso. Todo se terminará solucionando, estoy seguro. Confía en él, te protegerá hasta que termine todo esto.

-...

 

La chica se dirigió hacia su clase.

-Que confíe en él...si ni siquiera sé quién es...

Sentándose de nuevo junto a sus amigas, esperó a que empezara la siguiente clase. En esto que vio aparecer por la puerta a Hioni-sensei, quien comenzó su clase como si nada hubiese ocurrido.

“Me pregunto quién serás en realidad”

De repente se escucharon gritos en el pasillo. Algunos alumnos reaccionaron asustándose mientras los más curiosos hacían ademán de levantarse a ver qué estaba ocurriendo.

-¡Quedaos aquí! Voy a ver que pasa.

El profesor cerró la puerta detrás de sí, dejando a la clase sumida en murmullos.

-¿Creéis que habrá sido algo grave? – preguntó Luka.

-Nah, seguramente sólo sea que han visto alguna rata o algo parecido.

-Uff...menos mal que no ha aparecido por aquí entonces...

“Tengo un mal presentimiento”, pensó Eri mientras comenzaba a mirar a su alrededor con nerviosismo, “me siento como cuando esos tipos me atacaron”.

Sin previo aviso, las ventanas de la clase se rompieron en mil pedazos provocando que se repitiesen los gritos. La demonio se cubrió la cara con ambos brazos, intentando impedir de manera instintiva que los cristales se incrustasen en su cabeza, no obstante, ese no era el mayor de sus problemas. Junto a las ventanas, pisando los trozos de vidrio roto estaban aquellos tipos trajeados. Eran cuatro, todos iguales. Sin pronunciar palabra e ignorando los gritos de los demás comenzaron a caminar por la clase a paso ligero, parecían estar buscando algo...o a alguien...

“¿Es posible que me estén buscando a mí y todavía no me hayan visto?”, se preguntó Eri observando a aquellos extraños personajes con halos en las muñecas, “si es así, debo alejarlos de aquí”, pensó mientras observaba el pánico de sus compañeros el cual iba acrecentándose conforme los recién llegados comenzaban a apartarlos de forma agresiva, “ellos no tienen nada que ver con esto”.

Con actitud decidida, la chica salió corriendo hacia la puerta intentando en el proceso llamar la atención lo máximo posible.

-¡Eh! ¡Vosotros! ¡Es a mí a quien buscáis, ¿no?! ¡Pues venid a cogerme!

Tras esto abrió la puerta y comenzó a correr por los pasillos del instituto, detrás se encontraban los cuatro tipos de blanco...

 

Bajó las primeras escaleras que vio a la mayor velocidad que pudo. Aquellos seres le pisaban los talones.

“Tengo que buscar una manera de despistarlos. Intentaré esconderme en alguna clase”, pensando en esto continuó bajando las escaleras hasta llegar al piso de más abajo, entonces giró hacia la izquierda y se escondió en uno de los auditorios usados para las clases de música, cerrando la puerta para evitar ser vista. Esperó un rato. Parecía que aquellos tipos la habían perdido de vista ya que no sentía golpes que pretendieran echar la puerta abajo.

“Buff...quizás logre permanecer tranquila por un rato”. Había mucha oscuridad en aquella aula pero lo mejor sería seguir manteniendo las luces apagadas o de lo contrario no le serviría de mucho el haberse escondido allí.

“Me pregunto si Hioni-sensei habrá avisado a su amigo. Espero que Luka y Shiina se encuentren bien.”, mientras pensaba en esto, de repente la puerta del auditorio se vino abajo llevándose a la joven demonio por delante, quien rodó por el suelo hasta chocar contra una mesa. Levantando parte de su cuerpo a duras penas, la demonio pudo observar a las cuatro figuras que la habían estado persiguiendo.

-Maldita sea... –se quejó Eri.

Los “Dying Walkers” se movieron dispuestos a atrapar a su objetivo. En ese momento algo de gran tamaño irrumpió en el auditorio, destrozando aún más la entrada y golpeando fuertemente a aquellos seres.

-¡Sal de aquí!

Una voz grave, procedente del nuevo individuo, se dirigió hacia Eri. La chica no alcanzó a ver de quien se trataba debido a la oscuridad del aula, sin embargo captó el mensaje, haciendo uso de la mayor fuerza que le permitieron sus músculos para levantarse y echar a correr de nuevo en dirección al pasillo.

 

Nada más salir se dio de bruces contra otros dos “Dying Walkers”.

-¡¿Es que no tenéis vida social?! –exclamó la demonio comenzando a correr en sentido contrario al lugar en donde estaban aquellos tipos.

Girando hacia la derecha salió al patio donde aparecieron varios más de los “Dying Walkers”.

Finalmente la chica quedó acorralada. Jadeando debido a la carrera no pudo hacer más que dejarse caer de rodillas al suelo.

-¡¿Qué queréis de mí?! ¡Es posible que sea una demonio pero no os he hecho nada malo! ¡Dejad en paz a mis compañeros y dejadme en paz a mí!

-Todos los demonios han de ser cazados.

-Todos deben ser eliminados.

-Eso es lo que quiere Chronos.

-Pero hay más demonios aquí de lo que se pensaba.

-Deberíamos informar de esto.

-Por el momento debemos matarte a ti.

-Así es como debe ser...

-¡Chst!

Rompiendo uno de los cristales del instituto, una figura fue a parar justo donde se encontraban los “Dying Walkers” y Eri, chocándose contra algunos de ellos.

-¿Qué...? –atónita, la joven observó cómo alguien se erigía entre la masa de humo que se había formado. Se trataba de Reima.

-Eso ha sido un buen golpe.

-¿Hioni-sensei?

-¿Huh? –el profesor parecía acabar de darse cuenta de donde había ido a parar- ¿Qué haces aquí?

-¡Eso mismo me pregunto yo!

-¿Eh? Ah, bueno es que me golpearon y salí despedido...

Otra figura aterrizó en la zona, provocando un nuevo levantamiento de polvo y arena. Al despejarse la vista, se divisó la figura de un chico rubio y delgado. Iba vestido con un atuendo propio de un párroco y llevaba una vara en sus manos.

-¡No pienses que te vas a escapar!

-¡Uah!

El joven rubio atacó a Reima quien esquivó el golpe rodando hacia el lateral. Acto seguido se levantó y corrió hacia Eri.

-¡Agárrate!

-¡¿Eh?! ¡Hyaaa!

El profesor la cogió en brazos y saltó fuera de la zona cercada por los “Dying Walkers”.

-¡Uah! –exclamó la demonio.

-¡Rápido! ¡Qué no se escape!

Acatando las órdenes del chico, las figuras trajeadas se dispusieron a perseguir a maestro y alumna.

 

-Bueno, aquí estarás segura por el momento –dijo Reima mientras la dejaba sobre el suelo.

-¿Quién es ese chico?

-Parece ser quien guía a los “Dying Walkers”. Imagino que ya habrás supuesto que tú eres su objetivo.

-Me ha costado deducirlo... –indicó Eri con sarcasmo.

-Bueno, en cualquier caso quédate aquí.

-Pero...

-Nada de peros. Si te cogen te matarán.

-...

-No te preocupes, una vez él aparezca todo se solucionará.

-¿Y cuando va a aparecer?

-Muy pronto. Haremos que sea muy pronto.

-¿Haremos? ¿Quiénes?

-Por su bien, no puedo decírtelo.

-¡No creo que sea el momento de mantener las cosas en secreto!

-Nos vemos

-¡Escucha a los demás cuando te hablan!

Cuando la demonio quiso darse cuenta, ya se había marchado.

 

-¡¿Que no les habéis encontrado?! ¡Seréis inútiles!

El chico rubio golpeó fuertemente a uno de los “Dying Walkers”.

-Maldita sea...nos hemos arriesgado a mostrarnos en público y todo para que no consigamos nada...

De repente algo atrajo su mirada. Presas del pánico por el ataque de sus súbditos, un buen número de estudiantes corría por los patios en dirección a la salida.

-Quizás haya una manera de hacer que salgan las ratas... –dijo mientras esbozaba una maliciosa sonrisa.

 

-¿Dónde se habrá metido?

Reima había conseguido entrar en el edificio sin que lo viesen. En su búsqueda, había llegado hasta el segundo piso de los tres que componían el instituto.

-Quizás deba buscar el aula en la que más explosiones haya...seguramente sea fácil encontrarla allí...

Fue entonces cuando escuchó un fuerte ruido de una de las aulas y sin pensárselo dos veces se dirigió hacia allí. Cuando llegó observó la escena de una mujer enfrentándose a varios de los “Dying Walkers” con un rifle francotirador, el cual usaba como arma blanca. A excepción de ella, la clase se encontraba vacía, por lo que el profesor pudo respirar tranquilo.

“Probablemente les haya dicho que se escondan en el piso de abajo”, pensó el chico.

-¡Quitaos de mi camino! –gritó la mujer mientras dejaba inconsciente a un par de los tipos que la acosaban a base de golpes con el rifle- ¡Sois tan débiles que no merece la pena ni mataros!

No tardó en deshacerse de los que quedaban en pie. En ese momento se dio cuenta de la presencia de Reima.

-Oh, así que estabas aquí.

-Buen trabajo –comentó el chico mientras observaba los cuerpos de los “Dying Walkers”.

-Gracias. Una se esfuerza por dejar el suelo bien sucio...

-Ese es un chiste bastante malo...

-¿Cómo está la chica?

-Por ahora la he dejado escondida en una zona segura.

-Bueno, esa chica es responsable, no creo que haga algo de lo que termine arrepintiéndose. Les he dicho a los alumnos que se dirijan al salón de actos del piso de abajo. Por allí se encuentra Akira, así que no creo que haya problemas. Sin embargo ha habido un grupo de alumnos que ha entrado en pánico y no he podido controlarlos. Ahora pensaba dirigirme en su búsqueda.

-De acuerdo pero antes necesito tu ayuda, de lo contrario no podré entrar en combate.

-Así que sigues sin poder luchar en esta forma.

-Sabes que sería demasiado peligroso.

-Ya veo, entonces supongo que no queda otra que dejárselo al chico malo.

-¿¡Se me escucha!? ¡Probando! ¡Probando!

-Esa voz...

Los dos salieron del aula y se dirigieron a las ventanas de los pasillos. En el patio había un grupo de alumnos rodeados por los tipos trajeados además del joven rubio, quien estaba utilizando un megáfono.

-¡No sé si he conseguido que me escuchéis pero aun así seguiré hablando! ¡No sé si sabéis que a día de hoy, mis...compañeros y yo nos encontramos aquí debido a que andamos buscando a cierta persona! ¡Bueno, no sería adecuado llamarla persona ya que en realidad es una demonio! ¡Iré directo al grano! ¡Contaré hasta diez, y si esa demonio no se presenta ante mí, mataré a uno de sus compañeros, luego volveré a contar hasta diez y de nuevo mataré a otro si se sigue sin acatar mis órdenes! ¡Asimismo, que alguien se abstenga de hacerse el héroe, o ello puede suponer otra muerte innecesaria! ¡Así pues, comencemos la cuenta! ¡Uno!

-¡Será cobarde! ¡Utilizando rehenes! –se quejó Reima.

-Me encargaré de que se lleve un tiro de mi parte –declaró la mujer preparando el arma.

-¡No! Si lo haces podría repercutir también en los alumnos.

-¿Entonces que sugieres?

El chico la miró fijamente. Ella dejó escapar un suspiro.

-Sabes cuales son las consecuencias de inducir a que salga, ¿verdad?

-Lo sé...

-Bien...

La mujer levantó el arma y se dispuso a disparar al profesor. Sin embargo se detuvo al ver la escena que se desarrollaba en el patio. Eri, antes la mirada sorprendida de sus compañeros, se había plantado delante de los agresores.

-¡No! –exclamó Reima.

-Así que has decidido mostrarte. Buena chica.

-Es a mí a quien buscáis. Si me queréis, aquí estoy, haced lo que queráis conmigo pero dejadles en paz a ellos.

-Tranquila. No es de mi interés matar humanos normales y corrientes, eso me quitaría puntos para estar al lado de mi señor. ¡Soltadles!

Mientras dos de los “Dying Walkers” agarraban a la chica, el resto dejaba escapar a los otros alumnos.

-¿Lo ves? Sé cumplir con mi palabra.

Los tipos trajeados hicieron que la chica se arrodillara. El joven rubio pulsó un mecanismo situado en el cuerpo de la vara de manera que en uno de los extremos se dejó ver un filo, transformándola en una especie de lanza.

-Bueno, acabemos rápido, tengo ganas de llegar a casa. ¿Últimas palabras? –preguntó.

-...no, no tengo nada que decir, sabiendo que con mi vida puedo salvarles, no me arrepiento...

-Una buena chica, lástima que seas una demonio asquerosa...

Sin más que añadir levantó la lanza con el fin de rebanarle la cabeza. No obstante el corte no se produjo ya que algo derribó al joven.

-¡Soy de lo más oportuno! ¡Sin duda es una de mis habilidades!

Un chico con una quemadura presente en su mejilla izquierda hizo su entrada. Desde la ventana del instituto salió disparado un objeto el cual cogió en el aire. Se trataba de una espada.

-Siento decirte que la suerte no está hoy de tu lado...

4: Capítulo 4 - La verdad
Capítulo 4 - La verdad

El chico rubio levantó la cabeza.

-¿Qu-quien diablos eres tú?

Tenía el rostro magullado por el repentino ataque del recién llegado.

-Vaya, me parece interesante que no me conozcas, debes de ser un recién llegado. Sin embargo, aquí quien hace las preguntas soy yo. Dime quién eres y para quién trabajas, y no me hagas repetirlo dos veces.

-¿Eres idiota? ¡Morirás antes de sonsacarme algo!

Los “Dying Walkers” se dispusieron a atacar a su objetivo. En ese momento, Reima hundió la espada en el suelo.

-¡Arded!

Un gran muro de fuego lo rodeó e incineró a los agresores, provocando que desapareciesen.

-Si eso es todo lo que puedes mostrarme me temo que lo llevas muy mal.

El chico rubio hizo una mueca de desagrado.

-Dime ahora mismo para quién trabajas. De lo contrario, acabarás como ellos.

-Chst...jamás revelaré el nombre de mi señor.

Levantándose, enarboló la lanza y la situó apuntando hacia su oponente.

-¡Ah!

Lanzando un grito a la vez que atacaba, intento clavar la hoja de su arma en el cuerpo de Reima pero este desvió el ataque sin mucho esfuerzo, haciéndole la zancadilla y quitándole el arma.

-Eres un completo principiante.

-¡No me subestimes!

De repente el arma comenzó a quemar la piel del espadachín, quien no tuvo más remedio que soltarla por acto reflejo. Tras volver a empuñarla, el chico rubio se alejó varios metros de su adversario, el cual abría y cerraba la mano mirándola con incomodidad.

-Por ahora me iré pero no pienses que será la última vez que nos veamos. Este lugar está más lleno de demonios de lo que me esperaba. Mi señor quedará contento con este descubrimiento.

-¡Espera!

Cuando Reima intentó ir hacia él, el joven se quitó su atuendo, tapando la vista del enemigo. Aunque la vestimenta fue devorada por las llamas provocadas por el espadachín, su contrincante se había esfumado.

-Mierda...al final se ha salido con la suya...

El chico giró la vista hacia Eri, quien lo observaba con una expresión mezcla de sorpresa y confusión. Por no hablar de los alumnos que había ido a refugiarse tras recibir su libertad.

-¡Eri! –Luka y Shiina corrieron junto a su amiga y la abrazaron- ¡Menos mal que estás bien!

-¿Luka? ¿Shiina?

-Lo estábamos viendo todo desde el salón de actos –una de las chicas señaló las ventanas de la sala, por la que tanto ellas como el resto de alumnos habían visto lo ocurrido.

Reima se rascó la cabeza.

-Parece que vamos a tener que apañar esto. Menudo problema...

 

Tiempo después, los alumnos del instituto se encontraban todos reunidos en el salón de actos. Muchos cuchicheaban y hablaban entre ellos. Al fin y al cabo era normal teniendo en cuenta que lo que acababa de pasar no era algo que se viese todos los días.

-¡A ver! ¡Silencio, por favor!

Situado encima de la tarima al fondo de aquella sala y de manera que todos pudiesen verlo, Reima se dispuso a hablar a todos los que estaban allí.

-¡Silencio! –repitió el chico.

Cuando se hubieron callado todos, continuó hablando.

-Gracias. Sé que muchos estáis confusos por lo que ha ocurrido hoy...

Un gran número de alumnos levantó la mano.

-...y sé que tenéis muchas preguntas que hacerme... –continuó hablando con cierta irritación en su tono de voz-. No os preocupéis, se os explicará lo ocurrido y de ello se encargará una persona especializada en este tipo de cosas. Os presento a Derain.

La gente observó expectante el lugar señalado por el profesor. Apareciendo desde detrás de las cortinas color beis que servía de telón, un pequeño ser humanoide y de color rojo intenso caminó hasta situarse en el centro de la plataforma, donde antes había estado Reima. El ser no debía medir más de un metro, poseía unos cuernos puntiagudos en su cabeza y una cola terminada en punta de flecha. Sus piernas, que finalizaban en unas pezuñas propias de un rumiante, estaban cubiertas de una masa de pelo granate.

Si al profesor le había costado silenciar a aquella masa de gente, Derain lo había conseguido en un tiempo récord. La cara de los alumnos al ver al pequeño ser apenas podía ser interpretada.

Suspirando, Derain hizo aparecer un puro como por arte de magia y lo encendió con la mano que le había quedado libre.

-Bien, chicos –inesperadamente, pese a su tamaño poseía una voz bastante grave-. Quiero que todos me miréis –a Reima no le pareció una tarea muy complicada-. Dormire insorgenza.

Tras estas palabras, los alumnos cayeron al suelo profundamente dormidos. Derain dio una pequeña calada al puro y se dirigió hacia donde se encontraba Reima.

-Ya está, cuando despierten sus recuerdos serán sustituidos.

-Buen trabajo, Derain. Recuérdame que te invite a algo la próxima vez.

-De nada, compadre. La próxima vez procura que no ocurran este tipo de cosas. Es una pesadez el tener que hacer esto –el ser dio otra calada a su puro.

-Jajaja...bueno, reunámonos con la chica y el resto, creo que le debemos una explicación.

-Claro, detrás de ti.

 

Entraron en la sala de profesores Reima, Derain y Eri, quien en el momento de la inducción del sueño a sus compañeros se hallaba fuera esperando.

-¿P-por qué estaba todo el mundo en el suelo? Es más, ¿quien es este...esto...esta...? –la chica no sabía bien cómo definir a Derain.

-Cuidado con tus siguientes palabras, niña. Aunque no lo parezca, tengo sentimientos.

El profesor se sentó en una de las mesas de la sala.

-Él es un imp llamado Derain. Tal y como lo ves es un demonio considerablemente fuerte. Es capaz de inducir el sueño en los seres humanos con el fin de sustituir sus recuerdos.

-Luka y Shiina...

-Ellas también están durmiendo, aunque me costó el separarlas de ti. Tienes buenas amigas.

-...

-Bueno, en cualquier caso creo que será mejor que te cuente lo ocurrido. Tal y como han salido las cosas...

-A buenas horas –se quejó la chica.

-Para empezar, ¿quieres preguntar algo?

-¿Quién eres?

-Directa al grano –Reima sonrió-. Mi nombre es Hioni Reima pero se me conoce sobre todo por el apodo de “Darkblade”.

-¿¡”DARKBLADE”!?

-Eso sí ha sido un buen grito de sorpresa –comentó Derain.

-Cálmate... –pidió el profesor.

-¡¿Qué me calme?! ¡Eso es imposible! ¡Lo que ocurrió con “Darkblade” es de hace más de mil años! ¡¿Q-qué edad tienes?!

-Debo de andar por los mil ciento veinte o así. No suelo llevar la cuenta...

-Pero...

-Has de recordar que la edad de los demonios con respecto a los seres humanos es muy diferente.

-Entonces...tú también eres un demonio...

-Casi...

-¿A-a qué te refieres?

-Hace mucho tiempo fui maldecido por dos especies distintas: ángeles y demonios. Es por eso por lo que he podido vivir tanto hasta hoy.

Eri recordó lo que vio de las maldiciones de los ángeles.

-...esos seres que me perseguían... ¿qué son exactamente?

-Se llaman “Dying Walkers”. Son máquinas vivas por decirlo de alguna forma. Fueron creados por la Inquisición para destruir a los demonios. Después de la tregua perdieron su función como destructores por lo que se convirtieron en guardianes de la Inquisición. Siguen unas órdenes estipuladas, no dudan, simplemente obedecen, sin sentimientos y, casi siempre, sin decir ni una palabra.

-Entonces significa que la Inquisición ha sido la que ha atacado.

-Lo dudo...probablemente alguien está utilizándolos sin el permiso de ellos.

-... –la chica demonio estaba confusa pese a que entendía lo que le quería decir.

-Básicamente, no sabemos quien anda detrás de todo esto.

Alguien apareció en la sala sorprendiéndola.

-¡¿A-A-A-Asari-sensei?!

-Vaya, Eri, ni que acabases de ver algún tipo de fantasma –comentó la mujer.

Detrás de ella iba un chico de la edad de Eri.

-¡¿Akira-kun?! ¡¿Tú también?!

El joven se limitó a reír y a rascarse la nuca.

-¿Qué es...?

-Ya que conoces la leyenda de “Darkblade” sabrás que su aparición...bueno, mi aparición, hizo que se estableciese la tregua entre la Inquisición y los demonios.

-S-sí

-Por supuesto, hubo gente en desacuerdo por parte de ambos bandos y aquellos que lo estuvieron fueron expulsados y detenidos. Por tanto, para mantener la tregua y procurar la seguridad de la misma decidí atrapar y ajusticiar a todo aquel que pretendiese hacer algo en contra. Con los demonios hubo menos problemas debido a mi buena relación con ellos y habían salido bastante perjudicados de la guerra pero los humanos siempre han sido más...rebeldes. El caso es que, con el tiempo, ha habido algunos que se han prestado voluntarios para ayudarme en mis tareas, tanto aquí como en otras partes del mundo. Ellos dos –dijo mientras señalaba a Asari y a Akira- son ejemplos de esos “algunos”.

-Entonces sois algo así como un equipo defensor de demonios.

-Bueno, técnicamente no es eso lo que defendemos pero en la práctica no puedo decir lo mismo...

-Entonces vosotros...

-En mi caso yo también fui maldecida por un demonio –indicó mientras hacía aparecer un rifle francotirador a partir de llamas surgidas de la nada.

-Y-ya veo.

-Yo podrías decir que soy un medio demonio. Hijo de una humana y un demonio. Debido a ello no tengo cuernos al igual que tú, que eres hija de demonios –dijo Akira señalando su cabeza-, aún así tengo algunas características de ellos.

-En todo este tiempo...nunca me había dado cuenta...

-No te preocupes por ese tipo de cosas –dijo Reima-. En cualquier caso ahora ya sabes mejor que es lo que está pasando, y, en resumidas cuentas, es que alguien o, probablemente, un grupo dentro de la Inquisición, y sin el consentimiento de ésta, ha empezado a hacer algún tipo de movimiento en pos de una cacería de demonios. Si sus intenciones son las de acabar con los demonios, hacer que renazcan las llamas de la guerra o alguna otra cosa es algo que por el momento tampoco sabemos.

-¿Has avisado a Ettore? –preguntó Asari.

-He intentado contactar con él pero no lo he logrado. Ese idiota seguramente esté vagueando por alguna parte. Para ser el líder de la Inquisición hay veces que se toma las cosas muy poco en serio.

-... –Asari profirió un suspiro y se encogió de hombros.

-De todas maneras me tocará hacer un viaje a Italia para recabar más información sobre los sucesos que están teniendo lugar dentro de la Inquisición, así también podré hacerle una visita a Ettore.

-Hace poco que viniste y ya te marchas... –comentó Asari con sonrisa irónica.

-Serán unos pocos días así que dejaré a Derain haciéndose pasar por mí.

-¿Huh? –Eri frunció el ceño.

-No te preocupes, gracias a sus poderes pasará desapercibido –aclaró Reima.

-Yo me ocuparé, niña.

-Tengo nombre.

-Y yo que me acordaré de él –declaró mientras movía de un lado a otro la mano que sujetaba el puro.

-¿Estaréis bien sin mí?

-Sí, podremos apañárnoslas en caso de que les de por realizar otro ataque.

-De acuerdo, me voy más tranquilo.

-¡Un momento! ¡¿Qué pasa conmigo?!

-¿Huh? ¿A qué te refieres?

-Yo también quiero ayudaros.

-¿De qué estás hablando?

-Por culpa de los “Dying Walkers” la vida de mis amigos ha sido puesta en peligro. Yo también quiero ayudar a evitar que algo así vuelva a suceder.

-Pero ellos van detrás de ti...

-Van detrás de todos los demonios.

-Mira, niña. No es por ofender pero no eres fuerte y en una pelea sólo resultarías una carga.

-Entonces aprenderé. Me haré más fuerte. Así no seré ninguna carga. Podré defenderme yo sola y defender a aquellos como yo.

La chica estaba decidida a luchar y no parecía querer aceptar un no por respuesta.

-Ya veo... –dijo finalmente Reima-. Akira.

-¿Sí?

-Tú serás el encargado de enseñarle.

El chico asintió.

-Hazle caso en lo que te diga, ¿vale?

-Lo haré –contestó Eri.

-Bueno, partiré mañana. Será mejor que descansemos por hoy. Ha sido un día muy duro para todos... ¡Agh!

De repente Reima se llevó las dos manos a los costados y cayó de rodillas al suelo.

-¡Hioni-sensei! –exclamó la joven demonio.

Asari se acercó al chico.

-Ya deben de haber empezado los efectos secundarios. Apóyate en mí, me encargaré de llevarte.

-¿Qué le ocurre?

-No debería haber tomado esta forma. Puesto que ha incumplido las normas de su propio cuerpo está recibiendo su castigo. Esto no es la primera vez que le pasa.

-¿Qué? ¡No entiendo nada!

-No hay tiempo para explicarlo. Nos vemos mañana, Eri.

Dicho esto, Asari hizo aparecer de nuevo el rifle y disparó hacia el suelo, provocando que tanto ella como Reima desapareciesen entre las llamas.

-¿Qué...?

-No te preocupes, niña. Mañana volverá a estar fresco como una rosa.

-...

-Ese chico fue maldecido, es normal que esto le provoque consecuencias.

-Será mejor que nosotros también nos vayamos, Akira. Mañana nos veremos, niña. Ten cuidado.

-Nos vemos mañana en clase.

Tras despedirse ambos desaparecieron al cruzar la puerta que llevaba a los pasillos.

 

Su cabeza todavía le daba vueltas. Acababa de descubrir muchas cosas y todas de una sola vez por lo que tendría que tomarse algunos minutos para terminar de asimilarlo.

“Darkblade”, la Inquisición, los “Dying Walkers”, aquel chico rubio...a partir de ese momento le esperarían muchos acontecimientos y debía estar preparada para ellos. Dándose unos pequeños golpes en las mejillas intentó despejarse un poco, acto seguido salió de la sala...

5: Capítulo 5 - El primer entrenamiento
Capítulo 5 - El primer entrenamiento

Al día siguiente Eri se levantó como cada mañana, sólo que no se sentía igual que las anteriores. Los recuerdos del día anterior la distraían de sus quehaceres de manera que se equivocó varias veces al hacerse el desayuno e incluso al prepararse para ir al instituto. Todavía recordaba el ataque tanto a ella como a sus compañeros, el descubrimiento de Hioni-sensei era el legendario “Darkblade” así como el estado en el que quedó antes de desaparecer junto con Asari-sensei. Además de todo ellos estaba el hecho de que todavía no se sabía nada de quien era el que estaba detrás de lo ocurrido ayer.

-¡Eriiii! –Luka apareció de repente abrazando a la chica por la espalda mientras ésta caminaba por la calle.

-¡Ah! ¡Luka! –se sorprendió Eri.

-¿Sabes? He tenido un sueño rarísimo.

La joven demonio escuchó atentamente.

-Estaba por la calle y de repente salió un ser muy grande que me atacaba y de repente aparecías tú junto a Hioni-sensei y comenzabais a golpearlo hasta que terminaba hecho polvo. Por algún motivo después de esto tú y yo nos íbamos de viaje a Europa.

-Ah...y-ya veo –por lo que escuchaba, no habría problema en que pudiese recordar lo que vio-. Suena un poco raro.

-Bueno, prefiero soñar eso a uno en el que tenga algún examen –la chica tembló sólo de mentarlo.

-Jajaja...

El poder de Derain había hecho su efecto. Eri suspiró relajada.

 

Cuando llegaron a clase observaron que el profesor todavía no había llegado. En ese momento tocaba la materia que impartía Reima por lo que se preguntaba cómo se las apañarían para sustituirlo.

Se sentó en su sitio y sacó los apuntes correspondientes a la asignatura.

-¿Estás bien, Eri? –preguntó Luka.

-¿Eh? Sí. Es sólo que tengo un poco de sueño.

-Ah, te comprendo, a mí eso me pasa mucho.

“Constantemente, diría yo”, pensó la chica. De repente sintió una mano sobre su hombro. Al girarse hacia el lateral se topó con Shiina.

-Buenos días.

-Buenos días.

-¡Eh! ¡Shiina! ¡Tengo que contarte lo de mi sueño!

-La verdad es que no me apetece mucho oírlo...

-¡Oh, vamos! ¡Préstame atención un momento! ¡No seas aburrida!

-¡¿A quien crees que le estás llamando aburrida, maldita maleducada?!

-Pues a ti, ¿no es obvio? –contestó Luka haciendo un gesto con el que se burlaba descaradamente de su amiga.

-¡Ahora verás!

Abalanzándose sobre ella la cogió del cuello y comenzó a asfixiarla con uno de los brazos mientras taladraba su sien con los nudillos de la otra extremidad.

-¡Para! ¡Para! ¡Me haces daño! ¡Ay, ay, ayyyy!

Nada había cambiado. La clase actuaba como si nada hubiese pasado. De alguna forma se sentía un poco distante de los demás, como si hubiese estado fuera durante mucho tiempo. Fue en ese momento cuando se fijó en Akira. Su compañero se encontraba hablando alegremente con Kaoru. Al fijarse en que la joven lo observaba hizo un pequeño gesto a modo de saludo, siendo devuelta por ésta.

Poco después el profesor de la asignatura hizo su aparición en clase. Eri se sorprendió al observar a Reima ocupar la mesa que le correspondía, sentándose como si nada y causando que la clase se quedara en silencio, sentándose en su sitio los rezagados que todavía no había ocupado sus sitios.

De repente el profesor se quedó quieto mirando a los alumnos. Asimismo estos esperaban a que él comenzase la clase. Así pasaron un par de minutos hasta que a alguien se le ocurrió hablar.

-Esto...Hioni-sensei, ¿no deberíamos empezar la clase?

Reima desvió la mirada hacia ella sin decir nada. Por su parte, Eri no sabía tampoco cómo actuar al respecto. Se supone que Reima no vendría hoy y que Derain...

-¡Aaaah! –gritó de repente.

-¿Eri? –Luka, así como otros compañeros cercanos, se sobresaltaron.

-No, no es nada.

Con razón el profesor actuaba de forma tan extraña. ¡Era Derain!

-¿Hioni-sensei? –Shiina parecía cada vez más confusa.

-Ejem...perdonad, estaba analizando la situación.

Se escucharon murmullos entre los alumnos.

-Veamos...apuntaré un par de cosas que quiero que copiéis.

Tras esto se levantó y se puso de espaldas a la clase.

-Mm...¿qué es lo que utilizáis para escribir? –preguntó de repente dejándolos a todos anonadados. Mientras tanto Eri se echaba una mano a la frente.

-Sensei, hay varias tizas en el primer cajón de su mesa que creo que podrán servirle...-explicó Shiina quien intentaba actuar lo más pacientemente posible como representante de la clase.

El chico hizo caso a los consejos de ella y cogió una de las tantas que había. Acto seguido comenzó a escribir, sin embargo aquella no era la manera de escribir de una persona corriente, y desde luego, aquello no era un par de cosas. En aproximadamente unos tres segundos, puede que incluso menos tiempo, ya había llenado la pizarra de letras y palabras que, además, resultaban ilegibles para cualquier de los allí presentes.

-Bueno, empezad por esto y luego continuaremos.

-E-Esto...

-¿Mm? ¿Ocurre algo?

Nadie sabía cómo decirle que lo que había escrito no se acercaba siquiera a alguna de las lenguas conocidas en el planeta Tierra.

-Es algo muy sencillo, no debería daros ningún problema –comentó mientras cruzaba sus piernas y sacaba un puro que, frente a toda la clase comenzaba a fumar.

-S-sensei...

-¿Huh?

-Está prohibido fumar en clase...

-¿En serio? ¿Qué clase de educación os dan? ¿De verdad que no se puede? ¿Cómo os divertís entonc...?

-Si nos disculpáis un momento, me parece que me llevaré a Hioni-sensei un momento fuera. Los dos tenemos que hablar de algo pendiente –Eri acababa de levantarse y en esos momentos estaba empujando al profesor hacia la salida del aula-. Akira-kun podrías ayudarme un momento. Voy a necesitar ayuda para esto...

-¿Yo? –el chico se apuntó a sí mismo con el dedo.

-Por favor...

 

Poco después los tres se encontraban fuera de la clase mientras al otro lado de las paredes se podían oír perfectamente los comentarios del resto.

-¿Se puede saber que actuación ha sido esa? –preguntó Eri intentando mantener la calma.

-Oye, niña, no ha sido culpa mía. Reima me dejó el marrón sin explicarme cómo debía actuar así que simplemente me he dedicado a hacer lo que me ha parecido más lógico.

-¿Fumar delante de tus alumnos te parece de lo más lógico?

-Por supuesto, no es lógico que no se pueda fumar, es algo que llevo haciendo desde hace unos ciento veinte años.

-Me alegro por ti, pero nosotros somos menores de edad y éste es un lugar público así que según la ley está prohibido, ¿lo entiendes?

-Calmaos, calmaos –dijo Akira intentando controlar la situación-. Esta discusión no va a llevar a nada. Mira, Derain, ahora mismo estás en una situación en la que no puedes hacer lo que te de la gana. Es simple, sólo tienes que imitar a un humano normal y se lo más...normal posible...

-Entiendo...

-Y si necesitas algún consejo aquí estamos Eri-san y yo para ayudarte.

La chica asintió.

-De acuerdo, de acuerdo, más como un ser humano normal.

“Es de lo más lógico, idiota”, pensó Eri negando con la cabeza.

Tras esto Derain entró de nuevo en la clase.

-No le culpes por ser así. No está muy acostumbrado a estas cosas.

-Me lo imagino pero al menos podría intentar ser un poco menos...directo.

-Jajaja...

-En cualquier caso, gracias por la ayuda.

-Bueno, yo soy más responsable que tú en este caso, así que no tienes por qué agradecérmelo. Será mejor que entremos en clase no sea que la vuelva a armar...

 

-Bienvenida a tu primera clase. ¡Tachán! –Akira enseñó un pequeño cartelito en el que se observaban las palabras primera clase magistral. Eri aplaudió siguiéndole el juego- Bien, como me encomendó Reima, soy el encargado de enseñarte un poco cómo defenderte de los posibles ataques de los “Dying Walkers” así que empezaremos cuanto antes para que te vayas acostumbrando a ello.

-Es por eso que hemos venido hasta aquí, ¿no? –comentó Eri observando el descampado que se extendía a su alrededor.

-No es un lugar por el que pase mucha gente, está alejado de la zona más habitada y resulta un buen espacio por el que desplazarse. Creo que será perfecto para ello.

-¿Y qué hacen ellos aquí? –preguntó mientras señalaba a Asari-sensei y a Derain quienes se encontraban sentados, la una con una bolsa de dulces y el otro con un puro en la boca.

-Me dijeron que querían supervisar tu primera clase. Bueno, en realidad Derain no quería pero pensé que sería recomendable que lo hiciese.

-E-entiendo.

-¡Tú puedes, Eri! –exclamó la mujer.

-¿Por qué diablos tengo que estar aquí? –se quejó su compañero.

Akira rió y continuó con la conversación.

-Antes de nada. ¿Estás segura de esto? Todo esto puede resultar bastante duro y no estamos seguros tampoco de a lo que nos enfrentamos.

-No importa. Estoy decidida. No quiero que me vuelva a ocurrir lo de ayer, y no pienso volver a huir de los “Dying Walkers”.

-OK. Entonces empecemos por lo básico. Hay tres formas de que alguien pueda tener poderes demoniacos: la primera es que proceda directamente del linaje de los demonios, es el caso de Derain y el tuyo; otro es que procedan de la unión entre otra especie y un demonio, como en mi caso; y otro es que hayan sido maldecidos por demonios, como es el caso de Asari-sensei y Reima-san.

-Ya veo pero tengo una pregunta al respecto.

-¿De qué se trata?

-Has dicho que hay tres formas de que alguien “pueda” tener poderes, ¿a qué te refieres?

-Eso...eso es algo que puede darse sobre todo en los que son como yo. Pese a ser hijos de demonios no obtienen ninguna característica de ellos. A esta clase se le denomina como “Stray Devils” y en algunos casos son desechados o asesinados por sus padres.

-Eso es horrible...

-Lo sé...

Ambos se quedaron en silencio durante unos instantes.

-Pero no pensemos en ello. Ahora debemos centrarnos en tu entrenamiento.

-Sí.

-Puesto que tú eres una demonio de sangre pura, ya que procedes directamente del linaje de los demonios, probablemente te resulte menos difícil el aprender tus habilidades. No obstante, primero tendríamos que determinar de qué raza eres.

-¿Raza?

-Los demonios pueden ser de distinta raza de manera que cada uno puede desarrollar unas habilidades distintas según la que sean.

-Ya veo.

-Así pues, ¿cuál es la tuya?

-...

-...

-...

-...

-La verdad es que no lo sé...

Akira bajó los hombros y la cabeza debido a la respuesta de la chica.

-Mis padres nunca me dijeron nada al respecto así que...

-B-bueno, me imaginaba que podría existir esta posibilidad. No pasa nada. Sensei, vamos a necesitar tu ayuda.

-Bien, yo me encargo.

De repente la mujer hizo aparecer el rifle entre un pequeño cúmulo de fuego y lo cogió con las dos manos apuntando directamente hacia Eri.

-¡Uah! –se asustó ella.

-No te preocupes, no te hará daño, tan sólo provocará un rápido desarrollo en tus habilidades durante unos pocos segundos de manera que podamos observar su procedencia.

-¡Aun así a nadie le gusta que le apunten con un arma!

Sin previo aviso, Asari golpeó con el cañón del rifle a la frente de la joven, quien se quedó como atontada, manteniéndose todavía en pie. En ese momento una fuerza sobrenatural empujó a profesora y alumno hacia atrás golpeándose contra el suelo. Cuando levantaron la cabeza observaron la figura de Eri, quien se encontraba flotando en el aire con un par de alas saliendo de su espalda y una cola que nacía a partir de las últimas vértebras de la columna. Además de esto sus cuernos habían adoptado un mayor tamaño y finas líneas de color rojo descendían a partir de sus ojos.

-¡Ggh! ¡Esta fuerza! –exclamó Akira intentando no salir despedido de nuevo.

-Es una súcubo.

-¿Súcubo?

-Sí pero no una normal. Este poder...

Al cabo de pocos segundos la chica volvió a la normalidad, aterrizando suavemente sobre el suelo y posando sus rodillas en el mismo. Acto seguido abrió los ojos.

-¿Qué ha pasado aquí? –preguntó confusa.

-Parece ser que tenemos algo interesante entre manos –indicó Asari mientras hacía desaparecer el rifle.

-¿Huh?

-Por lo que hemos podido determinar, eres una Súcubo.

-¿S-súcubo? Entonces, ¿mis habilidades se basan en la se-seducción o algo así?

-Bueno, no podemos negar que hay cierta vinculación con ello, sin embargo no es en lo que se basa.

Eri no sabía como sentirse ante aquella revelación.

-Tu poder ocupa más bien el mundo de los sueños.

-¿El mundo de los sueños?

-Así es. Visto lo visto creo que no tendremos problemas en encontrar a alguien que pueda enseñarte sobre esos temas. ¡Derain!

Asari desvió la mirada hacia donde debería estar el imp, el cual parecía haber desaparecido sin previo aviso.

-¿Dónde se ha metido?

Al acercarse a la posición en la que se hallaba sentado, descubrieron su cuerpo varios metros más alejado de ésta.

-¿Se puede saber cómo has llegado hasta allí?

-¿A ti qué te parece? No vi venir aquel despliegue de fuerza invisible hacia mí –contestó el demonio mientras se levantaba y comenzaba a recorrer la distancia que lo separaba del resto- ¿Qué ocurre?

-Me parece que vas a ser tú quien va a tener que supervisar la mayor parte de su aprendizaje. Su poder tiene ciertas bases muy parecidas a lo que usas tú así que creo que eres el más indicado para esto.

Derain se llevó otro de sus puros a la boca y lo encendió.

-Si no hay más remedio...

-Yo me encargaré de ayudarte con lo básico. Ya que nunca has usado tu poder habrá que empezar por habilidades más comunes para que te vayas acostumbrando hasta que puedas desarrollar aquellas que son más específicas de ti misma.

-E-entiendo.

-Por el momento será mejor que lo dejemos por hoy. A no ser que quieras acabar con menos ropa de la que tienes actualmente.

-¿A qué te refieres?

La chica observó su espalda y se dio cuenta de que la parte de atrás de la camiseta de su uniforme escolar estaba completamente destrozada.

-¡Uah! ¡¿Qué ha pasado aquí?! ¡¿Cómo voy a arreglar esto?!

-No te preocupes, yo me encargaré de darte uno nuevo mañana.

-¡¿Y se puede saber cómo diablos iré mañana al instituto entonces?!

-Está todo controlado.

La chica suspiró y volvió a mirar la parte de atrás de su vestimenta.

 

-Me pregunto si Derain será un buen maestro...

-Aunque sea como es puedo asegurarte que te enseñará bien.

Akira y Eri se dirigían de camino a casa. La joven llevaba una chaqueta cubriendo su espalda.

-¿Cómo es que la ropa quedó de esta manera?

-Bueno, digamos que sufriste una transformación.

-¿Una transformación?

-Es algo muy común. La genética a los largo del tiempo ha hecho que los demonios se adapten más al medio humano, de esa manera han adquirido un control de su forma física que no saca a la luz todas sus características. Es por eso que muchos demonios tienen una apariencia bastante humana, no obstante cuando su poder se desata sufren una transformación en la que su verdadera apariencia queda expuesta.

-Ya veo. ¿También te ocurre lo mismo a ti?

-Sí, aunque créeme mi transformación no es muy estética.

-Eh, eh, deja que juzgue eso con mis propios ojos. Cada cual tiene su opinión al respecto de lo que considera bello.

-Sí, supongo que tienes razón. En ese caso, cuando llegue el momento escucharé tu opinión sobre ella.

-Trato hecho.

 

-Gracias por todo –dijo la chica en el momento en el que iban a separarse.

-No hay de qué. Ah, por cierto, no notaron raro Shiina-san y Luka-san sobre el no fueses con ellas hoy.

-Teniendo en cuenta que les dije que tenía que acompañarte a un sitio estoy segura de que mañana empezarán a hacerme preguntas al respecto. Espero que no empiecen a pensar cosas raras –comentó la chica con mirada de preocupación.

-Jajaja...yo también lo espero.

Con gesto de la mano, el chico puso fin a la conversación, continuando su camino de vuelta a casa.

Por su parte, Eri entró en la suya. Como siempre, ésta se encontraba vacía. Se quitó los zapatos y se dirigió a su habitación donde dejó la mochila. Encima del escritorio había una foto enmarcada en la que se veían tres personas, una de ellas una niña pequeña. Ella se acercó a la foto y la cogió, observándola con ojos melancólicos.

-Me contasteis todas aquellas leyendas y me dijisteis quien era pero lo cierto es que nunca pretendisteis prepararme para esto, ¿no es así?

La joven sonrió.

-Me pregunto dónde estaréis ahora, mamá, papá...

Susurrando estas palabras, dejó el marco en su sitio.

6: Capítulo 6 - Fugitivo
Capítulo 6 - Fugitivo

A la mañana siguiente, Eri se levantó tras escuchar el sonido del despertador.

Bostezando se dirigió a la ventana con el fin de correr las cortinas y que la luz del día entrara por ésta. Fue entonces cuando, al hacer esto, se dio de bruces con el rostro de una mujer apoyado en el cristal.

-¡Aaaaaaaaaaaaaaaaaah! –gritó la demonios cayéndose al suelo y gateando hasta su cama donde se protegió con las sábanas.

-¡Eri! ¡Soy yo! –Asari, situada al otro lado de la ventana, saludaba con la mano.

-¡No vuelvas a hacer eso! –exclamó Eri con lágrimas en los ojos.

 

Ya dentro de la habitación, Asari dejó el nuevo uniforme de la joven encima de su escritorio.

-¿Ves? Te lo dije. Asunto solucionado.

-¿Se puede saber de donde lo has sacado?

-Soy profesora de instituto. Sólo tuve que mover unos cuantos hilos y obtener los resultados.

-Haces que suene como que los profesores de instituto tienen un poder extraordinario...

-Nunca se te ocurra subestimarlos –dijo orgullosa situando una mano en su pecho.

-Claro, claro...no te preocupes por ello...

-Bueno, ya he cumplido mi cometido, es hora de que me vaya –indicó la profesora mientras se disponía a saltar por la ventana.

-Sensei, podrías utilizar la puerta como todo el mundo.

-Es mucho más cómodo por aquí. ¡Ah! Lo olvidaba. Akira-kun no podrá entrenarte hoy. Ayer le surgió una urgencia y estará un tiempo ausente pero no te preocupes, Derain le sustituirá.

-¿Ausente? ¿Ha ocurrido algo grave?

-Digamos que necesita ocuparse de unos asuntos familiares

-E-entiendo...

-Mañana lo volveremos a tener con nosotros.

-De acuerdo...

Si Eri no recordaba mal, el padre de él era un demonio y su madre una humana. La chica se preguntaba qué tipo de padres eran...

 

-Mm...

Derain se encontraba sentado observando a Eri. Quien se mantenía en pie mirando al imp con una ceja levantada.

-Se...supone que tendríamos que...estar entrenando, ¿no?

El demonio dio una calada al puro que sujetaba en una de sus manos y expulsó el humo como si nada de ello fuese consigo.

-Qué rollazo...

-¡Pon un poco de interés!

-Te aseguro que lo intento pero cuesta mucho... –explicó mientras daba otra calada a su puro.

Eri profirió un largo suspiro.

-Bien...si empezamos por lo básico esto sería la concentración de la energía demoníaca o también llamada “Setten”.

-Setten...

-El Setten se conoce como la energía con la que nacieron seres como los ángeles y los demonios. Por el contrario, los humanos fueron creados con otro tipo de energía llamada “Retten”.

-Entiendo...

-Ni que fuese muy difícil...

-¡Cállate!

-En cualquier caso, uno de los elementos más básicos en los que se suelen presentar el Setten en nosotros es el fuego. Así pues, intenta concentrar tu energía para crear una llama. Cuando puedas hacerlo habrás completado el primer paso...

-Y... ¿cómo lo hago exactamente?

-...

Derain volvió a dar otra calada al puro, algo de lo que Eri estaba empezando a cansarse.

-Lo mejor en mi opinión sería imaginarte una situación de peligro. Normalmente los seres vivos suelen mostrar una mayor capacidad en situaciones de estrés o nerviosismo pese a que si no saben tener cierto control sobre sí mismos todo puede irse al traste. Así pues deberías imaginarte una situación en la que te sientas intranquila y encontrar un punto donde comiences a controlar poco a poco la situación. En ese momento en mitad de la tranquilidad y el estrés es donde encontrarás la concentración para liberar tu Setten.

-Suena más difícil de lo que pensaba. ¿Cómo diablos hago eso sin encontrar una situación práctica?

-Eres una súcubo. Seres como tú o como yo tenemos facilidad para la imaginación por lo que no te debería resultar tan difícil.

-D-de acuerdo...

Eri comenzó a hacer memoria de una situación en la que se sintiera de esa manera. Fue entonces cuando recordó la primera vez que fue perseguida por los “Dying Walkers”. Aquel momento en el que se encontraba sola y corría intentando salvar su vida. Cuando la acorralaron y estaban a punto de acabar con ella. Y, en ese momento, apareció Reima para salvarla.

La joven sintió que ese era el momento perfecto, la situación en la que había encontrado el punto intermedio que le había dicho Derain. Alargó la mano y dejó fluir la energía que había dentro de ella.

-¡Hah!

La demonio abrió los ojos esperando encontrar una llama a partir de su mano, por el contrario, no había nada.

-Me temo que vas a necesitar más práctica.

-Y yo que pensaba que lo tenía... –dijo bajando los brazos.

 

-¡Hah!

Nada aparecía a partir de su mano.

-¡Hah!

Pese a que lo volvió a intentar todavía no lograba resultados.

-¡Haaaaaah!

-Si sigues así cuando lo consigas tendré treinta años más –comentó Derain quien ya llevaba cinco puros.

Eri jadeaba después de sus numerosos intentos.

-¿Por qué no me sale?

-Aunque imagines la situación, si no eres capaz de sentirla es imposible que tu energía fluya como debería.

-¿Y cómo voy a sentir algo que no estoy viviendo?

-Eso no es algo en lo que te pueda ayudar. Es algo que debes resolver tú misma.

-Maldita sea... –se quejó Eri.

De repente Asari hizo acto de presencia corriendo hasta donde se encontraban los dos.

-Derain, necesito que vengas conmigo. Ryouta ha escapado de prisión.

-Chst... –levantándose de su sitio, el imp se dispuso a seguir a la mujer.

-¡Espera! ¡¿Qué ocurre?!

-Éste es un asunto del que nos ocuparemos nosotros, Eri. Tú vuelve a casa, ya se está haciendo tarde.

-Pero...

-¡No hay peros que valgan!

-V-vale...

La chica observó cómo la profesora sacaba el rifle y los dos desaparecían tras el fuego provocado por el arma...

 

Tras la teletransportación, Derain y Asari llegaron a un lugar subterráneo justo frente a una puerta la cual se hallaba abierta. La entrada daba a un extenso pasillo donde se podían observar a cada lado numerosas celdas cuyos barrotes presentaban cadenas de gran tamaño que recorrían cada uno de los espacios entre ellos, uniéndose en el centro por un candado también grande y de decoración exótica.

En éste pasillo ya había reunido un buen tumulto entre el cual pudieron hallar a Akira.

-Akira-kun, ¿qué ha ocurrido?

-Al parecer consiguió romper las cadenas de los barrotes y escapar de aquí. Cuando quise darme cuenta se encontraba avanzando por el pasillo de la prisión, arrasando con todo lo que veía a su paso. Ninguno de los guardas ni yo fuimos capaces de detenerlo.

-Pero, eso es imposible, ningún demonio debería ser capaz de hacer algo semejante.

-Nadie sabe cual es el método que ha usado para romperlas. Ahora mismo se está haciendo una investigación al respecto –indicó el joven señalando a una serie de personas que se encontraban en el interior de la celda tomando datos sobre la estructura de la misma así como de las cadenas- Están analizando si hay rastros de Setten o algo que les pueda llevar a la causa de lo ocurrido.

-Ya veo.

-He pedido que me permitan encargarme de atraparlo y devolverlo a su celda. Al fin y al cabo soy el que mejor conoce de lo que es capaz. No obstante necesitaré vuestra ayuda.

-Claro, al fin y al cabo también es nuestro trabajo.

-Prefiero eso a tener que seguir entrenando a esa chiquilla...

 

-¡Haaah!

Ya en su casa, Eri continuaba haciendo pruebas para ver si conseguía que la llama apareciese de una vez pero no había forma de que sucediese.

-Por mucho que diga es yo lo tengo más fácil no estoy tan convencida de ello.

Cansada, se sentó en su cama y profirió un suspiro.

-Me pregunto que es lo que habrá ocurrido para que hayan tenido que marcharse así de rápido. Debía de ser algo urgente ya que parecían muy alterados.

La joven estiró los brazos y emitió un bostezo.

-En fin, será mejor que haga algo de cenar y me vaya a la cama. Mañana será otro duro día.

De repente se escuchó un fuerte grito en el exterior.

-¿Qué?

Eri corrió hacia la ventana y se dispuso a buscar entre la oscuridad de a noche, sin embargo no consiguió ver nada que llamase su atención.

-¿Habrán sido imaginaciones mías? –murmuró.

No, sabía bien lo que había escuchado. Aquel grito había sonado muy claro pero, ¿de dónde procedía?

Actuando de manera decidida, se encaminó a la puerta de su casa y la abrió, situándose en medio de la calle frente a su hogar. Acto seguido miró hacia un lado y al otro siguiendo sin distinguir nada.

Poco a poco comenzó a andar por aquella sombría zona, lentamente y atenta a cada sonido. Pese a que se sentía insegura, su fuerza de voluntad la permitía seguir adelante. Si quería ayudar a los demás, no debía tener miedo o de lo contrario sería un paso atrás.

Girando en una bifurcación a la izquierda observó un pequeño parque frente a ella.

Cuando era pequeña, sus padres solían llevarla mucho a ese lugar donde jugaba con otros niños. Shiina y Luka también venían con frecuencia. Entre las tres montaban pequeñas historias utilizando cualquier elemento que hubiese en el parque, ya fuesen los columpios o incluso los cuatro o cinco árboles que había. Al final todo quedaba en un recuerdo más de sus desaparecidos padres...

 

En principio allí tampoco había nada destacable. De hecho, el sitio ni siquiera había cambiado desde que era pequeña, conservando en el mismo estado los columpios y el balancín. Fue entonces cuando cayó en la cuenta de algo situado en el suelo. Debido a la oscuridad no podía ver muy bien lo que era por lo que decidió acercarse más, descubriendo un brazo humano que provocó que la chica diese un salto hacia atrás tapándose la boca con las manos.

-¿Po-por qué? ¿Quién ha podido hacer algo así?

¿Quizás los “Dying Walkers” habían actuado de nuevo?

-¿Tú también eres un humano? –preguntó una voz desde detrás de ella, lo que provocó que se girase de forma repentina.

-¡¿Quién anda ahí?!

Un ser de varios metros de altura, los suficientes como para que la chica se preguntase cómo es que nadie antes que ella había notado su presencia, se acercó a Eri. Caminaba sobre sus brazos y piernas, como si fuese un gorila, sin embargo su piel era de color rojo y tenía dos grandes cuernos en su cabeza, dando a entender que se trataba de un demonio.

-¿Te lo preguntaré de nuevo? ¿Eres un humano?

La joven negó con la cabeza y enseñó sus cuernos, escondidos tras su melena.

-¿Tú has hecho eso? –señaló el brazo.

-Varios humanos se cruzaron en mi camino y no tuve más remedio que darles una lección.

-¿Así sin más? ¿Simplemente porque se cruzaron en tu camino los has matado como si se fuesen simples moscas? –preguntó incrédula.

-¿Acaso debería darles mejor trato? Tú, como demonio que eres, deberías saberlo. Los humanos son crueles y egoístas. Desconfían de nosotros, nos tienen miedo, y como se sienten así en cuanto tienen la oportunidad de atacarnos no se la guardan. Dime, ¿por qué debería actuar diferente?

-Pero no todos los humanos son así. N-no tienes derecho a hacer algo así sólo porque algunos humanos te hayan tratado de forma horrible.

-Jajajaja... ¿sabes? Yo también solía pensar como tú. Aunque algunos humanos actúen de esa forma no significa que todos sean iguales, al fin y al cabo entre los demonios también existen aquellos que pueden traicionarte. Eso es lo que pensaba. Pero cuando la persona a la que amas te considera un monstruo pierdes cualquier esperanza en los humanos.

-Tú... ¿estabas enamorado de una humana?

-Eso es algo del pasado pero me ha perseguido hasta hoy y no podré descansar tranquilo hasta ver a todo ser humano sumido en el miedo y la desesperación. Quiero que sufran y mueran.

-Entonces no serás muy diferente a los crueles humanos de los que hablas.

-Es posible...pero a estas alturas la venganza ya ha dominado cada centímetro de mi cuerpo. Ojo por ojo y diente por diente. Eso es en lo único que puedo pensar. Ahora que he conseguido salir de la prisión que me mantenía confinado podré dedicarme a cumplir con ello.

Dicho esto se dispuso a marcharse.

-¡Espera!

-¿Mm?

-Yo...no puedo permitir que hagas algo así.

-Ja...así que eres de ese tipo de demonios, ¿eh?

-No conozco tus problemas y probablemente no pueda entender como te sientes pero yo misma hay humanos a los que quiero proteger, y no creo que ellos sean malos.

-Me recuerdas mucho a mi hijo...

-¿?

-Sin embargo es demasiado tarde. Si intentas detenerme te consideraré de parte de los humanos y te mataré junto a ellos.

Ambos se encararon. Pese a sus palabras, Eri no sabía bien qué iba a hacer para luchar contra ese ser. Ni siquiera podía emitir una simple llama...

-Dime una cosa, ¿cual es tu nombre?

-K-Kasaiga Eri.

-Kasaiga Eri, no es la primera vez que oigo hablar de ti.

-¿En serio?

-Mi nombre es Haga Ryouta. Ha sido un placer, Eri.

Dicho esto el demonio levantó el puño hacia la chica. Justo en ese momento algo se lanzó contra él y lo placó, inmovilizándolo en el suelo. Por lo que la chica pudo ver se trataba de un demonio con, prácticamente las mismas características que el primero, sólo que no tenía cuernos y era de menor tamaño.

-Eres rápido, Akira.

-No podía permitir que por culpa de mi descuido mucha gente muriera.

-Jajaja, ¿y quien dice que pese a que estés aquí podrás impedirlo?

Haciendo fuerza, Ryouta consiguió levantar poco a poco el cuerpo de Akira. Acto seguido, con un último esfuerzo lo lanzó lejos de su posición, cayendo encima del balancín y provocando que uno de los árboles fuese arrancado.

-Debo reconocer que tu fuerza parece haber aumentado durante estos últimos años, sin embargo dudo que puedas vencerme tú solo.

-¡No está solo!

Eri giró la cabeza, fijando su vista en Asari y Derain.

-Vaya... –musitó Ryouta.

-Vamos a detenerte, padre.

7: Capítulo 7 - Padre e hijo
Capítulo 7 - Padre e hijo

-Así que esto es un tres contra uno.

-Parece que no fui tenida en cuenta –comentó Eri algo decaída.

-Ríndete, Ryouta.

-Jajaja. ¡Dejad de decir sandeces y demostradme de lo que sois capaces!

Ryouta placó a su hijo lanzándolo al suelo. En ese momento, Asari, quien tenía su rifle en las manos, disparó al demonio el cual se protegió colocando uno de sus brazos en medio. Varias explosiones se dieron lugar en su extremidad.

-¡Gaah!

-¿Creías que eran balas normales? –preguntó la mujer con expresión orgullosa.

Ryouta golpeó el suelo con ambos brazos provocando que se abriese una grieta en el suelo que se extendió hasta situarse debajo de la profesora.

-¡Direct Fire!

Varias llamas, tomando la forma de espadas, emergieron del suelo, no obstante Asari consiguió evadirlas teletransportandose fuera del alcance de ellas.

-La morte si annida.

Situándose a uno de los laterales del demonio, Derain recitó estas palabras. Acto seguido alrededor de su contrincante aparecieron varias sombras amorfas que se aferraron a él. Ryouta empezó a ser afectado por la presión de aquellas figuras que hicieron que se postrara en el suelo.

-¡Haaaah!

Una espiral de electricidad se elevó alrededor de él alejando a aquellas sombras de su alrededor.

-¡Maldito imp!

-No es la primera vez que me consideran de lo más molesto pero yo que tú gastaría mi tiempo en otras cosas.

Akira volvió a realizar otra embestida contra su padre quedándose ambos con las manos unidas haciendo fuerza hacia lados opuestos.

-Nunca lo entenderás, ¿verdad, Akira? La verdadera naturaleza de ellos...

-¿Cómo es que la venganza te ha corrompido de esta manera?

-Pregúntaselo a aquellas personas que la provocaron.

En los cuernos del padre comenzó a concentrarse electricidad formando una corriente que circulaba entre ambas astas. Tras esto apuntó a la cabeza de su hijo causando que un gran rayo fuese lanzado en su dirección. Akira consiguió esquivarlo por los pelos.

-Bien hecho pero, ¿qué hay de tu amiga?

El rayo se dirigía hacia Eri.

-¡Eri!

Alcanzando la zona en la que se encontraba la chica, se produjo una gran explosión que retumbó por toda la calle, provocando un gran cráter que ocupaba casi todo el parque.

-Eri...

-¡No te preocupes, Akira!

Asari y su alumna se encontraban a salvo situadas en una zona fuera de peligro. La segunda todavía sorprendida por lo ocurrido.

-¡He conseguido teletransportarla antes de que le sucediese algo!

Akira suspiró, tranquilizándose.

-Mal momento para distraerse.

Golpeándolo en la mejilla, Ryouta lanzó a su hijo al suelo. En ese momento Derain se dispuso a atacarlo de nuevo sin embargo el demonio realizó un gran salto, perdiéndose en la oscuridad de la noche...

 

-Ha escapado... –señaló Asari.

-Padre...

-Chicos, será mejor que salgamos de aquí cuanto antes.

-Sí, larguémonos.

Escuchando los gritos de la gente de la zona, los cuatro decidieron desaparecer.

 

Momentos después todos se encontraban en el lugar donde Eri había estado practicando su entrenamiento. Derain cogió uno de sus puros y, sentándose en un lugar medianamente apartado.

Akira y Asari hicieron lo mismo mientras que Eri decidió quedarse de pie.

-Akira-kun, tu padre...

No sabía cómo empezar la conversación pese a que quería saber lo que estaba pasando.

-Es de lo más insensato, ¿eh? –dijo el chico con la pretensión de romper el hielo que se había formado tras el combate.

-¿Qué...qué es lo que ha ocurrido?

-Mi padre era un preso en la cárcel subterránea “Cerberos”, hecha específicamente para la retención de demonios.

-¿Una cárcel en la que se encierran demonios?

-Ya lo dijo Reima. Tanto por parte de los humanos como por parte de los demonios los hay que no están de acuerdo con la tregua que impuso. Los demonios se encargan de evitar que los demonios rebeldes disturben esa paz, a su vez, la Inquisición se encarga de custodiar a los humanos que son capturados. Digamos que cada uno tiene su jurisdicción –respondió Asari.

-Ya veo...pero, ¿por qué tu padre fue encerrado?

-Mi padre era un demonio que estaba a favor de la tregua entre humanos y demonios. Luchó para proteger a ambas partes de aquellos que estaban en contra así como de los grupos de humanos que cazaban demonios para venderlos. Llegó a luchar al lado de Reima para mantener el orden entre ambas partes.

Un día se enamoró de una mujer humana. Ella sabía que él era un demonio pero terminó correspondiendo su amor.

Todo se desarrolló de la mejor manera posible. Tiempo después decidieron casarse y, más tarde, terminé naciendo yo.

Aquello era una preciosa muestra de cómo el amor podía superar las barreras entre humanos y demonios. Éramos una familia que se había vuelto un símbolo, un paso adelante hacia el camino de la comprensión. A partir de entonces el número de incidentes disminuyó. Demonios y humanos decidieron entregarse para expiar sus pecados y quedar absueltos. Para poder empezar una vida nueva ya que la paz en verdad era posible. Fueron momentos de auge para establecer completamente la paz. Sin embargo, un día, todo cambió...

Aquel día mi madre comenzó a tratar a mi padre de forma totalmente distinta. Primero empezó mostrándose más distante hacia él, poco a poco empezó a rechazar su compañía, y posteriormente empezó a querer que se alejara de mí. Empezó a llamarlo monstruo o engendro y terminó por apenas pisar la casa que compartíamos.

Mi padre no entendía nada. No sabía por qué había cambiado de esa manera, por qué lo repudiaba de aquella forma. Fue entonces cuando aquel odio dio un paso más hacia adelante...

A mi padre le tendieron una emboscada. Pese a que se defendió como pudo el efecto sorpresa hizo mella en él y tuvo que ser salvado por Reima de la muerte. Los atacantes al parecer habían sido humanos.

-¿Fue eso lo que terminó de provocar su odio por los humanos?

Akira negó con la cabeza.

-Aquello fue algo normal para mi padre. Un nuevo caso aislado de humanos que no apoyaban la tregua.

Por otra parte mi madre terminó alejando a mi padre totalmente de mí. Al ser un niño a veces tenía problemas con mi transformación por lo que llegaba a causar pequeñas quemaduras a mi madre y ella...las utilizó para alegar malos tratos hacia mi padre...

-¡¿Qué?! ¡P-pero eso es horrible! ¡¿Cómo es que la justicia nunca supo que él no tenía nada que ver?!

-Bueno, ya sabes, en principio sólo la Inquisición y los propios demonios tienen constancia sobre la existencia de estos últimos. Fuera de ellos, los humanos que saben sobre la existencia de demonios están muy controlados de forma que son vigilados y capturados en caso de que se observe alguna acción mediante la cual pretendan desvelar la existencia de éstos o atentar contra los mismos, sustituyendo su memoria en el mejor de los casos como ya pasó en nuestro instituto.

Eri asintió ante la respuesta de Akira.

-No había manera de decirle a la justicia que un niño medio demonio le había provocado aquello a su madre por lo que mi padre perdió mi custodia.

Aquello fue un duro golpe para él. Pese a ello todavía seguía creyendo que todo podría solucionarse, que las cosas irían a mejor...

Finalmente, terminó enterándose de la verdad...una verdad que le hizo perder la fe en los humanos.

-¿Qué pasó?

-Mi padre se enteró de que mi madre...había estado relacionada con la emboscada que le tendieron...no directamente...pero básicamente ella fue quien dio toda la información para que pudiesen enfrentarse a él...al fin y al cabo, ¿quién mejor conocía a mi padre que su propia esposa?

Mi padre perdió la razón fue directamente al lugar en el que nos hospedábamos mi madre y yo en ese momento y la atacó. Prendió fuego a la casa y a todo lo que la rodeaba. Todo ser humano que se acercó a intentar apagar el incendio fue reducido a cenizas y, poco después, el número de casas ardiendo se había incrementado considerablemente.

Reima y su equipo llegó y, tras luchar contra mi padre, consiguieron reducirlo, pero para entonces un gran desastre se había producido.

Pese a que consiguieron que aquello se adjudicara a un mero accidente doméstico que se había ido de las manos, la tensión entre humanos y demonios volvió a aumentar dando lugar a que todo volviese a ser como antes o que incluso la situación empeorase. Por no hablar de aquellas personas que podrían haber visto lo ocurrido y a las que no se les había podido sustituir la memoria.

Mi padre fue encarcelado por lo ocurrido. En ese momento el prometía una y otra vez que algún día saldría de allí y se vengaría de los humanos.

Por otro lado, mi madre consiguió sobrevivir milagrosamente al fuego. La teoría más acertada es que, de alguna forma, yo la protegí. Ella quedó en un estado de coma que, después de diez años todavía mantiene.

-¿Tú padre sabe que todavía sigue viva?

Akira negó.

-Se procuró que no supiese nada sobre ello. De lo contrario...

-...

Todo quedó en silencio en ese momento.

-Durante un tiempo, los demonios cuidaron de mí hasta que aprendí a mantener mis habilidades a raya. Más tarde fui adoptado por una pareja humana que se encargó de criarme como tal y sería al mismo tiempo cuando conocí a Reima quien me explicó la relación con mi padre así como lo que sabía sobre su pasado.

A partir de ahí ya no hay mucho que contar. Decidí unirme al equipo de Reima y comencé a hacerles visitas a mi padre y a mi madre. Al primero en un principio para saber su estado, después empecé a contarle cosas sobre mi vida diaria con la esperanza de que pudiese volver a ser quien era...pero fue inútil...hasta la fecha nunca ha cesado de su venganza...

-Vaya...yo...no sabía nada...bueno, hasta hace poco ni siquiera sabía que fueses un medio demonio que ayudaba a “Darkblade”.

-Hay caras que preferimos no mostrar a los demás.

-Te entiendo...

-Sé que algún día conseguiré que entre en razón. No pienso rendirme tan fácilmente pero, tal y como está ahora, lo primero que debemos evitar es que ande suelto.

-...

-Bueno, en cualquier caso me encargaré de avisar para que se limpien el estropicio que hemos causado –dijo Asari-. Nos vemos.

Acto seguido desapareció de nuevo entre las llamas.

-Derain...

-Sí, sí, yo continuaré haciendo mi papel como sustituto. Sería muy sospechoso que dos profesores comenzasen a faltar a su trabajo.

Akira asintió.

-Yo también quiero ayudar –declaró Eri.

-Imposible. Ya has visto lo que casi te pasa. Actualmente no tienes la suficiente habilidad como para meterte en combates. Ni siquiera puedes canalizar tu propio poder.

-Pero...

-No. No quiero que te pongas en peligro y mucho menos por esto. Cuando estés capacitada entonces no habrá problemas pero tendrás que seguir entrenando hasta entonces.

-...

-Yo también me marcho. Me dirigiré a “Cerberos” para ver si ya tienen algún dato sobre lo ocurrido.

-De acuerdo –respondió Derain-. Yo me encargaré de acompañar a la chica.

Tras esto Akira también se marchó.

-Nos hemos quedado tú y yo solos.

-¿Realmente esto está bien?

-¿Huh?

-Que Akira-kun tenga que luchar contra su propio padre...

-Para evitar males mayores a veces se necesitan males menores. Ocurre lo mismo con los demás humanos y demonios que hemos encarcelado. Realmente no podemos juzgar que esté o no equivocados pero es necesario hacer esto para evitar desastres peores.

-¿Crees que algún día demonios y humanos llegarán a comprenderse realmente?

-¿Quién sabe? Ten una cosa clara. Si ese día llega, dejaré los puros –Derain rió sonoramente.

 

Cuando Akira llegó a “Cerberos” los investigadores ya habían acabado con la búsqueda. La mayor parte de ellos se encontraban reunidos discutiendo dando lugar a un gran alboroto.

-¿Qué ha pasado aquí? ¿Habéis encontrado algo?

Ante la aparición del chico los investigadores se callaron y se miraron los unos a los otros.

-Dejadme hablar con él. Podéis iros.

Un hombre adulto, en apariencia de unos cuarenta y pocos, aunque tratándose de un demonio podía tener cientos de años más, se acercó al joven.

-Blake.

-Ven conmigo.

El medio demonio acompañó al investigador. Éste tenía el pelo rapado de manera que sus cuernos podían observarse plenamente y una barba larga y densa de color castaño.

Finalmente llegaron frente a la celda de Ryouta. Las cadenas habían desaparecido, probablemente se las habían llevado para recoger más información.

-Dime una cosa, ¿sabes si además de ti había alguien más que visitara a tu padre?

-Además de mí el único que le ha visitado ha sido Reima. ¿Por qué lo preguntas?

-¿Estás seguro de eso?

-Completamente. Como sabes, suele hacerse un registro de visitas a los que se encuentran encarcelados a fin de evitar que alguien intente liberar a los presos. En el caso de mi padre sólo figuramos Reima y yo.

-Entonces no sé cómo pero parece ser que alguien consiguió burlar la seguridad y llegó hasta tu padre.

-Pero eso es imposible. Había varios guardias vigilando por no hablar de que yo mismo me encontraba allí. No vimos que nadie se acercara a la celda en la que él se encontraba.

-Pues me temo que así es. Alguien debió de romper las cadenas.

-¿Cómo puedes estar tan seguro de eso? Si nadie vio a nadie, ¿cómo puedes estar tan seguro de que fue otro el que rompió las cadenas?

-Hemos encontrado restos de Retten en la zona en la que las cadenas se habían roto, Akira.

-¿Qué? No puede ser...

-Me temo que no hay ninguna duda. Tu padre fue ayudado a escapar por alguien que consiguió llegar hasta la celda sin que fuese visto, y, lo más extraño de todo...es que ese alguien era un humano...

8: Capítulo 8 - Sospecha y traición
Capítulo 8 - Sospecha y traición

Sentada en clase, Eri observaba a Reima/Derain explicando la lección que tocaba pese a que no le prestaba mucha atención. Su mente estaba distraída por la historia contada el día anterior por Akira.

-Eri...Eriiiii...Eriiiiiiiiii... –después de intentar llamar su atención en tres ocasiones, Luka optó por lanzarle una goma de borrar a su amiga.

-¡Ay! ¡L-Luka!

-¿Estás bien, Eri? Pareces un poco baja de moral. ¡No me digas que Akira-kun te ha hecho algo!

-¡¿Por qué demonios iba a hacerme algo?!

-No sé...te veo a ti de esa forma y él no viene a clase. ¡Suena a que te acosó sexualmente y entonces vino la policía y...! ¡Ay!

Una mano golpeó la nuca de la chica.

-Deja de inventar sandeces, harás que la gente piense mal sobre los demás.

-No tenías que golpearme tan fuerte, Shiina... –se quejó su amiga acariciándose la zona afectada.

-En cualquier caso, Eri, si tienes algún problema no dudes en contar con nosotras. O por lo menos conmigo...

-¡Shiina, no seas cruel!

-Gracias, chicas.

Para su desgracia, la demonio no podía contar nada de lo que estaba ocurriendo. No era sólo que prefiriera mantenerlas al margen de todo aquello sino que tampoco era algo que pudiese decirse si que se diesen lugar a consecuencias.

 

Durante el descanso las tres amigas se reunieron, juntando sus respectivos escritorios.

-También es bastante raro que no haya venido Asari-sensei.

-Ni ella ni Akira-kun.

-¿Creéis que esos dos están en algún tipo de relación o...? ¡Ay!

-¡Qué no digas eso!

-Shiina...si sigues pegándome así me vas a arrancar la cabeza...

-La tienes demasiado dura como para que algo así suceda.

-E-en cualquier caso, seguramente no sea nada importante. Quizás sólo tengan que atender unos asuntos. Hioni-sensei, por ejemplo, sí que ha venido.

-¿Huh? ¿Qué tiene que ver él con todo esto?

-¿Eh? E-esto...nada...

-¿Seguro que te encuentras bien, Eri?

-S-sí, n-no hay ningún problema.

-Chicas...

Irrumpiendo en la conversación apareció Kaoru.

-¿Sabéis algo de Akira?

Las tres amigas negaron con la cabeza.

-Hace dos días que no aparece y cuando le llamé al móvil no me contestó.

-Qué extraño... –comentó Luka llevándose una mano a la barbilla- Esto cada vez se vuelve más sospechoso. Oíd, ¿qué os parece si vamos directamente a casa de Akira-kun? Seguro que sus padres saben algo.

-¡Pffff!

Eri escupió parte de su bebida sin querer, tosiendo poco después.

-¡N-no...!

Sus tres compañeros la miraron como si estuviera loca.

-¡N-no creo que sea buena idea!

-¿Por qué? –preguntó Shiina dándole un pañuelo a su amiga.

-Gracias...bueno...podríamos molestarlos...y más si él está enfermo...

-Pero al fin y al cabo le tendremos que dar los apuntes y deberes que nos han mandado, ¿no? Estoy seguro de que ni a él ni a sus padres les molestaremos si vamos con ese propósito –señaló Luka.

-Em...esto... –Eri no sabía como contrariar sus palabras.

-Por una vez estoy de acuerdo con Luka. Vayamos después de clases pues.

-¿Después de clases? No creo que pueda...he quedado con Hioni-sensei para preguntarle algo acerca de la asignatura y... –intentó objetar Eri.

-No te preocupes. Le pediremos a sensei que también venga con nosotros.

-Estoy segura de que estará demasiado ocupado como para poder venir con nosotros...

 

-Claro. Iré con vosotros –contestó Reima/Derain.

-Entonces decidido. Después de clases nos reuniremos en la entrada para dirigirnos a casa de Akira-kun –sentenció Shiina.

Por su parte, Eri se acercó al imp para poder hablarle sin que la escuchasen sus compañeros.

-¿Se puede saber por qué has aceptado?

-¿Por qué? ¿No debería?

-Si van a casa de Akira y hacen que sus padres se den cuenta de que no está, las cosas se pondrán muy difíciles.

-Ah...es por eso...no creo que tengas de qué preocuparte. ¿De verdad piensas que Akira haría algo sin cubrirse las espaldas?

-¿A qué te refieres?

-Ya lo verás. En cualquier caso ahora tengo excusa para largarme antes de aquí.

-No eres muy trabajador tú, ¿verdad? –comentó la demonio dando un resoplido.

 

Sin muchos contratiempos salvo los de convencer a Derain de que no fumara mientras fuese con alumnos, finalmente llegaron a la casa de su compañero. Shiina fue la encargada de llamar al timbre y contestar a la madre de Akira.

-Mi nombre es Ibuka Shiina. Soy compañera de Akira-kun y delegada de la clase. Unos compañeros y yo hemos venido para darle los apuntes y deberes de estos últimos días a Akira-kun. Nos gustaría saber también si se encuentra bien.

Eri esperaba una respuesta de sorpresa por parte de la mujer, sin embargo fue ella quien se sorprendió en su lugar.

-Claro, pasad, pasad.

La demonio miró a Reima/Derain quien, despreocupadamente, parecía distraerse con el jardín de la casa de los Haga...

-Un momento...el apellido del padre de Akira-kun también era Haga. ¿Significa que los padres adoptivos también son parientes?

-Parientes lejanos pero sí, lo son.

-¿Eso quiere decir que también son demonios?

-No, son humanos aunque no desconocen la existencia de los demonios.

-¿Cómo es eso posible?

-Los mestizajes han existido desde épocas lejanas. La posibilidad de que las raíces de una misma familia se dividan en una rama de demonios y otra de humanos no es algo imposible. Aunque puede resultar poco conveniente ya que ambas ramas pueden acabar odiándose debido a las diferencias entre especies.

-Ya veo.

-En cualquier caso no tienes de qué preocuparte. Esa mujer conoce bien a Akira, así que no dirán nada que suene extraño –explicó Reima/Derain.

 

Los invitados entraron en la casa donde los recibió una mujer de cuarenta y pocos, pelo negro y rasgos amables.

-Lamento deciros que mi hijo no se encuentra en este momento en casa. Estos días ha tenido que ocuparse de algunos recados por parte de mi marido relacionados con su trabajo. Últimamente ha estado muy ocupado y Akira le echa una mano para que pueda cumplir con todos los encargos. Siento las molestias causadas –dijo la madre de Akira dirigiéndose a Reima/Derain.

-No importa pero asegúrese de que se incorpora a las clases lo más rápido posible.

“Seguro que tú y Asari-sensei también habéis metido algo de mano en esto”, pensó Eri mientras posaba los ojos sobre su falso profesor.

-Entiendo. Entonces dejaremos aquí las cosas y nos marcharemos.

-¿No queréis tomar algo? Ya que os habéis molestado en venir hasta aquí.

-No, muchas gracias. Tenemos que irnos.

-De acuerdo, como queráis.

Cuando se disponían a marcharse, la madre de Akira le hizo una señal a Eri para que se quedase. Ésta se mostró algo extrañada pero hizo caso a la petición de manera que ambas se quedaron a solas.

-Tú debes de ser Eri-chan.

Ella asintió.

-Pese a que vosotras habéis sido amigas de mi hijo durante bastante tiempo me cuesta reconoceros –la mujer rió-. Habéis crecido mucho desde la última vez que os vi.

Si bien cierto era que ellas tres conocían al chico desde hacía tiempo, no había ocurrido lo mismo con sus familiares, a los cuales había visto en contadas ocasiones. Aunque tampoco es que Akira hablase mucho sobre ellos.

-Gracias por cuidar de mi hijo durante todo este tiempo.

-Bueno...en realidad debería decir que me ha cuidado más él a mí –comentó la chica recordando el incidente con Ryouta.

-Lo sé. Ese chico es demasiado amable. No dejes que haga ninguna tontería...

-Claro...

Por mucho que no fuese su madre biológica se notaba que estaba preocupada por él. La chica se sentía un poco mal de no estar todavía capacitada para ayudar a su hijo.

 

-¿Qué es lo que te ha dicho? –preguntó Luka una vez les hubo alcanzado.

-Nada importante...

-Bueno, ahora que ya sabemos donde se encuentra no tenemos motivos para seguir investigando...

-Mm...no sé...a mí me sigue pareciendo un poco raro...

Todos giraron la cabeza hacia Kaoru.

-¿A qué te refieres?

-No sé, puede que sólo sea una suposición pero tengo la sensación de que nos ha engañado.

-N-no digas tonterías. ¿Por qué su madre iba a hacer algo así?

-No lo sé...por eso digo que es una suposición...

-Dudo mucho que mintiera, y mucho menos sobre algo así. Dicho esto me voy, tengo cosas que hacer –dijo Shiina.

-Yo también me retiro –corroboró Luka- ¿Huh? ¿Y Hioni-sensei?

Cuando quisieron darse cuenta, el profesor ya había desaparecido.

-Parece que se ha esfumado en cuanto ha tenido oportunidad... –murmuró Eri- Será mejor que nosotros nos vayamos también, Fujita-kun.

-¿Eh? Ah, claro.

El chico parecía distraído. Probablemente pensando todavía en lo que acababa de decir. ¿Se habría imaginado algo sobre lo de Akira?

-Bah, tonterías... –se dijo a sí misma.

 

En un lugar apartado de la ciudad, Haga Ryouta estaba esperando a alguien. Para pasar más desapercibido había decidido adoptar una forma humanoide pese a que sus cuernos todavía eran visibles.

Al cabo de un tiempo apareció ante él un hombre. La oscuridad impedía verle bien pero sabía de quien se trataba: la persona que le había ayudado a salir de aquella prisión.

-Te veo bien, Ryouta.

-Cállate.

-Vaya, no eres un tipo muy amigable. Y eso que te ayudé a salir de “Cerberos”.

-Te estoy agradecido por ello pero eso no significa que confíe en ti, humano.

-Tu rencor hacia los humanos es temible...pero eso me gusta de ti.

-¿A qué te refieres?

-Verás pese a ser lo que soy estoy bastante harto de la sociedad humana. Ya sabes, siempre rechazando aquello que desconocen e iniciando guerras contra ello sin ni siquiera pararse a pensar en si realmente es bueno o malo. Los humanos son tan primitivos que dan pena.

-... –Ryouta se quedó en silencio mientras aquel hombre despotricaba contra su propia especie.

-Así que cuando me enteré de que tú también odiabas a los humanos pensé “¿por qué no pedirle ayuda? Quizás junto a él pueda darles a los humanos por fin una lección”. Como ves tenemos el mismo objetivo.

-Entiendo... ¿qué propones pues?

-Verás, existe una manera para obtener un poder el cual te permita destruir a los humanos sin que nadie pueda detenerte.

-No necesito coger poder de ninguna parte.

-¿Ni siquiera para enfrentarte a “Darkblade”?

-...

-Incluso con tu fuerza te sería imposible ganarle.

-... ¿cómo consigo ese poder?

-Necesitas absorber el Setten de los demonios que hay en esta ciudad.

-¿Absorber el Setten de los demonios?

-Exactamente. Matarlos y quedarte con su energía vital.

-Jamás haría algo así.

-Vaya, pues es una pena. Supongo que entonces tu venganza quedará reducida a sólo un estúpido deseo. En fin, iré a hacer tratos con otro demonio que sea capaz de matar a los humanos.

-¡Espera! ¡¿Acaso no me consideras capaz de cumplir mi venganza?!

-Bueno...no pareces muy dispuesto a ello por lo que veo...

-Bien. Dime qué tengo que hacer para absorber el Setten del resto de demonios.

-No te preocupes. De eso me encargo yo. Tú limítate a eliminarlos a fin de que el Setten pueda ser extraído.

-...de acuerdo...

-Así pues hemos cerrado el trato –juntando sus manos complacido, el hombre se dio la vuelta y se dispuso a marcharse.

-Una cosa más...

-¿Sí?

-Todavía no me has dicho tu nombre.

-Oh, cierto, que modales los míos por no haberme presentado –tras decir esto agacho la cabeza en señal de saludo-. Encantado de conocerte, Haga Ryouta. Puedes llamarme Judas...

 

Kaoru caminaba en soledad hacia su hogar.

-Te agradecería que dejaras de seguirme –dijo el chico deteniéndose en mitad de a calle.

-Me preguntaba cuánto tardarías en descubrir que te estaba siguiendo. La verdad es que no está mal para alguien tan joven.

Apareciendo detrás de él, un imp encendió un puro y se lo llevó a la boca.

-Derain “Dreambuster”...

-Ja. Hacía tiempo que nadie me llamaba por ese apodo. Ni siquiera “Darkblade”.

-¿Qué es lo que quieres de mí?

-Puesto que nos centramos en la búsqueda de demonios parece ser que no nos percatamos de tu presencia. Sólo me preguntaba qué busca alguien como tú en un lugar como éste.

-¿Sólo eso? Vaya pregunta más estúpida. Vivo aquí luego voy al instituto como cualquier adolescente normal y corriente...

-Pero no eres un adolescente corriente, ¿me equivoco?

-...

-Estoy seguro de que ese no es el único motivo...

Kaoru sonrió.

-Lo único que puedo decir es que tengas cuidado. No sé lo que es pero algo está empezando a cocerse, y es algo que escapa a todo control, incluido el del mismísimo “Darkblade”.

-¿Algo que ni siquiera “Darkblade” puede controlar?

-Así es. Defended a los demonios de este mundo, de lo contrario su extinción no tardará en llegar...

Dicho esto el chico continuó su camino, dejando al imp con los brazos cruzados y apoyado sobre una de las paredes que limitaban las calles. Su expresión se encontraba entre la confusión y la preocupación.

-Temo que las cosas se estén moviendo en nuestra contra. Será mejor que te des prisa, Reima...

 

-Buff...no hay nada como una ducha después de un largo día –dijo Shiina mientras se vestía e iba directamente a su habitación.

Fue en ese momento cuando la voz de una mujer la llamó.

-¡Shiina!

-¡Sí, mamá!

-¡Me tengo que ir a hacer un recado! ¡Cuida de la casa mientras tanto!

-¡Vale!

Se escuchó el ruido de la puerta cerrándose.

-Desde luego...seguro que se le ha olvidado algo y ha tenido que ir a comprarlo a última hora. Esta mujer no va a cambiar nunca...

No pasó mucho tiempo cuando el timbre de la casa sonó. Shiina se encontraba leyendo en ese momento por lo que se dispuso a recorrer el espacio que separaba su habitación del recibidor para abrir la puerta.

-¿Quién es?

Al abrirla una niña pequeña hizo acto de presencia frente a la chica.

-¿Mai-chan?

-¡Onee-chan!

La pequeña se lanzó a abrazarla, aunque debido a su pequeña estatura sus brazos sólo rodearon las piernas de la joven.

-¿Qué haces aquí?

Separándola de sí misma poco a poco, Shiina intentaba entender por qué aquella niña estaba allí en ese momento. La pequeña era una niña que vivía en su barrio. Sus padres y los de la pequeña tenían buena relación y más de una vez la chica había tenido que ocuparse de su cuidado mientras ellos estaban fuera.

Mai tenía un cabello muy largo y rubio. Según recordaba Shiina, debía de tener unos cinco o seis años y solía mostrarse como una niña muy cariñosa y simpática.

-Me he escapado de casa.

-¡¿Qu-qué diablos estás diciendo?!

El teléfono comenzó a sonar.

-Espera un momento, Mai-chan.

La niña asintió. Por su parte la chica se dirigió hacia el aparato y lo descolgó.

-¿Diga?

-¿Shiina-chan?

-¡N-Nomura-san! ¡Esto...Mai-chan...!

-Lo sé. Está allí, ¿verdad?

-Sí...

-Esa niña...

-¿Qué ha pasado?

-¡Hemos tenido una discusión y antes de que pudiese darme cuenta ha salido corriendo fuera de casa! ¡La he estado buscando por todas partes! ¡Menos mal que está allí!

Shiina resopló.

-¡Ahora mismo iré para allá y le daré una buen sermón!

-Quizás será mejor que espere. De lo contrario puede que vuelva a salir corriendo. ¿Qué le parece si esta noche se queda en mi casa y mañana la llevo yo misma para allá?

-¡Pero...eso sería...!

-No se preocupe. No me molesta. Ahora mismo estará enfadada pero estoy seguro de que mañana estará tan arrepentida que le pedirá disculpas por haberse escapado.

-...

Se hizo el silencio durante unos momentos al otro lado del teléfono.

-Bien...de acuerdo...cuídala bien entonces...y que no se acueste muy tarde...

-Tranquila. Ya sabe lo acostumbrada que estoy a cuidar de ella.

-Gracias.

-No hay de qué. Hasta mañana.

Colgando el teléfono, Shiina se acercó a Mai.

-Bueno, por esta noche te quedarás a dormir aquí pero mañana por la mañana tú y yo tendremos que mantener una buena charla, ¿vale?

Sin comprender del todo la situación, la niña asintió y acompañó de la mano a la joven.

 

Mientras tanto, un hombre que presentaba un par de cuernos en la cabeza se situó frente a la casa.

-Empezaré a reunir el Setten...

9: Capítulo 9 - Tormenta de odio
Capítulo 9 - Tormenta de odio

-Muy bien, ya he terminado de enjabonarte –declaró Shiina echando un barreño de agua encima de Mai, quien cerró los ojos instintivamente al sentir el contacto del líquido.

Tras esto, la niña se metió en la bañera.

-¿Qué tal está el agua?

-Caliente...pero bien...

-Me alegro...por cierto, ¿has cenado ya?

-Sí, antes de venir aquí.

-Y, ¿por qué te has pelado con tu madre?

-... –la niña mostró una expresión de molestia al escuchar la pregunta.

-¿No quieres decírmelo?

-Sí que quiero...

-¿Entonces?

-...hice daño a otro niño...

-Pero eso no está bien, Mai-chan.

-Fue sin querer...

-¿Qué ocurrió exactamente?

-Yo estaba jugando en el parque cuando él se acercó y dijo que estaba en su sitio. ¡Eso no es verdad! ¡No es su sitio! ¡Puede estar quien quiera!

-¿Y qué pasó después?

-Yo no quería irme. Entonces él me empujó y me tiró al suelo. Entonces yo me enfadé y lo empujé también y salió fuego de mis manos.

-¿Fuego? ¿Cómo que fuego?

-Sí, salió fuego de mis manos y él se asustó. Su camiseta se había puesto negra y lloraba porque decía que le dolía el pecho. Entonces mamá y la madre del niño vinieron y nos separaron. Mamá no hacía más que disculparse, y luego nos fuimos.

La chica no terminaba de comprender lo que le estaba contando. ¿A qué diablos podría referirse con que de sus manos había salido fuego? Desde luego, aquella niña era muy imaginativa.

-Entonces mamá se cabreó porque empujaste al niño.

-Al principio mamá no dijo nada. Después me dijo que no volviese a hacer algo así. Yo le dije que no había sido culpa mía, que él me había empujado. Pero mamá dijo que daba igual, que no volviese a hacer algo así o se enfadaría mucho. Así que me fui de casa. Estaba furiosa.

Shiina resopló.

-Ya veo...

Si en ese momento intentaba hablar con ella probablemente no llegaría a ninguna parte. Mañana mantendría una conversación con ella y le diría que su madre tenía razón y que no era bueno pelearse con los demás niños...

 

“Parece que mamá todavía no ha vuelto. Me pregunto qué es lo que habrá pasado.”

Ya en la habitación, las dos se estaban preparando para irse a la cama.

“Quizás debería llamarla...”

-Espera aquí, Mai-chan.

-¿Qué ocurre, Onee-chan?

-Tengo que hacer una llamada. No tardo nada.

La pequeña asintió.

-Cuando vuelva te quiero ya en la cama, ¿de acuerdo? Que ya es hora de dormir.

-Sí.

Dicho esto, la chica se dirigió al salón, donde cogió su teléfono móvil y se dispuso a llamar. Fue en ese momento cuando el timbre sonó.

-Debe de ser ella –se dijo a sí misma mientras negaba con la cabeza-. Desde luego, esta mujer es un caso.

Acto seguido se encaminó hacia la puerta.

-Mamá, deberías tener más cuidado la próxima... –al abrir se dio cuenta de que quien la esperaba al otro lado de la entrada no era su madre. En su lugar había un hombre con dos cuernos en la cabeza y una expresión entre seria y enfadada en su rostro- ¿Qu-quien eres tú?

-Vengo a buscar algo que me pertenece...

 

Acostada sobre su cama, Eri observaba su mano elevada hacia el techo. Acto seguido cerró los ojos y volvió a recordar el momento en el que corría asustada siendo perseguida por aquel “Dying Walker”. Se centró en aquella desesperación y tensión, en cómo fue acorralada esperando morir en sus manos. Y cómo en ese momento Reima apareció interponiéndose entre su perseguidor y ella, asesinándolo y salvándola.

-¡Haaah! –concentrándose lo mejor que pudo intentó crear una llama a partir de sus manos, aunque sólo fuese una chispa pero seguía sin obtener nada.

-Ah...ah... –jadeando por el esfuerzo no pudo más que sentirse frustrada por ello.

“¿Cómo puedo pretender ayudar y proteger a los demás si ni siquiera puedo hacer esto?”, pensó situando el antebrazo sobre su frente.

De repente su móvil comenzó a sonar. Era una llamada.

-¿Quién puede ser a estas horas? –se preguntó a sí misma mientras se levantaba para alcanzar el aparato.

Al mirar el número vio que se trataba de Shiina, lo cual le resultó todavía más extraño si cabe. Esa chica era más del tipo de persona que tenías que llamarla tú a ella en lugar de al contrario, por no decir que era lo suficientemente considerada como para no llamar a esas horas de la noche.

-¿Shiina?

En principio no escuchó nada al otro lado. Sin embargo poco a poco se empezaron a oír interferencias como si alguien estuviese corriendo o moviéndose a gran velocidad.

-¡Sh-Shiina! –exclamó Eri esperando que de alguna manera contestase al móvil, no obstante, en su lugar escuchó un fuerte grito. Fue entonces cuando se colgó.

La joven observó el aparato como si fuese algo de otro mundo. Tras esto, empezó a correr hacia el recibidor de su casa, abrió la puerta y se dirigió a la mayor velocidad que le permitieron sus piernas a la casa de su amiga.

 

Asustada ante las palabras del hombre, Shiina cerró la puerta, rompiéndose instantes después  y lanzando a la chica un par de metros hacia atrás.

-¡No intentes esconderla, humana!

Levantándose lo más rápido que pudo fue a su habitación, donde la esperaba Mai.

-¿Ocurre algo, Onee-chan?

-¡Tenemos que irnos, Mai-chan!

-¡¿P-por qué?! ¡¿He hecho algo malo?!

Parte de las paredes de la habitación fueron destruidas junto con la puerta provocando que Mai gritase asustada. Acto seguido el hombre apareció, atravesando la polvareda causada por el destrozo.

Por otro lado, Shiina cogió a la niña en brazos, ignorando el móvil que hasta entonces había tenido en las manos y que en esos instantes caía al suelo, perdiéndose debajo de uno de los muebles. Debía buscar una salida alternativa de aquella habitación, y la única que se le ocurrió, visto el poco tiempo del que disponía, fue la ventana, así que, lanzándose con todas sus fuerzas y protegiendo a la niña en el proceso, rompió el cristal, cayendo hasta tomar contacto con el suelo del jardín que rodeaba la casa.

 

Pese a que había caído en suelo blando y la altura no era demasiada, la joven no pudo evitar quejarse por el dolor causado tanto por los trozos de vidrio que se hallaban clavados en algunas partes de su cuerpo como por haber aterrizado sobre su propio codo. Pese a ello, Shiina hizo acopio de toda su fuerza de voluntad para levantarse y, llevando a la niña con su brazo sano, encaminarse hacia la salida. No obstante, de nada sirvieron sus esfuerzos ya que delante de su camino se encontraba aquel hombre para cortarle el paso.

-¡Gah! –se quejó la chica, impotente.

-¡Onee-chan!

-Creo que ya nos hemos divertido bastante así que me encargaré de ti y absorberé el Setten de esa niña.

-¿Se-tten? No entiendo nada de...lo que estás...hablando...

-Nadie dijo que tuvieses que hacerlo.

Disponiéndose a acabar con la vida de la chica, levantó la mano, a partir de la cual comenzó a salir una llama de considerable tamaño.

-¡Padre!

Girándose, se dio de bruces contra la figura de un chico alto y fuerte.

-Akira...

-¿Ahora ya no distingues entre demonios y humanos?

-¡Cállate! ¡Ahora mismo no me interesa pelear contra ti!

-¡Pues me temo que te vas a tener que conformar!

Tomando su forma demoníaca, Akira se lanzó contra su padre, quien hizo lo mismo a fin de detener su avance.

-¡Maldita sea! ¡¿Cuándo me vas a dejar en paz?!

-¡Una vez que entres en razón o vuelvas a “Cerberos”!

Agarrándolo por los brazos, Ryouta lanzó a su hijo hacia el suelo de una de las calles, produciendo un gran ruido con el choque provocado por el gran cuerpo de éste.

Por su parte, Shiina aprovechó la ocasión para huir junto con Mai. No comprendía qué es lo que estaba pasando ni por qué, pero no iba a quedarse para averiguarlo.

 

Ryouta intentó moverse hasta su objetivo no obstante su hijo sujetó fuertemente sus hombros por la espalda, inmovilizándolo.

-¡Aaaagh!

El demonio intentó forcejar contra el agarre de su hijo.

-¡No puedes vencerme! –tras esta declaración una corriente eléctrica se formó entre los cuernos del padre, y, al poco tiempo, esa corriente recorrió todo su cuerpo, impactando contra Akira, quien salió despedido hacia atrás.

Dándose cuenta de que su presa pretendía huir y de que su hijo no lo dejaría en paz tan fácilmente, el demonio se dirigió hacia Shiina y la niña, quienes, por desgracia, no habían recorrido demasiado terreno por culpa del estado de la primera. Así pues, el demonio las cogió a ambas y saltó fuertemente, escapando de allí.

 

No mucho tiempo después Eri llegó a la escena en la que se habían desarrollado los hechos. Lo primero que vio fue las paredes destrozadas de lo que debía de ser la habitación de su amiga así como las pisadas y grietas que había provocado la pequeña pelea entre Akira y Ryouta.

Confusa y alterada se dio cuenta de la presencia de un ser de gran tamaño junto a la estructura, el cual no tardó en reconocer como su amigo.

-¡Akira-kun! –corriendo hasta encontrarse con el medio demonio, Eri se situó frente a él- ¡Akira-kun! ¡¿Qué ha pasado?! ¡¿Dónde está Shiina?!

-Mi padre... –murmuró el chico-...se las ha llevado...

Abriendo los ojos como platos, la joven se dejó caer sobre el suelo.

-No...no...

Apretando los dientes, golpeó con ambos puños el suelo.

-¡No, no! –gritó fuertemente llamando aún más la atención de aquellos vecinos cuya curiosidad les llevaba a ver a qué se debía tanto ruido.

Dándose cuenta de que si seguían allí la cosa no haría más que ponerse peor, Akira cogió a la demonio e hizo lo mismo que su padre, huyendo de la escena del crimen.

 

-Todavía no las ha matado, así que aún podemos encontrarlas.

-¿Encontrarlas? –preguntó Eri un poco más serena.

-Sí, además de Shiina mi padre también se ha llevado a una niña demonio.

-Creía que tu padre sólo atacaba a los humanos.

-Y así lo creía yo también...

-En cualquier caso, ¿sabes dónde pueden estar?

-No podría asegurarlo pero el rastro de mi padre es reciente por lo que quizás pueda seguirlo. Pese a ello...

-¿Pese a ello?

-Es demasiado fuerte para mí...no sé si seré capaz de vencerle...

-Ahora mismo eso no importa, Akira-kun. Lo importante ahora es ponerlas a salvo. Avisaremos a Asari-sensei y a Derain para que nos echen una mano.

-Me temo que ellos no podrán ayudarnos. Asari-sensei está investigando sobre lo que ocurrió en “Cerberos”.

-¿Eh?

-Parece que alguien ayudó a mi padre a escapar de prisión. Pero lo peor de todo es que ese alguien es un humano.

-¡¿Qué?!

-Asari-sensei está intentando seguir las pistas para encontrar al responsable.

-Ya veo. ¿Qué hay de Derain?

-Ni idea. No contesta a mis avisos...

-Entonces esta vez estamos solos contra él.

-Así es...

 

Nada más tomar tierra, Ryouta lanzó a las chicas al suelo.

-¡Gah! –gritó Shiina quien usó su cuerpo para proteger a Mai.

-¡Onee-chan! –exclamó la pequeña con lágrimas en los ojos.

-Acabemos con esto de una vez –declaró el demonio disponiéndose a aplastarlas con su poderoso brazo.

-¡No hagas daño a Onee-chan!

La niña situó las palmas de ambas manos apuntando al demonio. De éstas surgió una espiral de fuego que fue haciéndose cada vez más y más grande hasta rodearlo. Sin embargo Ryouta no tardó en deshacerla como si estuviese espantando a una mosca.

-Mai-chan...- Shiina no podía creer lo que veían sus ojos. Entonces todo lo que le había contado la niña...

-Hablas de ella como si fuese alguien a quien debes proteger. Algún día ella te abandonará e irá contra ti, pequeña.

-¡No! ¡Onee-chan nunca haría algo así!

-¿Acaso no lo ves, niña? ¿Crees que después de haber visto lo que eres en realidad esa chica podrá mirarte de la misma forma?

Con ojos llorosos, Mai observó a Shiina quien le devolvía una mirada asustada y confusa.

-¿Onee-chan...?

La joven no entendía nada e, instintivamente, sentía la necesidad de huir del lado de la pequeña.

“¿Qué es ella? ¿Acaso no estuvo a punto de incinerar a un niño? Debo dejarla e irme, debo dejarla e irme, debo dejarla e irme...”, le decía su mente una y otra vez.

-Onee-chan...

Fue entonces cuando reaccionó. Es posible que aquella niña fuese diferente a un ser humano pero no dejaba de necesitar padres que la cuidasen, no dejaba de querer jugar todos los días con sus amigos o de querer ir a clase como cualquier otro ser humano. Para ella sólo era una niña...

-¡No! –al tiempo que esto salió de su boca, Shiina abrazó fuertemente a la pequeña- ¡No pienso ser como tu dices! ¡Nunca la dejaré de lado, no importa lo que sea o el poder que tenga!

-Ja. Me pregunto si serás capaz de mantener esas palabras para siempre.

-Hasta que muera...

-Eso tiene fácil solución...

-¡AAAAAAH!

Llegando desde el cielo, Akira golpeó fuertemente a su padre, consiguiendo alejarlo de allí mientras ambos rodaban por el suelo. Una chica se acercó hasta donde se encontraban ambas.

-¡Eri! ¡¿Qué haces aquí?!

-¡¿A ti qué te parece?! ¡He venido a sacaros de este sitio!

-Pero, ¿cómo es que?

Eri apartó su cabello de las sienes mostrando los dos cuernos que sobresalían de éstas.

-Tú...también...

-Siento no haberte dicho nada de esto antes pero...no podía hacerlo...

Su amiga se mantuvo en silencio.

-Por favor, confía en mí, os llevaré a un lugar seguro.

Shiina dirigió su mirada hacia Mai y luego asintió.

 

Tanto Ryouta como Akira se levantaron del suelo y se encararon el uno al otro.

-¡Siempre interfiriendo!

-¡Ya te lo he dicho cientos de veces! ¡No voy a rendirme hasta que entres en razón! Me cueste lo que me cueste.

Con determinación en sus palabras, el chico se preparó para cargar otra vez contra su padre. Éste por su parte profirió un largo suspiro.

-Entonces, en verdad no me queda más remedio que eliminarte.

Ryouta levantó la cabeza, apuntando al cielo con sus cuernos. De repente comenzaron a formarse nubes en el cielo, tapando las estrellas y la Luna. Poco después se observaba la luz procedente de relámpagos y el sonido estremecedor de los truenos.

-¿Una tormenta?

-Durante todo este tiempo has estado siguiendo bien el juego, hijo mío. Es hora de que te enfrentes a la realidad.

Un rayo de gran tamaño atravesó el aire y cayó sobre Ryouta, provocando que Akira se tapase la mirada, cegado.

Cuando la corriente eléctrica se hubo disipado el medio demonio pudo ver lo ocurrido. Su padre, rodeado de una electricidad que recorría todo su cuerpo, presentaba además un mayor tamaño en sus cuernos.

-Prepárate.

Décimas de segundo después de terminar la palabra, el demonio apareció frente a su hijo, quien, sin tiempo a reaccionar, recibió un fuerte golpe en la cara con el que salió volando por los aires dibujando una parábola mientras daba vueltas sobre sí mismo. No obstante, antes de que llegase a aterrizar, su padre ya lo esperaba allí, atacándolo de nuevo con ambos brazos y estampándolo contra el suelo, el cual sucumbió ante la fuerza de la acometida.

-¡Gah! –expulsando sangre por la boca, Akira sintió cómo sus huesos se rompían. En apenas un par de segundos y dos ataques lo había dejado para el arrastre.

-Estoy comenzando... –agarrándolo del cuello, Ryouta lo lanzó al aire. Acto seguido saltó detrás y comenzó a sacudirle una y otra vez a una velocidad que excedía cualquier capacidad normal de visión, hasta que finalmente volvió a lanzarlo contra el suelo, dando lugar a un nuevo cráter.

El cuerpo de Akira no se movía. Con gestos de dolor, intentaba que sus músculos reaccionasen pero era totalmente imposible.

Situándose a varios pasos del medio demonio, su padre lo miró con seriedad y cierta decepción.

-Con este nivel jamás podrás capturarme...

-...

-Es una pena que tenga que matarte. Y más de esta manera.

-¡Espera!

Al darse la vuelta descubrió la figura de Eri.

-¡Es tu hijo! –exclamó mientras jadeaba por el cansancio de haber corrido hasta allí- ¡¿Acaso no te importa nada?!

-Por mucho que sea mi hijo sólo pretende entrometerse en mi camino.

-¡Eso es porque eres su padre! ¡Es porque te quiere, y no quiere que caigas a un lugar del que ya no puedas volver!

-Para mí ya es demasiado tarde. Es imposible eliminar el odio que siento hacia los humanos.

-¡Sin embargo un día los amaste!

-Eso fue hace mucho tiempo.

-¡Eso no importa! ¡Si los amaste una vez puedes volver a hacerlo!

-¡Cállate! –una pequeña onda eléctrica se originó a partir de sus cuernos, no obstante sólo provocó que la chica diese un par de pasos atrás.

-¡Tienes que recordar aquello que te hizo creer en los humanos! ¡Aquello por lo que una vez luchaste junto a ellos!

-... –a Ryouta comenzaron a venirle imágenes de su mujer, del tiempo que pasó con ella y de cuando vio por primera vez a su hijo. Dirigió la vista hacia Akira, tendido en el suelo y sufriendo por el dolor que él mismo le había causado- ¿Por qué...?

-¿Eh?

-¿Por qué empezó a odiarme? ¿Por qué se alejó de mí?

-...

-¡¿Por qué me traicionó?! –elevando su voz al aire, varios rayos cayeron sobre la zona, provocando que Eri cayese al suelo y se cubriese la cabeza con los brazos.

Finalmente, la oleada terminó.

-No puedo perdonarlos...ya que lo que me hicieron a mí, es imperdonable...

Las corrientes eléctricas que surcaban las nubes se concentraron en un solo punto.

-Lo siento, Akira...

-¡No lo hagas! –gritó Eri al tiempo que un relámpago gigantesco caía sobre el medio demonio...

10: Capítulo 10 - Rompiendo barreras
Capítulo 10 - Rompiendo barreras

Demonios. Alejada del área donde se estaba desarrollando la batalla entre Akira y Ryouta, Shiina se mantenía junto a Mai, observando aquella extraña tormenta. Hacía poco que Eri se había marchado diciendo que debía ayudar a Akira.

Demonios. Después de tanto tiempo, acababa de enterarse de que su amiga era un ser que sólo conocía de los mitos y leyendas de la cristiandad, y, además de ello, uno que solía asociarse con el mal. ¿Por qué no se lo había contado? Incluso si le contaba algo así ella la habría aceptado... ¿lo habría hecho? Hace un momento, al enterarse de que la niña que la acompañaba era igual que Eri su mente tuvo dudas sobre lo que debía hacer. ¿Realmente podía asegurar que no hubiese pasado nada? Es más, ¿cómo se sentía en esos instantes?

La cabeza de Shiina seguía dando vueltas debido a la confusión...

-Aquel día también hice otra promesa...

 

“Una niña se encontraba sentada en el arenero de un parque. Con desgana, removía la arena con una pequeña pala de plástico. Pese a que no era la única en el parque, ninguno de los otros niños y niñas parecía estar interesada en acercarse a ella.

A su lado se situó una mujer. Tenía el pelo del mismo color que la pequeña, así como sus ojos.

-Eri-chan –empezó la mujer con tono amable- ¿Por qué no quieres jugar con los demás niños? Éste es un sitio genial para hacer nuevos amigos...

Eri levantó la cabeza de sus quehaceres.

-Dicen que soy muy rara y que doy miedo. Así que estoy mejor aquí sola.

-¿De verdad dicen eso?

La mujer, quien se había puesto de cuclillas para poder hablar mejor con ella, se levantó y dirigió la vista hacia los otros niños que jugaban animadamente.

-¡Eh! ¡Vosotros! ¡¿Cómo diablos os atrevéis a decir que es rara?! ¡Al próximo que diga algo malo sobre mi hija le voy a dar azotes en el culo hasta que se quede del mismo color que mi pelo! ¡¿Me oís?!

Haciendo ademán de ir a por los niños, éstos corrieron asustados junto a sus padres.

-No creo que así vayas a ayudarla mucho a que haga amigos.

Un hombre de pelo largo hasta el cuello y perilla hizo su entrada. Tenía las manos introducidas en el interior de los bolsillos de un traje, probablemente el que usaba para trabajar.

-Oh, cállate. No puedo creer que tan pequeños y ya puedan ser tan crueles.

-Tranquila, los niños no entienden el daño que pueden hacer sus palabras.

-Pues deberían –comentó ella refunfuñando.

-En fin, no hagas caso a tu madre.

-Pero tiene razón –dijo la pequeña.

-Oh, vamos, pon un poco de tu parte.

-¡Esa es mi niña! –exclamó la mujer chocando la mano de su hija quien rió en respuesta.

-Si sigues insistiendo en jugar con ellos ya verás como al final aparecerá alguien a quien no le importen esas cosas.

-¿Tu crees? –preguntó Eri tímidamente.

-Por supuesto, y tu madre opina lo mismo por mucho que no lo diga. No debes rendirte, pequeña.

Ella asintió.

Por otra parte, a cierta distancia de ellos, otra niña los observaba.

 

Al día siguiente, Eri decidió acercarse a un grupo de niños y niñas que jugaban junto a uno de los árboles del parque.

-Esto...hola... –saludó.

-¿Qué es lo que quieres, bicho raro?

-Yo sólo...quería preguntar si me dejaríais jugar con vosotros...

-No queremos con nosotros a un bicho raro como tú.

-Sí, lárgate de aquí.

Tras un largo resoplido, la niña se dispuso a marcharse de vuelta al arenero.

-Es inútil, papá... –murmuró tristemente para sí misma.

-¡Oye! ¿No crees que deberías disculparte por eso?

Al escuchar aquella voz, Eri se giró. Encarándose al grupo había una niña de su misma edad, pelo negro y ojos pardos. Su figura transmitía seguridad en sí misma, erigiéndose altiva y orgullosa, sin miedo a lo que pudiesen decirle.

-¿Qué es lo que haces Shiina?

-Sí, ¿por qué te pones de su parte?

-¿Por qué os ponéis vosotros en su contra? Y no me vengáis con tonterías como que es su color de pelo o algo parecido. Eso es una estupidez propia de un manga.

-E-es sólo que no nos cae bien...

-¿Ah sí? ¿Acaso sabéis cuando es su cumpleaños? ¿Qué comida le gusta? ¿Si tiene perro?

-No...

-Entonces, si no la conocéis, ¿cómo es posible que ya os caiga mal? ¿Habéis intentado siquiera mantener una conversación con ella?

Los niños cada vez se sentían más presionados por las palabras de ella, quien no cesaba en su lógica, propia de una persona más madura.

-¿Y bien? ¿Vais a disculparos?

-L-lo sentimos...

-¡No he oído nada!

-¡Lo sentimos!

-Eso está mejor –contestó asintiendo con la cabeza- Y la próxima vez quiero que le deis una oportunidad para unirse a vosotros, ¿queda claro?

-S-sí... –respondieron siguiendo las órdenes de la pequeña.

Tras esto, Shiina se dio la vuelta y se alejó de allí seguida de cerca por Eri.

-¿Huh? ¿Por qué me estás siguiendo?

-¡Ah! S-sólo quería darte las gracias. Me ha alegrado mucho el que me hayas defendido, aunque también estoy un poco sorprendida. No esperaba que alguien lo hiciera.

-Bueno, os escuché a tus padres y a ti ayer. Esos niños no son malos pero a veces necesitan un buen escarmiento. Por cierto, me llamo Ibuka Shiina.

-Kasaiga Eri –dijo la pequeña mientras estrechaba su mano.

-Un placer. Nos vemos –Shiina se dispuso a marcharse.

-¡Espera! Me preguntaba si...querías jugar conmigo...

-Ahora mismo me tengo que ir y no puedo quedarme...

-Ah...entiendo... –Eri bajó la cabeza apenada.

-...pero mañana vendré otra vez y entonces podremos jugar.

-¿De verdad?

-Sí. Yo me encargaré de avisar a más gente. Cuantos más seamos, mejor.

La demonio se mostró algo disconforme con las palabras de Shiina.

-No te preocupes. Ya verás como no pasará nada, yo estaré a tu lado.

-¿Me lo prometes?

-Claro. Si alguien se vuelve a meter contigo por lo que sea, yo estaré ahí para ayudarte. Es una promesa....”

 

Una gran masa de humo impedía ver a la chica lo que acababa de ocurrir. El rayo le había hecho apartar la mirada del cuerpo de su amigo, dejándola a la espera.

Cuando el humo se hubo disipado, pudo observar la enorme figura de Ryouta quien, sin girar la vista hacia el cuerpo inerte y calcinado de su hijo, caminó lentamente hacia ella.

-¿Por qué...? –preguntó Eri mientras trataba de contener las lágrimas.

-No preguntes cosas de las que ya sabes la respuesta. Y ahora, dime dónde está esa niña.

La demonio se mantuvo en silencio, impotente, por mucho que escuchaba las palabras de Ryouta era como si no consiguiesen llegar hasta su cerebro.

-Veo que insistes en serme una molestia. Bien, tú también eres una demonio al fin y al cabo, me servirás al igual que ella.

-De...ten...te...

La voz de Akira logró llegar hasta los oídos de ambos. Incrédulo, Ryouta se giró hacia su hijo.

-¡¿Cómo es que sigues vivo?!

-Yo...no...pienso...morir...sin...haberte...derrotado... –haciendo un esfuerzo enorme, el chico levantó la mitad de su cuerpo, sin embargo no tardó en perder esa fuerza, apoyándose sobre sus codos para evitar darse contra el suelo.

-La misma palabrería de siempre. ¡Mírate! ¡Ni siquiera puedes tenerte en pie!

-¡Akira-kun! –exclamó Eri, mostrándose aliviada.

-En cualquier caso, da igual, mataré a esta chica y obtendré el poder que necesito.

-No...lo...hagas... –mientras decía esto, el chico, todavía transformado, intentó avanzar hacia su padre pero esta vez se dio contra el suelo, incapaz de moverse.

Por su parte, Ryouta apuntó con uno de sus dedos índice al corazón de la joven.

-¡No! –gritó Akira en vano.

Un rayo irregular de color azul atravesó el aire impactando contra el pecho de alguien, quien resultó no ser Eri.

-¿Shii...na...?

Siendo empujada por su amiga, la demonio pronunció aquellas palabras mientras era Shiina la que recibía el ataque, siendo atravesado su pecho...

 

“-Eri...

Shiina y Luka se acercaron a la joven, sentada en un banco cercano al parque en el que solían jugar cuando eran pequeñas. Luka se sentó a su lado y la rodeó con los brazos. La expresión de ambas daba a entender que la situación no era muy alegre.

-¿Estás bien? –preguntó Shiina sentándose al otro lado.

-Se han ido, Shiina. Sólo me han dejado una nota de despedida pero no me han contado por qué ni dónde...

-Eri, seguro que si lo han hecho era por una buena razón. Tus padres te querían demasiado como para hacer algo así sin pensárselo.

-No lo sé...ahora mismo no sé nada... Me he quedado sola, Shiina.

-Eso no es verdad –dijo Luka.

-Luka tiene razón. Nosotras estamos a tu lado. Y no te vamos a abandonar nunca.

-... –Eri no dijo nada, limitándose a desviar la mirada.

-¿Recuerdas la promesa que nos hicimos?

-Sí...

-Me obligasteis a hacerla a mí también. Estabais tan serias las dos que casi entro en pánico

-No exageres, Luka.

-¡Pero es verdad!

-En todo caso, el pánico lo sufríamos nosotras. Lidiar contigo era como intentar controlar a un loco recién sacado del manicomio.

-¡¿Quién está exagerando ahora?!

De repente, Eri comenzó a reírse. Tras la sorpresa inicial, sus dos amigas la acompañaron.

-Gracias.

-Ya te lo dije una vez. Yo estaré ahí para ayudarte. No...mejor dicho...nosotras estaremos ahí para ayudarte...así que, pídenos lo que necesites...

-No. Esto es lo que necesito.”

 

El cuerpo de la joven chocó contra el suelo mientras la sangre comenzaba a salir de su pecho. La escena quedó en silencio durante unos segundos, sin que nadie, ni siquiera Ryouta, moviese un músculo.

-Shii...na...

Eri, a gatas, se acercó lentamente a su amiga. Pese a que ésta todavía seguía con vida, la inminencia de su muerte estaba clara.

-Te...lo...dije...

Las manos de la demonio acariciaron temblorosamente las mejillas de ella.

-Shii...na... –con un hilo de voz que apenas sí conseguía salir por su boca, no pudo contener esta vez las lágrimas, repitiendo una y otra vez su nombre- Shii...na...

-Estaré...contigo...siem...

Sin poder terminar la frase, Shiina profirió su último suspiro. Como si alguien hubiese accionado algún botón, Eri rompió en sollozos, acercando su frente a la de su amiga, sin poder evitar que su llanto dejase pequeñas gotas en el rostro de ella.

Akira apretó los dientes con fuerza mientras cerraba los ojos por el dolor, sintiéndose inútil tal y como se encontraba.

-Una humana defendiendo a un demonio...

El acto realizado por la chica lo había pillado desprevenido. De repente, todo aquello que había odiado durante tanto tiempo, todas sus creencias, se habían visto contrariadas.

-Esa chica...

En ese momento, un gran vendaval lo empujó con fuerza hacia atrás, obligándole a enterrar sus dedos en tierra para evitar salir volando. Delante de él, Eri flotaba en el aire mientras dos alas y una cola aparecían a su espalda, aumentando también el tamaño de sus cuernos.

-¡Maldita sea! –exclamó Ryouta.

La súcubo se lanzó contra su estómago utilizando sus alas para tomar impulso. El golpe provocó que el demonio saliese despedido, chocándose contra varios árboles de la zona.

Akira consiguió levantar la cabeza para ver a Eri, quien se mostraba indiferente pese a que su rostro continuaba rojo por haber estado llorando.

-Eri...

Levantando las dos manos como si tratara de imitar a una balanza, hizo que de sus palmas apareciesen dos llamas que comenzaron a hacerse cada vez más y más grandes.

Ryouta terminó de incorporarse del ataque.

-He sido descuidado. No pensé que tendría esta clase de poder.

Un nuevo rayo cayó sobre él y, en décimas de segundo, logró situarse frente a ella, pretendiendo aplastarla con una de sus manos. No obstante, cuando tocó a la joven, ésta se deshizo en polvo, el cual rodeó a su contrincante e hizo presión sobre su cuerpo, dejándolo atrapado. Entonces apareció detrás, todavía sosteniendo dos llamas en sus manos. Éstas, sin embargo, sufrieron una implosión reduciéndose al tamaño de dos canicas, las cuales fueron lanzadas hacia la espalda del demonio.

Al recibir el impacto de las bolas, las llamas comenzaron a perforar lentamente piel y músculo. En mitad de su travesía por el músculo de Ryouta, lo que ya le causaba un gran dolor, la chica chasqueó los dedos. Fue entonces cuando las llamas fueron liberadas, volviendo a tener el mismo tamaño que antes y quemando desde dentro al demonio.

-¡¡Aaaaaaaah!! –el grito desgarrador hizo eco en la noche, dejando al demonio en el suelo medio muerto y casi calcinado. De no haberse tratado de él, habría muerto con total seguridad.

Eri se dispuso a rematarlo lanzándole otra bola de fuego, sin embargo alguien la embistió, estampándola contra la superficie e intentando sujetarla de los brazos pese a que la fuerza de la chica en esos momentos era muy superior a la suya.

-¡Eri! ¡Soy yo! –exclamó Akira haciendo acopió de toda su voluntad, la cual flaqueaba conforme más forcejeaba con ella- ¡Por favor! ¡Detente! ¡Sé lo furiosa que estás! ¡No puedo ni imaginar la tristeza que sentirás en este momento! ¡Pero incluso si lo matas, eso no cambiará el hecho de que Shiina haya muerto! ¡No cambiará nada, ¿me oyes?! ¡Por favor! ¡Tú no eres así!

El chico la abrazó haciendo un último intento por detenerla.

-¡Ella no querría haberte visto de esta forma!

La fuerza de la chica fue disminuyendo conforme sus rasgos físicos como súcubo desaparecían. Al final sólo quedaba la joven de pelo soleado de siempre, quien comenzó a llorar mientras intentaba ocultarse tras uno de sus brazos...

 

Por otra parte, y aprovechando la ocasión que se le había presentado. Ryouta se había alejado del lugar de la pelea. Lo más lejos que le había permitido su estado.

-Ha sido una suerte el que haya sido capaz de resistir esas llamas...

El demonio observó sus manos como si no las hubiese visto en mucho tiempo.

-Aquellas humana no dudó en defenderla incluso si eso le costaba la vida... –dijo mientras dejaba caer su espalda sobre la hierba de cara a la oscuridad de la noche- ¿Por qué no les hice caso? ¿Qué es lo que he estado haciendo hasta ahora?

Dicho esto cerró el puño y golpeo el suelo.

-¿Cómo he podido estar tan ciego?

-Vaya, vaya...no me digas que ahora te arrepientes -Judas, el hombre que lo había sacado de “Cerberos” apareció a su lado jugueteando con una pistola-. Creía que tu odio a los humanos era tan alto como el mío...

-Odio...sí...eso es lo que me ha llevado a esta locura...

-¿Locura? Vamos. Los humanos son los que están locos. Ellos fueron los que te destrozaron la vida. Fueron los que te vendieron. Tu propia mujer te traicionó. ¿Me vas a decir que has olvidado eso?

-Cuando vi a esa chica saltar delante de mí. Recordé algo que había permanecido en el lugar más recóndito de mi mente. Un día en el que ayudaba a “Darkblade” en la captura de unos humanos que habían atentado contra demonios, algunos de esos demonios y yo quedamos malheridos. En ese momento, recuerdo...lo preocupada que estaba ella... No sólo hizo lo posible por curarme a mí, veló por el estado de todos ellos. Se quedó tantas noches despierta cuidándonos que temí por su vida. No hay momento en el que me diera más cuenta de cuánto la amaba que ése. Su belleza, su amabilidad, el cariño que profesaba tanto a humanos como a demonios...

-Oh, por dios, ¿vas a seguir así mucho rato?

-No sé qué es lo que la hizo cambiar pero...sé que ella creía en que los humanos y demonios podría convivir juntos algún día...

-Ya veo...

-¿Qué es lo que ves?

Judas se levantó de su sitio y apuntó con el arma al demonio.

-Pues que parece que has dejado de servirme.

-¿Qué?

-Veo que no eres muy perspicaz...pero permíteme alumbrarte en tu día de hoy. Mi nombre es Judas Iscariote, y en realidad odio a los demonios más que a nada en este mundo. Pensé que si te convencía de que mataras demonios con el fin de destruir a los humanos conseguiría algo pero parece que he sido demasiado iluso. Una pena. Aunque no todo es en vano ya que he conseguido reunir algo de información interesante.

-Tú...me has engañado...

-¡Bingo! ¡Has dado en el clavo! Y como premio para el caballero te confesaré algo que te encantará escuchar. A quien sirvo no le gusta mucho eso de que humanos y demonios se lleven bien, ¿sabes? Hace algún tiempo se escuchaba algo sobre una pareja compuesta por una humana y un demonio que habían tenido un hijo medio demonio. Ese tipo de aberraciones que uno imagina pero prefiere que no pasen. Así que, ya que tenía que ayudar a mi señor, decidí actuar...

-No...no puedes estar hablando en serio... –la voz de Ryouta temblaba.

-Es increíble lo fáciles de engañar que son los humanos. Mucho más que los demonios. Lo cierto es que si soy sincero los humanos tampoco me caen muy bien. Incluso aunque yo sea uno.

-Ah...

-Las ilusiones son mi especialidad. Puedo hacer que incluso que la persona a la que amas se vuelva un ser despreciable. Ella intentó resistirse a verte como un monstruo. Tuve que esforzarme un mínimo.

-Yo...todo este odio...todo lo que he hecho...

-Exacto. Has caído en mi trampa dos veces.

-Maldito seas...

Judas le apuntó con el arma a la cabeza.

-Todo...ha sido una mentira...todo lo que le hice a ella...a mi hijo...yo...

-Tu patetismo es algo que podrás llevarte contigo a la tumba.

-Lo siento...Akira...Yuna...he sido un completo fracaso...

Tras esto, se escuchó el ruido de un disparo.

 

-Bueno, supongo que tendré que buscar otro medio para divertirme –caminando por las afueras de la ciudad, Judas limpiaba su arma-. Aunque creo que alguien ya ha venido a dármela.

Dos figuras aparecieron frente a él. Una llevaba un rifle francotirador, y la otra dos ballestas ajustadas a cada brazo además de un par de alas como las de un ángel saliendo de su espalda.

-¿Os puedo ayudar en algo?

-Por supuesto, siempre y cuando nos hagas el favor de morir.

Nada más decir esto quien llevaba el rifle francotirador realizó un disparo del que salió una cantidad anormal de balas que impactaron de lleno contra Judas, elevándolo en el aire.

-¡Agh! –gritó éste al recibir la inmensa cantidad de golpes.

Por su parte, la figura alada comenzó a concentrar Setten en las ballestas dando lugar a flechas de luz de enorme tamaño con las que apuntó a su adversario.

-¡¿Creéis que os lo voy a poner tan fácil?! –sonriente, Judas se dispuso a emplear su arma, sin embargo un misil apareció de la nada explotando al tomar contacto con él.

Habiendo perdido su pistola, el hombre quedó flotando en el aire durante unos segundos, suficiente como para que la otra persona disparase su flechas.

-Espero que te pudras allá donde te lleve la muerte.

Las flechas salieron despedidas hacia el cuerpo de Judas quien se desintegró entre gritos de dolor.

-¿Ha muerto? –preguntó Asari.

-No. Sólo era una más de sus ilusiones. Se ha burlado de nosotros al igual que se burló de Ryouta.

-Judas Iscariote. ¿Qué significa esto? –declaró Asari.

-No lo sé pero me temo que esto es sólo el comienzo...–contestó la otra figura.

 

Acostada sobre el regazo de Eri, quien había conseguido dejar de llorar, descansaba el cadáver de Shiina. Eri había cerrado los párpados de su amiga, y ahora acariciaba suavemente su larga melena negra sin apartar la vista de su rostro.

Akira por su parte se encargaba de consolar a Mai, quien a su edad había sentido la tristeza de perder a un ser querido.

-Ella era tan increíble...tan genial...era como si pudiese hacerlo todo...

-Lo sé...

-¿Qué voy a hacer ahora, Akira-kun? ¿Cómo voy a decírselo a sus padres? ¿Y a Luka? ¿Y al resto de la clase? Todos la queríamos...

-Lo sé...

-Es posible que todavía tengas una oportunidad de salvarla, chica.

Sin previo aviso, Derain hizo acto de presencia.

-¡Derain! ¡¿Dónde has estado todo este tiempo?!

-¡Espera, Akira-kun! ¿Qué es lo que acabas de decir?

-He dicho que todavía existe una manera de salvarla...

11: Capítulo 11 - Maldición
Capítulo 11 - Maldición

-Gracias por su compra. Vuelva otro día.

Haciendo una reverencia, Eri se despidió de uno de los clientes de la librería en la que trabajaba.

Cuando sus padres se marcharon le dejaron una cuenta con una gran cantidad de dinero en ella para que pudiese seguir adelante sin ellos, sin embargo, no se sentía del todo cómoda con ese dinero, además de que si lo gastaba sin pensar terminaría vaciándose antes de darse cuenta. De modo que, con el permiso de sus tutores, decidió buscarse un trabajo para los fines de semana. Cobraba poco, pero, puesto que tampoco era alguien de muchos gastos, no es que le importase.

 

La chica suspiró y se dispuso a ordenar algunos libros que los niños se ponían a desordenar cada vez que venían. Pese a que insistía una y otra vez en que debían ser buenos y comportarse, había pocos que hiciesen caso.

-Hola.

Una voz la sobresaltó, provocando que los libros que llevaba sobre sus brazos cayesen al suelo, estampándose contra uno de sus pies, dando lugar a que se encogiese sobre sí misma debido al dolor.

Al darse la vuelta se dio con el rostro de Asari.

-¿A-Asari-sensei?

-¿Estás bien? –preguntó ella sonriendo irónicamente.

-S-sí...enseguida recojo esto...

-Bueno...no me refería sólo a tu pie...

El cuerpo de la chica se detuvo de cuclillas, con uno de sus brazos alargado y  dispuesto a coger uno de los libros. Tras este lapso temporal, la joven se levantó con los textos en las manos y los depositó en su sitio.

-...

 

“-¿Una maldición? –preguntó Eri.

Derain asintió.

-Cuando alguien es maldecido por un demonio se le inocula parte del Setten de éste, de manera que el individuo adquiere capacidades propias de un demonio. Eso incluye una mayor esperanza de vida, poderes sobrenaturales e incluso la posibilidad de devolver a alguien a la vida.

-Recuerdo haber leído algo antes –dijo mientras recordaba la búsqueda que hizo Reima- Entonces, ¿sugieres que maldiga a Shiina?

-No es tan sencillo. Si has visto algo sabrás que provoca efectos secundarios en la persona que es maldecida, además de que el hecho de resucitarla no es seguro. Ambas cosas dependen del poder del demonio que realice la maldición.

-... –la chica volvió la vista hacia su amiga- ¿Qué t-tipo de efectos secundarios se pueden dar?

-Son muy variables. He llegado a ver desde dolores intensos cada cierto periodo de tiempo hasta conexiones vitales entre el demonio y el otro individuo.

-Entiendo.

Entonces aquello era como una ruleta de la suerte. No sólo el hecho de devolverla a la vida sino también que al despertar terminase peor que como estaba.

-¿Y qué me dices de ti, Derain? Tú también eres un demonio, y además poderoso. Si lo hicieses tú las probabilidades irían a nuestro favor –propuso Akira.

-Por desgracia, yo no puedo.

-¿Por qué?

-Las maldiciones sólo pueden realizarse una vez en la vida del demonio. Cuando se realizan una segunda vez, tanto el demonio como el individuo al que se intenta maldecir mueren. Yo ya lo hice una vez por lo que no serviría de nada el volver a hacerlo...

La mente de Eri se encontraba indecisa ante aquella posibilidad. ¿Realmente Shiina querría volver a la vida bajo aquellas circunstancias? ¿Y si se arriesgaba y no servía para nada?

-No sé qué es lo que debería hacer...

-No voy a decidir por ti, chica, pero a veces es bueno dejarse llevar por lo que quiere uno, y no por lo que quieren los demás.

Lo que quería ella...

-Derain, dime qué tengo que hacer.

-Muy bien.

El imp caminó hasta situarse frente a la joven.

-Lo primero que tendrás que hacer será tomar tu forma demoníaca.

-¡¿Qué?! –exclamó Akira- ¡¿Estás loco?! ¡Antes ha perdido completamente el control al transformarse! ¡Si vuelve a hacerlo quién sabe lo que pasará!

-Lo sé pero es necesario para que pueda realizar la maldición.

-No me importa...

-¡Eri!

-No te preocupes, Akira-kun. Esta vez sabré controlarme.

De repente, el cuerpo de la chica comenzó a adoptar la forma de súcubo. Las anteriores veces que lo había hecho se había producido de una forma muy agresiva, pero por alguna razón, en ese momento, ningún violento vendaval o fuerza sobrenatural hizo que los demás saliesen despedidos por los aires sino que los rasgos que caracterizaban a su raza se mostraron sin problemas.

Se sentía segura. Su mente le decía que todo iba a salir bien, porque aquello era lo que quería...lo que deseaba con todas sus fuerzas.

-Ahora mantén tus manos en contacto con su cabeza –continuó Derain mientras ella apoyaba las palmas de ambas extremidades en las mejillas de su amiga-. Después debes canalizar tu Setten hacia ella, es parecido a lo que harías para provocar una llama pero reduciendo tu poder de manera que este se dirija convenientemente a un punto fijo. No tienes que pensar en que tu Setten explote sino que se mueva con suavidad.

La joven cerró los ojos y apareció una luz a partir de sus manos. Era blanca, firme pero suave, sin dañar la vista ni producir un calor intenso.

-Conéctate con ella, con su ser. Toma sus recuerdos, su vida y sus sentimientos.

Eri abrió los ojos. Se encontraba en un sitio de total oscuridad. Parecía que estuviese flotando.

Fue en ese momento cuando el cuerpo de Shiina apareció delante de ella. Pero éste estaba desapareciendo lentamente. Aquella oscuridad se la estaba tragando.

La chica alargó su brazo, intentando llegar hasta el hombro de su amiga, sin embargo, por alguna razón, no lograba alcanzarlo. Pese a estar tan cerca, su mano no lograba tocarla.

-¿Quieres que vuelva? –una voz surgió de las profundidades de aquella oscuridad. Era la voz de Shiina pero se escuchaba distorsionada.

-Sí.

-¿Pese a que tenga que volver a enfrentarse al sufrimiento?

-...

-¿Incluso si vuelve a morir por salvarte la vida?

-...

-Ella no volverá a ser la misma que era...

-Lo comprendo.

-Si estás dispuesta a hacerte cargo de su dolor entonces concederé tu deseo.

-Lo estoy. Es algo que he decidido. Sé que estoy siendo egoísta pero no voy a echarme atrás.

-Como quieras. A partir de ahora cargará con un peso que deberá soportar durante todos los días de su vida. No te arrepientas de tus actos.

-No lo haré...

De repente el hombro de su amiga se hizo palpable. Una vez pudo tocarla la oscuridad empezó a desaparecer, volviéndose todo cada vez más luminoso hasta que el brillo provocó que abriese los ojos, encontrándose de nuevo con la cabeza de Shiina entre sus manos.

-Parece que ya has hecho lo más difícil –indicó Derain.

-¿Aún queda algo más?

-Sí. Verás, se necesita un último acto para sentenciar el proceso.

-¿Cuál?

-Besarla.

El rostro de Eri se puso rojo, avergonzada. La cara de Akira tampoco se diferenciaba mucho de la de la chica.

-P-p-pero...

-No me digas que después de llegar hasta aquí te vas a echar atrás por algo como esto.

-N-no es eso, es sólo que...

-Si de verdad quieres que esto salga bien, debes hacerlo hasta el final.

La demonio bajó la cabeza. Derain tenía razón. No podía echarse atrás.

-De acuerdo.

Dicho esto emitió un profundo suspiro y acercó su cara a la de Shiina. Forzándose a seguir hacia delante, cerró los ojos para que aquello no le resultase tan incómodo. Aquellos segundos se le hicieron eternos hasta que finalmente, sus labios se encontraron con los de ella.

No era una sensación desagradable. Pese a lo fríos que estaban seguían siendo suaves aunque aquello no le produjo ningún estímulo.

Cuando sus labios se separaron, la respiración de su amiga volvió a sentirse, aunque de forma tenue.

-Está viva...

Con lágrimas en los ojos, la demonio apoyó la frente sobre la de ella.

-Menos mal...

Akira, quien tenía a una dormida Mai entre sus brazos, relajó su cuerpo, mostrándose sonriente.

-Parece que todo ha ido bien –comentó Derain-. Ah, por cierto, lo del beso no era necesario, pero ha sido interesante. Será mejor que os aseguréis de dejarla descansar. Necesitará un par de semanas para recuperarse del todo. Hasta la próxima.

Y dejando a los jóvenes en silencio, el imp se marchó de allí.

-¡¡Derain!! ¡¡Maldito seas!!”

 

-Ahora se encuentra en el hospital –dijo Eri mientras dividía una serie de libros en varios montones.

-Lo sé. Derain se encargó de modificar los recuerdos de todos aquellos que se vieron implicados en el suceso. Los padres de Shiina piensan que alguien entró a robar y lo dejaron todo revuelto.

-¿Y que incluso destrozaron la habitación de su hija? –preguntó la demonio con ironía en sus palabras.

-Bueno, se podría reducir al uso de algún explosivo o algo parecido. No te preocupes, Derain sabe hacer bien su trabajo.

La joven desvió la mirada.

-Sigues preocupada por ella, ¿verdad?

-Por una parte me siento aliviada de que esté viva, pero son muchas cosas las que rondan mi mente. Mi amiga estuvo a punto de morir y no tuve el poder suficiente como para protegerla. Lo que más temía desde el ataque al instituto ha ocurrido. E incluso si ha logrado salir de ésta, puede que haya sido pagando un precio muy alto...

-No te culpes a ti misma. Hiciste lo que pudiste dadas tus capacidades. No siempre podemos proteger todo aquello que queremos, pero por ello debemos seguir esforzándonos hasta ser más y más fuertes.

Tras terminar de ordenar los escritos, la chica se dispuso a volver a su puesto, donde ya la esperaban los clientes para pagar sus compras.

-Supongo que tienes razón.

 

Asari salió de la librería.

-¿Y bien? –preguntó Reima/Derain.

-No hay de qué preocuparse. Todavía necesita acostumbrarse a esto pero es una chica fuerte.

-Ya veo.

-¿Por qué le mentiste al decirle que la parte del beso era innecesaria? –preguntó ella mientras empezaban a caminar.

-¿Quién sabe? Quizás no quería que supiese lo que en ocasiones puede conllevar el realizar una maldición...

-¿Huh?

-Nada, olvídalo. Por cierto, he tenido que avisar a Serah y Ahren.

-¡¿A esos dos?! ¡Ya tienen suficiente vigilando las cosas en América! ¿Es por eso por lo que tardaste tanto en llegar hasta Eri y Akira?

-No sólo por eso. Ellos dos no son los únicos a los que avisé.

-Sí que has estado moviendo hilos.

-Es por una buena razón.

-Judas Iscariote...es el nombre uno de los héroes que luchó en el pasado contra los demonios. ¿Crees que se trata del mismo?

-No lo sé. Ni siquiera sé si tiene relación con el chico que atacó el instituto, pero cuantos más ojos tengamos mejor.

-Parece que antes de matar a Ryouta estuvieron hablando de algo pero no llegamos a tiempo.

-Si esto ya olía mal, ahora apesta...

 

El fin de semana terminó y llegó el lunes.

-¡Eriiii!

Gritando alegremente, Luka se lanzó contra su amiga.

-¡L-Luka! ¡Ten más cuidado! ¡Me vas a matar!

-Perdón, perdón. Oye, ¿quieres ir a ver a Shiina después de clase? Akira-kun y Fujita-kun dicen que vendrán también.

-Claro, estoy segura de que Shiina se pondrá muy contenta.

Poco después, Reima/Derain hizo su aparición en clase.

-Hola, chicos. Siento haber llegado un poco tarde pero he estado en una reunión de no se qué campamento que tenéis cerca, ¿alguien sabe algo?

Los alumnos se miraron unos a otros. Uno de los chicos, subdelegado y encargado en ausencia de la delegada, decidió contestar a la pregunta.

-Es algo que llevamos preparando desde hace un mes junto con los senseis. Se supone que se realizarán actividades de estudio del medio ambiente además de fomentar el compañerismo entre nosotros y las otras clases.

-Ah... –respondió Reima/Derain secamente mientras colocaba los pies encima de la mesa-. ¿Y por qué tengo que ir yo?

-P-porque...trabaja aquí...y da clases a este curso...

-Ah...pues vaya...bueno, en cualquier caso, me han dicho que os avise de que el autobús que os llevara estará a las siete de la mañana en la puerta del instituto así que más os vale no llegar tarde. Yo ya veré cómo me puedo escaquear...-murmurando esto último se dispuso a empezar la clase.

 

Tras salir del instituto, los cuatro emprendieron camino hacia el hospital.

-Así que la semana que viene campamento... –dijo Luka.

-Es una pena que Shiina se lo vaya a perder. Ayudó mucho a prepararlo.

-La verdad es que sí, pero es más importante su salud. Siendo la chica responsable que es seguro que lo entenderá...

 

-¡Yo quiero ir! –ya en la habitación en la que descansaba su amiga, Luka y Eri forcejeaban con ella para evitar que saliese de la cama.

-¡No seas cabezota! ¡No puedes tal y como estás! ¡Necesitas descanso!

-Mm... –Kaoru se situaba a cierta distancia del trío.

-Yo la veo llena de energía... –comentó Akira.

-¡¿Queréis ayudar un poco?! –exclamaron las dos chicas.

 

Finalmente, consiguieron que Shiina se tranquilizara.

-Ah, ah, veo que te encuentras bien...

-En realidad me siento cansada.

-¡La culpa es de que te haya dado por patalear de esta forma! ¡¿A quién se le ocurre?!

-Lo siento. Es que me apetecía ir con vosotras al campamento...

-La salud es lo primero. ¿Es que no escuchas las noticias?

-Seguro que más que tú.

-Uuuuh...

Luka bajó la cabeza.

-¿Qué te han dicho los médicos? –preguntó Akira.

-Al parecer me caí desde el piso de arriba y me golpeé la cabeza. Me han estado haciendo pruebas pero parece que no tengo nada grave. Han deducido que probablemente algo amortiguaría la caída. Sin embargo no recuerdo que ocurriese algo así aunque supongo que es normal...por el golpe.

Eri puso cara de preocupación...

 

“-La maldición cerrará la herida que le hizo Ryouta. Aunque en principio no recordará nada sobre lo que sucedió –dijo Derain una vez fuera de clase.

-¿No lo recordará?

-Podrías llamarlo una especie de “secuela momentánea” que deja la maldición. Con el tiempo volverán sus recuerdos sobre ello. Será mejor estar atentos a ese momento para explicarle la situación.”

 

-Seguramente estará relacionado con la explosión que hubo en tu habitación.

-Algo relacionado a ello me contaron mis padres. Aunque, como estaba sola en casa no saben exactamente lo que ocurrió. Es una suerte que siga viva después de algo así.

“Sola en casa. Así que tampoco recuerda la presencia de aquella niña.”, pensó Eri.

-Bueno, en cualquier caso, todos nos alegramos de que estés bien –indicó Luka.

-Gracias. Espero recuperarme sin problemas.

-Oye, Shiina, ¿puedo preguntarte una cosa?

-Claro, Eri.

-¿Has notado algo extraño...en tu cuerpo...desde que estás aquí en el hospital?

-¿Algo extraño? Depende de a lo que te refieras...

-Pues por ejemplo, dolor intenso en alguna zona, alguna extraña transformación...

Akira y Kaoru dirigieron la mirada hacia la demonio. Ambos se mostraron un poco exaltados por la pregunta de la chica. Por su parte, tanto Eri como Luka fruncieron el ceño.

-¿Qué estás diciendo, Eri? Por supuesto que no tengo nada de eso. Sólo me encuentro débil, cansada y con algo de dolor de cabeza. Nada más.

-¿De verdad?

-Claro. Eri, me estás asustando un poco.

-Ah, lo siento. Es sólo que...temía que pudiera empeorar de alguna forma.

-Te aseguro que no pasa nada.

La joven suspiró aliviada ante las palabras de su amiga. Después de lo que le había dicho Derain sobre los efectos secundarios de la maldición quería asegurarse.

 

Tras un tiempo se despidieron de Shiina.

-Pasáoslo bien en el campamento –les deseó con algo de melancolía en sus palabras.

-Te traeremos un bonito recuerdo –dijo Luka.

-Eso espero...

De repente, al salir por la puerta, Eri se chocó contra una de las enfermeras, cayendo al suelo y golpeándose en el codo.

-Ah, lo siento –dijo la enfermera levantándola. Era una joven de poco más de veinte años y de su misma altura. Vestía el uniforme de trabajo y tenía el pelo de color negro recogido en un moño. Lo que más le llamó la atención a Eri fue el color de sus ojos, de un rojo intenso- Iba un poco distraída y no me he dado cuenta –dicho esto se llevó una mano a la cabeza y se la golpeó.

-No, ha sido culpa mía. Lo siento.

-Nada, nada... –dijo mientras agitaba ambas manos en señal de que no había necesidad de disculparse. Acto seguido, levantó la vista hacia el número de la habitación-. Ah, ¿habéis venido todos de visita?

Todos asintieron.

-Eso es genial... –nada más terminar la frase profirió un largo bostezo- Siempre me alegra ver a los unos cuidando de los otros...

-¿Te encuentras bien? –preguntó Akira.

-¿Eh? ¡Ah! ¡Sí, claro! No te preocupes. Me pasa a menudo... –volvió a bostezar- Bueno, si me disculpáis, justamente tenía que venir aquí, y llevo un poco de retraso en mi trabajo. Me he quedado dormida, jejeje...

Ante la sorprendida mirada de los demás, la enfermera entró en la habitación de Shiina y cerró la puerta detrás de ella. Frotándose el codo, Eri se marchó junto con el resto.

 

-¿Te encuentras bien, Shiina-chan? Parece que te duela algo –preguntó la enfermera mientras se ocupaba de ajustar las persianas.

-¿Eh? No, no. Sólo ha sido un pequeño pinchazo –explicó la chica mientras se acariciaba el codo...

12: Capítulo 12 - Agramón
Capítulo 12 - Agramón

-Procederemos a continuar con el entrenamiento –dijo Akira.

Eri y él se situaron el uno frente al otro. Hacia uno de los laterales estaba Derain con uno de sus puros en la boca.

-Empecemos por ver cuánto has progresado en hacer aparecer una bola de fuego.

La chica asintió. Acto seguido cerró los ojos, concentrándose en cumplir con el objetivo. En su mente apareció el momento en el que, desbordada por el dolor y la rabia, se había transformado en súcubo y se había enfrentado a Ryouta. Poco después, una pequeña llama apareció en sus manos, la cual no tardó en adoptar un mayor tamaño hasta convertirse en una bola de fuego.

-Perfecto –aplaudió Akira, contento.

Eri sonrió tras ver su propio logro.

-Habiendo completado el primer paso en la concentración de Setten, no te costará nada utilizar tus habilidades como demonio.

-Akira... –interrumpió Derain de repente- Déjame comprobar una cosa.

Posteriormente, el imp dirigió su mirada hacia la joven.

-Quisiera saber si puedes transformarte por propia voluntad en súcubo.

-Pero...

-Es algo básico que también debería aprender, chico. Además, aquella vez lo consiguió sin problemas luego podría ocurrir de nuevo.

-Lo haré. Quiero intentarlo.

Cerrando los ojos por segunda vez, la chica volvió a concentrarse. De repente, el cuerpo de ella comenzó a adoptar la forma de demonio. Era como la última vez. En lugar de desatarse de forma violenta se había producido sin ningún tipo de problema.

-Parece ser que ha avanzado más de lo que pensábamos.

Por desgracia, la chica no pudo mantenerla demasiado tiempo y terminó volviendo a su forma normal.

-No está mal, chica –Derain dio una pequeña calada a su puro-. Algunos demonios puros como tú o como yo pueden encontrar dificultades en mantener su forma humana pero la transformación suele ser algo natural que se aprende conforme pasan los años. Supongo que tus padres querían que fueses lo más humana posible y decidieron no contarte nada sobre tu transformación ni dejarte que la desarrollaras. Cuando liberaste tu verdadera forma probablemente una parte de ti haya recordado cómo era originalmente pero, pese a ello, otra parte sigue pensando en sí misma como una humana. Eso hace que te limites a ti misma. Cuando aprendas a aceptar totalmente quién eres entonces podré enseñarte cómo usar tu poder de súcubo...

 

Al terminar el entrenamiento, Akira se marchó, dejando solos a Eri y Derain.

-Oye, Derain, antes de que te marches quiero saber una cosa. Asari-sensei no me dijo nada al respecto y he estado demasiado preocupada por el estado de Shiina como para preguntar sobre ello. ¿Qué fue lo que le ocurrió a Ryouta? Quiero decir, ¿escapó?

-Así que Akira tampoco te ha dicho nada...

-¿Akira-kun?

-Ryouta está muerto, Eri.

La chica desvió la mirada. No podía decir que sintiese tristeza por ello debido a lo que le había hecho a Shiina pero, pese a todo, tampoco se sentía cómoda con ello.

-¿Qué fue lo que pasó?

-No se conocen los detalles. Cuando llegaron ya era demasiado tarde, un hombre llamado Judas Iscariote lo había asesinado.

-¿Judas Iscariote? Me suena haber escuchado de él en alguna parte.

-Uno de los héroes que luchó contra los demonios en el pasado.

-¡¿Qué?! ¡¿Qué hace alguien como él en esta época?!

-No lo sabemos. Ni siquiera sabemos si se trata de la misma persona o simplemente se hace llamar así. Pero, parece ser que no ha sido la primera vez que ha actuado.

-¿Eh? ¿A qué te refieres?

-Sobre eso, será mejor que no lo sepas. Y, sobre todo, será mejor que Akira no se entere.

-¡¿Qué quieres decir?! ¡Derain! ¡Oye, Derain!

Ignorando las palabras de la chica, el imp se esfumó de su vista, dejándola con más preguntas que respuestas.

 

-Ah. ¿Qué es lo que le pasa? ¿Por qué no puede contarme lo que está ocurriendo? Creía que a estas alturas por lo menos me tendría en cuenta para eso.

Caminando por las calles de la ciudad, la demonio se quejaba de tanto secretismo por parte del imp. Fue entonces cuando se dio cuenta de que se había desviado del camino de vuelta a casa.

-Voy tan ensimismada que ni siquiera sé por donde piso. ¿Huh?

De repente divisó la figura de un joven situado frente a una casa. Reconociéndolo, decidió acercarse a él.

-¿Akira-kun? ¿Qué haces aquí? Creía que ya te habías ido a casa.

-Ah, Eri. Bueno...sí, era lo que pretendía pero supongo que no he podido evitar pararme aquí.

La chica dirigió la vista hacia la vivienda.

-¿Conoces a alguien que viva ahí?

-En realidad, conocía. Aquí es donde estaba mi antigua casa.

-¿La que quemó tu padre?

-¿Qué? No. –el chico no pudo evitar sonreír- Esta es la casa donde un día vivimos los tres juntos. Aunque ahora es propiedad de otras personas.

-Debe ser duro para ti...lo que le ha ocurrido a tu padre...lo siento...

-Mi padre odiaba a los humanos. Incluso si empezó a atacar demonios por culpa de un tercero, probablemente accedió por propia voluntad...

-Incluso así, que lo asesinaran de esa forma...

-Sé lo que quieres decir. Y no digo que esté conforme con que el asesino de mi padre quede impune. Debe ser castigado como cualquier criminal.

-...

-Es sólo que...después de todo...pese a intentarlo una y otra vez...él era incapaz de olvidar ese odio. No puedo evitar preguntarme si no ha sido mejor el que haya muerto...

-¡No digas algo así! –Akira se asustó ante el repentino grito de la joven- ¡Aun así, él era tu padre! Tú, ¿crees que merecía morir de esa forma?

-Eri...

-Cuando Derain me lo contó yo tampoco sabía qué pensar. Lo que le hizo a Shiina...nunca se lo perdonaré. Pero la sola idea de que un hijo piense que la muerte de su padre está bien...es...

Eri se detuvo. Tenía la sensación de que todo podía haber sido diferente. Que Ryouta podría haber cambiado. Aunque ya no importaba.

En ese momento, Akira empezó a reírse de buena gana.

-¿Eh?

-Nada. No es nada. Gracias. Fuese quien fuese, él era parte de mi familia, alguien que una vez luchó para que los humanos y los demonios pudiesen coexistir en total armonía. Quizás no pueda evitar el hecho de que su odio le hizo cometer aquellos actos, pero, al menos yo, debo recordarlo como quién fue y lo que también hizo por los demás...

-Al menos tú, ¿eh?

-¿Quién mejor que su propio hijo? –contestó medio en broma- Vamos, te acompañaré a casa.

 

“-¿Me estás escuchando, papá?

-Creo que está bastante claro que no.

Sentado en su celda, Ryouta dormitaba, cansado de las historias que le contaba su hijo cada vez que venía a verlo.

-Ah... –resopló el chico-. Podrías poner al menos un poco de tu parte.

-¿Por qué debería hacerlo si no me interesa? No quiero saber nada de tu estúpida vida con los humanos.

-¿Crees que algún día podrías dejar de hablar así de los humanos?

-Ja, esa es buena.

-En fin...no importa, seguiré por donde iba.

El chico se quedó durante unos instantes en silencio.

-He perdido el hilo de lo que estaba diciendo...

-Genial.

Akira se mostró algo decepcionado.

-Bueno...no importa, seguro que mañana me acordaré. Y te contaré más cosas.

Levantándose, el chico se dispuso a irse.

-Ya nos veremos.

Viendo como su hijo se alejaba, Ryouta carraspeó.

-Si yo estuviese en un instituto, seguro que sería el que mejores notas sacaría. Claro que para ello tendría que estudiar mucho, supongo –dijo hablando para sí mismo pero de forma que le escuchasen todos los que había a su alrededor.

El joven se paró durante unos instantes. Tras esos segundos, continuó su camino hasta salir de “Cerberos”.

-Tsk... –Ryouta, por su parte, chasqueó la lengua en señal de desagrado y se echó sobre el suelo de la celda.

-Gracias, papá –susurró Akira antes de abandonar la cárcel.”

 

-Bueno, os recordaré brevemente una vez más lo que haremos durante el campamento –comentaba en clase Asari-sensei-. Serán cuatro días durante los cuales acamparemos junto al lago. Saldremos a las siete de la mañana en autobús. Una vez allí nos organizaremos para montar las tiendas de campaña en las que dormiremos en parejas de dos. Tras esto reuniremos a los grupos de seis personas ya previamente formados y empezaremos con las actividades dirigidas por los profesores. Estas consistirán en la observación de la fauna y flora del medio, aprendizaje de métodos de supervivencia, actividades cooperativas, escalada, observación de la geología, etc. ¿Queda claro?

Todos los alumnos asintieron. Luka por su parte levantó la mano.

-¿Qué ocurre, Luka?

-Sensei, en nuestro grupo estaba Shiina pero como se encuentra ahora en el hospital nos hemos quedado con sólo cinco.

-Puesto que los grupos ya están hechos el vuestro será de cinco personas.

-Okay.

-Así pues y si todo está claro daremos comienzo a la clase. Si surge alguna duda de última hora informadme de ella. Ah, y no olvidéis mirar la lista de las cosas que tenéis que llevaros.

 

-Ugh...

-¿T -te encuentras bien, Luka? –preguntó a su amiga, quien apoyaba la barbilla sobre su mesa con una expresión cómica en su rostro.

-La verdad es que tengo el estómago un poco revuelto...

-A saber que has vuelto a comer. Deberías tener más cuidado.

-No he comido nada malo te lo aseguro...últimamente me ha estado pasando...

La demonio resopló.

-Quizás deberías ir a la enfermería para que te revisen.

Ella asintió.

-Iré después de clase.

-Casi sería recomendable que fueses ya.

Tras esto la chica escuchó al alguien llamándola. Cuando giró la vista hacia el origen, descubrió a Derain/Reima haciéndole un gesto con la mano para que fuese hacia donde estaba.

La chica se levantó de su sitio.

-¿Huh? ¿Dónde vas?

-¿Eh? A-al baño.

-¿Quieres que te acompañe?

-Mejor vete a la enfermería de una vez –replicó bajando los hombros.

 

-¿Qué pasa?

-Necesito que me hagas un favor.

-¿Un favor?

-Sí, me han informado de que vaya a ver un pequeño problema con un demonio que ha surgido en un edificio abandonado cerca de aquí.

-¿Y por qué no puedes ir tú?

-Porque voy a estar ocupado en una reunión de profesores. Así que necesitaré que vayas tú en mi lugar.

-¡¿Qué?! ¡¿Estás loco?!

-Baja la voz. No querrás que todo el mundo se entere de nuestras conversaciones.

Mirando a su alrededor, la joven se aseguró de que no hubiese nadie cerca.

-¿Cómo quieres que haga algo así si apenas puedo mantener mi forma de súcubo?

-Tranquila, no es un demonio muy poderoso. Probablemente sólo esté asustando a la gente para divertirse. Además te acompañará Akira.

-¿Y no podrías saltarte la reunión como has hecho otras veces?

-Si me salto demasiadas reuniones le llamarán la atención a Reima.

-Para empezar no le llamarían la atención si no te las saltaras...

-Bueno, en cualquier caso, gracias por tu comprensión. He de irme.

-¡Esp...!

Antes de que pudiese terminar la palabra el imp ya se había marchado.

-Algún día voy a acabar matándolo...

 

Al salir del instituto, Akira y Eri se encaminaron hacia el edificio en el que se había encontrado el caso. El medio demonio, quien tenía información más detallada sobre el problema, dirigía a su amiga hacia la construcción.

-Siento que Derain te haya metido en esto.

-Ese estúpido hace lo que quiere.

-En realidad me dijo que esto te ayudaría en tu entrenamiento.

-¿Y en qué me va a ayudar exactamente?

-Ni idea.

 

No tardaron mucho en situarse frente al edificio. El aspecto que tenía no era muy alentador. La mayoría de las ventanas estaban medio rotas, se notaba el desgaste de las paredes e incluso se llegaban a ver las vigas que lo sustentaban en alguna que otra zona. Además de esto, la entrada estaba precintada y tenía una verja a su alrededor.

-¿No debería ser ilegal entrar aquí?

-Debería no. Lo es. Así que cuanto antes acabemos mejor.

Vigilando que nadie los viese, se introdujeron bajo el precinto que cubría la entrada al recinto en el que se encontraba el edificio y caminaron hasta la puerta principal, la cual se hallaba vieja y oxidada.

-No parece muy difícil de abrir pero si la forzamos probablemente llamaremos la atención.

-Entonces quizás sea mejor entrar por la ventana –propuso Eri.

-Buena idea. Busquemos alguna por la que sea fácil meterse.

Rodeando la construcción, observaron una por una las ventanas del primer piso hasta dar con la adecuada.

-Esta parece haberse roto por completo. Será mucho más fácil pasar por aquí. Bien -agachando su espalda, Akira giró la cabeza hacia Eri-, apóyate en mí y salta.

-D-de acuerdo.

Tomando un poco de distancia, la chica corrió hacia su amigo y se impulsó hacia la cornisa, agarrándose con ambas manos.

-¿Estás bien? –preguntó el chico.

-¡Sí, pero no mires hacia arriba! –respondió ella refiriéndose al hecho de que llevaba falda.

 

Una vez dentro del primer piso, el aspecto no la animó demasiado. Varios muebles olvidados por el suelo, el cual se encontraba agrietado; paredes con humedades; puertas con las bisagras oxidadas y desatornilladas...el espectáculo perfecto para una película de terror.

De repente la chica sintió una mano posarse sobre su hombro, provocando que se diese la vuelta golpeando instintivamente a lo que estuviese a su espalda.

-¡Eh! ¡Eh! ¡Tranquila! ¡Soy yo!

Eri suspiró.

-Lo siento. El ambiente me pone algo tensa.

-Lo comprendo. A partir de ahora tendremos que tener cuidado. Sea poderoso o no, estamos tratando con un demonio.

-Un demonio...

El recuerdo de las palabras de Derain vinieron a su cabeza: “Cuando aprendas a aceptar totalmente quién eres entonces podré enseñarte cómo usar tu poder de súcubo...”

-Aceptar quién soy... –murmuró para sí misma.

-¿Has dicho algo?

-No, sólo estaba pensando en voz alta.

Acto seguido salieron de la sala en la que se encontraban y llegaron a un extenso pasillo con varias puertas a ambos lados. La falta de ventanas conseguía un ambiente más siniestro al evitar la entrada de la luz del día. Ambos caminaban vigilando cada paso que daban.

-¿Sabes dónde se encuentra exactamente?

-No...puede estar en cualquier parte del edificio. Lo mejor será situarse en un espacio lo más abierto posible y llamar su atención.

-¿Un enfrentamiento directo?

-No se me ocurre una idea mejor ya que no sabemos de qué demonio se trata ni de las habilidades que usa. Si tenemos que capturarlo mejor que sea en un sitio donde podamos movernos bien.

Al cabo de un tiempo llegaron hasta unas escaleras situadas en la parte izquierda.

 

Comenzaron a subirlas poco a poco. Akira continuaba llevando la delantera mientras Eri lo seguía cerciorándose de que no apareciese nada inusual por la espalda.

En ese momento escucharon un fuerte ruido procedente de los pisos superiores, provocando que se detuviesen.

-¿Crees que ha sido el demonio?

-Sígueme.

Acelerando el paso, pasaron del siguiente piso y continuaron ascendiendo hasta que llegaron al último de ellos.

 

Al igual que los anteriores, un pasillo y varias puertas era lo único que podían divisar.

-Creo que venía de aquí.

-Eso es muy vago...

-Tendremos que observar las salas una por una.

Dicho esto, se acercaron a la que tenían enfrente de ellos y lentamente giraron el pomo de la puerta, dejándose escuchar el rechinar de ésta al hacerlo.

 

La habitación que vieron era mucho más grande que la primera en la que habían estado. Había muchos cristales rotos por el suelo y una gran cantidad de ventanales rectangulares desde los que se podía ver el exterior. En el centro se hallaba una silla vacía mirando hacia ellos.

-No parece que aquí haya nada... –comentó Eri.

-Sí...miremos en otra habitación.

Tras asentir, la chica salió primero de la sala. Justo entonces la puerta se cerró dejando a Akira solo.

-¡¿Akira-kun?!

-¡Eri!

La chica intentó abrir la puerta de nuevo pero misteriosamente se había vuelto una tarea imposible. El chico intentaba lo mismo desde el otro lado sin obtener éxito.

-¡¿Qué diablos es esto?! ¡¿Cómo es que se ha cerrado de repente?!

-¡Tiene que haber sido obra de él! Debe de estar por aquí cerca.

Mientras el joven continuaba forcejeando, se escuchó un susurro detrás de él, lo que provocó que parase y se diese la vuelta lentamente.

-¡AAAAAAAH!

-¡¿Akira-kun?! ¡¿Qué ha pasado?! –la demonio al oír el grito intentó golpear la puerta para tirarla abajo pero era inútil. De alguna forma se había vuelto impenetrable.

-¡Akira-kun!

Ya no se escuchaba nada al otro lado.

-Maldita sea, tengo que buscar la manera de entrar.

Creando una bola de fuego, la chica la lanzó contra la puerta pero lo único que consiguió fue una pequeña demostración de fuegos artificiales. Lo mismo pasó al intentar lanzar la bola contra la pared.

-Chst...quizás si pruebo a entrar desde la habitación de al lado lo consiga.

Así pues corrió hacia la puerta contigua y la abrió sin preocuparse por lo que hubiese dentro.

 

Al entrar, dio de nuevo con un ambiente diferente. Había numerosas mesas distribuidas por toda la sala dejando un único camino posible desde donde ella acababa de entrar hasta un círculo formado en el centro de la habitación. Además, varias telas sucias cubrían las ventanas impidiendo el paso de la luz, que apenas conseguía filtrarse a través del material que las constituía.

 

Poco después de entrar la puerta se cerró, impidiendo a la joven marcharse de allí y no dejándole otro remedio mas que continuar por el camino que había quedado dibujado.

 

Cuando se hubo situado en el centro una de las mesas se alzó en el aire, girando sobre sí misma.

-¿Tienes miedo?

-¿Eres tú el demonio? ¡No queremos hacerte daño! ¡Sólo queremos que vengas con nosotros para llevarte a un lugar seguro!

-No...no hay lugar seguro al que ir...sólo hay miedo... ¿acaso no sientes el miedo?

Al igual que la anterior, más de aquellas mesas empezaron a danzar por la habitación, dibujando movimientos aleatorios mientras seguían girando una y otra vez.

-Por favor. De verdad que no queremos hacerte daño. Hemos venido porque nos han informado de que un demonio estaba causando problemas en este sitio.

-No hay nada que hacer, jamás saldré de aquí...ni ahora vosotros tampoco...

Fue entonces cuando una figura humana emergió del suelo. Parecía un niño, sin embargo su imagen se distorsionaba y cuando la chica se fijo en su rostro, éste carecía de ojos, nariz y boca, dándole un aspecto de lo más macabro.

-¿Qu-qué es lo que eres? –preguntó la demonio echándose hacia atrás.

-Yo soy el miedo... –dijo mientras cada vez se acercaba más y más a ella.

La chica tropezó y cayó al suelo, lo que provocó que la figura decidiese ponerse a gatas y seguir avanzando.

 

Finalmente llegó un momento en el que la espalda de Eri se topó con una de las mesas, deteniendo su huida.

-Se acabó para ti... –la figura alargó su mano, sin embargo, no llegó a tocarla ya que algo la elevó en el aire manteniéndola flotando. Las mesas dejaron de moverse y cayeron al suelo de forma descontrolado y armando un buen escándalo. La joven por su parte alzó instintivamente las manos para protegerse de que alguno de los muebles se abalanzase sobre su cabeza.

-¿Huh?

Atreviéndose a observar lo que había pasado, descubrió a Akira, quien tenía al niño agarrado intentando escaparse en vano.

-¿Akira-kun? –Eri fijó la mirada en él y posteriormente en el niño- ¿Qué significa esto?

-Me temo que hemos sido engañados por un truco barato.

-¿Un truco?

-Sí. ¿Verdad, amiguito?

-¡Suéltame! ¡Yo no he hecho nada! –con una voz aguda que nada tenía que ver con la susurrante de antes, la figura sin rostro intentó golpear a su agresor sin ningún éxito- ¡No vais a atraparme!

-Haremos un trato entonces. Dejamos de jugar y muestras quien eres en realidad o hago que tu cuerpo arda como la leña –propuso mientras con la mano que tenía libre producía una llama.

-...

-Tú mismo.

Quedándose quieto el cuerpo del niño comenzó a distorsionarse provocando que la imagen se volviese más pequeña hasta ir tomando una forma diferente. Cuando finalmente la transformación cesó, colgado de las manos de Akira se encontraba un pequeño zorro con tres colas y pequeños cuernos en la cabeza.

-¿Qué...? ¿Un zorro?

-¡Me llamo Agramón, demonio del miedo! ¡Ni se te ocurra volver a llamarme zorro!

13: Capítulo 13 - Ser un demonio
Capítulo 13 - Ser un demonio

-¿Qué estabas haciendo aquí, zorrito? –preguntó Eri mientras le acariciaba la barbilla al demonio, el cual todavía estaba siendo agarrado por Akira.

-¡Que no me llames así! ¡Soy Agramón! ¡Agramón! ¡Voy a hacer que os arrepintáis de esto!

-Ya, ya. Lo que tú digas, pero si contestas a su pregunta mejor –dijo Akira.

Los dos amigos se encontraban sentados sobre sendas mesas de las que había dispuesto Agramón por toda la habitación.

-Por cierto, Akira-kun. ¿Qué fue lo que te pasó? Quiero decir, cuando nos separamos.

-Una trampa.

-¿Huh?

-Estaba intentando abrir la puerta cuando escuché un pequeño susurro detrás de mí. Al darme la vuelta y caminar un poco en su dirección de repente caí por un agujero en el suelo preparado por este pequeño.

-Qué idiota, mira que caer en una trampa tan simple....ju...ju...ju –dijo el zorro riéndose por lo bajo.

-Quizás prefieras que queme alguna de tus colas como regalo por la broma –amenazó el chico claramente molesto.

-N-n-no hace falta, de verdad.

-Como sea. Justo en la habitación en la que caí había material como cuerdas, papel con estampados de suelos, tablas de madera podridas, arañas de juguete además de otros insectos, etc. No me fue difícil llegar a la conclusión de que todo eran trucos para asustarnos.

-¡N-no son todo trucos! ¡Soy capaz de transformarme en las cosas que más teméis!

-Lo que elevaba las mesas eran hilos...

-¡Dejad de ignorarme! –exclamó el pequeño demonio.

-Eso no está bien, Agra-chan. No deberías de asustar a la gente de esa manera –dijo Eri mientras volvía a acariciarle la barbilla.

-¡¿Quién te ha dado permiso para llamarme de esa forma?! ¡Es peor que lo de zorrito! ¡Y-y no me acaricies más! ¡No me gusta que lo ha...gan...! –mientras gritaba esto fue cerrando los ojos poniendo una expresión de placer.

-Eres muy fácil de leer –comentó Akira.

-¡Cierra el pico, simplón!

-Creo no haber escuchado bien lo que me acabas de llamar –dijo el medio demonio haciendo aparecer de nuevo una bola de fuego en la palma de su mano.

-Simplón... –Eri rió levemente.

-¡Pero no le rías la gracia!

Avergonzado, el chico resopló.

-Como sea, me gustaría que me respondieses a la pregunta que te he hecho antes, por favor.

El zorro miró fijamente al rostro de la chica.

-D-de acuerdo...yo...estaba huyendo...

-¿Huyendo? ¿De quién?

-No lo sé. Un día comenzaron a atacarme unos tipos extraños con pelo blanco y halos en las muñecas. Allá donde fuese siempre me seguían, hasta que conseguí encontrar refugio en este lugar.

-“Dying Walkers”...

Eri y Akira se miraron.

-Para mantener alejados a los humanos empecé a aterrorizarlos cada vez que venían aquí con cosas que iba encontrando en este edificio o en lugares cercanos. Así conseguía comida también.

-Pero, ¿no crees que así podrías llamar la atención de ellos?

-Sé que al cabo de un tiempo probablemente terminarían encontrándome pero no podía hacer otra cosa.

-¿Y por qué no le pediste ayuda a otros demonios? Los hay como nosotros, que se encargan de defender a los demás.

-...

-¿Agra-chan?

-No confío en otros demonios...cuando era pequeño...un demonio mató a mis padres y desde siempre he estado solo...sin confiar en nadie...

Los dos amigos se mantuvieron en silencio.

-Así que dejadme solo. Sabré arreglármelas...

-Te equivocas. Si te quedas aquí morirás en poco tiempo o algo mucho peor. Vete tú a saber lo que harán contigo.

-¡No puedo hacer otra cosa!

-Nosotros te ayudaremos –dijo Eri mostrando una gran seguridad.

-¡No pienso aceptar vuestra ayuda! ¡¿Es que no me habéis escuchado o qué?! ¡Si la hubiese querido os lo habría dicho desde un principio!

-¡No todos somos iguales! Yo... ¡yo también he sido perseguida por los mismo que van detrás de ti! Pero fui salvada...salvada por demonios, por medio demonios, ni siquiera importa la especie, simplemente estaban ahí cuando los necesitaba. Amigos, compañeros...sé que has estado solo todo este tiempo pero nunca es tarde para empezar a creer en los demás...

A Eri le vinieron a la mente las imágenes de Luka y Shiina.

-...déjanos ayudarte...yo misma me encargaré de que vuelvas a confiar en los demás...

El zorro parecía sorprendido por las palabras de la joven.

-¿De verdad...estaré a salvo...?

-Te lo prometo.

Mostrando decisión, como cuando decidió proteger a sus amigos, la chica asintió. Por su parte, Akira sonrió.

-B-bueno, no es como que confíe en ti p-pero supongo que puedo darte una oportunidad...

La cara de ella se iluminó.

-¡¿En serio?! ¡Gracias, Agra-chan! –exclamó abrazándolo y rozando sus mejillas con las del demonio.

-¡N-no te acerques tanto! ¡Vas a aplastarme!

-En fin, será mejor que nos marchemos –sugirió Akira.

 

Ya estaba anocheciendo cuando salieron del edificio.

-Probablemente sea un poco tarde para avisar a Derain.

-No es que sea tarde pero dudo que se moleste siquiera en contestar.

-¿Estás de acuerdo con dejar tus cosas allí? –pregunto la demonio.

De repente la cabeza de Agramón salió por el hueco del cuello del uniforme de Eri.

-Sólo lo utilizaba para alejar a los intrusos de ese lugar así que no creo que los necesite más. No eran más que un complemento de mi poder.

-Y sin embargo era lo que más miedo daba de éste...

-¡C-cállate, simplón!

-¡Eh!

-Vamos, vamos...

-En cualquier caso, ¿qué vamos a hacer con él hasta mañana?

-¿Eh? ¿Cómo que qué vamos a hacer? Se quedará en mi casa, por supuesto.

-¿Qué? ¿Estás segura de ello?

-Claro. He sido yo la que he dicho que lo protegería. Además, no hay nadie allí así que no habrá ningún problema.

-Pero, ¿y si viene algún “Dying Walker” de los que lo estaban persiguiendo?

-Pues me enfrentaré a ellos.

-¿Y si son muchos?

-Pues quizás tenga problemas...

-¡No lo digas tan a la ligera!

-¿Por qué no vienes tú también, Akira-kun?

-¿Qué?

-De esa manera podrás ayudarme en caso de que nos ataquen.

-B-bueno, no es mala idea pero, ¿estás segura de ello? Quiero decir, tendremos que pasar la noche en tu casa...

-Claro, no es como que sea algo raro entre amigos.

-No creo que me hayas terminado de captar del todo...

 

Finalmente, después de que Akira se dejase convencer, los tres se dirigieron a casa de la chica.

-Siéntete como en tu casa –dijo ella a Akira.

-Con permiso... –el chico pareció dudar un poco en entrar pero acabó por seguirla-. Vaya, no ha cambiado nada.

-Oh, es cierto. Ahora que recuerdo no es la primera vez que vienes, ¿verdad?

-Fue hace bastante tiempo pero recuerdo haber estado aquí.

-¿Quieres cenar algo? –preguntó Eri animadamente.

-¿Eh? N-no quisiera abusar...

-Yo tengo hambre –contestó Agramón volviendo a asomar su cabeza por el cuello del uniforme.

-¡Oye! –exclamó Akira.

-Vamos, vamos, no me importa prepararos algo. Al fin y al cabo sois mis invitados.

-D-de acuerdo, desisto.

-¡Okay!

 

-¿Sí?

-Ya pensaba que no ibas a contestar...

Sentado sobre el sofá del salón, Akira había decidido usar su móvil para llamar a Derain e informarle sobre la situación. Tras varios intentos, el imp por fin le había contestado.

-Me has pillado echando la siesta de la tarde.

-Es de noche...

-Tarde, noche, ¿qué más da?

Akira resopló mientras se llevaba la mano a la frente.

-¿Y? ¿Para qué me has llamado?

-Hemos capturado al demonio.

-¡¿En serio?!

-Me pregunto por qué suenas tan sorprendido...

-Es broma, sabía que podríais conseguirlo.

-Ahora suenas poco convincente... En cualquier caso, está con nosotros en casa de Eri. Parece que también está siendo perseguido por los “Dying Walkers”. Le he dicho a ella que quizás no era una buena opción. Es posible que se enteren de nuestra posición y esto se convierta en una situación desagradable, pero al final he terminado acompañándola como refuerzo.

-¿Seguro que ese ha sido el único motivo? –preguntó Derain con voz pícara.

-¡¿Q-qué insinúas?!

-Nada, tranquilo. En cualquier caso, ¿cuál es la identidad del demonio?

-Su nombre es Agramón, es un demonio con forma de zorro y sus habilidades están relacionadas con el miedo de aquellos sobre quienes las aplica. Es muy desconfiado con los demonios. Parece ser que sus padres fueron...asesinados por algunos de ellos.

-...

-¿Derain? ¿Ocurre algo?

-El mundo es un pañuelo... –susurró el imp.

-¿Qué?

-No es nada...Traedlo mañana para que le haga el registro y le llevemos a un lugar donde esté protegido. También tenéis que tener cuidado con los “Dying Walkers” aunque supongo que no habrá problema si sólo os atacan ellos.

-De acuerdo.

-Ah, y mucha suerte en casa de la chica –comentó Derain socarronamente.

-¡¿Eh?! –antes de que pudiese decir nada más se dio cuenta de que el demonio ya había colgado- Maldito imbécil... –dijo mientras observaba el teléfono.

 

-Ya he informado a Derain sobre la situación. Dice que lo llevemos mañana para que le hagan el registro y... –el chico llegó hasta la cocina donde encontró numerosos platos de comida dispuestos sobre la mesa y que presentaban un aspecto delicioso. En una de las sillas se encontraba Agramón, quien observaba con impaciencia cada uno de los alimentos- Esto es...

-Has llegado justo a tiempo, acabo de terminar –dijo Eri mientras depositaba un último plato encima del mueble y se quitaba el delantal que había utilizado- Servíos de lo que queráis. Hay de todo.

-Es increíble. ¿Cómo has conseguido hacer todo esto? –preguntó Akira sentándose en otra de las sillas mientras recibía el olor de la comida.

-Bueno...cuando una vive sola tiene que aprender a apañárselas en más de un sentido, así que tras varias pruebas con resultados de los que prefiero no hablar, conseguí aprender a cocinar de esta manera.

-¿Podemos empezar ya? ¡Me muero de hambre! –exclamó Agramón cuya baba mojaba el mantel que cubría la superficie de la mesa.

-Por supuesto. Adelante.

 

-Esto está buenísimo, Eri.

-Gracias. Me alegra que os guste.

-Creo que podría morir en paz –declaró Agramón.

-N-no exageres... –replicó la chica quien comenzaba a avergonzarse-. Ah, Akira-kun, hay algo sobre lo que me gustaría preguntarte.

-¿Fe qué fe frata (De qué se trata)? –preguntó el joven con la boca llena.

-Verás...recuerdo que la primera vez que me transforme el uniforme quedó hecho polvo. Sin embargo, cuando lo hice la última vez, cuando mataron a Shiina, no pasó lo mismo...

-¡Ah, efo (Ah, eso)! –antes de seguir hablando bebió un poco de agua- Eso fue obra de Asari-sensei.

-¿Asari-sensei? Ahora que lo pienso fue ella la que me trajo el uniforme...

-Ese uniforme está hecho con Setten. Cuando te transformas en demonio pasa a formar parte de tu propia energía como tal. Es como una especie de mecanismo de activación.

-Ya veo. Entonces, ¿el tuyo está hecho de lo mismo?

-Así es.

-Qué conveniente...

-Asari-sensei tiene sus trucos. Y contactos también...

-Ella dijo que...fue maldecida por un demonio, ¿verdad?

-Sí.

-El demonio que lo hizo, ¿también forma parte del equipo?

-Sobre eso la verdad es que no tengo mucha información pero quizás sea mejor que te lo cuente ella. Las historias personales de los demás no son algo que deban contar otros. Además todos lo que integramos el equipo de esta zona tenemos cosas de las que preferimos no hablar.

 

Eri sabía bien a lo que se refería, al fin y al cabo, hacía poco que se había enterado de la verdad sobre la familia de Akira. No podía evitar preguntarse que cantidad de atrocidades tendrían que haber pasado otros demonios como ella.

“Cuando aprendas a aceptar totalmente quién eres entonces podré enseñarte cómo usar tu poder de súcubo...”, las palabras de Derain cruzaron de manera fugaz la mente de la chica.

 

¿Quién era ella? Una demonio. Parte de aquellos que sufrían. ¿Acaso era algo que merecían? Es algo que se había preguntado durante mucho tiempo.

 

Ellos fueron los que atacaron a la humanidad, pero, aquellos que quedan, ¿realmente tienen que sufrir así? Los demonios, ¿de verdad se diferenciaban tanto de los humanos?

 

De repente la cabeza comenzó a dolerle. La imagen que vio cuando estuvo en la biblioteca del instituto volvió a mostrarse ante ella, sólo que esta vez había algo más.

 

Un hombre, vestido de blanco y cuya cara no podía ver con nitidez, llevaba esa espada apuntado al cuerpo de otro hombre que, moribundo alargaba la mano hacia... ¿ella?

-¡E-r-i!

La chica empezó a escuchar un pitido que se hacía cada vez más fuerte a la vez que la escena continuaba.

-¡E-r-i!

El pitido era insoportable hasta el punto de hacerla gritar de dolor. La joven no podía hacer más que observar aquello impotente. De repente, la figura de blanco levantó la espada dispuesta a rematar a su enemigo. Intentó gritar que no lo hiciese pero el pitido evitó que sus palabras se escuchasen. Fue entonces cuando, en el momento en el que la espada se dispuso a empalar el cuerpo del caído, el tiempo se detuvo en aquella escena, desapareciendo aquel ruido insoportable y únicamente quedando las palabras del moribundo: “Te quiero”

 

-¡Eri! ¡Eri! ¡Dios mío, Eri!

Lo siguiente que vio la chica fue el rostro preocupado de Akira, quien gritaba su nombre sin descanso.

-¿Qué? ¿Por qué?

-Buff, que alivio. Creí que te había pasado algo grave.

Eri miró a su alrededor y se dio cuenta de que se encontraba acostada sobre el suelo. A su lado yacía la silla sobre la que se había sentado, que parecía haber caído junto con ella.

-¿Qué ha pasado? –preguntó confusa.

-Te agarraste la cabeza gritando de dolor –contestó Agramón apareciendo sobre la cabeza de Akira-. Después te lanzaste al suelo sin dejar de gritar. El simplón no dejó de llamarte pero no reaccionabas. Nos has dado un buen susto.

-Lo siento...yo...no sé lo que me ha pasado...de repente vi aquello y...

-Por el momento vamos a levantarte. Ya nos lo contarás después...

 

-¿Una persona matando a otra?

-Lo sé. Yo tampoco entiendo qué significa pero parecía increíblemente real, como si lo estuviese viviendo en ese preciso instante –contestó Eri de nuevo sentada.

-Quizás si le preguntamos a Derain, él sepa algo sobre el tema. Mañana mismo hablaré con él.

-De acuerdo.

-Por ahora será mejor irse a dormir. Es posible que el cansancio también haya influido en lo que has visto.

-Sí...

 

Ya en su habitación Eri se dispuso a preparar un futón. No dejaba de darle vueltas a lo que había visto, es más, se le había quedado una sensación extraña. Era como si en ese momento hubiese vivido una completa desesperación...

-¿Qué estás haciendo, Eri? –preguntó Akira con una sonrisa irónica en su rostro.

-¿Huh? –saliendo de su ensoñación, se mostró confusa ante las palabras de su amigo- ¿Esto? –dijo señalando el futón- Para que puedas dormir, ¿qué si no?

-¿Esperas que duerma en la misma habitación que tú?

-En caso de que ocurra algo, ¿no sería mejor estar cerca el uno del otro?

-Bueno...tienes razón pero...

-¡Vamos! Déjate de formalidades y, ya que estás aquí, échame una mano.

-No creo que las formalidades sean el problema...

 

Terminados los preparativos ambos se acostaron en sus respectivos lechos. Agramón por su parte decidió tomar un hueco en la cama de Eri como lugar para dormir.

Aquel día había sido de lo más revuelto, primero el encuentro con Agramón, y luego aquella visión.

Moviendo ligeramente su mano tocó el cuerpo de Agramón, percatándose de la presencia del demonio.

-¿Estás cómodo, Agra-chan?

-...

-¿Agra-chan?

-Lo cierto es que...hacía tiempo que no lo estaba. Quizás te parezca raro pero es la primera vez en mucho tiempo que creo poder dormir tranquilo. Siempre había tenido que dormir escondido en algún callejón o lugar lo más oscuro posible hasta que logré esconderme en ese edificio. E incluso allí el suelo era frío y duro. Era difícil poder descansar tranquilamente.

La expresión de ella se volvió melancólica a la vez que acariciaba tiernamente la cabeza del demonio.

¿Tanto se diferenciaban humanos de demonios...?

-No te preocupes. Te prometo que a partir de ahora todo irá bien...

 

Al día siguiente, Akira despertó en una habitación desconocida. Su mente tardó un poco en recordar que se había quedado a dormir en casa de Eri.

 

De repente notó algo a su espalda, lo que provocó que girase la cabeza lentamente. En ese momento se dio de bruces con el rostro de Eri, quien se encontraba abrazada a la espalda del chico.

 

Éste, al verse en esa situación, rodó hacia el lado contrario sobresaltado, lo que provocó que la cubierta se enrollara alrededor de su cuerpo.

 

Cuando la chica notó la falta de algo que la cubriese, abrió los ojos, encontrándose con la escena causada por el joven.

-¿Qué haces así, Akira-kun? –preguntó medio dormida.

-Nada...nada de nada... –respondió él con resignación.

 

Más tarde, tras salir de la casa, los dos, junto con Agramón, el cual se hallaba escondido bajo el uniforme de Eri, se dirigieron al instituto para ver a Derain.

 

-Así que él es Agramón –dijo el imp con una voz más seria de lo normal para tratarse de él.

Los tres se encontraban en un aula cerrada para poder mantener una conversación en privado. Por su parte, Derain iba transformado en Reima.

-Déjalo un momento en el suelo y procederé a tomarle los datos para el registro.

-Antes hay algo que me gustaría pedirte –dijo Eri.

-¿De qué se trata?

-Me gustaría que Agramón se quedase conmigo.

14: Capítulo 14 - Comienza el campamento
Capítulo 14 - Comienza el campamento

-¿Huh? –Akira se mostró confuso ante la declaración de Eri.

-¿Quieres que se quede contigo? –le preguntó Derain.

-Así es. ¿Hay algún problema con ello?

-Bueno, realmente no. Siempre y cuando hagamos el registro sobre él y ambos estéis de acuerdo no tengo ninguna objeción. No obstante sabes lo que implica, ¿verdad? Tendrás que responsabilizarte de lo que pueda ocurrir, incluyendo posibles ataques de sus perseguidores.

-Al igual que él, yo también soy una demonio. Tampoco estoy a salvo de que me persigan e intenten capturarme o matarme. No creo que mi vida cambie mucho –dijo mientras esbozaba una sonrisa irónica-. No quiero escapar. Y creo que con esto daré un paso más para enfrentarme a lo que soy.

-Je... –Derain se mostró satisfecho por su respuesta-. Parece que ya los has entendido.

-No estoy seguro de que esto vaya a salir bien, Derain –replicó Akira.

-No te preocupes, Akira. Incluso si Agramón pasa a ser responsabilidad de ella. La chica todavía esta bajo nuestro cuidado. No estará sola para enfrentarse a lo que esté por venir, ¿me equivoco? –el demonio le echó una mirada pícara al chico, quien desvió la suya-. En cualquier caso, todo depende de lo que elija Agramón.

 

Los tres fijaron la vista en el zorro, quien sentado sobre el suelo de la sala, se sorprendió al sentir la presión de los ojos del resto, bajando un poco la cabeza al principio para luego dirigirla hacia la chica.

-No es como que confíe en cada individuo que acabe de conocer...pero supongo que me sentiría mucho mejor estando con ella...

-¡Agra-chan! –Eri cogió a Agramón y lo abrazó contra su pecho.

-¡Que no me llames así! ¡Y me estás asfixiando!

 

La joven, haciendo caso omiso de sus palabras, continuó apretándolo contra sí.

-En fin, supongo que entonces ya está decidido, ¿no? –sentenció Derain dirigiéndose a Akira, quien aunque mantenía una expresión sería no mostró ninguna queja.

-Bien, pues hecho esto te agradecería que lo dejases en el suelo, de lo contrario no podré empezar con el registro.

-¡Ah, si! Lo siento –la chica le hizo caso y se separó del zorro, el cual se encontraba algo mareado por la falta de aire.

 

Derain se agachó hasta situarse más o menos a la misma altura que el pequeño demonio y alargó la mano hasta posarla sobre la cabeza de éste. Poco después la mano del imp comenzó a brillar con una extraña luz blanca que se extendió por todo el cuerpo del receptor.

-¿Qué es lo que le está haciendo? –preguntó Eri.

-Si tuviese que describirlo de alguna forma sería algo así como leerle la mente... –contestó Akira.

-¿Leerle la mente?

-Como ya sabes, el poder de Derain tiene su base en las ilusiones al igual que el tuyo. Pero digamos que se especializa en interferir en la mente de los demás. Como cuando indujo el sueño en los alumnos de nuestro instituto y sustituyó sus recuerdos. Es capaz de introducirse en la mente de los demás y modificar lo que hay dentro de ésta. En el pasado, debido a esto se ganó el apodo de “Dreambuster”.

-E-espera, ¿quieres decir que puede entrar en mi mente y hacer que piense o haga lo que él quiera y cuando quiera?

-No exactamente pero algo por el estilo. En cualquier caso también depende de la fuerza mental del receptor así como otros factores. Ahora mismo no pretende modificar nada, simplemente buscar los datos más relevantes de cara al registro.

-Vaya invasión a la privacidad...

Sin duda, pese al aspecto y la personalidad que tenía, la chica no pudo evitar pensar que las habilidades del imp eran impresionantes.

 

Tras algunos minutos, la luz se debilitó hasta desaparecer.

-Ya he terminado –dijo el imp, levantándose.

-Ha sido rápido...

-No se necesita mucho tiempo para obtener los datos para el registro. Por ahora ya podéis marcharos. Yo me encargaré de lo demás. Ah, y Eri, reúnete conmigo mañana en el descampado.

-De acuerdo. Vamos, Agra-chan.

Pese a las palabras de la joven, el zorro se quedó un rato observando a Derain, que continuaba transformado en Reima.

-¿Ocurre algo, Agra-chan?

-No, no es nada –dijo finalmente mientras seguía a la chica- ¡Y no me llames así!

 

Una vez se hubieron marchado, el imp se quedó solo en la sala, con las manos apoyadas sobre una de las mesas y la mirada fijada en la madera de ésta.

-Lo siento, Agramón. Si volvieses a verme en mi forma original, supongo que me odiarías, ¿verdad?

 

Finalmente llegó el día del campamento. La mayor parte de los alumnos se encontraban ya en la puerta del instituto varios minutos antes de que llegase el autobús. Muchos con grandes mochilas cargadas a su espalda y otras bolsas de equipaje en las manos. Esto se unía a la expresión somnolienta por haber madrugado.

-¿Dónde estará Luka?- preguntó Eri.

-Seguramente se haya quedado dormida –respondió Akira mientras se llevaba una mano a la boca tapando un bostezo.

-¡Cuando la vea la mato! –exclamó Eri.

-Cálmate, Eri-chan –dijo otra chica situada al lado de la primera.

-Ahora que Shiina no está alguien tendrá que controlarla, Mizuki-chan.

 

Onohara Mizuki, compañera de clase a la que las chicas y Akira conocían, aunque no desde hacía tanto tiempo, habiendo coincidido con ella en cursos anteriores. Se trataba de una chica bastante amable y sociable, algo torpe. Su larga melena negra y lisa estaba sujeta por un par de horquillas en la zona del flequillo y solía tener una expresión alegre, además de un cuerpo pequeño y un poco frágil. Era del tipo de persona que solía simpatizar rápidamente con los demás y formaba parte del grupo de Eri para ir al campamento.

-L-lo entiendo, pero aún así...

-Por ahí viene –dijo Kaoru con un ligero movimiento de cabeza en dirección al miembro que faltaba, a excepción de Shiina, que seguía en el hospital.

 

Luka llegó corriendo hasta situarse frente a los demás, apoyando sus manos sobre las rodillas y jadeando mientras intentaba recuperar el aliento. Tenía el pelo desordenado debido a la carrera.

-L-l si-siento...m-me he qu-quedado d-dormida...

-No me digas... –resopló Eri mientras Akira y Mizuki mostraban una sonrisa irónica.

 

Por su parte, Kaoru volvió a realizar otra indicación, pero esta vez dirigida hacia el autobús.

-Parece que ha llegado justo a tiempo.

 

El autobús no tardó en llenarse del jaleo provocado por las conversaciones de los estudiantes, contentos de abandonar la rutina de las aulas y cambiar de ambiente.

-¿Queréis un poco? –preguntó Mizuki a las otras dos chicas enseñándoles una bolsa llena de snacks variados.

-No...gracias...llevo unos días que no como demasiado bien... –rechazó Luka.

-Todavía sigues teniendo problemas con tu estómago.

La chica asintió.

-Llevo unos días así. El médico lo único que me dice es que debo vigilar lo que como pero pese a ello no encuentro mucha mejoría.

-Mm...quizás hubiese sido mejor que te hubieses quedado en casa... –comentó Eri.

-¿Y perderme el campamento? ¡Ni muerta! ¡Además no estoy tan mal como para eso!

-De acuerdo, como quieras, pero no hagas que nos preocupemos.

-¡Podéis estar tranquilas! –Luka se golpeó el pecho, segura de sí misma.

 

-¡Muy bien! ¡Escuchadme todos un momento! ¡Sé que es difícil pero haced un esfuerzo! –exclamó Asari intentado hacerse oír entre la multitud de alumnos- ¡Dentro de poco llegaremos al lugar donde estableceremos las tiendas de campaña, así que quiero orden! ¡Que nadie se vaya de la zona y seguid bien las instrucciones de los profesores!

-¡Mirad! –señaló Akira al resto de su grupo.

 

A través de la ventana del autobús podía observarse una zona montañosa llena de árboles y vegetación formando un semicírculo alrededor de un extenso valle, donde se emplazaría el campamento.

-Es precioso –dijo Mizuki.

 

Puesto que no podían detenerse directamente en el valle, los autobuses los dejaron en un recinto que había antes de internarse en éste. Se trataba de un claro donde había varias construcciones de madera, establecimientos en los que se encontraban guías y guardas y donde se registraban los permisos para las excursiones y campamentos que se hacían en aquel lugar.

 

Uno de los guías se situó frente a ellos.

-Mi nombre es Endo Takeshi y os guiaré hasta el siguiente punto. No os preocupéis el trayecto no es muy largo –añadió al observar las expresiones de los alumnos- Seguidme mientras os explico las reglas que debéis seguir para el cuidado del medio ambiente.

 

-Oh, Derain, estás aqu... ¿qué pintas son esas? –preguntó Eri a Reima/Derain quien vestía ropa propia de un explorador, incluyendo chaleco y pantalones color verde claro llenos de numerosos bolsillos, un par de botas negras y una gorra de cuero con forma de casco- ¿Acaso vas revolver la tumba de algún faraón egipcio?

-Mm... ¿No es este el tipo de ropa que se lleva para excursiones?

-A la jungla o en expediciones arqueológicas...

-Ya veo...bueno da igual, me daría pereza el tener que cambiarme ahora. Para empezar, ni siquiera quería venir... –comentó el demonio mientras, con una mala disimulada pereza, continuaba su camino detrás del guía.

La chica resopló llevándose una mano a la frente.

-Es un caso perdido...

De repente algo se movió entre sus ropas y el hocico de un pequeño animal asomó por el cuello de la camiseta.

-¿Puedo salir ya? Hace calor aquí dentro –dijo la voz de Agramón.

Puesto que se había autodeclarado como responsable del demonio, tenía la misión de no separarse de él, de manera que durante estos días el zorro le había estado acompañando a clase, ya fuese escondido en la mochila o bajo el uniforme de ella. Por supuesto, el campamento no era una excepción.

-Ya te diré yo cuando puedes salir. Por ahora aguanta un poco más.

-¿Con quién hablas, Eri-chan? –preguntó Mizuki apareciendo de repente a su lado.

-¡¿Eh?! ¡C-con nadie! E-esto... ¡hace calor, ¿verdad?!

-La verdad es creo que se está bastante bien.

-Sí, es verdad, s-será cosa mía jejeje...

Mizuki ladeó la cabeza en señal de confusión.

 

Siguiendo a Takeshi, la fila de alumnos y profesores continuó por el sendero que descendía hacia su destino, limitado a ambos lados por una extensa flora. El Sol quedaba cubierto por las hojas de los árboles y se escuchaba el sonido de algunos animales pese a que no se mostraban a los nuevos visitantes.

 

Finalmente llegaron a un claro que consistía en una ancha llanura en cuyo centro había un gran lago formado por las aguas del río que bajaba a partir de las montañas.

-Bien, ya hemos llegado.

La vista era bastante hermosa. Algunos alumnos no pudieron evitar gestos de sorpresa.

 

Adentrándose más se situaron en una zona cercana al lago. Lugar donde acamparían. Tras mantener una conversación con los profesores, el guía se marchó de vuelta al recinto.

Por su parte, los profesores se dividieron de manera que cada uno quedaba a cargo de una de las clases.

-¡A ver, chicos! ¡Escuchadme! –exclamó Asari quien, siendo la tutora de la clase de Eri, había quedado como responsable de ella- ¡Ya tenéis los grupos y conocéis los pasos a seguir para montar la tienda! ¡Para cualquier duda preguntadme! ¡Quiero que mantengáis el orden! ¡Como se os ocurra pelearos os mato! –esta última declaración la hizo mientras levantaba el puño cerrado en el aire.

-Me pregunto si está bien amenazar así a los alumnos... –dijo Akira.

-Por el momento pongámonos a trabajar –recomendó Kaoru mientras comenzaba a sacar los instrumentos.

-¡Hyaaaa!

-¿Eri?! –soltando un gritó, la chica alteró a sus compañeros- ¿Estás bien?

-¡S-sí! ¡Sólo ha sido un escalofrío!

 

Tras ver cómo los demás empezaban a sacar sus cosas la chica levantó ligeramente la camiseta.

-Deja de moverte así. Me has hecho daño –susurró Eri a Agramón.

-¡No puedo aguantar más! ¡¿Has engordado en esta última semana?! Quizás sea por eso por lo que siento tanta presión aquí dentro...

El zorro se detuvo al observar la mirada asesina de la joven.

-Lo siento. Estoy seguro de que ha sido por otra cosa...

-Cuando terminemos de montar las tiendas comenzaremos con las actividades. Entonces podrás descansar dentro de la tienda mientras tanto.

-Pues date prisa...

-No me presiones...

-¡Eri! ¡Necesitamos un poco de ayuda por aquí!

-¡Enseguida voy!

 

Tiempo después, y no sin complicaciones, los alumnos consiguieron montar las tiendas.

-Parece que en general nos han quedado bastante bien –dijo Luka claramente orgullosa de sí misma.

-Luka, al final tú eres la que menos ha ayudado –se quejó Eri.

-Y-ya sabes...lo del estómago...

-Creía que te afectaba sobre todo en las comidas.

-B-bueno, no es sólo eso...

-Entiendo...

-Vamos, vamos, lo importante es que ya está hecha –intentó calmar la situación Mizuki.

 

El grupo había montado dos tiendas, una más grande para las tres chicas y otra más pequeña para los dos chicos. En principio eran tres tiendas por grupo debido a que dos personas dormirían en la misma, sin embargo, al haber faltado Shiina habían decidido que las tres dormirían en una, para lo que había hecho falta la de mayor tamaño.

-¡Bien, por ahora os dejaremos descansar un poco! ¡Luego haremos senderismo por el valle para explorar el área y observar más de cerca la flora y fauna del lugar!

“Maldita sea...entonces todavía no comenzaremos con las actividades...”, pensó Eri bajando la mirada hacia su camiseta.

-¿Qué os parece si probamos la tienda? –propuso Luka.

-Y-yo preferiría ir a ver el lago... –intentó disuadirla la demonio.

-Yo estoy de acuerdo con Luka-chan. Así podemos acomodarnos para cuando tengamos que dormir.

-Pero...

-¡Vamos, entra!

 

Siendo arrastrada por sus amigas, la chica se introdujo en el interior de la tienda.

-Guau, es más ancha de lo que se veía desde fuera.

-Es cierto. Aquí vamos a caber sin problemas.

-¡Acuéstate, Eri! ¡Compruébalo tú también!

-No, si yo...

-¡Que sí!

Apoyando la mano sobre el pecho de la chica, Luka la forzó a situarse en medio de las dos.

-¿Huh?

-¿Qué ocurre, Luka-chan?

-He notado un bulto extraño ahí. Bueno, más que un bulto. Como algo más grande de lo normal. ¿Te han crecido, Eri?

-¡¿Qu-qué?!

-¡Ya no aguanto más!

Sin poder soportarlo, Agramón salió de entre la camiseta de Eri, deslizándose por las piernas de Luka, quien, sorprendida, golpeó la tienda de campaña, provocando que tanto las chicas como el zorro entrasen en pánico, causando la revolución allí dentro.

 

-¡¿Qué diablos pasa?! – preguntó Akira viendo como desde el interior comenzaban a escucharse gritos y se sucedían una serie de sacudidas a la tela que constituía el cobijo.

-Déjalas. Parece que se lo están pasando bien –comentó Kaoru mientras ordenaba algunas cosas en su mochila.

Finalmente, la construcción no pudo aguantar más y se cayó encima de ellas, quedando atrapadas.

 

Cuando finalmente consiguieron liberarse, las tres se encontraron con la mirada del resto de alumnos, sin embargo esto no les importó mucho ya que algo terminó captando aún más la atención de todos: un pequeño zorro de tres colas y cuernos que sacudía la cabeza intentando despejarse.

-¡Gah! –gotas de sudor frío recorrieron la frente de Akira.

-Un zorro... –dijo Mizuki.

-¡Es un zorro! –Luka lo cogió y lo elevó en el aire para luego apretarlo contra sí misma.

 

Por su parte, el demonio no tenía ni idea de lo que estaba pasando. Al momento, un gran número de jóvenes se había arremolinado a su alrededor, tocándolo y acariciándolo de todas las maneras posibles.

-¡Mirad! ¡Tiene tres colas!

-¡Y cuernos!

-¿Creéis que será una nueva especie?

-Preguntémosle a los senseis.

 

-¿Estás bien, Eri? –preguntó Akira acercándose a la chica que todavía se encontraba acostaba sobre la hierba y parte de la recién deformada tienda de campaña.

-Parece que se están llevando bien, ¿eh? –respondió con voz cansada- Empieza movidito este campamento...

El chico no pudo más que sonreír ante sus palabras.

-Sí. Seguro que será divertido...

15: Capítulo 15 - El demonio oculto
Capítulo 15 - El demonio oculto

Durante la noche, un individuo se dispuso a entrar a lo que parecía una iglesia. Ésta se encontraba abandonada, de manera que ya desde fuera se podían observar las paredes agrietadas y los cristales rotos de las ventanas.

 

Esbozando una malévola sonrisa, el individuo entró sin pensárselo.

 

El interior de la construcción ayudaba a la ya de por sí destartalada visión del exterior, mostrando una gran cantidad de bancos alineados a izquierda y derecha, algunos con la madera roída y otros simplemente con las patas rotas o parte de la estructura degradada. Lo que anteriormente habían sido bellas pinturas sobre eventos del cristianismo se habían convertido en simples dibujos de cualquier libro con varios siglos de antigüedad.

 

Lo único que se podía considerar en “buen” estado era el altar situado al otro extremo de la puerta de entrada, constituido de un mármol totalmente blanco y donde se hallaba sentada una figura encapuchada, la cual levantó la cabeza al percatarse de la nueva presencia.

-Así que ya has llegado...

-¿Soy el último? –preguntó con tono despreocupado el recién llegado.

 

Al momento, de entre las sombras, comenzaron a hacer su aparición otros encapuchados, distribuidos de forma irregular por toda la sala.

-Faltan John, Peter y Simon. El primero se encuentra en Italia, el segundo protegiendo el Arca y el tercero recibiendo penitencia por su último fracaso.

-¿Te refieres a lo que ocurrió en el instituto?

La figura asintió.

-Espero que tengas buenas nuevas, Judas.

 

El aludido se rascó la nuca mientras se sentaba sobre uno de los desgastados bancos y cruzaba las piernas mostrando una actitud pasota.

-La presa que escogí para que me hiciera el trabajo está muerta y una de mis ilusiones fue destruida. Ese “Dreambuster” y su socia son un maldito grano en el culo, por no hablar de que no tuvimos en cuenta la presencia de alguien más.

-¿Te refieres a la “nueva generación”?

-Me temo que sí. No obstante parte del objetivo fue cumplido.

-Eso quiere decir...

-He encontrado la Biblia.

Hubo un pequeño revuelo en la sala.

-Ya veo...

Levantándose del altar, el encapuchado se giró.

-En cuanto un poco más de sangre sea derramada, la Biblia se abrirá para dar lugar a un nuevo pasaje. Un pasaje que comenzará con la regeneración del que una vez cayó y que terminará con la exterminación y el control.

-Amén –dijeron todos al unísono.

Tras esto se dirigió hacia los demás.

-Se formará un grupo que se encargue de capturar la Biblia. Otro grupo recolectará la sangre que falta.

-Dejé que descubriesen mi identidad por lo que más de ellos se interesarán en nosotros pero, ya sabes lo que viene con ello, ¿verdad?

-Sí, la respuesta de aquellos que conocen la verdad y del propio “Darkblade”.

-Habrá que tener cuidado a partir de ahora.

-Lo sé, todo sea por nuestro señor...

 

-Aaaaah... ¿cuánto tiempo llevamos caminando por esta cuesta? –preguntó una Luka que llevaba más lengua fuera que dentro.

-Calculando lo lejos que estamos del campamento diría que unos seis kilómetros...más o menos –dijo Mizuki no muy segura.

-No me digas que ya estás cansada, Luka.

-Lo que no sé es cómo no estás cansada tú, Eri –se quejó la chica-. ¿Has estado haciendo ejercicio en secreto? Fue durante las veces que te ibas con Hioni-sensei, ¿verdad? ¡Qué sospechoso!

-¡¿En qué diablos estás pensando?!

-Naaaaaadaaaaa... –contestó intentando disimular con gesto de ponerse a silbar.

-¡Luka!

-¡Shhh, me ha parecido ver algo por allí! –exclamó Akira desviando el tema de la discusión.

 

Tanto el grupo de Eri como otros compañeros que se encontraban cerca se fijaron en lo que señalaba el chico. Poco después un ciervo apareció de entre los árboles más lejanos para posteriormente desaparecer de nuevo al darse cuenta de la mirada de alumnos y profesores.

-Qué bonito... –expresaron la mayoría.

-Ese es un Ciervo Sika conocido científicamente como Cervus nippon. Es bueno que hayamos podido ver uno, cerca de áreas urbanas suelen tomar hábitos más nocturnos –indicó Asari-. Continuaremos un rato más hasta que encontremos una planicie y descansaremos y comeremos allí.

-Casi parece que sensei esté disfrutando haciéndome sufrir –se quejó Luka.

 

Ya en una zona más llana, se sentaron y comieron lo que habían preparado antes de la exploración.

-Ah, que bien se está aquí –dijo Eri mientras situándose sobre la hierba, dejando que el viento le diese en la cara y meciese su cabello.

-Siempre me lo he preguntado, Eri-chan –dijo Mizuki poniéndose a su lado a la vez que dejaba la bolsa en el suelo.

-¿Huh?

-¿Por qué te dejas el pelo tan largo? Yo creo que te quedaría mejor un poco más corto, ¿no? ¿Tú que opinas, Akira-kun?

-Y-yo creo que así está bien –contestó el chico precipitadamente viéndose sorprendido por la pregunta.

-¿No resulta cansado el tener que peinártelo todas las mañanas?

-Qu-qué va. La verdad es que es bastante fácil...

 

Mizuki la miró con una de sus cejas levantada. Eri sabía bien que aquella excusa era bastante pobre y que de hecho todas las mañanas tenía que pasarse un buen rato arreglándose el pelo, pero tampoco podía decirle que lo hacía para ocultar los cuernos de sus sienes.

 

Habiendo terminado de comer y mientras Asari le explicaba al resto del grupo sobre la flora de la zona, la demonio decidió alejarse un poco del grupo. Si había un porqué a esto no era otro que el hecho de haber visto a Reima/Derain encaminarse hacia el mismo lugar al que iba ella.

 

Por otra parte, Agramón se había quedado junto con los demás. Habiéndose convertido en la atracción principal de los alumnos, ya no había motivo para esconderlo, por no decir que lo trataban como un rey dándole todo tipo de antojos. Además, también sabían que Eri se encargaba de cuidarlo.

 

Dejándolo allí, la chica no tenía de qué preocuparse siempre y cuando al zorro no le diese por hablar, pero supuso que Akira se encargaría de evitar que hiciese alguna tontería.

 

Al cabo de un tiempo se encontró con Derain, el cual estaba sentado sobre una roca de mediano tamaño, cuya parte inferior estaba hundida en tierra. El imp se encontraba fumando uno de sus puros.

-Así que has venido aquí a fumar, ¿eh?

-Ya que me dijiste que no era algo que pudiese hacer delante de los alumnos no me has dejado otro remedio.

-Bueno, supongo que en ese caso está bien. ¿Te importa si me siento a tu lado?

-Como quieras.

-Después de todo lo que ha ocurrido es bueno tener algo de diversión en un sitio así.

-Jejeje...

-¡¿De qué te ríes?! –se quejó la chica sintiéndose avergonzada.

-Nada, chica. Me agrada ver que sigues mirando el lado bueno de las cosas.

-Por supuesto.

-Es bueno llevar el pasado de esa forma...

-¿Eh? –sin nada más que decir, Derain continuó disfrutando de su puro.

 

Cuando ambos volvieron con los demás, éstos ya se estaban preparando para bajar hasta el campamento.

-Ah, chica. Será mejor que tengas cuidado.

-¿Qué quieres decir con eso?

-Hay algo además de nosotros y ese zorro que huele a demonio en este valle...

Confusa, la chica vio cómo el demonio se adelantaba.

 

Estaba ya oscuro cuando finalmente regresaron al campamento. Tras descansar un rato, se dispusieron a encender una fogata en una de las áreas cercanas donde estaba permitido. Para poder hacerla necesitaban realizar un pequeño cortafuegos alrededor para mayor seguridad, levantando tierra hasta cierta altura.

 

-Mañana por la mañana haremos turnos para bañarnos así que más os vale estar atentos al vuestro –comentó Asari a la clase-. Y espero que hayáis traído traje de baño.

Todos los alumnos lanzaron un “Sí” al unísono.

-Ah, ya tengo ganas de darme un baño –dijo Luka.

Los miembros del grupo se hallaban sentados frente a sus tiendas, incluyendo Agramón. La única excepción era Akira, quien había ido a calentar la comida en la hoguera para traérsela a los demás.

-Me pregunto cómo estará el agua –comentó Mizuki.

-Ya estoy aquí.

El medio demonio llegó con una bandeja rudimentaria en la que se encontraba una selección de varios alimentos para comerlos entre todos. Las chicas pusieron una expresión hambrienta mientras Kaoru simplemente se limitó a comer su parte.

 

Más tarde se pusieron a contarse anécdotas entre ellos que terminaron derivando en historias de terror. El más terrorífico en este aspecto resultó ser Kaoru quien hizo que todos acabasen metidos en las tiendas de campaña únicamente con las cabezas fuera.

-...y cuando quiso darse cuenta, una mano huesuda y de color rojo la agarró de la muñeca mientras una voz le decía: “Ven conmigo a jugar”. Jamás se volvió a saber de ella.

-¡¿D-de donde diablos has sacado esa historia?!

-No te mentiré –el chico se acercó la mano al rostro de manera que no se le viese- ¡Yo era su amigo! –cuando quitó la mano los ojos estaban en blanco y parte de la conjuntiva era visible, dándole un aspecto tétrico.

-¡Aaaaaaaaaaaaaaaaaaah!

-Iros a dormir ya, chicos. Mañana hay que levantarse temprano.

 

La fogata ya había sido apagada y todo había quedado recogido. Los profesores recomendaban a los alumnos refugiarse a dormir en las tiendas y terminar el día.

-N-no se si seré capaz de dormir... –declaró Eri, y eso que ya estaba acostumbrada a tratar con “no humanos”...

-Ni se me ocurriría dormir sola esta noche –corroboró Mizuki.

-N-no te preocupes...para eso están las amigas...

-Lo que pasa es que tú estás tan asustada como ella, ¿verdad, Luka?

-Ugh...

Así pues, cada uno se introdujo en su respectiva tienda.

 

Derain se despertó en mitad de la oscuridad. Habiéndose mantenido alerta durante toda la noche, sólo había bastado un pequeño ruido para que abriese los ojos.

 

Saliendo de su tienda, perteneciente al kit del que procedía también su ropa de exploración, avanzó lentamente por el campamento observando entre la oscuridad cualquier posible movimiento.

 

A primera vista no había nada destacable que pudiese estar relacionado con lo que había escuchado, sin embargo no tardó en sentir algo viniendo en su dirección. En ese momento, una figura se abalanzó contra él, tirándolo al suelo y posteriormente huyendo de allí a una velocidad fuera de lo común.

 

Incorporándose lo más rápido que pudo, el imp intentó seguir a la figura hasta el interior de la arboleda, donde la perdió de vista. Pese a introducirse dentro de ésta, no encontró ninguna otra señal del atacante.

-Maldita sea... –murmuró mirando a todas partes y continuando con su búsqueda.

 

A la mañana siguiente, la clase de Eri se dirigió al lago. Todavía seguía vistiendo ropas normales mientras iban de camino, no obstante un improvisado vestidor les había permitido ponerse sus respectivos trajes de baño.

-¿Te encuentras bien, Luka? –preguntó Akira a la chica quien tenía ojeras y cara de sueño.

-N-no mucho...creo que no he dormido muy bien...

-No me digas...

 

En cuanto estuvieron a pocos metros del agua, la mayoría de los alumnos no tardaron en lanzarse a ella. Después de la caminata del día anterior aquello suponía una buena manera de refrescarse.

-¡Vamos, chicas! ¡Os vais a quedar atrás! –exclamó Akira mientras empujaba a Kaoru al agua.

-¡Uaaah! –exclamó éste antes de que el sonido del chapuzón lo cortase.

-Jajaja –su amigo se lanzó detrás de él estando apunto de caer justo encima. Cosa que logró evitar esquivándolo con gran habilidad.

-Deberías tener más cuidado a la hora de tirarte. Y tampoco empujar a los demás cuando no miren.

-¡Vamos, Kaoru! ¡No seas tan aburrido! –exclamó Akira cogiéndolo de la cabeza y hundiéndolo en el agua.

-Conque esas tenemos, ¿eh?

 

El joven de pelo castaño se lanzó contra su amigo, haciendo lo mismo. Aquello terminó por convertirse en una batalla por ver quién hundía primero a su contrincante.

-¡Hyaaaa!

 

Las chicas hicieron su aparición en el agua, calmando el combate entre los dos y provocando que tuviesen que hacerse hacia atrás por la ola que acababan de levantar.

-El agua está genial –dijo Mizuki.

-Brrrr...

-¡Luka!

Evitando que su amiga se durmiese en mitad del lago, Eri la apoyó sobre su hombro.

-Quizás sería mejor que esperase fuera.

-¡Ha sido un lapsus, sólo eso! –exclamó la chica despertándose de repente.

-Ya...

-¿Y bien que os parecen? –preguntó Mizuki alegremente agarrando a sus dos compañeras.

-¿El qué exactamente? –indagó Akira.

-¿Qué van a ser? Los trajes de baño

 

El comentario provocó que ambos se fijasen en ellas. Las tres llevaban uno de dos piezas, siendo el Eri de color amarillo claro, el de Mizuki de líneas azules y moradas, y el de Luka de color blanco.

-No es que esté muy interesado en ello pero digamos que os sientan bien –comentó Kaoru.

-Que respuesta más sosa –susurró Luka.

-¿Y tú, Akira-kun? –esta vez Mizuki se dirigió únicamente a él, quien había posado la mirada en Eri.

-¿Huh? ¿Ocurre algo?

-N-no, nada. Opino lo mismo que Kaoru.

-Oooh... –expresó Luka sonriendo con malicia.

-¿Él no va querer meterse en el agua? –preguntó Kaoru desviando el tema a Agramón, el cual se había quedado en la orilla esperando a los demás.

-No le gusta mucho el agua... –respondió Eri.

En ese momento recordó las veces que había intentado bañarlo, dejándolo todo patas arriba por la resistencia puesta por el zorro.

De repente, dos de sus compañeros nadaron hacia ellos.

-¿Lo lleváis bien, chicos? –dijo uno de ellos.

-Oh, eres tú Kazuma.

 

Tsuchie Kazuma. Eri lo conocía desde hacía relativamente poco ya que era la primera vez que estaban en la misma clase. Era buena persona, aunque algo arrogante debido a que solía ser el centro de atención del público femenino. Bueno en deportes y por encima de la media en los estudios, tenía una extraña rivalidad con Akira, aunque ésta era unilateral ya que, por lo que ella recordaba, su amigo nunca había mostrado ningún interés en sus indirectas. Tenía el pelo negro y de punta y era de complexión bastante fuerte pese a su estatura media.

-Hola, Tsuchie-kun, Gakusa-san –saludó Mizuki.

 

Al lado de Kazuma se situaba Gakusa Nanako, amiga del primero. De pelo castaño y corto y estatura media, expresión fría y sólo hablaba cuando se requería su ayuda para algo en concreto. No sabía mucho más de ella ya que pasaba bastante desapercibida al lado de Kazuma pero parece que tenía una amistad cercana con el primero.

 

Nanako hizo un gesto con la cabeza devolviendo el saludo.

-Os veo muy guapas, chicas. Sobre todo a ti, Eri.

-G-gracias.

La demonio sonrió educadamente. Por su parte, Luka parecía algo molesta por su actitud.

-¿Escuchasteis algo raro esta noche? -preguntó Kazuma.

-Nada, ¿por qué?

-Esta noche me desperté al oír un sonido extraño. Como si alguien estuviese corriendo en mitad del campamento. Fui a ver que ocurría pero resultaba difícil distinguir algo en la oscuridad.

-¿Seguro que no lo soñaste?

-¡P-para nada! ¡Estoy seguro de lo que vi! ¡Yo no me equivoco con estas cosas! He pensado que quizás se trate de algún animal salvaje. ¿No os pica la curiosidad?

-Para nada. Seguramente sólo se trataría de alguien que se levantó para ir al baño.

-No. La manera en la que se movía por el campamento. Claramente se movía como un animal. ¿Qué te parecería investigarlo, Akira? ¿Te atreves?

-¿Eh? Qué va. Después de que terminemos tendremos que empezar con la construcción de una balsa para movernos por el lago así que vamos a estar bastante ocupados. Pero te apoyaré moralmente en tu objetivo.

-Gah... –claramente decepcionado por la respuesta del joven, la expresión de Kazuma se mostró algo avergonzada.

-Chi...quiero decir, ¡Kasaiga-kun! -al girarse todos, se percataron de la presencia de Reima/Derain en la orilla- ¡¿Puedes venir un momento?! ¡Tengo que hablar contigo!

 

Despidiéndose por el momento de sus amigos, la demonio nadó hasta donde estaban Derain y Agramón.

-¿Kasaiga-kun?

-¿Debería haberte llamado de otra forma como profesor tuyo?

-No...bueno, es que me ha sonado raro...

-Cambiado de tema. He de decirte algo importante. Ya lo he comentado con Asari y necesito que se lo digas a Akira también.

-¿Qué ocurre?

-¿Recuerdas lo que te dije de que no éramos los únicos demonios aquí?

Ella se limitó a asentir.

-Creo que ese demonio es una de las personas de este campamento...

16: Capítulo 16 - El despertar
Capítulo 16 - El despertar

-Así que, después de todo, lo que decía Kazuma era cierto... –declaró Akira mientras entregaba una cuerda a Eri para que atase las maderas de la parte trasera de la balsa.

-Eso parece...sin embargo espero que lo de investigar no fuese en serio. Podría ser peligroso.

-Si lo encontramos antes no habrá problema.

-Derain ya está en ello pero dice que pese a que es capaz de percibir el Setten del demonio no consigue encontrar la fuente. El único contacto que tuvo con él fue anoche y consiguió despistarle.

-¿Y Asari-sensei?

-Lo mismo, tampoco consigue saber de donde viene.

-Para esconderse tan bien y librarse de Derain. Debe de ser un demonio poderoso.

-No tendremos más remedio que vigilar esta noche para ver si vuelve a aparecer –dijo Eri terminando de hacer el último nudo.

 

-¿Seguro que es aquí? –un hombre de aspecto musculoso y un tatuaje en el centro de su rapada cabeza ponía sus pies en el valle.

Iba seguido de otros tres hombres, mucho menos corpulentos pero armados con algunos rifles y cargando bolsas a sus espaldas.

-Sí. El Setten que he rastreado procede de aquí –contestó otro componente del enigmático grupo el cual iba tapado con una especie de túnica color negro que no dejaba ver más que la parte de debajo de su rostro.

-Bien. Es hora de la caza... –sentenció el primero haciendo una señal a sus compañeros para que se internasen más entre la vegetación.

 

Habiendo terminado los preparativos de la balsa, los alumnos las llevaron hasta la orilla del lago y las introdujeron en el agua. En la parte trasera de todas ellas sobresalía una de las cuerdas que habían usado para atar las maderas que las conformaban. Esto sería utilizado para impedir que se alejase demasiado.

-Muy bien chicos. Antes de partir habrá que comprobar que no existe ningún problema al subirse en ella –dijo Asari.

-¿Qué os parece si se sube Akira-kun? Es el más pesado de nosotros –propuso Eri.

-No estoy seguro de cómo interpretar eso...

-No importa cómo lo interpretes. Tiene razón –declaró Kaoru haciendo que su amigo bajase la cabeza.

-Vale...

 

Acercándose a la embarcación, el chico puso un pie primero para tantear el terreno. El resto de componentes del grupo mantenía sujeta la cuerda, evitando el desequilibrio a la hora de subirse encima.

 

Atreviéndose a poner la segunda extremidad sobre la balsa, en un principio se mantuvo agachado temiendo el caerse de ésta. Poco después, y tras haber observado que no había peligro, fue levantándose poco a poco hasta ponerse completamente en pie.

 

Al ver que no había ningún problema, Akira dio su aprobación al resto, quienes siguieron a su amigo y subieron encima.

-Menos mal. Habría sido un latazo tener que repetir el trabajo –se tranquilizó Luka.

 

Para desplazarse harían uso de un par de piezas alargadas de madera atadas entre sí con una cuerda. Una de ellas presentaba una zona más ancha en el extremo que no se encontraba atado, el cual sería introducido en el agua. Cada grupo había fabricado dos para mantener recta la dirección.

 

-¡De acuerdo chicos! ¡Si ya estamos todos, hora de partir!

Dicho esto, y siguiendo un orden para no chocarse entre ellas, zarparon por el lago a golpe de los improvisados remos.

 

El agua reflejaba la luz del sol, dejando transparentar lo que se encontraba en la profundidad del lago. Peces, rocas y plantas acuáticas podían ser vistas por los alumnos durante su trayecto.

-¡Ese grupo de peces nos está siguiendo!

-¡Luka! ¡No metas la mano en el agua! ¡Los vas a asustar!

-Yo creo que ya los hemos asustado con los remos de todas maneras...

Eri observó como poco a poco las orillas iban adquiriendo cada vez más árboles conforme se iban alejando de la zona de acampada. Fue en ese momento cuando algo llamó su atención. No podía verse muy bien debido a la distancia a la que se encontraba pero algo de mediano tamaño y color marrón claro parecía esconderse entre la arboleda y los arbustos.

 

De alguna manera tenía un mal presentimiento con ello. Esperaba que no fuese lo que estaba imaginando.

-Oye, Akira-kun...

-Dime –respondió el chico mientras continuaba con su tarea de remar.

-¿Dijo algo sensei sobre depredadores en este lugar?

-Creo que de lo único que habló fue de algunas especies de peces en el lago. Pero que sólo se alimentaban de otros peces más pequeños y demás. ¿Por qué lo preguntas?

-Cuando bajemos de aquí hay algo que me gustaría investigar. ¿Podrías acompañarme?

-C-como quieras.

Cuando intentó echar otro vistazo, la balsa ya se había alejado...

 

Al cabo de un tiempo volvieron de nuevo al campamento para la hora de comer.

-¿Qué tal ha ido? –preguntó Eri a Agramón asegurándose de que nadie más los escuchase.

-Hemos encontrado algo relacionado con el demonio –respondió el zorro, el cual se había quedado en tierra junto a Derain para continuar con la búsqueda del demonio. Gracias a la ayuda de Asari, el imp había conseguido deshacerse de sus responsabilidades incluso si a ella le había tocado el dirigir a dos clases debido a ello.

-¿Qué es lo que habéis visto?

-Es mejor que lo mires por ti misma...

-¡Chicos! ¡A partir de ahora dejaremos tiempo libre para vosotros! ¡Procurad no aventuraros solos y no os alejéis demasiado! –avisó Asari a los alumnos.

-Iré a llamar a Akira-kun...

 

Tras avisar al chico y alegar al resto del grupo la excusa de que había algo que Reima les quería decir únicamente a ellos, siguieron al zorro hasta donde se encontraba Derain.

-No parece que les hayamos convencido mucho...

-Lo sé...menos mal que Fujita-kun ha desviado el tema. Sobre todo en lo que a Luka respecta...

-Ya estamos llegando –declaró Agramón mientras pasaban a través de una serie de árboles de suficiente tamaño como para impedir ser vistos.

 

Conforme se iban acercando, el mal presentimiento que había tenido antes se agudizaba cada vez más. Fue entonces cuando vieron algo que los dejó sin habla.

 

Varios cadáveres de ciervos se distribuían por distintas partes de la superficie, algunos apilados en pares. La piel de su cuello se estaba desgarrada al igual que la musculatura del mismo, como si algún depredador les hubiese dado caza, y, sin embargo, no se hubiese alimentado de su carne.

Eri se llevó las manos a la boca.

-Así que no eran imaginaciones mías...

-¿Era esto lo que querías investigar?

-Ni siquiera yo estoy seguro de a lo que nos enfrentamos –ambos miraron al centro de la escena, donde se encontraba Reima/Derain observando el terreno-. Además, si de verdad es alguien del campamento sabe esconderse muy bien, de lo contrario la sangre de estos animales lo delataría.

-Pero, parece que no se los ha comido... –indicó Akira.

-Quizás simplemente haya perdido el control sobre sí mismo y esté matando instintivamente. Como si considerase que cualquiera puede ser su enemigo.

-Y pese a ello conserva la capacidad de ocultar las pruebas de su ataque...

-Hubo suerte de que fuese el primero en darse cuenta de que rondaba por el campamento, de lo contrario podría haberse convertido en una masacre como ésta. La próxima vez debemos estar preparados para lo que venga. No podemos permitir que escape de nuevo.

Eri y Akira asintieron.

 

Cuando volvieron y los demás observaron sus rostros se mostraron preocupados al respecto.

-¿Qué ha pasado?

-¿Eh? ¡N-nada! Sólo quería recordarnos que tengamos cuidado mientras estemos en este valle. Ya sabes, para evitar que vuelva a ocurrir cosas como lo de la tienda.

-¿Y por qué no nos ha llamado también a nosotras? Al fin y al cabo somos igual de responsables que tú. Además, Akira-kun no tuvo nada que ver en ello –inquirió Luka mientras los miraba sospechosamente.

-Eh, bueno...

-¿Me estás ocultando algo, Eri? –sugirió mostrándose más seria que de costumbre, sin embargo, algo la hizo cambiar.

 

De repente, sujetándose el vientre con ambas manos, la chica cayó al suelo quejándose de un terrible dolor.

-¡Luka! –alterados, sus compañeros se acercaron a ella.

Al momento, Kaoru corrió a llamar a Asari para avisarla.

-¡Ugh! ¡Aaah!

-¡Luka! ¡¿Qué te ocurre?!

Incapaz de poder aguantarlo más, la chica se desmayó por el dolor.

-¡LUKA! –exclamó Eri desesperada.

 

Un rato más tarde, la joven había sido llevada a su respectiva tienda de acampada. Todavía inconsciente, Mizuki y Eri cuidaban de ella. Junto a las tres se encontraba Asari.

-¿Dices que ya se había quejado antes de molestias en la barriga?

-Sí...pero decía que no era nada grave. No lo tuvo en consideración para venir al campamento.

-Me lo tendríais que haber dicho antes.

-Ella pensaría que la habrías mandado a casa.

-Vuestra salud es más importante. Avisaré a sus padres y mañana la llevaremos de vuelta a casa.

Sus amigas asintieron algo avergonzadas mientras Asari se marchaba de la tienda.

-Tendría que haberla obligado a quedarse –se apenó la demonio.

-No te eches toda la culpa, Eri-chan. Yo también tengo parte de ella...

-No...siempre estoy con ella pero supongo que en el fondo sólo estaba pensando en mí misma...

-Pero, ¿acaso no fue porque querías estar con ella en este campamento?

-...

-No creo que eso sea algo malo, Eri-chan.

La entrada de la tienda se abrió para dejar paso a los rostros de Akira y Kaoru.

-¿Cómo está? –preguntó el primero de ellos.

-Dormida... –respondió Eri mientras acariciaba el pelo de su amiga- Por lo menos parece que ya no le duele...

-Me alegro –sonrió el chico-. Esto...Eri, ¿puedes salir un momento fuera? Tengo que hablar contigo.

-¿Eh? Pero...

-No te preocupes. Yo me quedaré con ella en tu lugar –propuso Kaoru.

-De acuerdo...gracias, Fujita-kun.

 

-¿De qué quieres hablar?

-He pensado que tal y como están las cosas es mejor que esta noche te quedes con Luka. Nosotros nos encargaremos del demonio.

-Pero...

-Eri. Vas a estar distraída si nos ayudas. Creo que es lo mejor para todos.

-...

-No te preocupes por nosotros. Nos las apañaremos bien.

-Vale...muchas gracias, Akira-kun –dijo provocando que el chico se ruborizase un poco.

 

Separándose del joven, la chica observó a Kazuma salir del lugar donde habían visto la escena de los ciervos, llevando la camiseta y la cara bastante sucias.

Pese a aquello le extrañó bastante decidió no darle demasiada importancia.

 

Era de noche cuando Akira, Derain y Agramón vagaban por la zona vigilando el posible ataque del demonio, siendo los únicos que todavía estaban despiertos.

 

Agramón y Akira patrullaban juntos por la misma área mientras Derain se ocupaba de otra. Aburridos después de no haber visto nada durante horas, los dos se sentaron a descansar un rato.

-Es bueno que no aparezca nada pero así tampoco llegaremos a ninguna conclusión.

-Oye, Akira.

-Dime.

-A ti te gusta Eri, ¿verdad?

-¡¿A qué viene eso?! –exclamó el chico tras golpearse contra el suelo.

-Chst...vas a despertar a los demás...

-¡Como si eso me importara después de lo que has...!

 

Algo captó la atención del chico, silenciándolo. Alguien salió de su tienda desplazándose de manera sigilosa y moviendo la cabeza de un lado a otro, vigilando que nadie lo viese.

 

Acercándose disimuladamente, el medio demonio, seguido de Agramón, se escondieron en un lugar desde el cual pudiesen actuar rápidamente. Cuando vieron que el individuo se disponía a macharse del campamento se abalanzaron sobre él, limitando sus movimientos.

-¡No creas que te vas a escapar!

-¡Ya te tenemos!

-¡¿P-p-pero que es lo que pasa?!

-¿Huh? Esto no suena como un demonio descontrolado –comentó Akira mientras dejaba de forcejear con el susodicho y miraba más de cerca a la presa de su ataque.

 

El rostro de Kazuma tomó forma frente a él, perplejo por la emboscada.

-¿Kazuma? ¿Qué diablos haces aquí?

 

Un ruido sordo dio lugar a que Akira se sujetase con ambas manos la cabeza. Una sartén había ido a parar a ésta procedente de las manos de alguien cercano a los dos jóvenes y al zorro. Esta persona no era otra que Nanako.

-¡¿Se puede saber por qué me has golpeado?! –se quejó Akira.

-¡Aquí las preguntas las tendría que hacer yo! ¡¿Por qué diablos te has abalanzado sobre mí?! ¡¿Y qué hace el zorro contigo?!

-¡Vas a despertar a los demás!

-¡Lo mismo digo!

Acto seguido, ambos fueron golpeados por la sartén de Nanako, consiguiendo que bajasen la voz.

 

-Queríamos investigar sobre el depredador de la zona –empezó a contar Kazuma-. Esta tarde he ido a investigar y he encontrado el cadáver de un ciervo. Claramente se corresponde con lo que te había dicho, ¿ves como no me equivocaba? –dijo con voz de autosuficiencia. A su lado, su amiga se mantenía callada, inexpresiva, pero escuchando con atención la conversación.

“Son totalmente diferentes”, pensó Akira esbozando una sonrisa irónica. En cualquier caso le resultaba extraño que hubiese encontrado alguno de los cadáveres ya que Derain se había encargado de ocultarlos todos. Quizás lo había desenterrado de su sitio. Por otra parte era ya de esperar sus motivos para salir fuera en plena noche.

-¿Y tú que haces aquí? –preguntó Kazuma interesado.

 

Obviamente no le podía decir nada acerca de la búsqueda del demonio así que tenía que pensar en una excusa lo suficientemente convincente.

-Pues...

-Estabas buscando también al depredador, ¿verdad? Ya sabía yo que no podrías resistirte a competir conmigo. Eres de lo que no hay, Akira.

-S-sí...jaja...

“¿Este tío es un egocéntrico o me lo parece a mí...?”, pasó por su mente mientras volvía a mostrar la misma sonrisa que antes, “...en cualquier caso, será mejor que lo noquee cuanto antes y lo devuelva a su tienda. De lo contrario, será un problema si vuelve a aparecer el demonio...”

 

Algo más alejadas de allí, Eri dormía junto a Luka y Mizuki. Las dos manos de la chica sujetando la de su amiga.

 

Fue en ese momento cuando notó un ligero movimiento por parte de ésta, provocando que abriese levemente los ojos.

-¿L-Lu-ka? –preguntó medio dormida.

La mitad del cuerpo de su amiga estaba levantada, mirando fijamente a la entrada de la tienda de acampada.

-¿Ocurre algo, Luka? –Eri hizo lo mismo que su amiga, quien únicamente le mostraba el perfil, como si ignorase sus palabras.

En ese momento, Luka giró la cabeza hacia la demonio, pero lo que vio en su rostro no fue lo que siempre había conocido de ella, ni mucho menos.

 

Abriendo los ojos de par en par y despertándose de golpe, Eri se movió ligeramente hacia atrás. El rostro de su amiga le mostraba unos fieros colmillos, ojos rojos y el número 666 tatuado en la frente.

-¿Quién diablos eres tú?

17: Capítulo 17 - Descendiente de Sorath
Capítulo 17 - Descendiente de Sorath

Durante unos momentos, Eri y la que anteriormente había sido su amiga se observaron. La chica todavía seguía incrédula y sin saber bien qué hacer.

 

Por su parte, la transformada Luka giró la vista hacia Mizuki y posteriormente volvió a fijarla en Eri.

-¿Qué te ha ocurrido...? –levantando la mano lentamente, la joven la acercó a su mejilla, pero, justo cuando estaba apunto de tomar contacto con ésta, Luka se dobló sobre su estómago, gruñendo de una manera sobrenatural.

 

Fue entonces cuando Mizuki abrió los ojos.

-¿L-Luka-chan?

Despejándose un poco más de su sueño, la chica pudo ver cara a cara el cambio que había pegado la aludida, lo que causó un grito de terror por su parte.

 

-¿Qué ha sido eso? –alarmado, Akira giró la cabeza hacia el foco del sonido. Momentos después, una figura salió corriendo desde una de las tiendas, desplazándose con sus cuatro extremidades.

 

Viendo que se dirigía hacia ellos, el medio demonio se puso en medio para evitar que Kazuma y Nanako se viesen involucrados. Lo que no esperaba era la fuerza sobrehumana con la que, de un manotazo, lo lanzó hacia uno de los laterales aquella sombra de movimiento animal, provocando que se diese de espaldas contra el suelo.

 

Situándose justo enfrente de Kazuma, dejándolo sentado, indefenso y sorprendido por el repentino encuentro, se dispuso a atacarle, sin embargo una fuerza impactó contra su costado, alejándolo de ellos.

-¿H-Hioni-sensei?

-Siempre ocurre la acción en el lugar en el que no estoy... –se quejó Reima/Derain mientras encaraba a Luka- Así que eras tú...

 

Cerca de allí, un ser de mayor tamaño que caminaba sobre grandes brazos como lo haría un gorila se situó detrás de la transformada chica, impidiéndole el paso.

-Esta vez no me pillarás desprevenido –dijo Akira habiendo adoptado su forma demoníaca.

No obstante, una vez consiguió vislumbrar de quién se trataba, se quedó casi sin habla.

-Luka...

 

Aprovechando la ocasión, la chica se lanzó contra él, el cual no tuvo más remedio que hacerse a un lado para evitar que le golpease, dejándole espacio para que huyese entre los árboles del valle.

-Mierda... –volvió a quejarse Derain.

-¡¿Qué era eso?! –exclamó Kazuma intentando mover uno de sus brazos para señalar hacia los árboles, retractándose al observar la figura de Akira- Ah... ¡¿qué está pasando aquí?!

 

La normalmente silenciosa Nanako se hallaba sentada de rodillas agarrada fuertemente al brazo del chico, mirando de un lado a otro alarmada.

-Más problemas...lo que faltaba... –quejándose por tercera vez en poco menos de cinco minutos, Derain se llevó una mano a la frente al darse cuenta de lo que suponía que esos dos hubiesen visto a los demonios. Pero aún había más. Saliendo de la tienda junto a Mizuki, Eri llegó hasta donde se encontraban los demás.

-¡Luka era el demonio! –exclamó corriendo hacia ellos.

-Ya nos hemos dado cuenta, no lo digas a voz en grito o el trabajo se nos acumulará –se irritó el imp que ya empezaba a hartarse de las continuas desgracias- Ha huido entre los árboles...

-Entonces, ¿esa era...? –Mizuki todavía no terminaba de creer lo que sus ojos habían visto. Suficiente con que había conseguido mantener una mínima compostura.

-Pero... ¿cómo es posible? –preguntó Eri.

-Creo tener una ligera idea... –comentó Derain.

-No será... –especuló Akira.

-No hay otra posibilidad.

-En cualquier caso, tenemos que seguirla –propuso Eri.

-Bien, nos repartiremos. Akira, Agramón y tú comenzad la persecución. Yo iré a avisar a Asari para que se quede con los entrometidos...

-¡¿Entrometidos?! –replicó Kazuma.

-...y os seguiré después.

-¡Me ha ignorado completamente!

-De acuerdo.

-¿Alguien nos va a explicar lo que pasa? Espera, ¡¿tú eres Akira-kun?! –Mizuki cambió su expresión al ver al demonio de considerable tamaño.

-Ahora no es momento para entretenerse. Ya se os explicará después. ¡Vamos! ¡Moveos!

Tras esto, el grupo de tres se marchó perdiéndose por el mismo sitio por el que había desaparecido Luka.

 

-¿A qué se refería Derain, Akira-kun? –mientras esquivaban los troncos de los árboles y guiados por el medio demonio, los dos se movían siguiendo el rastro de Setten dejado por su amiga- Dijo que tenía una ligera idea de lo que podría haberle ocurrido a Luka...

El joven se mantuvo un tiempo en silencio antes de contestar.

-¿Recuerdas cuando te hablé de que a veces surgen hijos de demonios que no presentan características de ellos?

-Sí, “Stray Devils”...

-Así es. Digamos que Luka podría ser el caso contrario.

-¿El caso contrario? ¿Te refieres a hijos de humanos con características de demonio?

-Sí...

-Pero, no lo entiendo. Que yo sepa, Luka nunca ha mostrado ninguna característica o poder que demostrara que fuese una demonio.

-El Setten y las características físicas de los demonios no tiene por qué mostrarse desde el nacimiento. Al estar relacionado con la genética y las mezclas producidas entre demonios y humanos a lo largo del tiempo, el despertar puede darse a partir de cierta edad. No lo había pensado pero, probablemente, las molestias que sentía tenían que ver con los cambios que se estaban produciendo en su cuerpo.

-No sabía nada... –se apenó Eri.

-No es tu culpa. No conocías sobre ellos así que es lógico que no pudieses evitarlo. Por ahora centrémonos en encontrarla y reducirla, tal y el estado en el que está no parece consciente de sí misma...

-No creo que eso sea del todo cierto...

Mientras continuaba corriendo, el medio demonio giró la cabeza, como preguntando a qué se refería la joven.

-Cuando se transformó en la tienda de acampada...nos quedamos mirando durante unos instantes...en ese momento podría habernos atacado tanto a Mizuki-chan como a mí...pero no lo hizo. Sentí que una parte de la consciencia de Luka todavía seguía allí y no quería atacar a nadie.

-En ese caso puede que la probabilidad de traerla de vuelta sea alta. Ya pensaremos qué hacer después de detenerla...

La súcubo asintió.

 

Tras recorrer una larga distancia, llegaron a un claro en lo alto de la colina por la que habían estado ascendiendo. El llano en el que se encontraban estaba bien iluminado por la Luna pese a que no era llena, dejando ver un extenso mar de hierba alta rodeada de árboles y algunas rocas de mediano tamaño distribuidas de forma aleatoria por el terreno.

-A partir de aquí no puedo seguir bien el rastro de Setten. Maldita sea, si Derain estuviese con nosotros...

-Está aquí –declaró Agramón desde el hombro de Eri.

 

Varios metros alejada de su posición se encontraba una sombra agachada sobre la superficie de la hierba. Al acercarse un poco más, vieron a Luka, quien, con avidez, se alimentaba de un cadáver de ciervo sin preocuparse demasiado por su alrededor. Sin embargo, no tardó en notar la presencia de los tres, dándose la vuelta repentinamente y poniéndose en guardia como si se tratase de un gato intentando proteger su territorio.

-Luka...por favor...soy yo...Eri...

Pese a que no parecía dispuesta a atacar por el momento, su amiga no mostró ninguna señal de reconocimiento, ni siquiera de retirarse.

-Esto no me gusta... –dijo Akira.

 

Entonces, con un movimiento rápido, la chica se lanzó de frente contra Eri, chocándose contra el cuerpo del medio demonio, quien la placó, dando como consecuencia que ambos rodasen por el suelo hasta quedar separados metros más adelante. Posteriormente, ambos se mantuvieron frente a frente, caminando en círculos esperando un segundo momento para atacar.

 

Ésta vez la iniciativa fue tomada por el chico, quien cargó juntado ambos brazos por sus extremos como si de un martillo se tratase y golpeó el lugar en el que se encontraba la recién transformada, no obstante, este golpe no tardó en ser esquivado por su contrincante quien saltó hacia el medio demonio, moviendo una de sus manos con la intención de infligir un arañazo en el costado de éste, el cual no tuvo más remedio que interponer una de sus extremidades en el rango de ataque de ella para defenderse.

En ese instante, la chica realizó una acrobacia en el aire imposible para un ser humano, retractándose de su ataque y colocándose sobre la zona cervical de la espalda del chico.

Viéndose sorprendido por la rápida finta de su adversaria, Akira no pudo hacer otra cosa que encajar un fuerte mordisco en el cuello, dando lugar a un terrible gruñido por su parte.

-¡Akira-kun! –exclamó Eri.

 

Por más que intentaba librarse de los dientes de ella, éstos estaban fuertemente enganchados a su musculatura.

Acto seguido, sus colmillos empezaron a emitir una pequeña llama que fue transmitida a la herida provocada en el medo demonio, quien cayó de rodillas al suelo debido al aumento del dolor.

-Chst...no puedo quedarme aquí mirando... –se dijo Eri a sí misma- ¡Agra-chan!

-¡Entendido!

 

La demonio cerró sus ojos y una pequeña brisa meció su cabello. Acto seguido, un par de alas surgieron de su espalda rompiendo la parte de atrás del pijama que llevaba puesto. Asimismo, sus cuernos aumentaron de tamaño y una cola brotó de las últimas vértebras de la columna. Como último detalle, unas líneas de color rojo se dibujaron en su rostro, descendiendo a partir de sus ojos.

 

A su lado, Agramón se hizo más grande a la vez que se le erizaba el pelo y se volvía de color negro, afilándose sus colmillos hasta alcanzar el tamaño de los de un dientes de sable, tomando un aspecto terrorífico. Tras esto, Eri alargó su brazo apuntando al zorro, el cual fue envuelto en una extraña aura de color rojo.

-Bien, ya estamos listos.

 

“Días antes del campamento, Eri se encontraba entrenando sus habilidades con Derain. Observando a cierta distancia, estaba Agramón.

-Tu poder se basa en las ilusiones, pensamientos y sueños. Sin embargo, en tu caso, puedes hacer que estos se conviertan en entidades reales.

La chica, quien se encontraba transformada en súcubo, escuchaba atentamente a su mentor. Puesto que ya había aprendido a mantener esa forma durante más tiempo, ahora sólo le quedaba adaptarse a las habilidades de su propia raza.

-¿Quieres decir que entonces puedo hacer que simples ilusiones tengan...digamos...”cuerpo”?

-Algo así. En mi caso puedo hacer que la gente vea o piense lo que yo quiera pero eso no significa que esté ahí. Engaño directamente al cerebro pero no produzco ningún cambio en la realidad. Por el contrario, tú sí que provocas cambios en ella.

-Ya veo... –se sorprendió mientras observaba las palmas de sus manos.

-El poder de Agramón también se basa en el campo de la ilusión pero no puede usarse para el combate en sí. Representa formas de terror que se encuentra en los corazones de los demás pero estos sólo podrán afectar al estado psicológico, no causará ningún daño ni al cuerpo ni a la mente, ya que ni la forma física existe ni interfiere en el cerebro del adversario. Así pues, utilizaba todas aquellas trampas de las que hablasteis para enfatizar sus propias transformaciones. En eso se diferencia tanto de lo que hago yo como de lo que haces tú.

-Entonces dentro de un mismo campo hay también ciertas diferencias en las habilidades de los demonios.

Derain asintió.

-Y es gracias a esto que pueden complementarse...

-¿Cómo?

-Por ejemplo, las transformaciones de Agramón simplemente engañan a la vista, haciendo pensar al individuo que frente a ellos se encuentra algún ente sobrenatural, algo que les aterra, pero esto se volvería inútil si fuesen capaces de enfrentarse a esos miedos, ya que él no podría contraatacar con su poder, tendría que valerse de otra cosa. Pero, ¿y si esa transformación tomara cuerpo físico? En ese caso, podría luchar transformado en ellas. Y existe una manera de hacer que una ilusión se haga realidad...

-Mediante mi poder...

-Exacto. Si con tus habilidades haces que sus transformaciones cobren vida, entonces el poder de ataque de Agramón se verá incrementado enormemente...”

 

Iniciando la carrera hacia Luka, Agramón golpeó con una de sus garras delanteras a la chica, liberando a Akira del mordisco.

-Te debo una, zorro.

-¡Ahórrate lo de zorro!

Continuando con el ataque, el demonio animal realizó un golpe tras otro, manteniendo a raya a su oponente, quien sólo podía evadirlos.

 

-¿Estás bien, Akira-kun? –preguntó Eri situándose a su lado.

-Sí, eso creo –dijo incorporándose sobre sus grandes brazos.

Momentos después, el zorro era rechazado por un contraataque de Luka poniéndose delante de los dos jóvenes en espera de otro ataque de ella.

 

Habiéndose visto acorralada por la nueva aparición, la recién transformada comenzó a actuar de forma extraña. Un rugido salió de su boca transmitiéndose mediante el eco del valle. Al mismo tiempo, el número 666 de su frente empezó a brillar y a partir de ese punto comenzó a salir fuego...

-Por si las cosas no podían ponerse peor...

-Vamos, Akira-kun.

-Sí...

Poniéndose al lado del zorro, se encararon también a su enemigo.

 

Por otra parte, Derain ya se había reunido con Asari y le había explicado la situación por encima.

-Necesito que te quedes con ellos y procures que no abran demasiado la boca. Cuando acabe todo esto me ocuparé de borrar sus recuerdos.

-¿Borrar nuestros recuerdos? ¿Pero quien te has creído que...? –Kazuma levantó la voz expresando su desacuerdo, sin embargo, en cuestión de segundos Derain le hizo una llave y lo dejó inmovilizado en el suelo.

-Escúchame, chico. No tengo tiempo para tonterías. Mucho menos para cargar con mocosos ruidosos que no se están quietos o para explicarles una historia que me llevaría milenios, así que cállate y obedece, ¿queda claro?

-... –sin saber qué responder, el joven se mantuvo en silencio.

-¿Sabes de qué demonio se trata?

-En el momento en el que me topé con ella vi el número 666 en su frente. Sólo conozco a otro demonio además de Satán que ostentase ese número en su cuerpo.

-Sorath...pero escuché que los “Dying Walkers” lo mataron.

-A él sí pero no a su descendencia. La bestia del Sol ha vuelto...

 

El fuego que había emanado del número en su frente rodeó a la chica hasta cubrirla por completo, de manera que lo único que podía verse de ella era una sombra oscura en el interior de la llama.

18: Capítulo 18 - Contra el fuego
Capítulo 18 - Contra el fuego

-Esa llama, no es normal –declaró Akira.

 

El fuego se concentraba alrededor de Luka alzándose hacia el cielo entre naranja y rojo. Al contrario de lo que pensaría cualquier persona al verlo, éste no quemaba la hierba que había alrededor, como si de algún modo se hubiese vuelto intangible.

-¿Alguna sugerencia? –preguntó el medio demonio a sus aliados.

 

En ese momento, la descendiente de Sorath abrió la boca, provocando que frente a  ella otra llama tomase forma y fuese disparada hacia delante.

-¡Uah! –apartándose del camino, los tres la esquivaron. No obstante, ésta fue seguida de otra serie, impidiéndoles dejar de moverse si no querían acabar achicharrados.

-¡No parece que nos esté dejando mucho tiempo para pensar, ¿no crees?! –exclamó Agramón.

-¡Algo tendremos que hacer! –Akira volvió a evadir otro ataque que fue a parar a uno de los árboles el cual comenzó a arder- ¡Oh, mierda!

 

Entonces, Eri dibujó una especie de símbolo en el aire y al momento apareció una manguera en sus manos, la cual estaba conectada a un grifo. A partir de éste, el agua recorrió la manguera hasta ser expulsada por el extremo de la misma, acabando con la llama antes de que se propagase.

-¿Una manguera? –se quedó perplejo Akira.

-¡E-es lo primero que se me ha venido a la mente, ¿vale?! ¡Para que algo se materialice tengo que tener el objeto muy bien definido en mi cabeza, de lo contrario no pasará nada! ¡Uah!

 

Dejando el utensilio en el suelo, la chica consiguió esquivar otro ataque en el último momento.

-¡Si pudiese materializar cualquier cosa a mí se me habría ocurrido una nube con lluvia o algo así! ¡De esa manera los árboles adyacentes también se mantendrían húmedos, ¿no?!

-¡Perdona por ser una idiota, ¿vale?!

-¡¿Queréis callaros los dos?! ¡No es momento para discutir! –replicó Agramón mientras continuaba corriendo intentando que no le alcanzase el fuego, el cual había comenzado a extenderse por la hierba.

 

Una nube de pequeño tamaño apareció sobre el área en la que se encontraban, haciendo desaparecer el fuego con la lluvia que comenzó a caer a partir de ella.

El grupo de tres finalmente consiguió reunirse en el mismo punto una vez las llamaradas se hubieron detenido.

-¿Ves? Eso ha sido mejor.

 

Eri le lanzó una mirada furtiva al chico quien dibujó una sonrisa irónica y decidió dejar el tema para no hacerla enfadar más.

-Sea como sea, si vuelve a empezar con esas llamaradas lo tendremos crudo... –indicó Agramón.

-Creo que tengo una idea para acercarme hasta ella. Eri, ¿hasta donde alcanza tu poder?

-Siempre y cuando no sean cosas muy grandes o complejas no tendré problemas al materializarlas. Pero sólo podré mantenerlas durante un periodo de tiempo limitado.

-Bien, entonces creo que puede resultar. Necesito que materialices cuernos en mi cabeza.

-¿Cuernos?

- Sí. ¡Eh! ¡Agramón!

-Qué...

-Tú serás la distracción...

 

Segundos después, el zorro comenzó a moverse atrayendo la atención de Luka, quien no dudó en volver a disparar contra él.

 

Por otra parte, Akira presentaba ahora dos cuernos en su cabeza y parecía estar concentrado. Una fuente de electricidad comenzó a acumularse en la pequeña nube que había materializado Eri. Fue entonces cuando un rayo descendió y cayó encima del medio demonio.

-Esa es... –comenzó Eri.

-...la técnica de mi padre –sentenció el chico.

 

En décimas de segundo se situó justo delante de la descendiente de Sorath quien, sorprendida, recibió un puñetazo que la lanzó varios metros hacia atrás, dejándola acostada sobre la hierba.

 

El joven se acarició la mano, pues el fuego que rodeaba a Luka le había quemado.

-¿Cómo es posible que me haya quemado a mí y no a la hierba?

 

Incorporándose con cierta dificultad por el golpe recibido, la demonio se encaró a su oponente. En ese instante, el medio demonio creyó ver una macabra sonrisa procedente de la sombra, lo que le produjo un escalofrío.

 

Fue entonces cuando el color de la llama que la rodeaba se tornó azul. Y haciendo uso de una gran velocidad propiciada por sus cuatro extremidades, se dirigió de frente contra Akira, quien consiguió esquivar el golpe gracias a que todavía mantenía su habilidad pero sintió como un dolor intenso aparecía en la parte más cercana a la chica, mostrándose como la piel era quemada al instante.

 

Dándose cuenta de esto, se alejó hasta situarse de nuevo junto a Eri y Agramón.

-¡Akira-kun! –exclamó Eri posando una mano sobre la zona que había sido quemada, manchándola de sangre- ¿Qué ha ocurrido?

-Es como el Sol...

-¿Huh? –la chica no entendía a qué se refería.

-La temperatura de la superficie y sus alrededores es muy alta, probablemente a diferencia de la del interior. En el estado en el que se encuentra ahora si te acercas a ella te pasará lo que a mí...

-Pero, no lo entiendo, por qué sólo te ha afectado a ti y no a la hierba o a los árboles.

-Creo...que la llama que la rodea es diferente que la que ha utilizado para lanzar esas llamaradas. Es como si fuese una barrera que únicamente la protege contra aquello que ella considera peligroso.

-Entonces...es imposible llegar hasta ella...

-Si intentamos tocar la superficie de su llama con nuestras manos, éstas se carbonizarán al instante...

 

La súcubo levantó la cabeza para observar cómo su amiga se movía lentamente hacia ellos, sabiéndose dominante en aquella batalla.

“Maldita sea...tengo que hacer algo...pero, ¿qué? Piensa, Eri, piensa...”

 

De repente, la descendiente de Sorath inició la carrera, disponiéndose a quemarlos al lanzarse sobre ellos como un león en plena caza.

-¡Agra-chan, coge a Akira-kun!

 

Mientras gritaba estas palabras, la chica se subió encima del zorro a la vez que éste cogía con su boca al joven herido y lo situaba sobre su dorso.

-¡Vamos, corre!

-¡¿Qué?!

-¡Rápido!

 

Acelerando con la musculatura de sus patas traseras, el demonio consiguió evitar que los alcanzase, no obstante, eso no impidió que les pisase los talones mientras corrían a través de la arboleda.

-¡¿Y ahora qué propones?! –preguntó Agramón mientras intentaba dejar a Luka atrás.

-¡Creo que se me ha ocurrido una idea! ¡Aunque no sé si funcionará!

-¡Genial! ¡Esas son las ideas que más me gustan! –respondió con ironía.

-¡Primero tendremos que despistarla y atraerla de nuevo hacia el sitio de antes! ¡Si puedo mantener la nube hasta entonces, lo conseguiremos! ¡Akira-kun, voy a necesitar tu ayuda! ¡¿Cómo te encuentras?!

Incorporándose levemente, el medio demonio levantó el pulgar.

-¿¡Podrías decirle que volviese a su forma humana!? ¡Nos está alcanzando! –se quejó Agramón, quien, con el peso de la transformación de Akira apenas podía mantener un buen ritmo.

 

Escuchando esto, el chico volvió a la normalidad, sin embargo, esto le llevó a toser fuertemente.

-¡¿Qué ocurre?!

-No te preocupes...en mi estado humano la herida me afecta más al tener menos resistencia física, pero los soportaré.

-¡Tenemos que darnos prisa, Agra-chan!

-¡Eso es muy fácil decirlo! ¡Cuidado!

 

Atravesando un estrecho producido por varios árboles en fila, el trío vio como una mano de una anchura equiparable al tamaño del zorro en ese momento, y cubierta de fuego azul, tomaba forma a partir de la llama que rodeaba a su perseguidora y se cernía sobre ellos.

 

Apoyándose en uno de los troncos, Agramón se impulsó de manera que únicamente fueron quemados algunos pelos de la cola.

-¡Uah! ¡Me quemo!

-¡Tranquilo! ¡Sigues entero! ¡Gira a la derecha por aquí! –exclamó Eri agarrándose con fuerza al demonio.

 

Éste obedeció la orden, esquivando otro intento de caza de aquella mano, pero, por más que corría y corría, seguía siendo acosado por Luka.

-Así no llegaremos a ningún lado...si pudiésemos retenerla de alguna forma...

-Según éste las llamas que lo cubren sólo nos afectan a nosotros y no al terreno, ¿verdad?

-¿Huh? –la joven se sorprendió ante las palabras de Agramón- S-sí...eso dijo...

-Jeje...entonces veremos si le gusta esto.

 

Llegando a una zona donde el espacio que había entre los árboles era más estrecho, el zorro realizó profundos arañazos en la parte más baja de los troncos, provocando que estos se balancearan al perder punto de apoyo por la zona arrancada. Éste proceso fue repetido con los siguientes mientras el zorro se movía en círculos, vigilando que continuase siendo perseguido.

 

Cuando volvió a pasar por los primeros troncos a los que les había hincado sus garras, éstos se precipitaron hacia el trío, quienes estaban a punto de ser cogidos por su perseguidora.

-¡Ahora!

Salvando la mayor distancia posible con la mayor fuerza de salto que le permitieron sus patas, Agramón logró atravesar el hueco dejado por los troncos antes de caer encima de la descendiente de Sorath, que quedó atrapada debajo.

-¡Uah! ¡Es genial, Agra-chan!

-Siempre se me han dado bien las trampas. Y ahora salgamos de aquí antes de que se libere.

 

Llegando de nuevo al lugar de inicio, Akira y Eri se bajaron del demonio animal. Acto seguido, la joven retiró el aura roja que había puesto sobre él.

-¿Huh? ¿Qué estás haciendo? –preguntó mientras recuperaba la forma del pequeño zorro.

-Voy a necesitar todo el Setten posible para hacer lo que tengo pensado.

 

Tras esto, volvió a dibujar un símbolo en el aire, haciendo aparecer un rifle calcado al que usaba Asari.

-Toma –dijo mientras se lo entregaba a Akira.

-¿Q-qué diablos quieres que haga con esto? –preguntó el chico.

-¿Alguna vez has disparado un arma?

-B-bueno, Asari me enseñó algo sobre cómo disparar...

-Suficiente entonces.

-¡Espera! ¡¿Pretendes que dispare esto?! ¡Jamás he disparado algo de este tamaño!

-Pues ahora tendrás que hacerlo.

-Pero...

-No queda tiempo, y a la nube que materialicé antes no le queda mucho para desvanecerse, así que escuchad bien lo que os tengo que decir...

 

Finalmente, Luka llegó hasta el claro donde habían estado luchando antes. No había nadie esperándola, por lo que empezó a moverse hacia delante despacio, vigilando constantemente sus alrededores.

 

De repente algo apareció en la distancia, desplazándose a la misma velocidad que ella. A lo lejos no se podía estar seguro de qué se trataba, pero era alargado y de color negro, además parecía tener un tamaño considerable.

 

Fue avanzando unos cuantos pasos cuando pudo distinguirla. Con unas patas alargadas y varios pelos saliendo de ellas, antenas que temblaban a cada paso que daba, ojos de color rojo y cuerpo duro; una gigantesca cucaracha caminaba sobre el extenso mar de hierba.

 

Como si algo la hubiese paralizado, la demonio se detuvo en seco, incapaz de continuar su camino, observando con ojos exorbitados lo que tenía delante.

-¡Ahora!

 

En ese momento apareció Eri desde detrás del insecto, moviendo sus alas para desplazarse a mayor velocidad a la vez que trazaba varias líneas con sus dedos, dando forma a una especie de figura geométrica. Tras esto, un bloque de hielo hexagonal surgió justo encima de su contrincante cayendo en dirección a la cabeza. No obstante, la llama que la rodeaba evaporó la estructura tras convertirla en líquido.

-¡Akira-kun!

 

Un rayo cayó desde la pequeña nube, aterrizando detrás de una de las rocas. Tras esto, el chico hizo acto de presencia, apuntando a la descendiente de Sorath con el rifle e intentando mantener a raya su propio pulso a la vez que observaba su objetivo por la mirilla.

-¡Vamos! –gritando esto, el chico hizo pasar la electricidad del relámpago al arma, disparando una bala que se dirigió a la velocidad de la luz hacía el objetivo, consiguiendo acertarle en el hombro y dando lugar a que saliese despedido hacia atrás hasta chocarse contra otra de las rocas del escenario.

 

Después del impacto, la llama se esfumó, quedando únicamente el cuerpo inconsciente de su amiga.

 

-¡Luka! –la súcubo intentó correr hasta situarse a su lado pero las fuerzas le fallaron y cayó al suelo, desvaneciéndose su forma demoníaca y volviendo a la normalidad- Maldita sea...

 

El joven, por su parte, se acercó a la Eri y, con las manos libres del recién desaparecido rifle francotirador, la ayudó a levantarse, dándole apoyo con su hombro.

-Te llevaré hasta allí...

 

Ya junto a su amiga, la demonio comprobó el pulso de ésta para asegurarse de que seguía viva, profiriendo un suspiro de alivio tras posar los dedos sobre su cuello.

-¿Cómo sabías que la bala atravesaría la llama?

-Realmente no estaba segura de si lo conseguiría. Ya te dije que tenía la sensación de que una parte de Luka seguía consciente, así que quería intentar llegar hasta ella –mientras explicaba esto, Agramón, se unió a ellos en su forma de zorro-. Fue entonces cuando pensé en el poder de Agra-chan. Quizás si conseguía sorprenderla haciendo que se enfrentase a lo que más temía, su poder se debilitase, y entonces sólo tendría que reducir lo máximo que pudiese la temperatura de su llama para que la bala pudiese atravesarla. Además, si ésta iba lo suficientemente rápida habría más posibilidades de conseguirlo.

-De ahí lo de la improvisada railgun...

-Jejeje...

-Ha sido peligroso, Eri. El efecto podría haber sido muy destructivo...además... ¿qué habría pasado si hubiese fallado el tiro?

-Sabía que lo lograrías. Confiaba en ti.

-Ah... –resopló él a la vez que cerraba los ojos y se rascaba la nuca-. Bueno, en cualquier caso parece que todo ha salido bien...

-Sí... –dijo la chica observando a Luka.

 

De repente una red se cernió sobre Akira, pillándolo desprevenido y atrapándolo en el acto.

-¡¿Qué?! –exclamó cayendo al suelo debido a la fuerza del objeto.

-¡Akira-kun! –la demonio intentó levantarse para socorrerlo pero todavía no había recuperado sus fuerzas.

 

En ese momento, un hombre se acercó a ella como salido de la nada y la golpeó en la cara con la culata de su rifle.

-¡Gah!

Acto seguido, el hombre agarró sus muñecas y le puso unas esposas, inmovilizándola con su propio peso. Con la mejilla presionada contra el suelo, la joven pudo ver como otro hombre agredía a Agramón, dejándolo inconsciente para después lanzarle otra red.

 

Junto a los recién llegados iban dos individuos que destacaban sobre los demás. Uno era bastante musculoso y llevaba la cabeza rapada, con un tatuaje en el centro de la misma; y el otro vestía una túnica negra a través de la cual sólo se le veía la boca.

 

-No está mal. No está nada mal. Creo que hemos capturado unas buenas presas, chicos.

-Ellos dos son demonios puros. El otro es un medio demonio.

-Ya veo. Estoy seguro de que nos darán una buena paga por su venta.

-Espero que no te olvides de nuestro trato.

-No te preocupes. Soy un hombre de palabra.

-¡¿Qui-quienes sois?! ¡¿Qu-qué estáis haciendo aquí?!

 

El de la cabeza se acercó a Eri, a quien le costaba mucho hablar por el peso de quien tenía encima.

 

El hombre la agarró del pelo y le levantó la cabeza.

-¿Nunca has escuchado hablar de los “cazatesoros” como nosotros? Nuestro ayudante nos avisó de que aquí había mercancía interesante que podríamos vender a los traficantes en el mercado negro. Vuestros órganos y cuernos nos darán un buen puñado de monedas, ¿sabes?

 

La chica apretó los dientes sintiéndose impotente.

-No te preocupes. Sufres un poco al principio...pero se te pasará... –dicho esto la soltó y dio media vuelta- ¡Bien, chicos! ¡Cargadlos y larguémonos de aquí!

-Me temo que no puedo dejar que os los llevéis...

 

La mirada de todos los presentes se posó en dos figuras que acababan de llegar. Una de ellas era un pequeño imp en cuya mano había un puro, el cual no tardó en encender con uno de sus dedos; y el otro era un chico de pelo castaño, corto y alborotado, y que tanto Eri como Akira conocían bien.

-¿Kaoru? –se sorprendió el medio demonio.

19: Capítulo 19 - La nueva generación
Capítulo 19 - La nueva generación

Sentados sobre la hierba y formando un círculo se encontraban Kazuma, Nanako y Mizuki. Hacía un tiempo que Derain y Kaoru se habían marchado. Durante ese tiempo, Asari les había explicado un poco la situación pero aquello les hacía sentirse bastante confusos al respecto. Ninguno de ellos podía creer que tanto Luka como Eri y Akira tuviesen que ver con algo tan ficticio como los demonios. Parecía una historia fantástica o paranormal sacada de la mente más imaginativa. Y, sin embargo, ninguno de los tres podía replicar tras haber visto lo ocurrido.

 

Jugueteando con la hierba del suelo, Mizuki tenía una expresión melancólica dibujada en su rostro. Por su parte, Kazuma parecía impaciente y no era difícil de vislumbrar cierta rabia contenida por la posición de sus cejas.

 

Poco después, Asari se reunió con ellos, sentándose entre Mizuki y Kazuma. Frente a ella, Nanako se dedicó a observarla como si esperara resolver el misterio de todo lo que estaba ocurriendo.

-No hace falta que le deis tantas vueltas. En cuanto todo esté arreglado no recordaréis nada sobre esto.

-Así que es cierto que nos borraréis los recuerdos.

-Incluso con lo poco que sabes ya deberías haber llegado a la conclusión de que no es algo que podamos permitir que se expanda, ¿no crees? –respondió la profesora a su alumno mientras apoyaba las manos en el suelo, dejando caer su espalda hacia atrás.

-...

-¿Crees que estarán bien? –preguntó Mizuki.

-Por supuesto, además Derain y Kaoru han ido a ayudarles así que no habrá problema.

-Fujita-kun... –murmuró la chica- Siempre he pensado que era un chico muy enigmático...pero... ¿quién es exactamente?

La profesora se quedó callada un momento durante el cual mantuvo los ojos en el cielo oscurecido. Tras esta pausa decidió contestarle.

-Como os he dicho antes, hace mucho tiempo hubo una guerra entre humanos, constituido por la Inquisición, y los demonios. No obstante también había otra especie en aquella época. Éstos eran los ángeles.

-¡¿Ángeles?! –se sorprendieron los tres al unísono.

Asari asintió y continuó con su historia.

-Los ángeles eran considerados en principio neutrales al conflicto, y, por tanto, fuera del mismo. Pero no todos pensaban de la misma manera. Hubo algunos que decidieron ponerse de parte de los humanos, otros de parte de los demonios, otros intentaron pner paz entre ambos bandos. Al final, fueron muchos los que se vieron envueltos y, para el momento en el que se hizo la primera tregua con intención de conseguir la paz completa, además de aquellos que no quisieron inmiscuirse en la guerra sólo quedaba una ángel. Hasta que, por alguna razón, fueron desapareciendo siendo ésta la última en hacerlo.

-¿Qué fue lo que les ocurrió?

-Sobre la chica, se sabe que murió, pero del resto de los ángeles que quedaban en ese momento no quedó ni rastro. Se consideró que murieron al igual que todos los demás.

-Entonces, ¿ya no queda ningún ángel?

-Así es. O al menos en teoría.

-¿Qué quieres decir?

-Desde aquel día sólo han existido dos personas con poderes parecidos a los de los ángeles, pero fue recientemente cuando apareció alguien con las mismas características que esa especie. Lo que se consideraría lo más cercano a un ángel como los de antaño.

-¿Y ese es...?

 

-¿Kaoru? ¿Qué haces aquí?

-Creo que es algo bastante obvio, Akira. He venido a echaros una mano. Veo que estáis teniendo algunos problemas...

-¿Qué significa esto, Derain? –preguntó de nuevo el medio demonio cambiando de objetivo.

-Será mejor que hablemos en otro momento, chico. Aunque me parece que vas a tener tiempo de observarlo con tus propios ojos.

-¿Cómo es que no los has visto venir? –preguntó el líder de la cabeza rapada al individuo de la túnica.

-No lo entiendo, debería haberlos notado.

-Así que eres un rastreador, ¿eh? Eres capaz de borrar tu propia presencia así como la de los que te rodean. Y no sólo eso. También puedes sentir la presencia de otros Setten y Retten –explicó Derain al percatarse de la sorpresa del encapuchado.

-...

-Siento decirte que nosotros contamos con algo parecida. Aquí el señor –continuó mientras señalaba a Kaoru- también es capaz de anular su presencia y la de los demás. Otro de los motivos por los que me costó saber de quien se trataba en realidad...

-Me lo tomaré como un cumplido... –dijo Kaoru levantando las cejas.

-Como sea. Es posible que nos hayáis sorprendido pero eso no indica que hayáis ganado. Un imp nos vendrá bien para nuestra colección.

El demonio dio otra calada a su puro sin inmutarse por las palabras del líder.

-Ya...para eso tendréis que demostrar lo que valéis...

-Aah...aah... –de repente uno de los hombres comenzó a encogerse sobre sí mismo. Acto seguido se agarró la cabeza con las manos quejándose de un terrible dolor. Otros dos del grupo empezaron a actuar de la misma forma.

-¡¿Qué es lo que os pasa?! ¡Eh! ¡Chicos!

Derain volvió a dar otra calada a la vez que sonreía maliciosamente.

-La mente puede ser dominada en muchos sentidos. Y el que vosotros merecéis es uno tan cruel como... –el imp chasqueó los dedos-...la traición.

 

Al momento los hombres levantaron sus armas y se dispararon entre ellos, alcanzándose las extremidades de manera que quedaron incapacitados en el suelo, volviéndose a encoger de dolor tras recuperar la razón.

-Chst... –el hombre de la cabeza rapada chasqueó la lengua con desagrado.

-¿Y bien? Tú eliges. Ir a prisión por las buenas o con varios huesos rotos.

-Je...soy un “cazatesoros”...si no estuviese preparado para estas cosas, sería incapaz de enfrentarme a demonios.

Dicho movió la mano hasta su espalda y agarró un arma de fuego de extraño diseño. Ésta estaba formada por tres cañones de color negro con una especie de batería plateada situada encima de los mismos, varios centímetros más atrás de la salida del cañón, y que presentaba una línea que emitía una luz roja a lo largo de ésta. El mango del arma medía el doble que la de una pistola normal y el gatillo, el cual se alargaba hasta la mitad de lo que medía el mango, tomaba forma de medía luna, surgiendo a partir de la unión entre el mango y los tres cañones.

 

Sin pensárselo dos veces, el hombre apretó el gatillo, provocando que la luz roja se fuese apagando paulatinamente de derecha a izquierda, como si se tratase de la barra de vida de algún videojuego. Instantáneamente, tres láseres rojos aparecieron por los agujeros de los cañones y recorrieron la distancia que separaba al líder de Derain, el cual, sin verse venir ese contraataque, recibió el ataque de lleno, cayendo al suelo fulminado.

-¡Derain! –exclamó Eri, todavía esposada y con uno de los miembros de aquel grupo sentada encima de ella.

-Je...tanta palabrería y ha caído al primer ataque. Parece que es cierto lo de perro ladrador poco mordedor. Lástima, hubiese sido bueno llevar al imp vivo al mercado negro pero supongo que su cadáver también nos será útil. Venga, chicos, recojamos la mercancía y marchémonos antes de llamar más la atención.

-Vaya, parece que no me tomáis muy en serio –declaró Kaoru sonriendo.

-Cuando quiera jugar con chiquillos te llamaré. Por ahora haznos un favor y desaparece –dijo mientras le daba la espalda.

-Dime, ¿has oído hablar de la nueva generación?

El líder del grupo se detuvo en seco y se dio la vuelta.

-¿La nueva qué?

-La nueva generación. Hace algún tiempo, los pecados capitales decidieron recoger la sangre de un ángel y conservarla para el futuro. El motivo era que, cuando el momento llegase, esa sangre supondría la recreación de una nueva generación de ángeles, no genuinos pero con los mismos poderes que los extintos –en la espalda de Kaoru aparecieron un par de bultos que empezaron a abrirse paso a través de la camiseta. Fue entonces cuando, rompiendo el tejido de la misma, surgió un par de alas blancas que se extendieron en su totalidad, contrastando con el cielo nocturno. Ubicadas sobre sus brazos, dos ballestas hicieron acto de presencia a partir de una luz muy brillante. La cara del líder no podía ser más expresiva dada la situación.

-Debiste haberme tomado en serio antes...

 

Acto seguido, varias flechas de luz fueron lanzadas contra el grupo, acertando en cada uno de los miembros restantes, incluido el hombre de la cabeza rapada, quien cayó al suelo inconsciente pese a que el objeto había atravesado uno de sus puntos vitales.

 

Impresionada, Eri pudo por fin levantarse, aunque seguía esposada. Sin embargo había alguien además de ella y el ángel levantado, y ése era el encapuchado.

-Me imaginaba que serías capaz de protegerte de esto. Eres un demonio, ¿no es cierto?

-Sólo iba con ellos a cambio de que me proporcionasen información sobre el paradero de alguien.

-Eso no te exime del daño que has causado.

-No pretendía poner una excusa. Pero no pienso dejarme capturar aquí...

-Entonces sólo nos queda luchar –indicó el chico mientras se preparaba.

-Bien –el encapuchado se quito la túnica.

-¡¿Huh?! –Eri dejó escapar un pequeño grito.

 

Debajo de la túnica se encontraba una chica de pelo corto azul celeste y orejas puntiagudas. Llevaba una chaqueta de cuero que dejaba al descubierto la piel de sus brazos y vientre, y unos vaqueros que llegaban hasta un poco más arriba de las rodillas. Debía de medir lo mismo que ella y mostraba una mirada decidida frente a su adversario. Pese a que su amigo había dicho que se trataba de una demonio, la joven no logró distinguir cuernos sobresaliendo de sus sienes. Quizás fuese una medio demonio al igual que Akira...

 

Tras revelar su identidad, la chica se lanzó contra Kaoru empuñando lo que parecía una pequeña daga, la cual manejaba con la hoja apuntando hacia abajo.

 

Logrando situarse cerca de su adversario, desplazó rápidamente su extremidad superior derecha en horizontal, realizando un corte directo hacia el cuello del ángel, quien consiguió evadirlo por centímetros.

-¡Qué rápida! –exclamó Akira.

Posteriormente, volvió a propinar un segundo ataque, esta vez con la pierna izquierda, la cual se elevó por encima del hombro de su contrincante, directa a la sien de éste. No obstante, Kaoru la había visto venir y consiguió agacharse a tiempo, haciendo un barrido con una patada sobre la extremidad de apoyo de ella, logrando que cayese al suelo para después apuntar y lanzarle varias de sus flechas.

 

Después de esquivarlas rodando por el suelo, la rastreadora se puso en pie y se lanzó de nuevo contra él.

 

De esta manera se produjeron varios intercambios de golpes que no llevaron sino a que ambos volviesen a situarse el uno frente al otro, tensando el ambiente y dando la sensación de estar empatados.

-Eres buena en el combate cuerpo a cuerpo.

-Gracias...

-Dime, ¿cómo te llamas?

-...eso es algo que no puedo decirte...

-Ooh...ya veo...entonces, ¿qué te parece si hacemos una apuesta? Si gano yo el combate, te entregarás sin causar más daños y me dirás tu nombre...

-¿Y si gano yo?

-...pues que no sólo ganarás tu libertad sino que te ayudaré con la información que necesitas.

“Tengo la sensación de que el premio de ella es más compensatorio”, pensó Eri frunciendo el ceño.

-Me gusta la idea –respondió ella tras varios segundos pensándoselo.

 

En ese momento, lanzó la daga y dibujó un símbolo en el aire, provocando que, alrededor de ésta, apareciese una barrera de viento girando en distintas direcciones, de manera que, pese a que el chico lo esquivó, esta barrera fue desplegada como una onda expansiva hacia todas partes, goleándole y provocando varios cortes en el cuerpo del joven. Tras esto, la daga volvió a las manos de su dueña como por arte de magia.

 

Kaoru desplegó sus alas y se levantó no sin cierta dificultad. Por su parte, tanto Eri como Akira observaban el combate sin pronunciar palabra. Había algo en la forma de pelear de su amigo que les parecía extraña pero no estaban seguros de qué era.

 

La otra chica volvió a lanzar la daga, la cual actuó del mismo modo que antes. De nuevo, pese a que el chico volvió a esquivarlo, el ataque lo alcanzó, lanzándolo de nuevo al suelo y aumentando la cantidad de magulladuras en su cuerpo.

-¿Qué te pasa? ¿Ya has perdido todo el ímpetu en este combate? Si sigues así voy a ganar la apuesta –dijo ella con un tono más de queja que de burla.

-No estás mostrando todo tu poder, ¿verdad?

-¿Qué...?

La joven de pelo azul celeste abrió los párpados para luego bajar la cabeza.

-No importa lo que digas. Voy a vencerte aquí y ahora. No puedo permitirme perder...

-...

-¡Prepárate!

Esta vez, el mismo símbolo fue dibujado, sólo que con la daga todavía en mano. Al instante, las corrientes de viento alrededor de ésta comenzaron a tomar una forma cónica alrededor de la hoja del arma, como si se tratase de una especie de taladro, para posteriormente ser lanzada hacia su adversario a gran velocidad.

 

Kaoru se limitó a cerrar los ojos mientras el objeto se dirigía con fiereza hacia su estómago. Fue entonces cuando, tanto los sonidos del ambiente así como los movimientos de todo ser vivo a su alrededor se detuvieron, como si el tiempo se hubiese parado.

 

Un camino iluminado entre dos líneas paralelas apareció frente al chico, situándose el extremo final del mismo donde se encontraba su enemiga. En ese momento puso las ballestas una encima de otra y una pequeñísima flecha se generó en el espacio que había entre las dos armas. Siendo disparada mientras el joven mantenía los ojos cerrados.

 

Volviendo a recuperarse la continuidad del ambiente, habiendo acontecido todo en apenas unas pocas décimas de segundo, la flecha y la daga tomaron contacto, sin embargo, la segunda no tardó en penetrar por el centro de la barrera de viento de la primera, alcanzando la hoja del arma y dando lugar a que está se hiciese añicos.

 

Todos quedaron en silencio. Al mismo tiempo, el ángel abrió los ojos y observó la expresión impotente de quien tenía enfrente.

-No puede ser... –murmuró la chica.

-Dices que no puedes perder aquí...yo opino de la misma forma...

-...

-Creo que he ganado la apuesta.

La joven apretó los dientes.

-¿O quizás aún quieres seguir luchando?

-Chst...

Sin darle tiempo a reaccionar, cogió algo del bolsillo de su pantalón y lo lanzó contra el suelo, provocando que saliese humo el cual cegó a los presentes.

Cuando éste se hubo despejado, la chica había desaparecido.

-¿S-se ha escapado? –preguntó Eri.

-No te preocupes. No irá muy lejos.

-¿Huh?

Kaoru señaló el lugar en el que anteriormente había estado Derain, ahora vacío...

 

Corriendo entre los árboles, la chica huía con la intención de abandonar el valle.

-¡Maldita sea! ¿Por qué me tiene que pasar esto a mí? ¡Hyaaa! –tropezándose, cayó al suelo, quedando tumbada sobre la hierba. Pequeñas lágrimas comenzaron a salir a partir de sus ojos-. ¿Dónde estás, madre?

Tras mantenerse así durante un rato, decidió enjugarse las lágrimas y continuar su camino pero poco a poco empezó a darse cuenta de que estaba yendo en círculos.

-¿Eh? ¿Qué está pasando? –no importa dónde mirase, sólo veía lo mismo una y otra vez.

Asustada se hizo hacia atrás, pero se dio contra algo.

 

Al darse la vuelta, descubrió la pequeña figura de un imp, aquel al que se habían enfrentado en el claro.

-¿Tú no estabas...?

Sin inmutarse, el demonio encendió otro puro y, tras darle una calada, contestó.

-Si muriese por algo así no podría hacer bien mi trabajo.

-¿Qué diablos eres? –preguntó mientras se alejaba de él.

-Sólo un “cazador de sueños”.

De repente, la chica comenzó a sentirse débil y amodorrada y, llevada por un peso que no parecía el suyo, cayó dormida al suelo.

-En fin, supongo que con esto hemos acabado con todos los problemas...al menos de momento...

El imp dio otra calada a su puro mientras observaba cómo el Sol se erigía a lo lejos...

 

Antes de que se despertasen los demás alumnos, Eri y los demás llegaron al campamento, donde los esperaban Asari y los demás. Nada más verlos, Mizuki corrió a abrazarlos.

-¿Qué ha pasado? ¿Ha ido todo bien? ¿Estáis heridos?

-Tranquila, tranquila. Estamos bien, quizás sólo necesitemos descansar un poco. No hemos dormido mucho que digamos –comentó la demonio con una sonrisa irónica en sus labios.

-Vas a tener que explicarme algunas cosas, Kaoru –dijo Akira mirando seriamente a su amigo.

-Ahora no tengo nada que esconder...así que contestaré a lo que sea que quieras preguntarme...pero por ahora dejémoslo así. Creo que todos necesitamos un respiro...

-Ah, y ahora me tocará tener que borrarle la memoria a estos chiquillos. Yo si que no termino de trabajar nunca –se quejó Derain.

-¡No pienso dejar que me borréis la memoria! –exclamó Kazuma un poco más alejado del resto.

-¿Ya te estás poniendo impertinente otra vez?

-Quiero ayudaros. Y Mizuki y Nanako también están de acuerdo.

Las dos chicas asintieron.

-¿Estáis locos? –preguntó Asari-. Dejad de decir tonterías. Esto no es un juego así que no os lo vamos a permitir.

-Sensei, es precisamente porque no es un juego que queremos ayudar... –dijo Nanako haciéndose oír por primera vez en todo lo que llevaban de campamento, y quizás más tiempo antes de eso-. Es posible que no tengamos habilidades como las de ellos. Que sólo seamos simples humanos. Pero los humanos también pueden luchar. Además, eso ayudaría a reducir las diferencias y discriminaciones que hay entre ambas especies. Estoy segura de que habrá algo en lo que podremos ser útiles, incluso si es sólo buscar información o a más gente que esté dispuesta a echarnos una mano. ¿Acaso pretendéis que nos quedemos quietos después de lo que hemos visto? ¿Después de saber que nuestros amigos ponen sus vidas en peligro para protegernos? Incluso si es desde un lugar seguro, cualquier cosa es mejor que no hacer nada y seguir como normalmente sin saber lo que ocurre en realidad. Estoy segura de que a nadie de aquí le gustaría estar ciego ante la verdad, ¿me equivoco?

 

Los presentes no supieron que decir al respecto. Aquello los había dejado enmudecidos.

-¡Jajajajaja! –Derain comenzó a reírse a carcajadas- ¡Impresionante! ¡Hacía tiempo que no veía a un humano decir algo así! ¡Me habéis caído bien!

-¿Derain? No estarás insinuando que...

-Dejémoslos por esta vez. Si vemos que la cosa se complica siempre podré manipular su mente para que lo olviden todo.

-¡Pero...!

-Vamos, Asari. Tenemos cosas más importantes que hacer. Estas dos chicas requieren más atención por ahora –comentó el imp señalando a Luka y la otra joven, quienes Akira y Kaoru llevaban en brazos-. Si después de esto sigues teniendo quejas, te escucharé.

Asari abrió la boca para intentar decir algo pero se detuvo a mitad, disponiéndose a seguir al imp.

-¡Eso ha sido genial, Nanako! –exclamó Kazuma, una vez los dos se hubieron alejado.

Ella se limitó a levantar el pulgar.

-Entonces supongo que os debemos una mejor explicación sobre esto –indicó Eri.

-Por ahora descansemos. El resto despertará dentro de poco. Aunque la verdad es que no sé cómo han conseguido dormir con todo lo que se ha armado.

-Sí. Será lo mejor. Luego habrá tiempo para aclarar las cosas...

Sentenció Akira mientras daba el primer paso hacia el interior del campamento seguido del resto.

20: Capítulo 20 - Ataque a la basílica
Capítulo 20 - Ataque a la basílica

-¡Reima! ¡Por aquí!

Tras atravesar a uno de los “Dying Walkers” con la hoja de su espada, el chico corrió hacia la puerta y cerró antes de que más de ellos lo alcanzasen.

 

Más tranquilos y seguros, Reima golpeó en la nuca al hombre que tenía al lado.

-¡Ay! Oye, eso no era necesario...

-¡Si me hubieses dejado usar todo mi poder esto se habría acabado en cuestión de segundos!

-Sí, y entonces la basílica también se destruiría en cuestión de segundos. ¿Tú sabes la conmoción mediática que causaría?

-Tonterías.

Vestido con una túnica blanca, el hombre que lo acompañaba resopló mientras negaba con la cabeza.

-Como sea, ¿cómo hemos podido llegar a esto...?

 

“Hacía varios días que Reima había llegado a Italia con la intención de saber qué relación tenía la Inquisición con la aparición de los “Dying Walkers” en Japón, sin embargo, una vez hubo llegado a la plaza que rodeaba la basílica se encontró con un cúmulo de personas en ella observando el emplazamiento y cuchicheando entre ellos.

-¿Qué ocurre? –preguntó amablemente.

-¿No lo sabes, joven? –le contestó una anciana de pelo canoso y mirada algo opaca- Hace unos días que el nuevo papa entró en la basílica pero todavía no se ha sabido nada de él. Algunos piensan que quizás le haya ocurrido algo pero hay obispos apostados en la puerta que no dejan entrar ni siquiera a la policía...estoy preocupada por el estado de ese chico...

 

El papa al que se referían, Reima lo conocía bien. Había sido elegido joven y desde entonces había desarrollado bien su cargo, tomando una actitud carismática y cercana a los demás. Por otra parte había que señalar que de puertas para dentro era uno de las personas más vagas que había conocido, por lo que no pudo evitar esbozar una sonrisa irónica al pensar que todo aquel barullo podría haberse formado por simple pereza de ver a sus seguidores. Aunque, también era cierto que, si así fuese, no habría entrado en la basílica y hubiese preferido quedarse en sus aposentos.

 

El profesor movió la cabeza de un lado a otro intentando olvidarse de ello y, después de dar las gracias a la anciana, se dirigió a la puerta donde policías y obispos estaban discutiendo.

-No creo que los mandase mantener a raya a los civiles y a la policía sólo para poder echarse una siesta, ¿no? Algo serio debe de estar pasando... –murmuró para sí mismo a la vez que se acercaba a uno de los obispos más alejados de la situación- ¡Oye! –llamando su atención, éste lo reconoció y se acercó a él.

-¿Qué haces aquí?

-Tenía que hacer una investigación relacionada con los “Dying Walkers” pero cuando intenté hablar con Ettore para avisarle de lo ocurrido no me contestó...

-Probablemente por entonces ya había ocurrido...

-¿A qué te refieres?

-Un grupo de “Dying Walkers”, por influencia de alguien que desconocemos, han perdido el control y han comenzado a atacarnos. El papa y el resto de obispos están intentando controlar la situación para que no salgan de la basílica. No podemos dejar que nadie se vea envuelto.

-Ya veo...bien, entonces déjame pasar, veré si puedo ayudarle.

-B-bien...acompáñame, te llevaré dentro.

-No pensará mal la policía de esto.

-Creo que nos vendrá bien. El que no entre ni salga nadie del recinto es lo que les lleva a pensar que algo malo puede estar ocurriendo. Quizás de esta manera les ayudemos a pensar que simplemente se trata de algún evento realizado por el propio papa.

 

Tras entrar, los dos se dirigieron hacia el centro de la construcción, donde se encontraba la tumba de uno de los héroes que lucharon contra los demonios: Saint Peter.

 

Sin pensárselo dos veces, el obispo se acercó a la tumba y la empujó levemente hacia delante hasta que sonó el “clic” de un mecanismo entrando en funcionamiento y, posterior a esto, el giro de varios ejes hasta dar lugar a que el sepulcro se inclinase hacia el lado contrario, dejando ver una entrada con escaleras que bajaban.

-Mira que no es la primera vez que vengo pero no recuerdo haber visto nunca esta entrada.

-Procuramos mantenerla lo más en secreto posible de manera que sólo lo conozcan aquellos que pertenecen o han pertenecido a este lugar.

-...

Observando el fondo negro al que llevaban las escaleras, Reima comenzó a internarse en el subterráneo.

-Suerte.

-Claro...gracias... –comentó escuchando cómo los ejes volvían a girar hasta que la tumba regresó a su lugar de origen, envolviendo todo en oscuridad.

 

Tras un buen rato bajando escaleras, el chico por fin llegó a un punto en el que la luz volvía a iluminar el ambiente. Habiéndose acostumbrado de nuevo la vista, divisó un largo pasillo con paredes, techo y suelo de piedra que continuaba hacia delante hasta llegar a una puerta de bronce de mediano tamaño.

 

Siguiendo las luces que llevaban hasta dicha puerta, la abrió, topándose con una sala de considerable altura y forma circular que presentaba cuatro pilares a los extremos de la misma, los cuales sujetaban el techo, todo de color perla.

 

Otros tres pasillos se extendían a derecha, izquierda y justo enfrente de él.

-Supongo que he de elegir uno...es en estos momentos cuando preferiría que él estuviese aquí...como haya que luchar voy a tener problemas...espero que no falte mucho para que anochezca.

Dicho esto decidió ir por el corredor que tenía delante, avanzando cuidadosamente.

 

Por el momento no había visto ni escuchado ni un alma desde que había entrado en la basílica, si exceptuaba a aquel obispo, claro. Esto le hacía permanecer alerta ante cualquier cosa.

-Éstas deben de ser las grutas de la basílica. Me pregunto si es en este lugar donde tienen a los “Dying Walkers” –se dijo mientras recorría los pedregosos suelos de la estructura. En las paredes se podían observar algunos trabajos artísticos, posiblemente pertenecientes a internos de la Inquisición. Quizás regalos para el papa u ofrendas para el dios que veneraban.

De esta forma, podía divisar cuadros, monumentos...incluso la arquitectura dejaba entrever el arte de épocas pasadas.

 

Le llamaban la atención especialmente aquellos retratos en los que se reflejaba la guerra entre demonios y humanos. Fue entonces cuando su mirada se posó en uno en el que aparecían tres personas situadas frente a una multitud. Dos de ellas parecían estar firmando una especie de pergamino mientras la otra observaba apaciblemente dicha acción. Sus párpados se abrieron al ver aquella escena y, sin darse cuenta, comenzó a andar hacia ese cuadro mientras alzaba inconscientemente su mano. Su mirada parecía anhelar algo que  estaba en ese retrato.

 

El sonido de algo rompiéndose lo despertó de su ensimismamiento, haciéndole girar la cabeza hacia el fondo del corredor. Echándole un último vistazo al trabajo comenzó a correr hasta llegar a otra puerta. Al abrirla se encontró con una batalla campal.

 

Varios “Dying Walkers” se enfrentaban a un grupo de obispos, quienes, pese a hacerles frente lo mejor que podían eran reducidos poco a poco y obligados a replegarse.

 

A Reima no le resultaba extraño todo aquello. Habiendo confiado en la fuerza de los “Dying Walkers” durante tanto tiempo, existían pocas personas en la Inquisición que fuesen capaces de hacer frente a sus propias creaciones. ¿Por qué no harían un mecanismo de emergencia por si se daban este tipo de situaciones? Al fin y al cabo eran biomáquinas, ¿no? Si los vivos podían llegar a volverse locos nada les aseguraba que los robots no hiciesen lo mismo. O quizás era la parte viva de los “Dying Walkers” lo que impedía esto.

 

Mientras cavilaba, el espadachín observó cómo más de aquellos trajeados de pelo blanco aparecían por un gran arco situado a la izquierda de la cámara, el cual daba a otro pasillo.

-Tal y como estoy ahora no puedo hacer nada... –maldiciéndose, escuchó el sonido de algo rompiendo el aire. En ese momento apareció volando la figura de un hombre, la cual chocó contra una de las paredes de las grutas para posteriormente caer al suelo entre polvo y escombros.

 

Anonadado, el profesor esperó a que se disipara la polvareda para ver de quién se trataba. Instantes después apareció el rostro de Ettore, quien se acariciaba la cabeza por el dolor del golpe.

-¡Hah! –al apodado “Darkblade” se le escapó un pequeño grito.

-¡Oh, Reima! –exclamó el papa al percatarse de su presencia- Cuánto tiempo.

-¡¿Cómo que cuánto tiempo?!

-Esto...ahora mismo estoy un poco ocupado. Hablamos luego.

Ignorándolo, el máximo mandatario de la Inquisición se lanzó a por algunos “Dying Walkers” que se disponían a atacar a otros obispos, golpeándoles con sus puños, o quizás sería más correcto decir con sus guantes de metal.

 

Con un peso mayor del que se podría esperar en un principio, aquellos guantes, denominados Assamone, eran el arma principal de Ettore, los cuales, utilizados por las manos adecuadas, eran capaces de reducir fácilmente a un demonio.

 

Así pues, no tardó en acabar con otro par de adversarios propinándoles sendos puñetazos en el estómago, provocando que salieran despedidos y chocasen contra el resto como si de bolos se tratasen.

-Parece que lo llevas bien... –dijo Reima.

-El problema más grande no son estos tipos sino...

De repente, dos águilas de mediano tamaño entraron en la sala a partir del pasillo desde el que había aparecido el papa, sobrevolando la sala para acto seguido caer en picado y lanzar por los aires a los obispos.

-...ése....

-¿De dónde diablos han salido esos bichos?

-A mí también me gustaría saberlo.

Aprovechando la oportunidad, el líder de la Inquisición se lanzó contra uno de los animales, agarrándose a sus patas. Como respuesta, éste emitió un gruñido y aumentó la velocidad de vuelo con el fin de quitárselo de encima.

 

Por su parte, Reima dejó abierta la puerta por la que había accedido a ese lugar y comenzó a refugiar heridos y rezagados, intentando alejarlos de los “Dying Walkers” y aquellas misteriosas águilas.

 

En ese momento comenzó a sentir un dolor intenso por todo el cuerpo. Su semblante cambió y se dibujó una pequeña sonrisa. Aquello no era la primera vez que le ocurría. De hecho hacía años que estaba acostumbrado. Y el hecho de que aquello estuviese pasando era una muy buena señal, sobre todo dada la situación. Era la señal de que su otra mitad aparecería.

 

Una quemadura surgió en la mejilla izquierda, extendiéndose hasta su frente, y una espada brotó justo delante de él, la cual cogió y utilizó para cortar por la mitad a uno de aquellos individuos trajeados.

-¡Ahora es mi turno!

Dicho esto, perforó el suelo con la hoja del arma y numerosos remolinos de fuego salieron del suelo, quemando selectivamente a los “Dying Walkers”.

 

Mientras tanto, Ettore consiguió golpear el tórax del águila cayendo y chocándose ambos contra el suelo. Al levantarse, animal y hombre se encararon el uno al otro, y, unos instantes después, el primero tomaba la iniciativa volando con las garras al frente, ataque que fue evadido por el otro, quien, mediante un salto, consiguió acercarse a su adversario y asestarle un nuevo golpe en el mismo sitio que antes.

 

Las patas del águila se doblaron, siendo afectada por el fuerte impacto producido por el papa, sin embargo no se dio por vencida, utilizando sus alas para revolverse y evitar un segundo ataque de su contrincante, quien tuvo que cubrirse con los brazos. Este momento fue aprovechado por la aparición del segundo águila, embistiéndole y lanzándolo de nuevo, no obstante, la continuación del ataque fue detenido por otro remolino de fuego esporádico que impidió su paso, dando lugar a la llegada de Reima.

 

-Ya estás aquí.

-Sí...a veces odio lo que tarda en hacerse oscuro ahí fuera, en serio...

-Bueno... –comentó Ettore mientras se levantaba- Lo importante no es lo que se tarde, sino que se llegue a tiempo.

Por su parte, los obispos restantes habían aprovechado la reducción en número de las biomáquinas para refugiarse detrás de la puerta y tratar con urgencia a los miembros en peor estado.

-Esto pinta bastante mal. Os han ganado mucho terreno.

-Esas águilas no son normales, y no me refiero sólo a su tamaño.

-¡Oh, venga! ¡No te quejes tanto! Lo que pasa es que eres un debilucho. O eso, o te produce demasiada pereza pelear en serio.

-O lo dos...

-¿Hablas en serio?

-Era broma, pero no te confíes, Reima. Me huelo algo mucho peor que estos bichos.

-¡Y haces bien en tener ese presentimiento!

Una voz resonó por toda la sala. Acto seguido, las águilas se alejaron de ellos y volaron hasta situarse cerca del gran arco, por donde apareció la figura de un hombre de aspecto joven y rasgos femeninos, de pelo negro y largo hasta la cintura, y llevando un libro consigo.

-¿Quién diablos eres tú, maldito andrógino? –preguntó el profesor con voz molesta.

-Vaya humos... –rió el chico-. A estas alturas no creo que haga falta ocultar mi nombre. Soy John.

-...

-...

El ambiente se quedó totalmente enmudecido.

-¿Tú conoces a alguien que se llame así?

-Ni idea. ¿Alguien con quien salí de copas?

-Oye...eso no debería decirlo un papa... –comentó Reima al escuchar la respuesta de Ettore.

-Entonces, ¿alguien con quien saliste tú?

-No me tomes por los de tu especie, pedazo de inútil. Yo estoy mucho más evolucionado.

-Ejem... –llamando la atención de los dos, John carraspeó a la vez que parecía estar conteniendo una creciente ira-. Quizás no me he expresado con la claridad que debía. Soy John, uno de los héroes que luchó contra los demonios en el pasado.

-...

-...

-A mí me sigue sin sonar –declaró Ettore mirando a Reima.

-Maldita sea, ahora es cuando desearía que se hiciese de día. Seguro que el otro sabría dar la respuesta adecuada.

-Eso me recuerda, ¿cómo llevas lo del cambio de personalidad?

-Difícil pero ya sabes, son muchos años.

-Tiene que ser complicado tener otra identidad además de la tuya.

-En realidad la mía se perdió hace mucho tiempo, ahora sólo tengo estas dos...

-¡Queréis dejar de ignorarme, malditos imbéciles! ¡Voy a mataros y a reducir vuestro esqueleto a meras cenizas que luego serán devoradas por mis águilas, engendros del averno!

Respirando como si acabase de correr la maratón de su vida, John tardó unos segundos en recuperar la compostura, entretanto, los otros dos parecían sorprendidos por la pérdida de calma que acababa de tener.

-Ejem...lo siento, ha sido un lapsus.

-Como sea, Jason –dijo Ettore.

-¡Es John!

-Eso... ¿qué haces aquí y para qué quieres robar a los “Dying Walkers”?

-Je... ¿robarlos? Estos pequeños siempre han sido nuestros. No los estamos robando simplemente queremos que vuelvan a su función original y que obedezcan las órdenes de su amo original. Tú, líder de la Inquisición, que te has rebajado a continuar la paz con esos seres llamados demonios, ya no mereces la posición de mandar sobre estas creaciones. Tú y tus súbditos también seréis aniquilados. Una nueva guerra...comenzará...

-¿Una guerra? ¿Provocada por quién?

-Por aquel que reinará en el mundo humano y sobre ellos. La exterminación de los demonios y todo aquel que se alíe con ellos ha de cumplirse...

-Ooh...ahora sí te has expresado con claridad. Lástima que no me guste cómo lo haces...

-Puede que tenga que usar otros métodos que sean más de tú agrado...

 

Detrás de él comenzó a salir otro gran número de biomáquinas trajeadas, las cuales se lanzaron a atacar a los dos compañeros.

-¡Tú por la derecha y yo por la izquierda! –exclamó Reima mientras cortaba a un par de sus adversarios por la mitad.

-Menudo desperdicio de maquinaria y recursos –se quejó el papa a la vez que destruía a otro par.

Pese a que los “Dying Walkers” seguían saliendo, a ninguno de los dos parecía suponerle un problema encargarse de ellos. Los problemas empezaron cuando las águilas volvieron a iniciar su ataque.

-Maldita sea...

 

Fue entonces cuando fueron alcanzadas por una lluvia de flechas y disparos. Al mirar hacia atrás, descubrieron a los seguidores de Ettore, quienes cargados con armas de todo tipo y habiendo aprovechado el tiempo dado por ellos dos, se lanzaron a la batalla para cubrirlos.

-Tienes buenos súbditos.

-Lo sé.

 

Por el contrario, esto no molestó a John, quien alzó uno de sus brazos mientras el otro seguía agarrando su libro.

-Toda esperanza es vana. Los “Dying Walkers” vendrán conmigo, y vosotros pereceréis.

Un cáliz de un par de metros de longitud se erigió en mitad del aire, surgiendo como un fantasma.

-Las almas más débiles serán las primeras en caer.

 

De repente los obispos comenzaron a caer al suelo mientras sus espíritus salían del interior de sus cuerpos y se reunían en el interior de aquel cáliz. Una por una, sus vidas iban apagándose de manera casi instantánea.

-¿Qué diablos es eso?

-Se está llevando su vida. Dándoselas en sacrificio a Dios.

-Mierda. Como si lo fuese a permitir.

Encendiendo una llama en su espada, ésta comenzó a hacerse más y más grande.

-¡No, Reima! ¡Detente! –gritó Ettore–. Si haces eso destruirás la basílica entera y moriremos todos.

-¡¿Y qué sugieres?!

-Retirémonos por el momento.

-No puedes estar hablando en serio.

-Esa técnica sólo está afectando a los más débiles y sólo a los que se encuentran dentro de esta sala. Llevemos a los que quedan fuera de aquí antes de que sea aún peor.

-Chst...

Molesto, el espadachín decidió hacerle caso, ayudando a los obispos a escapar...”

 

-Llevamos un buen rato en que lo único que hemos hecho ha sido huir.

-Mira cómo están, Reima –dijo el papa señalando a sus seguidores, de los cuales no quedaban muchos-. Casi no pueden luchar, y ese tipo, John...es muy poderoso...probablemente esté a tu nivel.

-¿Sabes quien es? Parecías conocer muy bien la técnica del cáliz...

-Fue al ver eso cuando llegué a la conclusión. Uno de los héroes que luchó contra los demonios: los Doce Apóstoles. Mi mente no quería creerlo porque supuestamente murieron hace mucho tiempo pero...

-No lo entiendo. Se supone que en aquella época los humanos lucharon contra los demonios para defenderse de su ataque. Quiero decir...porque ahora ser ellos quienes empiecen una guerra...

-No lo sé. Probablemente hay algo que se nos escapa...

-En cualquier caso, ¿cómo funciona ese cáliz?

-No estoy seguro pero, creo que en él puede entrar lo que desee.

-Pero si es así, ¿por qué no nos ha introducido a nosotros directamente? De esa forma ya habría ganado.

-Es posible que haya una serie de reglas. Ya sabes, como el poder de tus maldiciones...

-Ya veo...me temo que entonces sólo nos queda hacer una cosa.

Ettore sabía bien a lo que se refería Reima, y era algo en lo que no podía estar de acuerdo. Sin embargo, si quería salvar a los súbditos que quedaban y desbaratar los planes de John sólo podía recurrir a esa solución.

-Bien, hazlo...yo le entretendré...

-De acuerdo, sólo necesitaré un par de minutos...

 

Saliendo de su escondite, se encontraron con más biomáquinas. A estas alturas probablemente ocupaban gran parte del subterráneo ya que se había hecho con todos aquellos que la Inquisición había guardado.

 

Avanzando hacia el frente, se iban deshaciendo de los que se aparecían ante ellos, sin siquiera darles tiempo a reaccionar. La espada de Reima danzaba una y otra vez cortando en pedazos a los trajeados a la vez que el papa destruía sus cuerpos. Por detrás, los obispos los cubrían como mejor sabían utilizando una serie de armas que el profesor todavía se preguntaba de dónde diablos las habrían sacado.

 

Finalmente se detuvieron cerca de la sala en la que se encontraba la puerta que llevaba a la superficie. Allí les esperaba el apóstol junto con otro gran grupo de su recién controlado ejército.

-Cuando haga la señal corred hacia la salida y escapad –dijo el espadachín a los obispos- Ahora todo queda en tus manos –esta vez se dirigió a Ettore, quien asintió antes de encaminarse hacia su oponente.

 

-Así que has venido solo –indicó John al observar al papa frente a él.

-Es a mí a quien querías, ¿verdad? Si es así me gustaría defender mi vida en un combate justo.

-¿Un combate justo? ¿Acaso crees que tienes alguna posibilidad de ganar? Qué interesante...

El hombre se acercó hasta situarse a pocos metros del líder de la Inquisición, mirándolo con sonrisa triunfal.

-Sin embargo, ¿cómo sé que esto no se trata de alguna jugarreta para engañarme?

-Soy el líder de la Inquisición, no puedo permitirme poner en peligro la vida de mis súbditos intentando tenderte una trampa.

-Ooh, esa es una de las cosas que precisamente te han llevado a la decadencia. Compadecerte de la vida de aquellos que no son útiles.

-Ni tú ni yo somos quienes decidimos quien o qué merece vivir. Lo mismo ocurre con los demonios.

-Que palabras tan bellas, pero no olvides que hablamos de seres que van en contra de la humanidad y el dios que la representa.

-Es posible que a veces los humanos y hasta nuestro dios tengan que aprender algunas cosas.

-¡Blasfemia! ¡¿Cómo te atreves?!

De repente comenzó a escucharse un sonido parecido al del metal cuando es golpeado, resonando con el eco en todo el subterráneo.

-¿Qué es eso? –preguntó John mirando hacia todas partes.

 

En ese momento los obispos hicieron su entrada en la sala, dirigiéndose a la mayor velocidad que le permitían sus piernas en dirección a la puerta que llevaba a las escaleras hacia la superficie.

-¡¿Qué es lo que estáis haciendo?! ¡Cogedlos!

Gritando a su ejército, el apóstol cayó en la cuenta de que todos se habían detenido.

-¿Por qué no se mueven? –intentando desplazarse él en lugar de las biomáquinas, notó una presión en su cuerpo que lo mantuvo en el sitio. Ettore lo tenía agarrado y no parecía dispuesto a dejarle ir.

 

Al volver la vista al frente divisó la figura de Reima, un poco más alejada de lo que había estado la del papa. Tenía una postura erguida y mantenía su espada a medio envainar. El eco seguía resonando en el ambiente.

-Creía que no ibas a poner la vida de tus súbditos en peligro –declaró el apóstol intentando escabullirse sin éxito ante el fortísimo agarre de su oponente.

-Sí, pero también es cierto que tú me dijiste que no servía para liderar la Inquisición. Supongo que ahora los obispos estarán cabreados conmigo...

-¡Bastardo!

-Sé acabó para ti...

Ettore hundió los pies en la piedra aumentando aún más la fuerza de su agarre. Al mismo tiempo, Reima envainó su espada, terminando con el ruido metálico.

 

Instantes después las paredes de las grutas comenzaron a presentar una fina línea de la que empezaron a surgir grietas. De forma parecida, el cuerpo de los “Dying Walkers” fue separándose poco a poco por la mitad.

-No puede ser... –se sorprendió John.

Reima corrió hacia la puerta de salida y escapó de allí mientras Ettore seguía impidiendo el movimiento de su adversario. La estructura de la construcción estaba destruyéndose poco a poco.

-Sólo él sería capaz de cortar un edificio entero como si nada –sonrió Ettore.

-¡Pero si continúas así, tú también morirás!

-Es un pequeño precio a pagar por llevarte conmigo a la tumba.

-¡Maldito seas!

Quejándose y forcejeando en vano, el hombre no pudo más que ver cómo techo y paredes se agrietaban y hundían...

 

Fuera de la basílica, los seguidores, la policía y los obispos de la superficie corrían para tratar de evitar que la construcción les cayese encima. A su vez, Reima y el resto de obispos conseguían ponerse a salvo por los pelos.

 

Al cabo de un rato, el hundimiento de la zona subterránea había dado lugar a múltiples escombros que antes había sido uno de los edificios más simbólicos del mundo. Sin duda, aquello daría de qué hablar en las noticias.

 

El espadachín miró a su alrededor. Se mostraba algo nervioso, esperando ver algo o a alguien que todavía no había aparecido. Instantes después una mano tocó su hombro. Se trataba de Ettore.

-Creía que no salía de ésta. No me puedo creer que haya tenido que usar la bendición para algo así. Como no haya servido para nada, te mataré.

 

La bendición. Se trataba de un amuleto pasado de un papa a otro y que se decía que contenía el mismísimo poder de Dios. Pudiendo ser usado una única vez en cada herencia, podía salvar la vida de aquella persona que lo tuviese fuese la situación que fuese.

-Me alegro de verte en forma.

-Ahórrate los sarcasmos, ¿quieres? –se quejó Ettore-. No eres tú a quien le tocará encarar a la prensa...

-No. Mi misión es otra ahora mismo.

-¿Qué piensas hacer?

-He de llamar a los pecados capitales. Esto cada vez se está poniendo peor y probablemente ellos sepan de qué se trata –dicho esto sacó el móvil y empezó a marcar un número- Hemos de evitar una nueva guerra...

21: Capítulo 21 - La rueda empieza a girar (ARCO I END)
Capítulo 21 - La rueda empieza a girar (ARCO I END)

Eri caminaba por los pasillos del hospital buscando una habitación en concreto. Tenía consigo un par de ramos de flores de varios colores, los cuales tenían atados sendos trozos de papel en los que había un mensaje escrito en conjunto por todos sus compañeros de clase, incluida ella.

 

Situándose frente a una puerta de madera blanca con un número situado en la parte de arriba, respiró hondo a la vez que cerraba los ojos durante unos instantes. Probablemente tendría que enfrentarse a alguna que otra situación complicada en ese momento pero estaba preparada. De hecho, ella misma había decidido tomar la iniciativa y plantar cara al problema.

 

Así pues, alargó la mano dispuesta a entrar cuando de repente la puerta se abrió, dejando ver la figura de una enfermera.

-Ah...lo siento... –dijo disculpándose para luego permanecer observándose la una a la otra- ¡Espera! ¡Eres la chica que vino el otro día a visitar a Shiina-chan!

La demonio se dio cuenta de que se trataba de la enfermera contra la que chocó la primera vez que vino a visitar a su amiga.

-Ho-hola –saludó con voz entrecortada. De alguna forma, aquel encuentro había conseguido apartar la tensión que tenía.

-Pasa, pasa. Acabo de... –a mitad de frase profirió un largo bostezo- ...ha-hacerle un pequeño chequeo. Dentro de nada podrá irse.

-Eso es genial –sonrió la joven.

-¡Shiina-chan! ¡Tienes visita!

-Gracias, Bel-san.

-No hay de...qué –dijo mientras se llevaba la mano hacia su boca al tener lugar un nuevo bostezo-. Nos vemos más tarde.

 

Dicho esto pasó por el lado de Eri y se marchó, dejando a la chica algo sorprendida por su manera de actuar. Tras esto, entró en la habitación, cerrando la puerta detrás de sí.

-¿Cómo te encuentras? –preguntó cogiendo una silla y sentándose al lado de su amiga.

-Deseando marcharme de aquí. No me gusta estar quieta y sin hacer nada. Además seguro que se me ha acumulado trabajo. Tengo que ponerme a ello cuanto antes –respondió con decisión.

-Ah, toma –la chica le extendió el ramo- Es de parte de todos los de clase. Sé que quizás ha llegado un poco tarde. Los preparativos para el campamento nos mantuvieron un tanto ocupados a todos.

-No importa. Gracias –dicho esto cogió el ramo y lo mantuvo en su regazo con la mirada puesta en él. Poco después levantó la mirada y la dirigió de nuevo hacia la demonio- ¿Qué tal está Luka?

-Está bien...

 

Después de lo ocurrido en el campamento, Luka fue llevada al hospital, seguido de todos aquellos que habían estado implicados excepto Asari, quien se quedó junto al resto de alumnos para explicarles la situación. Los dolores que había tenido antes de venir al campamento sirvieron como excusa para informarles tanto a sus padres como a sus compañeros de clase que había sido afectada por un fuerte catarro y que la fiebre le había provocado un desmayo. Desde entonces había permanecido en revisión en el centro, pero no se le había descubierto nada grave y sólo necesitaría un tiempo de recuperación. Al contrario que Shiina, al menos ella no había muerto una vez...

 

Eri suspiró, hundida en sus pensamientos.

-¿Estás bien, Eri?

-¿Eh? Sí, lo siento... –la joven desvió la mirada unos momentos antes de continuar-. Esto...Der...Hioni-sensei me dijo que es posible que a estas alturas tuvieses algunas preguntas que hacerme y...bueno...

-¿Te refieres a lo que de que eres una demonio?

Aquellas palabras golpearon a la súcubo como mazazos en la madera, provocando que se mordiese el labio inferior. Incluso si Derain le había avisado de que los recuerdos de su amiga ya habría vuelto a día de hoy, seguía sin perdonarse del todo el haberla metido en aquella situación.

-No creo que fuese culpa tuya, Eri –dijo Shiina-. Fui yo quien decidió ir pese a que quisiste alejarme de allí.

-...

-Además, si te hubiese pasado algo a ti yo tampoco me lo habría perdonado.

-Eres demasiado blanda... –susurró Eri.

-No creo que sea la única.

El ambiente se quedó en silencio durante unos instantes hasta que fue roto por un tono más animado por parte de Shiina.

-¡En cualquier caso, voy a requerir una explicación por tu parte! Si de verdad quieres compensarme, ¿por qué no empezar por ahí?

-Sí, por supuesto... –sonrió la demonio.

 

-A ver si lo he entendido bien... –Shiina empezó a hacer memoria de todo lo que le había contado su amiga hasta el momento-. Hioni-sensei, es una especie de héroe reconocido con más de mil años que fue maldecido y ahora se encarga de mantener la paz entre demonios y humanos, pero ahora mismo está en Italia y es un tal Derain, el cual se trata de un imp, quien se está haciendo pasar por él para sustituirle como profesor. Por otra parte, Asari-sensei resulta que también ha sido maldecida por demonios y que Akira-kun es un medio demonio. Todos trabajando junto con Hioni-sensei.

-Vas bien.

-Además, tú también eres una demonio y me has maldecido para poder volver a la vida. Y resulta que Luka también es una demonio pero de padres humanos... ¿me falta algo?

-Bueno, que estoy a cargo de un zorro-demonio llamada Agramón. Ya te lo presentaré cuando tenga ocasión...

Shiina se llevó una mano a la frente.

-Es mucha información...

-Tranquila, con el tiempo te acostumbrarás a ello –indicó Eri sintiéndose identificada.

-Biomáquinas manejadas por la religión cristiana, alguien que parece estar detrás de su repentino ataque hacia demonios como tú...parece sacado de una obra fantástica.

-Jajaja...en cualquier caso así es como son las cosas. Le diré a Derain y a Luka que os pongan bajo protección y así podréis estar seguras.

-Espera, espera...si tú estás metida en esto no esperes que yo me quede al margen...

La chica ya se había visto venir esto. Siendo tan severa y cabezota, su amiga no se quedaría atrás al verla en una situación peligrosa. Al fin y al cabo eso es lo que la había llevado a estar maldita.

-Bueno, bueno. Ya lo hablaremos con Derain y los otros y veremos que es lo que ocurre. Por el momento he de hablar también con Luka de todo esto. Probablemente también se sienta muy confusa...

-En ese caso iré contigo –dijo Shiina mientras se disponía a levantarse.

-Pero...

-No hay peros que valgan. Ya estoy recuperada. Además si vamos las dos le será más fácil aceptar la situación, ¿no crees?

-Supongo que tienes razón...

 

Poco después se dirigieron hacia la habitación en la que se encontraba la otra joven, entrando sin problemas ya que ésta estaba abierta. Su amiga se encontraba durmiendo con las persianas bajadas, y Shiina no tardó en acercarse a ellas y dar paso a algo de luz.

-Uaaah... –molesta, Luka se cubrió los ojos al mismo tiempo que se giraba hacia el lado contrario a la ventana.

-Despierta de una vez, dormilona –dijo la delegada, forcejeando con ella para que apartase los brazos.

-Soy una enfermita en plena recuperación, ¿no podrías tener un poco de piedad?

-Si estás casi mejor que yo y eso que llevas menos tiempo aquí. Seguro que aparentas estar peor de lo que estás sólo para pasar más tiempo en cama y escaquearte de las clases.

-Bueno, puede que un poquito...

-Ya podrías intentar disimularlo al menos...

Eri esbozó una sonrisa irónica en su rostro, acercándose para darle el ramo a la descendiente de Sorath.

-De parte de toda la clase.

-¡Oh, es genial, Eri! ¿Se comen? –preguntó, dejando estupefactas a las otras dos- Era broma, era broma.

“Está como siempre”, pensó Eri dejando escapar un suspiro.

 

-¿Cómo estás?

-Bien, me han dicho que en unos pocos días estaré fuera. Aunque... –empezó a decir, bajando la cabeza.

-¿?

-No entiendo muy bien lo que ocurrió. Es como si hubiese un gran cúmulo de recuerdos dentro de mi cabeza pero todos parecen tan imposibles que no puedo comprenderlos.

Shiina y Eri se miraron.

-Luka...creo que te debo una explicación sobre eso...

-¿Eh?

-Lo que voy a contarte quizás te parezca increíble y probablemente no me creas pero te aseguro que es la verdad.

-... –la joven se mostró confusa ante aquellas palabras, sin embargo no replicó, sino que se mantuvo en silencio, esperando a que continuase con lo que fuese que tuviese que decir...

 

Tras más de media hora explicándole lo que sabía, la expresión de la hospitalizada había cambiado a una entre confusa y horrorizada.

-¡¿Una demonio?! –sin poder creer las palabras de su amiga, se llevó ambas manos a la cabeza dando lugar a una reacción bastante exagerada.

-¡Chssst! ¡No lo digas tan alto! –exclamó Shiina.

-¡P-pero...!

-Sé que parece increíble pero es la verdad.

La súcubo se levantó de su sitio y se dirigió a la puerta de la habitación, la abrió, echó un vistazo a uno y otro lado del pasillo y volvió a cerrarla.

-Te lo demostraré

 

Dicho esto, levantó una de sus extremidades anteriores a media altura, poniendo la palma de su mano en dirección al techo. Acto seguido, una bola de fuego se formó unos pocos centímetros sobre ésta, danzando y formando una especie de remolino.

 

Con la boca abierta y sin poder dejar de mirar aquella pequeña masa de fuego, Luka se quedó sin palabras hasta que Eri hizo que desapareciese, volviendo de nuevo a su sitio.

-¿Y...dices que yo...? –intentó preguntar todavía sin poder hablar adecuadamente.

-Sí, tú también eres una demonio...

 

La chica posó las manos sobre su regazo, con la mirada perdida. La tensión se mascaba en el ambiente, provocando caras de preocupación en las otras dos.

-¿L-Luka?

-Es genial... –murmuró.

-¿Disculpa?

-¡Es genial!

De nuevo, aquella reacción fue una que las pilló por sorpresa.

-¡¿Yo también seré capaz de hacer algo como eso?! –se podía divisar un brillo en sus ojos.

-Sí...supongo que sí...

-Jajaja... entonces, cuando salga de aquí, tienes que enseñarme a hacerlo.

-Claro.

-Te lo has tomado demasiado bien, diría yo –comentó la delegada cruzándose de brazos.

-Bueno...admito que es increíble pero...no sé como decirlo...creo que porque sois vosotras las que me lo habéis contado que siento como si fuese algo más...normal. De alguna forma...me siento segura...y eso hace que me parezca algo que puedo afrontar fácilmente...

Eri la observó durante unos instantes antes de estallar en carcajadas, dejando a las otras dos estupefactas.

-¡Eres de lo que no hay! –exclamó enjugándose las lágrimas que salían de sus ojos- Tenía miedo de que esto os hubiese cambiado a las dos. Que ya no fueseis a verme de la misma manera...pero después de todo seguís siendo las mismas. Y doy gracias a ello, de verdad. Muchas gracias.

Shiina y Luka se miraron para más tarde girarse hacia Eri. Las dos sonrieron al ver como su amiga soltaba todo el estrés que había acumulado con lo sucedido, pudiendo reír tan despreocupadamente como en ese momento...

 

Al salir del hospital, Eri se encontró con Akira, quien la esperaba junto con Agramón. Ambos la habían dejado entrar sola a petición de ella, quien había querido hacerse responsable de contárselo todo.

-¿Y bien? ¿Qué tal ha ido? –preguntó el chico quien, habiendo permanecido sentado sobre los escalones junto a la entrada del edificio, se incorporó para recibirla.

-Genial. Sin duda son las mejores amigas que podré tener...

-Me alegra escuchar eso. Entonces, ¿han accedido a estar bajo protección?

-Sobre eso...digamos que están más que dispuestas a “luchar contra los malos” o algo así...

-¡¿Qué?! ¡Eri...!

-¡Lo sé! ¡Lo sé! No es como que esté de acuerdo pero...bueno, ellas ya no son chicas normales, ¿sabes? Y ambas son tan cabezotas cuando se ponen que serán incapaces de dejarme sola en esto...

Akira resopló.

-Vale, te ayudaré a hablarlo con Derain.

-Gracias.

-N-no hay de qué... –contestó el chico desviando la mirada.

 

- Tienes que decirle lo otro –comentó de repente Agramón.

-¿Qué otro? –la chica ladeó la cabeza sin entender a qué se refería el zorro.

El medio demonio carraspeó antes de comenzar a hablar.

-Derain nos ha avisado de que va a interrogar a la chica contra la que se enfrentó Kaoru el otro día. Ha pensado que quizás queramos estar presentes.

-¿Interrogarla? ¿Sobre qué exactamente?

-Origen, si tiene relaciones con alguna otra organización cazadora de demonios...ya sabes, nunca está de más ser precavidos.

-¿Y no va simplemente a entrar en su mente para sonsacarle la información?

-Supongo que querrá darle una oportunidad de decirlo por ella misma antes de recurrir a eso.

-Ya veo. De acuerdo, iré. Si quiero saber a lo que me puedo enfrentar es mejor que lo aprenda todo.

-Hay algo más...

-¿Qué?

Agramón y Akira se miraron con seriedad.

-Han atacado la basílica del papa. Ha quedado totalmente destruida.

-¡¿Qué?! –gritó Eri- ¡¿Qué es lo que ha ocurrido?!

-Dice que nos contará los detalles tras el interrogatorio.

-...

-Vamos, Derain nos está esperando.

 

La sala de interrogatorios de “Cerberos” era poco acogedora. Revestida con paredes y techo de piedra de color gris oscuro y superficie rugosa, se sentía de todo menos cómoda. Eso es lo que pensaba la demonio antes de que apareciese Derain por la puerta principal junto con otra acompañante.

-Bueno, aquí estamos. Creo que ya la conoces de vista pero permíteme que te la presente. Ella es Kasaiga Eri, una súcubo novata –dijo mientras señalaba a una de los dos que había intentado capturar junto con aquellos “cazatesoros”.

La aludida frunció el ceño al escuchar eso. De alguna forma no le gustaba cómo lo había dicho.

-Apestas con las presentaciones, Derain –se quejó.

-Háblalo con mi abogado –respondió el imp con ironía.

 

Tras esto se sentó en la silla que había frente a la joven, hallándose como única separación entre ambos una mesa metálica de color verde donde depositó un pequeño teléfono móvil.

-Bien. Podría acabar esto rápido pero te voy a dar la oportunidad de conservar algunas privacidades, así que cuanto antes hables más tardarás en acabar con mi paciencia –el imp encendió uno de sus puros y le dio la primera calada-. Ah, mucho mejor. Dime, ¿cuál es tu nombre?

-... –cabizbaja, la chica de cabello celeste se mantuvo en silencio.

-No empezamos con buen pie por lo que veo. Te haré otra pregunta: ¿por qué estabas con esos hombres?

-...te-tenía un trato con ellos...si les ayudaba, me darían información sobre una persona a la que estoy buscando.

-¿Quién?

La joven levantó la mirada hacia el imp, la visión de aquel ser podía resultar cómica o extravagante para algunos, pero la mirada que fijaba en ella hacía que fuese precavida a la hora de contestar.

-A...a... –le costaba que las palabras saliesen de su boca-...a mi madre...

-¿A tu madre?

-Sí...desapareció hace tiempo sin decirme nada, tan sólo me dejo un mensaje pero nunca hacia donde iba o el porqué de su partida...

El corazón de Eri dio un pequeño vuelco. Lo que decía era muy parecido a lo que le ocurrió a ella...

-Entiendo. Entonces debo suponer que tu única relación con ellos era meros negocios.

-Así es, no tengo relación alguna con organizaciones cazadoras de demonios...es sólo que...no tuve más remedio...

El imp le dio otra calada a su puro antes de proseguir.

-Déjame decirte que probablemente te habrían capturado a ti también.

-¡¿Qué?! –la chica no daba crédito a lo que oía.

-Esos tipos son unos maleantes. Unos bribones. Si eres demonio harán lo que sea con tal de capturarte y venderte. No iban a cumplir con su palabra así que en cierto modo has tenido suerte.

-Ah... –aquello golpeó de lleno a la chica, quien no pudo más que apretar los dientes al darse cuenta de su error.

-En cualquier caso hay algo que todavía no entiendo, y es el porqué de no querer decirnos tu nombre.

-...mi madre me dijo que si se descubría quien era vendrían a por mí.

-¿Quiénes? –preguntó Derain bajando las cejas.

-No lo sé. Creo que los llamó los siervos de Chronos.

-¿Chronos?

-Los “Dying Walkers” también lo mencionaron cuando intentaron matarme en el instituto. Dijeron: “Eso es lo que quiere Chronos” o algo así –recordó Eri.

-No conozco a nadie llamado así...aunque puede que sí haya más de uno que lo conozca. Sin embargo, sigo sin entenderlo, ¿por qué iban a perseguirte alguien sólo por el mero hecho de saber tu nombre? ¿Qué es lo que representa como para que tengas que ocultarlo de esa forma?

-... –la demonio se mantuvo en silencio unos segundos durante los cuales posó su mirada en Eri para luego desplazarla hacia el imp- ¿Puedo confiar en vosotros?

-Estamos aquí para mantener la paz no para dar lugar al conflicto. Es lo único que te puedo garantizar –declaró Derain.

-De acuerdo... –respiró hondo antes de continuar- ...mi nombre...es...

 

Mientras tanto, Akira y Agramón se encontraban junto a Kaoru esperando en la puerta de entrada a la sala de interrogatorio. Al ver aparecer a su amigo en “Cerberos”, esperando noticias sobre el interrogatorio decidió quedarse fuera para hablar con él.

-Dijiste que responderías a mis dudas, ¿verdad? –preguntó Akira.

-Por supuesto, y mantengo mi palabra.

-Entonces, ¿por qué no me lo dijiste?

-¿Es esa tu primera pregunta? –se extrañó el ángel.

El otro lo miró seriamente.

-Necesitaba esconder mi identidad. Los pecados me ordenaron vigilar el instituto ante un posible ataque...

-¿Un posible ataque? ¿De quien?

 

-Derain, ¿estás bien? –preguntó Eri al observar cómo el puro que llevaba en una de sus manos caía al suelo.

-¿Es eso...cierto? –el imp se había quedado de piedra al escuchar el nombre de la chica de pelo azul celeste.

-Sí... –por su parte, ella se mostró algo confusa ante aquel cambio tan repentino.

-Eri, tengo que hablar contigo

Los dos se marcharon de la sala pero por otra puerta existente además de la de salida. Ésta llevaba a una cámara contigua insonorizada.

Una vez allí, la súcubo tomó la palabra.

-Derain, no entiendo nada.

-Lilith...

-¿Cómo?

-Ahora entiendo por qué la persiguen.

-Será mejor que te expliques si quieres que pueda seguirte...

 

-Para evitar un posible ataque los apóstoles. O mejor dicho, de los “Dying Walkers” manejados por los apóstoles. Por eso fui enviado.

-¿Los apóstoles?

-Los héroes que defendieron a la humanidad de los demonios. O eso es lo que se cuenta...

-¿Acaso no es así?

-¿Nunca te has preguntado si de verdad fueron los demonios los que atacaron a los humanos?

-Pero es lo que viene en todos los datos históricos.

-Los cuales fueron escritos por humanos y que posteriormente harían olvidar la verdad.

-¿Y cual es la verdad?

-Eso será mejor que te lo expliquen ellos...los pecados se reunirán de nuevo, Akira.

-¿Los mismos que te crearon?

-Así es. Eso hora de enfrentarse a la guerra que se avecina y que llegará con la resurrección de Chronos.

 

-¿La...nieta...de Satán...? –preguntó Eri.

-Lilith, la nieta de Satán que muchos creían que estaba muerta. Ella es la única que sería capaz de hacer que los demonios se levanten de nuevo. Es por eso por lo que pueden venir a por ella. Pero, ¿quién es Chronos? ¿Nunca he escuchado sobre él? A no ser que...

 

-¡¿Dios?! ¡¿Estás diciendo que Chronos es Dios?! –exclamó Akira.

Kaoru asintió.

-Pero, ¿por qué ese nombre?

 

-No lo sé –contestó Derain a la pregunta de Eri- No sé porque lo ha llamado Chronos. Pero el hecho de que Chronos y Dios sean lo mismo hace que encajen muchas cosas.

-¿Te refieres a lo que le ha ocurrido a la basílica?

-Sí. Por lo que me dijo Reima, fue atacada por un apóstol que pretendía hacerse con el control del ejército de “Dying Walkers” que guardaba la Inquisición en las grutas de la basílica, por lo que tuvo que destruir el edificio entero para evitarlo. A cambio, probablemente la Inquisición sea inservible para ayudar a evitar la guerra que ellos quieren provocar.

-¿Los apóstoles quieren provocar una guerra?

-Contra los demonios. Con el fin de eliminarlos completamente.

 

-A ver si lo he entendido bien –resumió esta vez Agramón, quien había estado escuchando la conversación entre ambos chicos- ¿Los apóstoles están intentando resucitar a Dios, o Chronos, o como quiera que se llame para que lidere una guerra contra los demonios y extinguirlos en su totalidad?

Kaoru asintió

-Y para ello necesitan el poder de los “Dying Walkers”, el cual fallaron en obtener, por lo menos en su totalidad, al fracasar durante el ataque de la basílica. No obstante, dudo que es les pare los pies. Sólo los retrasará un poco. Por eso necesitamos reunir a todos los que podamos para hacerles frente e impedir que cumplan su objetivo...

 

De repente, mientras el imp y la súcubo continuaban con su discusión. La puerta se abrió para dejar paso al rostro de Lilith.

-Esto...siento interrumpir...pero hay una llamada de un tal Reima...o algo así me ha dicho...

Al escuchar esto, Derain volvió a la cámara de interrogatorio y cogió el móvil.

-¿Sí? ¿Qué es lo que ocurre? ... ¿Los pecados? ¿Van a reunirse en esta ciudad? Ya veo...Ahren y Serah deben de estar por llegar también...será mejor que tú también vuelvas cuanto antes...la próxima vez que aparezcan, no sé si seremos capaces de reducirlos...

 

Una enfermera de pelo negro y ojos rojos dormitaba sobre uno de los sofás situado en mitad de los pasillos del hospital. El Sol de la tarde reflejaba su sombra sobre las blancas paredes del edificio.

Fue entonces cuando dicha sombra comenzó a tomar otra forma diferente a la figura de ella, volviéndose la de otro ser de gran tamaño y aspecto grotesco, parecido al de un insecto, con alas de murciélago y cola.

-Sigues teniendo una curiosa manera de aparecer, Zebub... –murmuró la enfermera con los ojos todavía cerrados.

-Tú tampoco has cambiado desde la última vez que te vi, Bel –una voz ronca y sombría le respondió.

-Por...supuesto que he cambiado...ahora soy enfermera...

-No muy trabajadora si lo que haces es dormirte como un tronco...

-Es mi hora de descanso... –la chica se acomodó sobre el sofá, acostándose.

-Supongo que sabes para qué he venido. Tienes que encargarte de proteger la Biblia hasta que lleguemos los demás.

-Por supuesto. No te preocupes, está a buen recaudo...bien protegida...

-Eso espero. Si cae en sus manos y él resucita...

-Lo sé...lo sé...

-¡¿Quieres ponerte seria y dejar de dormir?!

-...

-¡Despierta!

-Aaaaaah, qué pesado. No voy a permitir que nadie la toque. Y sabes bien que no soy de las que incumplen sus promesas.

-... –se escuchó un breve suspiro-. En fin, nos veremos pronto, Bel. Ten cuidado.

-Por supuesto.

La sombra volvió a tomar la forma de la enfermera, desapareciendo aquella misteriosa presencia...

 

-Onii-chan...date prisa... –junto a las escaleras frente a la salida de un aeropuerto, una chica de pelo considerablemente largo y recogido en una coleta al final, murmuraba para sí misma mientras esperaba a alguien que todavía no había aparecido.

Iba ataviada con una camisa blanca y una chaqueta azul oscuro por encima, además de una falda a cuadros que llegaba hasta unos centímetros por encima de las rodillas. Su expresión era afable y atraía la mirada tanto de hombres como mujeres, quienes se quedaban pasmados ante su belleza y el aura pura y angelical que parecía desprender. Incluso al sonreírle a un niño que pasaba cerca de ella, éste no pudo evitar sonrojarse mientras su madre lo llevaba casi a rastras hacia el edificio principal.

Al cabo de un rato, un chico salió por la puerta automática, y se situó a su lado. Al contrario que la joven, la mirada de él era más agresiva. Vistiendo una camisa blanca y chaqueta y pantalones a juego con los de la chica, tenía aspecto de delincuente, ayudado por su cabello pelirrojo y de punta del que emanaba una pequeña coleta que caía sobre su nuca.

Nada más ver al joven, las personas que se habían quedado prendadas de la chica no tardaron en desviar la mirada y continuar con sus quehaceres.

-Eres muy lento.

-¿Y qué querías que hiciese? No me dejaban coger el equipaje. Tuve que explicarles y presentarles la documentación de que las armas eran sólo objetos de exposición en el museo de la capital.

En ese momento, la chica bajo la vista, fijándola en el equipaje que llevaba.

-Ah, es verdad. Había olvidado mis cosas.

-Ah...si no llego a cogerlas yo las habrían metido en objetos perdidos. Otra media hora para buscarlas. ¿Cómo quieres que no tarde si lo tengo que hacer yo todo? En cuanto has podido te has ido delante sin preocuparte por nada. Eres demasiado descuidada para estas cosas...

-Jeje...gracias, Onii-chan.

-No era ningún cumplido, ¿sabes? En fin, será mejor que nos movamos. Pediremos un taxi.

-Sí. Tengo ganas de ver a papá.

El chico sonrió al escuchar las palabras de su hermana.

-Sí, lo cierto es que yo también...

 

Situados en una de las aulas del instituto, vacío en ese momento, Asari estaba delante de tres de sus alumnos. Estos no eran otros que Mizuki, Kazuma y Nanako.

-Sabéis por qué estamos aquí, ¿verdad? –preguntó la profesora.

Mizuki levantó la mano como si estuviese en una clase, a lo que la mujer asintió, dándole la palabra.

-Para que nos enseñe a defendernos de gente peligrosa. ¿Algo así?

-Básicamente, si queréis ser útiles y ayudar a los demás, tenéis que estar a la mayor altura posible de ellos. No estoy muy de acuerdo con esto, pero parece que el discurso de Nanako fue bastante convincente.

La aludida exhibió una pequeña sonrisa de victoria que no fue vista por los demás.

-Será mejor que estéis preparados pues va a ser duro.

Los tres alumnos se miraron los unos a los otros y asintieron con decisión.

-Aunque puedas pensarlo así, esto no es algo que hayamos decidido al azar, sensei –esta vez quien habló fue Kazuma-. Queremos ser de ayuda tanto como se nos permita.

-Bien, si es así, pongámonos a ello...

 

En otra parte, más alejada de allí, tres hombres caminaban tranquilamente por la calle. Uno de ellos llevaba un perro de raza doberman a su lado y miraba de vez en cuando una foto con aire tranquilo y alegre. Guardando en su memoria la imagen que venía en esa foto, la tiró a una papelera cercana mientras continuaba andando. En el interior de la foto estaba la cara de Eri...

22: Capítulo 22 - Los dos hermanos
Capítulo 22 - Los dos hermanos

-Veamos...cebolletas, azúcar, salsa de soja...creo que lo tengo todo... –saliendo del supermercado con una bolsa en la mano, una chica de pelo rojizo revisaba la lista de la compra.

 

Colgado de su hombro y extendiéndose hasta el costado, había un bolso de color negro desde el cual se asomó un zorro con pequeños cuernos en la cabeza.

-¿Estás segura, Eri? No sería la primera vez que te despistas y tienes que volver atrás para comprar alguna cosa que se te ha pasado por alto.

-¡Eso sólo fue una vez! Además, estoy casi segura de que lo he revisado bien.

-Casi segura, ¿eh? –recalcó el zorro mientras sacaba las dos patas delanteras del interior del bolso-. Por cierto, hace un calor terrible.

-Estamos en verano, incluso si estás acostumbrado a las altas temperaturas es normal que te afecte.

-Bueno, estar encerrado en esta cosa tampoco ayuda mucho.

-¿Y qué quieres que haga? La gente vería raro a un zorro que habla caminar libremente por la ciudad. Ni qué decir si además tiene tres colas y cuernos.

-Puede, ¿pero era necesario que fuese de color negro? Por culpa de eso el interior parece una estufa.

-¡Es el único que tengo, ¿vale?! ¡Deja de quejarte!

-Vale, vale...

 

Habían pasado casi tres semanas desde que un hombre que se denominó a sí mismo apóstol decidió atacar la basílica del Vaticano con la intención de llevarse los “Daying Walkers” que allí se encontraban, siendo destruida en el proceso. Por entonces, también había aparecido una chica llamada Lilith, que resultaba ser la nieta de Satán y a la cual estaban buscando para asesinarla.

 

Así pues, Derain había decidido que mientras se preparaban para un posible ataque por parte de los apóstoles y esperaban a que los pecados se reuniesen en la ciudad, Lilith se quedaría en mi casa, según sus propias palabras: “Porque es la que más espacio tiene, al fin y al cabo, solamente vivís ese zorro y tú.”

 

Por su parte, ella apenas entendía algo de la profundidad de todo aquello, el hecho de que los apóstoles quisieran resucitar a Dios, o Chronos, o como se llamara, para iniciar otra guerra contra los demonios; el que Kaoru resultase ser un ángel; quiénes eran los pecados...había muchas cosas que no entendía, y lo único que había sacado en claro era que los pecados se encargarían de explicárselo todo.

 

Para colmo, pese a que estaban en vacaciones de verano, no había tenido mucho tiempo para disfrutarlas. No en el sentido de no haber podido salir con sus amigas, quienes ya estaban recuperadas tras su paso por el hospital, sino por estar más pendiente de que apareciese algún atacante que de pasarlo bien. Y eso que Derain le había dicho que no se preocupase, que en caso de que sucediese algo la avisaría.

 

Si lo pensaba bien, también estaban Akira y Asari. Y, por lo que había escuchado, Hioni-sensei también había vuelto de su expedición a Italia, aunque no había tenido tiempo de verle debido a que había tenido que ocuparse de otros asuntos.

 

En cualquier caso, técnicamente no había motivos para estar preocupada pero, aun así, no podía quitarse ese malestar del cuerpo.

 

Finalmente, llegaron a casa.

-Ya estoy de vuelta.

-Bienvenida

Una chica de pelo azul celeste los recibió amablemente en la entrada.

-¿Quieres que te eche una mano? Parece que pesa –se ofreció la joven.

-No, tranquila, puedo yo sola –respondió Eri mientras dejaba el bolso colgado en una percha cerca de la entrada y permitía salir a Agramón.

-Como quieras pero esta vez te ayudaré a hacer la cena, te guste o no.

-De acuerdo, de acuerdo.

 

Siguiéndola hasta la cocina, Eri recordó los inicios de su convivencia con Lilith, la cual comenzó con algunas dificultades ya que en un principio no se mostraba muy confiada con ella y Agramón. Así pues, era difícil que aceptara comida de buenas a primeras si era Eri quien la preparaba, cocinando sus propios alimentos y comiéndolos después en un lugar lo más apartado posible de donde lo hacía la chica de pelo rojo. Por entonces, la súcubo se había sentido bastante incómoda ya que ni ella ni Agramón sabían cómo romper el hielo, o al menos no sin que la conversación terminase a los pocos segundos con sequedad. No era como que los tratase mal o algo por el estilo, de hecho era bastante ordenada, tranquila e independiente, sino que por aquel entonces era bastante reservada.

 

Sin embargo, al cabo de dos semanas había conseguido coger confianza con ellos y, pese a que seguía teniendo sus cosas, se mostraba más cercana y participativa.

-No se te ha olvidado nada, ¿verdad? –preguntó Lilith mientras la ayudaba a colocar los productos en sus respectivos sitios.

-¡P-por supuesto! ¡Repito que sólo me pasó una vez! –se molestó Eri.

-¿Y las espinacas?

-¡No puede ser! –exclamó la súcubo dirigiéndose a la bolsa que estaba mirando Lilith para darse cuenta de que sí que se encontraban en el interior de ésta- ¡Lilith-chan!

La otra chica esbozó una media sonrisa a la vez que cogía el alimento y lo depositaba en el frigorífico.

-Eres muy fácil de engañar, Eri –indicó Agramón.

-¡Tú cállate!

 

De repente el timbre de la casa sonó.

-Voy yo –dijo la joven de pelo rojo mientras corría hacia la puerta.

Al abrirla apareció al otro lado un chico de pelo negro, alto y fuerte.

-¡Akira-kun! –exclamó Eri alegremente.

-Hola –respondió él con un simple saludo alzando su mano derecha.

-¿Cómo tú por aquí?

-Bueno, pasaba por esta zona y decidí haceros una visita –explicó el joven rascándose la cabeza.

-Por supuesto...una visita de lo más casual... –comentó Agramón apareciendo detrás de Eri.

-¡Tú cállate! –replicó el medio demonio.

-Y ya van dos...

-Entonces, ¿quieres cenar con nosotros? –preguntó la chica.

-Ah...n-no hace falta, si ahora mismo me voy... –respondió él alterándose un poco.

-¡Nada, nada! ¡Cuantos más, mejor! –declaró Eri cogiendo de la mano a Akira e introduciéndolo en la casa.

 

-¡Lilith-chan! ¡Tenemos visita! –gritó la anfitriona mientras entraba en la cocina.

-Esto...hola... –dijo su amigo apareciendo detrás de ella.

-Hola.

Tanto la súcubo como el medio demonio notaron una mayor frialdad en el saludo de la nieta de Satán, aunque era de esperar teniendo en cuenta que todavía no conocía muy bien al chico.

 

En parte había que decir que no era culpa suya. Debido a que apenas le permitían salir de casa de Eri, Lilith no había conocido a mucha más gente además de ella y Agramón. Pese a que era por su seguridad, a la súcubo no le gustaba mucho la idea, por no decir que si iba a algún sitio tenía que ser bajo la supervisión de alguien como Derain o Asari. Y eso que la demonio poseía la habilidad de ocultar su Setten, pero no sería suficiente para lidiar con el poder de los apóstoles.

 

-Bueno, pongámonos manos a la obra –dijo Eri mientras empezaba a sacar utensilios de cocina.

Acto seguido, Lilith cogió uno de los cuchillos y comenzó a cortar las cebolletas.

-¿Puedo ayudaros en algo? –preguntó Akira.

-No te preocupes, tú siéntate y espera con Agra-chan –contestó Eri.

-Si, eso, no sea que fastidies la cena –se burló el zorro.

-¿Sabes? Me está empezando a apetecer zorro a la parrilla –declaró Akira mientras hacía aparecer una llama en su mano. La vena de su frente parecía haberse hinchado peligrosamente.

-¡Inténtalo! ¡No te tengo miedo! –respondió Agramón haciéndose ligeramente hacia atrás, traicionando sus propias palabras.

El chico disipó la llama y resopló. Acto seguido volvió la vista hacia Eri.

-¿Cómo va el entrenamiento de Luka y Shiina?

-Luka ha tardado poco en aprender a controlar sus habilidades demoníacas, de hecho aprendió a concentrar el Setten antes que yo. Incluso ya utiliza habilidades propias de su raza. Como las que utilizó cuando nos enfrentamos a ella, sólo que sin descontrolarse en el proceso. Está superexcitada con eso de tener poderes, ya sabes a lo que me refiero. Estaba deseando salir del hospital para ponerse a experimentar.

-Suena a algo muy propio de ella.

-¿Verdad? Lástima que con Shiina las cosas no vayan tan bien...

-¿Ocurre algo?

-Creo que los efectos secundarios de la maldición la están bloqueando...

-Ya veo...

 

Después de que Eri maldijese a la chica para evitar su muerte, nadie notó nada fuera de lo normal. No obstante, unos días después de que saliese del hospital, mientras ambas caminaban hacia casa, ocurrió algo extraño cuando la súcubo tropezó y cayó al suelo, golpeándose la rodilla. No es que el golpe fuese muy fuerte, ya que era algo que podía pasarle a cualquier niño al no vigilar sus pasos durante una carrera. El problema fue que, cuando Eri levantó la cabeza, descubrió a su amiga acariciándose el mismo sitio que ella con una mueca de dolor en su rostro.

 

Cuando le preguntaron a Derain, éste les dijo lo que la chica de pelo rojo ya sospechaba, y es que, debido a los efectos secundarios producidos por la maldición, sus vidas estaban conectadas. No tenía por qué suceder siempre pero, en algunos momentos la una sentiría el dolor de la otra, probablemente sería más pronunciado en dolores agudos, y, además, existía una alta probabilidad de que la muerte de una de ellas significase el final para ambas.

 

Pese a que en un principio parecía que ambas se lo habían tomado con bastante serenidad, Eri tenía la sensación de que su amiga había estado actuando de manera un poco extraña, como si vigilase cada paso que diese para evitar sufrir algún accidente o tropiezo. Conociéndola, seguramente no quería que Eri lo pasase mal por su culpa.

 

-¿Has hablado con ella del tema?

-No lo admitirá. Dirá que está bien y que no pasa nada.

­-Incluso así, opino que deberías intentarlo –interrumpió Lilith sin apartar la vista de sus tareas-. Si no te impones no lograrás hacer que entre en razón.

-Lo sé...

 

Tras terminar de hacer la cena, los cuatro continuaron la conversación sentados en la mesa.

-¿Sabes algo de Tsuchie-kun, Gakusa-san y Mizuki-chan? No los he visto desde el campamento –preguntó Eri.

-Seguirán con su aprendizaje, aunque me pregunto si traerá algo bueno. Al que tampoco se le ve desde el campamento es a Kaoru. Creo que ha estado contactando con los pecados estos últimos días.

-Me pregunto cómo serán...

-¿Los pecados?

-Sí.

-Yo tampoco los conozco así que no puedo ayudarte...

-Yo sí que los conocí –dijo de repente Lilith.

-¿En serio?

-Fue cuando era pequeña, por lo que no recuerdo bien su aspecto pero trataban a mi madre con bastante respeto. No tenía miedo estando cerca de ellos aunque...

-¿Aunque...?

-Cómo decirlo...no es un grupo que te gustaría encontrarte por la calle...

-¿A qué te refieres?

-Por decirlo de alguna forma, no daban miedo pero sentía que estaban fuera de lugar.

-Qué conclusión más extraña... –comentó Agramón.

-Mm... –Eri se mostró pensativa.

-En cualquier caso será mejor no darle tantas vueltas. Ya nos encontraremos con ellos tarde o temprano –sentenció Akira.

 

Tiempo después de terminar de cenar, el chico se despidió de ellas y se marchó, quedándose solos ellas y el demonio con aspecto de zorro.

-¿Quieres tomarte un baño tú primero, Lilith-chan? –preguntó Eri.

-¿Eh? Ah, puedes ir tú delante si quieres. Yo me encargaré de fregar los platos.

-No seas así. Ya lo haré yo, venga.

-Pero...

-Ni peros ni nada.

Sin intención de discutir, la joven aceptó la proposición.

 

Mientras tanto, la súcubo se dirigió hacia la cocina para comenzar su tarea. Agramón se sentó en una silla cerca de ella.

-Parece que lo lleva mejor. Este estilo de vida, quiero decir.

-Sí, de alguna forma esa chica me recuerda un poco a mí, ¿sabes?

-¿Lo dices por lo de su madre?

La chica asintió a la vez que depositaba uno de los utensilios ya lavados.

-¿Qué motivos podría tener una madre para abandonar a su hija sin decir nada?

-En lo único en lo que quiero pensar es en que lo hizo para protegerla.

-Para protegerla, ¿eh?

Tras quedarse unos segundos en pausa, la chica elevó la mirada al techo.

-¿Has oído algo?

-Sí... –respondió el zorro levantando las orejas- ¿Es Lilith?

-No, no lo creo.

Aunque leves, se habían escuchado pequeños golpes en el tejado. Si se sumaba lo poco usual que resultaba eso con el estado de alerta constante que tenía la joven, no era de extrañar su reacción.

-Agra-chan, ve a avisar a Lilith. Voy a salir fuera un momento.

-Espero que estés segura de lo que haces –dijo el zorro mientras obedecía.

-Más quisiera...

 

Abriendo la puerta, observó cómo el cielo comenzaba a oscurecerse. Quizás se hubiese vuelto paranoica con todo lo que había ocurrido últimamente pero no podía evitar pensar que aquel momento era perfecto para un ataque.

 

Desechando ese pensamiento, y, puesto que no distinguió nada que le pareciese sospechoso, pensó que la mejor manera de comprobarlo sería llegar hasta allí.

 

Así pues, haciendo aparecer unas alas a su espalda, emprendió el vuelo.

 

Lo cierto es que era la primera vez que utilizaba aquellas alas para volar en una situación seria, por lo menos siendo consciente de ello, pero las anteriores veces que lo había intentado había sido durante entrenamientos.

 

Cuando aterrizó en las tejas echó un vistazo a su alrededor, por si encontraba algo sobre las casas del resto de vecinos, sin embargo su búsqueda seguía siendo vana.

-Ah... –resopló- Quizás sólo fuese algún pájaro o su imaginación le estuviese jugando malas pasadas.

 

Fue entonces cuando, al darse la vuelta, algo no identificado la acometió fuertemente, saliendo despedidos ambos hasta chocar contra el suelo de la calle.

 

Tras rodar un par de metros, Eri se levantó para encarar a su adversario, el cual se erigía frente a ella vestido con traje y dos halos rodeando sus muñecas.

-Un “Dying Walker”... –o eso le hubiese gustado a ella, ya que, mientras decía esto, tres más aparecieron junto al otro- Como mínimo, estoy segura de que podré lidiar con algo así –continuó diciendo, ya en pie.

 

Al momento, dos de ellos se lanzaron contra la chica con una de sus manos al frente, disparando un rayo de energía blanco liberado a partir de su halo. Ella se elevó en el aire para esquivarlos y, acto seguido, dibujando un símbolo en el aire, hizo aparecer una lanza cerca de su posición, la cual cogió y arrojó hacia uno de ellos, atravesándole el pecho y deteniendo su avance.

 

El otro, por su parte, emprendió también el vuelo, recorriendo la distancia que los separaba.

-¡No sabía que pudiesen volar! –exclamó la chica elevándose aún más para no ser alcanzada.

 

Segundos después tenía a los tres “Dying Walkers” que quedaban pisándole los talones.

 

Uno de ellos consiguió cogerle el tobillo, haciendo fuerza para lanzarla de nuevo a tierra, sin embargo, reaccionando rápido, la súcubo formó una bola de fuego en la palma de su mano derecha, la cual lanzó directamente a la cabeza de su perseguidor, quien recibió el golpe, cayendo al suelo desde una altura considerable.

 

De esta forma, habiéndose librado de su acosador más cercano, Eri pudo comenzar su contraataque contra los dos restantes, para lo cual concentró sendas bolas de fuego en las dos manos y las lanzó en su dirección, consiguiendo acertar con una de ellas pero no con la segunda, la cual fue evadida por el “Dying Walker”.

-¡Maldita sea! –exclamó Eri al observar cómo su enemigo apuntaba hacia ella.

 

Sin perder ni un segundo, hizo aparecer un escudo justo cuando el rayo de energía fue disparado, logrando desviarlo en el último momento. Tras esto, volvió a hacer aparecer otra lanza a su lado mediante un rápido movimiento de su extremidad anterior, agarrándola rápidamente y lanzándose de frente contra su adversario con ésta en una mano y el escudo en la otra, consiguiendo acertarle en el cuello.

 

Entonces, haciendo desaparecer las armas, bajó a tierra donde la esperaban Agramón y Lilith.

-¿Estás bien? –preguntó la demonio de pelo azul con expresión de preocupación.

-Sí, no han supuesto ningún peligro. Sin embargo debemos estar alerta, no sabemos si aparecerán más.

-No es de ellos de quien deberíais preocuparos... –una voz cercana provocó que los tres girasen la cabeza, topándose con el cuerpo de un hombre sentado sobre la pared que separaba el jardín de una de las casas y la calle. A su lado se encontraba un doberman.

-¡¿Quién eres tú?! –gritó Eri.

-Eso no importa. Me han pedido que venga a por vosotras dos y me gustaría cumplir con mi trabajo sin demasiadas complicaciones, así que, si gustáis... –dijo mientras hacía una señal para que se acercasen a él.

-... –ninguno de los tres se movió.

-Vaya...entonces no me quedará más remedio que utilizar otros métodos... –chasqueando los dedos, tres “Dying Walkers” hicieron acto de presencia justo delante de él, no obstante, éstos no eran como los anteriores. Para empezar eran ligeramente más altos que los normales, la parte de arriba de la ropa no existía, dejando ver un torso de color gris y con varios tornillos de unos cinco centímetros de diámetro distribuidos aleatoriamente por todo éste. Además, a su espalda presentaba una única ala de aspecto robótico y otro halo sobre su cabeza.

-¿Qué...es eso...?

-“Dying Walkers”, sólo que un poco modificados por uno de mis compañeros.

-Y que lo digas...

 

Sin darles más tiempo para sorprenderse, el del centro avanzó rápidamente hacia ellos realizando un ataque vertical con uno de sus brazos. Los tres esquivaron el golpe, dividiéndose en el proceso, de manera que Agramón y Eri quedaron situados en el lado derecho de la calle y Lilith en el izquierdo.

-¡Lilith-chan! –exclamó Eri.

-Recordad que los quiero vivos. De lo contrario no me servirán para nada... –indicó el hombre.

 

Al final, el escenario se había convertido en dos de los “Dying Walkers” modificados yendo a por Lilith, y el restante a por Eri y Agramón.

-¡Trágate esto! –reuniendo una bola de fuego de gran tamaño con ambas manos, la súcubo lo lanzó contra el que tenía enfrente, el cual recibió el golpe directamente pero no mostró indicios de verse afectado por ello.

 

Por su parte, Lilith dibujó un símbolo en el aire y situó ambas manos al frente, enviando un fuerte vendaval a sus enemigos, logrando frenar su avance. Acto seguido, junto sus manos, provocando que el viento se volviese afilado como cuchillas, cortándoles, pero, ignorando esto, los “Dying Walkers” levantaros sus brazos y lanzaron un rayo de energía en su dirección, el cual fue desviado a duras penas por el viento generado por la demonio, golpeando las paredes de las casas.

 

Mientras tanto, Agramón cambió su apariencia a la de un ser horrendo del tamaño de un león, recibiendo el apoyo de Eri para que tomase forma física y embistiendo a su contrincante. No obstante, este último respondió con un ataque procedente de su única ala, con la que aplastó al zorro.

-¡Aaaah! –Eri hizo aparecer un rifle con el que disparó al ser, el cual avanzó hacia ella sin inmutarse por las balas y la golpeó en el estómago, lanzándola a varios metros de distancia. No contento con ello, el “Dying Walker” levantó uno de sus brazos y apuntó a la chica, quien trataba de ponerse en pie. Fue en ese momento cuando un policía apareció en escena, atraído por el escándalo que se acababa de formar.

-¡¿Qué está pasando aquí?! –preguntó al ver a la joven en el suelo.

-¡Márchese de aquí! –exclamó Eri al observar cómo su enemigo cambiaba el objetivo de disparo- ¡Corra!

En el momento del disparo, la chica saltó para interponerse entre éste y el hombre, sin embargo el contacto no llegó a producirse, cayendo ambos al suelo sin un rasguño.

 

Cuando la súcubo levanto la cabeza se encontró con el rostro de una chica guapísima de pelo largo recogido en una coleta al final.

-¿Estás bien? –preguntó.

-Sí... –respondió Eri anonadada- ¡Espera! ¡¿Qué...?!

Recomponiéndose de la sorpresa, la demonio se levantó rauda para enfrentarse al “Dying Walker” pero lo que encontró fue a éste detenido en seco, con la mano todavía apuntando al aire.

-¿Qué es lo que...? –dijo Eri sin tener ni la más mínima idea de lo que acababa de pasar.

-No te preocupes, no volverá a atacarte –declaró la otra chica con una tierna sonrisa que hizo que la súcubo se pusiese colorada.

-¿Y Lilith-chan? –preguntó de nuevo más calmada.

-Está todo controlado.

 

Al otro lado de la calle, un joven pelirrojo con el pelo de punta y una pequeña coleta que le caía hasta la nuca apareció entre Lilith y los “Dying Walkers”, crujiéndose el cuello. En sus manos había ocho pistolas, cuatro de ellas en cada extremidad que estaban sujetadas a partir de un par de varas metálicas que unían los mangos en un punto central, dando un aspecto de cruz. El chico giraba entre sus dedos las varas metálicas haciendo dar vueltas los cañones de las armas, de aproximadamente unos treinta centímetros cada uno.

 

Sin esperar siquiera a que los “Dying Walkers” reaccionasen, el joven comenzó a disparar, haciendo llover balas sobre las biomáquinas mientras los cañones continuaban girando. Cuando cesó el fuego, sus enemigos habían quedado reducidos a un montón de agujeros.

-¿Qu-quién eres tú? –preguntó Lilith confusa.

-Mi nombre es Ahren -dijo el chico girándose hacia ella-, me encargo de defender a los demonios.

-¿Eh?

-¡Serah! ¿¡Has terminado por allí!?

-¡Sí, Onii-chan! ¡Ya está! –exclamó a la vez que el “Dying Walker” que se encontraba a su lado comenzaba a moverse de nuevo y lanzaba un ataque contra ella.

-¡Cuidado! –gritó Eri, sin embargo, el puñetazo fue desviado hacia el suelo, como si hubiese una barrera invisible a su alrededor- Ah...

 

Lo que siguió a esto Eri no supo si considerarlo humillante o gracioso. La biomáquina comenzó a lanzar ataques a diestro y siniestro contra la chica mientras ésta observaba a su contrincante sin mover un solo músculo, no obstante, todos los ataque eran desviados mágicamente sin que acertasen a su objetivo.

 

Fue entonces cuando ella desplazó su mano abierta hacia arriba, provocando que el cuerpo del “Dying Walker se distorsionase y desapareciese en el aire sin dejar rastro.

-De ella es de quien menos hay que preocuparse... –dijo Ahren mientras plegaba las dos varas metálicas para situar las cuatro pistolas de cada arma en línea y así poder guardarlas.

-Así que los pequeños vienen a echar una mano a su padre –se burló el hombre, todavía sentado.

-Tú eres el siguiente –amenazó Ahren.

-Por favor, no quisiera enfrentarme contra los hermanitos. Seguro que en América habréis aprendido muchos trucos.

-...

-Volveremos a vernos. Y la próxima vez no vendré solo...

Dicho esto, el hombre se esfumó, así como el doberman.

 

Ahren suspiró y miró a Lilith.

-Tú debes de ser la nieta de Satán, ¿me equivoco?

-... –la chica se mantuvo en silencio, insegura y desconfiada.

-¡¿Quiénes sois vosotros?! –preguntó Eri, quien no había recibido presentación por parte de ninguno- ¡Ah!

De repente se acordó del policía y se giró rápidamente para comprobar su estado, encontrándoselo inconsciente en el suelo.

-Tranquila, está bien. Sólo ha sufrido un ligero shock y se ha desmayado –dijo la chica-. Mi nombre es Serah y el chico pelirrojo de allí es mi hermano, Ahren. Tú debes de ser Eri-chan, ¿me equivoco?

-¿Cómo sabes mi nombre?

-Derain nos lo dijo.

-¿Conocéis a Derain?

-Por supuesto. Y ahora que lo pienso, quizás haya que llamarle para borrarle la memoria a ese policía. Puede que a alguien más...

-Por el momento entremos en tu casa, ¿quieres? Si nos quedamos aquí entonces sí que le daremos trabajo a Derain –sentenció Ahren.

 

 Posteriormente, los cinco, incluido Agramón, entraron en la casa de Eri.

-¿Cómo sabíais que estábamos siendo atacados? –pregunto la súcubo mientras, sentados en los sofás del salón, Serah observaba sus heridas.

-Llegamos a esta ciudad hace algunos días y, tras buscar un sitio donde hospedarnos, contactamos con nuestro padre para reunirnos con él. Íbamos hacia allá cuando notamos algo extraño por esta zona, así que avisamos sobre ello y no dirigimos lo más rápido que pudimos hacia aquí. De hecho, es raro que nuestro padre no haya llegado ya.

-¿Y los detectasteis? Nosotros no supimos de ellos hasta que no los tuvimos encima.

-Tanto mi hermana como yo somos bastante sensibles al Retten y Setten. No quiere decir que podamos percibirlo todo pero somos hábiles en ese aspecto. Probablemente lo mismo pasa en su caso, incluso si habéis sido lo suficientemente cuidadosos de ocultar vuestro Setten no indica que no haya gente capaz de detectaros. Asimismo, se encargaría de ocultar su presencia de vosotros. –explicó el chico pelirrojo.

-Parece que no tenéis nada grave. Cerrad los ojos un momento –dijo Serah situándose frente a los tres.

Tras asentir, cerraron los ojos y sintieron una especie de aire refrescante que cubrió todo su cuerpo, encontrándose cada vez mejor.

-Ya podéis abrirlos

Tanto Eri como Lilith y Agramón observaron sus cuerpos como si los viesen por primera vez.

-¡Me siento genial! –exclamó Agramón.

-¿Qué es lo que has hecho? –preguntó Lilith.

-Mi Setten es un poco especial. Al transmitírselo a otros, como acabo de hacer, es capaz de hacer que recobren sus fuerzas.

-Guau...eso me recuerda, ¿qué fue lo que ocurrió cuando atacó el “Dying Walker”? –preguntó Eri con curiosidad.

-Ah, eso –Serah esbozó una sonrisa irónica.

-Podrías decir que mi hermana es intocable para aquellos que la ven de esa forma.

-¿Eh?

-Es parte de sus poderes de ángel.

-¡Espera! ¡¿Eres un ángel?!

De repente se escuchó el timbre.

-¡Ese debe de ser papá! –exclamó Serah mientras se dirigía corriendo a la puerta y se escuchaba cómo la abría sin ningún reparo- ¡Papá!

 

Al momento se oyó un golpe seco, como de alguien chocando contra una pared, cosa que provocó que la súcubo saliera a ver lo ocurrido, encontrándose a Serah abrazando a un hombre que presentaba una quemadura que recorría su mejilla izquierda y llegaba hasta la frente.

-¿Hioni-sensei...?

-Cuánto tiempo...

23: Capítulo 23 - El juego de la avaricia
Capítulo 23 - El juego de la avaricia

Hacía bastante tiempo que Eri no veía a Reima, por lo que, de por sí, encontrarse con él había supuesto una sorpresa. Sin embargo, lo que más la había desconcertado había sido otra cosa.

-¡¿Eres su padre?! –preguntó la chica señalando a Serah y Ahren, quienes se habían sentado al lado de Reima tras un cálido reencuentro en su casa.

-Así es –respondió el profesor sin inmutarse mientras sus dos hijos asentían satisfactoriamente.

-¡¿Cuándo?! ¡¿Por qué?! ¡¿Cómo?!

-Hace muchos años, porque quise y, con respecto al cómo, supongo que ya te han enseñado en qué consiste...

-¡Para! ¡Para! ¡Hasta ahí llego! –exclamó la súcubo, avergonzada, sabiendo a dónde quería llegar-. Es sólo que...no me cabe en la cabeza...

-Tengo más de mil años...supongo que no esperarías que durante todo ese tiempo no...

-¡Que lo he cogido! –volvió a detenerlo.

-Como sea, es una larga historia y ahora no es el momento para ello así que cambiemos de tema.

 

La joven no podía evitar tener curiosidad por aquel hecho. Reima siempre le había parecido alguien misterioso, y ese dato suponía un añadido a todo lo que le rodeaba. Además, si él era el padre, ¿quién era la madre de los dos?

-En cualquier caso, te veo bien, Eri. Me han contado que has tenido algunas problemillas por aquí pero veo que has sabido llevarlos bastante bien.

-Creo que aún me queda mucho por mejorar. Mis amigos se han visto envueltos en todo esto, algo que quería evitar, pero no he podido hacer nada. Tengo que esforzarme más para ser capaz de protegerlos.

-Ese es el espíritu. Hay ocasiones en las que no podemos impedir que algunas desgracias sucedan, Eri. No somos omnipotentes. Pero el hecho de mejorar y de apoyarnos en los demás nos hace evitar que vuelvan a ocurrir.

-Lo sé...

-En cualquier caso, ahora que estoy aquí, podré ejercer mi papel como profesor y defender a mis alumnos como es debido.

-Más te vale... –indicó Eri, medio sonriendo.

 

Después de esto, Reima fue informado de lo sucedido hasta su llegada.

-Otro de los apóstoles, sin ninguna duda... –comentó Reima- En cuanto a lo de los “Dying Walkers” modificados...es un problema. No sabemos hasta que punto pueden llegar ni cuantos de ellos tienen. Incluso si fracasaron en la basílica, probablemente la cantidad sea bastante grande. ¿No ha habido ninguna novedad en América por vuestra parte?

-Nada relacionado con los “Dying Walkers” ni con los apóstoles –declaró Ahren.

-Es por eso que hemos podido dejar la vigilancia en manos de otros y venir a Japón a petición de Derain. Nos dijo que las cosas se estaban poniendo complicadas y ya vemos que es cierto –explicó Serah-. Aunque no esperaba que tuviese que ver con los héroes que derrotaron a los demonios.

-Me temo que eso de héroes está por ver pero no sabremos toda la historia hasta que no lleguen los pecados –dijo Reima mientras miraba a Lilith-. Tú debes de ser la nieta de Satán.

La chica asintió.

-Bien, no te preocupes por nada, nos encargaremos de protegerte a ti también. Si recuerdas algún dato o información que pueda ayudarnos dínoslo.

-Sobre mi madre...

-Derain se ha encargado de pedir que se busque información sobre ella. Al fin y al cabo también es la hija de Satán, si nos enteramos de algo te lo diré.

 

En ese momento el suelo empezó a temblar.

-¡¿Huh?! ¡¿Qu-qué está pasando?! –preguntó Lilith asustada.

-¡¿Un terremoto?! –la siguió Agramón.

-Je, ya ha llegado –dijo Reima.

 

De repente todo se volvió oscuro para Eri, desapareciendo de su vista tanto sus acompañantes como su casa.

-¡¿Qué es esto?! ¡¿Qué ocurre?! ¡Hioni-sensei! ¡Lilith-chan! –asustada sintió cómo el tacto del supuesto sofá en el que se encontraba sentada desaparecía, cayendo al vacío- ¡Uaaah! –gritó, intentando sacar sus alas para evitar estamparse contra el suelo (si es que había alguno en aquella inmensa negror que la rodeaba), sin embargo no le dio tiempo a ello, ya que tomó contacto con él pocos metros más abajo, extrañamente, sin dolor ni impacto alguno.

 

Poco a poco, el mundo a su alrededor fue aclarándose hasta que tomó forma, apareciendo de nuevo ante sus ojos el salón de su casa.

-¿Dónde están los demás? –murmuró ella mientras observaba a su alrededor.

Todo estaba en silencio, y pese a que ahora podía ver algo, la iluminación no era muy buena precisamente.

 

Levantándose del suelo, se encaminó a la entrada del salón, pretendiendo dirigirse hacia el recibidor, sin embargo, a punto estuvo de caerse otra vez debido al shock que le produjo ver que el pasillo se había alargado considerablemente, siendo incapaz de distinguir nada al final de cada lado. Aquello se le estaba empezando a parecer a una película de terror.

 

“Si esto es un ataque enemigo ya podrían escoger un método más directo”, se quejó Eri para sus adentros mientras formaba una bola de fuego en sus manos y se disponía a buscar la salida de la casa.

 

Al cabo de un rato, el escenario todavía no había cambiado, divisando el mismo suelo y las mismas paredes conforme avanzaba. No obstante, finalmente encontró un ligero cambio cuando aparecieron dos puertas, una a cada lado del pasillo.

 

Pese a que al principio se mostró indecisa, la joven abrió la de la derecha y entró en la estancia poniendo por delante la mano de la que emanaba la llama.

 

La habitación que se mostró ante ella era enorme, propia de una mansión. Las paredes estaban decoradas con estrellas, y había grandes ventanas en ellas, enseñando el cielo nocturno.

-Mis padres nunca me hablaron de esta habitación –declaró Eri con tono irónico.

-¿Te gusta?

Una repentina luz iluminó el sitio, cegando a la súcubo, quien se cubrió los ojos hasta que éstos se hubieron acostumbrado, permitiéndole observar el resto del cuarto.

 

Junto a las paredes del lado contrario a la puerta, había varios osos de peluche de distintos tamaños y colores; pegadas a las de los lados, entre los espacios que separaban unas ventanas de otras, varios armarios de madera con forma de animal, haciéndole preguntarse a Eri cómo podría alguien guardar ropa en un mueble con ese diseño; y en centro de la habitación, una cama rodeada de numerosos juguetes de todo tipo. Sin embargo, lo que más le llamó la atención fue la niña que se encontraba de rodillas encima de dicha cama, abrazando uno de los osos de peluche.

-Esto, ¿perdona? –preguntó Eri, confusa por la presencia de aquella extraña en lo que antes era su casa.

-Te he preguntado si te gusta –repitió la pequeña cuyo largo pelo rubio caía por su espalda y se extendía unos centímetros por la superficie del lecho. Su cuerpo no sería mucho más alto que el de Mai, y sus ojos azul claro hacían resplandecer un rostro bello e impoluto que sólo se veía afectado por su expresión enfurruñada.

-Esto...s-sí, claro...

-Mm...yo creo que aún le faltan cosas por añadir pero supongo que por el momento está bien... –comentó la niña desplazando la vista por toda la sala hasta terminar posándola sobre la súcubo-. Tú debes de ser Eri.

-¿Có-cómo sabes mi nombre? –últimamente todo el mundo la conocía pese a que no había reciprocidad por su parte.

-¿Te apetece jugar conmigo?

-Esto...verás, estoy buscando a unos amigos y ando un poco mal de tiempo...

-No pasa nada. Reima y los demás están bien.

-Tú, ¿cómo es que...?

-Vamos, ven aquí, me gustaría conocerte mejor. Por eso te he separado del resto.

-C-claro... –sin saber exactamente qué hacer, Eri decidió que por el momento le seguiría el juego.

 

Así pues, se acercó a la cama y se sentó junto a la pequeña.

-¿A qué quieres jugar?

-Mm... –la niña caviló durante un tiempo- ¿Qué te parece a “Adivina el demonio”?

-¿”Adivina el demonio”? –no sólo nunca había escuchado hablar de ese juego sino que le sonaba a total y absoluta invención.

 

En ese momento, una baraja de cartas surgió de entre los juguetes y se movió por el aire hasta quedar suspendida frente a Eri.

 

Ante los ojos de la joven, las cartas comenzaron a barajarse, a veces dibujando curiosas figuras en el aire mientras se movían de un lado a otro, juntándose y volviéndose a separar hasta formar un mazo.

-El juego es sencillo. Cada carta contiene el dibujo de una raza de demonio. Yo te mostraré tres dibujos y te preguntaré cuál de ellos es tal raza, si aciertas el correcto de entre los tres, ganas, si no, pierdes. No hay segundas oportunidades.

-Entiendo. Y existe algún premio o alguna penalización en alguno de los dos casos.

-Veamos... –la niña volvió a reflexionar, de nuevo se lo estaba inventando sobre la marcha-. Si ganas, traeré a tus amigos a esta sala, si pierdes, te convertirás en mi nuevo peluche principal en lugar de Kumoni –dijo refiriéndose al oso que estaba abrazando.

“¿Acaba de llamar Kumoni a su oso?”, pensó Eri.

-Espera, ¿qué quieres con que me convertiré en tu nuevo peluche?

-¿Necesitas un dibujo también para esto? –preguntó la pequeña claramente irritada- Es muy simple, te transformaré en un adorable osito que pasará a formar parte de mi colección.

 

La joven no daba crédito a lo que acababa de oír.

-Oye, creo que lo mejor será dejarlo. No tengo intención de convertirme en un peluche así que ya encontraré a mis amigos por mi cuenta.

-Me temo que ya no hay vuelta atrás. Yo siempre consigo lo que quiero. Y si te he ofrecido jugar conmigo estás obligada a jugar conmigo.

-¿No destruye eso el concepto de oferta? –dijo Eri con expresión cansada.

-Como sea, ahora eres mi compañera de juego, y vas a jugar te guste o no.

 

Dicho esto, el cuerpo de Eri comenzó a moverse en contra de su voluntad.

-¡¿Qué me estás haciendo?! –gritó la chica mientras era obligada a sentarse de rodillas sobre la cama y a mirar a las cartas suspendidas en el aire frente a ella.

-Te realizaré tres preguntas. Y, por supuesto, tienes que acertarlas todas. Comencemos. –indicó la niña.

 

Acto seguido, tres cartas se separaron de la baraja y se mostraron frente a Eri.

-¿Cuál de ellos es un Dantalion?

 

La chica observó las cartas de izquierda a derecha.

En la primera aparecía una mujer desnuda con alas, cola, cuernos y orejas puntiagudas. Tenía una mirada seductora, con una de sus manos apoyada en la barbilla mientras la otra se posaba en su vientre.

En la segunda había un hombre sin cara a cuyos laterales flotaban dos rostros, uno con rasgos femeninos y otro con rasgos masculinos; además de esto, el hombre iba vestido con una túnica azul marino y llevaba consigo un libro.

Finalmente, en la tercera se representaba la imagen de una mujer con cabeza de león, extremidades inferiores de pájaro y alas.

 

Eri no sabía qué contestar. Desde que descubrió que ella misma era una súcubo, decidió leer más sobre otras razas pero no es como que hubiese profundizado mucho en ello.

 

Así pues, respiró hondo y se dispuso a indagar en los pocos conocimientos que tenía sobre el tema.

“Si no me equivoco la primera es una súcubo. ¿Es así como dibujan a mi raza?”, pensó mientras manifestaba cierta preocupación, “la verdadera duda está en las otras dos pero, si no recuerdo mal, los Dantalion están relacionados con la enseñanza, por lo que el hecho de que el del centro tenga un libro en sus manos...”.

 

No estaba segura pero tampoco tenía muchas opciones.

-Se te acaba el tiempo.

-¡¿Eh?! ¡No dijiste nada de que hubiese tiempo! ¡Por no decir que es muy poco!

-El juego me lo he inventado yo, así que puedo cambiar las normas cuando quiera.

-Así que reconoces que te lo has inventado... ¡Un momento! ¡¿No es eso injusto?!

-3...2...1...

-¡El del centro! ¡Dantalion es el del centro!

La sala se quedó en silencio durante unos instantes.

-Mm...has acertado... –dijo la niña, apenada e hinchando las mejillas.

Eri suspiró hondo, relajándose.

-Continuamos con la segunda pregunta.

 

Al instante, las tres cartas anteriores volvieron al mazo mientras otras tres las sustituían.

-¿Cuál de ellos es un Eligos? –preguntó la pequeña.

 

Eri repitió el mismo proceso de antes, mirando de izquierda a derecha las cartas.

En este caso, la primera tenía la ilustración de un hombre subido a caballo y manejando una lanza.

En la segunda se observaba a otro hombre subido a caballo, la diferencia se encontraba en el color negro del animal además de su aspecto imponente.

En cuanto a la tercera, en ésta se representaba a un soldado con una corona en su cabeza, vestido de rojo y que montaba un caballo también de color rojo.

 

“¡¿Cómo pretende que lo adivine siendo además tan parecidos?! ¡Incluso alguien que supiese sobre razas de demonios lo tendría difícil!”, se quejó mentalmente Eri.

-Recuerda que tienes poco tiempo.

La súcubo intentó hacer memoria pero ninguna de las descripciones que recordaba correspondía con las ilustraciones. Para colmo de males, el temor de terminar convertida en un juguete de peluche nublaba su mente todavía más.

-Se te acaba el tiempo.

“Tendré que arriesgarme de nuevo”, se dijo a sí misma, sabiendo que las posibilidades eran incluso menores que en la pregunta anterior, ya que no disponía de ninguna pista.

-3...2...1...

-¡La primera! –exclamó la chica en un impulso debido a la presión de su contrincante.

 

De nuevo, se hizo el silencio en la habitación. Eri mantenía los ojos cerrados, esperando escuchar algún tipo de encantamiento que redujese su cuerpo a un mero montón de esponjosidad achuchable. Sin embargo, no pasó nada, descubriendo, al levantar los párpados, a la niña abrazando con fuerza a su oso, casi aplastándolo, y visiblemente enfadada.

-Has...acertado... –dijo con voz temblorosa.

 

Eri respiró tranquila. Habiendo acertado dos, ya sólo le quedaba la última. Aunque, conociendo a la pequeña, cualquiera podía fiarse de lo que preguntase ahora.

 

Fue entonces cuando vislumbró una sonrisa maliciosa en la boca de su adversaria. Las cartas fueron introducidas de nuevo en el mazo pero esta vez no hubo nuevas que las sustituyesen.

-¡¿Otro cambio de reglas?! –exclamó Eri.

-¿Quién soy yo?

Ignorando sus quejas, la niña formuló aquella pregunta, asegurándose de que la respuesta era imposible incluso dejándosela a la suerte. Por el contrario, apenas unos segundos después, Eri ya tenía la contestación.

-Mammon.

 

Por tercera vez, el silencio se apoderó de ambas. La reacción de sorpresa de la pequeña fue tal que el oso se le escapó de las manos, quedándose en una posición horizontal sobre la superficie de la cama.

-Ah... –un gritito casi inaudible escapó de ella, levantando su mano temblorosa en dirección a Eri- ¿Cómo...lo...?

-¿Cómo lo he sabido? –dijo la súcubo, finalizando la pregunta- Eres la viva imagen de una niña caprichosa, rodeada de los juguetes que quieres, con una habitación enorme con todos los muebles que desees tener y los peluches que necesites. Pero lo que más me llamó la atención fue lo que dijiste antes: que siempre consigues lo que quieres y que a la habitación aún le faltan cosas. Básicamente, avaricia.

-... –la niña no salía de su asombro ante las suposiciones de Eri, quien, con total seguridad, había adivinado su nombre.

-Entonces, tú, ¿eres uno de los pecados? –preguntó la chica de pelo rojizo, desconcertada.

 

De la nada, aparecieron Reima y los demás en el interior de la habitación. Volviendo a recoger a su oso de peluche y todavía con una mirada incrédula, Mammon había cumplido su promesa en caso de perder en el juego, deshaciendo también su control sobre Eri.

-¿Ya te has divertido bastante, Mammon? –dijo Reima acercándose a la niña.

-N-no esperaba esto...

-Sé que te gustan los juegos pero no entiendo por qué precisamente ella. Es como si quisieras probarla –apuntó Reima.

-Ugh... –Mammon hundió la cara en el peluche.

-¿Qué está pasando? –preguntó Eri cada vez más confusa.

Reima se acercó y señaló a la pequeña.

-Eri, te presento oficialmente a Mammon, el pecado de la avaricia...

24: Capítulo 24 - Realidad alternativa
Capítulo 24 - Realidad alternativa

-Si no sabes por qué, es evidente que tampoco sabes quién es ella en realidad –le respondió Mammon a Reima con tono lloroso mientras seguía con la cara hundida en Kumoni.

-Quién soy en realidad... –se sorprendió Eri al escuchar sus palabras.

-Ya lo entenderás cuando vengan el resto de pecados –dijo el pecado de la avaricia.

-Ah, sí, claro... –Eri dejó escapar un resoplido, ¿hasta cuando tendría que esperar para que le contasen qué estaba pasando?- En cualquier caso, ¿no podrías al menos volver mi casa a la normalidad?

-Me temo que eso no va a ser posible –quien contestó esta vez fue Reima-. La habilidad de Mammon se basa en la transformación y la telequinesia. Y, en concreto, sus poderes de transformación están basados en un cambio de la realidad a otra alternativa.

-¿Qué quieres decir? –la chica se mostró confusa.

-Que ahora mismo toda la ciudad ha sido modificada para ser un espacio en el que sólo pueden permanecer aquéllos que tienen un Setten o Retten elevado.

-¿La ciudad? –Mammon levantó la cabeza de su oso y miró con enfado a Reima- Eso es un insulto bastante grave. La realidad se ha modificado en todo el país.

-¿En todo el país? –el profesor frunció el ceño- ¿No crees que te has pasado un poco?

-Toda precaución es poca, “Darkblade”.

-Pero entonces, ¿qué ha ocurrido con el resto de humanos? –preguntó la súcubo.

-Nada. Siguen viviendo sus vidas como si nada hubiese pasado. La realidad ha sido únicamente modificada para aquellos con un poder fuera de lo común. De esta forma, las personas normales, así como los edificios, están protegidos de cualquier daño que pudiesen sufrir durante nuestra batalla. Sin embargo como precio a pagar, no podré luchar a vuestro lado. Necesito concentrarme en mantener la transformación hasta que acabe todo.

-E-entiendo... –dijo Eri.

-Otra cosa, mientras estéis dentro de esta casa no tendréis que preocuparos de vuestra propia seguridad. He usado gran parte de mi poder para hacer de este lugar uno al que no puedan acceder los apóstoles. Necesitarán de un poder más grande que el mío si quieren entrar.

-Entonces los que están fuera... –empezó a decir Eri con preocupación.

-Si te refieres a tus amigos, no te preocupes por ellos. Los demás pecados estarán al caer. No permitirán que le pase nada a cualquiera que esté en nuestro bando o no tenga nada que ver en esta batalla.

 

Pese a las palabras de la niña, Eri, quien había vivido en primera persona el poder de la modificación que habían recibido los “Dying Walkers”, y no quería ni imaginarse cómo de fuertes serían los apóstoles, no pudo evitar desplazar su mirada hacia las ventanas de la habitación, preguntándose por el estado de los demás.

-¿Sabes cuántos apóstoles hay en esta ciudad, Mammon? –preguntó Reima.

-Cuando he activado la transformación he detectado tres presencias que coinciden con ellos pero, segundos después, han desaparecido. Supongo que han tomado medidas para camuflarse en mi realidad.

-Así que tres, ¿eh? Bien, saldré para ayudar a refugiar a los que hayan quedado dentro de esta realidad. Serah, tú me acompañarás. Ahren, quédate como guardaespaldas.

Ambos asintieron a las órdenes de su padre.

-¡Yo también quiero ir! –exclamó Eri.

-Lo siento, pero eso es algo que no puedo permitir –declaró Mammon-. Vosotras dos sois demasiado importantes como para poneros en peligro –continuó, refiriéndose a Lilith y a la propia Eri.

-¡¿Por qué sigues diciendo que soy alguien importante?! ¡¿A qué te refieres?! –gritó Eri, empezando a perder la paciencia con tanto secretismo.

-Ya te he dicho que lo sabrás cuando vengan el resto de pecados.

-¡Creo que ya he esperado bastante! ¡¿Por qué no puedes decírmelo ahora?!

-Porque si sacase los recuerdos de tu interior a la superficie sería incapaz de controlar yo sola que pudiese suceder.

Aquella contestación dejó a Eri sin saber qué decir. ¿Sus recuerdos? ¿Acaso había algo dentro de ella que desconocía completamente?

Impotente, la chica apretó los dientes y bajó la cabeza. Por su parte, Lilith observó a su amiga con expresión triste, sintiéndose igual de inútil ante la nueva situación.

 

En otro lugar más apartado, Akira caminaba por los pasillos de su casa, buscando a sus padres adoptivos, quienes habían desaparecido de la casa sin dejar rastro.

 

Notando algo extraño en el ambiente, el chico había salido de su habitación, encontrándose con que la casa estaba ligeramente cambiada, presentando mayor tamaño que antes e incluso aspectos decorativos que no tenía. Para colmo, sus familiares no estaban en ninguna de las habitaciones o pasillos de la casa, como si se hubiesen esfumado.

 

Visto esto, el medio demonio decidió dirigirse de nuevo a su habitación y cogió el móvil que se encontraba encima de la mesa. Tras esto, buscó el número de Kaoru y pulsó la pantalla para dar lugar a la marcación automática, situando el aparato en su oreja.

 

La llamada fue descolgada al primer tono, sonando la voz de su amigo al otro lado.

-¿Akira?

-Supongo que sabes algo de lo que está pasando, ¿no? Mis padres han desaparecido y a no ser que hayan hecho reformas mientras estaba en mi habitación, la casa ha sufrido algunos cambios la mar de extraños.

-Ha sido obra de Mammon-san.

-¿Mammon? ¿Te refieres al pecado de la avaricia?

-¿Acaso conoces a otro que se llame por ese nombre?

-Ahórrate los sarcasmos. Entonces, ¿qué les ha pasado a mis padres?

-Tranquilo. Están bien. Simplemente han sido aislados de la batalla contra los apóstoles.

-Los apóstoles... ¡Espera! ¡¿Y Eri?! ¡¿Está bien?!

-Preguntado por tu novia, ¿eh?

-¡¿D-de qué está hablando?! ¡E-es amiga mía, así que es normal que me preocupe por ella, ¿no crees?!

-Bien que no has preguntado por otros primero...

-¡C-cállate y contesta!

-De ella es de quien probablemente menos te tengas que preocupar ahora mismo. Estoy seguro de que Mammon-san está con ella.

-Y-ya veo... –suspiró aliviado el medio demonio.

-Amiga, ¿eh? –se burló Kaoru.

-¡Que te calles!

-Como sea. Será mejor que salgas cuanto antes de allí y te dirijas a su casa. Yo tengo que ocuparme de otros asuntos por el momento. ¿Crees que podrás ir solo?

-¡¿Qué te piensas que soy?! ¡¿Un crío?!

-No lo digo por eso. Dudo mucho que los apóstoles vayan a quedarse quietos sin mover un dedo...

 

Justo en ese instante la pared de la habitación de Akira se rompió, dando paso a un ser de aspecto parecido al de los “Dying Walkers” pero más altos, con tornillos en su torso y con una especie de ala mecánica a la espalda.

-Luego te llamo –dijo Akira mientras colgaba.

 

El “Dying Walker” se acercó a él, mostrándose amenazante, y extendió su brazo, concentrando energía en su mano y lanzándola poco después en dirección a Akira, quien lo esquivó saltando hacia un lado.

-Oh, así que ésas tenemos, ¿eh? –dijo el chico-. Si es así, yo tampoco me andaré con chiquitas.

 

Tras esto, el chico tomó forma demoníaca, volviéndose un ser de gran tamaño y piel roja que apoyaba unos fuertes y largos brazos en el suelo. Acto seguido, se lanzó hacia el “Dying Walker”, placándolo y saliendo fuera de la casa junto con él.

 

Aterrizando en la calle, justo encima de su enemigo, el joven le agarró de la cabeza y lo lanzó hacia su derecha, provocando que rodase varios metros hasta detenerse.

 

Después de levantarse, el “Dying Walker” se encaró de nuevo con él y concentró energía utilizando ambas manos, disparando un rayo de mayor envergadura.

-Es momento de usar lo aprendido durante todo este tiempo –indicó el chico mientras se erguía sobre sus dos extremidades traseras y situaba las delanteras a modo de cuña, rodeando el espacio hacia el que se dirigía la energía.

 

De esa forma, cuando el ataque de la biomáquina se encontraba a aproximadamente medio metro de su pecho, el medio demonio hizo presión hacia el centro con ambas manos, como si quisiese aplastar algo entre éstas, comprimiendo así la energía, la cual desapareció en el aire una vez unidas ambas extremidades.

-¡Charge! –dijo el chico mientras su cuerpo era rodeado por energía eléctrica a partir de la que le había robado a su adversario-. ¡Ahora es mi turno!

 

Realizando un movimiento hacia delante con su brazo derecho, el chico lanzó una descarga hacia el “Dying Walker”, que lo recibió de lleno en el estómago, saliendo despedido hasta quedar tumbado sobre el duro hormigón. En ese momento, Akira saltó hacia él juntando ambas manos, en las que concentró electricidad, y aplastándolo contra el suelo, dando lugar a una pequeña explosión.

 

Cuando levantó sus dos brazos, el cuerpo del “Dying Walker” estaba completamente destruido.

 

Sin embargo, la batalla no terminó en ese punto. Otros cinco más le rodearon al instante, dispuestos a acabar con él.

 

Así pues, concentrando electricidad en sus piernas, el joven aceleró a velocidad vertiginosa y se lanzó contra uno de sus atacantes, atravesándolo por el pecho y destruyéndolo al instante.

 

Los demás reaccionaron lentamente, lanzando rayos de energía justo cuando Akira se desplazaba hacia otro de ellos y lo golpeaba en la cabeza, estampándolo contra el suelo. Momentos después, y antes de que los restantes volviesen a fijar su objetivo, el medio demonio lanzó varias descargas a los demás “Dying Walkers”, dejándolos inmóviles.

 

Finalmente, la energía que absorbida se disipó, desapareciendo al mismo tiempo la electricidad que rodeaba su cuerpo. No obstante, mientras tomaba un pequeño respiro tras el combate, una fuerza lo golpeó, arrastrándolo hacia atrás. Por suerte, logró cubrirse del impacto, interponiendo ambos brazos entre el ataque y él.

 

Dirigiendo la atención hacia su atacante, descubrió a un gran tigre de color negro cuyos colmillos sobresalían de su hocico. El animal lo observaba calmado y atento a sus acciones.

-¿Y éste de donde ha salido? –pregunto Akira, confuso antes lo que aparentaba ser un nuevo enemigo.

 

Sin darle más tiempo para reaccionar, el tigre se lanzó sobre él, intentando golpearle con las patas delanteras. Akira consiguió esquivar el primer ataque moviéndose hacia atrás pero, nada más aterrizar, el animal se impulsó de nuevo hacia él, hincándole los dos colmillos en el brazo izquierdo.

-¡Aaah! –se quejó el chico, recibiendo un intenso dolor por la mordedura e intentando sin éxito quitarse al tigre de encima, que había hecho presa sobre su miembro y no tenía intención de soltarse.

 

Finalmente, el felino realizó un movimiento de giro con su cuerpo, desgarrando la piel del medio demonio gracias a la fuerza centrífuga y saliendo éste disparado hasta chocar contra una de las paredes que separaban la calle de las viviendas.

 

-Maldita sea... –dijo el joven, agarrándose la herida con su extremidad sana a la vez que veía al animal acercarse a él con intención de rematarle.

 

Haciendo gala de una gran fuerza de voluntad, intentó atacar a su adversario con el brazo bueno pero el golpe no tuvo ningún efecto en él, que posó sus patas delanteras sobre los hombros de Akira, disponiéndose a clavar los dientes en su cuello.

 

Fue entonces cuando, sintiendo una extraña presencia, el tigre se apartó del joven, justo en el momento en que algo aterrizaba donde se había situado décimas de segundo antes.

 

Cuando se hubo disipado la polvareda, levantada por el repentino ataque, el joven pudo distinguir la figura de alguien vestido con una armadura de pies a cabeza, de colores gris y negro, y en cuyo casco se podían observar dos cuernos cuya base se encontraba en la parte de arriba del cráneo y que, conforme se elevaba hacia arriba, tomaban una dirección diagonal hacia el centro y luego se dirigían de nuevo hacia arriba, finalizando en punta, y formando así una especie de arco.

 

-¿Estas bien? –preguntó el individuo de la armadura con voz grave.

-A medias... –contestó honestamente Akira, con expresión sorprendida.

-Tranquilo, ahora mismo me ocupo de... –girándose para enfrentarse al tigre, el extraño personaje se topó con que éste ya se había marchado-. ¡Noooooooo! –exclamó a continuación-. ¡Esto es un completo deshonor! ¡He de afrontar las consecuencias! –acto seguido desenfundó una espada que llevaba atada a su cintura y se la clavó en su propio abdomen ante la absorta mirada del medio demonio, quien no entendía nada de lo que estaba pasando.

-Véngame... –le pidió de repente a Akira, mientras caía de rodillas al suelo para después quedar acostado sobre el mismo.

-Esto... –el joven no sabía si salir corriendo pese a la sangre que emanaba de su herida o si quedarse allí hasta que alguien más cuerdo lo ayudase.

-Ah, cierto, lo primero será llevarte a un lugar donde puedan curar tus heridas –indicó el individuo de la armadura levantándose como si nada.

-¡Uaah! –asustado, el medio demonio se alejó de él lo máximo que le permitió la pared a su espalda.

-¿Qué pasa? Ni que hubieses visto a un muerto –bromeó el individuo de la armadura.

-¡Es que es precisamente eso! –exclamó Akira.

-Como sea. Larguémonos –cogiendo al chico como si fuese un saco de patatas, los dos se marcharon de allí pese a los gritos y quejas del herido.

 

-¡Corre, Shiina! –exclamó Luka cogiendo de la mano a su amiga.

 

Perseguidas por varios “Dying Walkers” no modificados, las chicas corrían por las calles de la ciudad intentando despistarlos.

-¡¿Quiénes son esos tíos?! ¡¿Por qué nos atacan?! ¡¿Y por qué ha desaparecido todo el mundo?! –preguntó Luka.

-¡Deben de ser aquellos de los que nos habló Eri! –intentó aclarar Shiina- ¡Creo que lo mejor será escondernos por ahora e ir a su casa cuando haya pasado el peligro!

-¡Es muy fácil decirlo! ¡Parece que tengamos un GPS con el que nos localicen! –se quejó Luka girando en una esquina e introduciéndose en un largo y estrecho callejón.

 

Al salir de éste, se toparon con más de ellos, quedando rodeadas.

-¡¿No es injusto?! ¡Nosotras sólo somos dos! ¡Al menos podría igualarnos en número!

-No creo que eso les importe mucho, Luka.

Uno de los “Dying Walkers” se lanzó al ataque, disponiéndose a embestir a Luka, quien estaba más avanzada. No obstante, consiguiendo predecir su movimiento, la chica lo evadió y, acto seguido, generó una bola de fuego con la que incineró a su adversario.

-¡Uah! ¡¿Has visto eso?! ¡El primer enemigo al que mato!

-Me sorprende que lo hayas hecho sin dudar un solo momento.

-Ahora que lo dices...

-En cualquier caso, me temo que seguimos estando en problemas –declaró Shiina al ver cómo el resto de las biomáquinas se acercaba a ellas.

-¡Por aquí!

Consiguiendo ver un hueco por el que escapar, Luka lideró a su amiga hasta él, continuándose la persecución.

 

Sin embargo, perdiendo la dirección hacia la que corrían, llegaron a un callejón sin salida.

-¡¿En serio?! ¡¿Hemos caído en algo tan cliché?!

Al darse la vuelta, las dos se dieron de bruces contra sus enemigos.

-No nos va a quedar más remedio que pelear –indicó Shiina.

-¡Estoy lista! –gritó su amiga con una sonrisa en el rostro al mismo tiempo que el número 666 aparecía en su frente.

 

Tras esto, Luka, con su brazo rodeado por fuego, atacó a uno de los “Dying Walkers”, atravesándole el pecho y quemándolo después, sin embargo, otro de ellos contraatacó, golpeándola por el costado y lanzándola contra la pared.

-¡Luka! –gritó Shiina.

 

Algunos de aquellos seres comenzaron a avanzar hacia Shiina, quien dio un paso atrás y desplazó la vista de nuevo hacia su amiga, que acababa de ser cogida del cuello por uno de sus adversarios.

 

“Tengo que hacer algo”, pensó la chica. Pero por más que quería, sus piernas no le hacían caso. Tenía miedo, pero no miedo a enfrentarse a aquellos seres sino a que, por su culpa, Eri sufriese las consecuencias. No podía atacar dejándose llevar como Luka.

 

-¡Gah! –Luka fue levantada en el aire, asfixiándose por la fuerza con la que la biomáquina comprimía su tráquea al mismo tiempo que concentraba energía en la mano que tenía libre.

-¡Luka! –volvió a gritar Shiina.

“¡Muévete! ¡Haz algo!”, se dijo a sí misma en décimas de segundo que se hicieron eternas.

 

Fue entonces cuando una flecha alcanzó la cabeza del “Dying Walker”, desintegrándose en el acto.

-¿Qué ha...? –intentó decir Shiina.

 

Una lluvia de flechas cayó sobre el resto de biomáquinas, que fueron rodeadas por una extraña luz blanca que provocó la desaparición de sus cuerpos.

 

Sorprendida por lo ocurrido, Shiina reaccionó al ver a su amiga en el suelo tosiendo, por lo que corrió a socorrerla.

-¿Te encuentras bien?

-Un...poco...mareada...pero se me pasará...

-No tenemos mucho tiempo. Debemos dirigirnos cuanto antes a casa de Eri –sugirió una voz situada al lado de ellas.

 

Al girarse hacia la persona de la que procedía dicha voz, las dos observaron a un chico de pelo castaño y alborotado, con expresión apenas alterable.

-¿Fujita-kun? –se sorprendieron las dos.

 

En otro lugar de la ciudad, Derain se encontraba frente a un hombre de piel morena, musculoso, con semblante serio y peinado militar. Pese a su aspecto, vestía una túnica blanca que distaba de cubrir por completo su gran cuerpo.

-Es una suerte que me haya encontrado yo con uno de vosotros.

-¡Mi nombre es Andrew, uno de los doce apóstoles! ¡Derain “Dreambuster”, he venido a matarte! –exclamó el apóstol como si fuese un soldado.

-Aaah... –suspiró el imp mientras encendía uno de sus puros-. Espero que al menos me entretengas...

25: Capítulo 25 - El terror
Capítulo 25 - El terror

Un disparo atravesó de parte a parte la cabeza del “Dying Walker”, formando un limpio agujero en su frente. Pasando por encima de él, Asari cruzó la calle peatonal, observando su alrededor en busca de alguien que pudiese identificar como enemigo. Viendo la zona despejada, continuó hacia su objetivo.

 

Hacía un rato desde que había notado un cambio en la realidad. Tras una pequeña exploración en su propia casa, así como en algunas de las calles de la ciudad, decidió tomar cartas en el asunto y coger su rifle para encaminarse al domicilio de sus alumnos o, al menos, de aquéllos que tendrían más problemas para sobrevivir en una situación así. Y esos no eran otros que Mizuki, Nanako y Kazuma.

 

En condiciones normales, ninguno de ellos debería encontrarse en esa realidad, otra conclusión a la que había llegado al darse cuenta de la falta de personas; sin embargo, como parte del entrenamiento que habían recibido los jóvenes a fin de ayudar a Eri y los demás, la profesora les había hecho entrega de algunos utensilios que podrían servirles a la hora de enfrentarse a seres como los demonios o de poder equivalente a ellos. Y cabía la posibilidad de que alguno de ellos hubiese dado lugar a la aparición de los jóvenes en aquella realidad.

 

De repente sonó su móvil, el cual sacó del bolsillo y se llevó a la oreja, escuchando la voz de Derain al otro lado.

-Hola. Supongo que ya te habrás dado cuenta del cambio.

-¿Qué ha pasado exactamente? –preguntó ella mientras giraba a la izquierda en una bifurcación y se detenía durante unos instantes para vigilar el área.

-Es cosa de uno de los pecados. Una modificación de la realidad para que sólo los que tengan un poder por encima de lo normal puedan permanecer en ella.

-Me lo he figurado cuando he salido a la calle y los únicos que me han recibido han sido los “Dying Walkers”.

-En cuanto puedas, dirígete a casa de Eri. Es el lugar más seguro ahora mismo.

-Entendido, en cuanto recoja a mis estudiantes iré para allá.

-Vale. Te dejo. Parece que tengo compañía.

 

El imp colgó la llamada, dejando a Asari confusa, aunque, conociéndolo, no sería algo de lo que preocuparse demasiado.

 

Así pues, se situó frente a una casa que reconoció como la de Mizuki, a cuyo jardín entró sin miramientos, observando atentamente la fachada para ver si descubría algún destrozo que pudiese significar el ataque del enemigo. No obstante, todo parecía bien, cosa que relajó un poco a la profesora pero que no significaba que el peligro hubiese pasado, y el hecho de que no pudiese sentirla a esa distancia no ayudaba.

 

Decidida a tomar una postura más impulsiva, Asari abrió la puerta de una patada, apuntando con su rifle al frente. En ese momento, un símbolo se dibujó en el suelo, formándose una columna de fuego que atravesó el techo e hizo éste escombros. La francotiradora, quien había saltado hacia fuera del edificio con el fin de evadir aquella trampa, escuchó un ruido procedente de una de las ventanas, surgiendo a partir de ésta dos objetos en su dirección, de los cuales se defendió interponiendo el rifle en su trayectoria. Siendo desviados de esta forma, ambos objetos detuvieron su movimiento a cada lado de ella, flotando en el aire. Asari pudo observar que tenían forma circular, de tamaño equivalente a un frisbee, y con un extraño símbolo en el centro de su estructura que se parecía mucho al que se había dibujado en el suelo antes de aparecer la columna de fuego.

-Estos son... –murmuró para sí misma al mismo tiempo que los símbolos comenzaban a brillar de manera intermitente y producían una especie de descarga eléctrica dirigida hacia la profesora.

 

Realizando una voltereta hacia atrás en el aire, Asari esquivó el ataque de aquellos extraños objetos, a los cuales disparo instantes después de tocar tierra, destruyéndolos en el acto.

-¿Asari-sensei? ¿Eres tú?

Volviendo la vista al frente, la chica observó a una adolescente de unos dieciséis años que portaba una vara de madera en cuyo extremo se encontraba un cristal de color blanco con una serie de papeles adheridos a la base a la que estaba sujeto. Dichos papeles tenían una serie de símbolos dibujados con tinta del mismo color que el cristal.

-Mizuki –dijo la francotiradora al reconocer a su alumna.

-Lo siento, pensé que eras un enemigo.

-Ah... –Asari suspiró- Deberías identificar a tu contrincante antes de atacarle. Imagínate el desastre que supondría que atacases a tus aliados en mitad de una batalla. Por culpa de eso me he cargado dos “Seikus”. Y no son baratos, ¿sabes?

-Lo siento –se disculpó la joven, cabizbaja.

-Ahora ya da igual. ¿Cómo es que has aparecido en esta realidad? ¿Llevas algún artefacto de los que te di contigo?

-El único que llevo siempre conmigo es el “Ikioku”.

-¿Lo tenías activado cuando se produjo el cambio?

La chica negó con la cabeza.

-Antes de que mi casa se transformase no lo estaba pero ahora mismo sí que está activado.

-¿Quieres decir que se activó por su cuenta? –preguntó Asari.

-Eso creo...

-Enséñamelo.

 

La chica se levantó la ropa que llevaba puesta, dejando ver una tela de color negro que se ajustaba a su cuerpo, proporcionando ligereza, y en el que destacaban otros dos símbolos dibujados con tinta blanca, uno en el pecho y el otro en la espalda, uniéndose mediante líneas del mismo color y recorriendo el resto de la tela siguiendo un patrón fijo sin una forma concreta. El “Ikioku”, al estar activado, incrementaba la energía del portador, en este caso el Retten al tratarse de seres humanos, proporcionándole una mayor defensa física y permitiéndole el uso de habilidades hasta entonces imposibles.

-Sí, sin duda está activado. De lo contrario estas líneas no existirían. Puede que al sentir algo anómalo en la zona haya reaccionado así, imagino que también contribuye a que no haya podido sentirte. En cualquier caso, deberías tener cuidado. El “Ikioku” tiene un límite de duración y una vez superado no puede ser reparado, tiene que recargarse mientras todavía tenga uso.

La chica asintió.

-Si a Nanako y a Kazuma les ha ocurrido lo mismo debemos ir a por ellos antes de que el enemigo note su presencia. Vamos.

 

-“Seiku”, “Ikioku”, “Sukuouku”... –dijo Nanako mientras hacía cuenta de todos los utensilios que llevaba.

-¡Vamos, Nanako! ¡No te quedes atrás! –exclamó Kazuma quien se encontraba un poco más avanzado que ella.

 

Puesto que ambos vivían cerca, no les había costado mucho tiempo el reunirse y emprender camino por las calles de la ciudad buscando algún indicio que les revelara qué estaba pasando, aunque suponían que tenía que ver con todo lo relacionado con los apóstoles, Eri y los demás.

 

Al parecer, los dos habían tenido la idea de llevar puesto el “Ikioku”.

-¿Por qué crees que se ha activado esto? ¿No dijo Asari-sensei que se hacía manualmente? –preguntó la chica monótonamente, levantándose la camiseta.

-¡No te levantes la camiseta aquí delante! –exclamó el joven, avergonzado, ya que la tela marcaba su figura- ¡Y a mí no me preguntes! ¡Tengo la misma información que tú!

-¿Te has asegurado de llevar todo lo que nos dio Asari-sensei?

-¡Por supuesto! ¡¿Quién te crees que soy?! –dijo Kazuma señalándose con el pulgar mientras de reojo revisaba que no se hubiese olvidado de nada.

-Aunque, me pregunto si podremos apañárnoslas con esto en caso de que aparezca algún enemigo poderoso.

-Ella nos dijo que si estábamos los tres juntos seríamos capaces de causar un daño importante a cualquier enemigo que nos atacase. Por lo demás, es un equipo de apoyo a otros con un poder mayor que el nuestro. Dadas nuestras capacidades, supongo que no podemos pedir mucho más. De todas formas, lo que buscábamos era poder para ayudar a nuestros amigos así que por el momento es suficiente.

-¿Y Mizuki?

-Ahora que lo dices, deberíamos ir a su casa. Estando los tres juntos será más seguro.

-Creo que uno de los objetos que llevamos con nosotros era capaz de buscar a otros con una energía elevada. Aunque si ella tiene puesto el “Ikioku” no sé si funcionará.

-¿Recuerdas cual era?

La joven rebuscó en una pequeña mochila que llevaba, de donde sacó un papel blanco de gran tamaño con los bordes laterales negros y dorados, el cual situó en el suelo.

-Si no me equivocó ahora había que usar esto –dijo Nanako mientras sacaba la misma vara que tenía Mizuki y tocaba con el extremo del cristal el folio, dibujándose a partir del color negro de los bordes el mapa de la ciudad- Creo que si encuentra a alguien en el mapa tiene que aparecer como un punto dorado.

Kazuma se acercó a ella y se dispuso a mirar también.

-No se ve ningún punto dorado... –comentó el chico.

-¿Tú crees, chico? ¿Por qué no vuelves a probar? –dijo una voz detrás de Kazuma.

 

De repente ambos sintieron una gran presión sobre su cuerpo. Ninguno de los dos podía moverse y, lo que es más, sentían un miedo indescriptible circulando por todos sus nervios.

 

Cuando intentaron fijar la vista en el foco de aquella voz, no vieron a nadie.

-Tenéis unos objetos muy interesantes. Sí, son muy interesantes. ¿Sabéis que antiguamente los usaron los humanos para enfrentarse a los demonios? Aunque lo cierto es que algunos humanos los siguen usando hoy en día. Para matar demonios y luego venderlos. Sí, venderlos. –volviendo la vista de nuevo, esta vez hacia Nanako, Kazuma distinguió a un individuo de pelo corto y plateado que llevaba una venda cubriendo sus dos ojos y vestía una camiseta y pantalones de color blanco. Una de sus manos estaba metida en uno de los bolsillos del pantalón mientras la otra sujetaba la bolsa de Nanako, a quien era la primera vez que le veía una expresión como aquélla. Su amiga estaba sudando a mares, un sudor frío que coincidía con el terror reflejado en sus ojos desde los que descendían lágrimas que iban a parar a sus temblorosos labios.

 

Ninguno de los dos podía hacer nada. Sólo mover la cabeza y los ojos, pues sentían que si intentaban algo más, morirían.

-¿Qué os pasa? ¿No tenéis nada que decir? Seguro que tenéis algo que decir –preguntó el hombre con tono tranquilo y algo burlón-. Podéis relajaros, no estoy interesado en vosotros. Al menos no de momento. Estoy buscando a tres personas en concreto. Dos de ellas siguen en el mismo sitio, no se han movido de allí en todo este tiempo. Pero la tercera persona ha escapado de mi rango de visión. Sólo él podría hacer algo así. Sí, sólo él podría hacer algo así. Es terrible... –dejando caer la bolsa al suelo, se acercó a Nanako y comenzó a acariciarle el pelo, provocando que la joven respirase aceleradamente- Tú me comprendes, ¿verdad? Ser incapaz de encontrar a quien buscas. Me siento como si estuviese jugando conmigo.

-D-déjala...en...paz... –haciendo acopio de toda su fuerza de voluntad, Kazuma logró articular aquellas palabras.

-¿Que la deje? No estoy haciendo nada. Sólo la estaba tranquilizando. Es algo que se les hace a los perros cuando tienen miedo a sus amos. Ah, es cierto, ella no es un perro. Qué grosero por mi parte. Lo siento.

Apartando la mano de ella, el hombre caminó lentamente hacia Kazuma.

-En fin, supongo que no podréis ayudarme, ¿verdad? No, no creo que podáis. Él ha escapado de mi rango de visión. Es imposible que lo encontréis vosotros si yo no puedo encontrarlo. Sí, es imposible. Ni siquiera con ese mapa vuestro. Es imposible.

 

Kazuma no entendía nada de lo que hablaba, ni siquiera por qué estaba allí en ese momento si no requería nada de ellos.

-Te preguntarás por qué estoy aquí entonces. Debes de estar preguntándotelo ya que no te lo he dicho, ya que no estoy interesado en vosotros. La respuesta es simple. Si os mantengo conmigo, eventualmente, él vendrá hacia aquí. Vendrá a rescataros. Sí, al final vendrá. Oh, ahora que lo pienso, después de todo sí que podría estar interesado en vosotros. Sois interesantes como cebo. Sí, como cebo.

El joven apretó los dientes. Aquella forma de hablar le irritaba enormemente, por no decir del hecho de que no pudiesen hacer nada contra él.

-Es cierto, si no os hago nada no llamaré su atención. Tengo que llamar su atención. No puedo mataros pero puedo haceros sufrir. Mientras os deje vivos él vendrá a salvaros. Sí, mientras os deje vivos.

 

La situación estaba empezando a ponerse cada vez peor. Tenía que moverse, aunque únicamente sirviese como distracción para que escapase Nanako. Pero sólo el hecho de hablar ya le suponía un esfuerzo gigantesco.

-Empezaré por la chica. Parece que le tienes cariño. Puede que entonces grites pidiendo ayuda. Sí, gritarás para que te ayuden. ¿Llegará él? ¿Crees que llegará? Seguro que llega. Yo quiero que lo haga.

-No...por...favor... –dijo Kazuma.

-Por favor. Lo pides por favor. No estoy para hacer favores. Sí, no existo para hacer favores. Sólo para cumplir las órdenes de mi señor. Sólo existo para ello. Sólo para ello –el hombre se acercó por segunda vez a Nanako-. Con un brazo menos será suficiente. Hay mucha gente que vive sin un brazo. Incluso sin los dos. Podrá vivir sin problemas. Sí, no tendrás problemas.

 

“¡Muévete! ¡Muévete!”, se gritó Kazuma a sí mismo mentalmente, “¡Muévete! ¡Por lo que más quieras! ¡Hazlo!”

 

En ese momento, todo a su alrededor se quedó oscuro y en silencio.

-¿Quieres poder? –preguntó la voz de una mujer, escuchándola como si procediese de todas partes.

-¡¿Quién eres?! ¡¿Dónde estás?! –exclamó el chico de repente, dándose cuenta de que ya podía moverse y hablar con normalidad.

-Muy pronto me conocerás pero lo más importante es que escapéis de aquí cuanto antes. Si te enfrentas a él, morirás. Su poder es algo que está incluso por encima de mí.

-Si es así, entonces me basta con eso. No soy alguien a quien le guste huir pero si es para proteger a mis seres queridos haré lo que sea.

-Buena respuesta. Hay dos amigas tuyas que están viniendo hacia aquí. Todavía están a bastante distancia pero con mi poder podrás teletransportarte hasta ellas sin problemas. Justo entonces aparecerá uno de mis compañeros. Él os llevará hasta un lugar seguro.

-¿Un lugar seguro?

-Nos veremos más tarde. Sobrevive hasta entonces.

 

Cuando la oscuridad se disipó, los ojos de Kazuma se volvieron de un rojo intenso, liberándose de la presión que limitaba sus movimientos y desplazándose a gran velocidad hacia Nanako, cogiéndola en brazos y apartándola del hombre de la venda en los ojos. Pese a que su mente le decía lo que tenía que hacer, sentía como si su cuerpo se moviese por sí solo, como si ambos fuesen independientes el uno del otro.

-Eso es algo que no esperaba. Sí, algo inesperado. ¿De dónde has sacado ese poder? Deben de haberte ayudado desde fuera. Sí, alguien te está ayudando. No es él, ¿verdad? Él no tiene ese tipo de poder. No lo tiene, así que es otra persona.

“¿Por qué no te callas de una maldita vez?”, pensó el chico, cansado de su extraña palabrería. Siguiendo las órdenes de aquella voz, el segundo paso era teletransportarse hasta donde se encontraban las otras dos personas a las que se había referido. Sin embargo, no tenía ni idea de dónde estaba ese lugar, ni siquiera de qué tenía que hacer para teletransportarse.

 

En ese momento, echó un ligero vistazo a la chica que tenía entre sus brazos, quien se había desmayado del shock. Si no hacía algo rápido los dos morirían, así que no podía entretenerse pensando demasiado las cosas. Simplemente tenía que concentrarse en teletransportarse. Ya que su cuerpo actuaba por su cuenta, de alguna manera lo conseguiría.

-Estás pensando en escapar, ¿verdad? Piensas en escapar. ¿Cómo lo vas a hacer? No podrás. Sí, no podrías escapar.

El hombre realizó un simple movimiento de arriba abajo con su dedo índice, provocando que el cuerpo de Kazuma se sintiese muy pesado, como si una fuerza lo estuviese empujando hacia el suelo. El hormigón comenzó a ceder bajo sus pies dando lugar a que su calzado se hundiese en éste, agrietándolo en el proceso.

-No escaparás. No puedes escapar.

 

La fuerza era cada vez mayor, haciéndole apoyar las rodillas en el suelo y produciéndose el mismo efecto que antes con sus pies.

“¡Teletranspórtate! ¡Rápido! ¡Rápido!”

 

De repente, su cuerpo se volvió increíblemente ligero, liberándose de todo el peso de su cuerpo. Décimas de segundo después se encontraba frente a Asari y Mizuki, quienes dieron un salto hacia atrás, alzando la guardia.

-¡¿Tsuchie-kun?! ¡¿Qué...?! –exclamó Mizuki antes de desplazar la vista hasta Nanako-. ¡Gakusa –san! –dijo mientras se arrodillaba junto a ella.

-¡¿Qué ha pasado?! –preguntó Asari.

Acto seguido, una sombra con forma de alas los envolvió.

 

Lo siguiente que vio el chico fue la habitación en la que se encontraban Eri y el resto de aliados que se habían quedado en la casa.

-¿Cómo hemos llegado hasta aquí? –preguntó Mizuki.

-¡¿Qué?! ¡¿Mizuki-chan?! –se sorprendió Eri al ver a su amiga- ¿Qué ha pasado?

-Así que este era el lugar del que hablaba... –dijo Kazuma, esbozando una sonrisa antes que su visión se emborronase y cayese al suelo inconsciente.

-¡Tsuchie-kun! –exclamó Mizuki.

-Tranquila. Se recuperará si descansa un poco. El poder de Bel y la tensión que ha sufrido le han dejado agotado.

 

Junto a los tres recién llegados se encontraba un hombre extraño. Portaba gafas de sol, un traje de una pieza y de color negro, parecido al “Ikioku” pero con más centímetros de tela y una serie de vértices que recorrían sus extremidades. En la parte de arriba de su espalda exhibía alas de mosca y de la parte de abajo sobresalía una cola larga y peluda con un gran aguijón al final. Él era quien acababa de hablar.

-¿Quién eres tú? –preguntó Mizuki.

-Mi nombre es Beelzebub, pecado de la gula. Aunque podéis llamarme Zebub, si queréis.

-Os está costando lo vuestro llegar hasta aquí –se quejó Mammon.

-Hemos tenido que ayudar a demonios de otras ciudades además de ésta. Bel se está encargando de traerlos hasta aquí. Espero que tengas espacio porque son muchos.

-Ja, ¿acaso pretendes herir mi orgullo? Aquí hay espacio para los ciudadanos de medio mundo.

-¡¿Alguien ha hablado de orgullo?!

Algo rompió una de las ventanas de la habitación y aterrizó junto a la cama en la que se hallaba el pecado de la avaricia.

-¡Hace su aparición Lucifer, pecado del orgullo! –gritó un individuo con armadura apoyando una rodilla en el suelo y levantando uno de sus brazos como si se tratase de algún tipo de héroe ficticio. Con el otro brazo sujetaba a Akira, quien parecía estar pasándolo bastante mal.

-La última vez que viajo con este tío... –murmuró el chico, mareado.

-¡La próxima vez que vuelvas a romper algo de esta habitación utilizaré tus carnes para repararlo! –exclamó Mammon.

-¡Un héroe con honor siempre aparece por la ventana!

-¡Eso te lo acabas de inventar! –la niña le lanzó la almohada a la cara- En fin, ya estamos Zebub, Luci y yo. Ya sólo faltan Bel, Levi y As.

“¿Se supone que estos son los pecados? Ahora entiendo por qué Lilith-chan dijo que era como si estuviesen fuera de lugar...”, pensó Eri para sí misma.

 

-Así que al final han escapado. Sí, parece ser que lo han hecho. Y eso que pensaba que era imposible. Después de todo no era tan imposible.

El hombre de la venda en los ojos caminaba tranquilamente por las calles de la ciudad, hablando para sí mismo.

-No importa. En cualquier, no tiene importancia. Porque puedo ir a por ellos cuando quiera. Por el momento sólo quiero verle a él. Sí, sólo a ti, Hioni Reima. Sólo a ti.

 

En otra parte de la ciudad, Derain se encontraba en el suelo con numerosas magulladuras y heridas. Justo a su lado, mirándolo con expresión seria, estaba el apóstol.

-Tsk, esto no puede ir peor... –indicó el imp.

26: Capítulo 26 - Derrota y envidia
Capítulo 26 - Derrota y envidia

Unas horas antes

 

-¡Hah! –exclamó Andrew mientras se lanzaba de frente contra Derain e intentaba propinarle un puñetazo directamente en la cara.

No obstante, el ataque fue esquivado por el imp, quien se hizo a un lado y levantó el brazo hasta situar la palma de su mano junto al hombro del apóstol.

-¡Fire Dragon! –exclamó a la vez que se originaban llamas a partir de su extremidad, tomando forma de dragón, y envolviendo al apóstol, quien fue elevado en el aire hasta chocar contra una de las casas, destruyéndola en el proceso.

 

Tras unos segundos de espera,  Andrew salió de entre los escombros, saltando la valla que separaba el domicilio de la calle, y situándose de nuevo frente al imp.

-Oh, sabía que eso no te haría mucho daño pero pensar que lo único que quemaría sería tu ropa. ¿No tienes vergüenza? –preguntó mientras tomaba otra calada de su puro.

-¡En un combate a muerte no se ha de tener vergüenza! ¡Eso puede llevarte al fracaso! –gritó el apóstol, de nuevo, con tono militar. Algo que contrastaba con su desnudez.

-Chico, tienes una manera muy rara de hablar. Entiendo que estés emocionado por enfrentarte a mí pero, ¿no crees que te estás pasando un poco?

 

Sin decir nada más, el hombre volvió a iniciar su ataque, encadenando una serie de golpes que fueron detenidos sin mucho esfuerzo.

-La morte si annida –dijo Derain mientras una serie de sombras amorfas rodeaban a su contrincante y lo retenían contra el suelo-. Tienes ímpetu pero no la suficiente fuerza para ganarme –explicó mientras se acercaba s su enemigo-. Será mejor que te mate mientras sea así.

 

Acto seguido, el imp chasqueó los dedos, surgiendo una gran espada hecha por llamas justo encima del apóstol.

-Fine dei giochi.

En ese momento, la espada bajó a gran velocidad hasta impactar contra el cuerpo de Andrew, produciéndose una explosión que lo envolvió en llamas y humo.

 

Derain se alejó unos pasos y observó la escena con expresión calmada. Sin embargo, esto no le duró mucho ya que la sombra de Andrew se levantó entre la humareda y salió al exterior, haciendo visible el hecho de que no presentaba ninguna quemadura ni herida. Estaba totalmente intacto.

-Tú... –dijo el imp-. Pensaba que la otra vez te había protegido tu túnica pero parece que me equivoqué. Se trata de tu habilidad, ¿no es cierto?

El apóstol se mostró orgulloso ante las palabras de su adversario.

-¡Ahí no termina mi habilidad! ¡Un hombre que se aprecie siempre tiene más cosas que mostrar!

 

De repente, rodeando sus muñecas, aparecieron dos círculos de luz de los que surgía una pequeña extensión que tomaba forma de cuerda. Andrew desplazó su brazo hacia atrás y realizó un gesto de lanzamiento tras el cual la cuerda se alargó hacia Derain, alcanzado su brazo.

 

En ese momento, el imp comenzó a sentir un terrible dolor procedente del área en contacto con la cuerda, intentando arrancársela y quemándose la otra mano en el proceso.

-¡¿Pero qué...?! –se quejó el demonio.

 

El apóstol, por su parte, realizó otro movimiento hacia atrás, estirando de su adversario y logrando que éste se elevase en el aire, estampándolo poco después contra un muro.

-¡Aún no he acabado! –el extremo de la cuerda que sujetaba a su contrincante dio lugar a una explosión parecida a la que había provocado la espada de Derain.

-¡Agh! –se escuchó el grito del imp mientras Andrew devolvía la cuerda a su longitud original.

-¡¿Qué te han parecido mis habilidades?! ¡Son propias de hombres fuertes! ¡Hombres seguros de sí mismos! ¡Lo que es llamado un hombre de verdad!

-¿Cuándo vas a cerrar el pico? –saliendo de entre las llamas, Derain tenía un aspecto poco halagüeño, con quemaduras por todo el cuerpo y su puro hecho cenizas, el cual escupió al suelo-. Así que el poder mediante el cual te atacan lo conviertes en tu propio poder a partir de esas extrañas cuerdas. Y no sólo eso, sino que los ataques de tu adversario no te hacen ni un rasguño...

-¡Bien deducido! ¡No esperaría menos de alguien tan reconocido como tú!

 

“No puedo usar Setten para técnicas de fuego y, desde luego, no puedo transformarme en esa cosa. Si es así, probaré a manipular su mente.”, pensó Derain.

-¡Si no actúas tú, lo haré yo!

Andrew lanzó esta vez ambas cuerdas hacia él, quien las esquivó dando un salto hacia atrás, no obstante, los instrumentos de luz cambiaron de dirección en el aire como si tuviesen control remoto, atrapando sus dos piernas.

“¡Maldita sea! ¡Es ahora o nunca!”

 

Dándose una señal a sí mismo, el demonio concentró su poder para lograr introducirse en la mente de su adversario, emitiendo una luz a partir de sus manos.

 

En ese instante, los sentidos de Derain se aislaron del mundo exterior, apareciendo en un lugar oscuro, alejado de la realidad.

“Si consigo modificar su mente entonces habré ganado”

 

Buceando por aquel mundo, se dio de repente contra un muro invisible.

“¡¿Qué es esto?!”. Sorprendiéndose, intentó seguir adelante, pero por más que lo intentaba el muro no lo permitía, es más, lo empujaba hacia atrás, como queriendo echarlo de allí. “¡No puede ser! ¡Me está expulsando de su cabeza!”. Finalmente, un último empujón le hizo volver al mundo real.

-¿Ni...siquiera...te afectan...mis habilidades de manipulación mental...? –preguntó con tono cansado.

-¡Por supuesto que no! ¡Y espero que no hayas olvidado la segunda parte de mi habilidad!

 

El demonio se dio cuenta entonces de que las cuerdas de luz seguían atadas a él.

-No puede ser...

 

Antes de que tuviese tiempo para reaccionar, su mente volvió al mismo mundo oscuro al que había intentado acceder antes, la diferencia era que, esta vez, los muros que antes lo habían expulsado, ahora lo mantenían preso, evitando que escapase de allí.

-¡Veamos! ¡Qué podemos hacer para derrotarte! –dijo una voz que se hacía eco por toda el área-. ¡Ya sé! ¡Lo que haría un hombre fuerte! ¡Alguien superior! ¡Obligar a su adversario a destruirse a sí mismo! ¡Si modifico tu mente para que te consideres tu propio enemigo, debería funcionar!

“¡No! ¡Espera!”, intentó gritar Derain inútilmente, pues su voz no salía de su garganta, como si aquellos muros que le rodeaban también la hubiesen encarcelado.

 

Cuando despertó, se encontraba en el suelo, con todo el cuerpo hecho polvo e incapaz de moverse. Observándolo, con expresión seria, se encontraba Andrew.

-Tsk, esto no puede ir peor...

 

Al parecer, mientras no era dueño su cuerpo, Derain había utilizado técnicas basadas en el fuego para reducirse a sí mismo a ese estado.

-¡Si tienes unas últimas palabras que quieras decir, éste es tu momento! ¡Soy un hombre noble al fin y al cabo!

-¿De verdad me dejarás decir unas últimas palabras...?

-¡Por supuesto!

-Entonces, hazme un favor y cállate de una vez...

-¡Eso está hecho!

Levantando uno de sus brazos hacia arriba, el apóstol hizo que la cuerda comenzase a girar cada vez más rápido. Tras unos segundos, lanzó la cuerda hacia la cabeza de su enemigo, impactando en su lugar contra el suelo.

 

Cuando desvió la mirada para encontrar la causa, una chica bellísima de expresión afable aterrizó a su lado esbozando una dulce sonrisa.

-Lo siento, pero no me gusta que hieras a mis amigos –dijo mientras golpeaba suavemente el hombro del apóstol, quien salió despedido en el aire como llevado por una terrible ráfaga de viento huracanado, acabando casi a medio kilómetro de distancia de donde se encontraba la joven.

-Así que has venido... –dijo Derain al ver a la persona que lo había cogido, quien no era otro que Reima.

-Larguémonos de aquí, Serah. Debemos llevarle a casa de Eri y que le traten las heridas.

-De acuerdo, papá –respondió ella mientras se alejaban del escenario del combate.

 

Acostado sobre el suelo, todavía en shock por el golpe que acababa de recibir, Andrew se miró los brazos, sin rasguños y todavía con las cuerdas atadas a sus muñecas.

-¡Eso ha sido increíble! –exclamó.

 

Desde otro punto de la ciudad, un hombre acariciaba a un doberman mientras realizaba una llamada con su móvil.

-¿Sí?

-¿Judas? Imagino que ya sabrás lo de la realidad alternativa.

-Sí, no ha sido una mala estrategia por su parte –declaró el apóstol con tono divertido.

-¿Crees que podrás hacer algo con ella?

-Claro, pero probablemente tarde un tiempo, y dudo mucho que pueda romperla entera.

-No importa, con algunas zonas bastará. Al fin y al cabo, nuestro objetivo es separarlos.

-¿Qué hay de Matthew? Él podría entrar sin problemas.

-Ya sabes que va a la suya. Se dedicará a cumplir la misión si puede llevarse a “Darkblade” por enmedio.

-¡Jajaja! ¡Me encanta ese tío! –exclamó Judas.

-Además, ni siquiera creo que él pueda contra todos juntos.

-¿Quién sabe? Es una caja de sorpresas.

-Tú también...

-Me divierto con mi trabajo. ¿No es eso bueno?

-En fin, por nuestra parte, iremos a por los que todavía están fuera. Si pillamos algunos como rehenes no hará falta que trabajes.

-Entendido. Cuelgo.

 

El apóstol hizo lo mismo, con la mirada fija sobre el aparato hasta que su atención fue interrumpida por un tigre de color negro.

-Así que no me has traído nada...

El tigre bajó la cabeza.

-No te sientas avergonzado. No esperaba menos de los pecados. Además, aún nos quedan oportunidades. Y esta vez, no fallaremos –dicho esto, de un salto, montó a lomos del gran felino y se marcharon.

 

Finalmente, Reima llegó a casa de Eri junto con Derain y Serah, irrumpiendo en la habitación de Mammon.

-¡Derain está herido! –gritó el chico- ¡Necesita tratamiento!

Zebub se acercó al imp y le dio una observación rápida.

-Tratándose de “Dreambuster” debe de haberle pillado desprevenido –declaró el pecado- Me cuesta creer que alguien como él fuese más débil.

-Mm...teniendo en cuenta que Derain dejó atrás su transformación...es posible que haya sido así...

-¡Derain! –exclamó Eri situándose a su lado.

-¿Que la dejó atrás? ¿Acaso no es esa su forma original? –preguntó Zebub incrédulo.

-Tuvo sus motivos para hacerlo... –dijo Reima.

-¡¿De que estáis hablando ahora?! ¡Hay que ayudarle! –les interrumpió la súcubo.

-Tranquila, chica. No es como que me vaya a morir.

-Aun así...

 

En ese momento, Eri sintió una mano sobre su hombro. Al darse la vuelta se encontró con Zebub, quien le hizo un gesto para que se apartase.

-Lo que voy a hacer puede que sea poco agradable pero te curará las heridas.

-Lo que sea pero hazlo ya –contestó Derain.

 

Poco después de acceder, el pecado comenzó a abrir la boca de manera antinatural, creciendo hasta adoptar una longitud mayor que la del imp. Aquéllos que no estaban acostumbrados a algo así, como era el caso de Eri, Mizuki, Lilith y Agramón; dieron algunos pasos hacia atrás, entre sorprendidos y asqueados.

 

Tras esto, el pecado ingirió a Derain e hizo que su boca volviese a la normalidad.

-¡¿Qu-qué ha sido eso?! –gritó Eri.

-¡¿Te lo has comido?! –continuó Lilith.

-Sí. Podéis estar tranquilas, no lo digeriré. Dentro de nuestros cuerpos el Setten se encuentra en mayor cantidad y se mueve de forma natural. Al introducirlo en el mío, estará expuesto a mi Setten por lo que se recuperará de forma más efectiva que con las habilidades curativas de Serah, que requieren de canalización al exterior y que, por tanto, no permitirán que salga toda la cantidad que se desearía.

-Aun así, no importa cuantas veces lo vea. Es asqueroso –se quejó Mammon.

 

En ese momento, la niña pareció percatarse de algo.

-Ya han llegado.

-¿Te refieres a los otros tres? –preguntó Luci.

-No, sólo son Bel y Levi, pero vienen acompañados de una multitud.

La niña chasqueó los dedos e hizo aparecer una pantalla de televisión en la habitación. Ésta mostró a una chica de pelo largo y de varios colores ataviada con un vestido blanco que llegaba hasta sus rodillas. Tenía una mirada afable, pose de persona bien educada, y llevaba en brazos a otra chica vestida de enfermera que Eri reconoció como la que había estado cuidando de sus amigas en el hospital. Sin embargo, aquella no era la única sorpresa, ya que detrás de ambas se encontraba una legión de demonios que estaban organizados en varias filas, como si de un ejército se tratase.

-Parece que Levi la ha ayudado a traer a los demonios. Mejor, de lo contrario habría tenido más problemas.

 

Con el fin de dar paso a la multitud, Mammon transformó la puerta de la casa en un portón gigantesco. Poco después, Bel y Levi entraban en la habitación mientras los demonios eran llevados a otra sala.

-Siento llegar tarde –se disculpó Levi inclinándose a modo de disculpa-. Ha sido difícil llevar a Bel-chan en brazos durante todo el camino...

El pecado hablaba con voz dulce y agradable, algo que tranquilizó a Eri teniendo en cuenta la imagen que le habían dado los demás.

-Déjala por ahí, en algún rincón del suelo. Se conforma con dormir en cualquier parte –dijo Mammon, molesta.

-Ma-chan, no digas algo así. Bel-chan se ha esforzado mucho y necesita un buen sitio para dormir. Estoy segura de que podrás darle una buena cama.

-Esta es mi habitación y hago lo que...

-Por favor, Ma-chan –dijo Levi con una sonrisa en su rostro, lo que provocó que Mammon tragase saliva.

-De acuerdo...

Una cama apareció de la nada en la habitación, donde Levi depositó el cuerpo de Bel.

-¡Muchas gracias, Ma-chan! –exclamó alegremente, acercándose a la niña y dándole un beso en la mejilla.

-Vale, vale, de nada, pero déjame –dijo mientras se apartaba de la chica de pelo multicolor.

 

Acto seguido, Levi fue desplazándose para hablar con los demás.

-Lu-chan, te veo en forma.

-¡Por supuesto, un héroe siempre está en forma para salvar a los necesitados!

-Me alegro de que sea así. Sigue esforzándote. ¿Y tú Ze-chan? ¿Estás comiendo bien? Te dije que dejases las chucherías a deshoras.

-L-lo sé, y últimamente lo he estado dejando pero no puedo evitar darme el capricho de vez en cuando...

-Nada de caprichos. Debes hacer cinco comidas al día. Ni una más ni una menos. ¿Acaso quieres que tu Setten se descontrole?

-No...

-Pues entonces tienes que empezar a comer sano, ¿de acuerdo? Ya sabes que esto lo hago por tu bien.

-De acuerdo...

“¡Espera! ¡¿Qué es lo que está pasando aquí?! ¡Si parece su madre!”, pensó Eri mientras Levi se acercaba a ella y Lilith.

-¡Oh! ¡Madre mía! ¡Lilith-chan! ¡Cuánto has crecido! ¡Hacía mucho tiempo que no te veía! Aunque puede que no te acuerdes mucho de mí.

La nieta de Satán se quedó en silencio sin saber qué contestarle.

-¡Me alegro muchísimo de que estés bien! –dijo el pecado mientras la abrazaba y comenzaba a acariciar su pelo, causando que Lilith, quien normalmente se mostraba más desconfiada y tensa ante quienes apenas conocía, se relajase-. Siento muchísimo no haber estado contigo durante todo este tiempo. Te prometo que a partir de ahora todo saldrá bien –después de esto se separó de Lilith y desvió la mirada hacia Eri.- Tú debes de ser Eri-chan.

-Sí... –dijo la chica, quien no sabía si prepararse para recibir otro abrazo.

-Conocí a tus padres algunos meses antes de que nacieses. Es genial que tuviesen una hija tan guapa y saludable como tú.

-¡¿Conociste a mis padres?! –preguntó Eri desconcertada. Sus padres nunca le habían hablado de haber conocido a los pecados capitales. Aunque, también es cierto que, exceptuando el hecho de que eran demonios y algo de historia relacionada con ello, no es que le hubiesen contado mucho sobre sus vidas- Esto, ¿crees que podrías hablarme más sobre ellos?

-Claro, pero todo a su tiempo. Todavía queda uno de nosotros por aparecer.

-Uaaaaaah... ¿ya es de día? –la enfermera que se encontraba descansando sobre la cama interrumpió la conversación, dando lugar a que todos la mirasen-. Oh, si estáis todos aquí. ¿Cuándo hemos llegado?

 

En otra parte, Luka, Shiina y Kaoru seguían a un extraño hombre que los guiaba hacia la casa de su amiga.

-¿Crees que podemos fiarnos de él? –preguntó Luka entre susurros a Kaoru.

-Por supuesto. Es completamente de fiar.

-Pues desde luego no ayuda mucho a pensar eso... –declaró Shiina, frunciendo el ceño.

 

El hombre vestía camisa blanca abierta y unos pantalones vaqueros muy ajustados. Tenía una melena larga y rubia, y una tez pálida y tan suave y limpia como la de un bebé, dándole un aspecto andrógino.

-¿Por qué? –preguntó Kaoru, extrañado.

-¡Vamos, chicos! ¡A ver si voy a tener que daros nalgadas en ese hermoso culo que tenéis! –les alentó el hombre.

Las dos se giraron hacia el ángel artificial, con expresión de asco.

-¡Por eso! –exclamaron.

27: Capítulo 27 - Combate animal
Capítulo 27 - Combate animal

-¡Paso ligero! ¡Por aquí llegaremos enseguida!

-¡Sabemos dónde está la casa de nuestra amiga! –se quejó Luka al hombre de pelo rubio.

-¡Eso ya lo sé, nena! ¡Y no me ha hecho falta meterte en la cama para ello! –respondió él mostrando una sonrisa de dientes brillantes.

-¡Gah! –a la joven le entraron nauseas al escuchar aquella frase.

-¡En cualquier caso, con mi guía evitaréis encontraros con esos vírgenes descerebrados!

-¿Se refiere a los “Dying Walkers”? –le preguntó Shiina a Kaoru.

-Creo que sí... –respondió el otro sin estar seguro.

-Ah...en cualquier caso, sí que es cierto que desde que nos hemos topado con él no nos hemos cruzado con ninguno –comentó Shiina.

-Por supuesto. Asmodeus-sama es uno de los pecados capitales. Ya os he dicho que podéis confiar en él.

 

En ese momento, delante de ellos apareció un gran tigre de color negro, el cual les hizo detenerse. Montado sobre él, se encontraba un hombre de entre treinta y cuarenta años, pelo liso, corto y con un flequillo que casi tapaba sus ojos. Asimismo, vestía una gabardina blanca con sendos tigres cosidos con tela azul a cada lado, camiseta y pantalones también blancos y zapatos marrones.

-Ups, parece que tenemos compañía –avisó Asmodeus.

-¡¿Cómo que tenemos compañía?! ¡¿No se supone que éste era un camino seguro?! –exclamó Luka.

-Tú lo has dicho. Lo era.

-¡Ni siquiera te trabajas tus excusas!

 

Apenas hubo terminado de hablar cuando el tigre se lanzó a por ella, dando lugar a que Kaoru se pusiese enmedio para protegerla. Sin embargo, en el último segundo, el animal se desvió radicalmente de su curso y dirigió su ataque hacia Asmodeus, quien lo detuvo pese a ser empujado unos centímetros hacia atrás.

-¿Huh? –el apóstol que iba encima frunció el ceño- Juraría que le había ordenado ir a por la chica.

-¿No será que tu pequeñín tiene dudas sobre su sexualidad? –bromeó el pecado.

-¿Qué es lo que has hecho?

-Mi nombre es Asmodeus, pecado capital de la lujuria. Es sencillo para alguien como yo el seducir hasta a los animales.

-Ya veo, no esta nada mal. Aunque mis animales son muy inteligentes. No creas que eso te funcionará una segunda vez.

-¿Eso piensas? Diría que éste ya te ha puesto los “cuernos”.

Nada más nombrar la palabra, dos cuernos aparecieron a partir de las sienes del demonio, clavándose en el cuello del tigre, el cual saltó hacia atrás, rugiendo de dolor y provocando que su dueño tuviese que bajarse.

 

Asmodeus aprovechó para intentar embestir al apóstol, sin embargo, un doberman, surgido de la nada, se arrojó sobre el demonio, quien tuvo que retractarse de su movimiento y evadirle.

-Descansa –dijo el apóstol posando una mano sobre el lomo del tigre y haciéndolo desaparecer entre esferas de luz al mismo tiempo que el doberman se situaba a su lado-. No me gusta nada que mis animales salgan heridos, ¿sabes?

-Y pese a ellos los utilizas para pelear por ti. A este paso no lograrás impresionar a ninguna mujer...

-No los utilizo. Ellos lo hacen a cambio de mi agradecimiento.

-Ajá, entonces simplemente les has lavado el cerebro. No está bien drogar a una dama para tener sexo con ella, ¿sabes?

-Ah...esta conversación no nos va a llevar a ninguna parte.

 

El apóstol emitió un silbido ayudándose de sus dedos pulgar e índice y, acto seguido, aparecieron otros dos doberman que se situaron al lado del primero.

-Por más que saques dudo mucho que me supongan un reto.

-Nadie ha dicho que fueses su objetivo.

Los dos perros recién llegados se lanzaron contra Kaoru, Shiina y Luka. Asmodeus intentó utilizar la misma técnica de antes para atraer la atención de ellos, sin embargo, justo cuando los animales atacaron, también lo hizo su adversario, obligándolo a defenderse y empujándolo hacia una pared.

 

Notando un dolor punzante en sus antebrazos, el demonios se dio cuenta de que tenía garras clavadas en ellos. Éstas procedían del apóstol, quien también presentaba unos más que afilados colmillos en su dentadura.

-Así que tú también eres un animal... –sonrió el pecado mientras el can restante saltaba hacia su hombro y le mordía, sintiendo un dolor que fue extendiéndose poco a poco por el resto de su cuerpo y que era más intenso que el provocado por las garras de su contrincante-. Esto es...

-Por tu expresión diría que eso no te ha hecho tanta gracia. El nombre de este doberman es Giftig. Significa “venenoso” en alemán. Inyecta una gran cantidad de Retten en el cuerpo de aquello a lo que muerde de manera que entra en conflicto con el Setten de su interior. Por eso es muy efectivo contra demonios y ángeles. En unos minutos, el Retten habrá llegados a todas las partes de tu cuerpo y morirás.

 

Por otro lado, las dos chicas y Kaoru estaban espalda con espalda, encarando a los otros dos perros.

-Son perros y son sólo dos. No creo que tengamos problemas –dijo Luka, aunque no muy convencida de sus palabras.

-Siendo subordinados de los apóstoles. Yo no me fiaría –dijo Kaoru.

-Lo suponía –respondió la chica mientras en su frente surgía de nuevo el número 666.

 

Fue entonces cuando los perros comenzaron a correr alrededor de ellos, aumentando la velocidad gradualmente hasta que desaparecieron de su vista. Momentos después, los tres jóvenes empezaron a sentir cómo algo les golpeaba múltiples veces, causándoles numerosos cortes y magulladuras.

-¡Agh! –se quejó Shiina.

-¡¿Dónde están?! ¡No puedo verlos! –exclamó Luka.

Tras una serie de golpes y mordeduras, los doberman volvieron a su posición original, preparándose para un nuevo ataque.

 

Ambas chicas se encontraban con una rodilla en el suelo, derramando algo de sangre a partir de las heridas. Kaoru no se encontraba en mejor estado que ellas, sin embargo conseguía mantenerse en pie.

 

Dándoles apenas unos minutos para recuperarse, los perros volvieron a realizar el mismo movimiento, golpeándoles de nuevo y dejándoles aún más débiles.

-Tsk...si seguimos así, nos van a terminar matando –declaró Luka.

-Pero son demasiado rápidos...no podemos acertarles así... –añadió Shiina.

-Hay una manera... –dijo Kaoru-. El problema es que sólo puedo hacer que dure unos segundos. Tendréis que atacar en el momento adecuado. De lo contrario, no sé si tendremos una segunda oportunidad.

-Cuenta conmigo –dijo Luka.

-¿Shiina?

La joven se mantuvo en silencio, algo que dejó dudando al ángel artificial. No obstante, no tenía más remedio que intentarlo y confiar en ellas.

 

Así pues, cuando los animales se dispusieron a realizar un tercer ataque, el chico puso una mano sobre tierra y un círculo de luz les rodeó, alzándose hacia arriba como si de un muro se tratase. Esto sorprendió a sus adversarios, que detuvieron su embestida antes de alcanzarles, momento que el chico aprovechó para deshacer su técnica y dar paso al contraataque de sus amigas.

 

Luka, viendo la oportunidad antes sus ojos, concentró fuego en su brazo derecho y disparó a uno de los canes, el cual fue cogido entre las llamas e incinerado por las mismas. Sin embargo, cuando llegó el turno de Shiina, ésta se quedó en el sitio sin mover un solo músculo.

-¡Shiina! –gritó Luka.

El perro, que ya se había recuperado del ataque sorpresa, se lanzó hacia la joven, momento en el que Kaoru se puso en medio y recibió el impacto de lleno.

-¡Aaaaaaah! –haciendo acopio de su fuerza de voluntad, el chico creó una flecha de luz en su mano y la clavó en el cuello del doberman, matándolo.

 

Mientras tanto, el Retten continuaba su avance por el cuerpo de Asmodeus, quien no podía moverse debido a la fuerza con la que el apóstol lo mantenía preso contra la pared. Además, puesto que su Setten no circulaba como el quería, estaba bastante limitado.

-Es tu fin... –declaró su enemigo.

-¿Sabes? Dentro de los pecados yo soy un caso extraño –comenzó Asmodeus mientras su cuerpo sufría extrañas transformaciones-. Puedo cambiar de lado a voluntad –el vientre del hombre se hizo ligeramente más delgado, sus pectorales crecieron adoptando una forma más redondeada y voluminosa y su voz se volvió más aguda y clara-. Pero no sólo afecta a mi cuerpo –cuando el apóstol quiso darse cuenta, tenía ante él a un Asmodeus con forma de mujer-. Sino que la energía dentro de mí también lo hace.

Una onda expansiva provocó que tanto el hombre como el can saliesen disparados hacia atrás, siendo estampados contra la pared contraria.

-¿Qué es lo que has hecho? –preguntó el apóstol poniéndose en pie con esfuerzo.

-Cuando cambio a esta forma me vuelvo “humano”, por lo que soy capaz de utilizar el Retten a mi favor. Así que he esperado a que tu perro me inyectase la cantidad necesaria para transformarme y utilizarla en tu contra. Un poco arriesgado pero nada mal, ¿eh?

-Me has engañado...

-Lo cierto es que me ha dolido. Eso no ha sido una mentira. Pero así es mejor, porque pienso devolvértelo con creces.

-¡Maldita sea! –el hombre se llevo los dedos a la boca con intención de dar otro silbido, no obstante, sus brazos fueron sesgados por el pecado antes de que le diese tiempo a actuar.

-¡AAAAAAH! –gritó de dolor el apóstol al verse sin extremidades al mismo tiempo que Asmodeus se preparaba para atravesarle con la mano.

-Se acabó...

 

Justo en ese instante, el doberman se cruzó en su camino, impidiendo que el golpe alcanzase a su amo y recibiéndolo en su lugar. Cuando Asmodeus se quitó el cadáver de encima, el apóstol ya había desaparecido.

-Mierda, ¿dónde se habrá metido?

Sin darse cuenta, una hormiga a la que le faltaban dos patas se escabullía por un pequeño agujero en la pared...

 

-¿Estáis bien? –preguntó Asmodeus, acercándose a los jóvenes.

-¡¿Tú quién eres?! –exclamó Luka, quien se puso a la defensiva.

-No te preocupes...es Asmodeus-sama. ¡Agh! –con dolor por el impacto recibido, Kaoru se llevó las manos al estómago, perdiendo el equilibrio.

-¡Fujita-kun! –Luka consiguió cogerle antes de que se cayese.

-Tenemos que marcharnos. Si nos quedamos más tiempo aquí es posible que lleguen “Dying Walkers”. O peor, otro apóstol.

-¡Rápido, Shiina! ¡Ayúdame a llevarlo!

Pese a las palabras de su amiga, Shiina no reaccionó.

-¡Shiina!

-Es...culpa mía... –declaró la chica casi en estado de shock y con lágrimas fluyendo de sus ojos.

 

En ese momento, Asmodeus se situó frente a ella y la abofeteó, haciendo que la joven volviese en sí.

-Si quieres llorar, no seré yo quien te lo impida, pero ahora no es el momento.

Tras esto, el pecado se situó al lado de Kaoru y, poniendo uno de sus brazos alrededor de su cuello, le ayudó a mantenerse en pie.

-Vámonos...

 

Finalmente, los cuatro llegaron a casa de Eri, entrando en la habitación de Mammon poco después.

-¿Esta habitación existía antes? –preguntó Luka, impresionada por el tamaño de la sala.

-¡Luka! ¡Shiina!

Eri corrió a recibirlas.

-¡Eh! ¡Eh! ¡Espera, Eri! Traemos a un herido –indicó su amiga.

-¡Fujita-kun! ¡¿Qué le ha pasado?!

-Durante nuestro camino nos encontramos con uno de los apóstoles. Tuvimos un pequeño combate contra él y como resultado el chico resultó herido –explicó Asmodeus.

-Estoy bien...no es nada... –dijo el ángel artificial intentando andar por sí mismo y fallando en el proceso.

-Necesitas que te traten, Kaoru –sugirió Zebub-. Serah, ¿puedes encargarte tú? Sus lesiones no son tan graves como las de Derain y ahora mismo prefiero centrar mi Setten en su recuperación.

-Por no decir que a nadie le gustaría ver esa escena de nuevo... –añadió Mammon.

-Claro, sin problemas –dijo la chica amablemente.

Acto seguido, sentaron a Kaoru sobre la cama en la que seguía acostada Bel, ya despierta.

-Oh, has venido, Kaoru –dijo la enfermera- Pareces cansado, ¿quieres acostarte conmigo?

-Agradezco sus intenciones, Bel-sama, pero me temo que los demás podrían malinterpretarlas.

-Ahora, estate quieto mientras me ocupo de ti –dijo Serah mientras comenzaba el tratamiento.

 

-¿Vosotras estáis bien? –preguntó Eri mirando a Luka de arriba abajo.

-Lo mío es poco comparado a lo de Fujita-kun. En cuanto me traten estaré perfectamente. Shiina... –su amiga desvió la mirada hacia la aludida, quien se había quedado apartada del resto, con la mirada perdida y expresión melancólica-. Creo que deberías hablar con ella.

La súcubo observó a Shiina.

-No te preocupes. Lo haré.

 

-¡Escuchad! ¡Parece que este chico también está mejor! –exclamó Luci refiriéndose a Akira.

-¡Te lo llevo diciendo desde hace un rato pero no me hacías ni caso! ¡¿Quieres soltarme de una vez?!

-¡Claro! –dicho esto, lo dejó caer como un peso muerto, provocando que se estampase contra el suelo.

-Ups, lo siento. Es que soy un poco descuidado.

-Lo mato... –dijo Akira de cara al suelo.

-Por cierto, As, ¿por qué estás en forma de mujer? –preguntó Luci.

-No he tenido más remedio. Ese apóstol me ha lanzado un perro extraño que podía inyectar Retten a sus enemigos. Si no me hubiese transformado no estaría aquí contándotelo. Tendré que estar así durante un rato hasta que consiga estabilizarme.

-Yo casi que lo prefiero así... –murmuró Luka.

 

-Ugh... –sentado sobre el suelo de una calle vacía, el apóstol al que se le habían cortado los brazos, soportaba el dolor mientras intentaba encontrar un medio para tratar la hemorragia.

-Oh, he encontrado a uno de mis compañeros. Sí, lo he encontrado. Sin embargo, está herido. Está herido, sí. Es una pena que lo estés.

-Matthew... –dijo al ver a un hombre con una venda en sus ojos que se acercaba hasta dónde estaba.

-Si es James. Tienes mal aspecto, James. ¿Qué te ha pasado, James? ¿Te han vencido? Eso parece. Sí, es lo que parece.

-Intenté conseguir algunos rehenes para hacer salir a los conejos de su madriguera...pero fracasé...

-Fracasaste estrepitosamente por lo que he visto. Sí, estrepitosamente.

-Ayúdame y te aseguro que la próxima vez no fallaré.

Matthew se quedó unos segundos meditando la propuesta.

-No.

Acto seguido realizó un gesto con el dedo, dando lugar a que el cuerpo de James quedase inmovilizado contra el suelo debido a una fuerza invisible que hacía presión sobre él.

-¡¿Qué estás haciendo?!

-Verás. Si permití que Simon escapase de la muerte por su error, fue porque le prometí a Thaddaeus que no seguiría mis propias directrices mientras él estuviese presente. Sí, mientras estuviese presente. Pero tú has tenido mala suerte, ya que él no está aquí ahora mismo. Yo al menos no le veo. ¿Tú le ves? No, no puedes verle si yo no lo hago.

-¡Mal-dito!

-Los débiles deben morir. Sí, deben morir. Forma parte de su existencia. No te preocupes, yo me encargaré de todo lo demás. Buena suerte. Sí, buena suerte. ¿O debería decir mala?

-¡¡MATTHEEEEEW!!

La presión aplastó el cuerpo de James, convirtiéndolo en un charco de sangre. Tras esto, Matthew cogió su móvil y marcó un número en él.

-¿Judas? Soy Matthew. Sí, soy Matthew. Verás, James ha sufrido un pequeño accidente y ha caído ante el enemigo. Sí, ha fracasado de manera estrepitosa... ¿Qué? ¿Te dijo eso? Oh, te lo dijo. Pensaba pedirte refuerzos pero, si vas a hacerlo, entonces supongo que ya estarán de camino. Sí, ya lo estarán. Gracias por ello. Sí, gracias.

El apóstol colgó la llamada y se guardó el aparato.

-No soy muy de usar estas cosas. No soy muy de usarlas. En fin, no será muy recomendable entrar por ahora en ese lugar. Sí, no lo será. Así que esperaré tranquilamente. Sí, esperaré. Soy paciente al fin y al cabo, ¿no? –dijo para sí mismo mientras pasaba por encima del que antes había sido su aliado, dejando huellas rojas detrás de sí...

28: Capítulo 28 - Chronos y Chaos
Capítulo 28 - Chronos y Chaos

-Bueno, ahora que estamos todos reunidos y parece que Dera-chan ya se siente mejor, vamos a continuar con aquello para lo que hemos venido –empezó Levi mientras aplaudía ligeramente para llamar la atención del resto-. Antes de nada creo que sería conveniente una presentación formal de cada uno de nosotros. Sobre todo por el hecho de que algunos habéis llegado hace poco. Así pues, Lu-chan, te encargo el trabajo.

-¿Por qué él? –se quejó Mammon.

-¿Acaso quieres encargarte tú, Ma-chan? –preguntó la demonio de pelo multicolor, con tono alegre pero que dejaba una sensación perturbadora.

-D-de acuerdo...-respondió la niña bajando la cabeza.

-¡Comencemos entonces! ¡Por orden de nacimiento, tenemos primero a Leviathan, pecado de la envidia! ¡También llamada Levi para abreviar! ¡La única demonio especializada en técnicas de agua y temida por su poder defensivo hasta el punto de ser apodada como “Impenetrable Shell”! ¡Además de eso estuvo ena...!

-Suficiente, Lu-chan.

-Uh, l-lo siento –se disculpó el pecado ante la intervención de Levi. Por la sensación que le había dado a Eri, el demonio estaba a punto de hablar de algo privado. ¿Qué era lo que iba a decir?

-¡Continuamos con Asmodeus, pecado de la lujuria! ¡También llamada As para abreviar! ¡Y digo “llamada” por el hecho de que ahora mismo se encuentra en su forma femenina! ¡As es capaz de cambiar de sexo a placer! ¡Debido a esto, tiene tanto Setten como Retten en su interior, pudiendo utilizar tanto habilidades humanas como demoníacas! ¡Debido a esto la apodan como “Multi-Bazooka”!

-Hubiese preferido un nombre más atractivo. Parece que pretendan dificultar mis relaciones sexuales –dijo Asmodeus encogiéndose de hombros.

-Sí, seguramente sea por eso... –murmuró Luka con expresión de cansancio.

-¡En el puesto número tres se encuentra Belphegor, pecado de la pereza! ¡También llamada Bel para abreviar! ¡Enfermera cuando está despierta y demonio cuando duerme! ¡Una vez cierra los ojos es capaz de influir en la voluntad de los demás, llegando a aumentar el Retten o Setten de aquellos a los que influye así como manejarlos a placer! ¡Además, también tiene grandes capacidades de combate cuerpo a cuerpo! ¡Por supuesto, éstas sólo pueden ser utilizadas cuando está durmiendo! ¡Por ello, se la apoda como “Sleepy Terror”!

-¿Entonces todos los demonios que se hospedan aquí estaban siendo manipulados por Bel-san? –preguntó Eri.

-Exacto, gracias a ella y a mi protección, hemos conseguido traerlos sin problemas –declaró Levi.

-Y así también es como nos ayudó a Nanako y a mí –dijo Kazuma, quien también se encontraba algo mejor tras haber descansado un poco.

Zebub asintió girando la vista hacia Bel, quien se había dormido de nuevo.

-Ella va a lo suyo... –murmuró, esta vez, Eri.

-Entonces sigo, ¿no? –preguntó Lucifer, a lo que todos asintieron.

-¡En cuarta posición, aunque no por ello menos importante, se encuentra Beelzebub, pecado de la gula! ¡También llamado Zebub para abreviar! ¡Sanador y transporte en largas distancias!

-¿Cómo debo tomarme eso? –preguntó el aludido.

-¡Además, cuando se transforma se convierte en una bestia capaz de demolerlo todo! ¡Por ello, también es apodado como “Grand Monster”!

-Mejor apodo de lo que esperaba –dijo Lilith.

-¡En quinta posición se encuentra Mammon, pecado de la avaricia! ¡No tiene abreviación pero podéis llamarla Ma-chan, al igual que Levi!

-¡Al que lo haga me lo cargo! –avisó la niña.

-¡Experta en transformación y telequinesis! ¡Por ello, también es llamada “Space Hacker”!

-Para mí, Ma-chan siempre será Ma-chan –dijo Levi, abrazándola como si fuese un peluche pese a la oposición del pecado de la avaricia.

-¿Por qué yo...?

-¡Y por último, un servidor! ¡Lucifer, pecado del orgullo! ¡Podéis llamarme Luci para abreviar!

 

Todos se mantuvieron a la espera de que Luci extendiese más su presentación, sin embargo, no dijo nada más sobre sí mismo.

-¿Eh? ¿Por qué de los demás has dicho sus habilidades e incluso apodos pero de ti no? –preguntó Akira, frunciendo el ceño.

-¿Eh? ¿No lo he dicho? –respondió el demonio haciéndose el desentendido.

-Yo te contestaré a esa pregunta –dijo Mammon con sonrisa maliciosa-. Lucifer es el único que no destaca en nada ni tiene habilidades especiales. De hecho, a él se le conoce por el apodo de “Abnormal”.

-¡Me siento orgulloso de ese apodo! –exclamó el pecado, hinchando el pecho.

-¿Entonces por qué lo has escondido?

-No quería ensombrecer a los demás.

-Ya...seguro...

-Vale, vale –dijo Levi, intentando desviar el tema-. En cualquier caso, ya hemos sido presentados todos...

-¡Un momento! –interrumpió Luka- Pero si sois seis. Quiero decir, ¿no son siete los pecados capitales? Faltaría el de la ira.

 

La habitación se quedó en silencio. De repente, todos los pecados pusieron una expresión triste, excepto en el caso de Luci, quien, debido a la armadura que llevaba puesta, hacía difícil verla.

-La ira es el pecado que correspondía a Chaos –explicó Levi con una sonrisa melancólica.

-¿Chaos? –preguntó Eri, confusa.

-Es el verdadero nombre de Satán.

-¡¿Eh?! –todos los presentes, salvo Kaoru y los propios pecados, se sorprendieron.

-Entonces lo de Dios y Chronos... –comentó Derain.

-Dejadme que empiece por el principio –dijo la demonio de pelo multicolor-. Hace muchísimo tiempo, antes de que existiesen los humanos, los demonios y los ángeles, nacieron en este mundo los primeros organismos con consciencia sobre sí mismos. Estos eran dos hermanos, los cuales se autodenominaron como Chronos y Chaos. En un principio no tenían forma definida y vagaban por el mundo, conviviendo con otros seres vivos como los animales y las plantas. Ambos tenían un inmenso poder, sin embargo, no fue hasta años después cuando, más experimentados y conocedores de lo que les rodeaba, comenzaron a aprender a usarlo. Fue entonces cuando decidieron adquirir una forma definida: Chaos tomó una forma humanoide con patas de cabra, cuernos en la cabeza y alas de ángel; Chronos, por su parte, la de un humano normal y corriente de piel pálida, pelo negro, alto y fuerte.

Tras esto, decidieron dar el siguiente paso: crear vida. Aunque eran hermanos, la energía de ambos, que tiempo después se denominarían como Setten y Retten, era diferente en cada uno. De manera que uno de ellos crearía a los humanos, basándose en su propio aspecto, y el otro a los ángeles y los demonios.

-Según la Inquisición, hay otras teorías, como que los ángeles fueron creados por Dios y algunos se cambiaron al bando de los demonios, pasando a llamarse “Ángeles caídos” –comentó Akira.

-Sí, y otros escritos dicen que Satán los creó pero que la gran mayoría prefirió unirse al bando de Dios debido a la maldad de Satán –replicó Levi.

-Yo siempre he escuchado la historia de que algunos se mantuvieron como neutrales y otros escogieron un bando –dijo Eri.

-Esa sería la opción más acertada, y la más extendida entre la mayoría de los demonios. La Inquisición sólo puede hablar de teorías en este caso pero algunas de ellas le han servido para tener más seguidores. La verdad, no obstante, es mucho más oscura. Por desgracia, es algo que sólo sabemos nosotros.

-Pero si es algo que sabíais, ¿por qué no lo habéis revelado? –preguntó Luka.

-Por nuestra debilidad.

-¿Vuestra debilidad?

 

Levi asintió.

-Además de los demonios, los ángeles y los humanos; Chronos y Chaos crearon a alguien más: una entidad con forma de mujer llamada Biblia.

-¿Biblia? ¿No es así como se llama el libro donde se recoge la historia de la religión cristiana? –preguntó Akira.

-Precisamente lo adoptaron de ella. Biblia fue creada con la intención de que registrase la historia a partir de la creación de las tres especies. Asimismo, también actuaba como núcleo que mantenía bajo control los poderes de ambos hermanos. Una manera de evitar que estos pudiesen hacer daño a lo que ellos mismos habían engendrado, ya que desconocían hasta qué punto podían llegar sus habilidades. Sin embargo, debido a ese control, Biblia podía ser utilizada en su contra, motivo por el que hicieron que únicamente ellos y su descendencia directa (hijos, nietos, bisnietos, etc.) fuesen capaces de activar sus habilidades.

-¿Y qué pasó con Biblia entonces? Quiero decir, no se habla de ella en ninguna leyenda ni historia –preguntó Eri.

 

Levi se volvió la vista hacia el resto de pecados, quienes la miraron y asintieron, incluida Belphegor, quien se había despertado durante el transcurso del relato.

-Lo que os vamos a mostrar ahora es una combinación de nuestros recuerdos. Después de verlo, lo entenderéis. Bel-chan, Ma-chan...

 

Acto seguido, las dos demonios cerraron los ojos, provocando que, poco a poco, la habitación se oscureciese hasta no verse absolutamente nada.

-¿Qué está pasando? –preguntó Ahren, quien hablaba por primera vez desde hacía un buen rato.

-Están combinando sus habilidades. Bel-chan está manipulando nuestras mentes para conectar todos nuestros recuerdos a Ma-chan, que está transformando la realidad acorde a ellos. Os pido que, veáis lo que veáis a partir de ahora, guardéis silencio. De lo contrario, es posible que la transmisión se vea interrumpida.

 

Poco después, el escenario se esclareció hasta dar forma a una verde llanura recorrida por un río de aguas transparentes y numerosos árboles dispuestos desordenadamente en los alrededores.

 

A lo lejos se observaban varias casas de piedra de distinto tamaño, sin embargo la imagen se centraba en una que se situaba cerca del río, constituida por dos pisos y frente a la que estaba sentado un humanoide con patas de cabra y el resto del cuerpo de hombre. Además, poseía cuernos sobre su cabeza y una larga melena de color negro que caía por su espalda. Asimismo, de su espalda brotaban dos grandes alas blancas.

 

“Ese debe de ser Sa...quiero decir, Chaos”, pensó Eri, anonadada por la visión del creador de los de su especie, y por quien, sin saber por qué, comenzó a tener un sentimiento de nostalgia.

 

Por su parte, Chaos parecía estar ocupado entrelazando una serie de hojas de color verde y de aspecto largo y fuerte, formando una especie de cuerda que se dividía brevemente por el centro volviendo a estar unido un par de centímetros después, dejando un pequeño espacio entre las dos ramificaciones.

 

En ese momento, se escucharon los gritos de unos jóvenes.

-¡Ni siquiera puedes manejar bien tu Setten!

-¡Eres una vergüenza para los demonios!

-¡Eh! ¡Tengo una idea! ¡Vamos a lanzarlo al río!

-¡Dejadme en paz!

-¡Vamos! ¡Cogedle!

-¡No! ¡Soltadme!

Poco después, aparecieron en escena cinco individuos de distintas anatomías y colores, cuyos cuernos delataban su procedencia y que llevaban a un sexto cogido por todas sus extremidades, al cual lanzaron al río sin ni siquiera una cuenta atrás.

 

Por suerte, ni el río era profundo ni la corriente fuerte, por lo que aquella broma pesada no pasó de un buen chapuzón para el sexto de ellos, quien recibió las carcajadas del resto.

-¡Eh! ¡¿Qué hacéis aquí?! –exclamó Satán, quien se levantó de su sitio y caminó a zancadas en su dirección.

-¡Se-señor Chaos! –exclamaron los demás poniéndose rígidos.

-¡¿Le acabáis de lanzar al río?!

-¡S-sólo era una broma!

-¡Pues a mí no me parece que se esté riendo! ¡Disculpaos de inmediato!

-¡Sí, señor! ¡Lo sentimos!

-Y dejad de llamarme señor. Llamadme Chaos a secas –dijo sonriendo mientras acariciaba la cabeza de uno de los jóvenes, quien se mostró sorprendido-. En cualquier caso, que no se vuelva a repetir.

-¡Sí! –tras esto, lo cinco se marcharon de allí.

 

-¿Estás bien? –preguntó Chaos.

-Eres demasiado blando, Chaos.

-¿Tú crees? –preguntó él mientras lo sacaba del agua.

-Si yo hubiese estado en tu lugar les habría castigado –el sexto de los jóvenes se escurrió la ropa mientras hablaba. Se trataba de un joven demonio cuyos cuernos consistían en pequeños conos afilados que sobresalían de su corto cabello negro. Además, presentaba orejas puntiagudas y ojos tristes, color azul claro. Su cuerpo era alto y delgado, dándole un aspecto frágil.

-No es mi manera de hacer las cosas. Al contrario que mi hermano, considero que si fuese demasiado recto con todos vosotros, no os dejaría la suficiente libertad como para encontrar vuestro propio camino. Como especie, creo que eso es importante.

-¿Qué ocurre con mi manera de enseñar? –comentó una voz justo detrás de Chaos, tras lo cual, éste último recibió un capón en el centro de la cabeza.

-¡Ah! ¡Eso ha dolido, Chronos! –se quejó Chaos, dándose la vuelta para encarar a un hombre de pelo negro, un poco más largo que el del joven demonio pero sin llegar a la melena que ostentaba Chaos, y liso y algo curvado en las puntas. La complexión de Chronos, sin duda se diferenciaba considerablemente de la del chaval, mostrando una gran musculatura, con lo que imponía bastante.

-Eso te pasa por ir diciendo cosas de mí a mis espaldas.

-Ni que tú fueses diferente... –se quejó Chaos mientras se cruzaba de brazos, recibiendo otro capón de su hermano- ¡Ay!

-¿Es la primera vez que te hacen algo así? –preguntó Chronos.

-No, debido a que no puedo utilizar técnicas con el Setten, los chicos de mi edad me marginan. Dicen que soy un inútil y una vergüenza para los demonios.

-Oh, quizás alguien debería ponerles en su sitio –indicó el hombre mientras se crujía los huesos de las manos y se dibujaba una sonrisa maliciosa en su rostro.

-Ya he dicho que no. No pienso dejar que intervengas y tampoco voy a hacerlo yo. Es él quien tiene que aprender a resolver sus problemas y, a ser posible, sin necesidad de violencia.

-Pero yo no puedo hacer nada. Si les contrario me pegarán y aunque me defienda, no conseguiré hacerles nada. Al fin y al cabo, soy un inútil...

-Para nada. El hecho de que seas diferente dentro de los demonios no indica que dejes de ser uno de ellos. Pero para demostrar que lo eres, tienes que estar orgullosos de quién eres, Luci.

 

“¿Huh? Entonces, ¿ése es Lucifer?”, se preguntó Eri.

-Confianza en mí mismo –dijo el joven demonio-. Es difícil cuando nadie confía en ti.

-Yo confío en ti, Luci.

Sin estar muy convencido de sus palabras, Lucifer se limitó a bajar la cabeza, tras lo cual Chaos se la acarició como si de un hermano pequeño se tratase. Posteriormente, el joven demonio se marchó de allí, desapareciendo de la imagen que se proyectaba a los presentes en la habitación.

-¿Estás seguro de esto, hermano? No parece que ese chico vaya a saber solucionar sus problemas solo. A veces es conveniente aplicar un castigo adecuado a tus súbditos para que aprendan la lección. El miedo es una buena manera de mantener el orden.

-Si tengo que mantener el orden mediante el miedo, entonces prefiero que no haya orden, Chronos.

El hombre resopló, encogiéndose de hombros.

-Como quieras, no me meteré en tus asuntos. Al fin y al cabo, tú los engendraste y es tu deber decidir cómo guiarlos.

 

En ese momento, la puerta de la casa se abrió, dando paso a dos chicas, una de aspecto más mayor que la otra.

La más joven de las dos llevaba un vestido blanco y el pelo de varios colores, por lo que Eri la identificó como Levi, quien era prácticamente clavada a la actual salvo que sus facciones estaban más suavizadas y el cabello le llegaba hasta el cuello en lugar de caer sobre su espalda.

 

La otra chica era un poco más alta, destacando su melena larga y pelirroja, con una trenza que rodeaba su cabeza al igual una corona, y su expresión afable. También iba ataviada con un vestido, sólo que éste era de color negro con un cinto dorado que rodeaba la zona de la cadera.

 

Cuando Eri la vio, una parte dentro de ella comenzó a sentirse mal, como si algo estuviese revolviéndose en el interior de su cuerpo.

-¿Huh? ¿Qué estáis haciendo? –preguntó la joven Levi, acercándose a los dos hermanos.

-Nada, Levi. Sólo charlábamos –respondió Chaos.

-Oh, Levi. Qué bien te queda ese vestido –dijo Chronos-. ¿De dónde lo has sacado?

-Me lo ha regalado Biblia. Dice que lo hizo basándose en el diseño del suyo pero que el blanco me quedaba mejor.

-Está preciosa, ¿no crees, Chaos? –preguntó Biblia dedicándole una dulce sonrisa a la joven demonio.

-Por supuesto –dijo el aludido, provocando que Levi desviase la mirada con el fin de esconder su sonrojo.

-Os he traído algo de beber –dijo Biblia.

-¡Qué considerada! –exclamó Chronos- ¡Estaba que me moría de sed!

-Gracias –declaró Biblia-, ¿tú no quieres, Chaos?

Chaos echó un instantáneo vistazo a la zona por la que se había marchado Luci, poniendo expresión de preocupación. Acto seguido, decidió dejar de pensar en ello por el momento y aceptó la oferta de Biblia.

 

Aquella imagen fue desvaneciéndose poco a poco hasta que la habitación volvió a estar a oscuras, lo que Eri interpretó como un cambio de escena. Desde su punto de vista, aquella situación era de lo más alegre y pacífica, nada que pudiese indicar que en algún momento de sus vidas se produciría una guerra. No obstante, las pequeñas cosas pueden dar lugar a que poco a poco, todo degenere; y las imágenes que los pecados les enseñarían más tarde, lo demostrarían.

29: Capítulo 29 - Diferencias
Capítulo 29 - Diferencias

La escena que se vio a continuación se centraba en un joven acostado en una cama. El chico tenía una manta por encima y observaba lo que acontecía fuera de su habitación a través de una ventana que tenía al lado. La luz de ésta iluminaba su cuerpo, el cual, desde el punto de vista de Eri, tenía un aspecto extraño: la cabeza tenía forma humana, sin embargo, un par de alas de diferente forma surgían de su espalda, una como la de un murciélago y la otra parecida a la de un insecto; además, sus extremidades superiores tenían una longitud considerable dado el tamaño de su cuerpo, siendo peludas, de color negro y tomando un aspecto puntiagudo.

 

De repente, a la habitación entraron tres personas. Dos de ellas eran Chaos y Biblia, mientras que la tercera era una niña con una especie de muñeco en sus brazos. Se trataba de Mammon.

-¿Cómo te encuentras, Zebub? –preguntó Chaos.

El demonio se giró hacia él, esbozando una débil sonrisa.

-Por el momento, bien. Aunque sigo sin poder adoptar una forma más...visible...

-Lo importante es que te recuperes. ¿Has comido algo?

-No mucho...

-¡Eres un debilucho! –se quejó la niña.

-Él no tiene la culpa de ser de constitución débil, Mammon.

-Je, es irónico, hay otros demonios que me tienen miedo por mi verdadera forma, sin embargo, soy enfermizo y frágil... –Beelzebub agachó la cabeza- Dime, Chaos, ¿por qué me hiciste de esta manera?

 

El creador de los demonios dio un largo suspiro y cogió una silla cercana para situarse al lado del joven.

-Verás, Zebub, tanto los demonios como los ángeles son imperfectos, pero es cuando eres de esa forma cuando puedes superar tus propios límites. La perfección, por el contrario, es una imagen que nos hacemos donde dichos límites ya están alcanzados. No puedes dar lo mejor de ti mismo siendo alguien perfecto.

-¿Quieres decir que sólo aquellos que lo han pasado mal pueden superarse a sí mismos?

-No tienen por qué haberlo pasado mal –respondió Chaos con una sonrisa irónica-. Alguien que no tiene la imagen de ser lo suficientemente bueno, puede ser mejor.

-No estoy seguro de entenderlo.

-Lo entenderás. Y ahora, voy a prepararte tu medicina –dijo mientras se levantaba de la silla y se disponía a salir de la habitación- Quédate con ellos, Biblia.

-Claro –respondió ella ocupando su sitio junto a la cama de Zebub-. ¿Quieres ir a ayudarle, Mammon, o prefieres quedarte aquí y animar a Zebub?

-¡¿Qu-quién querría hacer algo así?! ¡Yo sólo he venido porque estaba aburrida!

-Pues antes de entrar parecías bastante preocupada por él... –comentó Biblia llevándose una mano a la boca para ocultar su sonrisa.

-¡E-eso no es verdad! ¡Jamás me preocuparía por un debilucho como él!

-Ah...tan repelente como siempre...no me extraña que los demás se alejen de ti... –se quejó Zebub.

-¡Como si me importaran! ¡Algún día todos ellos serán mis sirvientes, y me construirán la casa más grande de todas, y me darán todo lo que les pida, y terminaré siendo la reina del mundo que lo tendrá todo! ¡Todo!

-No estoy segura de que Chaos tenga buena opinión sobre ello... –dijo Biblia.

-¡E-eso no importa! ¡Él también será mi sirviente!

-¿Sirviente de quién? –preguntó el creador de los demonios, apareciendo con un bol en su mano derecha, lleno de un extraño brebaje, mientras con la izquierda cargaba otra silla.

-¡De nadie! ¡Nadie ha dicho sirviente! ¡¿A que nadie lo ha dicho?! –exclamó Mammon, alterada.

Biblia y Zebub se miraron.

-No...nadie lo ha dicho... –coincidieron con voz monótona.

-E-entiendo... –dijo Chaos, frunciendo el ceño al no saber qué pensar sobre aquella situación.

-No has tardado mucho... –comentó Mammon.

-Se hace en poco tiempo –aclaró el creador de los demonios mientras se sentaba.

-¿Y no sería más sencillo utilizar tu poder?

-Ya digo que prefiero no intervenir en vuestra evolución. Dicho así, parece que lo esté incumpliendo al preparar esta medicina pero, dependiendo de las circunstancias, opto por el mejor camino que requiera la mínima intervención por mi parte.

-Ya...no me he enterado de nada... –concluyó la niña.

 

-Por cierto, hay algo que me he estado preguntando durante un tiempo –comenzó Mammon mientras Chaos ayudaba a Zebub a que se bebiese la medicina-. ¿Biblia y tú estáis saliendo?

Cogido por sorpresa, el creador de los demonios le estampó el bol en la cara a Zebub, manteniéndolo sobre éste.

-¡Ugh! –se quejó el joven mientras intentaba quitárselo de encima para poder respirar.

-¡¿A qué viene esa pregunta?! –exclamó Chaos.

-Bueno, es que como siempre os veo tan juntos y os lleváis tan bien, pensé que erais pareja.

-... –Chaos se mantuvo en silencio, sin saber que contestar.

-Por el momento creo que deberías quitarle el bol de encima a Zebub. Se está ahogando –comentó Biblia al tiempo que el aludido perdía fuerzas.

-¡Uah! ¡Lo siento!

 

Al verse liberado del objeto, Beelzebub cayó de espaldas sobre la cama, respirando hondo y con un líquido espeso por toda la cara.

-Casi...me...matas...

-¡Ha sido culpa de Mammon! ¡Que me hace preguntas extrañas!

-Pues a mí también me gustaría escuchar la respuesta –dijo Biblia, dibujándose una sonrisa en su rostro a la vez que se acercaba a Chaos.

-¡¿Qué es esto?! ¡¿Una encerrona?!

 

La imagen volvió a oscurecerse, dando paso a la siguiente. Eri se sentía como si estuviese viendo una película.

 

Así pues, la siguiente escena tenía lugar en las pedregosas calles que separaban el conjunto de casas que Eri había visto sobre la llanura. En dicha escena, Biblia, Chaos y Mammon llegaban hasta un pequeño jardín junto a la plaza central.

 

Tomando una forma rectangular, los bordes del jardín estaban decorados con flores de diversos colores y formas y, en la parte central, se observaban varias hileras de árboles: limoneros, manzanos, cerezos, nogales, etc.

 

Al ver todo aquello, la Eri se preguntó cómo era posible que creciesen tantas plantas tan diferentes en un mismo lugar. Fue en ese momento cuando se fijó en una figura apoyada sobre uno de los árboles, durmiendo pacíficamente.

-¡Ah! ¡Ahí está! –exclamó Mammon, dirigiéndose con expresión de enfado hacia la figura: una joven demonio con cuernos formando una caracola a ambos lados de su cabeza y con una cola de león saliendo desde la parte más baja de su espalda que descansaba sobre la verde hierba que cubría el suelo.

 

Una vez frente a ella, la niña la señaló con el dedo de manera autoritaria.

-¡¿Se puede saber dónde estabas, Bel?! ¡Creía que ibas a venir con nosotros a ver a Zebub! ¡Y resulta que estabas vagueando en el Jardín del Edén!

 

La aludida abrió levemente los ojos y la miró para volver a cerrarlos tras unos segundos.

-¡¿Me estás ignorando?! –se enfadó Mammon, levantando la mano para darle un capón. Sin embargo, fue detenida por Chaos.

-Vamos, vamos. Tampoco es para tanto –dijo mientras se acercaba a Bel-. Oye, Bel, despierta.

 

Recibiendo unos golpecitos en el hombro, la joven demonio volvió a abrir los ojos.

-Oh, Chaos, eres tú. Buenos días –acto seguido, desplazó la vista hacia Mammon- ¿Te...conozco...? –preguntó, inclinando la cabeza hacia un lado, confusa.

-Esto me molesta muchísimo... –dijo la niña, quien estaba a punto de estallar de la rabia.

-¿Qu-qué estás haciendo aquí? Se suponía que habíamos quedado para ir a visitar a Zebub –preguntó Chaos.

-Me levanté temprano para ir... –empezó a explicar, pausando un instante para bostezar- ...pero, puesto que tenía tiempo de sobra, decidí acostarme aquí un rato...y me quedé dormida...

-Por qué será que no me sorprende... –murmuró Mammon.

-No, en serio, me suenas mucho...

-¡La mato! ¡Juro que la mato! –gritó la niña, siendo detenida esta vez por Biblia.

-Ah, Biblia. Buenos días.

-Buenos días, Bel. La verdad es que tienes razón, hoy hace un día estupendo para acostarse sobre la hierba, y más si hablamos de este jardín, donde Chaos y Chronos dieron vidas a sus creaciones. Está tan lleno de energía que no es de extrañar que cualquier planta sea capaz de crecer aquí. Se siente genial.

-Pero no la excuses... –habiendo perdido la fuerza de voluntad tras aquella última réplica, Mammon se dejó caer sobre los brazos de Biblia.

-No te lo tomes tan en serio, Mammon. ¿Qué te parece si nos quedamos aquí un rato? He traído algo para almorzar y este lugar es perfecto para ello –propuso la mujer.

-De acuerdo...

 

-Dejando las bromas a un lado, es cierto que no deberías haberte quedado dormida. Por culpa de eso no he podido enseñarte cómo preparar la medicina de Zebub –dijo Chaos al tiempo que se llevaba una hogaza de pan con miel a la boca.

-Lo he estado pensando. Después de todo, quizás la medicina no sea lo mío –declaró Bel.

-¿Huh? Si estabas deseando que te enseñara.

-¡Siempre abandona todo lo que empieza! –intervino Mammon-. Hace un par de semanas decía que quería aprender a cocinar. Tras un par de intentos la encontré dormida junto al río diciendo que quería aprender medicina.

-Es mi defecto. No tengo voluntad para continuar con lo que empiezo. Hay quien diría que soy una inútil por ello...

-Lo eres. ¡Ay! –se quejó Mammon al ser golpeada por Biblia.

-No eres una inútil. Seguramente todavía no has encontrado aquello con lo que te encuentras más cómoda... ¡Ah! ¡Ya sé! ¡¿Qué te parece si estudiamos juntas?! ¡De esa manera, ambas nos ayudaremos mutuamente para seguir adelante!

-Um...no es mala idea...pero no sé si resultará.

-¡Seguro que sí! ¡Intentémoslo!

 

En ese momento se empezaron a escuchar murmullos procedentes de la plaza, atrayendo la mirada de los cuatro. Un joven de pelo rubio y de aspecto andrógino, de cuya cabeza sobresalían dos cuernos que formaban un tirabuzón y acababan con la punta hacia abajo, era la fuente del inusual acontecimiento, y no por él mismo, sino por quien traía consigo: una humana.

-¿Ese es As? –preguntó Mammon, frunciendo el ceño-. ¿Qué hace aquí con una humana?

-No lo sé pero nunca había visto a una humana en territorio de los demonios –comentó Chaos-. Voy a ir a ver.

-Voy contigo –declaró Biblia.

 

Asmodeus, por su parte, caminaba despreocupadamente, rodeando con su brazo a la chica y susurrándole algo al oído de vez en cuando. Ella sonreía levemente, sin embargo, podía observarse la tensión en su cuerpo, quizás por encontrarse en territorio desconocido.

-Hola, As –dijo Chaos situándose frente al joven demonio.

-¡Chaos! ¡Biblia! ¿¡Cómo vosotros por aquí!?

-A mi modo de ver, lo raro no es que nosotros estemos aquí, sino que lo esté una humana.

-Oh, ¿te refieres a ella? Se llama Aalis. ¿No es preciosa? Fui a territorio humano y la encontré lavando prendas en un río. Hablé con ella y decidí traerla de visita a nuestro territorio.

-¿Has ido a territorio humano?

-Claro. Que yo sepa no hay ninguna prohibición sobre ello.

-Cierto, pero su sociedad es distinta a la nuestra. Inmiscuirse puede traer problemas, As.

-¡Oh, vamos! ¡Deja que nos divirtamos un poco! Hay muchas cosas que Aalis no conoce, parece que única tarea que tenga en su territorio sea la de lavar y lavar. Además, ¿acaso los ángeles no mantienen una buena relación con ellos?

Chaos se mantuvo en silencio, mirando fijamente al chico.

-Como sea –continuó Asmodeus-. Voy a seguir con lo mío, te guste o no te guste. Que os vaya bien, parejita –dijo mientras pasaba por su lado y se alejaba por una de las calles.

-¿Estás conforme con esto? –preguntó, tímidamente, Biblia.

-Ah... –suspiró Chaos- Puede que As sea un incauto y tenga una actitud rebelde pero no le falta razón. No hay nada que prohíba que los demonios se relacionen con los humanos. Sin embargo, estoy seguro de que mi hermano no lo verá con buenos ojos, ya que incluso varias veces se ha mostrado en contra de que se relacionen con los ángeles. Los mantiene en una sociedad muy estricta, siguiendo los patrones que él mismo dicta. No le interesa que intervengan extranjeros que puedan cambiar su conducta. Así pues, para los demonios, se ha convertido en una especie de regla no escrita el no entrar en territorio humano.

-No te preocupes, si discute contigo, te apoyaré.

-Lo que me preocupa no es discutir con él, Biblia. Eso es algo normal entre hermanos. Pero tengo la sensación de que, desde que creamos a las tres especies, hay algo que le ha estado molestando. Y creo que la base de eso soy yo.

-Seguro que sólo te lo estás imaginando –intentó tranquilizarle ella.

-Eso espero... –sentenció él mientras volvían con las otras dos demonios.

 

-Deberías controlar a tus súbditos, hermano –dijo Chronos.

La escena había cambiado de nuevo al interior de la casa que Eri había visto en la primera escena.

 

Fuera de la casa, Levi observaba la situación escondida cerca de una de las ventanas. Su mirada mostraba preocupación.

 

Por otro lado, Biblia se encontraba sentada al lado de Chaos.

-Ya te he dicho que no voy a intervenir en el camino que eligen.

-No puedes dejarles hacer lo que les plazca. Si algún día les da por matar a sus semejantes o incluso a otras especies, ¿quieres decir que te quedarías mirando sin hacer nada?

-Los demonios han desarrollado sus propias leyes dentro de la sociedad en la que viven, hermano. No me ha hecho falta imponerles mis ideas para que ellos mismo se den cuenta de que matar a sus semejante, o a otras especies, es algo perjudicial.

-¿Y puedes asegurar que en algún momento no incumplirán esas normas? Al fin y al cabo el motivo de esta discusión es que uno de los tuyos lo ha hecho.

-Para empezar, no había ninguna ley que impidiese el que uno de los míos se relacionase con los tuyos. Y, en caso de que se pasasen de la raya, entonces sí intervendría. Lo que no quiero es limitarles. Ellos tienen derecho a equivocarse y aprender de sus errores con el fin de seguir evolucionando. Si les impongo mis ideales y pensamientos, como estás haciendo tú, no les ayudaré a pensar por ellos mismos. ¿Crees que podrán mejorar de esa forma?

-Por supuesto. Yo les transmitiré la información que necesiten para llegar a lo más alto, no necesitan nada más.

-¿Y qué pasa si llega el día en el que no estás para cuidar de ellos?

-Entonces formaré un grupo de personas que prediquen mis conocimientos generación tras generación.

-Al final esos conocimientos quedarán obsoletos. Los humanos quedarán atascados en su evolución.

-Prefiero eso a que su falta de vigilancia les pueda llevar a la destrucción del resto del planeta.

-Hay algo que no entiendo –interrumpió Biblia-. ¿Por qué no te parece mal que algunos de los ángeles se relacionen con los humanos pero sí que lo hagan los demonios?

-Los ángeles que se relacionan con los humanos tienen un pensamiento parecido al mío, por lo que sólo se encargan de aportar la información justa y necesaria para no destruir la sociedad que he creado.

-Ya veo...

-En cualquier caso –dijo Chronos volviendo al tema y dirigiéndose de nuevo a su hermano-, ahora tendré que pensar que hacer con la humana que habéis llevado a vuestro territorio. Si habla sobre lo que ha visto con los demás, el orden de los humanos podría peligrar.

-Si hay que hacer algo con ella, preferiría que se quedase con nosotros. No quiero que tenga que morir o recibir un castigo por la intervención de uno de los míos.

-Lo pensaré. Al fin y al cabo, es cosa mía –sentenció Chronos marchándose de la casa.

 

Chaos realizó un largo suspiro una vez su hermano hubo abandonado el lugar.

-¿Estás bien? –preguntó Biblia.

-Más o menos...me gustaría que pudiésemos compartir el mismo punto de vista, pero supongo que él también tiene su parte de razón.

-Personalmente, pienso que tus ideales son los correctos.

-¿De verdad?

-Sí. Los humanos que he visto siguen sus vidas como si tuviesen un destino del que no pueden escapar. Cuando ríen, se enfadan, e incluso lloran, te da la sensación de que no lo hacen porque ellos quieran, sino porque tienen que actuar de esa manera. Es...triste...Sin embargo, puedes ver que los sentimientos de los demonios son genuinos. Se expresan como desean, aman, luchan por lo que quieren...te dan la sensación de que son verdaderamente felices.

Chaos cerró los ojos y sonrió.

-Gracias, Biblia

 

Sus rostros estaban muy cerca el uno del otro, tanto que ninguno podía apartar la mirada. E, inevitablemente, sus labios se fueron acercando poco a poco hasta tomar contacto en un tierno beso.

 

Eri vio cómo en ese momento, Levi, quien seguía observando desde la ventana, se llevaba una mano hacia el pecho, mordiéndose el labio inferior.

-¿Qué estás haciendo, Levi? –preguntó de repente Chronos, apareciendo detrás de la chica.

-¿Qu-qué...? –se sorprendió ella restregándose el brazo rápidamente por los ojos y girándose hacia el creador de los humanos. No obstante, la expresión que vio en él, hizo que quisiese salir corriendo. Una mirada asesina, de puro odio, puesta en la pareja que seguía en el interior del hogar.

-Ya veo...así que así son las cosas... –dijo Chronos, tras lo cual dio media vuelta y camino hacia la oscuridad de la noche, dejando a la pobre Levi con una creciente sensación de miedo en el cuerpo...

30: Capítulo 30: Cambios
Capítulo 30: Cambios

-¿Y bien? ¿Para qué nos has reunido? –preguntó Mammon con el ceño fruncido.

-¿No ha venido As? –dijo Chaos en lugar de responder a su pregunta.

-Parece ser que no estaba interesado en venir... –declaró Luci.

-Ya veo –el creador de ángeles y demonios sonrió-. Entonces encargaos vosotros de decírselo.

 

Todos los pecados habían sido convocados en casa de Beelzebub, ya que éste seguía débil y no podía salir de su habitación. El único que faltaba era Asmodeus. Los demás observaban a Chaos con miradas de confusión, cuchicheando suposiciones entre ellos de vez en cuando.

-Contestando a tu pregunta, Mammon, el motivo por el que estáis aquí es para pediros una tarea muy importante.

-¿Algún recado? –preguntó Levi.

-No. De hecho, es probablemente una gran responsabilidad pero confío plenamente en vosotros para que la llevéis a cabo.

-¡Suéltalo! ¡No tenemos todo el día! –se quejó Mammon.

-Quiero que seáis mis guardaespaldas.

 

Se produjo un momento de silencio en el cual los pecados se miraron entre ellos.

-¿Perdón? –preguntó Luci.

-Lo que habéis oído. Quiero que me protejáis así como que guiéis a los demonios en caso de que yo falte.

-¡¿Estás en tus cabales?! –exclamó Mammon.

-Lo estoy. Creía que querías ser alguien más importante, Mammon –bromeó Chaos.

-¡S-sé lo que dije pero esto es...!

-¿Cómo se supone que vamos a hacer algo así? Nosotros somos... –Levi miró al resto como con cierto miedo a pronunciar las siguientes palabras, sin embargo, ellos, prediciendo lo que ella quería decir, asintieron-. Nosotros somos unos buenos para nada. Somos aquellos que hemos nacido diferentes entre los demonios, y que no encajan en su sociedad. No creo que estemos cualificados para una tarea así.

-Además... –continuó Bel- ...dentro de unos meses tendrás a un sucesor, ¿no es así? Estoy segura de que se encargará mejor que nosotros de ese trabajo.

 

Chaos miró uno por uno a los jóvenes y luego suspiró.

-Veréis. Durante todo este tiempo he hablado y me he relacionado con muchos ángeles y demonios. Y en ningún momento he encontrado quienes tengan más potencial que vosotros. Me habéis dicho que sois diferentes entre los demonios. Que no encajáis en la sociedad. Y ése es precisamente uno de los motivos por lo que sois ideales para esta tarea. Porque marcáis la diferencia. Este mundo cambiará, y los demonios se tendrán que ir adaptando a él conforme lo haga. Los únicos que podrán enseñarles cosas que desconocen sois vosotros, porque sois los únicos que vivís diferente a los demás, que sabéis lo que los demás no saben, aquellos que son distintos. Y una cosa más. Decís que sois buenos para nada pero dudo mucho que alguien que no encaja en la sociedad y, pese a ello, sigue viviendo y enfrentándose a ella, sea un bueno para nada. ¿O acaso alguno de vosotros ha huido de los otros demonios pese a ser tratado de otra manera?

Aquella charla les dejó sin palabras, dando lugar a expresiones melancólicas.

-No os subestiméis. Es posible que todavía os falte experiencia pero lo esencial ya forma parte de vosotros. En cuanto a mi sucesor, es posible que algún día esté sea capaz de dirigir a demonios y ángeles pero eso será cuando crezca lo suficiente. Y durante su crecimiento, espero que estéis ahí para apoyarle en todo lo que necesite –tras esto, Chaos se levantó de su sitio- Pensaos vuestra respuesta y decídmela cuando consideréis más oportuno. Al fin y al cabo es una petición, no una orden, por lo que la decisión es vuestra. Eso sí, os encomendaré este trabajo sólo si aceptáis todos. Ahora, podéis marcharos.

 

-Luci, ¿puedes venir un momento conmigo? –dijo Chaos tras abandonar la casa de Zebub.

-Supongo...

-Hay algo que me gustaría enseñarte.

 

Dicho esto, Chaos comenzó a caminar hacia las afueras seguido de cerca por el pecado, cuya cara mostraba preocupación.

 

Finalmente, no muy alejada del conjunto de casas que acababan de abandonar, se encontraba otra de pequeño tamaño y que destacaba por la presencia de una larga chimenea en el tejado de la que salía un humo gris continuamente.

 

Sin pensárselo dos veces, Chaos entró, descubriéndose un almacén con varias mesas de madera, paredes de piedra en la que se hallaban colgadas numerosas herramientas, y la parte inferior de la chimenea, frente a la que se encontraba un demonio de aspecto desgastado, espalda curvada y dos cuernos, de los cuales uno estaba partido.

-¿Cómo estás, Mephisto? –preguntó Chaos, mientras observaba tranquilamente las herramientas de la pared.

-Como siempre. Trabajando pese a que mi cuerpo ya no es lo que era.

-¿Quién es? –preguntó Luci-. No me suena haberle visto por el territorio de los demonios.

-Eso es porque apenas salgo de este lugar, chico –respondió Mephisto sin girar la cabeza, mientras golpeaba con sus manos un objeto alargado que tenía un color rojo intenso.

-Su nombre es Mephisto, y es uno de los primeros demonios en nacer. Decidió dedicarse a la construcción y la forja de objetos, y lleva muchísimos años trabajando en ello. El mejor artesano del mundo.

-No sabría decirte si por habilidad o por falta de competencia –bromeó Mephisto.

-¿Dónde la tienes? –preguntó Chaos, sin más preámbulos.

-Está en la habitación de al lado.

 

Los dos avanzaron hacia una puerta adyacente a la chimenea en la que Luci no se había fijado al principio. Entrando por ésta, encontraron otra sala más pequeña que la anterior donde se encontraban acumulados ordenadamente más utensilios y herramientas. Sin embargo, uno en concreto llamó la atención del demonio: una armadura de cuerpo entero, de colores gris y negro, con dos cuernos sobre el casco.

-¿Una armadura? –se le escapó a Luci.

-Esto es precisamente lo que te quería enseñar.

El joven se acercó y deslizó sus dedos por ella. El material estaba frío y liso.

-¿Por qué?

-Verás, esta armadura es especial. Mejora considerablemente las capacidades defensivas y regenerativas de aquel que la lleva. Además se adapta perfectamente a su cuerpo. Sólo hay un problema, y es que esa adaptación impide que el usuario pueda quitársela hasta que éste muera.

-Entiendo...

-En cuanto a por qué te la enseño a ti. La respuesta es simple: llegado el momento, me gustaría que la llevases.

-¿Llegado el momento? ¿A qué te refieres? ¿Tiene que ver con lo que nos has propuesto antes?

-Este mundo cambiará, Luci. Y ni siquiera yo mismo sé de qué manera. Si decidís guiar a los demonios, también necesitaréis más poder. Aunque, debo decirte que ponerse esta armadura requiere también cierta resistencia física.

-Pero yo... –el demonio hizo una pausa-. Yo soy débil...

-Te equivocas, Luci. De todos, tú eres precisamente el que más potencial tienes. Es por eso que tú eres el único que puede llevar esta armadura. Pero, por supuesto, esa decisión, al igual que la otra, es tuya.

-¿Potencial?

Chaos asintió.

-Quizás todavía no lo veas pero llegará un día en el que te darás cuenta de ello –tras esto, el creador de los demonios se dispuso a irse-. Volvamos.

-Oye, Chaos.

-Dime.

-Todo esto...es como si hubieses predicho que algo malo va a pasar...y te estés preparando para ello...

-No, Luci. Precisamente porque no sé lo que ocurrirá en el futuro, he de estar preparado.

 

La escena volvió a cambiar a una en la que se veía a Bel y Biblia leyendo un libro y tomando apuntes en un papel de aspecto alargado y ancho.

-Mm... –de repente, Biblia se detuvo- No estoy segura entender esto.

-Creo que se refiere a que puede usarse como antibiótico en caso de pequeñas úlceras en el ojo.

-Ah, ya veo. Entonces estos son los que se mezclarían en caso de que haya necesidad de reducir una inflamación.

-Así es...

-Uah, gracias, Bel. Se te da muy bien esto.

-No hay de qué...

 

Las dos volvieron a centrarse en su estudio, sin embargo, Belphegor desviaba la vista de vez en cuando hacia Biblia.

-Esto...Biblia...

-¿Sí?

-¿Cómo va tu embarazo?

-¡Ah! ¡Me alegra que me lo preguntes! –exclamó alegremente apartándose de la mesa sobre la que estudiaban para dejar que la joven viese su vientre.

-Ha crecido mucho desde la última vez...

-¡¿Verdad?! ¡Espero que eso signifique que va a nacer sano!

-Hay algo que me gustaría preguntarte...aunque puede que resulte algo...incómodo...

-No pasa nada. Pregunta lo que quieras.

-Bueno, ¿cómo es que puedes tener hijos? Quiero decir, en teoría no eres ni humana, ni demonio, ni ángel. Los más parecidos a ti serían Chronos y Chaos, ¿no?

-Mm...si te soy sincera es algo que ni yo misma sé. Es como si me preguntases por qué me pusieron sexo cuando me crearon, si fue simple casualidad o hubo algún motivo en ello. Además, ¿nuestro hijo será de sexo masculino o femenino? ¿Será ángel o demonio? Hay muchas preguntas que no sé resolver pero me conformo con que nazca bien y crezca sano y feliz.

-...

-Siento no haber sido de mucha ayuda –se disculpó Biblia sonriendo tímidamente.

-Para nada, sólo era curiosidad. A mí también me gustaría que naciese sin problemas. De hecho...bueno...me gustaría ayudarte...durante el parto...si no te importa...

-¡Claro que no me importa! ¡Me encantará que estés conmigo! –exclamó mientras abrazaba a la demonio-. ¡Así también practicarás para matrona! ¡Son todo ventajas!

 

Mientras tanto, fuera de la casa, Luci golpeaba fuertemente el antebrazo de Chaos con una de sus patadas.

-¡Así! ¡Muy bien! ¡Continúa!

 

El demonio siguió con una combinación de puñetazos y patadas a velocidad constante y marcando el golpe en las extremidades del que actuaba como su entrenador. Algo más alejada de allí, Levi les observaba con una expresión mezcla de preocupación y tristeza.

 

-¡Suficiente por hoy! ¡Buen trabajo, Luci!

-Gracias...

-Has mejorado mucho durante estos meses. Estoy seguro de que dentro de un par de años será capaz de superarme hasta a mí.

-No digas tonterías, Chaos. Además, tampoco pretendo llegar tan lejos. Con estar mejor preparado para el futuro, me conformo. No quiero superarte o llegar a ponerme esa armadura. Lo entiendes, ¿verdad?

-Por supuesto. Ya dije que era decisión tuya.

-Bien. Nos vemos mañana.

 

Tras esto, Chaos se encaminó hacia la casa, pasando por el lado de Levi.

-Creía que no te ibas a implicar en la evolución de ninguno de los demonios –dijo Levi, sentada con los brazos cruzados sobre sus rodillas.

-Je, eres dura con mis propias palabras, ¿eh? –respondió él con una sonrisa irónica- Él mismo tomó la decisión de entrenarse en combate conmigo como compañero. Quiero pensar que no fue por influencia mía.

-¿Lo dices por lo que nos pediste el otro día?

-Es posible...

-Odio esa parte de ti. Da la sensación que lo sabes todo, pero en ocasiones no te das cuenta de nada...

-Hay muchas cosas que incluso yo desconozco. Si os pedí ayuda y todavía os la sigo pidiendo es precisamente por eso.

-...

-Tú también eres importante en esto, Leviathan. Fuiste la primera de vosotros en nacer, y has cuidado de los demás como si fuesen tus hermanos. Juntos seréis grandes guías pero tú eres la mejor para guiarles a ellos.

-¡Déjate de cumplidos! –gritó la joven, levantándose de golpe-. ¡No digas cosas que al final no significan nada!

-¿Levi?

La joven tenía las manos apretadas fuertemente, tanto que las uñas llegaban a clavársele, formando pequeñas heridas.

-Lo siento, tengo que irme...

Dándole la espalda, la demonio se marchó de allí, dejando a Chaos confuso y sin saber qué decir.

 

Lo siguiente que se vio fue a Asmodeus, en su forma femenina, caminando por territorio humano, sin embargo, esta vez se mostraba más vigilante e insegura que la última vez.

-Ugh, esto no me gusta un pelo. Desde que llevé a Aalis a territorio de los demonios, el entrar en el de los humanos se ha acabado convirtiendo en una prohibición. Para más colmo, no la he vuelto a ver desde entonces. Espero que no le haya pasado nada... ¡Ah! Si no fuese por esta forma sería incapaz de dar un simple paso. Y pese a ello tengo que estar con ojo avizor por lo que pueda pasar. Y luego está lo de Chaos, ¿ser sus guardaespaldas y guiar a los demonios? Ni en broma me metería en algo tan aburrido como eso.

 

Mientras se quejaba en voz alta de todos sus problemas, de repente, se topó con una pequeña construcción. Ésta tenía el mismo tamaño que una de las casas de los demonios, presentaba paredes blancas y un tejado con forma triangular. No obstante, había algunas diferencias con respecto a las que ella había visto, como los grandes ventanales con forma de arco que la decoraban, y una extraña cruz justo encima de la puerta de entrada.

-¿Qué significará esa cruz? –se preguntó.

 

En ese momento, la puerta se abrió, asustando a Asmodeus y provocando que se escondiese detrás de dos árboles solitarios y a unos metros de la extraña “casa”. Desde allí, continuó observando.

-¿Son...ángeles...?

 

Dos ángeles, ataviados con una túnica blanca y cuyas alas se encontraba recogidas sobre su espalda, se desplazaban andando a un ritmo muy lento. Iban como atontados, con una expresión monótona en sus caras, como si hubiesen perdido toda motivación.

-¿Qué es lo que les pasa? Es como si les hubiesen chupado la energía. ¿Será por haber entrado en ese sitio?

 

La joven continuó mirando cómo se alejaban hasta que fueron perdidos de vista colina abajo.

-¿Qué era eso? –cavilando durante unos momentos sobre lo ocurrido, finalmente se encogió de hombros-. Bueno, no importa, tengo mejores cosas que hacer. Además, prefiero  no meterme donde no me llaman –así pues, decidió abandonar aquella zona mientras, detrás de ella, la puerta de aquella “casa” se cerraba.

31: Capítuo 31 - Orgullo herido
Capítuo 31 - Orgullo herido

-Chaos, ¿tienes un momento? –mientras Chaos y Luci se encontraban en mitad de su entrenamiento, un ángel se acercó a ellos.

 

Éste vestía una tela de color negro que formaba tirantes sobre sus hombros y unos pantalones del mismo color, sujetos a la cintura mediante un cinturón rojo. Tenía el pelo castaño y corto y ojos azul claro, junto a los cuales se observaba maquillaje de un rojo más claro que el del cinturón, y que les daba un aspecto más fino y alargado.

-Gabriel, ¿qué te trae por aquí?

-Me gustaría hablar contigo en privado...

-Claro... –contestó Chaos, poniendo expresión de preocupación-. Luci, espérame aquí. Vuelvo enseguida.

 

El demonio asintió, dejando que ambos se alejaran hasta un lugar en el que consideraron que no les escuchaba nadie. Entonces, llevado por la curiosidad, el joven demonio les siguió, escondiéndose detrás de los troncos de unos árboles.

-¿Varios ángeles han desaparecido?

-Así es. Además, de una manera muy extraña. En algunos casos, sus familiares los veían irse a dormir y, a la mañana siguiente, no había ni rastro de ellos. Es más, nadie los ha visto salir de la casa o caminar por las calles. Era como si hubiesen desaparecido en el sitio.

-¿Qué extraño? ¿Antes de eso habían visto algún cambio en ellos?

-Todos me han dicho que en las últimas horas antes de su desaparición se mostraban apáticos y deprimidos. Como si les faltase energía.

-¿Y no saben de algún lugar al que pudiesen haber ido o alguien con quien hubiesen tenido contacto?

-Nada. Todos coinciden en que algo habrá tenido que ver pero no saben nada al respecto.

-De acuerdo, investigaré sobre ello. Si descubres algo más, avísame –sentenció Chaos, despidiéndose del ángel mediante un gesto con la cabeza y volviendo con Luci.

En ese instante, se dio cuenta de la presencia del demonio.

-No eres muy bueno escondiéndote, Luci.

El aludido reaccionó con un pequeño salto, saliendo de su escondite con la mirada desviada hacia otro lado por la culpabilidad.

-No deberías escuchar a los demás a escondidas –le riñó Chaos.

-Lo siento...

-Bueno, ahora ya no importa. En cualquier caso, será mejor que acabemos el entrenamiento por hoy. Iré al territorio de los ángeles, a ver si encuentro algo relevante.

-Te acompaño.

-No, tú vuelve a casa. No quiero que te inmiscuyas en esto. Al menos por el momento.

-Pero...

-Sin peros.

-...vale...

Sintiéndose rechazado, Luci se dispuso a marcharse.

-¡Ah, Luci! Ni una palabra de esto a nadie.

 

-Me pregunto si todavía no soy lo suficientemente fuerte... –se dijo a sí mismo Luci mientras caminaba sobre las llanuras en dirección a las casas de los demonios.

-¡Oh! ¡Luci! ¡Cuánto tiempo sin verte! –exclamó una voz cerca de él que resultó ser la de Chronos. El creador de los humanos tenía una sonrisa afable en su rostro pero, desde el punto de vista de Eri, ésta era de lo más falsa. Por desgracia, el Lucifer del pasado no parecía haberlo notado.

-¡Chronos! Es verdad. Hacía tiempo que no te veía. ¿Por qué no te has pasado por la casa de Chaos?

-He estado ocupado con los humanos. Ya sabes, ser un buen líder cuesta lo suyo –rió Chronos-. ¿Y tú? ¿Qué tal estás?

-Ah, pues vengo de entrenar con Chaos.

-¿Entrenar? No me digas que mi hermano te está enseñando al fin cómo defenderte de esos matones.

-¿Qué? ¡No! Es sólo que...bueno...creo que me puede ser útil en el futuro.

-¿En el futuro? ¿Y qué hay del presente? No puedes dejar que hagan lo que quieran contigo. Tienes que responder. Y a veces, un buen castigo es la mejor respuesta.

-Pero Chaos siempre dice que...

-Mi hermano es un blando –dijo Chronos desplazando el brazo de izquierda a derecha como para dejar claras sus palabras-. Si sigues haciéndole caso no solucionarás nada.

-Bueno, hace poco hablé con ellos y...

-¿Y qué? ¿Han dejado de hacerlo?

-Bueno, no exactamente, pero parece que ya no lo hacen tanto...

-Eso no suena muy convincente. En fin, haz lo que quieras. No voy a obligarte. Pero mi consejo es éste: la próxima que vuelvan a meterse contigo, enséñales quién manda. Te aseguro que te dejarán en paz.

-Ya...

-Me voy a seguir con lo que estaba haciendo. Un placer verte de nuevo.

-Lo mismo digo...

Confuso por aquella conversación, Lucifer continuó con su camino.

 

La escena cambió de nuevo a una en la que se veía a Bel salir de una habitación cuya puerta estaba cerrada. En el exterior de ésta, expectantes, se encontraban Chaos, Luci, Mammon y Zebub, este último lo suficientemente recuperado como para salir al exterior.

-¿Qué tal ha ido todo? –preguntó Chaos, nervioso.

-Ha nacido sin contratiempos. Enhorabuena, Chaos –dijo Bel con orgullo, algo que no solía ser propio de ella.

 

Tras recibir un abrazo del padre, Belphegor y los demás presentes entraron en la habitación, encontrándose a Biblia acostada en una gran cama, con varias sábanas encima y abrazada a un bulto cubierto por una manta.

-¿Cómo estás, Biblia? –preguntó Luci mientras la rodeaban. Chaos era el que más cerca se situaba de ella, mirando con curiosidad lo que había en el interior de la manta.

-Perfectamente. Bel ha sido una gran comadrona –indicó, sonriéndole a la joven.

-¡Genial! ¡A partir de ahora tendré un nuevo sirviente en mi séquito! –exclamó Mammon.

-Sirvienta –corrigió Biblia.

-¿Huh?

-Es una niña.

Destapando un poco a la recién nacida, los demás pudieron ver a un bebé con los ojos cerrados y dos pequeñísimos bultos en la cabeza.

-Entonces, ¿es una demonio? –preguntó Zebub.

-Eso parece –declaró Chaos, acariciando sus mejillas suavemente.

-¿Y cómo pensáis llamarla? –habló, esta vez, Luci.

Su madre la miró tiernamente.

-Eve.

 

En ese momento, Eri observó cómo Lilith se tapaba la boca con ambas manos. Algo cuyo porqué no tardó en entender. Lo que su amiga acababa de presenciar era el nacimiento de su propia madre, a la que todavía seguía buscando. Ese momento debía de haber revivido recuerdos del tiempo que pasó con ella, incluido el de su separación. Ella entendía muy bien ese sentimiento, porque lo mismo había ocurrido con sus padres. Así pues, intentando tranquilizarla, la abrazó, dejando que Lilith se desahogara sobre su hombro.

 

-Eve...es un bonito nombre –continuó Luci- Qué raro que Levi no haya venido. Estoy seguro de que a ella le habría gustado conocerla.

El rostro de Chaos se ensombreció, probablemente rememorando lo que ocurrió con la joven.

-Bueno, será mejor que os dejemos solos –sugirió Beelzebub, quien pareció percatarse de aquella expresión.

-¡¿Eh?! ¡¿Por qué?! –se quejó Mammon.

-No seas pesada. Vamos –dijo Bel encaminándose hacia la puerta.

-¡Eh! ¡¿A quién estás llamado pesada, maldita perezosa?! –exclamó Mammon, siguiéndola.

 

Al salir de allí, la imagen se oscureció de nuevo, mostrando poco después a Luci en soledad junto al río.

 

Se le observaba pensativo, lanzando de vez en cuando una piedra al agua y viéndola ser llevada por la corriente.

-Enfrentarme a ellos...me pregunto que pensaría él de mí si lo hiciese...pero, ¿tan malo sería?

-¡Miradlo! ¡Ahí está! –dijo una voz situada detrás de él.

Al darse la vuelta, se encontró con los mismos cinco que le lanzaron al río la otra vez.

-Pensábamos que estarías acompañado pero parece que estamos de suerte.

-¿Qu-qué queréis?

-¡Ya sabes lo que queremos, demonio sin poderes! –dijo uno de ellos, poniendo una sonrisa arrogante.

-¡Hoy he tenido un mal día y me apetecía desahogarme un poco! –le siguió otro.

De repente, dos se abalanzaron sobre él y le cogieron de los brazos.

-¡Soltadme!

-¿Qué podríamos hacer con él para divertirnos esta vez?

-Mm...

-¡Eh! ¡Se me ocurre una idea! ¡¿Y si lo desnudamos y lo dejamos tirado en la plaza?! ¡La cara de la gente cuando lo vea va a ser divertidísima!

-¡¿Qué estáis diciendo?! –gritó Luci.

-¡Sí! ¡Es una buena idea!

-¡¿Es que acaso nada de lo que os dije tuvo sentido?! –preguntó el joven demonio.

-¿Aquella tontería sobre que era mejor hablar las cosas?

-¿Eres idiota?

-¡Eso sólo lo haría alguien débil como tú! ¡Debilucho! –contestó otro de ellos mientras se disponía a quitarle la ropa.

-Ya veo...entonces Chronos tenía razón...sólo se os puede hacer ver las cosas mediante la violencia... –murmuró Luci.

-¡¿Qué estás murmu...?!

 

Una patada golpeó la barbilla de aquel que se disponía a desvestir al demonio, haciéndole sangrar por el labio y noqueándolo en el acto.

 

El resto se quedó sin habla, observando a su compañero como si hubiesen visto una ilusión.

-¡¿Có-cómo te atreves a...?! –intentó responderle uno de los que lo tenía agarrado. Sin embargo, fue interrumpido por un fuerte pisotón, el cual provocó que lo soltase, momento que aprovechó Luci para cogerle de la cabeza y propinarle un rodillazo en la nariz, dejándolo en el suelo, sangrando.

 

Acto seguido, esquivó un puñetazo del de al lado, devolviéndoselo en dirección al estómago y luego propinándole otro en la mejilla.

-¡Ya sólo quedan dos!

 

Corriendo rápidamente hacia los restantes, Luci lanzó una patada hacia la rodilla del que estaba más cerca, haciéndole perder el equilibrio y estampándole la cabeza contra tierra usando su mano izquierda.

-¡Ah! ¡Aah! –gritó el que quedaba, disponiéndose a huir, no obstante, no fue lo suficientemente rápido, siendo embestido por el joven demonio, quien lo obligó a ponerse boca arriba y comenzó a lanzarle a la cara un puñetazo tras otro.

-¡No! ¡Lo siento! ¡Lo siento! –el demonio intentaba protegerse frente a los golpes de Luci pero éste era más fuerte que él, apartando sus dos brazos a base de fuerza bruta y continuando con la paliza.

-¡Vamos! ¡Sigue pidiendo perdón! ¡Suplícame que pare! –dijo mientras una sonrisa comenzaba a dibujarse en su rostro.

-¡Por favor! ¡Perdóname! ¡Te lo suplico!

-¡Más alto! ¡Más alto!

Su contrincante estaba perdiendo la consciencia y hasta los nudillos de Luci se estaban manchando de su sangre.

 

Fue entonces cuando una mano detuvo los golpes.

-¿Qué estás haciendo?

Era la voz de Chaos. Provocando que el aludido volviese en sí y contemplase la gravedad de sus actos.

 

El rostro del otro muchacho estaba hinchado y lleno de sangre y moratones. Casi irreconocible. Si hubiese seguido así, podría haber llegado a matarlo.

-¿Por qué...? –se preguntó Luci a sí mismo mientras se apartaba lentamente de su adversario-. Yo...

De repente, la rabia tomó control sobre él, enfrentándose a Chaos.

-¡Yo sólo he hecho lo que tenía que hacer! ¡Ellos pretendían continuar abusando de mí! ¡No tenía más remedio que demostrarle quien es el más fuerte!

-Eso no soluciona las cosas, Luci.

-¡¿Y las palabras sí?! ¡Intenté hablar con ellos y no ha servido para nada!

-¿Y matarlo si hubiese servido?

-Yo...no quería...

-La violencia sólo genera más violencia, Luci. Y a la larga, eso sólo provoca sufrimiento y muerte.

-Te equivocas. Ahora ellos no se atreverán a ponerme la mano encima. Porque ahora saben que soy mejor que ellos. ¡Ahora soy fuerte! ¡El más fuerte! ¡Deberías halagarme!

-Luci...

-...

Sin decir nada más, Luci se marchó corriendo de allí.

 

-¡Eh! ¡Eh! ¿Adónde vas con tanta prisa?

Habiéndose alejado considerablemente de Chaos, el joven demonio se encontró a Chronos, a quien le llamó la atención la actitud del muchacho.

-No es nada...

-¡Oh, vamos! He visto muchas expresiones como la tuya y puedo asegurarte que siempre pasa algo.

-...

-Veamos que pruebe. ¿Te has peleado con Chaos?

Tras unos segundos de silencio, el demonio asintió.

-Me lo imaginaba. Oye, ¿qué te parece si te invito a algo y me lo cuentas?

-Vale...

 

-Ya veo. Sabía que mi hermano te diría algo así. Si no hubieses hecho lo que has hecho esos matones seguirían con lo suyo.

-Algo así le dije yo pero...él no lo entiende...

-No te preocupes. Yo estoy contigo.

-Gracias.

 

Actualmente se encontraban en territorio humano, concretamente en una extraña casa con ventanales en forma de arco y una cruz en la entrada. En su interior se observaba una única sala en la que había varias filas de bancos y que estaba presidida por un altar con una gran cantidad de flores a ambos lados.

-¿Qué es este lugar? –preguntó Luci con curiosidad.

-Se llama iglesia.

-¿Iglesia? ¿Algún tipo de casa?

-Algo así. Digamos que aquí todos vienen a visitar al ser más poderoso que existe.

-¿El ser más poderoso? ¿Y quien es?

-¿Quién sabe? Quizás podrías ser tú –dijo Chronos, guiñándole un ojo y haciendo que el demonio se sonrojara.

-Qué va. No soy para tanto.

-¿Cómo que no? Ahora mismo eres alguien muy fuerte. Recuerdo que antes te llamabas inútil a ti mismo y sin embargo, mírate ahora. Eres capaz de vencer a esos demonios como si nada. No debes dejar que la confianza que has ganado al derrotarles se desvanezca. Esa es la clave principal para ser fuerte, confianza en uno mismo.

-Confianza en uno mismo...

-Eso es. ¡Ah! ¡Tengo una idea!

-¿Huh? –se sorprendió Luci ante la repentina reacción de Chronos.

-El problema que ha habido con Chaos es que te has descontrolado al pelearte con ese grupito, ¿verdad?

-Bueno...más bien ha sido el hecho de pelearme...

-¿Y si le demuestras que eres capaz de controlar tu fuerza?

-¿Qué quieres decir?

-Aquellos que son fuertes de verdad son capaces de controlar su fuerza a la perfección. Además de saber cuándo utilizarla y cuándo no. Por tanto, si te considera preparado para manejar ese tipo de situaciones, entenderá tus razones y recuperarás su confianza. De hecho, hasta harás que ésta aumente.

-¿Y cómo puedo hacer algo así?

-¿Qué te parece si te enfrentas a él?

-¡¿Qué?! –exclamó Luci, a punto de saltar del banco en que se encontraba sentado.

-Chaos es alguien con mucha fuerza. Si le demuestras que puedes ser capaz vencerle, te considerará merecedor de su reconocimiento.

-¡Pero es imposible que lo venza! Además, no creo que Chaos acepte un combate conmigo bajo esas circunstancias.

-No tienes por qué vencerle. Con que le enseñes de qué material estás hecho es más que suficiente. Tomáoslo como un combate de entrenamiento.

-Mm...incluso así...el combate no durará ni dos segundos...

Durante un momento reinó el silencio en la sala.

-Puede que...si hubiese algo que te diese ventaja... –comentó Chronos.

-¿Algo? ¿Cómo qué?

-Ya sabes...como un traje o una armadura...algo así...

 

De repente, a Luci pareció encendérsele una bombilla.

-¡La hay! –sin embargo, nada más decir esto, perdió casi totalmente su brillo.

-¿Qué ocurre? –preguntó Chronos al darse cuenta de este cambio.

-Si me pongo esa armadura no podré quitármela hasta que muera. Además no sé si sería lo correcto usarla para esto.

-Dime, Luci, ¿quieres que Chaos vuelva a confiar en ti?

-Sí...

-¿Quieres convencerle de que has madurado por ti mismo y de que tu juicio es el correcto?

-Sí...

-Entonces confía en mí. Merece la pena intentarlo.

 

Al escuchar aquellas motivadoras palabras, el joven miró fijamente a Chronos, quien le sonrió amablemente, como si de verdad creyese en sus posibilidades de hacer frente a su hermano.

-De acuerdo...lo haré...

32: Capítulo 32 - Irracionalidad
Capítulo 32 - Irracionalidad

-¿Qué? ¿Quieres que yo me encargue de hacer la medicina de Zebub? –preguntó Bel, confusa.

-Sí, incluso si ya está más recuperado, necesita seguir tomando su tratamiento, y yo ahora mismo me encuentro ocupado con otra cosa –contestó Chaos- Te he enseñado cómo hacerla, así que no deberías tener problemas.

-Lo sé...pero es la primera vez que lo hago sola...

-Estoy seguro de que saldrá bien. Te doy mi palabra.

-Si tú lo dices...

Chaos acarició su cabeza con el fin de calmarla.

-Cuida de Biblia e Eve mientras no estoy –sentenció, saliendo por la puerta y encontrándose a pocos pasos con Luci.

-Luci... –exclamó Chaos entre sorprendido y aliviado.

-Chaos, quiero que te enfrentes a mí –soltó el demonio con expresión decidida.

-¿Qué? ¿De qué estás hablando?

-Un combate de entrenamiento. Pero, esta vez, quiero enseñarte todo lo que he aprendido así que será mejor que te lo tomes en serio.

-¿Por qué haces esto?

-Quiero demostrarte que soy merecedor de tu confianza.

-Para eso, no necesitas combatir...

-Sí lo necesito. Si no aceptas, me marcharé de aquí y no volverás a verme.

-¿Lo dices en serio, Luci?

-Muy en serio.

 

Fijando sus ojos en los del joven, se dio cuenta de su determinación. Si no aceptaba su propuesta, le perdería. En el rostro de Chaos podía verse claramente lo poco que le convencía aquella idea.

-De acuerdo...

-Bien. El combate será dentro de dos días, en el bosque que hay siguiendo río abajo.

-¿Y por qué no hacerlo aquí?

-Ya he dicho que quiero que nos lo tomemos en serio. No creo que luchando cerca de esta casa podamos concentrarnos como es debido. Además, ¿no crees que luchar en otro lugar es mejor para mi entrenamiento?

-Supongo...

-Nos vemos entonces –dijo Luci, girándose para marcharse.

-¡Espera, Luci!

El joven desapareció en la lejanía, ignorando a su maestro y ante la triste expresión de éste.

 

Más tarde, la escena cambió a una en la que aparecía Luci entrando en el almacén de Mephisto.

-Así que has vuelto, joven –dijo el anciano demonio sin dejar de lado sus quehaceres y provocando que el recién llegado detuviese su avance.

-He venido a por la armadura que vimos Chaos y yo el otro día. Creo que ya estoy preparado para llevarla. Además, he recibido permiso de su parte.

-Ya veo. Adelante pues...no se ha movido de su sitio.

 

Pasando al lado de Mephisto con cierta desconfianza, Luci continuó hasta la habitación contigua, situándose frente al objeto que le permitiría enfrentarse a Chaos aun a riesgo de no poder quitársela durante el resto de su vida. En ese instante, tuvo un atisbo de duda, reaccionando con un paso atrás y tragando saliva.

 

¿Realmente estaba haciendo lo correcto? ¿Merecía la pena todo aquello con tal de demostrar que no estaba equivocado?

 

Una vez se pusiese aquella armadura, no habría vuelta atrás, por lo que era algo que debía pensar con más calma.

-Pero si no lo hago, no podré hacer que Chaos confíe en mi fuerza. Además, tarde o temprano me la habría acabado poniendo, así que... –pese a que todavía podía sentir un peso en las piernas que le dificultaba dar el paso, Luci apretó los dientes e hizo uso de toda su fuerza de voluntad, alargando las manos lentamente hacia el objeto y sacándolo del lugar sobre el que se apoyaba.

 

Una vez la tuvo en sus manos, se dio cuenta de lo fría que estaba, provocándole una ligera sensación de miedo. No obstante, esto no fue suficiente para hacer que la soltase. Ya había tomado su decisión, ahora sólo le quedaba salir de allí. Una vez se alejase, se la pondría y entrenaría con ella para adaptarse, a fin de poder usarla a pleno potencial durante su combate contra Chaos.

 

Con esto en mente, el joven volvió a la sala en la que se encontraba Mephisto y se dirigió a la puerta.

-...chico...

La voz del anciano le hizo pararse en seco, poniéndose nervioso de repente.

-Si los años me han enseñado algo, es a saber ver a través de los demás. Por desgracia, soy ya demasiado viejo para poder hacer frente a lo que veo. Así que, déjame darte un consejo...

Luci lo observó de reojo. Por primera vez desde que lo conocía, le vio dejar de lado su trabajo y encararle, clavando sus blancas pupilas sobre las suyas, como si realmente estuviese viendo lo que pensaba.

-Hagas lo que hagas...procura no arrepentirte...

 

Tras esto, continuó con su trabajo, dándole la espalda de nuevo. No es como que lo que hubiese dicho fuese el mejor consejo que le habían dado a lo largo de su vida pero, la manera en la que lo había hecho...aquella mirada y aquella voz que se habían incrustado dentro de él como una especie de maldición...habían llegado a provocarle un escalofrío.

 

De esa forma, Luci abandonó la construcción y fue hacia el bosque donde, dos días después, Chaos y él se enfrentarían. Quería ponerse la armadura en un lugar apartado, ya que prefería que nadie le viese en esa forma hasta entonces.

 

Situándose en mitad de un claro, dejó la armadura en el suelo y respiró hondo, preparándose para el último paso: ponérsela.

 

Fue entonces cuando Asmodeus apareció de entre los árboles, haciéndole pegar tal brinco que por poco no se golpea contra una rama.

-¡A-As! ¡¿Qu-qué estás haciendo aquí?!

-¿Luci? –se extrañó el demonio, actualmente en forma masculina y cubierto de hojas por todo el cuerpo-. Así que eras tú. Pensé que podría tratarse de alguna joven perdida en el bosque. Entonces, sólo tendría que aparecer y mostrarle mi galantería para encandilarla.

-Vaya...pues lo siento... –dijo Luci, mostrando una sonrisa irónica.

-Por cierto, ¿qué es lo que tienes ahí? –preguntó As, señalando la armadura que el otro trataba de esconder.

-¡¿Eh?! ¡Esto...! ¡Pues...!

-¿Una armadura? –cogiéndola con ambas manos, la giró levemente, observándola con detalle- ¡Mola! A ver qué tal me queda...

-¡No! –exclamó Luci, asustando a Asmodeus al agarrarle por los hombros- ¡Esta armadura...! ¡Chaos me ha pedido que se la lleve! ¡Si le pasa algo, me llevaré una buena bronca!

-¿Huh? Entonces, ¿qué haces en este bosque?

-Ugh... –el joven demonio comenzó a agobiarse debido a la falta de excusas.

-Oh, ya veo, así que planeabas probártela tú, ¿eh? Je, no me esperaba esta travesura de ti, Luci. Siempre había creído que sólo obedecías órdenes de Chaos.

-¡Yo no hago eso!

-Tranquilo, tranquilo. Como quieras, te dejaré en paz. Al fin y al cabo, tengo cosas más interesantes que hacer, y Chaos ya tiene su punto de mira demasiado puesto en mí por lo de escabullirme a territorio humano como para empeorarlo aún más.

-Entonces, ¿me prometes que no le contarás nada?

-Claro, claro. Pero, si te importan las consecuencias, aprende a esconderlo mejor –dijo sonriendo-. Buena suerte con ello –tras esto, continuó su camino, perdiéndose entre los árboles.

 

Una vez solo, Lucifer desplazó la vista hacia la armadura.

-Así que...sólo obedezco órdenes... –con expresión melancólica, el demonio recogió el objeto y se lo puso.

 

De repente, éste ejerció una fuerte presión sobre él, aunque no hasta el punto de llegar a causarle dolor. Fue un proceso que debió de durar unos pocos segundos, provocando que se le nublase la vista y se encogiese como un recién nacido.

 

Cuando recuperó la capacidad de tenerse en pie, se sintió casi como si estuviese viendo a través de dos mirillas, la diferencia es que todo frente a él se observaba con mayor detalle que antes. Además, se sentía incluso más ligero, algo que le resultaba contradictorio dado el peso de la armadura.

-Increíble... –se dijo a sí mismo.

 

Tentado de comprobar su fuerza, se acercó a uno de los árboles y, tras una pequeña preparación, lo golpeó lateralmente con la pierna derecha.

 

El ataque no sólo partió el árbol en dos, sino que dio lugar a una onda expansiva que consiguió el mismo resultado en tres o cuatro árboles adyacentes, lo cual le dejó impresionado.

-Si consigo controlar esto...la posibilidad de vencer a Chaos quizás no esté tan lejos...

 

La escena cambió a otra del día anterior al combate entre Luci y Chaos. En ella se podía observar a Levi, quien caminaba por la calle absorta en sus pensamientos. Hacía tiempo que no visitaba a Chaos y Biblia pero no se sentía con fuerzas de hacerlo después de lo ocurrido. Mucho menos tras haberse enterado del nacimiento de su hija.

 

Se sentía fatal consigo misma por la manera en la que estaba actuando. Lo normal hubiese sido darles la enhorabuena y apoyarles en lo que necesitasen pero era una cobarde incapaz de enfrentarse a su derrota.

 

En ese momento, algo llamó su atención, cortando el hilo de sus pensamientos. A varios metros de allí, Mammon se encontraba hablando con otro demonio.

-Entonces, ¿si lo hago me darás lo que te pida? –preguntó la niña con voz animada.

-Siempre y cuando esté dentro de mis posibilidades... –respondió el otro demonio, temeroso de sus ocurrencias- ¿Lo harás?

-Claro. No es como que sea una tarea difícil, así que cuenta conmigo.

-¡¿De verdad?! ¡Muchísimas gracias! ¡Nos vemos allí!

-¡Hasta mañana!

 

Una vez se hubo marchado aquel demonio, Levi se acercó a la pequeña.

-Hola, Mammon.

-¡Oh! ¡Levi! ¡¿Qué haces aquí?! ¡¿Por qué no has ido a casa de Chaos?!

-He tenido mis problemas...pero más importante, quien era ése, ¿algún conocido tuyo?

-Oh...así que quieres saberlo, ¿eh? –sonrió maliciosamente- Te lo diré si tú me cuentas por qué no has ido durante todo este tiempo.

-¡¿Q-qué?! ¡¿De qué estás hablando?! ¡V-vamos! ¡No seas así!

-No, no. Tú me cuentas algo tuyo y yo te cuento algo mío. Es un buen trato, ¿no crees?

-Mm...de acuerdo, empieza tú primero...

-¡¿Huh?! ¡Ni en broma! ¡¿Crees que me voy a tragar esa jugarreta?!

-¡T-tú también podrías hacer lo mismo si empezase yo!

-¡Entonces no hay trato! ¡Ya nos veremos! –exclamó mientras se daba la vuelta y corría en dirección contraria.

-¡Espe...ra...! –Levi alargó la mano para intentar detenerla pero su reacción resultó ser demasiado lenta-. Maldita sea...

 

Tras esto, observó la dirección por la que se había marchado el otro demonio, sin embargo, no había ni rastro de él.

-Le he perdido de vista...

 

En la siguiente imagen que se mostró, apareció Chaos entrando en su casa, en cuyo interior se encontraban Bel y Biblia. Encima de esta última estaba Eve, un poco más crecida y observando su alrededor con expresión de sorpresa.

-Nada... –dijo Chaos, sentándose al lado de Biblia- He conseguido contactar con Chronos pero me ha dicho que no sabe nada sobre el tema. Sin embargo, no me gusta nada su actitud.

-¿Qué quieres decir?

-Está más arisco y arrogante que la última vez que le vi.

-No sabía que el incidente con aquella humana le hubiese afectado tanto –dijo Biblia.

-Algo me dice que no es sólo eso...

-¿Qué piensas hacer entonces?

-No estoy seguro pero ya he descartado que lo que les esté sucediendo a los ángeles sea cosa de una enfermedad. Sólo me queda pensar que están siendo objetivos de alguien o algo que desconozco.

-¿Piensas que Chronos...?

-Si te soy sincero...no lo sé...pero, si fuese así, ¿qué motivos tendría para ello? Me cuesta pensar que sea capaz de algo tan... –Chaos se detuvo antes de terminar-. En cualquier caso, veré si mañana puedo entrar en territorio humano y continuar con la investigación.

-¿Mañana?

-Sí. Hoy tengo que arreglar algunas cosas con Lucifer.

-¿Qué ha sucedido?

-Nada malo. No te preocupes. Tendré una charla con él y ya está. Seguro que entrará en razón.

-Ya veo. Bueno, si se trata de ti, no creo que haya problema.

 

Sonriendo cariñosamente, Chaos puso una mano sobre la mejilla de su mujer. Posteriormente, hizo lo mismo con la cabeza de su hija.

-En fin, me voy. Tengo que hablar con Gabriel. A ver qué me cuenta. Por cierto, Bel –dijo a la vez que se levantaba del sitio, disponiéndose a salir-, ¿cómo va la medicina para Zebub?

-¡¿Eh?! ¡Ah! ¡Bi-bien! –contestó rápidamente ella.

-Buen trabajo. No te olvides de llevársela hoy.

-Sí...claro...

 

Una vez Chaos cerró la puerta detrás de sí, Bel observó con expresión melancólica los instrumentos para hacer el medicamento, todavía sin tocar...

-Bueno, será mejor que yo también me vaya –comentó Biblia.

-¿Irte? ¿Adónde? –preguntó Bel.

-Mammon me ha dicho que me quería enseñar algo. Una sorpresa, según ella. ¿Podrías cuidar de Eve mientras no estoy? No tardaré mucho, no te preocupes.

-Sí, claro. Vete tranquila...

-De acuerdo. Entonces la dejo en tus manos –dicho esto se la entregó- Sabes donde está todo lo necesario, ¿verdad?

-Que sí. Vete ya.

-Gracias. Nos vemos después.

 

Tras despedirse de Biblia, la joven demonio observó la cara de la pequeña Eve.

-Ah...después de todo...no sirvo para nada...

 

Más tarde, y a mayor distancia de allí, Zebub se levantaba de su cama, preocupado.

-Qué raro, se supone que Bel ya debería haber llegado –dijo mientras echaba un vistazo a través de la ventana, intentando divisar la silueta de la demonio- Quizás le haya surgido un imprevisto...ya sé, iré yo mismo. Aunque me dijeron que hoy me quedase en la cama, no creo que pase nada si sólo es salgo un rato.

 

Con esto en mente, el joven se dispuso a salir de su habitación cuando, al abrir la puerta, se encontró con un hombre de pelo corto y plateado mirándolo con sonrisa desagradable y ambas manos introducidas en los bolsillos de un pantalón de tela blanca.

-¿Q-quién eres? –preguntó Zebub, dando un paso hacia atrás.

-¿Quién soy? Sí, sin duda soy alguien. Alguien que ha venido a visitarte, sí, ese soy yo.

 

Aquella extraña manera de responder no hizo sino ponerle más a la defensiva.

-He venido porque Chronos te necesita para su plan. Sí, él lo necesita. Nuestro señor lo necesita. Ese monstruo dentro de ti. Eres un peón más para cumplir sus objetivos.

-¿Ch-Chronos? –se sorprendió el joven.

-¡Oh! ¿He hablado demasiado? Puede que lo haya hecho, sí. No importa. No servirá de nada que lo sepas. Para entonces ya habrás perdido la razón. Sí, te habrás vuelto loco –en ese momento, el hombre le agarró y le obligó a tragarse una extraña sustancia líquida. La velocidad con la que lo hizo fue tal, que al demonio no le dio tiempo a reaccionar.

 

Acto seguido, Zebub comenzó a toser. Sentía irritación en la garganta, y un calor sofocante bajaba desde ésta hasta su estómago, extendiéndose rápidamente al resto del cuerpo.

-¡¿Qué...me...has...hecho...?! –consiguió decir.

-Sólo te he liberado. Sí, te he liberado. Ha llegado la hora de que te conviertas en un asesino. El asesino de tus semejantes. Un gran asesino, sí.

Mientras decía esto, el cuerpo del joven se transformaba poco a poco en el de un monstruo, haciéndose más y más grande a la vez que toda su piel se llenaba de pelos negros y duros y sus dos alas, anteriormente con distinta forma cada una, tomaba el aspecto de las de un murciélago, adaptándose al volumen que tenía en ese instante.

 

De esa forma, el techo de la habitación, incapaz de resistir la presión del cuerpo del chico, se rompió, destruyéndose toda la casa en consecuencia y provocando que la atención de los demonios de la zona se pusiese en él, quien había perdido el control sobre sí mismo, comenzando un ataque sobre los demás.

 

La escena volvió a trasladarse, esta vez, al bosque en el que Luci y Chaos iban a comenzar su pelea.

 

Situados el uno frente al otro, Luci se puso en guardia.

-No tenemos por qué hacer esto, Luci. Podemos hablar las cosas.

-No hay nada que hablar, Chaos...

33: Capítulo 33 - El nacimiento de los pecados
Capítulo 33 - El nacimiento de los pecados

-¡¿Qué está pasando aquí?! –exclamó Levi, llegando al lugar en el que Zebub estaba causando el caos- ¡¿Zebub?! ¡¿Qué?! ¡¿Por qué?!

 

En ese momento, el demonio se dispuso a aplastar a un semejante y su hijo, quienes poco podían hacer además de abrazarse y esperar su inminente final. Sin embargo, una barrera de agua detuvo el ataque, sorprendiendo tanto al ejecutor como a las víctimas.

-¡Corred! ¡Rápido! –indicó Levi, haciéndoles gestos para que se marchasen.

 

Otro ataque de la bestia fue dirigido, esta vez, directamente hacia ella, quien intentó protegerse en el último momento pero no fue suficiente para evitar salir despedida contra una de las casas.

 

Tras esto, el gigantesco monstruo continuó destruyendo su alrededor. Cuando conseguía atrapar a alguno de los demonios, ya fuese intentando huir por su vida o defendiéndose de su ataque, éste terminaba siendo devorado entre gritos de dolor y miedo.

 

Levi, habiendo conseguido ponerse en pie, alzó ambos brazos al frente, provocando que una gran corriente de agua apareciese desde sus manos y golpease fuertemente la cabeza de su amigo, desequilibrándolo y logrando que cayese al suelo. Aprovechando la ocasión, utilizó su poder para crear un muro de agua justo a su espalda el cual fue extendiéndose hasta formar una cúpula dentro de la que sólo se encontraban ellos dos.

-Espero que aguante lo suficiente... –murmuró la joven, avanzando hacia Zebub, quien ya se estaba incorporando- ¡Zebub! ¡No sé qué es lo que ha ocurrido pero, por favor, vuelve en ti!

 

Haciendo caso omiso de sus palabras, la bestia le plantó cara, preparándose para otra acometida.

-¡Por favor, Zebub! ¡Despierta! ¡Si sigues así vas a destruirlo todo!

 

El demonio se lanzó de cabeza contra ella, quien hizo aparecer otro muro de agua justo enfrente que logró evitar el golpe pero fue destruido en el proceso.

 

Distanciándose de él saltando hacia atrás, Levi volvió a lanzar otra corriente de agua hacia el mismo punto, seguida de una segunda y una tercera. Sin embargo, pese a que las tres impactaron sobre su adversario, éste no cedió. Había aprendido la lección desde la primera vez, hundiendo bien sus patas en tierra para evitar ser empujado por la fuerza del agua. Acto seguido, su boca se ensanchó considerablemente y, desde dentro, surgió una gran llamarada, de la cual Levi tuvo que defenderse creando otro muro, generándose vapor de agua.

-¡No puedo ver nada! –gritó la demonio.

 

Fue entonces cuando, a su izquierda, apareció una de las patas de Zebub, golpeándola de lleno y lanzándola por los aires.

 

Acabando de nuevo en el suelo, Levi apenas podía moverse, observando cómo Beelzebub se ensañaba con la cúpula que les separaba del resto de los demonios, intentando echarla abajo.

 

Mientras tanto, la lucha entre Luci y Chaos continuaba.

 

Por el momento, ninguno de los dos parecía tener ventaja. Aquello se había convertido en un mero intercambio de puñetazos y patadas.

-¡Sigues subestimándome, ¿verdad?! –exclamó Luci mientras lanzaba una patada al costado de su adversario, que era detenida por el antebrazo de éste.

-¡Déjalo ya, Luci! ¡No te confié esa armadura para que la usases contra mí! –contestó Chaos encadenando una serie de puños hacia el pecho y el abdomen de Luci.

-¡Lo único que estoy haciendo es demostrarte que soy digno de llevarla! –el demonio esquivó los golpes sin demasiada dificultad.

-¡Si no te hubiese considerado digno, no te la habría confiado! –golpeándose mutuamente en la mejilla, se distanciaron unos metros.

-¡Entonces, ¿por qué no crees en que pueda controlar mi fuerza?! ¡¿Por qué no crees en mi justicia?!

-Luci... cuando se tiene un gran poder, siempre se corre el riesgo de que éste te supere. Incluso Chronos y yo necesitamos la ayuda de Biblia para poder controlar los nuestros. De lo contrario, quién sabe de lo que habríamos sido capaces. Quizás, en un descuido, os podríamos haber matado a todos.

Nadie es perfecto, Luci, tenemos debilidades, por pequeñas que parezca. Y cuando tienes seres queridos a los que proteger... más fuerte y, a la vez, más débil te haces. Es por eso que el camino que quieres seguir no es el correcto. Porque desatar tu fuerza y utilizarla llevado por la ira y la venganza no significa ser más fuerte, y mucho menos tener control sobre uno mismo. Yo te considero fuerte pero no así.

 

Aquellas palabras hicieron dudar al joven. Una parte de sí mismo se preguntaba por qué estaba luchando. Chaos tenía razón, aquello carecía de sentido. Luchando contra él no demostraría que era lo suficientemente fuerte como para controlar su propia fuerza. Todo lo contrario, estaba enrabietado como un niño al que no le han dado el juguete que quería. Estaba actuando como alguien débil, alguien que terminaría haciendo daño a los demás en lugar de protegerlos...

 

Sin embargo, hubo un sentimiento más fuerte que se impuso a ese pensamiento: orgullo. El orgullo de salir victorioso en aquel combate, de demostrar que él tenía la razón y que su justicia era la correcta y, por tanto, no podía permitirse perder. Ese sentimiento era lo suficientemente fuerte como para apoderarse de alguien tan débil como él.

 

-Lo siento, Chaos.

 

Desplazándose a gran velocidad, Luci se acercó de frente a su oponente, lanzando una patada a su estómago.

 

Chaos, viéndose sorprendido, recibió el ataque directamente, saliendo despedido hacia atrás y rodando varias veces por el suelo.

 

Saltando sobre su adversario y reteniéndolo contra el suelo, el demonio comenzó a golpear las mejillas de éste al igual que hizo con uno de los abusones.

-¡Ellos se estaban metiendo conmigo! ¡Lo justo es que yo haga lo mismo con ellos! ¡Soy más fuerte que ellos! ¡¿Por qué no pagarles con la misma moneda si es así?!

 

Recibiendo todos los golpes, su contrincante se mantuvo en silencio, sin mover ni un músculo, y así continuó hasta que Luci redujo el ritmo de sus puñetazos.

-¡¿Por qué no te defiendes?! ¡¿Por qué no utilizas todo tu poder contra mí?! –preguntó desesperado.

Entonces, Chaos sonrió.

-Porque soy fuerte...

 

Al escucharle, el joven demonio se detuvo. El sentimiento de orgullo que había guardado durante todo ese tiempo, el mismo que le había hecho actuar de manera irracional y que le había hecho pensar que era el más fuerte, se esfumó como un ave siendo liberada de su jaula.

 

De repente, Luci se sintió vacío, desmotivado. Durante esos días, había puesto tanto empeño en defender su justicia que, una vez desaparecida, le costaba creer en algo más.

 

Fue en ese instante cuando una fuerza de procedencia desconocida lo empujó hacia atrás, dejándolo inmovilizándolo en el suelo.

 

Confuso, y todavía conmocionado por el reciente suceso, observó que Chaos parecía estar teniendo el mismo problema, pues era incapaz de levantarse pese a sus esfuerzos por ello.

-No puede ser... este poder... –dijo el creador de ángeles y demonios.

 

El sonido de aplausos se escuchó por encima de su voz, apareciendo en escena Chronos, quien sonreía felizmente.

-Buen trabajo, Luci. Si te soy sincero, no estaba seguro de si serías capaz de hacer que mi hermano bajase la guardia pero el resultado ha sido fascinante.

-Chronos...

-Por tu expresión diría que no estás tan sorprendido como cabría esperar, hermano. Sabía que tarde o temprano sospecharías de mí, así que supuse que aprovecharme de este pobre imbécil sería lo más conveniente –explicó Chronos mientras señalaba a Luci.

-¿Qu-qué? –reaccionó el joven demonio, con voz temblorosa.

-¿De verdad creías que te iba a empujar a hacer eso sin segundas intenciones? Menos mal que eres idiota. De lo contrario, no habría ido tan bien.

-Yo... yo sólo... quería... –la mente de Luci, incapaz de asimilar bien los acontecimientos, comenzó a llenarse poco a poco de arrepentimiento. Aquella parte de sí mismo que, durante la lucha contra Chaos, había intentado detenerle, penetraba como una aguja en el corazón, provocando que se sintiese la peor escoria del mundo- Qué... yo... ¿qué he...?

-Bla, bla, bla... tonterías... –se burló Chronos, sonriendo con malicia.

-¡¡Chronos!! ¡¡Bastardo!! ¡¡Cómo te atreves a utilizarle de esa forma!! –gritó Chaos, con ira en su voz.

-Tranquilo, hermano. Él no es el único al que he utilizado. ¡Traedlas!

 

Dicho esto, de entre los árboles apareció un encapuchado acompañado de una mujer y una niña, quienes también se encontraban inmovilizadas por el poder de Chronos.

-¡Mammon! ¡Biblia! –exclamó Chaos.

-¡Chaos! ¡Ah! –contestó Biblia a la vez que ella y la niña eran empujadas contra el suelo.

-¡¿Qué hacen aquí, Chronos?! ¡¿Qué es lo que pretendes?!

-Con respecto a la primera pregunta, necesitaba capturarla en un lugar apartado y sin que sospechase, así que convencimos a la pequeña para que la trajese a este bosque. Fue de lo más simple, sólo hubo que prometer darle lo que pidiese y ni siquiera se cuestionó el porqué...

La expresión de Mammon mostraba su vergüenza y su odio por haber sido engañada.

-En cuanto a la segunda pregunta, ¿acaso no es obvio, hermano? ¡Lo que pretendo es eliminarte, hermano! ¡A ti y a todas y cada una de tus creaciones!

-¿Por qué? ¡No tiene sentido!

-¡¿Por qué?! ¡Porque estoy harto de ti! ¡Siempre tan perfecto! ¡Siempre mejor que yo! ¡Tenía que aguantar el sentirme inferior por haber creado una especie más débil y manipulable que las tuyas! ¡Una que evoluciona lentamente y que necesitan ser controlados constantemente!

-¡Quizás si les permitieses salir de su territorio serían capaces de aprender más...!

-¡Jamás permitiré que se relacionen con tus sucias criaturas!

-¡Entonces el único culpable de sus errores, eres tú!

-¡Cállate! ¡No quiero escuchar hablar de errores a un traidor como tú!

-¡¿Traidor?!

-¡Si no hubieses ido más allá, quizás lo hubiese tolerado! ¡Pero no! ¡También tenías que llevarte a la mujer que amaba!

-No puede ser... ¿te refieres a Biblia? ¡¿Estás diciendo que todo esto es por un estúpido ataque de celos?!

-¡Tú no lo entiendes, Chaos! ¡No sabes lo que es estar por debajo de alguien! ¡Ser incapaz de superarlo y ver cómo se lleva todo lo que deseas! ¡Por eso voy a eliminarte de una vez por todas, y así yo seré el único líder que reine sobre este mundo!

-¡Esto es absurdo, Chronos!

 

La escena volvió a situarse en la batalla contra Beelzebub, donde éste seguía golpeando la cúpula de agua, que cada vez se hacía más y más delgada.

-No aguanto más... –dijo Levi, tras lo cual la barrera fue destruida, cayendo el agua, en forma de lluvia, sobre casas y escombros.

 

De esa forma, su amigo siguió avanzando en la misma dirección que habían tomado el resto de demonios al huir. No obstante, un nuevo obstáculo se interpuso en su camino, golpeándole en el abdomen y empujándole unos pocos metros hacia atrás.

-¡¿Estás bien, Levi?! –preguntó Asmodeus desde la distancia.

-¡As! –exclamó la chica, feliz por la presencia del demonio.

 

Encarando a Zebub, quien ya se había recuperado del golpe, As evadió su ataque realizando un gran salto hacia arriba hasta situarse a una altura lo más cercana posible de la cara. Posteriormente, giró 360 grados, finalizando dicho giro con una patada lateral en el aire que dio lugar a una oda expansiva, golpeando el pecho de su rival a media distancia. Esto logró que cayese de espaldas contra el suelo, aplastando las pocas construcciones que quedaban en pie.

 

Poco después de aterrizar, se acercó a su amiga.

-¿Puedes levantarte?

-A duras penas –respondió ella apoyándose en su hombro para incorporarse.

-¿Qué es lo que le ha pasado?

-No lo sé. Acababa de llegar a la villa observé a varios demonios huyendo a las afueras. No tardé en enterarme de qué lo había provocado.

-No, desde luego no es difícil de ver.

-Tenemos que hacer algo, As. Si sigue así...

-Creo que tengo una idea pero es arriesgada...

-Llegados a este punto, no hay más remedio que probarla. ¿De qué se trata?

-Bueno... –As dudó unos instantes antes de continuar- Necesito que me coma.

-¡¿Qué?!

-¡No me grites al oído!

-¡¿Estás loco?! ¡Si te come se acabó!

-No si tú me proteges. Mira, me introduzco dentro de él gracias a una de tus corrientes de agua. Una vez dentro, me liberas, y entonces sólo tengo que transformarme y descargar todo mi Retten en su estómago.

-¡¿Y qué pretendes con eso?!

-Provocarle una intoxicación.

-¡¿Es que piensas matarle?!

-¡Oh, vamos, seré lo más suave que pueda!

-Esto no me gusta.

-A mí tampoco, créeme, pero si no podemos vencerle desde fuera lo mejor es hacerlo desde dentro. Ya sabes que el estómago es el órgano más especializado que tiene Zebub, si cambiamos la energía en su interior lograremos debilitarle en gran medida.

-¿Y qué pasa contigo?

-Pues... con suerte... vomitará...

 

Levi le lanzó una mirada asesina a su amigo, quien esbozó una sonrisa irónica, como pretendiendo disculparse.

-Ah, en fin... –desistió la demonio-. Lo haremos. Eso sí, ni se te ocurra morir o te mato.

-Un poco ilógica tu frase, ¿no?

-¡Cállate!

-Si, señora.

 

La charla fue interrumpida por el sonido de Zebub al levantarse. Éste, cansado de que le impidiesen el paso una y otra vez, decidió tomarles como objetivo.

-¡Prepárate, Levi! –dijo Asmodeus mientras dejaba a la joven apoyada sobre la pared de una casa cercana- ¡A mi señal!

 

Corriendo de frente contra la bestia, As esperó a que atacase, cosa que no tardó en hacer usando una de sus patas.

 

Así pues, evadiendo de nuevo el golpe con un salto, el demonio se dirigió directamente hacia la cabeza, provocando que su adversario abriese instintivamente la boca.

-¡Ahora!

 

Una corriente de agua surgió de las manos de Levi, formando un remolino y curvándose anormalmente hasta atrapar a Asmodeus e introducirse con fuerza en la boca de Zebub.

 

De esa manera, el demonio fue llevado a gran velocidad hasta el estómago, donde el remolino estalló en pequeñas gotas, liberándolo.

 

Tras esto, pudo ver lo que había a su alrededor: una gigantesca cueva de paredes blandas, rosadas y pegajosas de las que no tardaron en brotar extrañas vellosidades que le agarraron por sus extremidades.

-¡Esto es asqueroso! –gritó a la vez que se transformaba en mujer- ¡No es nada personal, Zebub, pero espero que la comida te siente fatal!

 

Así pues, desató una gran cantidad de Retten que se extendió por toda la cámara, chocando contra la mucosa del estómago y haciendo vibrar las vellosidades.

 

Desde el exterior, Levi pudo ver cómo el monstruo gritaba de dolor y se movía de un lado a otro, golpeándose la cabeza contra el suelo hasta que, finalmente, vomitó, haciendo salir por su boca una gran cantidad de agua de coloración amarillenta y verdosa. Finalmente, acabó boca abajo en el suelo, dejando de moverse.

 

Acercándose muy lentamente a su inconsciente amigo, el cual estaba empezando a volver a su tamaño anterior, Levi buscó con la mirada a Asmodeus entre los restos de vómito que se extendían por casi toda el área.

 

De repente, una figura cubierta de amarillo y verde surtió de entre la viscosa mezcla, caminando extrañamente hacia ellos.

-¡Nuca más! ¡Ya puede ser muy peligrosa la situación para que yo me vuelva a meter ahí dentro!

 

Levi suspiró aliviada.

-Me alegro de que haya salido bien.

-Sí, sí, yo también... –contestó As mientras intentaba limpiarse sin éxito-. Aun así, hay algo que me parece más raro que la transformación de Zebub.

-¿El qué?

-¿Por qué sólo hemos venido tú y yo? ¿Y los demás?

Dándose cuenta de lo que decía As, Levi desplazó su mirada hacia el horizonte.

-Tengo un mal presentimiento...

 

Mientras tanto, en el bosque, el encapuchado le susurraba algo al oído de Chronos.

-Ya veo. Bien, acabemos cuanto antes –dijo mientras creaba una espada de la nada.

-¡Chronos! ¡Si vas hacerlo, libera a los demás!

-Me temo que eso no va a ser posible, Chaos. Cuanto más tarden los demonios y ángeles en darse cuenta de la procedencia de sus atacantes, más indefensos estarán –contestó, acercándose a Biblia y extendiendo uno de sus brazos hacia ella. Entonces, apareció una serie de símbolos a partir de su cuerpo que se proyectaron en el aire hasta alcanzar la mano de Chronos-. En nombre de Chronos, uno de tus creadores, impongo mi derecho a relegar a mi hermano, Chaos, de su ocupación e impedirle el uso de sus poderes hasta que se le haya dado muerte. El cargo por el que se le acusa es el de alta traición. Que así sea.

-¡No! ¡Chronos! –exclamó Biblia, con lágrimas en los ojos.

 

Ignorándola, Chronos, continuó con el rito, utilizando la espada para hacerse una herida en su mano libre y dejar caer su sangre sobre los símbolos, los cuales brillaron con luces blancas antes de volver al cuerpo de Biblia.

 

Poco después, era el cuerpo de Chaos el que brillaba, al tiempo que este convulsionaba, preso de un terrible dolor.

 

Una vez las convulsiones se hubieron detenido, Chronos se acercó a su hermano, situándose a escasos centímetros de él.

-¡Chronos! ¡Por favor! ¡Haré lo que me pidas! ¡Por favor, no lo hagas! –gritó Biblia.

 

Tanto Mammon como Luci sollozaban mientras su creciente arrepentimiento se mezclaban con una sensación de impotencia y odio, impidiéndoles articular palabra.

-¿Tu última voluntad, hermano?

 

Chaos extendió el brazo hacia Biblia tanto como le permitió su estado y pronunció unas palabras que Eri reconoció: “Te quiero”

 

Fue entonces cuando la espada de Chronos penetró su corazón, acabando con su vida.

-¡Nooooo! ¡No, no, por favor! –Biblia rompió a llorar con expresión desencajada.

-No te preocupes. Eres la siguiente –indicó el asesino, mientras sacaba la espada del interior de su hermano y caminaba hacia Biblia-. Es una pena, Biblia. Me hubiese gustado hacerte mía. Seguramente hubieses sido más feliz que con mi hermano.

-No sabes lo equivocado que estás.

-Jajaja, te mantendrás aferrado a él hasta el final, ¿eh? Bueno, ya me lo figuraba, por eso decidí matarte a ti también. Por eso y porque de esa forma, no habrá nadie que pueda destruirme.

-No vencerás, Chronos. Algún día regresaré para que pagues por tu maldad.

-Uh, qué miedo me das. Avísame cuando llegue ese día –Chronos levantó su espada.

-¡Mammon! ¡Lucifer! –gritó Biblia- No es culpa vuestra.

Y así, el arma se llevó también la vida de la mujer...

 

-Bueno, quitemos de en medio a estos dos y dirijámonos a la siguiente villa. Los “Dying Walkers” ya estarán de camino para eliminar a los demonios que han conseguido huir –declaró Chronos, disponiéndose a matar a Luci y Mammon.

 

De repente, un objeto salió disparado de entre los árboles y penetró en el cuerpo del asesino, provocando que éste cayese de rodillas al suelo.

 

Poniendo una mano en su costado, se dio cuenta de la presencia de sangre. Acto seguido apareció Gabriel, lanzando un par de flechas en su dirección, clavándose una en su hombro y consiguiendo desviar la segunda con su espada.

-¡Chst! ¡Maldita sea! ¡Judas! ¡Sácame de aquí!

El encapuchado agarró del hombro al creador de los humanos y ambos desaparecieron en el aire sin dejar rastro.

 

Cuando Gabriel se dio cuenta de lo que había ocurrido, dejó caer la ballesta y fue a socorrer a Chaos pero, al darse cuenta de que estaba muerto, comenzó a golpear el suelo hasta que sus nudillos se desgastaron.

-¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! –gritó, adoptando un comportamiento impropio de él.

 

Con la mirada perdida en el cielo azul, que poco coincidía con su estado de ánimo, Luci era capaz de moverse de nuevo. No obstante, no tenía deseos de levantarse, porque sabía que no le iba a despertar de su pesadilla...

 

La siguiente escena tuvo lugar en la casa de Chaos. En ella se encontraban los seis: Zebub, acostado sobre un sofá y todavía mareado pese a que ya había pasado un tiempo desde lo ocurrido; Levi, sentada sobre una silla con la mirada perdida y las mejillas húmedas de haber estado llorando; Bel, abrazada a Eve de manera que era imposible ver su rostro; As, quien estaba sentado en el suelo, con la espalda apoyada sobre la pared y una de sus manos sobre la frente; Mammon, con la cabeza apoyada sobre las piernas de Luci, agotada por el cansancio que le habían provocado sus propios gritos y sollozos; y el propio Luci, cuya armadura impedía ver su expresión pero que se mantenía inmóvil sobre su asiento, acariciando suavemente el pelo de su amiga.

 

La escena era, sin duda, deprimente. Ninguno podía quitarse de la cabeza las muertes de quienes habían cuidado de ellos pese a sus rarezas y les habían dado un lugar donde poder ser ellos mismos. Aquella casa nunca volvería a ser la misma.

 

En ese momento entró Gabriel, quien, al darse cuenta del malestar que reinaba en el ambiente, exhaló un largo suspiro.

-Por lo que sé, el territorio de los demonios está siendo atacado por unos seres que portan halos blancos rodeando sus muñecas. No estoy seguro pero es posible que la desaparición de los ángeles haya tenido que ver con su aparición. He informado a los ángeles sobre los actos de Chronos pero, mientras algunos se han mostrado a favor de luchar contra él, otros han aprovechado el momento para dejarse llevar por su odio a los demonios, alegando que son ellos los culpables de la desaparición de los ángeles y que Chronos intentaba defenderles al matar al perpetrador del plan: Chaos.

Luci cerró uno de sus puños al escucharle, sin embargo, continuó en silencio.

-Para colmo de males, debido a lo que ocurrió con Beelzebub, los demonios no confían en vosotros como sucesores de la voluntad de Chaos. Básicamente, os repudian.

 

Gabriel desplazó la vista hacia cada uno de ellos. Su estado era tan lamentable que no pudo evitar irritarse.

-¡Ya está bien! ¡Todos hemos perdido a nuestro líder! ¡Yo también me siento inútil por no haber sido capaz de llegar a tiempo para salvarles! ¡Pero ahora mismo estamos en guerra! ¡Si no os recuperáis y lucháis contra Chronos van a exterminar a todos los de vuestra especie!

-Tú mismo lo has dicho antes... –dijo Luci con voz monótona-...que ellos nos repudian. No tenemos nada por lo que luchar...

La expresión de Gabriel pasó de la irritación a la ira.

-¡Sois patéticos! –exclamó, cerrando de un portazo al marcharse.

 

Aquella charla no había cambiado nada. El ambiente seguía siendo igual de deprimente que antes de que entrara Gabriel. La única que no se daba cuenta de nada era Eve, quien había comenzado a juguetear con las mejillas de Bel. Ésta, notando las pequeñas manos del bebé, separó lentamente su cara de éste.

-Si sólo... hubiese ido a entregarle la medicina a Zebub... podría haber evitado que se transformase... –dijo Bel.

-No es culpa tuya, Bel. Yo no avisé en ningún momento de lo que vi en territorio humano. Y cuando tuve la ocasión de detener a Luci, tampoco lo hice... –indicó As.

-Aquí el único culpable soy yo... –declaró Luci- Fui yo quien se dejó engañar por Chronos y se enfrentó a Chaos. Si hay alguien que merece ser repudiado... ése soy yo...

 

Levi reaccionó a los lamentos de los demás, volviendo ligeramente en sí. De todos, ella era la que más tiempo había permanecido junto a Chaos y Biblia. Habían sido como unos padres para la demonio, e incluso había llegado a albergar sentimientos de los que, actualmente, se arrepentía.

 

Paseando la vista por la casa, su mente se llenaba de recuerdos, en los que escuchaba sus historias, les ayudaba con sus deberes o dormía plácidamente bajo su cuidado. Recuerdos tiernos y felices que nunca volverían.

 

Finalmente, su mirada se posó sobre Eve. El único recuerdo vivo que quedaba de ellos dos. Tan inocente y con toda una vida por delante.

Fue entonces cuando, como si una pequeña llama se hubiese prendido en su interior, la joven recordó las palabras de Chaos: “Tú también eres importante en esto, Leviathan. Juntos seréis grandes guías pero tú eres la mejor para guiarles a ellos”

-Creo... que todos somos culpables –dijo, atrayendo la mirada de los demás-. Todos cometimos errores, ya fuese dejarnos llevar por nuestro orgullo, ignorar nuestros deberes, dejarnos llevar por el ocio y la lujuria, o por la avaricia, devorar a nuestros semejantes o envidiar a otros por conseguir lo que nosotros deseábamos. Todos cargamos con nuestro propio pecado pero eso no significa que nuestra causa haya terminado. Has dicho que no teníamos nada por lo que luchar, Luci. Dime, ¿eres capaz de mirarle a la cara y decirle algo así?

 

El aludido observó a Eve que, felizmente, movía sus diminutas manos, intentando alcanzar las mejillas de Bel. Los demás hicieron lo mismo, incluso Zebub y Mammon, quien nuca había llegado dormirse del todo.

-Ella no nos repudia. No nos teme. Porque es sangre de aquellos que cuidaron de nosotros y confiaron en que algún día nos convertiríamos en los guías de nuestra especie. Por ella... lucharé cargando lo que sea...

 

Dicho esto, hubo unos segundos de silencio. Los otros cinco parecían indecisos. Una parte de ellos no se consideraba digna de esa responsabilidad. Pese a ello, As se levantó de su sitio y se situó al lado de Levi.

-Yo también lucharé –declaró con un tono lo más firme que pudo-. Sé que no soy merecedor de protegerla pero es la única manera que veo para poder redimirme.

-Tienes razón –dijo Bel-. Ellos creyeron en mí y yo no hice nada para cambiar las cosas. No quiero que esta niña sufra esa decepción.

-Yo también –añadió Zebub-. Incluso si no fui consciente de ello, asesiné a los de mi especie y extendí el miedo hacia nosotros. Necesito hacer que los demonios depositen en nosotros la fe que tenían sobre Chaos.

-Mi forma de ser siempre me ha traído problemas pero nunca pensé que mis seres queridos morirían por ello.

-Mammon... –intentó consolarla Levi.

-Dije que algún día convertiría a los demás en mis sirvientes, y juro por mi vida que haré que ese bastardo me bese los pies.

Aunque era la declaración más agresiva de las cinco, ninguno mostró sentimientos en contra. Tan sólo quedaba Luci.

-Nunca estuve orgulloso de mí mismo, sin embargo Chaos confiaba en mí y me hizo pensar que yo también podía llegar a ser fuerte. ¿Y qué fue lo que hice? Traicionarle al dejarme llevar por esa estúpida fuerza. Quiero morir... quiero pagar por lo que he hecho... pero si tengo que morir... prefiero que sea por una causa.

Levi extendió su mano hacia el frente y, poco a poco, los demás hicieron lo mismo.

-Nos haremos más fuertes. No será fácil, ni rápido, pero algún día venceremos a Chronos y ese día, lo haremos juntos...

34: Capítulo 34 - Reencarnación
Capítulo 34 - Reencarnación

De esa manera, los recuerdos de los pecados finalizaron, dejando en silencio a todos los presentes. Sin embargo, lo que ocurrió después les sacó de sus cavilaciones, sorprendiendo a muchos.

 

Eri se llevó ambas manos a la cabeza, sujetándosela como si en cualquier momento le fuese a estallar. Oía un pitido cada vez más fuerte, y un fuerte dolor crecía en su interior, mezclándose con recuerdos que no le pertenecían.

-¡Eri! –exclamaron Shiina y Luka, yendo a socorrerla. No obstante, Luci y Zebub se interpusieron en su camino, protegiéndolas de una onda expansiva que surgió del cuerpo de la joven súcubo, quien, con un grito desgarrador, comenzó a flotar en el aire a la vez que los rasgos de su raza se hacían visibles.

 

En ese instante, una barrera de agua rodeó el cuerpo de la chica a fin de controlar el poder que acababa de desatar.

-¡Bel-chan! ¡As-chan! ¡Ma-chan! ¡Rápido! –ordenó Levi, con una expresión de esfuerzo en su rostro.

 

Asintiendo, Bel volvió a caer en un profundo sueño, pero, esta vez, para entrar dentro de Eri y controlar el desborde emocional que estaba sufriendo. Por otro lado, Mammon creó una serie de paredes que apresaron la barrera de agua en cuadrado casi perfecto. En cuanto a Asmodeus, éste se situó encima de la figura geométrica, respiró hondo, y transformó la mitad de su cuerpo en el de un hombre y la otra mitad en el de una mujer, poniendo ambas manos sobre la superficie de aquella improvisada jaula y traspasando su poder al interior de ella.

 

Por un momento, dio la sensación de que aquel cuadrado iba a estallar, llevándose a todos por delante pero, finalmente, se hizo la paz y el silencio, permitiendo a Mammon y a Levi deshacer sus protecciones, y dejando ver a una Eri inconsciente que fue cuidadosamente recogida por Luci.

-¡¿Qué ha pasado?! –preguntó Lilith, asustada.

-¡¿Qué le habéis hecho?! –exclamó Luka.

-Calmaos, por favor –dijo Beelzebub-. Ahora os lo explicaremos todo –mientras tanto, Lucifer depositó a Eri en la cama, junto a Bel- Como habéis visto, antes de que Chronos asesinase a Biblia, ella declaró que algún día regresaría para hacerle pagar por su maldad. Debido a que uno de sus poderes consistía en registrar la historia según acontecía, parece que éste tomó dicha declaración como un hecho, es decir, como algo que, a lo largo de la historia, tiene que ocurrir.

-A ver si lo he entendido bien –resumió Ahren-. ¿Quieres decir que es como si al escribir un acontecimiento en un libro, éste se cumple?

-Exacto.

Todos miraron a Eri.

-Entonces ella es... –continuó Serah.

-Así es. Eri es la reencarnación de Biblia.

-Pero, ¿por qué? ¿Cómo es que, de entre todo el mundo ha sido elegida para ello? –preguntó Shiina.

-Eso es algo que ni yo mismo sé. Lo más lógico hubiese sido que su descendiente hubiese tomado ese papel –declaró Zebub-. Sin embargo, no fue así.

-Entonces, vosotros sabíais que ella era la reencarnación de Biblia, ¿no es así? Y también sabíais que esto ocurriría si le enseñabais vuestros recuerdos –continuó la chica.

-Sí.

-Entonces, ¿por qué se los mostrasteis?

-Para evitar la resurrección de Chronos o, más bien, para destruirlo por completo, se necesita el mismo rito que él utilizó contra Chaos. Y para ello, tenemos que despertar el poder de Biblia.

-E incluso así, nos hace falta una cosa más: un descendiente de Chaos o Chronos capaz de llevarlo a cabo –indicó Levi.

-Lilith... –murmuró Luka, desplazando la vista hacia la demonio, quien se había dado por aludida.

-Aclarándoos la respuesta de por qué no lo habíamos revelado hasta ahora, nosotros nos enfrentamos a Chronos y a los apóstoles en el pasado. Podríamos decir que vencimos pero lo único que conseguimos fue encerrar a Chronos en Heaven –continuó la demonio de pelo multicolor.

-¿Heaven?

-Sí, podrías considerarlo como un núcleo de poder creado por el propio Chronos. Utilizó gran parte de los cadáveres de los demonios que asesinó en el pasado para crearlo, y su idea era la de unirse con dicho núcleo para convertirse en un ser invencible. Básicamente, alcanzar la cúspide como deidad. Un ser omnipotente, omnisciente y omnipresente. Cuando luchamos contra él, se encontraba en mitad de la unión con Heaven, casi habiéndose transformado en un ser monstruoso. Por suerte, conseguimos evitar que completase el proceso y apresarlo en su interior, así como en la dimensión en la que se encontraba: el Arca.

-¿Quieres decir que Heaven estaba en otra dimensión? –preguntó Lilith.

-El poder encerrado en el interior de Heaven era inmenso, en caso de que algo hubiese salido mal, podría haber destruido gran parte del planeta. Por eso, decidió crear una pequeña dimensión donde guardarlo.

-¿Adonde quieres llegar con esto?

-El precio que los pecados pagamos por encerrar a Chronos fue la pérdida de nuestros poderes y recuerdos. Algo que tardamos mucho tiempo en volver a recuperar, y que, incluso cuando lo hicimos, no nos sirvió para conocer el paradero de Chronos y los apóstoles, ni siquiera si seguían existiendo o no. Por ello, decidimos investigar sobre ello, y fue entonces cuando, al conocer a los padres de Eri, no enteramos de la existencia de la reencarnación de Biblia. En cualquier caso, hay algo que me gustaría que ella pudiese escuchar. Así que, si no os importa, quisiera continuar cuando haya despertado –indicó Levi-. Por el momento, tenemos que hablar con los demonios refugiados y explicarles la situación. Os recomiendo que descanséis hasta entonces. Este lugar es prácticamente impenetrable para los apóstoles, y dudo que se atrevan a hacerlo en caso de poder. Así que no os preocupéis.

 

Dando por finalizada la reunión, Levi se marchó, seguida de más gente. Al final, en la habitación sólo quedaron Mammon, quien, al estar encargada de mantener a flote todo aquello había decidido permanecer allí; Bel, que se había quedado dormida junto a Eri; Luci, sentado de forma muy parecida a la de un samurai, con las manos encima de las rodillas y la espalda erguida; Lilith, quien estaba preocupada por Eri, así como el resto de sus compañeros, exceptuando a Kaoru; Derain, que descansaba en un rincón de la habitación con el fin de terminar de recuperarse; y Asari, que, como mentora, se consideraba responsable de estar junto a sus alumnos.

 

-¿Estás bien, Lilith-chan? –preguntó Mizuki

La demonio se mostró al principio desconfiada con ella, ya que apenas la conocía, sin embargo, al ver que sus intenciones no eran para nada ofensivas, decidió relajarse.

-Sí... es sólo que... de repente parece que tengo demasiadas responsabilidades sobre mis hombros... –se lamentó.

-Hay una cosa que no entiendo –dijo Akira-. Se supone que muchos creían muerta a Lilith. Si ella era necesaria para utilizar el poder de Biblia, ¿significa eso que vosotros sabíais que estaba viva?

Lucifer y Mammon se miraron, tras lo cual la segunda respondió.

-La familia de Lilith desapareció junto con ella hace tiempo para refugiarse de los humanos que les perseguían. Al ser quienes eran no es de extrañar que recibiesen más atención de los grupos que estaban en contra de la paz. No le hablaron a nadie sobre su paradero, así que ni siquiera nosotros sabíamos sobre éste.

-Entonces, ¿cómo planeabais derrotar a Chronos si no sabíais donde estaba Lilith?

-Ah... –Mammon resopló, al contrario que a Levi, no era muy dada a explicar las cosas-. Como ya ha dicho Levi, después de sellar a Chronos, perdimos nuestros poderes y recuerdos y que, pese a recuperarlos por completo al cabo de mucho tiempo, para entonces, la existencia de los apóstoles y de Chronos se había desvanecido. Tras conocer sobre la existencia de Eri y descubrir que era la reencarnación de Biblia, investigamos también sobre el paradero de Eve y Lilith, uno de los motivos por los que tardamos tanto tiempo en comenzar con este plan; pero, por supuesto, sabíamos que quizás no diésemos con ellas, así que nuestro plan B consistía en utilizar el proyecto de la “nueva generación” para crear un demonio con sangre de Eve, la cual conseguimos en el pasado.

-¿La nueva generación es aquella de la que forma parte Kaoru?

-Exacto, y el único, por el momento. En cualquier caso, no estábamos seguros de si crear un demonio a partir de la sangre de Eve serviría para utilizar el poder de Biblia, por lo que la aparición de Lilith ha sido como un regalo.

 

Akira desvió la vista hacia la demonio, quien, al escuchar las palabras de Mammon, bajó la cabeza, mordiéndose el labio inferior.

-Poner el futuro de los demonios en manos de dos chicas... no sé, me parece demasiada presión... –comentó Mizuki.

-¡Eso es! ¡Son demasiado jóvenes para algo así! ¡¿No sería mejor buscar otra forma?! –preguntó Kazuma.

-Por desgracia, no nos queda tiempo. Y durante el tiempo que hemos estado investigando, sólo hemos podido recurrir al plan B del que os ha hablado Mammon –explicó Luci-. No os vamos a obligar a hacerlo pero, si queremos destruir a Chronos de una vez por todas, ésta es la única opción que nos queda.

 

Se hizo un silencio, tras el que Eri se despertó.

-¡Eri! –exclamaron sus amigos, situándose casi encima de ella y despertando a Bel como consecuencia.

-¿Eh? ¿Qué? ¿Nos atacan? –preguntó el pecado de la pereza, con un ojo medio cerrado.

-¡No pasa nada, bella durmiente! ¡Vuelve a la cama! –exclamó Mammon, a lo que su compañera obedeció-. ¡Podría tener algo más de decencia! –se quejó la niña.

 

-¿Qué... ha pasado...? –preguntó Eri, llevándose una mano a la cabeza.

-¿No lo recuerdas? –se sorprendió Akira.

-Sé que... estábamos viendo la historia de los pecados cuando... –la chica pareció sentir un ligero dolor de cabeza-. Yo... hay otra persona dentro de mí, ¿verdad?

-Parece que no ha despertado del todo pero el hecho de que pueda sentir a Biblia ya es un avance. Luci, avisa a Levi.

-¿No puedes hacerlo tú?

-Claro que puedo. No quiero, que no es lo mismo.

-Y luego Bel es la perezosa... –murmuró para sí mismo.

-¡¿Has dicho algo?!

-No... nada... ya voy... –indicó el demonio mientras se levantaba y se marchaba de la habitación. Segundos después, Akira hizo lo mismo.

-¡Eh! ¡Luci! ¡Espera!

-¿Huh? ¡Oh! ¡Si eres tú! ¡¿Quieres acompañarme?! ¡Eres un buen tío! Aunque no tanto como yo –dijo el pecado girándose hacia el medio demonio.

-Um... en realidad, hay un favor que me gustaría pedirte...

 

Mientras tanto, Levi terminaba de contarles lo ocurrido a los demonios refugiados. Éstos se encontraban en un amplísimo espacio compuesto por una gran sala común, a partir de la cual se podía acceder a un gran número de habitaciones distribuidas en cuatro pisos, y que hacían el papel de dormitorios. No era precisamente el hotel más lujoso del planeta pero, dado el número de clientes, proporcionaba las necesidades básicas sin problemas.

 

-¿Qué tal ha ido? –preguntó Zebub al verla aparecer por la puerta.

-Estaban bastante nerviosos pero, al decirles quién soy, se han calmado un poco. Es normal, han vuelto en sí dentro de un lugar que no conocían de nada.

-No había más remedio. Haberles traído y explicado la situación uno por uno hubiese sido perder demasiado tiempo.

-Lo sé, aun así entiendo su actitud. En cualquier caso, después de haberles resumido el peligro inminente que acecha nos acecha, han decidido colaborar y quedarse aquí dentro hasta que pase lo peor.

-Sabes que no podemos mantenerlos aquí eternamente.

-Sí, por eso debemos acabar con Chronos cuanto antes –declaró Levi seriamente.

-Si me lo permitís, creo que hubiese sido más conveniente que me contarais sobre esto desde un principio –comentó Reima, quien apareció en escena junto con sus dos hijos.

-¡Hacía tiempo que no te veía, Rei-chan! –dijo animadamente Levi, para luego cambiar a un tono más melancólico-. Probablemente tengas razón pero fueron muchas cosas las que nos hicieron dudar. Al final confiamos en que tú y tu grupo podríais defender a los demonios sin necesidad de saber sobre los apóstoles.

-Entiendo que uno de esos factores es el hecho de que perdieseis vuestros poderes y recuerdos pero... también temíais que se filtrase información sobre Eri y el posible paradero de Lilith, ¿no es así?

-Muy perspicaz –le halagó la demonio-. No en vano fuiste mi discípulo. Como bien dices, ese es otro de los factores. Por entonces no sólo no sabíamos nada sobre los apóstoles, sino tampoco quiénes eran sus aliados o enemigos. Es decir, no podíamos estar seguros de si había un espía entre nosotros que pudiese dar con la única manera que tenemos de destruir a Chronos.

-Sin embargo, ella también es la única manera que tienen de dar lugar a su resurgimiento...

-Así es, si los apóstoles capturan a Eri-chan, tendrán una de las piezas necesarias para llevar a cabo su plan. Tenemos la ventaja de que ellos no tienen a nadie que pueda realizar el rito.

-Es decir, que también podrían venir a por Lilith.

-No debemos descartarlo.

-Perdonadme un momento... –interrumpió Ahren- Quizás lo que diga no sea lo correcto. Tan sólo pretendo hablar desde un punto de vista práctico. Si ellas dos son el único método que tienen para el resurgir de Chronos, ¿estáis seguros de que mantenerlas con vida es lo mejor?

-¡Onii-chan! –exclamó Serah.

-Sé que lo que estoy diciendo no es ético pero estamos hablando de las vidas de miles de demonios por las de dos chicas.

-Entiendo tu punto de vista –explicó Levi-. Aun así, eso no serviría de nada. Mientras Chronos siga vivo, los apóstoles renacerán una y otra vez, no importa el tiempo que tarden en hacerlo. E incluso si destruyésemos a la reencarnación de Biblia, nada nos asegura que evitaríamos el resurgir de otras reencarnaciones. De hecho, es posible que a lo largo de estos años las haya habido y no nos hayamos dado cuenta.

-Ya veo. Me disculpo entonces.

-No pasa nada. Sé que piensas en lo mejor para los demonios.

-Levi –en ese momento, Luci les interrumpió, acompañado de Akira-. Eri ya ha recuperado el conocimiento.

-¿Cómo está?

-Parece que es capaz de sentir la presencia de Biblia pero no ha sido despertada del todo.

-Ya veo. Dile a Mammon que prepare una habitación vacía. Nos trasladaremos allí y tomaremos el siguiente paso para traerla de vuelta.

-De acuerdo.

 

Minutos después, todos a excepción de Mammon, Bel, Luci y Akira, se encontraban en un cuarto distinto al anterior. Éste era mucho más amplio que pero carecía de decoración. Ni siquiera había muebles, sólo techo, paredes y suelo.

-¿Para qué hemos venido aquí? –preguntó Lilith, a quien habían situado frente a Eri, mostrándose esta última más vivaz.

-Primero de todo, imagino que Eri-chan ya conoce los detalles que os he comentado antes –dijo Levi.

-Sí, me lo han explicado.

-Bien, en ese caso, hay algo más que debes saber. Otro de los motivos por los que no pudimos hablar sobre quién eres. Y ese motivo tiene que ver con tus padres.

-¿Mis padres? –preguntó, confusa, la demonio.

-Después de explicarles que eras la reencarnación de Biblia, nos pidieron que no te dijésemos nada. Su intención era la de que tuvieses una vida lo más normal posible. Sin embargo, sabían bien que aquello no duraría mucho tiempo y que, tarde o temprano, los apóstoles descubrirían tu identidad e irían a por ti. Por ello, llegado el momento en el que consideraron que podrías cuidar de ti misma, decidieron alejarse de tu lado, aprovechándose de que los apóstoles todavía no sabían de tu existencia y extendiendo el rumor de que tu madre era la reencarnación en tu lugar.

-Ah... ¿Qué? –Eri se quedó sin palabras. La desaparición de sus padres era un hecho que le había marcado desde que tuvo lugar. Había pensado en muchas posibilidades al respecto, incluido que la odiasen. Ahora que conocía la verdad, una avalancha de sentimientos se cernía sobre ella, provocándole una dolorosa presión en el pecho.

-Eri... –murmuró Shiina, abrazándola por la espalda. Por su parte, Luka posó una mano sobre la cabeza de su amiga y acercó su frente a la de ella.

Sin poder aguantarlo más, Eri rompió a llorar. Ni siquiera sabía si era por tristeza o por alegría. Simplemente, lo necesitaba. De lo contrario no sería capaz de seguir adelante y aceptar aquella situación.

 

Pasó un tiempo hasta que la chica logró tranquilizarse. Sentada de espaldas a la pared, tenía la vista al frente pero no miraba nada en realidad, pues mantenía la imagen de sus padres en la cabeza, como la foto que aún conservaba de ellos.

-¿Cómo estás? –preguntó Shiina.

El resto de sus amigos también se acercaron para comprobar su estado de ánimo. Todos estaban preocupados.

-Estoy bien. Es sólo que... yo... quería estar con ellos... y sólo puedo sentir impotencia al darme cuenta de que no habría podido cambiar nada aunque quisiese. Que, al final, era algo que tenía que suceder, y que no puedo culpar a nadie por ello...

-Es cierto que no podrías haber hecho nada para evitarlo pero ahora es diferente, Eri. Además, si hubiese alguien a quien culpar, sin duda, ése sería Chronos -dijo Shiina.

-Le he preguntado a Levi sobre el paradero de tus padres y me ha contestado que hace tiempo que perdieron el contacto –continuó Luka-, pero eso puede significar que están vivos, en alguna parte, y que volverás a verles si conseguimos que todo termine.

-Nosotros te ayudaremos en todo lo que necesites –añadió Mizuki, a lo que Kazuma y Nanako asintieron.

-Cuenta conmigo –dijo el chico señalándose con orgullo.

-Gracias por todo, chicos –dijo la joven, levantándose de su sitio. Tras esto, miró hacia su alrededor- Por cierto, ¿dónde está Akira-kun?

-Buena pregunta. En mal momento se le ocurre desaparecer –se quejó Kazuma, recibiendo un codazo por parte de Nanako.

-Le he visto irse con Luci antes pero no sé adónde –comentó Mizuki.

-Ya veo... –dijo con un tono de voz algo apagado, lo cual fue advertido tanto por Shiina como por Luka.

 

En ese momento, Lilith se unió al grupo.

-¿Cómo te encuentras, Eri? ¿Crees que podrás seguir con esto? –preguntó con preocupación.

-Por supuesto. Vamos a ello.

 

Con decisión, ambas se posicionaron de la misma manera que al principio: una enfrente de la otra.

-Te pido perdón por haberte ocultado lo de tus padres. Ellos nos lo pidieron y decidimos hacer caso de su voluntad. Créeme, para ellos fue una decisión muy difícil pero confiaban que, a la larga, sería lo mejor para ti. Siento que te causara tantos problemas –se disculpó Levi.

-No tienes por qué hacerlo. Se que todos, tanto mis padres como vosotros, teníais buenas intenciones. Y, ahora que he ordenado un poco mis ideas, creo que... puedo llegar a entenderles. Así que, estoy dispuesta a hacer lo que sea necesario para acabar con Chronos y hacer que todo vuelva a la normalidad.

-¡Oh! ¡Esa es una gran respuesta! –exclamó As.

-De acuerdo. Vamos a intentar entonces despertar del todo a Biblia. Y, para ello, vamos a recurrir al ritual usado por los dos hermanos para liberar el registro histórico dentro de ella así como los poderes que encerraron en su interior. Esperábamos que sólo con contarte su pasado sirviese pero, por desgracia, no ha sido suficiente. Pese a ello, el que hayas ganado consciencia de la existencia de Biblia dentro de ti, nos permitirá despertarla con este ritual.

-¿Y qué es lo que tenemos que hacer exactamente? –preguntó Lilith.

-Es sencillo. Sólo tienes que acercarte a Eri, extender tu mano hacia ella, y recitar las palabras que te he dictado antes.

La demonio miró a su amiga mientras tragaba saliva. Por su parte, la súcubo asintió, dándole permiso para que hiciese lo que tenía que hacer.

 

Sin embargo, cuando dio sus primeros pasos hacia ella, una pantalla apareció en mitad de la habitación, mostrándose el rostro de Mammon en ella.

-¡Chicos! ¡Tenemos problemas!

-¿Qué ocurre, Ma-chan?

-¡Los apóstoles acaban de abrir una conexión entre mi realidad y la verdadera!

35: Capítulo 35 - El apoyo y el constructor
Capítulo 35 - El apoyo y el constructor

-¡¿Cómo lo han conseguido?! –preguntó Levi.

-¡Habrá sido cosa de alguno de los apóstoles! ¡Creo que podré arreglarlo pero necesitaré tiempo! ¡Mientras tanto, el mundo real estará desprotegido! –avisó Mammon.

 -Sin duda, se trata de una trampa –dijo Zebub.

-Lo sé pero no podemos dejar que muera gente inocente –replicó Levi.

-¡Espera! ¡¿Por qué acaso los demonios no están en este sitio?! –se extrañó Luka.

-Sí, sin embargo no ocurre lo mismo con los humanos.

-¡¿Y por qué atacarían a los humanos?! ¡¿No buscan exterminar a los demonios y que los humanos dominen este mundo?! –volvió a preguntar la joven.

-Si es por conseguir su objetivo, no dudarán en matar a las creaciones de Chronos. Al fin y al cabo, lo único que importa es que él se convierta en la deidad de este mundo. Si eso ocurre, podrá volver a generar tantos humanos como le plazca.

-¡Es horrible! –se escandalizó Shiina.

-Hasta esos límites llega la ambición de Chronos. Será mejor que nos movamos rápido –dijo Levi.

-¿Y quienes irán? –preguntó Eri.

-Nosotros, los pecados, nos encargaremos de ellos –indicó Levi-. Que alguien avise a Luci y a Bel.

-Yo lo haré –dijo Mammon-. Al fin y al cabo, tengo que quedarme aquí.

 

Asintiendo a la pantalla, Levi les hizo una señal a Zebub y As, quienes la siguieron hasta una de las paredes de la habitación, la cual se abrió casi inmediatamente para dejarles salir al exterior. Tras abandonar la casa, la pared retomó su forma original.

-¿Les irá bien? –preguntó Eri.

-¡¿Si les irá bien?! –se sorprendió Mammon- ¡Estás hablando de los pecados! ¡Obsérvalo por ti misma!

Otra pantalla apareció al lado, mostrando un área donde se habían comenzado a reunir numerosos “Dying Walkers”. Entre ellos se podía observar a un hombre de piel morena y peinado militar.

-Es él... –dijo Derain.

-¿El que te venció? –preguntó Eri.

-Eso me temo.

Detrás del grupo de biomáquinas podía vislumbrarse una distorsión en el aire, como un gran cristal roto, que debía de corresponder con la conexión entre esa realidad y la verdadera.

 

No pasó mucho tiempo hasta que Levi, Zebub y As llegaron allí, surcando el suelo sobre pequeñas corrientes de agua generadas por la primera. Mammon había sido la encargada de guiarles hasta allí.

-¡Habéis venido! –gritó Andrew- ¡Se nota que sois guerreros formidable! ¡Ahora podré mataros como es debido!

-¿Vosotros os acordabais de este tipo? –preguntó As.

-Creo que mi mente quiso borrarlo... –contestó Zebub.

-Centraos, As-chan, Ze-chan. Puede que sea un idiota pero consiguió debilitar a Dera-chan. No podemos tomárnoslo a la ligera.

 

En ese momento, los “Dying Walkers” se adelantaron con intención de atacar primero a los tres pecados, quienes se habían colocado uno al lado del otro.

-¡Oh! ¡Vienen a saludarnos! –se alegró As.

-No les hagamos esperar –sonrió Zebub.

 

Con un simple movimiento, Levi levantó un chorro de agua por debajo de As, logrando que fuese elevado por encima de las biomáquinas. Desde arriba, el pecado de la lujuria concentró una gran masa de energía que liberó una vez tocó el suelo, creando una onda expansiva que desintegró a todos los “Dying Walkers” en cuestión de décimas de segundo, haciendo retroceder incluso al propio apóstol. Por su parte, Levi acababa de generar una barrera con la que había protegido a Zebub y a ella misma del ataque de su compañero.

-¡Qué extraordinaria fuerza! ¡Propia de hombres! –exclamó Andrew, con una sonrisa de oreja a oreja y las manos situadas sobre su cintura.

-¡Eh! ¡Eh! ¡Eso no es así! ¡Yo tengo dos sexos! –se quejó Asmodeus.

-¡Ahora te golpearé con tu propio ataque! –haciendo aparecer sus características cuerdas, el apóstol las lanzó contra el pecado, sin embargo, tres barreras de agua consecutivas lo impidieron, provocando que los extremos de las cuerdas se hundiesen en ellas. De repente, en dichas barreras se hizo un agujero por el que pasó Beelzebub, quien transformó su brazo en el de un insecto.

-¡Devuelve esto! –exclamó el demonio mientras golpeaba el estómago del apóstol que, al sentir el golpe, vomitó saliva, saliendo despedido a una distancia considerable, atravesando una de las casas y continuando hasta detenerse en la pared de la siguiente, quedando inerte en el suelo.

 

-¡Es increíble! –se fascinaron los más jóvenes de la sala.

-Ejem... –carraspeó Reima- Veo bien que os emocionéis al ver su combate pero todo esto es para ganar tiempo para el ritual. Será mejor que continuemos con ello cuanto antes.

-¡Uah! ¡Tienes razón! ¡Casi lo olvido! –se disculpó Eri, encarándose con Lilith, quien se puso algo nerviosa-. No te preocupes, Lilith-chan. Estoy lista.

Después de un largo suspiro, la nieta de Chaos levantó el brazo hacia Eri y comenzó a recitar las palabras que le habían dictado.

-En nombre de Lilith, nieta de uno de tus creadores, impongo mi derecho a despertar tu poder, Biblia, a fin de obedecerme y destruir aquello que rechaza a mi especie. Que así sea.

Nada más terminar de hablar, una serie de símbolos surgieron del cuerpo de Eri hasta alcanzar la palma de la mano de Lilith, deteniéndose en ese punto.

-¿Qu-qué hago ahora? –preguntó la joven, confusa.

-Vuelve a recitarlo –explicó Mammon-. Ahora que han surgido los símbolos, tendrá efecto.

Tras asentir, la demonio pronunció de nuevo aquellas palabras, dando esta vez como resultado que el cuerpo de Eri sintiese una extraña sacudida desde su interior.

-¡Agh! –se quejó la súcubo.

-¡Eri! –exclamaron Luka y Shiina a la vez.

-¡Alejaos los más jóvenes! ¡El resto, preparaos para lo que pueda suceder! –exclamó el pecado de la avaricia.

-¡Sí! –contestaron todos al ver cómo el cuerpo de Eri recibía otra sacudida y tomaba la forma de una súcubo, siendo rodeada por los símbolos de antes. Fue entonces cuando una luz la rodeó, cegando al resto de los presentes.

-¡¿Qué está ocurriendo?! –gritaron de nuevo las amigas de la chica.

-¡No entréis en pánico! ¡Esperad hasta que se haya pasado! –les ordenó Mammon.

Finalmente, el brillo se redujo hasta que pudo verse el cuerpo de la chica, descansando sobre el suelo.

-¡No os acerquéis a ella! –avisó Reima, prediciendo la reacción de los demás y acercándose él en su lugar-. Eri...

 

Por su parte, la súcubo abrió los ojos, o al menos ésa era la sensación que tenía, ya que el escenario a su alrededor estaba completamente oscuro.

-¿Dónde estoy? –preguntó, sin embargo, esas palabras no salieron de su boca sino que brotaron de aquel lugar, formándose eco.

-Estás dentro de ti misma –contestó otra voz, apareciendo ante ella una mujer pelirroja de expresión afable.

-¿Eres Biblia?

Ella asintió. A diferencia de los recuerdos mostrados por los pecados, en ese momento llevaba el pelo suelto y estaba desnuda, algo que le hizo cerciorarse de que ella misma también lo estaba, haciéndola sentir un poco incómoda.

-S-supongo que es la primera vez que nos vemos en... ¿persona?

-De hecho, es la primera vez que te veo. Siempre he estado dentro de ti pero nunca he podido salir de este lugar. Aunque, en momentos en los que tu mente se encontraba inestable o tenías problemas, podía utilizar mi poder para ayudarte.

-Supongo que eso explica algunas cosas... –dijo la joven, recordando la lucha contra el padre de Akira-. Dime, ¿por qué yo? ¿Hay algún motivo por el que yo sea tu reencarnación?

-Jaja, me gustaría decir que sí pero me temo que es algo que escapa de mi control.

-Oh, vaya... –Eri se sintió algo decepcionada.

-Siento todo lo que has tenido que vivir por mi culpa. Sé que si no hubieses sido mi reencarnación, tu vida habría resultado mucho más fácil.

-¡N-no hace falta que te disculpes! Tú misma has dicho que escapa a tu control, además, lo pasaste peor que yo en el pasado... y si no hubiese sido yo, otra chica habría tomado mi lugar... ¡Lo que quiero decir es que no vale la pena lamentarse! ¡Ahora que hemos llegado a esto, pensemos en vencer a Chronos! –exclamó la súcubo, intentando encontrar las palabras exactas que desviasen la conversación.

-Jaja, tienes razón.

-Bueno... –continuó la joven, echando un vistazo a su alrededor-. ¿Qué es lo que sigue? ¿Ahora tú pasarás a controlar mi cuerpo o algo así?

-No, puedes estar tranquila. Digamos que dejaré de ser una parte de tu mente para unirme por completo a ella. Serás tú y yo a la vez –Biblia se llevó la mano a la barbilla, pensando en una manera mejor de explicarlo-. Es como si le añadieses especias a la sopa.

-¿Algo así como una evolución?

-Exacto... aunque, dicho así puede que suene un poco ofensivo.

-Sé bien que todavía me queda mucho por mejorar así que no me lo tomo a mal. Si puedo ser de más ayuda a partir de ahora me da igual si lo llamas evolución, subida de nivel o echarle especias a la sopa. Sólo quiero proteger a los demás.

-Tienes un buen corazón, Eri. Y no es algo de lo que me haya dado cuenta ahora.

-Gracias... –respondió la demonio, sonrojándose- Por cierto, has dicho que has estado dentro de mí siempre, ¿no es así?

Biblia asintió.

-¡¿Eso significa que ha sabido en todo momento lo que pienso?!

-Me temo que sí –contestó Biblia con una sonrisa irónica.

-¡No puede ser! –gritó avergonzada- ¡No te atrevas a decirle a nadie lo que hayas oído aquí dentro! –Biblia fue desapareciendo poco a poco conforme ella hablaba- ¡Eh! ¡Has escuchado lo que he dicho, ¿verdad?! ¡Eh!

 

Momentos después, la joven despertó, sintiendo el tacto de la mano de Reima en su hombro.

-¿¡Uh!?

Algo mareada, comenzó a levantarse ayudada por su profesor. Las miradas de todos los demás estaban puestas en ellas. Algunas de intriga y otras de preocupación.

-¿Te encuentras bien? –preguntó finalmente Reima.

-Sí... aunque tengo la sensación de haber vivido mucho en muy poco tiempo...

-Será mejor que descanses un poco.

-Gracias. ¿Cómo están yendo las cosas fuera?

Reima señaló la pantalla de televisión con un gesto de la cabeza. En ella se pudo observar la presencia de dos nuevos apóstoles frente a Levi, Zebub y As. Uno de ellos era un anciano de barba blanca, calvo, espalda encorvada, que vestía una toga blanca con líneas doradas formando una cruz en su pecho y portaba un bastón de madera. El otro, era un hombre de entre cuarenta y cincuenta años, pelo castaño y corto, quien vestía también una toga blanca pero cuyas líneas eran de color plateado. Además, llevaba sujeto bajo el brazo derecho una especie de pergamino.

Por lo que la escena daba a entender, no hacía mucho que los dos habían llegado.

-Philip... –dijo Zebub, refiriéndose al anciano- De ti sí que me acuerdo. No puedo decir lo mismo del otro.

-Este joven se llama Thomas –respondió tranquilamente el mayor de los dos, posando ambas manos sobre el bastón.

-En uno de sus renacimientos, supongo –declaró Levi.

-Así es. Hacía tiempo que no os veía, pecados. Desde que luchamos aquella vez por la supremacía de Chronos.

-Y os vencimos –sonrió As.

-Por desgracia he de admitir que así fue. No obstante, aunque uno es viejo y tiene mucha experiencia sobre sus hombros, no deja de aprender, y puedo aseguraros que no soy el mismo de entonces.

-Si es así, será mejor que lo demuestres –indicó Zebub.

-Con mucho gusto.

 

De repente, un aura de color negro rodeó al anciano, a la vez que su compañero desenrollaba su pergamino y dejaba que éste flotase en el aire, recitando silenciosamente las palabras escritas en el mismo.

Entonces, el aura  pasó a formar parte de Thomas, quien, habiendo terminado de pronunciar el texto, hizo aparecer dos gigantes de color negro cuya apariencia física recordaba a la de estatuas de piedra, con los brazos cruzados y una corona sobre su cabeza.

Nada más ser creados, los gigantes se desplazaron como autómatas hasta situarse enfrente de los pecados. Acto seguido, levantaron una de sus piernas y se dispusieron a aplastarlos, obligando a Levi a generar una barrera de agua para protegerse. Sin embargo, la fuerza del ataque superó su escudo, provocando que los tres retrocediesen varios metros.

-El apoyo y el constructor –dijo Zebub-. Uno es capaz de crear y modificar máquinas y autómatas que luchen a sus órdenes, y el otro es capaz de mejorar y modificar las habilidades de todo lo que desee, incluido el mismo. ¿Se me olvida algo?

-Veo que vuestra memoria se encuentra bien –dijo Philip-. Una buena combinación la nuestra. Espero que no sobrepase demasiado vuestro poder.

 

Los gigantes continuaron su acometida, esta vez, golpeando hacia el suelo con sus puños. Mientras tanto, los demonios los esquivaban, buscando la oportunidad para contraatacar, tarea complicada ya que las aberturas que dejaba uno en su defensa eran suplidas por el otro.

-¡Ze-chan, permiso para transformarte! –exclamó Levi.

-¡¿Estás segura?!

-¡Creo que, en esta situación, es la mejor opción!

Asintiendo, el cuerpo de Zebub comenzó a cambiar justo cuando los gigantes intentaban un nuevo ataque con sus puños, impactando de lleno contra el cuerpo del pecado de la gula. No obstante, en lugar de quedar éste aplastado, fueron los autómatas los que se vieron impulsados hacia el suelo, erigiéndose ante ellos una bestia de mayor tamaño, con alas de murciélago y aspecto de insecto.

-¡As, transforma su energía! –volvió a gritar Levi.

-¡En ello! –siguiendo sus órdenes, Asmodeus adoptó una forma mixta entre hombre y mujer y situó sus manos sobre los tobillos de uno de los gigantes, absorbiendo el Retten que los formaba e intercambiándolo por Setten, provocando que su estructura se desestabilizase. Tras esto, Zebub golpeó el cuerpo del autómata con una de sus extremidades, destrozándolo en el acto.

Por otro lado, el gigante restante, logró levantarse justo antes de ser tocado por el pecado de la lujuria, retrocediendo hasta situarse al lado de su creador.

-Nada mal –dijo Philip-. Pero, temo deciros que si eso es todo lo que sabéis hacer, no lograréis acabar con nosotros.

 

Así pues, repitiendo el mismo proceso que habían utilizado antes, los dos apóstoles hicieron aparecer más gigantes, llegando a generar hasta ocho de ellos.

-Esto se pone interesante... –indicó As, con una sonrisa irónica.

Fue entonces cuando, sin previo aviso, los gigantes comenzaron a golpearse entre ellos.

-¡¿Qué...?! –se sorprendió Philip, viendo cómo las creaciones de su compañero llegaban incluso a juntarse en grupos para destruir a uno, el cual no oponía resistencia alguna.

-¡Eres muy oportuna, Bel-chan! –se alegró Levi al ver llegar a su compañera, rodando por el suelo y con los ojos cerrados-. Aunque tienes que cambiar esa costumbre de moverte así mientras duermes...

-Tsk... –chasqueando la lengua, Philip concentró un aura de color rojo a su alrededor, transmitiéndosela posteriormente a Thomas, quien se despertó de su ensimismamiento.

-¿Qué ha pasado? –preguntó el hombre, siendo la primera vez que hablaba desde su aparición.

-Esa demonio se ha introducido en tu mente y ha controlado a los gigantes. Has bajado la guardia, Thomas. Ten más cuidado.

-Lo siento, Philip.

-¿Y ahora qué, Philip? –preguntó As, señalando a los gigantes medio destrozados.

-Yo que vosotros no cantaría victoria tan rápido.

-¡Eso! ¡Todavía no me habéis derrotado! -con su característico grito, Andrew volvió al combate mientras se acariciaba la zona en la que había sido golpeado por Zebub- ¡Tienes mucha fuerza! ¡Será gratificante destruirte!

-Tres contra cuatro. No os veo con mucha ventaja.

-¿Tres? No. Nosotros no somos los únicos que hemos venido. Y mientras estáis aquí, hay otro que se está infiltrando en vuestra base.

-Matthew, ¿no es cierto? –dijo Bel, levantándose.

-Correcto.

-Ya veo. Vuestro propósito era el de atraernos para reducir nuestro número en la base y entonces enviar dentro al único loco capaz de superar el poder de Mammon –explicó Levi- Sin embargo, hay un problema en esa ecuación. Y es que nosotros también contamos con dos monstruos en nuestro equipo. Además, uno de ellos guarda bastante rencor hacia Matthew así que estará feliz de volver a enfrentarse a él.

 

Mientras tanto, Mammon se encontraba en mitad de una batalla mental para volver a cerrar la conexión. Fue entonces cuando la pared de su habitación estalló en pedazos, apareciendo entre el polvo y los escombros un hombre de pelo plateado y una venda cubriendo sus ojos.

-Bueno, pues ya estoy aquí. Ya he llegado, sí. Y parece que he encontrado alguien con quien entretenerme. Me pregunto si lo hará. Espero que lo haga. Tiene que hacerlo, sí.

-Matthew... –murmuró el pecado de la avaricia, bajándole gotas de sudor frío por la espalda.

-Tienes miedo. Sí, puedo sentir tu miedo. Me tienes miedo, ¿no es así? ¿Qué es lo que temes? ¿Eh? ¿Qué es? –continuó mientras se acercaba a ella- ¿Quizás que llegue hasta los demonios que escondes? ¿Es eso? ¿Quizás que destruya a tus amigos? ¿Quizás es eso? ¿O puede que... temas por tu vida?

-¡Ni la primera! ¡Ni la segunda! ¡Y mucho menos la tercera! –exclamó una voz desde la puerta de la habitación. Allí se encontraba Luci, con los brazos cruzados y pose altiva- ¡No dejaré que le hagas daño, Matthew!

-¿A quien tenemos aquí? Si es el demonio sin poderes, el demonio que no tiene habilidades, la vergüenza de los demonios.

-¡Si me halagas tanto vas a hacer que me sonroje! –respondió Luci mientras se llevaba las manos a las mejillas.

-¡Oh! Ahora que me acuerdo. Reima está por aquí, ¿verdad? Sí lo está. Sé que lo está. Si me decís dónde, os mataré rápido y con sólo un poquito de dolor. Sólo un poquito. No pasa nada por un poquito, ¿verdad? Sí, no pasa nada.

-Siento decirte que eso es información confidencial. Así que no puedo decírtelo.

-Claro. Comprendo. Es información confidencial. Debí imaginármelo. Debí hacerlo, sí. Entonces sólo tengo que sonsacárosla y torturaros en el proceso. Será un buen calentamiento para cuando luche contra él. Sí, un buen calentamiento.

-¡Estoy de acuerdo! ¡Será un buen calentamiento! –en ese momento, el pecado de la soberbia adoptó una extraña pose en la que llevaba las puntas de sus dedos a sus sienes y se mantenía sobre una sola pierna.

 

-Dos monstruos, ¿eh? –dijo Philip continuando a partir de las palabras de Levi-. Deduzco que uno de ellos es “Darkblade”. En cuanto al otro... te refieres a esa anormalidad que tenéis por compañero.

-Incluso Matthew recordará lo que significa luchar contra alguien como Luci. Puede que, de todos nosotros, sea el único que no tenga habilidades pero, precisamente porque se esforzó en suplir esa desventaja, probablemente sea el más fuerte.

 

En el interior de la habitación de Mammon, el cuerpo de Luci desapareció de la vista de los presentes. Una décima de segundo después, Matthew recibía un fuerte golpe en la cabeza que lo hacía despegar hasta chocar contra una de las paredes. Dando saltitos, el demonio volvió a aparecer.

-¡Esto va a ser divertido!

36: Capítulo 36 - Los más fuertes
Capítulo 36 - Los más fuertes

Matthew se levantó tras recibir el golpe de Luci, sin embargo, no pasó ni un segundo hasta que otro lo elevase en el aire, seguido de una serie de puñetazos que lo lanzaron fuera de la casa por el mismo lugar por el que había hecho su entrada.

Acto seguido, el pecado del orgullo se arrojó contra él, enarbolando su espada, y siendo interrumpido a mitad de camino por una fuerza que le hizo chocarse contra el suelo.

-Tan pesado como siempre. Siempre corriendo de un lado para otro. Por eso aborrezco a alguien sin habilidades como tú. Sí, por eso te aborrezco –explicó Matthew saliendo de entre la polvareda que se había formado tras su caída.

-Ni que tú hicieses algo más aparte de usar ese poder tuyo para controlar la gravedad.

-Hay muchas maneras de usar este poder, ¿lo sabías? Lo sabes. Sí, estoy seguro de que lo sabes.

-¡Lo que tu digas! –exclamó Luci, quien, haciendo acopio de su fuerza de voluntad, agarró el tobillo de Matthew y lo lanzó hacia un lado, deshaciendo así el aumento de gravedad sobre sí mismo. Posteriormente, persiguió a su adversario, no obstante, éste consiguió recuperar el equilibrio y alteró la gravedad frente a él, logrando que el pecado fuese elevado en el aire el tiempo necesario como para propinarle un puñetazo en el estómago que lo mandó varios metros hacia atrás, finalizando el movimiento con otro ataque gravitatorio que provocó que su enemigo rebotase contra el suelo hasta detenerse sobre el mismo.

 

Pese al daño recibido, aquello no asustó a Luci, quien se puso en pie y aceleró de nuevo hasta situarse al lado derecho del apóstol, que, sin tener tiempo para reaccionar, recibió un talonazo en la barbilla seguido de una patada en el pecho, que casi lo dejó sin respiración, obligándole a aplicar gravedad a su alrededor para hacerle retroceder.

 

Mientras tanto, Mammon arreglaba los destrozos causados en su habitación a la vez que creaba una pequeña pantalla para comunicarse con todos.

-¡Chicos! ¡Un apóstol ha conseguido en casa de Eri! ¡Ahora mismo, Luci se está haciendo cargo de él pero, ya que se trata de alguien muy poderoso, será mejor que os mantengáis alerta! -Nanako sintió un escalofrío de repente, agarrándose los hombros. Kazuma tampoco parecía encontrarse bien. Tenía una expresión muy seria y daba pequeños golpes al suelo con la punta de uno de sus pies, mostrándose inquieto-. ¡Levi y los demás, ya he conseguido cerrar la conexión!

-¡Bien hecho, Mammon! –exclamó el pecado de la envidia, quien se encontraba manteniendo a raya a los apóstoles y sus creaciones.

-¡Espera! –gritó de repente la niña- ¡Maldita sea! ¡Está abriéndose una segunda en otra zona! ¡Alguien tendrá que ocuparse de defenderla hasta que la cierre!

-¡Ahren! ¡Serah! ¡Asari! ¡Id vosotros! –ordenó Reima- ¡Yo ayudaré a Luci!

-¡No sé si es buena idea! ¡Ese apóstol te estaba buscando, Reima! –comentó el pecado de la envidia.

-¡Déjale, Mammon! –interrumpió Levi- Necesita enfrentarse a él.

-¿Estás segura, Levi?

-Sí.

-De acuerdo. Ya has oído, Reima, tienes vía libre.

El chico se extrañó un poco. ¿Ese apóstol le estaba buscando? ¿Significa que era alguien que conocía? ¿De qué? Muchas preguntas cruzaron su mente, aumentando su curiosidad. Pese a ello, por el momento decidió sacarse aquellos pensamientos de la cabeza y centrarse en el trabajo que tenía presente.

-¡Derain! ¡Tú te quedarás aquí protegiendo a los más jóvenes!

-De acuerdo...

 

Por otro lado, Luci continuaba midiendo fuerzas con Matthew, sin llegar a una conclusión. Los dos estaban llenos de magulladuras pero ninguno aparentaba tener problemas para continuar con el combate.

 

Así pues, fue Matthew quien dio comienzo al siguiente movimiento, intentando aplastar a su adversario realizando varios ataques gravitatorios seguidos que eran esquivados por el pecado del orgullo. Éste, haciendo uso de sus capacidades físicas, logró acercarse a pocos metros de su contrincante, sin embargo, al igual que había estado ocurriendo desde su último ataque contra el apóstol, un campo de gravedad le impidió el paso.

-Aquí es donde se encuentra el límite de alguien sin habilidades. Si no tienes la capacidad de hacer otra cosa que no sea pegar como un troglodita no podrás superar una fuerza como la mía. Sí, no podrás superarla.

-¡Ah! ¡Me has pillado! ¡Al final supongo que sólo soy un inútil que únicamente sabe dar patadas y puñetazos! –exageró Luci- ¡Aunque, ahora que lo pienso! ¡No eres la única persona contra la que he luchado que ha puesto un muro frente a mí para protegerse! ¡¿Qué demonios?! ¡Sí ni siquiera es la primera vez que me enfrento a ti! ¡Jajaja!

Fue entonces cuando desplazó su brazo derecho, el cual poseía la espada, hacia atrás, realizando poco después un corte en el aire que dio lugar a una onda expansiva, impactando ésta sobre el campo de gravedad sin logar mayor avance que ése.

A pesar de ello, Luci continuó realizando un corte tras otro, cada vez alcanzando más velocidad y fuerza, hasta que, finalmente, uno de ellos logró atravesar aquella barrera, obligando al apóstol a evadir el ataque.

-¡Oh! –se sorprendió Matthew.

-¡Ha llegado el troglodita! –exclamó Luci, consiguiendo reducir la distancia entre él y su contrincante, al que le propinó un puñetazo en la mejilla a la vez que éste hacía lo mismo, acabando ambos en el suelo.

-Sí. No está nada mal, demonio sin habilidades. Has conseguido superar mi campo gravitatorio haciendo uso de tu propia fuerza. Parecía totalmente imposible superar la fuerza de la gravedad y tú lo has hecho. Estás empezando a llamar mi atención. Sí, estás empezando a interesarme.

-¡Qué grosero! ¿¡Después de todos estos años y es ahora cuando te enteras de lo que valgo!? –se quejó Luci.

-He de avisarte de algo. Sí, he de hacerlo –continuó Matthew.

-¡Me estás ignorando, excentricidad andante! Aunque quizás no soy quién para hablar...

-Cuanto más me interesa alguien, más poderoso me vuelvo contra esa persona. Sí, más ganas me dan de aplastarla. De aplastarla y desintegrarla con todo mi poder.

-¡Uh! ¡La cosa se anima! –se emocionó el demonio.

 

De repente, Luci notó una intensa presión que le hizo arrodillarse en el suelo. Al contrario que en sus anteriores ataques, esta vez Matthew estaba aumentando la gravedad en toda la zona.

-Por fin has decidido tomártelo en serio –murmuró el pecado del orgullo.

Tras esto, el apóstol alargó la mano en un gesto que provocó una fuerza de atracción mediante la que su enemigo salió despedido hacia delante. A pocos centímetros de su oponente, Lucifer recibió un fuerte golpe que lo estampó contra el suelo, siguiéndole a éste una serie de puñetazos que impactaron en distintas zonas de la armadura. Posteriormente, fue alzado en el aire y lanzado contra el suelo varias veces hasta que, finalmente, su contrincante le asestó una patada en el costado que lo dejó encajado de espaldas a una de las paredes de la calle.

-¡Gah! –se quejó el demonio- Esto no está pagado –desde allí pudo observar que las casas a su alrededor también habían recibido daños en los tejados debido al despliegue de poder de Matthew, por no hablar de los escombros que le rodeaban y probablemente se debían a la fuerza de atracción que había usado.

-Eres resistente. Si no tuvieses esa armadura ten claro que ya habrías muerto. Deberías tenerlo claro. Sí, lo tienes claro.

-¿Nunca te han dicho que te repites?

-Muchos temas han surgido sobre mi forma de hablar. Sí, muchos han surgido. Pero eso no importa. Sí, no importa. La mayoría de aquéllos que los sacaron ahora están muertos. Están muertos, sí. Y tú también lo vas a estar. Sí, tú también vas a morir.

Dicho esto, el apóstol lo sacó de la pared y lo arrojó al suelo.

-Veamos cuánto puedes aguantar. ¿Aguantarás mucho? No, no lo harás.

Una fuerza cada vez más alta comenzó a aplastar el cuerpo de Luci. Por el momento, su armadura aguantaba, pero si seguía aumentando la presión incluso su resistencia se vería en problemas. De hecho, el cemento sobre el que descansaba su cuerpo ya estaba sufriendo las consecuencias.

 

En ese instante, una ola de fuego se abalanzó sobre Matthew, quien, pese a que se protegió con su campo gravitatorio, tuvo que hacerse hacia atrás debido al intenso calor.

El recién llegado, Reima, se desplazó rápidamente hasta donde se encontraba su compañero, cargándolo en su hombro y distanciándolo del enemigo.

-Gracias por echarme una mano, Reima –dijo Luci, incorporándose mientras se quitaba el polvo de la armadura y se crujía los huesos de la espalda-. ¡Ah! ¡Mucho mejor!

-Me sorprende tu capacidad de resistencia –comentó Reima.

-Cada uno tiene sus puntos fuertes... supongo... –contestó el pecado llevándose una mano a la barbilla como si dudase de su propia respuesta-. En cualquier caso, sé que Levi te ha dicho que vinieses a ayudarme pero he de decir que yo también tengo mis dudas de si ha sido la elección correcta.

-¡Tú! ¡Eres tú, Reima! –gritó de repente el apóstol al darse cuenta de la presencia del chico- ¡Por fin te he encontrado! ¡Tanto tiempo queriendo dar contigo y por fin lo he conseguido! –el hombre levantó los brazos, eufórico, hasta su manera de hablar había cambiado- ¡Sí, hoy es un gran día!

 

El profesor se dio la vuelta hasta posar su mirada sobre Matthew, cambiando su expresión a una de perplejidad y, tras el paso de unos segundos, a otra de ira, creciendo dentro de él un fuerte instinto asesino.

-¡AAAAAAAH! –rugió Reima, con voz desgarrada al tiempo que con su espada lanzaba un corte de fuego que era esquivado por su adversario, partiendo por la mitad unas tres casa situadas detrás.

-¡Jajajaja! ¡Qué gran bienvenida! ¡Luchemos! ¡Matémonos mutuamente! ¡Muéstrame de qué es capaz el hombre que le hizo esto a mis ojos! –señalándose la venda y con la mente totalmente ida, la zona afectada por su gravedad se incrementó, aumentando también la presión ejercida por ésta.

-¡¡Maldito asesino!! –con furia, Reima se abalanzó sobre él, rodeado de un aura de fuego a partir de la que surgieron cuatro llamaradas en forma de torbellino que impactaron sobre su campo gravitatorio. Tras esto, el chico realizó un corte horizontal con su espada, el cual atravesó dicha barrera pero no consiguió alcanzar a Matthew, quien, con una sonrisa en su rostro, contraatacó con un fuerte puñetazo hacia el estómago del profesor. No obstante, tal golpe no detuvo a Reima, realizando éste un corte en diagonal que hirió a su adversario en el pecho. Los dos continuaron con un intercambio de ataques, dificultando la intervención de Luci.

-Espero que tu idea sirva de algo, Levi...

 

Aquellos que se encontraban en casa de Eri, sintieron algunos temblores debidos al poder desatado de Matthew. Pese a todo, Eri se encontraba mejor después de su fusión con Biblia, aunque estaba preocupada por lo que había escuchado de Reima y el apóstol.

-Lilith, terminemos con esto cuanto antes –dijo la súcubo, levantándose de su lugar de descanso.

-¿Qué quieres decir? –se sorprendió la nieta de Chaos.

-Tenemos que quitarle la inmortalidad y los poderes a Chronos utilizando el mismo ritual que él usó contra Chaos.

-Pero, ¿sabes cómo hacerlo?

-Ahora que me he fusionado con Biblia, también comparto sus recuerdos por lo que sé los pasos que debemos seguir.

-Aun así, en los recuerdos que nos mostraron los pecados, Chronos lo hizo a escasa distancia de Chaos. ¿Y si es uno de los requerimientos? –preguntó Shiina.

-En los recuerdos de Biblia no hay datos de que deba hacerse de una manera u otra. Tendremos que arriesgarnos.

-Bien, indícame el camino –sentenció Lilith mientras se ponía en posición. Eri se acercó a ella y le susurró las palabras que tenía que recitar, situándose frente a ella poco después.

Acto seguido, la nieta de Chaos extendió su brazo, haciendo aparecer los símbolos de antes y comenzó a hablar.

- En nombre de Lilith, nieta de uno de tus creadores, impongo mi derecho a relegar a mi tío abuelo, Chronos, de su ocupación e impedirle el uso de sus poderes hasta que se le haya dado muerte. Los cargos por los que se le acusa son asesinato y alta traición. Que así sea.

-Necesitaremos algo de sangre de Lilith –declaró Eri.

-Permíteme –dijo Derain, acercándose a la joven-. Tranquila, sólo escocerá un poco.

Tras el consentimiento de ella, el imp le realizó un pequeño corte con la uña en la palma de su mano, permitiendo así que la sangre cayese sobre los símbolos, los cuales brillaron con luces blancas antes de volver al cuerpo de la súcubo.

-¿Y bien? –preguntó Lilith mientras Derain se ocupaba de su herida- ¿Crees que habrá funcionado?

 -Eso espero –respondió Eri- En cualquier caso, aún nos queda encontrarle y destruirle de una vez por todas.

 

Justo entonces, se abrió un boquete en la pared que daba al exterior de la sala, apareciendo a través de ella Reima y Matthew, este último sujetando por el cuello al primero.

-¡Jajaja! ¡¡Esto es genial, Reima!! ¡¡No sabes lo bien que me lo paso peleando contra ti!! ¡¡Quiero más!! ¡¡Más!! –exclamó el hombre de pelo plateado a la vez que recibía una patada en la barbilla por parte de su contrincante.

-¡¡Cállate!! –gritó Reima.

El apóstol se acarició la barbilla, sonriente y orgulloso de la reacción de su adversario. En ese instante, se dio cuenta de la presencia de los demás.

-Vaya, si resulta que tenemos espectadores. Y una de ellas es la Biblia. Sí, eres tú. Deduzco que la chica que está a tu lado es la nieta de Satán –comentó señalando a Lilith.

-¡Mi abuelo se llamaba Chaos! –replicó la joven.

-Gracias por confirmarme que, efectivamente, eres tú –agradeció Matthew, quien, sin previo aviso, recibió otro golpe en la cara que le hizo chocar contra la pared. El autor de tal acto, Lucifer, aterrizaba en el suelo de la habitación.

-¿Estáis bien? –preguntó a las dos chicas, que asintieron en silencio- ¡Así me gusta! ¡Ahora, si me disculpáis, tengo un combate que continuar! ¡Derain, llévales a un lugar seguro!

-Últimamente no hago más que recibir órdenes. Como se nota que me estoy haciendo mayor. ¡Vamos, chicos! ¡Larguémonos de aquí antes de que la cosa se ponga más fea! –dijo el imp.

-No tan rápido. Sí, no tan deprisa –nada más empezar a correr, el grupo cayó de cara contra el suelo, notando una gran cantidad peso sobre sus espaldas.

-¡¿Qué es esto?! –exclamó Mizuki.

-¡No puedo levantarme! –se quejó Luka.

El techo de la habitación se hundió justo encima de sus cabezas, cayendo sobre ellos los escombros.

-¡Maldita sea! –gritó Derain, quien consiguió producir varias bolas de fuego para destruir algunos de ellos, fallando en librarse de los que se precipitaban sobre él mismo. No obstante, un muro fue creado en el aire, desplazándose horizontalmente y rechazando los escombros como si fuesen pelotas de tenis. Acto seguido, Mammon volvió a aparecer por una de las pantallas de televisión que todavía seguían suspendidas en el aire.

-¡¿Se puede saber qué estáis haciendo?! ¡Estoy intentando cerrar una conexión con la realidad, enfrentándome a un hacker... ¿y todavía me tengo que mover para salvaros el culo?! ¡Poned un poco de vuestra parte! –se quejó la niña.

Ignorándola, Reima volvió a acometer contra Matthew, coordinándose con Luci para intentar penetrar su defensa. Por su parte, el hombre de pelo plateado se defendió como pudo de ambos pero no pudo evitar recibir algunos cortes.

-¡Sí! ¡Síiiii! –con la emoción por la batalla a flor de piel, el apóstol dio lugar a una onda expansiva que alejó a sus dos contrincantes. Su contraataque, lejos de terminar ahí, continuó con la creación de un pequeño agujero negro que empezó a atraer la materia circundante, incluyendo a todos los presentes menos él mismo.

 

Reima clavó su espada para evitar ser absorbido pero los demás no lo tenían tan fácil. Mizuki fue la primera en salir volando, siendo agarrada por Luci, quien se mantenía en tierra gracias a la fuerza de sus piernas.

-¡Tranquila! ¡Estás en buenas manos! –exclamó el pecado.

Por desgracia, ella no fue la única, ya que Kazuma y Nanako también salieron despedidos, siendo el uno cogido también por Luci y, la otra, por el brazo libre que le quedaba a Reima.

-¡Derain! ¡Necesito que te transformes! –gritó el profesor.

-¡No puede estar hablando en serio!

-¡Sé lo que ocurrirá si lo haces pero ni Luci, ni Mammon ni yo podemos ayudar a nadie más!

Derain no contestó, indeciso.

-¡Vamos, Derain! ¡Hazlo!

Sin poder aguantar más, tanto Shiina como Luka salieron volando hacia el agujero negro.

-¡Shiina! ¡Luka! –gritó Eri.

Agramón y Kaoru se lanzaron en su ayuda, el segundo de ellos desplegando sus alas para intentar hacer resistencia, pese a ello, sólo consiguieron agarrar a Luka, quedando Shiina a merced del agujero.

-¡No! –exclamó Luka.

 

Fue entonces cuando apareció el gran cuerpo de Akira que, transformado, hizo de tope para la chica.

-¡Ahora, Reima! –al escuchar el grito del medio demonio, el profesor desenganchó momentáneamente la espada del suelo y realizó un corte a distancia que impactó en el cuerpo de Matthew, provocando que el agujero negro se extinguiese. Décimas de segundo después, multitud de escombros caían sobre la superficie de la habitación.

 

En otro lugar, Ahren, Serah y Asari, llegaban hasta donde se encontraba la otra conexión. Allí también estaban dos apóstoles, uno de ellos un chico rubio y delgado que llevaba una vara en sus manos, y el otro, un hombre con barba de varios días y aspecto de vagabundo, que vestía una manta de color marrón y llevaba un remo en una de sus manos.

-Parece que hemos llegado al mismo tiempo –dijo el chico rubio.

37: Capítulo 37 - Thaddaeus, el vagabundo
Capítulo 37 - Thaddaeus, el vagabundo

-Tú eres... –Asari se mantuvo pensativa durante unos instantes- ¡Ah! ¡Ya me acuerdo! ¡Eres aquel chico! ¡El que atacó el instituto, junto con los “Dying Walkers”, la otra vez!

-Mi nombre es Simon. Me alegra que te acuerdes de mí, aunque sea poco antes de tu muerte.

-Vaya. Qué seguro de ti mismo –rió la profesora-. Así que tú también eres uno de los apóstoles. Eres bastante joven.

-El más joven, al menos, actualmente –declaró Simon, mostrándose orgulloso.

-Una pena ver que chicos como tú se conviertan en ovejas descarriadas.

-¡Silencio, pecadora! ¡No eres quién para hablar!

-¿Podríais dejar esta conversación o como queráis llamarlo? –se quejó Ahren sacando sus armas- No hemos venido aquí para que ninguno de los dos deis sermones.

-Qué violento, Onii-chan –comentó Serah.

-Calla... –respondió su hermano.

-De todas formas, ¿qué le pasa a ése? –preguntó la joven, señalando al compañero de Simon, quien se había quedado durmiendo de pie, apoyado en su remo, y roncando sonoramente.

-Thaddaeus, ¡¿cuántas veces te tengo que decir que no debes dormirte de pie?! ¡Y menos en mitad de un combate! –exclamó Simon.

-Lo cierto es que el combate ni siquiera ha empezado... –comentó Asari, frunciendo el ceño.

 

Tras un ronquido aún más profundo que los anteriores, el hombre abrió los ojos poco a poco.

-¿Ya está lista la cena? –fue lo primero que dijo, con un tono más grave del que aparentaba tener.

-¡No es hora de cenar! ¡Un día de éstos vas a acabar con mi paciencia!

-Si no es hora de cenar, ¿por qué has traído invitados? –preguntó señalando con un gesto de la cabeza a los demás.

-¡Son nuestros enemigos!

-¿Y por qué iban a venir enemigos a interrumpir nuestra cena? Que sepas que no pienso compartir mi comida. Por cierto, ¿queda vino?

-¡No hay vino! ¡No hay comida! ¡Hemos venido a luchar contra los demonios! ¡Si tanto quieres comer, terminemos esto cuanto antes!

-De alguna manera... le compadezco... -dijo Ahren mientras, tanto él como las dos chicas a su lado, observaban a Thaddaeus sacarse un moco de la nariz y llevárselo a la boca- Es asqueroso...

-De repente, siento un escalofrío... –indicó Serah.

-¡Si no le dais vosotros, le doy yo! –gritó de repente Asari, apuntando con su rifle y disparando una bala de fuego con rapidez hacia la cabeza del vagabundo. Sin embargo, éste cogió el remo y, con un leve movimiento, desvió la bala hacia un lado, haciendo que penetrase una de las paredes laterales, sorprendiendo así a la profesora.

-Los mosquitos vienen muy agresivos este año. Deberías ponerte repelente, Simon –dijo el apóstol, sin señales de sentirse alterado por lo sucedido.

-No son mosquitos de lo que estamos hablando... –Simon parecía cada vez más cansado de intentar entablar conversación con él.

-Esto no me gusta... –murmuró Ahren, apuntando con sus pistolas-. Será mejor que nos centremos en derrotar a Thaddaeus. Ese tipo, es fuerte...

Asintiendo, las chicas también se pusieron en guardia, dando Serah el siguiente paso de manera que, en décimas de segundo, ya se hallaba a poca distancia de sus dos contrincantes. Entonces, desplazó su mano derecha hacia atrás y, con la palma abierta, se dispuso a golpear a ambos. Por su parte, Thaddaeus reaccionó apartando de un empujón a Simon y agachándose justo en el momento en que una onda expansiva salía despedida en línea recta y destruía una de las casas que tenía detrás.

 

Incorporándose, el apóstol observó el destrozo mientras se rascaba la nuca y emitía un silbido de impresión.

-Las noticias no habían dicho nada de un tifón. Mucho menos de uno con forma humana.

La chica intentó realizar otro golpe con la mano contraria, moviéndola desde su cintura hacia la espalda de Thaddaeus, no obstante, él, sin darse la vuelta, dirigió el extremo delgado del remo hacia su muñeca, desviando el golpe hacia arriba. Acto seguido, giró el objeto y se dispuso a golpear el costado de ella con el extremo más ancho, teniendo que detener su ataque para desviar un gran número de balas procedentes de las pistolas de Ahren.

-¡Asari! ¡Tú encárgate de Simon! ¡Nosotros iremos a por el vagabundo!

-¡Entendido! –contestó la chica mientras cambiaba de objetivo.

-Ya has oído, Simon. Esos dos prefieren charlar conmigo. Creo que todavía conservo mi carisma.

-¡Cállate! ¡Más te vale que hagas bien tu trabajo! –dijo el chico rubio, activando el mecanismo de su vara que hacía aparecer un filo en uno de sus extremos, y lanzándose en carrera hacia la profesora.

 

-Me sorprende que hayas podido golpearme. –dijo Serah dando unos pasos hacia atrás para crear distancia entre ella y Thaddaeus-. No hay muchos que sean capaces de ello.

-Es cuestión de mentalidad, querida –respondió el hombre metiéndose el dedo en el oído, haciendo una pelota con la cera sacada y lanzándola al suelo-. ¡Oh! ¡Ahora sí que puedo oír bien! ¡Qué alivio!

-No sé si lo hace aposta o es así de verdad... –comentó la chica, dejando caer los hombros.

Una serie de balas fueron lanzadas de nuevo contra el apóstol, quien, ésta vez, las esquivó, demostrando unos reflejos fuera de lo normal.

-¡Serah! –exclamó Ahren, a lo que la chica contestó asintiendo con la cabeza.

Acto seguido, se lanzó de nuevo a por el vagabundo, alzando su mano abierta a media altura, obligando al apóstol a saltar en el aire ya que, poco después de ello, se produjo una distorsión en el espacio que había estado ocupando. Entonces, Ahren apuntó con sus ocho pistolas y, como si fuesen ametralladoras, disparó numerosas ráfagas de bolas de fuego que estallaron nada más entrar en contacto con su adversario.

 

Pese a haber acertado en su objetivo, ninguno de los hermanos apartó la mirada de la pantalla de humo que habían generado las explosiones. Sin embargo, tanta precaución no pudo evitar que el remo saliese despedido a gran velocidad de entre la humareda, impactando en el abdomen de Serah. Al tiempo que la chica se retorcía de dolor, Thaddaeus siguió el mismo camino que su arma, cogiéndola en el aire y realizando un golpe en diagonal hacia el hombro de la joven.

Por suerte, ella logró reaccionar haciéndose a un lado para esquivarlo, girando sobre sí misma y contraatacando con un golpe de sus nudillos dirigidos a su mejilla, sin llegar a tomar contacto con su objetivo.

-Descargas una inmensa cantidad de tu Setten concentrándolo en un punto concreto. Sin duda, un golpe mortal si logra alcanzar a la víctima –indicó el vagabundo, creando algo de distancia entre los dos-. Y esos movimientos... deduzco que sabes artes marciales.

Justo al acabar la frase, una serie de brazos hechos de fuego, procedentes de los cañones de las pistolas de Ahren, se abalanzaron sobre él. Como respuesta, el apóstol hizo girar su remo a velocidad exorbitante, como si se tratase de un ventilador, apagando sus llamas.

-Tus golpes, por el contrario, son más numerosos, y tus armas te permiten una mayor versatilidad en cuanto a técnicas, pero son débiles. En resumidas cuentas, una buena táctica de vanguardia y retaguardia. Y por si fuera poco, la utilizáis bien gracias a vuestra buena coordinación. No obstante, una vez conoces como funciona... –rápidamente, el hombre se situó delante de Ahren, golpeando con su arma una de las muñecas del chico, que no pudo evitar dejar caer cuatro de sus pistolas. Sin darle tiempo a recuperarse, hizo desaparecer el remo y se posicionó detrás de él, atacando la parte de atrás de su rodilla y logrando que perdiese el equilibrio. Posteriormente, desplazó el brazo izquierdo por delante de su hombro mientras con el derecho rodeaba su cuello, inmovilizándolo-...sabes qué hacer: atacar e inmovilizar a la retaguardia y utilizarlo de rehén para acercarte a la vanguardia.

 

Aquel movimiento había desestabilizado fácilmente su formación. Cualquier ataque de Serah podía matar a su hermano si no lo hacía con suma precisión.

En ese momento, Ahren se preguntó si todos los apóstoles estaban a ese nivel o si él era un caso especial. Al principio, no había notado nada fuera de lo común. Pese a que, tanto su hermana como él, eran bastante sensibles al Setten y Retten, ninguno de los dos había sentido un poder descomunal en ese vagabundo. Sin embargo, nada más desviar el disparo de Asari, su instinto le había dicho que no estaban ante alguien normal. ¿Acaso había reducido su Retten a voluntad? Eso sólo tendría sentido si no hubiese querido ser detectado pero, en mitad de un combate, ¿qué necesidad tendría de hacerlo? ¿Quizás buscaba que le subestimasen? No. Ninguno de los dos lo había hecho durante el tiempo que llevaban de combate.

-Déjame adivinar. Estás intentando conocer el secreto de mi fuerza. Podrías invitarme a algo y te lo diría. La verdad es que no es nada del otro mundo.

-Entonces, ¿me lo dirás?

-¿Así? ¿Gratis? ¿En serio no me vas a invitar a nada?

-Quizás cuando te haya matado lo haga.

-¡Entonces no podré saborear nada! Por cierto, ¿has probado las colas de lagartija? Son un manjar.

El chico prefirió no contestar a esa pregunta.

-En resumidas cuentas, que no me vas a invitar a nada, ¿no? –continuó el apóstol- De acuerdo, te lo diré, pero porque sois mis invitados. Que conste que soy un buen anfitrión. Aunque hay mosquitos y ahora mismo refresca.

-¿Cómo es que alguien como tú sigue vivo?

-Bueno, como iba diciendo –dijo Thaddaeus, ignorando al joven-, lo cierto es que soy el que tiene el Retten más bajo dentro de los apóstoles. Si algo me caracteriza es que tengo mucha experiencia en combate.

-¡¿Qué?! –gritó Serah, quien también había estado escuchándoles- ¡¿Sólo eso?!

-Sólo eso.

Eso no les daba ninguna información. Era como decir que sabes cocinar porque has aprendido. Lo obvio. Pero, si lo que decía era verdad, ¿cuanta experiencia habría acumulado en combate como para no haber podido llegar a provocarle ni un rasguño?

-En cualquier caso, ¿qué piensas hacer, jovencita? Un paso en falso y él morirá.

-¡Cálmate, Serah! ¡Si te verdad pretende utilizarme como rehén no me matará!

Contrariando sus palabras, el hombre apretó el cuello de Ahren, a quien, poco a poco, empezó a faltarle el aire. En un intento de librarse, el joven intentó golpear con su brazo libre pero se encontraba en una mala posición como para que su acción tuviese algún efecto.

-No soy tan amable.

-¡Onii-chan! –gritó Serah, impotente y desesperada debido a su indecisión- ¡No! ¡Onii-chan!

 

Fue entonces cuando Thaddaeus observó al chico gesticular con los labios. Si había leído bien, acababa de articular dos palabras que le hicieron entender que algo iba mal: “Un... error...”.

 

En ese momento, apareció un círculo de luz alrededor de Serah, acumulándose un gran poder en su interior al mismo tiempo que pequeñas porciones de la superficie del suelo se levantaban lentamente en el aire. Segundos después, alas de ángel surgieron de su espalda y una energía de colores blanco y amarillo comenzó a concentrarse en su mano, con la que apuntó al vagabundo.

-Esto no me gusta –dijo el apóstol, esbozando una sonrisa irónica mientras aflojaba su agarre y liberaba a Ahren.

El joven, quien se sentía un poco mareado, estuvo a punto de perder el equilibrio, pero sabía bien que no era momento para algo así. Si no se daba prisa, todo quedaría reducido a cenizas.

 

Así pues, actuó con rapidez, lanzando sus pistolas restantes al suelo y corriendo hacia su hermana. Al entrar en el círculo de luz, éste le infligió heridas en varias partes de su cuerpo, sin embargo, no detuvo su avance.

Al final, justo cuando ya había acumulado suficiente energía para disparar, el chico la abrazó, logrando que reaccionase.

-Cálmate –dijo Ahren con tono suave-. Estoy bien. No pasa nada. Todo va a salir bien. Estoy aquí, Serah.

 

La energía en su mano desapareció a la vez que lo hicieron sus alas y el círculo de luz que la rodeaba. Una vez calmada la situación, ambos hermanos quedaron abrazados durante un tiempo ante la seria mirada de Thaddaeus, quien se agachó a recoger las pistolas.

-Gracias, Onii-chan. Ya estoy mejor.

-Ah... –suspiró Ahren, separándose de ella- Prometiste que no volverías a descontrolarte en una situación desesperada. Estoy seguro de que, si hubieses disparado, te habrías cargado la realidad alternativa de Mammon. ¿Qué diría ese “tío” si te viese así?

-Se enfadaría conmigo por romper mi promesa. No se lo cuentes, ¿vale?

-Tranquila. Sabía que no te sería tan fácil, y estoy acostumbrado a ser quien te calme, aunque últimamente haya dejado ese papel –sonrió.

 

Cuando se giró para encarar a Thaddaeus, se encontró con sus pistolas siendo lanzadas hacia él, cogiéndolas por acto reflejo.

-¿Por qué me las devuelves? –preguntó Ahren, sin entender el gesto.

-No lo sé. ¿”Soy honrado” te vale?

-Antes, cuando has visto el estado de Serah, has aflojado el agarre y me has liberado. Desde un principio, no pretendías matarnos, ¿verdad?

-Empezaba a hacer un poco de calor. No soy bueno con las temperaturas altas, así que he dejado que corra el aire entre tú y yo, ya sabes.

-Ésa es otra. Te haces el loco pero una vez entras en combate, tu personalidad cambia. ¿Quién diablos eres?

Haciendo aparecer de nuevo el remo, el apóstol le dio un par de giros y lo posó sobre su hombro.

-Si quieres saberlo, antes tendrás que vencerme...

 

Mientras tanto, más alejados, la lucha entre Asari y Simon continuaba, con la primera manteniendo las distancias mientras disparaba cada vez que veía oportunidad.

-¡¿Es que no sabes hacer otra cosa que huir?! –se quejó Simon, esquivando los ataques de la profesora.

 

Aquella táctica le permitía conocer mejor los movimientos de su contrincante. Era la manera más conveniente de luchar contra un enemigo del que sabía bastante poco. Esa era una de las bases que le había enseñado su maestro.

“Por lo que he podido observar, sus movimientos son rápidos pero no parece muy experimentado en combate. Aun así, no debería subestimarlo.”, pensó Asari a la vez que seguía retrocediendo, “Probaré a atacarle por sorpresa”.

 

Con esto en mente, disparó al suelo, fundiéndose con las llamas y teletransportándose detrás de su adversario. Posteriormente, apuntó a su espalda y lanzó una bala de fuego que se dividió en varias, golpeando diversas partes de su objetivo, que cayó al suelo, dejando de moverse. Con su arma todavía en alto, inspeccionó el cuerpo de su enemigo, buscando alguna señal de ataque, sin embargo no vio nada que supusiese un peligro.

-Será mejor que me asegure –dijo, disponiéndose a realizar otro disparo para rematar a su oponente.

 

De repente, el filo de una lanza atravesó su vientre por la espalda, provocando que la joven girase la cabeza hacia atrás, encontrándose con Simon.

-¿Cómo...? –preguntó, dándose cuenta, acto seguido, que el cuerpo del apóstol continuaba en el mismo lugar.

-Es complicado –respondió el joven, sacando la lanza de la espalda de la profesora, que se desplomó sobre el hormigón, dejando un charco de sangre debajo-, pero como bien dicen: un mago nunca revela sus trucos.

 

Tras esto, el apóstol se encaminó hacia su otro cuerpo, agachándose junto a él y tocándolo con una de sus manos. Inmediatamente después, ambos se unieron formando un único individuo, el cual, tras unos segundos, se levantó despacio, como si le doliesen los músculos del cuerpo.

-Ugh... ¿qué ha pasado? –fue lo primero que se le escuchó decir ante la atónita mirada de Asari.

Una vez incorporado, se dio la vuelta para encararla, extrañándose al principio por encontrarse a la chica herida. No obstante, su expresión no tardó mucho en volverse más serena, dejando escapar un suspiro.

-Ya veo. He perdido el conocimiento y ha vuelto a salir.

La profesora intentó también ponerse en pie, pero la sangre que había perdido la había debilitado considerablemente, consiguiendo alzar solamente el torso.

-¿A quien... te refieres...?

Manteniéndose en silencio, Simon se limitó a caminar hacia ella, lanza en mano.

-Alguien a quien no le tengo demasiado aprecio pero que, por desgracia, es mejor que yo en combate.

No entendía nada. ¿Una persona clavada a él que aparecía cuando perdía el conocimiento? ¿Se trataba de una proyección astral o algo así?

-No me gusta ganar por estos métodos pero no pienso desaprovechar esta oportunidad. Cumpliré mi misión y te mataré para dar un paso más hacia el reinado de mi señor Chronos. Adiós.

El filo de su lanza se precipitó sobre Asari, a quien, como una serie de diapositivas, se le pasaron por la mente recuerdos de cuando todavía vivía su maestro. Los momentos más felices de su vida. Con todo ello, lo que con más intensidad se le presentó fue una frase que le repetía cada vez que se metía en problemas: “Conserva la vida que te he dado”...

 

Había empezado a llover. Una niña de entre once y doce años andaba atropelladamente sobre una llanura, con ropa andrajosa y pelo estropeado. Llevaba días sin comer nada y el agua que había bebido procedía de un charco sucio y lleno de insectos, algo que le había dado igual debido a la sed que había acumulado. Se sentía muy débil, apenas podía levantar sus huesudos brazos y sólo dar un paso llevaba gran parte de su energía vital. Sus padres no le habían enseñado a sobrevivir en mitad de la nada. En una ciudad habría podido robar algo para comer pero allí sólo había hierba mojada y árboles sin frutos comestibles. Incluso si ahora los encontrase, ni siquiera podría trepar para llegar hasta ellos.

 

Finalmente, no pudo más y cayó sobre el barro. No tenía fuerzas para llorar. Lo único que deseaba era dormir pero sabía bien que si lo hacía, no volvería a despertar. Pese a ello, sus párpados pesaban muchísimo y su cuerpo ya no le respondía. “Quiero vivir”, pensó, tratando de darse valor, “Quiero vivir”, repitió una y otra vez hasta que su mente se quedó en blanco y terminó cerrando los ojos, durmiendo por última vez.

 

Todo era oscuro, y no sentía nada. Justo como lo había imaginado. Pero hubo algo con lo que no contaba en aquel lugar vacío. Una voz. Una voz que la llamaba.

No reconocía esa voz pero era agradable. Quizás fuese Dios, que había venido a por ella. Nunca había sido religiosa. No había tenido tiempo de pensar en ello a lo largo de su corta vida pero si, como decían los mayores, existía, entonces debía de ser su voz.

 

Queriendo llegar hasta él, el sonido se hizo cada vez más y más fuerte hasta que, antes de poder darse cuenta, la oscuridad fue sustituida por una luz muy brillante que le hizo abrir los ojos.

 

De repente, ya no estaba en ese lugar oscuro, sino frente a frente con un techo de madera.

Extrañada, levantó la cabeza y miró a su alrededor, encontrándose con una pequeña habitación con una mesita de noche artesanal hecha del mismo material que el techo, y una cama sobre la que se hallaba acostada. Además, había varias velas distribuidas por todo el cuarto, iluminándolo.

-¿Dónde estoy...? –fue lo primero que alcanzó a decir, sorprendiéndose a sí misma con su propia voz.

 

Quizás, aquella fuese la casa de Dios o su habitación en el cielo. Nunca había escuchado como era el cielo, así que no tenía ni idea de que esperar en él. Puede que si salía por la puerta, encontrase a Dios esperándole para enseñárselo.

Con esta idea en mente, la chica se encaminó hacia ella y, justo cuando estaba a punto de abrirla, alguien lo hizo desde el otro lado.

-¡Oh! Parece que ya has despertado.

La voz que le habló era la misma que había escuchado en la oscuridad. Iba encapuchado de arriba abajo, viéndose únicamente unos dedos anormalmente largos y de color verde que provocaron que la niña diese varios pasos hacia atrás.

-Tranquila. No te asustes. Mi nombre es Baal, ¿cuál es el tuyo pequeña?

Dudó en decírselo. No le sonaba de nada el nombre de Baal. Quizás fuese un amigo de Dios pero tenía un aspecto muy extraño, y su madre siempre le había dicho que no confiase en desconocidos.

-Mm... Supongo que necesitas más tiempo... Volveré más tarde. ¿O prefieres que te enseñe la casa? –propuso Baal, haciéndose a un lado para que pasase la pequeña.

Ella, tímidamente aceptó, saliendo de la habitación pero manteniendo una distancia prudente con el encapuchado.

 

Lo que vio conforme fue avanzando no era diferente de una vivienda de madera antigua: una cocina con una pila para fregar la vajilla, un horno de metal en cuyo interior se acumulaban brillantes brasas y una mesa en el centro junto a la que se encontraba una solitaria silla; además de un aseo en el que se utilizaba un barreño para lavarse las manos, con una bañera de madera y un urinario donde las deposiciones iban a parar a un profundo hoyo situado debajo de la residencia. Ambas habitaciones, así como los pasillos, con ventanas en las paredes. Cuando por éstas no entraba luz que iluminase el interior, se encargaban de ello varias velas colgadas del techo o distribuidas por algunas zonas de las habitaciones, algo muy conveniente en el dormitorio, teniendo en cuenta que en éste no había ventanas.

-Siento que no sea gran cosa. Siempre he vivido aquí solo así que... –se disculpó Baal mientras observaba la expresión de la pequeña, a quien no parecía importarle lo más mínimo.

-¿De dónde sacas el agua para lavarte?

-¡Ah! ¡Cierto! ¡Ven conmigo! Te lo mostraré.

 

Dicho esto, los dos se encaminaron hacia una puerta que llevaba al exterior. Al salir, les recibió un pequeño jardín en el claro de un bosque. Flores y plantas de distintos tipos y colores se organizaban en parcelas de tierra separadas por un estrecho sendero, lo suficiente como para dejar pasar a una persona.

Al llegar a cierto punto del sendero, Baal señaló a lo lejos con uno de sus largos dedos.

-¿Ves ese río de allí?

Girando la cabeza hacia el lugar indicado, la pequeña vislumbró entre los árboles una corriente de agua que cruzaba el bosque. Debía de situarse a unos doscientos metros de la casa.

-Observa –dijo el encapuchado mientras juntaba sus manos y, pocos segundos después, las abría para dejar ver una acumulación de agua flotando en el aire como por arte de magia. Tras esto, se acercó a una de las parcelas con flores y dejó caer el líquido lentamente.

-¡¿Cómo has hecho eso?! –preguntó la niña, sorprendida.

-Puedo teletransportar cualquier cosa siempre y cuando no supere un límite de tamaño y peso, y no se encuentre a mucha distancia.

-¡¿Me puedes enseñar?! –su rostro emanaba curiosidad por todos sus poros.

-Bu-bueno, no será fácil... pero creo que podrás aprenderlo...

-¿Me lo prometes?

-Sí, te prometo que te enseñaré.

-¡Bien! –exclamó ella, dando saltos de alegría. Sin embargo, una vez se dio cuenta de algo, detuvo su euforia-. Dime, ¿estoy muerta?

-¡¿Qué?! ¡No! –se extrañó Baal.

-Entonces, ¿esto no es el cielo?

-¿El cielo? ¡Ja! ¡Más quisiera el cielo!

La niña inclinó la cabeza, confusa.

-Ejem... Quiero decir que no, no es el cielo. Es cierto que cuando te encontré moriste pero... bueno, como sea, te salvé y te traje hasta aquí... –dijo el encapuchado sin saber qué palabras usar para que lo entendiese.

-Ya veo. Entonces... estoy viva... –como si no terminara de creérselo, observó sus huesudas manos y piernas, tocándose la cara varias veces para sentir el tacto de sus dedos y mejillas. Posteriormente, alzó la cabeza hacia Baal y sonrió-. Gracias por salvarme.

Él se quedó unos instantes sin saber que contestar. Aquella sonrisa había sido algo inesperado que le había desarmado por completo.

-N-no hay de qué...

-Por cierto, tengo hambre –cambió de tema la niña.

-¡S-sí! ¡Por Satán, ¿cómo se me puede haber olvidado algo así?! ¡Vamos dentro, te prepararé algo!

-¡Vale!

De repente, ella le cogió la mano, algo que hizo que Baal no supiese cómo reaccionar.

-Me llamo Izumi, Asari Izumi."

38: Capítulo 38 - El valor de una vida
Capítulo 38 - El valor de una vida

Dicen que una de las secuelas que puede dejar la maldición de un demonio o un ángel es que pierdas los recuerdos sobre lo que te ha sucedido antes de morir. En el caso de Asari, ella había sido consciente de que algo le había ocurrido, tomando la creencia de que estaba muerta. Y, al cabo de un tiempo, todo lo acontecido hasta el momento de su “muerte” llegó a ella de repente, incluido el motivo por que el que había vagado en soledad durante tantos días: el abandono de sus padres, quienes, al no poder mantenerla la habían dejado a su suerte en un lugar apartado a fin de que no pudiese volver hasta ellos.

-Así que para ellos era como un perro. En cuanto vieron que no podían cuidarme me abandonaron... –fue lo que dijo poco después de recuperar la memoria.

 

Por suerte para ella, Baal se había convertido en el sustituto de sus padres, y no necesitaba a nadie más a su lado. Los años que llevaba con él habían sido los mejores de su vida, sin falta de comida, agua o cariño. Para nada le importaba el hecho de que, fuese un demonio o de que estuviese buscado por los humanos.

-¿Para qué te buscan?

-Para matarme –contestó Baal una vez Asari le preguntó.

-¿Es que has hecho algo malo?

-Supongo que, desde su punto de vista, sí. Digamos que ser un demonio es algo que ellos consideran malo.

-¿Por qué?

-La verdad es que no sabría contestarte a esa pregunta. En cualquier caso, es lo de menos, lo importante es que aquí estamos seguros y no tenemos que preocuparnos de ellos.

Aun así, ella no podía evitar sentirse preocupada cada vez que el demonio salía de casa, pensando que quizás le descubriesen pese a que siempre iba cubierto y utilizaba su poder para pasar desapercibido.

 

La joven nunca había llegado a saber que había debajo de la vestimenta que apenas dejaba ver su cuerpo. No podía evitar sentir cierta curiosidad pero había decidido no invadir su privacidad.

 

En cualquier caso, lo que probablemente más la perturbaba, eran sus propios sentimientos hacia Baal. Entrada en la adolescencia, había comenzado a verlo como algo más que un padre: como un salvador. Habiendo conocido únicamente el amor por algunos libros que le había traído el demonio, y que tocaban el tema de manera superficial, se sentía confusa, además de verse agravadas sus preocupaciones por la seguridad de su padre.

 

Un día, la joven se hallaba practicando con su rifle sobre dianas que ella misma había fabricado. Aunque Baal había intentado enseñarle teletransportación, aprovechando el poder adquirido al estar maldita, sólo había conseguido utilizarlo sobre sí misma, pudiendo desplazarse unos pocos metros. Esto habría deprimido a Asari de no ser porque también había conseguido hacer aparecer un rifle francotirador, en cuyo manejo había centrado su entrenamiento.

 

Ese día, su padre apareció por la puerta de la casa en la que vivían, atravesando el jardín y dirigiéndose hacia el lugar en el que entrenaba.

-He de irme a hacer unos recados.

-¿Cuándo vas a dejar que me encargue yo? –preguntó Asari, deteniéndose en sus quehaceres.

-Ya te dije que cuando cumplas los dieciocho. Falta poco para ello, así que se una buena chica y espera hasta entonces. Además, primero empezarás acompañándome a mí antes de que empieces tú sola.

-Pero... yo soy humana... hay menos posibilidades de que vayan a por mí, ¿no?

-Al estar maldita, tienes Setten corriendo por tu cuerpo. Si no sabes cómo ocultarlo, los humanos te encontrarán y te matarán independientemente de que seas humana o no.

-He estado entrenando para ocultar mi Setten. Estoy segura de que puedo pasar desapercibida.

-Hasta que yo no sea capaz de detectarte no te dejaré vagar sola fuera del bosque.

-Te preocupas demasiado...

-Por supuesto que lo hago –el demonio se acercó y la abrazó-. Eres mi hija, Izu.

 

Izu. Ni siquiera tenía recuerdos de sus verdaderos padres llamándola de esa manera. Cada vez que lo hacía se sentía reconfortada.

-No creas que te vas a salir con la tuya por llamarme así –respondió ella.

-Siempre me salgo con la mía –comentó él, separándose de Asari y disponiéndose a marcharse-. Volveré al mediodía.

-¡Más te vale! ¡O no habrá plato para ti en la mesa! –exclamó, justo antes de verle desaparecer.

 

Exhalando un largo suspiro, decidió continuar disparando a las dianas. Si bien era cierto que deseaba empezar a salir del bosque, no pretendía desobedecer las órdenes que se le habían dado. Al fin y al cabo, si durante los, aproximadamente, seis años que llevaba allí, no había pasado nada, lo mejor era no hacer algo que pudiese alterar la paz de la que disfrutaban.

 

Fue en ese momento cuando escuchó un sonido entre los árboles que la alteró, provocando que apuntase hacia el foco del sonido con el cañón de su rifle. A primera vista no divisó nada, pese a ello, recordó lo que le habían explicado en caso de que un desconocido llegase hasta la casa: correr a refugiarse y apuntar desde allí con su arma. Así pues, dirigiéndose hacia el estrecho camino del jardín, llegó hasta la puerta y la abrió, apostándose en la entrada de cuclillas mientras mantenía su punto de mira sobre los árboles.

 

Debió de pasar como un minuto entero, con la respiración agitada, hasta que observó otro movimiento detrás de uno de los troncos. Mostrándose el cuerpo de una niña que avanzó dos pasos hacia el claro antes de caer al suelo como un peso muerto, sin mostrar signos de volver a levantarse.

 

Sorprendida, Asari, apartó la vista de la mirilla de su rifle, expandiendo su campo de visión e intentando vislumbrar a algún otro ser vivo que pudiese estar acompañándola, no obstante, nada más hizo acto de presencia.

 

De esa forma, decidió levantarse y comenzar a andar muy despacio hacia la pequeña, siempre vigilando sus alrededores. Cuando llegó hasta allí, se dio cuenta de que debía de tener más o menos la misma edad que ella cuando la encontró Baal, puede que incluso menos. Su vestimenta, no obstante, estaba en mejor estado, consistiendo ésta en una camiseta de color rojo y una falda blanca machada por la tierra. Tenía el pelo de color negro, llegándole hasta los hombros y no alcanzaba a verle la cara ya que la mayor parte de ella se encontraba hundida en la hierba.

 

Con cuidado, se agachó para mirar si tenía pulso, comprobando que tan sólo estaba inconsciente. También pudo notar una delgadez considerable en sus brazos y piernas, así como en la parte visible de la cara.

 

La pregunta era: ¿cómo había conseguido llegar hasta allí? Toda la zona estaba llena de trampas y alarmas conectadas al Setten de Baal de forma que, si cualquier humano se acercaba demasiado a la casa, el demonio sabría de su existencia, teletransportándose enseguida, de ser necesario. Sin embargo, no se había dado el caso, ya que habían pasado varios minutos y seguía sin aparecer.

 

En ese instante, Asari, quien cacheaba a la niña para comprobar la existencia de cualquier anormalidad u objeto extraño, palpó un pequeño saliente en el centro de su cabeza. Al apartar el cabello, se dio cuenta de que se trataba de un cuerno. Aquella niña era una demonio.

-Por eso las trampas no la han detectado, ¿eh? Sólo se pusieron para humanos ya que ni siquiera pensó en la idea de que un demonio significase una amenaza. ¿Qué debería hacer? Parece deshidratada y mal nutrida... –se preguntó a sí misma levantando la mirada hacia el bosque y desplazándola de nuevo hacia la pequeña. Aunque no tenía claro si sería buena idea llevarla al interior de la casa sin el permiso de su padre, Asari no podía dejarla allí. Además, teniendo en cuenta que se trataba de una demonio, dudaba que existiese algún peligro, por no decir que era una niña.

-¡Agh! –profiriendo un grito de rabia por su propia indecisión, zanjó la situación cogiéndola con uno de sus brazos y encaminándose hacia su hogar.

 

Una vez hubo vuelto Baal, sujetando una caja de cartón de mediano tamaño, con tapadera de color rosa y cuerpo cian, adornado con líneas del mismo color que ésta; abrió la puerta y se encontró a Asari en el pasillo, quien iba en dirección al dormitorio llevando un plato con comida.

-¿Huh? ¿Tienes planeado comer hoy en el dormitorio? –preguntó el demonio, extrañado.

Mirando el plato con cara de circunstancias, la chica bajó la cabeza.

-¿Me prometes que no te vas a enfadar? –preguntó tímidamente.

 

Así pues, lo llevó hasta la habitación, donde, sobre la cama, descansaba la niña. Cerca había dos recipientes de cerámica, uno más pequeño, utilizado para beber, y otro más grande, que servía para llenar el primero. La demonio tenía los ojos cerrados pese a que ya había recuperado la consciencia, no obstante, los abrió una vez se acercaron los otros dos inquilinos de la casa.

 

Su primera reacción al ver a Baal fue la de echarse hacia atrás asustada, pese a que la cabecera de la cama no se lo permitía.

-Tranquila –dijo Asari, con voz amable y mientras le presentaba el plato de comida-. Él es un demonio al igual que tú. No te hará daño.

Por su parte, Baal le echó un vistazo rápido, como queriendo confirmar las palabras de su hija.

-La vi salir de entre los árboles. Estaba deshidratada y tenía hambre, así que decidí ayudarla. Sé que es una desconocida pero... pensé que, siendo una demonio, no habría nada de malo... –explicó mientras intentaba analizar la reacción de Baal, guiándose por sus movimientos más que por otra cosa.

Entonces, él levantó una de sus manos y la posó sobre la cabeza de la chica.

-No... no pasa nada... aunque después me gustaría hablar contigo, Izu –dijo antes de marcharse de la habitación, dejando a Asari sin estar segura de si realmente se lo había tomado bien o mal.

 

Después de que la niña demonio terminase la comida y se quedase dormida, la adolescente se encaminó hacia la cocina con el plato vacío. Allí, la esperaba su padre.

-¿Qué querías decirme?

-Antes de nada, déjame decir que no estoy molesto o enfadado porque la hayas traído aquí. Es más, creo que hiciste lo que debías. Sin embargo, no creo que podamos mantenerla durante mucho tiempo.

-¿Por qué? Es sólo una niña.

-Lo sé, pero no sabemos de donde procede. Quizás haya tenido contacto con humanos y la hayan seguido hasta aquí.

-Lo mismo podrías haber pensado de mí cuando me recogiste, ¿verdad?

-Eso... es diferente...

-¿Por qué?

-...

-¿Es por qué tú no estabas ahí? ¿Porque no pudiste asegurarte de que no hubiese enemigos que la siguiesen? Baal, por favor, confía más en mí. Sé que todavía soy inexperta pero ya soy capaz de luchar y de defender este lugar.

-Tienes razón, Izu, pero no sabes de lo que son capaces los humanos.

-Incluso así... dejarla a su suerte... me parece demasiado cruel...

Ambos se quedaron en silencio durante unos segundos, sin tener claro hacia donde llevar la situación.

-De acuerdo –dijo Baal-. Hagamos una cosa. Te encargarás de cuidar de ella y vigilarla. Si al cabo de una semana eres capaz de asegurarme que no va a pasar nada, entonces podrá quedarse.

-¿Lo dices en serio?

-Por supuesto. Confío en ti, Izu.

-Gracias –contestó la joven, alegremente.

-Y recuerda lo que siempre te digo...

-“Conserva la vida que se te ha dado”. Lo sé. Si has dicho que confías en mí, demuéstralo un poco más –replicó

-Lo siento...

 

Al día siguiente, Asari se encontraba junto a la pequeña demonio, enseñándole el jardín. Puesto que estaba mejor, pensó que sería bueno que le diese el aire y ejercitase las piernas a fin de no perder movilidad. Algo tranquilo como un paseo por el claro funcionaría.

 

Baal había vuelto a salir ya que necesitaban más alimentos antes de que llegase el invierno, más si iban a tener otra boca que alimentar.

 

Por su parte, la niña no era muy habladora. De hecho, no decía nada pese a los esfuerzos de la chica por intentar entablar una conversación con ella.

-¿Te gustan las flores? –preguntó señalando las que había en el jardín, a lo que ella contestó observándolas con cierta indiferencia.

Asari pensó que quizás necesitase algo de tiempo para adaptarse tanto al entorno como a ellos. De todos modos, no tenía muy claro que hacer para facilitar el proceso.

 

De repente, se dio cuenta de que la pequeña miraba al bosque con curiosidad. No parecía haber nada en él, aun así, no apartaba la vista de los árboles.

-¿Te apetece que vayamos al bosque? Aunque tienes que saber que tengo prohibido salir de él. ¿Te parece bien?

La demonio asintió, dándole algo de tranquilidad al ver que, por lo menos, reaccionaba a lo que decía.

 

Así pues, las dos se adentraron en el bosque, y llegaron hasta el río.

-Aquí la corriente no es muy fuerte. Mm... ¿te apetece bañarte? –preguntó de manera casual, a lo que recibió un segundo asentimiento.

-¡Bien!

Acto seguido, la joven se desnudó, ayudando a la pequeña a hacer lo mismo. Al quitarle la camiseta observó que tenía varias cicatrices en el torso y una en el cuello.

-¿Cómo te hiciste esto? –preguntó, acariciándolas suavemente con expresión de preocupación.

Al sentir el contacto, ella apartó, rechazando a Asari y cubriéndose con ambos brazos.

-¡Ah! ¡Lo siento! Si es algo de lo que no quieres hablar no te obligaré a hacerlo.

 

Tras un incómodo silencio, la demonio volvió a permitir que continuase desvistiéndola. Una vez hecho, ambas se introdujeron en el agua poco a poco.

-¡Está fría! –exclamó Asari, quien levantó el pie por la sorpresa antes de volver a meterlo en el agua.

Al contrario que a ella, a su compañera no parecía importunarle la temperatura del río. De hecho, se la veía muy relajada, provocando que Asari se preguntase si ya estaba acostumbrada a ese tipo de cosas.

-Si es así, es posible que esto le ayude a ganar más confianza y decida hablar conmigo –murmuró, contenta.

 

Durante aproximadamente una hora, disfrutaron del baño al aire libre. Sin embargo, en cierto momento hubo algo que la desconcertó.

La niña se había detenido en un punto concreto del río, mirando las piedras y sedimentos bajos sus pies. Entonces se agachó y alargó la mano como si pretendiese coger algo, llegando a zambullirse para poder tocar el suelo. Posteriormente, volvió a su posición original y continuó nadando como si nada hubiese sucedido.

-¿Algún tipo de juego? –le preguntó Asari, a lo que ella contestó afirmativamente mediante gestos, señalando con el dedo a su espalda. Cuando se giró, la joven observó un movimiento entre los árboles que la hizo levantarse e invocar su rifle, apuntando al frente. Sin embargo, quien apareció no fue un enemigo, sino su padre.

-¡Ah! ¡Estabais aquí! ¡Os estaba buscando!

-¿Baal?

-Os estáis dando un baño, ¿eh?

 

En ese momento, se dio cuenta de que estaba completamente desnuda, respondiendo mediante una lluvia de disparos hacia el demonio mientras su cara se enrojecía por la vergüenza.

-¡Fuera de aquí!

-¡Pero, ¿qué pasa?!

-¡Fuera! ¡Fuera! ¡Fueraaaaaa!

 

Tiempo más tarde, los tres se encontraban junto a la mesa de la cocina. Baal, con una sonrisa irónica en su rostro; Asari, molesta; y la niña, ausente, con la mente, aparentemente, puesta en otra cosa.

-Vamos, vamos, no ha sido para tanto. Cuando eras más pequeña no le dabas importancia a que te viese desnuda.

-¡Tú lo has dicho! ¡Cuando era pequeña! ¡Ahora es diferente!

-Ya veo. Debe de ser lo que llaman “la edad del pavo”...

-¡Que no es eso! –gritó la joven, alzándose de la silla y golpeando la mesa con las dos manos.

-¡Vale! ¡Vale! ¡Lo siento! ¡Culpa mía! –respondió el otro, levantando las manos en señal de rendición.

 

Después de que su hija volviese a sentarse, Baal exhaló un profundo suspiro, aliviado de que las cosas se hubiesen calmado un poco.

-Dime... Baal... ¿Qué... piensas de mí? –dijo Asari, desviando la mirada hacia un lado.

-¿Que qué pienso de ti? Bueno, pues que eres una chica obediente, trabajadora, responsable...

-No me refiero a eso...

-¿Entonces?

-Verás... –conforme avanzaba la conversación, se ponía más nerviosa- ¿Qué... opinas de mí... como... m-m...?

-¿M...?

-¡¿Qué opinas de mí como mujer?! –soltó de golpe, cerrando los ojos cono si pretendiese esconderse de su mirada.

-Ah... –confuso por no entender el porqué de la pregunta, aunque comprendiendo su significado, el demonio tamborileó con los dedos en la mesa- Yo... nunca me había planteado algo así... quiero decir, sólo te veo como a una hija así que...

-Ya veo... –dijo la joven, bajando los hombros-. Verás... es que...

Quería decirle que ella sí que sentía algo, pese a no estar segura de sus sentimientos, sabía que estos iban más allá del amor familiar. Si era así, sólo se le ocurría una respuesta pero no se atrevía a decírsela. Puede que porque sabía que no serviría para nada, o por no tener claro ni lo que ella misma quería. En cualquier caso, no podía expresarlo.

-Me voy al dormitorio.

-¿Izu?

Sin decir nada más al respecto, se marchó junto a la niña. Desde ese día, la relación entre ambos fue más distante de lo que jamás había sido durante sus años juntos.

 

A lo largo de la semana, Asari continuó dando pequeños paseos por el bosque con la pequeña demonio. Le daba la sensación de que, poco a poco, no sólo estaba consiguiendo animarla sino también que se abriese más a ella. Incluso si seguía sin mediar palabra, mostraba interés en que le hablase más sobre el lugar en el que vivía. No obstante, a veces creía ver en ella una tristeza que no alcanzaba a comprender.

 

Así pues, pasaron los días y llegó el cumpleaños de Asari. Al igual que otras veces, los tres se encontraban comiendo en la cocina, en silencio, sin siquiera hacer referencia a la importancia del día.

-Oye, Izu... –dijo Baal, dando el primer paso para cambiar aquella incómoda situación- ¿Estás enfadada conmigo?

-No...

Y era la verdad. No es que estuviese molesta con el demonio, sino que tenía miedo de que sus sentimientos fuesen a más y llegasen a ser descubiertos.

-Entonces, ¿por qué estás así?

-Eso es algo que no puedo decirte –levantándose de la mesa, Asari se dispuso a marcharse de la habitación-. No tengo más hambre –indicó dirigiéndose hacia el exterior de la casa, habiendo dejado parte de su comida encima de la mesa.

-¡Izu! –exclamó Baal. Sin moverse de su sitio, el demonio giró la vista hacia el lado. Descansando sobre el suelo, estaba la caja rosa y cian.

 

Asari, pateó la hierba, irritada. ¿Realmente era eso lo que quería hacer? Fue lo que se preguntó justo cuando varias figuras se adentraron en el claro, sorprendiéndola.

Al momento, hizo aparecer su rifle y apuntó a uno de ellos, no obstante, una especie de red se le echó encima, no sólo haciendo desaparecer su arma sino ajustándose a su cuerpo de manera que impidió cualquier movimiento por su parte, haciéndola caer a tierra.

 

Los individuos se acercaron entonces a ella. Debían de ser unos cinco o seis pero llevaban consigo artilugios que no había visto nunca. Por su aspecto, diría que se trataba de humanos.

-¡Comprobad la presa! –gritó uno de ellos, mientras otros dos la forzaban a levantarse y la miraban de arriba abajo como si fuese un monumento.

-Es la humana de la que nos habló.

-¡Mierda! Bueno, no hay mal que por bien no venga, quizás la podamos usar como rehén para atraer al demonio –tras esto, hizo una señal para que avanzasen hacia la casa, situándose enfrente, a una distancia prudente. Asari intentó por todos los medios volver a invocar su rifle, sin embargo no lo conseguía, como si hubiese perdido esa capacidad.

-Ni lo intentes, guapa. Esta red está hecha para evitar que pueda utilizar Setten, así que tus poderes demoniacos no sirven para nada –le explicó otro de ellos.

-¡Demonio! ¡Tenemos a la humana! ¡Sal de tu guarida y te prometo que no le haremos daño!

 

Poco después, Baal abrió la puerta. Llevaba en sus manos la caja y a su lado se situaba la pequeña demonio.

-Así me gusta. Que seas rápido.

-¿Cómo habéis conseguido entrar? –preguntó Baal.

-Pregunta que como hemos conseguido entrar –dijo el que estaba manteniendo la conversación con él, mientras se giraba hacia sus compañeros, quienes rieron socarronamente-. ¡Esa niña que está a tu lado sabrá contestarte, ¿verdad?!

Asari fijó su mirada en ella, quien, con expresión triste, habló por primera vez desde que la conocía.

-Yo fui quien les reveló vuestra posición y quien desactivó las trampas que impedían el paso a los humanos.

-¿Quien desactivó las trampas? –murmuró Asari, mientras recordaba el momento en que la vio agacharse en el río- Así que por eso querías ir al bosque...

-¿Por qué lo hiciste? –preguntó Baal.

-Ellos... tienen presa a mi familia... amenazaron con vender sus órganos si no les conseguía algo mejor. Después de vagar sin rumbo fijo conseguí llegar a este claro y os encontré. Les avisé entonces de que estabais aquí pero no podían adentrarse en el bosque debido a tus trampas...

-Así que las desactivaste para ellos. Sí, me hago una idea. Ya que son trampas para humanos, sólo otro demonio sería capaz de hacerlo. Aun así, tienes que ser muy hábil para conseguirlo.

-Lo siento.

-No te culpo. ¡De acuerdo! ¡Vosotros soltáis a la chica y yo me voy con vosotros! ¡Si eso es lo que queréis, no tendré problemas en cumplirlo!

-¡¿De qué estás hablando, Baal?! ¡¿Crees que voy a dejarte hacer algo así?! –gritó Asari.

-¡No tenemos otra opción! ¡¿O acaso puedes hacer algo al respecto, Izu?!

Tenía razón. En la posición en que se encontraba, sólo conseguiría empeorar las cosas si intentaba hacer algo sospechoso. Pero no podía dejar que se lo llevasen.

-Antes de nada, necesitamos saber en qué consisten tus habilidades. Al fin y al cabo, el trato era que le devolveríamos a su familia si resultabas ser de mayor utilidad que ellos. Esa cría, por ejemplo, la dejamos vivir porque podía absorber el Setten de otros demonios. Eso fue lo que le permitió desactivar tus trampas. ¿Qué puedes ofrecernos tú?

-Mis habilidades se basan en la teletransportación, tanto mía como de otros seres u objetos. Asimismo, y como ya habéis podido ver, soy capaz de dejar mi Setten en un punto concreto y utilizarlo para establecer una trampa cuya duración se corresponde con mi propia vida.

-¡Oh! ¡Eso es interesante! Demuéstranos lo del teletransporte ¡Ya sé! Teletransporta a esa cría hasta ahí -dijo señalando un punto más alejado.

-¿Estás conforme con ello? –le preguntó Baal a la demonio.

-Sí. Adelante.

Instantes después, Baal hizo que la pequeña desapareciese, volviendo a aparecer en el lugar que había señalado el humano.

-¡Genial! ¡Esto sí que es interesante!

-Entonces, ¿liberaréis a mi familia? –preguntó la demonio, esperanzada.

-No –conforme decía esto, la niña explotó, convirtiéndose en una bola de fuego y humo que hizo que los presentes se cubriesen instintivamente con los brazos.

-¿Q-qué... diablos ha pasado...? –consiguió preguntar Asari. Donde había estado la demonio, ahora sólo quedaban partes de su cuerpo quemadas y esparcidas por zonas cercanas..

-¡Uf! ¡No esperaba que tuviese tanta potencia! Deberíamos haberle implantado más bombas, habría sido divertido verla desintegrarse –soltó uno de ellos entre risotadas, acompañado por los demás.

-¿Le... implantasteis una bomba...? –la joven recordó las cicatrices que tenía cuando la desnudó.

-No sólo eso. También le implantamos un microchip para saber donde estaba a todas horas. Así supimos su posición una vez nos avisó sobre vosotros.

-Es horrible... –dijo Asari con lágrimas en sus ojos- ¡Maldita escoria! ¡Deberíais morir todos!

-Tranquila, gatita. Ya no nos servía. No necesitaremos desactivar trampas si tenemos a tu amiguito para teletransportarnos a un sitio donde no las haya, ¿no crees?

-Entiendo. Así que no planeabais dejar en paz a Izu si me iba con vosotros, ¿verdad? –dijo Baal.

-La vamos a necesitar para mantenerte bajo control. Además, teniendo en cuenta sus poderes, hasta podría sernos útil de alguna forma. De todos modos, tampoco nos importa mucho si te niegas y la acabamos matando. Aunque sea una pena, ya conseguiremos otro demonio que podamos vender o utilizar.

-¿Ves de lo que hablaba, Izu? Cuando te dije que no sabías de lo que eran capaces los humanos, me refería a esto. Lo único bueno que puedo decir al respecto, es que ellos tampoco saben de lo que somos capaces nosotros.

 

De repente, los dos que tenían cogido a Asari desaparecieron, dejando desconcertados a los demás.

-¡Disparad! –ordenó el portavoz mientras apuntaban a la adolescente con extrañas varas. No obstante, nada más salir una especie de bola eléctrica de sus extremos, ésta desapareció, apareciendo seguidamente a su espalda e impactando contra ésta, logrando lanzarlos contra el suelo.

-Ese traje no os protegerá de todo... –dijo Baal.

Entonces, se teletransportó detrás de uno de ellos, cogiéndole de la cabeza y rompiéndole el cuello. Tras esto, apareció frente a otro que se estaba levantando, golpeándole con la rodilla en la nariz y dibujando con la mano un símbolo sobre su cabeza. Volviendo a teletransportarse detrás de otro que ya había conseguido levantarse, lo empujó contra el anterior, momento en el que el símbolo en su cabeza brilló con intensidad y ambos se vieron envueltos en una columna de fuego que los incineró.

 

Quedando sólo uno en pie, éste apuntó con su vara al demonio, pero justo cuando estaba a punto de disparar, los dos que habían desaparecido, cayeron desde el cielo justo encima de él, estampándose contra el suelo con un sonoro crujido de huesos.

 

Finalmente, Baal se acercó a Asari y la liberó de la red. Ella le abrazó, en una mezcla de alegría, miedo y tristeza.

-Gracias –dijo entre sollozos.

-¿Estás bien? –preguntó el demonio.

-No mucho pero me alegra ver que por lo menos tú sí lo estás.

Ambos miraron el lugar en el que antes había estado la niña.

-Será mejor que me deshaga de los cuerpos. Tú entra en casa.

-¡No! Te ayudaré...

-¿Estás segura? –preguntó Baal sin estar convencido del estado mental de ella.

-Sí, lo estoy.

Asintiendo, el demonio se encaminó hacia uno de los cuerpos cuando vio en el suelo la caja que había llevado consigo. Cogiéndola, la observó dubitativo. Fue entonces cuando, sin previo aviso, uno de los humanos le disparó por la espalda, atravesándole el lado izquierdo del pecho.

-¡Baal! –exclamó Asari, haciendo aparecer su rifle y disparando a la cabeza del atacante, eliminándolo en el acto. Posteriormente, se acercó a su padre, sujetando su cuerpo con las manos.

-Bill, ¿habéis terminado ya con el trabajo? ¡Os estamos esperando!

Exaltada por el repentino sonido, se giró hacia otro de los humanos.

-¡No puede ser! ¡¿Un comunicador?! –dijo ella.

-¡Bill! ¡Contesta!

Sin saber qué hacer, la joven cogió a Baal y se lo echó a la espalda como mejor pudo.

-Vamos a salir de ésta. Ya lo verás –dijo, echando a andar hacia el bosque.

-¡Bill! ¡Parece que le ha pasado algo! ¡Vamos a entrar! –fue lo último que se escuchó.

 

Pese a su intentó por moverse rápido, le costaba mucho hacerlo con un peso extra. Incluso si conocía mejor el bosque que ellos, no tardarían en ganarle terreno si continuaba a ese ritmo.

-¡Vamos! ¡Vamos! –se oyó a lo lejos.

-Si al menos supiese cómo teletransportarme a mayor distancia, podríamos salir de aquí enseguida. ¡Uah! –tropezando, cayó al suelo en una bajada, rodando tanto ella como Baal hasta chocarse contra el tronco de un árbol.

 

Quejándose por el dolor, la chica se levantó como mejor pudo, buscando a su padre con la mirada. Tras divisarlo a pocos metros de distancia corrió hacia él, agachándose para levantarlo.

-Baal, dime que sigues conmigo, por favor –dijo la chica, alterada.

-Izu...

-Menos mal. Venga, sólo tienes que aguantar un poco más. Una vez salgamos de aquí, encontraré una manera de curarte.

-Izu...

-Necesito una manera de detener la hemorragia. ¡Maldita sea! ¡¿Por qué no se me ha ocurrido antes?! ¡Ya sé! ¡Utilizaré mi camiseta! ¡Sé que no servirá de mucho pero, al menos, hasta que...!

-Izu, por favor... déjalo...

Deteniéndose, observó la mano de Baal que se posaba sobre su brazo.

-¿Qué... quieres decir...?

-No voy a salir de ésta...

-¿Qué estás diciendo? Va-vamos, seguro que si lo intentamos...

-No... lo mejor es que me dejes aquí y te salves tú...

-¡No puedes pedirme eso! ¡¿Cómo quieres que me marche y te deje morir aquí?! –la desesperación empezaba a notársele en el tono de voz. Le temblaban las manos.

-Entonces no te lo pediré... déjame aquí y vete... es una orden.

-¡¿Qué te da derecho a darme órdenes?!

-Ser tu padre...

-¡Eso no es justo!

-Nada tiene por qué serlo... no estaríamos así si la justicia existiese... pero no nos queda otro remedio que aceptarlo y seguir adelante. ¿Puedes acercarme la caja? Creo que se me ha caído.

 

Cerca de allí se encontraba el objeto rosa y cian, el cual cogió y situó cerca de su padre.

-¿Has cargado con esto durante todo el camino? –preguntó ella.

-Ábrela...

 

Al hacerlo, observó una pequeña placa dorada en la que había algo escrito: “Permiso para misiones de reconocimiento fuera del bosque. Asari Izumi, mi pequeña Izu”.

 

No pudo evitar sonreír y llorar al mismo tiempo.

-¿Qué... te parece...?

-Es muy cursi... –dijo intentando limpiarse las lágrimas con la manga de la camiseta.

-Lo sabía... debería haber puesto otra cosa...

-No. Es perfecta.

-Eso... me alegra... –el demonio acercó su mano a la mejilla de la chica-. Feliz cumpleaños.

-No es muy feliz, por desgracia...

-Sí... y lo siento... ahora, márchate, por favor. Cumple el último deseo de este viejo demonio.

-Yo... no puedo... Baal... no puedo...

-Izu... por favor...

La chica le miró. Todavía llevaba la capucha puesta pero sabía de sobra que él también lo estaba haciendo.

 

Agarrando la placa fuertemente, se dispuso a marcharse.

-Recuerda... Izu... Conserva la vida que se te ha dado...

Apretando los dientes, le dio la espalda a su padre.

-Te quiero, papá –dijo antes de empezar a correr.

Finalmente, su cuerpo se esfumó entre los troncos, y no mucho después un grupo de humanos rodearon a Baal.

-¡Vaya! ¡Pero mira lo que tenemos aquí! ¡Tú debes de ser el demonio! ¡¿Qué has hecho con los demás?!

-Les he regalado un ticket al infierno...

-¡Los tienes bien puestos, engendro! ¡No te preocupes! ¡Incluso si mueres haremos buen uso de tus órganos! –mientras decía esto se acercó a él y le quitó la capucha. Debajo de ella se pudo observar la cara del demonio. Pelo castaño y corto, orejas puntiagudas, ojos verdes y un rostro muy parecido al de un humano. En su frente un dibujo en el que se podía observar a un demonio atravesándole el pecho a un hombre.

-Esa marca... eres un asesino de humanos... –se sorprendió

-Los humanos sois crueles... estúpidos... y matáis indiscriminadamente... Por venganza, uno es capaz de convertirse en un monstruo...

-Ja, ya veo. No eres mejor que nosotros entonces. Me pregunto a cuántos hombres, mujeres y niños inocentes habrás asesinado. Cogedlo, chicos. Nos divertiremos diseccionando viva a esta escoria.

De repente, Baal chasqueó los dedos, de manera que el dibujo empezó a brillar.

-Soy experto en trampas... ¿quién te dijo que no las usaría en mí mismo?

-¡Maldita sea! ¡Al suelo!

-Esta marca... era lo único que no podía permitirte ver... Izu... –tras esto, se produjo una gran explosión a partir de su cuerpo, llevándose por delante al grupo de humanos.

 

Días después, Asari caminaba por las calles de una ciudad. Con la mirada perdida y sin saber dónde dirigirse, había sobrevivido durante ese tiempo con la única motivación de seguir viva.

 

Así pues, llegó hasta un callejón y se sentó junto a un montón de basura, pretendiendo descansar. Sus manos todavía se aferraban a la placa que le regaló Baal.

-Vaya, vaya. Mira qué tenemos aquí.

Un par de jóvenes, con más ego que edad, se acercaron a la chica.

-¿Te gustaría venir con nosotros?  -preguntó uno de ellos.

-¿Vas en serio, tío? ¡Huele fatal!

-No te preocupes. Que se duche en mi casa. Estoy seguro que, después de eso, nos lo pasaremos muy bien, ¿eh? ¿Qué te parece?

Asari ni siquiera se movió. No merecía la pena perder el tiempo con los humanos. Todos eran iguales. Todos eran lo peor.

-Chicos, si no os importa, ¿podríais dejarla en paz? –pidió una voz perteneciente a otro hombre.

-¿Eh? ¿De qué vas? ¡Nos lo estamos pasando bien! ¡No nos cortes el rollo!

-Creo que los únicos que os lo estáis pasando bien sois vosotros.

-¡Mira, si no te marchas de aquí, vas a acabar mal, amigo! ¡Ugh! –uno de los jóvenes fue lanzado al suelo.

-No creo que sea buena idea amenazarme –se escuchó el sonido de una espada siendo desenvainada.

-¡Tío, que tiene un arma! ¡Corre!

Levantándose del suelo, el joven corrió detrás de su amigo, quien ya le llevaba la delantera.

-¿Estás bien?

Cuando Asari levantó la vista, vio a otro chico joven, con un ojo de cada color y que presentaba una cicatriz que recorría su mejilla izquierda hasta llegar a la frente. Éste le tendía la mano amigablemente.

-¿Quién eres? –preguntó ella, con desconfianza.

-Me llamo Hioni Reima. Eres una maldita, ¿verdad?

-¿Huh? ¿Cómo...?

-Yo también lo estoy –indicó, señalándose con el pulgar y, aparentemente, orgulloso de hacerlo.

-Ah... bien por ti... -respondió ella, con desinterés.

-No creo que éste sea un buen lugar para acomodarse. ¿Por qué no vienes conmigo? Sé de un buen sitio donde podrás dormir en caliente y comer algo.

-No confío en humanos.

-Comprendo.... Bueno, no voy a obligarte. Aquí tienes una dirección, por si cambias de opinión. Una vez llegues sólo tienes que decir las palabras adecuadas y alguien vendrá a por ti. Mi grupo y yo nos encargamos de ayudar a los demonios pero otros en necesidad también son bienvenidos –explicó dejando una tarjeta sobre la joven- Ahí también está escrito lo que tienes que decir. ¡Ah! Una cosa más. No eches tu vida a perder. No creo que quien te maldijese, quisiese algo así.

-¡¿Qué...?! –cuando se dispuso a contestarle, el chico ya había desaparecido. Volviendo la vista hacia la tarjeta, la cogió y observó lo que había escrito en ella-. Hioni Reima...

 

La lanza de Simon se clavó en el suelo, levantando una gran polvareda. Sin embargo, cuando ésta se hubo disipado, el cuerpo de Asari no fue encontrado debajo del arma. A su lado, un rifle le apuntó a la cabeza.

-No pienso morir. Todavía no...

39: Capítulo 39 - La prueba de Akira
Capítulo 39 - La prueba de Akira

Viendo que se encontraban en desventaja numérica, Thomas, aprovechando el apoyo de Philip aumentó el número de gigantes, a los que añadió una serie de autómatas con forma de tigre, sólo que ligeramente más grandes que los originales, de color gris y ojos completamente blancos, faltos de pupilas.

 

Debían de haber como unos quince gigantes y ocho tigres. Un ejército de veintitrés individuos a los que se sumó Andrew, quien estaba preparado para lanzar sus cuerdas en cuanto se le presentase la oportunidad.

 

No hacía falta hablar de cómo había quedado el área del combate, con las casas reducidas a escombros y cualquier otro elemento del paisaje, como árboles o jardines, destrozado. La mayor parte de la culpa la tenían los gigantes, que ocupaban una buena parte del espacio, pero también había que adjudicársela a Beelzebub, cuyo tamaño superaba al de éstos. Si no hubiese sido porque se encontraban en la realidad de Mammon, aquello se habría convertido en un desastre.

 

Así pues, fueron los gigantes los que tomaron a iniciativa, esta vez, ayudados de un aura azul que rodeaba todo su cuerpo. Los tres que estaban al frente cargaron contra Beelzebub, quien los contuvo lo mejor que pudo, notando una diferencia en su fuerza con respecto a la de antes.

-Así que para eso sirve el aura azul –dijo mientras retrocedía un par de pasos-. ¡No me subestiméis! -consiguiendo detenerlos, el pecado extendió sus patas hasta rodearles con ellas- ¡Veamos que tal se os da volar!

Dicho esto, alzó el vuelo, llevándoselos consigo lo más alto que pudo y, tras girar sobre sí mismo, los lanzó hacia el suelo, chocando contra otros dos. Acto seguido, se dejó caer encima de ellos, descendiendo como un misil, con sus extremidades posteriores por delante. De esta manera, terminó destruyendo el cuerpo de cuatro, quedando rodeado por los demás.

 

Mientras tanto, a una altura mas baja, los tigres se dividieron en dos grupos y acometieron contra los tres pecados restantes. Sin embargo, se detuvieron en el acto, encarándose unos con otros, dispuestos a pelearse.

-¡Oh, no! ¡Otra vez no! –exclamó Philip, volviendo a aplicar el aura de color rojo alrededor de ellos, liberándolos del control de Bel.

Al ver que su técnica no había tenido efecto, la demonio se puso en pie pese a seguir, aparentemente, durmiendo.

-¡Dejémosle esos animales a Bel-chan y encarguémonos de los demás gigantes y de Andrew! –le dijo Levi a As, quien asintió a la vez que observaba al apóstol acercarse.

 

Bel caminó hacia los tigres, los cuales la observaban con expresión fiera aunque manteniendo las distancias. Pasaron unos segundos hasta que uno saltó hacia ella, quien lo esquivó dejándose caer sobre el suelo.

Un segundo fue detrás, aterrizando en superficie, ya que su objetivo rodó por el suelo lo suficiente como para evadirlo, incorporándose sin siquiera utilizar las manos y devolviéndole el ataque por el costado, lo que provocó que el tigre saliese despedido por el aire hasta chocar contra los escombros de una de las casas.

 

Tras esto, se acercó a otro de ellos, dando giros sobre sí misma como un tiovivo y finalizando el último con una patada en la mandíbula del autómata, dejándolo K.O. Esto último provocó que sus enemigos se volviesen más precavidos, decidiendo rodearla entre cuatro y embestirla en diagonal uno tras otro, con el fin de no darle tiempo para contraatacar. Por desgracia para ellos, Bel resultó ser más rápida, ya que, tras saltar para evitar las fauces del primero, se deshizo del que vino después con una patada giratoria en el aire, aterrizando posteriormente con la planta de sus dos pies sobre la espalda del que le había atacado antes. Previendo el ataque de un tercero, arqueó su espalda para evadirlo. Entonces, aprovechando que el abdomen del autómata había quedado indefenso, dirigió un rodillazo al mismo, levantándolo en el aire al mismo tiempo que daba una voltereta hacia atrás para crear espacio y lo sentenciaba con una patada hacia delante, una vez situado a su altura.

 

Por otro lado, Levi puso varias barreras de agua para protegerse de la carga de otros cinco gigantes.

-¡As-chan! ¡Plan de inundación! ¡Necesito que les entretengas hasta entonces! –pidió la demonio.

-¡Espera! ¿¡Yo solo!?

-¡Bel-chan y Ze-chan están ocupados ahora mismo! ¡Eres al único al que puedo recurrir para que me cubra!

-¡Más vale que me lo pagues después!

-¿Estás seguro de que quieres hacer así las cosas? –preguntó ella cambiando el tono de voz.

-Vale, lo siento...

 

Deshaciendo las barreras de agua, se echó hacia atrás y comenzó a concentrar Setten en su cuerpo, tomando una postura en la que tenía ambas rodillas en el suelo.

Asmodeus se vio frente a frente contra los gigantes y contra Andrew, siendo éste el primero en avanzar y combatir contra el pecado, propinándole un fuerte puñetazo, el cual fue encajado de lleno por el demonio, pese a que no consiguió moverle de su sitio. Sin embargo, no se detuvo ahí sino que continuó acertando un golpe tras otro mientras su adversario no hacía más que utilizar sus brazos como única defensa.

-¡Tienes miedo de atacarme! ¡Eres un cobarde después de todo! –exclamó Andrew.

 

De lo que todavía no se había dado cuenta era de la transformación que estaba sufriendo su contrincante, cuyo cuerpo había tomado de nuevo el aspecto de una mujer. Fue entonces cuando notó que su fuerza había menguado.

-¡¿Qué?! –se sorprendió el hombre justo cuando As le agarraba de las muñecas.

-Puedo cambiar mi energía a voluntad, ¿recuerdas? Es de lógica el que pueda absorber tu Retten –explicó mientras le daba un cabezazo en la nariz y le golpeaba en el vientre con su puño derecho para, acto seguido enviarlo de vuelta con los gigantes de una patada.

Tras esto, volvió a cambiar su energía y aspecto físico y desplegó una onda expansiva de Setten que obligó a los gigantes a protegerse. Entonces, se lanzó contra uno de ellos y situó una mano sobre su cabeza, dejando salir una gran llamarada que la hizo estallar, no obstante, otros dos lograron golpearle, enviándole contra el suelo.

-Maldita sea... –se quejo éste mientras veía dos pies abalanzarse sobre él, apartándose en el último segundo.

 

Alternando de nuevo a la forma intermedia, apoyó sus manos sobre el suelo, dando lugar a que la tierra de debajo de los gigantes se hundiese, cayendo cuatro de ellos como consecuencia y quedando atrapados.

-¡Os voy a demostrar de lo que es capaz una técnica demoníaca combinada con una humana! –exclamó el pecado mientras el brazo situado en su lado masculino quedaba cubierto de fuego y el situado en su lado femenino era rodeado por una serpiente dorada con el símbolo de una manzana en su cabeza.

A continuación, levantó su brazo femenino a media altura y realizó un gesto dirigido a los gigantes, el cual consistió en hacer como que agarraba algo y lo atraía hacia sí. Esto provocó que el aura que les rodeaba desapareciese y se arrodillasen al igual que si estuviesen saludando a un ser superior.

Posteriormente, alzó su brazo derecho y lanzó un gigantesco tornado de fuego que barrió a los cuatro gigantes que habían quedado atrapados.

 

-¡As-chan, cinco segundo para la inundación! –exclamó Levi, quien había terminado de concentrar Setten.

-¡En ello! ¡Zebub! ¡Bel! ¡Evacuación! –gritó mientras se situaba detrás de su compañera.

Al mismo tiempo, Beelzebub consiguió apartar a uno de los gigantes y, cual rinoceronte en plena embestida, se dirigió, junto con Bel, quien se subió a su espalda al verlo pasar cerca de ella, al mismo lugar en el que se encontraban As y Levi.

 

En ese momento, Levi unió ambas manos dando una palmada que provocó que una ola de unos doscientos metros de alto y largo apareciese delante de ella, abalanzándose sobre los gigantes, tigres, apóstoles y las casas de la zona.

-¡Cuidado! –exclamó Philip poco antes de que la gran masa de agua impactase sobre ellos y destrozase todo lo que encontraba a su paso.

 

Lo que quedó después fue escombros cubiertos de líquido elemento junto a los cuerpos destrozados de los autómatas creados por Thomas. No se veía a los apóstoles por ninguna parte.

-No bajéis la guardia –aconsejó Levi, observando su alrededor.

-En cualquier caso, te has pasado, Levi –dijo Asmodeus-. Menos mal que estamos en la realidad de Mammon, de lo contrario habrías sido reconocida como desastre natural.

-¡As! –le avisó Beelzebub.

-¡Ups! –el pecado de la lujuria se llevó una mano a la boca, mirando de reojo a su compañera.

-No voy a molestarme por algo como eso, tranquilos –indicó la demonio-. Aunque me fastidia un poco que penséis de esa manera sobre mí.

-No es que pensemos de esa manera. Bueno, no exactamente. Al ser la mayor de todos, supongo que te consideramos algo así como la mayor autoridad aquí... –intentó explicar Zebub.

-Ya vienen –le interrumpió ella.

 

De repente, un individuo salió del agua. Éste presentaba una musculatura mucho más grande en brazos y torso, lo que contrastaba con el tamaño normal de su cabeza y mitad inferior. Además de eso, estaba rodeado por un aura blanca.

-Philip... –dijo Asmodeus con cara de asco-. Qué poco erótico...

-Yo tampoco me siento muy a gusto con esta forma. Por no decir el desgaste que supone para alguien de mi edad.

-Quizás morirte te pegaría más –sugirió el pecado de la lujuria.

-Lo tendré en cuenta. Pero antes, tendré que preparar mi comité de bienvenida –respondió el apóstol señalando a los pecados.

 

Poco después, se lanzó hacia ellos, interponiéndose Beelzebub en su camino. Sin embargo, éste fue repelido hacia un lado por un puñetazo de Philip, quien continuó avanzando como si nada hasta situarse frente a Levi.

-No me gustaría que volvieses a hacer algo como lo de antes. Así que será mejor eliminarte primero –declaró el anciano levantando su brazo derecho. Sin embargo, en lugar de a ella, se golpeó a sí mismo, seguido este ataque por una patada de Belphegor, que consiguió derribarlo.

-Puede que hayas aumentado tu poder. Pero nuestros lazos son más fuertes.

-¡¿Tu crees?! –exclamó una voz al mismo tiempo que dos sogas se agarraban a los brazos de Asmodeus- ¡Ahora te haré sentir el poder de vuestros ataques!

 

Al instante, una corriente de agua las recorrió a partir del extremo sujeto a Andrew, impactando contra el demonio sin que este pudiese defenderse y finalizando con una onda de choque que lo envió contra los escombros, quedando inconsciente.

-¡As-chan! –exclamó Levi.

-Buen trabajo, Andrew. ¿Qué ha sido de Thomas?

-¡Lo utilicé como escudo para defenderme de ese tsunami! ¡Murió como un hombre! –contestó el apóstol.

-Que seáis capaces de matar a un compañero en vuestro provecho. Sólo demuestra lo envenenadas que están vuestras mentes –se quejó el pecado de la envidia.

-Mientras nuestro señor siga vivo, volverán. No hay de que preocuparse –comentó Philip.

-¡Aaaaaah! –gritando, Beelzebub, cuyo tamaño había aumentado aún más, le embistió, arrastrándolo varios metros.

-¡Bel-chan, cuida de As-chan! –ordenó Levi- Yo me encargaré de éste –señaló a Andrew.

 

-¡Akira-kun! –exclamó Eri al ver al medio demonio, quien, tras dejar a Shiina en un lugar seguro, se encaró a Matthew junto con Reima y Luci.

El apóstol tardó poco en incorporarse tras recibir el ataque de Reima. Mientras tanto, los escombros que habían sido elevados por el agujero negro, volvían a la superficie.

-¡Oh! ¡Pequeño discípulo! ¡Parece que has conseguido superar mi gran prueba! –dijo el pecado del orgullo, refiriéndose a Akira.

-¿Su gran prueba? –los demás se quedaron extrañados al escucharle.

-Ah, así que por eso se había ido con Luci.

-Eso creo –respondió Akira a la pregunta de Luci-. Ahora podré demostrar si realmente ha servido de algo.

 

 “-¿Un favor? –preguntó Luci.

-Sí –dijo Akira, con mirada decidida-. Me gustaría que me hicieses más fuerte.

-¿Por qué?

-Quiero ser alguien en quien ella pueda buscar apoyo siempre que lo necesite.

-Ella, ¿eh? Supongo que te refieres a Eri.

-¡¿Qué?! ¡Y-yo no he dicho nada!

-¡Oh, yo lo sé todo! ¡Soy el mejor! Es por eso por lo que me lo estás pidiendo a mí, ¿verdad?

-B-bueno, en realidad es porque... al ver vuestros recuerdos, me di cuenta de lo débil que eras entonces y cómo, pese a ello, llegaste a convertirte en uno de los pecados que luchó contra Chronos.

-Déjame darte un consejo, Akira. La mayor fuerza reside en la seguridad en uno mismo. Si eres capaz de ello, todos confiarán en ti.

El medio demonio asintió en silencio, pese a que no había recibido una respuesta positiva a su petición.

-Por ahora, acompáñame, después de hablar con Levi te llevaré a otro sitio donde existe un método rápido para conseguir poder. Eso sí, no será nada fácil.

-De acuerdo.

 

Después de haber completado su recado y de que los demás se dirigiesen hacia el cuarto creado por Mammon. Luci y Akira fueron a una habitación más pequeña donde había una armadura en el centro, dispuesta encima de una silla. Ésta era de color azul oscuro y sólo cubría la parte de arriba del cuerpo. En el centro del pecho había sido insertado un cristal redondo de un color azul más claro que el de la indumentaria.

-¿Voy a tener que ponérmela? –preguntó el joven al verla.

-Exactamente. Esta pequeña es de las pocas cosas que se han conseguido rescatar de la guerra contra Chronos. La última armadura que Mephisto creó antes de morir: Chrysalis.

-¿Mephisto? ¿El mismo que fabricó la tuya?

-Así es. Aunque no es tan buena como la mía. Tampoco se pegará a tu cuerpo de por vida por lo que, en ese aspecto, puedes estar tranquilo. Eso sí, como no consigas superar la prueba a la que te someterá, morirás aplastado.

-¿Aplastado?

-Ya te dije que no sería fácil. Si quieres conseguir poder en poco tiempo, necesitas poner tu propia vida en juego. Todavía estás a tiempo de retirarte.

El chico observó el objeto con expresión seria y tragó saliva.

-No voy a rendirme. Me pondré la pondré.

-¡Bien dicho!

 

Tras apartar la armadura para que Akira pudiese sentarse, el pecado del orgullo se ocupó de ajustarla a su cuerpo.

-Dices que te somete a una prueba pero, ¿por qué la hicieron de esa forma?

-Digamos que Mephisto no la diseñó para que fuese llevada sino para potenciar las habilidades individuales de cada uno. Por eso es perfecta para este caso.

-¿Y a qué clase de prueba me tendré que someter?

-No llegué a preguntárselo al único que se la puso pero, al terminar de fabricarla, Mephisto dijo que uno debía enfrentarse a sí mismo si quería sacarle todo su potencial a la armadura. El resto supongo que lo tendrás que descubrir por ti mismo –sentenció Luci, haciendo los últimos ajustes y situándose frente al chico- ¡Que tengas suerte!

 

De repente, la imagen del pecado desapareció, volviéndose todo oscuro hasta que el escenario se transformó en su propio instituto, sorprendiéndole.

-¿Qué hago aquí? –preguntó a la vez que se daba cuenta de que ya no se encontraba sentado ni llevaba puesta la armadura. Es más, ni siquiera vestía la misma ropa, sino que ésta había sido sustituida por su uniforme.

 

Otro detalle era el hecho de que no había nadie en los pasillos y, si intentaba mirar por la ventana, un escenario completamente blanco se mostraba ante él, como si no existiese nada más.

 

Intrigado y con la guardia alta por lo que pudiese suceder, caminó hacia delante hasta llegar a una de las aulas, abriendo la puerta y encontrándose con que tampoco había nadie dentro de ésta.

-¿Qué significa esto? –se preguntó girando la vista a su alrededor, siguiendo las filas de mesas y sillas así como dirigiéndola a la pizarra que se encontraba en uno de los extremos. Ningún hecho más que le pareciese fuera de lo normal.

 

Fue entonces cuando escuchó unos pasos a su espalda y alguien entró por la puerta. Al volverse, descubrió a Eri.

-¿Eri? ¿Qué haces aquí? –preguntó extrañado.

-¿A qué te refieres? ¿No habíamos quedado aquí?

-¿Eh? ¿P-para qué?

-¿No te acuerdas? El otro día me llamaste para que tuviésemos una cita al salir de clase.

-Ah... –aquella información le resultó difícil de procesar, quedándose con la boca entreabierta y completamente inmóvil.

-¿Akira-kun?

-E-espera un momento... –dijo, dándole la espalda e intentando organizar su mente. ¿Qué quería decir con tener una cita? ¿Como pareja? ¿Qué tenía que ver esto con enfrentarse a uno mismo?

 

Tras uno segundos de deliberación, consiguió entablar conversación.

-Con cita, ¿te refieres a una cita de verdad?

-¿De verdad? ¿Existen de otro tipo?

-Quiero decir... ¿somos p-pareja...? –preguntó tímidamente.

-Estás un poco raro. Por supuesto que lo somos. ¿Acaso tampoco te acuerdas de cuando me pediste salir?

-C-claro... –respondió por acto reflejo. Aquello parecía más un sueño que una prueba. Y un sueño de los buenos.

-Vamos, que se nos hace tarde –dijo ella, cogiéndole de la mano y tirando de él.

Entonces, el escenario cambió cuando atravesaron de nuevo la entrada de la clase, apareciendo sentados en un restaurante con comida enfrente de cada uno. Eri hablaba animadamente, contando anécdotas cotidianas.

-...esas dos siempre están discutiendo. Le he dicho a Shiina que no sea tan dura con Luka pero dice que no aprenderá de otra forma. ¿Qué opinas, Akira-kun?

-Eh... lo siento... estaba distraído...

-Eso no es propio de ti, ¿ha ocurrido algo hoy? Sabes que puedes contármelo –sugirió ella, sonriendo.

 

Una ola de felicidad inundó el corazón del joven. Sabía que aquello no era real pero no podía evitarlo. Aquella situación, que parecía tan normal, era probablemente lo que más había desead. Tener el valor y la oportunidad de estar con ella. Incluso si era una mentira, no había nada de malo en disfrutarla, ¿verdad?

-¿Estás seguro de que serías capaz? -una voz surgió de la nada y, poco después, una cuchilla atravesó el pecho de Eri, salpicando de sangre tanto la comida de ambos como a Akira- Si no puedes ayudarla, ¿cómo planeas que algo así suceda?

-Ah... ah... –la voz del medio demonio tembló al ver el cuerpo inerte y ensangrentado de la súcubo devolverle la mirada con ojos vacíos.

-No eres lo suficientemente bueno. Por eso no puedes superar tus límites...

 

Antes de que pudiese reaccionar, volvió a aparecer en el instituto, en el mismo sitio donde había empezado aquella visión. Ya no había salpicaduras de sangre y Eri tampoco estaba.

-Esto es... no puede ser... –teniendo un mal presentimiento, Akira corrió hacia la misma aula, encontrándosela otra vez vacía. Poco después, Eri hizo acto de presencia.

En ese momento, sin mediar palabra, el chico la cogió de la mano y continuó su carrera por los pasillos.

-¡¿Akira-kun?! ¡¿Qué ocurre?! –exclamó ella mientras intentaba seguir su ritmo.

-¡Te lo contaré cuando estemos en un lugar seguro!

Instantes después estaban en el restaurante, sentados uno frente al otro. La única diferencia con respecto a la vez anterior era la confusión dibujada en la expresión de Eri.

-¿Estás bien, Akira-kun?

Apretando los dientes y haciendo caso omiso de su pregunta, el medio demonio cogió su mano de nuevo y se dirigió a la salida.

Una vez fuera, se dio cuenta de que, a igual que en su instituto, no había nadie en la calle. De hecho, no había tenido tiempo de fijarse, pero probablemente también había sido así en el restaurante.

 

Sin detenerse a pensar mucho en ello, continuó calle abajo hasta que llegó a un cruce. Justo cuando se disponía a tomar una decisión, Eri le soltó la mano, haciendo un movimiento brusco.

-¡¿Me puedes decir ya qué está pasando?!

-¡Alguien quiere matarte! ¡Por eso tenemos que irnos! ¡No hay tiempo que perder!

-¡¿Matarme?! ¡Pero, ¿por qué?!

-¡P-porque...!

¿Qué podía decirle exactamente? ¿Porque era una prueba que tenía que superar? ¿Mentirle diciéndole que un apóstol quería matarla?

-Las dudas son parte del débil –dos cuchillas atravesaron el vientre y el pecho de Eri, mientras la desconocida voz hablaba-. Así sólo conseguirás que muera.

-¡Ah! ¡Aaah! ¡Aaaaaaaah! –gritó Akira, cayendo de rodillas sobre el suelo del instituto.

 

Otra vez el mismo escenario. Otra vez la misma historia. Quizás, si se quedaba en ese pasillo y no iba al aula, algo cambiaría. Es posible que sólo ocurriese si estaba junto a ella.

-¿Akira-kun? No habíamos quedado en el aula.

Por supuesto que no. No iba a ser tan fácil. Pues ella seguiría encontrándole independientemente de las acciones que tomase.

 

Fue entonces cuando decidió echar a correr. Alejarse de ella en un intento desesperado por separarla de su maldición.

-Qué estupidez... –declaró la voz, provocando que el chico volviese la vista justo para ver a Eri siendo cortada por la mitad.

 

Con lágrimas en los ojos y desesperación en la mirada, Akira volvió una vez más al punto de partida.

 

Desde fuera de aquella visión, Luci observaba cómo la armadura apretaba cada vez más fuerte el cuerpo del medio demonio.

-Esto no me gusta. Si sigue así, morirá.

-¡Luci! ¡Tenemos problemas!

-¡¿Mammon?! –se sorprendió el pecado al ver a su compañera aparecer en una pantalla flotante recién salida de la nada.

-¡Los apóstoles han creado una conexión entre mi realidad y la verdadera! ¡Los demás ya han ido a enfrentarse a ellos pero puede suceder cualquier cosa!

-Me encuentro en una situación un poco complicada ahora mismo –intentó explicar.

-¡Esto sí es complicado! ¡Mueve ese culo si no quieres quedarte sin él! –contestó ella, desapareciendo la pantalla.

-Buff... –el pecado del orgullo se cruzó de brazos, exhalando un largo suspiro- Me temo que no voy a poder seguir vigilándote durante mucho más tiempo, amigo...

 

Había perdido la cuenta de las veces que ella había muerto delante de sus ojos. Y, lo peor de todo, es que nunca conseguía acostumbrarse a algo así. Conforme transcurrían las mismas escenas, su ánimo disminuía, así como su capacidad de pensar y actuar. Era un verdadero infierno.

Además, estaba aquella voz que no dejaba de recordarle sus debilidades.

 

Quizás, hubiese sido mejor arrancarse los sentidos o morir allí mismo.

-Sigues siendo débil. Intentaste entrenar y hacerte más fuerte para protegerla, para apoyarla, pero fue sólo una excusa para esconder tu miedo a no ser capaz de conseguirlo. Como tampoco pudiste evitar que tu padre fuese un criminal y acabase muriendo. Sí, todo porque eres demasiad débil.

Estaba en lo cierto. Era demasiado débil. Incluso si había mejorado, al final tuvo que ser salvado por Luci. Ni en broma sería capaz de estar a la par con un apóstol. No servía para nada.

-La mayor fuerza reside en la seguridad en uno mismo... –susurró, acurrucado en la pared de uno de los pasillos.

Ése era el consejo que le había dado Luci. Si uno tenía fe en sus habilidades, conseguiría ser más fuerte.

Al fin y al cabo, él lo sabía mejor que nadie. Había sido considerado un demonio débil y sin ninguna habilidad, entrenando para hacerse más fuerte. E incluso después de perder a Chaos, su propio padre y creador, continuó luchando para hacer frente a Chronos.

-Confianza en mí mismo, ¿eh?

-¿Akira-kun? ¿Qué haces aquí? ¿No habíamos quedado en el aula?

 

Al levantar la cabeza volvió a verla, con esa aura brillante que la rodeaba y que tanto le había atraído, con su amabilidad y capacidad de sacrificio por sus seres queridos, por todos aquellos sentimientos que, desde que la conocía (sobre todo, después de empezar a luchar a su lado), se habían profundizado aún más.

 

En ese instante encontró su resolución, levantándose y cogiéndola de la mano.

-Pase lo que pase, estaré a tu lado.

-¿Eh? –se sorprendió la súcubo.

-¡Oye! ¡Voz de las narices! ¡No sé quién eres y no me importa! ¡Pero si quieres venir a por nosotros, da la cara y lucha! ¡Te haremos frente con lo que haga falta!

-Oh, parece que has dejado tus dudas atrás, ¿eh?

Sintiendo una presencia cerca de ellos, el chico se transformó y apartó a Eri hacia un lado, recibiendo el corte en su lugar. Por suerte, su grueso brazo sirvió de escudo contra el arma, que quedó clavada en éste.

 

El usuario de la cuchilla era una sombra oscura cuya silueta representaba a alguien muy conocido: él mismo.

-Así que a esto es a lo que se refería con enfrentarse a uno mismo, ¿eh?

Contrayendo la musculatura, rompió la cuchilla, golpeando a su adversario con el otro brazo. Éste, sacó otro par de cuchillas, una en cada mano, y se lanzó de nuevo contra Akira, realizando un corte detrás de otro. El medio demonio, sin inmutarse por los ataques recibidos, destruyó sus armas con un par de golpes. Entonces, la sombra optó por pasar a su lado y dirigirse hacia Eri, sin embargo, se topó con él, quien lo cogió con su brazo derecho y lo lanzo contra la pared, agarrándolo del cuello poco después.

-Jaja, ¿crees que serás capaz? –preguntó.

-¡Lo seré!

-Eres débil...

-¡Ya no! ¡No volveré a dudar de mí mismo! ¡Soy mejor que tú y seré mejor todavía! ¡No te necesito!

Apretando su cuello con todas sus fuerzas, despertó en la habitación a la que había entrado con Luci, quien ya no estaba allí. La armadura se separó de su cuerpo, cayendo al suelo, mientras que él arqueó la espalda hacia delante, intentando recuperar el aliento.

 

Había superado la prueba y había sobrevivido. Se sentía aliviado y orgulloso de sí mismo.

-¿Dónde está Luci? –preguntó una vez estuvo lo suficientemente despejado como para darse cuenta de lo que sucedía a su alrededor-. Quizás haya pasado algo...

De repente se escuchó el ruido de una pared destruyéndose a lo lejos. Levantándose de la silla, miró una vez más a la armadura y cruzó la puerta de la cámara

 

-¡Reima! ¡Lánzame un ataque de fuego! –pidió Akira.

-¡¿Estás seguro de esto?!

-¡No lo he estado más en toda mi vida! –declaró sonriente mientras se erguía sobre sus piernas y situaba los brazos formando una cuña.

Entonces, su compañero le lanzó una llamarada, la cual comprimió entre sus dos manos.

-¡Charge! –gritó, a la vez que su cuerpo quedaba cubierto de electricidad- ¡Gracias! ¡Eri! ¡Hay una cosa que quiero que sepas! –sorprendiendo a la joven, trasladó dicha energía a uno de sus brazos- ¡Estoy enamorado de ti!

 

Lanzando una fuerte descarga eléctrica hacia Matthew, el apóstol fue enviado contra la pared que había detrás de él, sufriendo una colisión.

40: Capítulo 40 - Separación (ARCO II END)
Capítulo 40 - Separación (ARCO II END)

-Dime, Luci, ¿crees que algún día seremos perdonados? –preguntó Mammon, caminando junto a su compañero hacia el punto de reunión en el que habían quedado con las tropas demoníacas.

-Si te refieres al resto de demonios, a los ángeles o incluso a Chronos y Biblia, yo creo que ya nos han perdonado. Si te refieres a nosotros mismos… eso es algo a lo que no puedo contestar…

-Qué inútil…

-Lamento no poder decir algo molón para consolarte.

-Yo… quiero perdonarme… pero no puedo hacerlo…

-Eso es lo mismo que no querer. Sólo lo camuflas como que no puedes… pero en realidad no quieres hacerlo…

-En verdad, no eres muy bueno animando –le criticó, con el entrecejo fruncido.

-Lo sé.

-Quizás lo mejor sea que muramos en esta guerra. Sacrificándonos por los demonios. Así conseguiremos perdonarnos y redimirnos al mismo tiempo.

-No creo que eso sea lo que quieran los demás.

-Pero puede que sea lo que quiero yo…

 

Un recuerdo de un pasado lejano se cruzó por la mente del pecado de la avaricia mientras continuaba su trabajo de detener la apertura de enlaces con su realidad. Por más que los años pasasen e intentase no pensar en ello, la sensación de que todo había sido culpa suya no desaparecía.

 

Estaba a punto de cerrar las conexiones que ya se habían realizado pero todavía había peligro de que quien estaba hackeando su realidad abriese una nueva. Por eso, necesitaba encontrar una manera de inutilizarle.

 

En su interior, el escenario se dibujaba como si fuesen números, formando secuencias que correspondían a cada parte del mundo alternativo que había construido. Aquellas zonas donde había conexiones tenían los números de dichas secuencias sustituidos por unos diferentes, distorsionando esa parte de la realidad e inutilizándola, de manera que volvía a cambiar al mundo original.

-Con esto ya hemos solucionado el principal problema –murmuró la niña, tras rehacer las secuencias-. Tengo que generar una barrera para que no vuelva a entrar pero, para ello, necesitaré verle en acción.

 

Dicho esto, esperó hasta que su contrincante intentase cambiarlas de nuevo y, actuando con rapidez, no sólo las devolvió a su estado anterior sino que estableció una conexión entre ella misma y el enemigo.

-¡Ahora vas a ver lo que es bueno!

Así pues, estableció una barrera en dicha conexión y copió el mismo proceso al resto de numeraciones para que la barrera se aplicase de igual forma- ¡Conseguido! –dijo, tras ver que no se volvían a producir aperturas.

 

En otro lugar, Judas Iscariote veía cómo se le impedía el acceso a la realidad de Mammon.

-Vaya, vaya. Parece que no soy lo suficientemente bueno como para competir en este campo con una especialista. En fin, no es como que mi habilidad se base en ello. Fue divertido mientras duró. Ahora mis compañeros tendrán que apañárselas solos –esbozó una sonrisa maliciosa-. Aunque yo creo que nuestro principal objetivo ya se ha cumplido…

 

Mientras tanto, el resto de los que estaban en casa de Eri se sorprendían por la reciente nueva fuerza que había adquirido Akira. El chico había conseguido mandar a volar a uno de los apóstoles de un solo golpe. Sin embargo, aquella no era la única sorpresa. La pobre Eri tenía que lidiar con su declaración pública.

-¡Oh, vamos! ¡Como si no lo supiésemos ya! –comentó Luka, a lo que Shiina asintió, dándole la razón como pocas veces.

-¡¿En-en s-serio?! –respondió Eri, saliendo de su ensimismamiento.

-Por favor, Eri. Incluso yo, que soy relativamente nuevo aquí, lo olía a kilómetros –añadió Agramón.

-Diría que eres la única que no lo sabía –comentó Luci, tomando parte en la conversación como si les conociese de toda la vida.

-¡B-b-bueno! ¡No es a-algo que… te digan… a menudo…! –replicó la súcubo, cuyo tono fue disminuyendo a la vez que su rostro enrojecía.

-No creo que sea el mejor momento para hablar de ello –comentó Kaoru.

-¡Estoy de acuerdo! –añadió Akira- ¡Estamos en mitad de un combate!

-Habló el causante del revuelo...

-¡Eh! ¡Me ha costado mucho declararme! ¡Como amigo, al menos podrías apoyarme!

-Y lo hago...

-Lamento interrumpir vuestra charlatanería pero, si pensabais que un golpe así iba a noquearme, estáis muy equivocados. Sí, lo estáis. No sabéis cuánto lo estáis.

 

Matthew salió de entre los escombros de la pared. No parecía muy preocupado pese al aumento del número de magulladuras y una gran cantidad de sangre cayendo a partir de un corte en su frente.

-¡Eres como una cucaracha! –exclamó Luci-. ¡¿Por qué diablos no te mueres, cucaracha?!

Sin dudar un solo momento, Reima inició de nuevo el ataque.

-¡Desaparece de una vez! –gritó a la vez que su enemigo esquivaba su espada.

-¡Tú sí que me entiendes! ¡Sabes bien lo que más deseo!

Al profesor le siguió el pecado del orgullo, quien apareció por uno de los laterales del apóstol, propinándole una patada en el costado que lo envió hacia Akira, quien lo remató juntando ambos puños en un fuerte martillazo que le hizo chocarse contra el suelo.

-Da igual si me superáis en número. No vais a poder derrotarme. Sí, debéis de ser unos ignorantes si pensáis eso –dijo Matthew, levantando la voz entre el polvo levantado por el golpe del medio demonio- Ahora os mostraré de lo que soy capaz. Sí, sufriréis las consecuencias de esa ignorancia. Aunque tenga que destruirlo todo.

-¡No me digas que...! ¡Rápido! ¡Akira! ¡Acaba con él! –se alteró Luci.

-¡¿Qué ocurre?! –preguntó el chico.

-¡Demasiado tarde! –gritó Matthew.

 

De repente, una fuerza invisible impactó contra él, no llegando a causarle daños pero con la suficiente potencia como para alejarlo varios metros de su posición. Tras esto, el apóstol utilizó su habilidad para elevarse en el aire, donde generó otro agujero negro.

 

Físicamente, éste no presentaba diferencias con el anterior, sin embargo, su fuerza de atracción era mayor, absorbiendo con mayor rapidez las casas de la ciudad, levantando el suelo y formando aperturas en la realidad de Mammon.

-¡¿Qué pretende?! –preguntó Eri, viendo cómo ellos también eran impulsados hacia el agujero.

-¡Básicamente, planea cargarse esta realidad y todo lo que haya dentro de ella! ¡A este paso, incluso los demonios dentro del refugio serán eliminados!

-¡¿En serio es capaz de algo así?! –gritó Reima.

-¡Creía que no pero parece que su locura ha superado el límite!

 

Reima empezó a concentrar Setten en su espada, costándole el simple hecho de mantenerse en pie.

-¿Reima? –se extrañó el pecado del orgullo al ver sus movimientos.

-Es posible que, si consigo acumular la cantidad adecuada de Setten, logre cortar tanto a Matthew como al agujero y, al menos, eliminar el último de los dos Sería más fácil si despertase la otra forma pero habrá que intentarlo con ésta. Voy a necesitar tiempo, así que tendréis que resistir hasta entonces.

-¡En ello pues! ¡Akira! –exclamó Luci, a lo que el medio demonio asintió, situándose delante de sus amigos, incluidos Derain y Agramón, y extendiendo sus grandes brazos al tiempo que hundía los pies en el suelo para tomar un mejor agarre.

-Yo también ayudaré…

Delante de él, Kaoru abrió sus alas, abarcando el mayor espacio posible. Mientras tanto, Luci se encargaba de mantener sujeto a Reima, quien no podía hacerlo con el arma.

 

En el resto de zonas, el agujero negro también hacía estragos. De manera que, hasta aquellos de mayor peso como Philip o Beelzebub tenían que hacer fuerza para no acabar flotando en el aire.

-¡¿Qué está pasando?! –preguntó el pecado de la gula.

-¡Ese maldito loco! ¡Va cargárselo todo! -indicó Philip.

-¡No debería importarte tanto! ¡Al fin y al cabo, vosotros podéis resucitar siempre y cuando vuestro señor siga vivo, ¿no es así?! –se burló Zebub, haciendo alusión a las propias palabras del apóstol cuando hubo muerto Thomas.

-¡Si se acaba con la vida de la Biblia, el resultado no será bueno para ninguno de nosotros, patán! –acto seguido, Philip le propinó un puñetazo que le hizo retroceder pese a que se defendió con las extremidades delanteras.

Contraatacando, el pecado desplazó sus patas hacia arriba y las dejó caer sobre su enemigo, quien lo evadió saltando hacia atrás. Repitiendo el mismo ataque, esta vez alternó una pata con otra, realizando una serie de golpes rápidos que pusieron en un aprieto al apóstol.

-¡No pienses que te voy a dar vía libre para que hagas lo que te plazca! –exclamó el pecado de la gula.

 

-¡Bel-chan! ¡Llévate a As-chan a un lugar seguro! –ordenó Levi, habiéndose percatado también de lo que estaba ocurriendo, momentos antes de protegerse, mediante varias de sus barreras, de un nuevo ataque de Andrew.

-¡Un hombre de verdad se queda hasta el final! ¡Sin importar cómo se ponga la situación!

-¡¿Quieres callarte ya con esa tontería de hombre esto y hombre aquello?! ¡¿Es que no sabes pensar en otra cosa?! ¡Además… -levantando el agua que había a su alrededor, envió un torrente contra él-, nadie ha dicho que vaya a huir! ¡Sólo protejo a los heridos!

 

-Parece que ya ha empezado… -comentó Thaddaeus, observando el agujero negro desde la distancia- Si me disculpáis, tendré que dejar nuestro combate de lado. Hay cosas más importantes que requieren mi atención.

-¡¿De qué estás hablando?! –preguntó Ahren, a quien cada vez le confundía más la actuación de su adversario.

-Cosas mías. En cualquier caso, os recomiendo que os larguéis de aquí. Con suerte, si os alejáis lo suficiente no os pillará. Aunque creo que la única manera de evitarlo es acabando con él.

-No deberías preocuparte así de tus enemigos.

-No lo hago. Simplemente, está en mi personalidad el dar consejos a los demás –tras esto, corrió hacia el lado contrario al que se encontraban los hermanos.

-¡Espera! –exclamó el chico, disponiéndose a seguirle, sin embargo, fue detenido por Serah.

-Déjale…

-¡¿Qué?! ¡¿Por qué…?!

-Creo que ahora lo más importante es ayudar a papá. Además, tengo la sensación de que nos volveremos a encontrar –dicho esto, la chica se encaminó a gran velocidad hacia la casa de Eri, seguido por su hermano.

 

Mammon sintió cómo su realidad se venía abajo. El poder del agujero negro era demasiado grande, hasta el punto de que las secuencias de números cambiaban sin parar, abriéndose más y más conexiones que le eran imposibles de arreglar.

-¡Maldita sea! ¡Justo cuando me había librado de un problema, surge otro más grande! ¡¿Es que no me pueden dejar tranquila ni un segundo?!

Para colmo de males, los demonios refugiados estaban empezando a verse afectados, gritando ante los temblores que se producían debido a la desestabilización de la estructura.

 

-¡Jajajaja! ¡Esto es de lo más divertido! ¡Sí, divertidísimo!

-¡Reima! ¡Siento presionarte pero las cosas están empezando a complicarse! –avisó Luci, quien veía cómo el suelo que tenían debajo cedía por completo y ellos mismos se elevaban hacia el agujero.

-¡Lo tengo! –declaró el chico, desenvainando su espada en un corte rápido directo hacia Matthew, cortando su abdomen y dividiendo el agujero en dos.

-¡Agh! –se quejó el apóstol mientras escupía sangre por su boca.

 

En ese instante, la materia que todavía no había sido absorbida, se quedó flotando en el aire, descendiendo poco después y chocando estruendosamente contra la superficie.

-¿Lo ha conseguido? –preguntó Eri, dirigiendo la vista hacia arriba. No obstante, la joven súcubo observó horrorizada al apóstol todavía en el cielo. Asimismo, el agujero había vuelto a tomar forma, reiniciando la absorción.

-¡No puede ser! –exclamó Mizuki.

-¡No escaparéis de vuestro destino! ¡No, no escaparéis!

 

Todo parecía perdido. Las destrozadas casas ya habían sido sustituidas por las originales, y no faltaba mucho para que ocurriese lo mismo con el suelo de la calle y los jardines de alrededor. También estaban empezando a observarse a algunos transeúntes pese a que seguía siendo de noche, lo que daba a entender que el mundo de Mammon, por lo menos en aquella ciudad, se venía abajo.

 

Fue entonces cuando, en un instante, la realidad volvió a su estado original. En un principio, todos pensaron que había sido obra de Matthew pero no tardaron en darse cuenta de que era el pecado de la avaricia quien había tomado la decisión, ya que las zonas en las que había demonios y apóstoles seguían en la misma realidad alternativa.

-¡Mammon! ¡¿Qué estás haciendo?! –preguntó Luci.

-¡Salvar el día! –respondió ella, apareciendo una nueva pantalla con su rostro- ¡Si quiero mantener eso a raya voy a necesitar deshacer la realidad que cubre el país entero! –continuó mientras generaba una habitación con paredes tremendamente gruesas y rodeadas a su vez por una distorsión, alrededor de Matthew y del agujero negro. Su acción consiguió detener a ambos durante un tiempo.

-¡No sé cuánto tiempo podré aguantar! ¡Así que eliminadlo de una maldita vez! –pidió la niña.

-¡Al menos, esta vez, podemos movernos todos! –declaró Luci.

-¡Tus deseos son órdenes! –añadió Reima mientras concentraba otro ataque en su espada.

-¡Ataquemos con todo! –pidió Akira a sus compañeros, quienes, tras asentir, prepararon diversas técnicas ofensivas.

 

Lilith, concentró un gran vendaval delante de ella. Eri y Agramón emitieron bolas de fuego, creando la primera un mayor número que el segundo. Por su parte, Kaoru preparó sus ballestas con sendas flechas luminiscentes, Luka se rodeó a sí misma por un aura de fuego, dispuesta a desplegarla hacia el enemigo, Derain creó un torrente de fuego con forma de dragón y el equipo de humanos lanzó hacia Akira un gran número de “Seikus”, los cuales produjeron descargas eléctricas que el medio demonio utilizó para cargar su ataque.

-¡Chicos, lanzad vuestros ataques contra mí! –pidió el pecado del orgullo, quien dio un fuerte salto en el aire.

-¡¿De qué estás hablando?! –preguntó Eri.

-Hacedle caso –dijo Kaoru.

 

Confiando en las palabras del demonio, todos excepto Reima, que seguía preparándose, dirigieron su ataque contra él. Entonces, éste giró sobre sí mimo varias veces, extendiendo su espada, provocando de esa manera que, con cada giro, el Setten de todas las técnicas quedase concentrado en ella.

-¡Mammon! –gritó de nuevo Luci, una vez lo hubo acumulado todo, a lo que su compañera respondió abriendo un hueco en la habitación, dejando al descubierto el cuerpo de Matthew.

-¡Eso no va a funcionarte! ¡No, no lo hará! –dijo el apóstol a la vez que extendía sus brazos con intención de repelerle.

Sin embargo, el poder que llevaba en su arma era mucho más grande que el de su enemigo, quien recibió de lleno el corte, tras el que se produjo una gran explosión.

-¡Ahora, Luci! –avisó Reima. Instante en el que su compañero se apartó de su rango de acción aprovechando su gran velocidad y permitiéndole realizar un corte que impactó de nuevo tanto en su adversario como en el agujero negro, haciendo que, esta vez, desapareciese del todo.

 

Finalmente, el pecado aterrizó en el suelo, jadeando mientras observaba cómo no quedaba ni rastro de Matthew donde estaba antes. Tras esto, se giró hacia el resto y levantó el pulgar.

-¡Por fin! –exclamó Kazuma, levantando ambos puños al cielo.

Los demás no tardaron en seguirle en su celebración, algunos suspirando tranquilos y cayendo de rodillas al suelo, y otros, como Eri y Lilith, abrazándose con alegría.

Sin embargo, contrastando con las de los demás, la expresión de Reima seguía siendo seria.

-¿Ocurre algo? –preguntó Luci.

-Tengo un mal presentimiento…

-Oh, vamos, no seas aguafiestas –se quejó Mammon a través de la pantalla- En lugar de eso podrías empezar a preparar una celebración en mi honor, ¿no? Después de lo que he tenido que currar.

-¡Estoy de acuerdo! –indicó Luci- ¡Pero tendrás que compartir el éxito conmigo, pues siempre soy la estrella!

-¡¿Huh?! ¡Ni lo sueñes! ¡Otra vez no! ¡Ugh! –de repente las quejas del pecado de la avaricia se detuvieron.

-¿Mammon?

Una gran cantidad de sangre salió de su boca, cayendo sobre su barbilla hasta el suelo. Su corazón había sido atravesado por una mano de un tono muy pálido que alzó a la niña durante un momento en el aire, para lanzarla al suelo poco después como si se tratase de un insecto.

 

Se descubrió así el aspecto de su agresor, un hombre alto y huesudo, de pelo corto y expresión sombría. Sus ojos estaban hundidos en sus cuencas y eran de color oscuro. Esto, junto al tono de su piel, le hacía parecer una especie de zombie.

-He hecho bien en esperar a que bajases la guardia y dispersases tu realidad. De lo contrario, habría sido incapaz de entrar.

-¡Tú eres…! –exclamó Luci.

-Veo que te acuerdas de mí, demonio. Para el resto, permitid que me presente. Yo soy James II, uno de los doce apóstoles.

Todos se fijaron que, sobre sus hombros, cargaba el cuerpo de Matthew, quien, aunque estaba inconsciente, todavía vivía.

-¿Cómo es posible que nadie le haya detectado? –preguntó Akira.

-No se me da mal ocultarme. Y más cuando estabais distraídos peleando contra mis compañeros. Aunque no me malinterpretéis, no pretendo enfrentarme a vosotros. No soy lo suficientemente fuerte como para venceros a todos. No obstante, habiendo dejado fuera de combate a vuestra querida amiguita, ¿qué creéis que ocurrirá con los demonios a los que habéis refugiado?

-¡No te atrevas! –exclamó Reima.

-Al fin y al cabo es mi trabajo…

 

Contrariando sus expectativas, el apóstol vio impedido su movimiento.

-Increíble. Así que sigues viva –dijo, dirigiéndose a Mammon.

-No… subestimes… a un pecado… -replicó ella, sin poder levantarse y apenas hablar-. Luci… Me temo que seré yo quien se vaya primero…

-¡¿Qué estás diciendo, Mammon?! ¡Ahora mismo voy para allá! ¡Aguanta!

-No llegarás a tiempo… incluso tratándose de ti…

-¡No lo sabré hasta que no lo intenté! –gritó el pecado, iniciando la carrera hacia la habitación en la que se encontraba.

-Idiota… suficiente me cuesta ya inmovilizarlo… -dijo la niña mientras el apóstol notaba cómo  su cuerpo iba liberándose poco a poco de su telequinesis.

-Los pecados sois demasiado peligrosos. Hago bien en eliminarte antes de que supongas una mayor amenaza para nuestro señor –comentó James II.

-Sí, haces bien en temernos… porque cuando estamos en un aprieto es cuando más brillamos… -diciendo esto, la niña provocó que todas a aquellas zonas que seguían dentro de su realidad, exceptuando donde se encontraba ella misma, se trasladasen a lugares más alejados, transportando también a todos los que se encontraban en dichas zonas.

-¡No! ¡Mammoooooooon! –exclamó Luci antes de verse forzado a aparecer en otro lugar.

 

El abuso de su poder en ese estado, provocó que su realidad finalmente desapareciese, acabando junto a James II, quien había sido liberado del todo, y Matthew; en el verdadero salón de la casa de Eri. De nuevo, volvió a toser sangre, palideciendo el tono de su piel y volviéndose más fría al tacto.

-¿Crees que esto servirá de algo? –preguntó James II- Lo único que vas a conseguir es retrasar lo inevitable.

-Jaja… deja de… ponerte gallito… las nuevas generaciones… están mejor preparadas… de lo que piensas… y os patearán el culo…

-La ilusión de una moribunda… -indicó el apóstol haciendo aparecer una bola de Retten de color negro en su mano, con la que apuntó hacia ella- Descansa en paz, Mammon, pecado de la avaricia.

-De lo único que me arrepiento, es de no haber tenido tiempo para despedirme de los demás…

Finalmente, dicha energía impactó sobre su cuerpo, acabando con su vida.

 

Cuando quiso darse cuenta, Levi se encontró a sí misma en mitad de un bosque en alguna parte. A su lado también estaban Belphegor y Asmodeus, quien seguía inconsciente.

-¿Qué…significa…? –incrédula, buscó a alguien más además de ellos en ese paraje, sin embargo, por más que pasaron los segundos, ninguno de los otros apareció- Bel-chan, ¿has utilizado tú alguna habilidad de teletransporte?

La demonio, que había vuelto de su estado de sueño, negó con la cabeza.

-Si es así, esto debe de haber sido cosa de Mammon. Me pregunto si habrá pasado algo. ¿Puedes probar a comunicarte con ella?

-Lo intentaré…

Acto seguido, el pecado de la pereza se concentró para intentar contactar con la mente de su compañera, sin éxito.

-No logró llegar hasta ella...

-Esto no me gusta. Aun así, es posible que estemos a demasiada distancia. Prueba con Luci. Puede que él sepa algo, ya que estaba con ella.

-De acuerdo…

 

El pecado del orgullo golpeó fuertemente la superficie de la montaña en la que se encontraban.

-¡Maldita sea! ¡Esa idiota! ¡Habría llegado a tiempo! –de nuevo, golpeó el suelo de piedra, realizando un gran agujero sobre el mismo.

-Luci… -intentó decir Akira, quien había vuelto a su forma humana.

-Déjale… -sugirió Reima, que también estaba con ellos- Hasta alguien como él necesita desahogarse en un momento así. En lo que respecta a nuestra situación general, diría que Mammon intentó desperdigarnos por zonas donde no hubiese humanos o demonios que pudiesen verse envueltos en la batalla. Por desgracia, su estado no era el mejor para ello y terminó dividiéndonos…

-Ella tenía en cuenta a los demás más de lo que quería aparentar… -dijo Luci, un poco más calmado- Por desgracia, no era así consigo misma…

-¿Qué quieres decir?

-Visteis nuestros recuerdos, ¿verdad? De entre nosotros, probablemente ella y yo somos a los que el peso de la culpa más ha seguido golpeando incluso tras la recuperación de éstos. Al fin y al cabo, yo fui quien debilitó a Chaos y ella quien atrajo a Biblia hacia el bosque.

-Aquello no fue culpa vuestra –replicó Akira.

-Es posible. Pero no es fácil olvidar...

-Luci, contéstame, ¿qué ha pasado con Mammon? No puedo contactar con ella –dijo la voz de Bel en el interior de su mente.

-¿Bel? ¿Dónde estáis? ¿Estáis todos bien? –respondió él, mentalmente.

-Contéstame primero, por favor.

-Mammon... se ha ido, Bel... no pude hacer nada... lo siento...

Durante unos instantes, su mente se quedó en silencio. El demonio supuso que estaría asimilando la información o comunicándoselo a los otros.

-Ya veo... –dijo- Yo estoy con Levi y As. Estamos en un bosque que no conocemos. No estamos seguros de a qué distancia de vosotros pero, si he podido comunicarme sin problemas contigo, supongo que, como mínimo, estamos dentro de la misma región.

-Entiendo. Entonces, por el momento, intentemos situarnos y reunirnos entre nosotros. Intenta comunicarte también con Eri, tenemos que asegurarnos de que se encuentre en un lugar seguro.

-Estoy de acuerdo...

-Y Bel...

-¿Sí?

-¿Estás bien?

-No... puedo estar bien... después de lo que has dicho...

-Lo sé. Perdón por la pregunta estúpida...

 

-Ha dicho que situemos nuestra ubicación y nos reunamos con ellos. Mientras tanto, intentaré comunicarme con Eri para ver si está bien.

-De acuerdo...

-Levi... –intentó decir Bel, viendo el rastro de árboles arrancados por una gran corriente de agua que acababa de invocar su compañera. Sus puños temblaban desde que le había dado la noticia sobre Mammon.

-¿Qué ocurre...?

-Nada. No es nada...

 

Mientras tanto, sobre una gran llanura, Mizuki, Kazuma, Nanako, Luka, Shiina y Kaoru; caminaban hacia un pueblo que se veía en la lejanía.

-¿Cómo diablos hemos acabado aquí? –preguntó Kazuma.

-Diría que por azar –respondió Nanako.

-Vamos, vamos. No es momento de quejarse de eso. Tenemos que alcanzar cuanto antes ese pueblo e intentar comunicarnos con Eri. Con suerte, Lilith también estará con ella –dijo Luka.

-Luka tiene razón. Démonos prisa –apremió Shiina.

A considerable distancia de ellos, desde una colina, una persona les observaba.

-¡Vamos, Thaddaeus, tenemos que alcanzarles!

-¿Por qué no intentas disfrutar un poco del paisaje, Simon? Te sentará bien –contestó éste, acostado sobre la hierba.

-¡¿Quieres dejar de hacer el vago?! ¡Son sólo unos debiluchos pero hasta ellos se nos pueden escapar si no les perseguimos!

-Sí... sí... –contestó Thaddaeus, quedándose dormido.

-¡Pero serás...!

 

-¡He encontrado algo de comida! –exclamó Asari, cargando un par de liebres en una de sus manos.

-Bien, con esto tendremos suficiente para hoy –dijo Derain encendiendo una hoguera en el claro del bosque al que habían ido a parar, y fumándose uno de sus puros.

-¡¿Cómo podéis estar tan tranquilos?! ¡A saber dónde están Eri y los demás, y vosotros pensando en comer! –se quejó Agramón.

-No es como que no nos preocupe, pequeño. Pero ahora mismo nos vendrá bien recuperar fuerzas antes de empezar nuestra búsqueda. De lo contrario, serviremos para bien poco.

-¡Chst! –el demonio zorro chasqueó la lengua, molesto, pero desistiendo a las acciones de los otros dos.

 

-¿Te encuentras mejor? –preguntó Serah a Beelzebub.

-Sí, gracias. Normalmente yo me encargo de la recuperación de otros pero soy incapaz de hacerlo conmigo mismo.

-Serah, noto a papá en dirección noreste. Deben de estar en la misma zona montañosa que nosotros.

-De acuerdo, Onii-chan. ¿Puedes moverte, Beelzebub-san?

-Zebub, a secas está bien. Y no sé si podré seguir vuestro ritmo al principio pero, aparte de eso, no tengo problemas.

-No te preocupes. Nos adaptaremos al tuyo.

-Gracias...

 

En otra zona, Lilith y Eri lanzaban varias bolas de fuego hacia los “Dying Walkers” que les perseguían, destruyéndolos en el acto. No obstante, más de ellos aparecieron por los lados.

-¡¿Es que no se acaban nunca?! –preguntó Eri, haciendo aparecer dos grandes rocas que aplastaron a sus enemigos.

-¡Oh! ¡Impresionante! –dijo una voz, situada enfrente de las dos chicas, acompañada de un aplauso.

-¡¿Quién eres?! –preguntó Lilith, apuntando hacia él.

La persona de quien procedía la voz se descubrió. Sin embargo, no venía solo, alguien más caminaba a su lado.

-Permitidme que nos presente. Mi nombre es Judas Iscariote, y este de aquí es mi compañero, Bartholomew. Los dos somos apóstoles encargados de predicar la palabra de nuestro señor Chronos.

-¡Malditas alimañas! –gritó Lilith.

-Si queréis maldecir algo, que sea vuestra suerte por haber acabado en nuestro territorio. ¡Jajajaja! –rió el apóstol.

41: Capítulo 41 - Diplomacia, guardián y espadachín
Capítulo 41 - Diplomacia, guardián y espadachín

-¿Falta mucho, Cain?

-¡Cállate, Abel! ¡Has preguntado lo mismo hace media hora!

-Es que estoy cansado.

El hombre, de nombre Cain, le golpeó en la nuca.

-¡Lo que hay que oír! ¡¿Cómo puedes estar cansado?! ¡Sólo llevamos tres semanas de viaje desde que llegamos al Sagrado Imperio Romano! Además, ¡¿no ves que, con lo que nos paguen de este trabajo, podremos retirarnos y vivir sin tener que mover un dedo?! ¡¿No has pensado en eso, pedazo de alcornoque?!

El carro en el que se encontraba dio un pequeño tumbo, como acentuando su irritación.

-¡Vale! ¡Vale! ¡Lo siento, hermano! ¡Pero no vuelvas a pegarme! ¡Duele!

-¡Y más que te va a doler la próxima vez que te dé!

 

El viaje comenzó cuando le dijeron que estaban reclutando poderosos guerreros de todo el mundo con el objetivo de formar un escuadrón encargado de proteger a “unos importantes diplomáticos” o algo así, no lo había escuchado muy bien, pues había ido directamente a la parte que más le importaba del contrato: el dinero. En cuanto le dijeron el pago, ni él ni su hermano, mercenarios de profesión, dudaron en embarcarse hacia la aventura. Ni siquiera cuando les metieron en una especie de círculo con extraños símbolos que les llevó fuera de tierras japonesas.

 

Con ellos había venido un joven, por su aspecto, originario del país desde el que habían partido. Tenía el cabello largo y negro, recogido en una coleta, era de complexión delgada y vestía ropa tradicional. Por otro lado, a Cain le parecía más alto que otros japoneses que había visto, aunque no podía compararse con él y con su hermano, cuyos morenos y tonificados cuerpos tenían aspecto de estar más acostumbrados a las inclemencias del tiempo y las duras condiciones del combate.

 

Desde el comienzo del viaje, lo único que le había visto hacer era permanecer sentado de rodillas y con los ojos cerrados, aparentemente, meditando. Las pocas veces que le había visto hacer otra cosa había sido durante las detenciones para descansar y comer. No había tenido mucho interés en mantener una conversación con él pero estaba harto de hablar con su hermano y tampoco tenía nada mejor que hacer.

-Oye, chico, ¿tú sabes de qué iba ese rollo de los círculos con símbolos? Cuando nos teletransportaron hasta aquí a mi hermano y a mí por poco nos da algo. Aunque, mientras nos paguen, tampoco me importa qué clase de magia negra usen.

-Pues a mí sí que me importa...

-¡¿No te he dicho que te calles?!

-Lo siento...

Al ver que no obtenía respuesta de él, volvió a intentarlo.

-¡Oye! –esta vez elevó el tono pero de poco sirvió.

Tras suspirar y rascarse la cabeza, decidió probar una tercera vez.

-¿Sabes hablar mi idioma? No, supongo que no. Yo aprendí algo de japonés durante el tiempo en que estuvimos allí. Lo suficiente como para mantener una pequeña conversación. Aprendí en una aldea rural. Sus habitantes eran buena gente. Nos trataban bien pese a saber que éramos mercenarios. Ya sabes, la gente suele echar a correr al escuchar esa palabra... –al darse cuenta de que hablaba solo, el hombre negó con la cabeza y se calló.

-A mí me enseñó mi maestro –dijo el chico, sorprendiéndole-. También me enseñó a hablar otros idiomas.

-¿Tu maestro?

-Sí. Vivíamos en una de esas aldeas rurales. Aunque él no trabajaba en el campo, pagaba a gente a cambio de hacerlo y luego vendía la cosecha. Debido a ello, tuvo tiempo para enseñarme todo lo que sé, incluso a manejar la espada.

-Así que sabes manejar un arma. No pretendo ofenderte pero pareces bastante debilucho para ser un guerrero.

-No es la primera vez que lo escucho. Si lo deseas, podemos batirnos en duelo. Entonces, podrás comprobar de lo que soy capaz...

-Oh, vamos, chico. No quisiera matarte siendo tan joven.

-Yo tampoco. Por eso, lo propio sería combatir bajo algunas reglas. Por supuesto, las armas están prohibidas.

El mercenario desplazó la vista hacia su hermano, quien le devolvió la mirada con expresión bobalicona. Tras unos segundos incrédulo, sonrió.

-¿Qué te parece en el próximo descanso? Quien pierda se queda la porción de comida del otro.

-No creo que sea conveniente apostar...

-¿Es que tienes miedo?

El joven suspiró.

-Como quieras...

 

Así pues, cuando se detuvieron, salieron de su carruaje y se alejaron del pedregoso camino, situándose en mitad de una verde pradera, bajo la atenta mirada del resto de viajeros.

-¿Qué hacen esos? –preguntó uno de ellos, ataviado con una armadura ligera que llevaba una cruz blanca dibujada en el pecho, mientras se bajaba de su caballo. Llevaba el pelo corto y castaño, complexión fuerte y perfil de tipo duro. Además, presentaba una cicatriz en su ojo derecho.

-Creo que van a combatir para ver quien es el mejor de los dos –respondió otro con el mismo atuendo. Éste, sin embargo, presentaba cabello largo y rubio hasta el cuello, ojos azules y complexión media. Al contrario que su compañero, sonreía despreocupadamente.

-¡¿Hablas en serio, Gian?! ¡Hay que detenerles!

-Déjales, Dante. Han estado aburridos durante todo el trayecto. ¿Por qué no les dejamos divertirse un poco? Además, los demás soldados están expectantes. Hasta podríamos hacer apuestas.

-¡¿Acaso te parece un juego?!

-Eres tú quien no sabe divertirse...

 

Mientras tanto, Cain y el otro joven se situaban uno enfrente del otro. Abel se encontraba ligeramente alejado de ellos, sentado sobre la hierba mientras devoraba su porción y guardaba la de los otros dos. Las armas de los dos guerreros habían sido dejadas en el interior del carruaje.

-Bien, cuando mi hermano dé la señal, comenzará el combate. La derrota será para el que se rinda o quede inmovilizado en el suelo durante más de cinco segundos. Se vale agarrar y golpear en cualquier parte salvo en carra y partes bajas. No creo que quieras acabar encogido como una oruga y con las mejillas inflamadas.

-Me alegra ver que eres honorable.

-No suelo, pero digo las cosas a la cara, y una vez prometo algo, lo cumplo independientemente de las consecuencias. Es una mala manía mía.

-¿En serio? Pienso que es una virtud.

-Depende de por donde se mire. En cualquier caso, ¿estás conforme con las reglas?

-Sí.

-¡Comenzad! –exclamó Abel.

 

El primero en atacar fue el mercenario, avanzando rápidamente hacia su rival y lanzando un fuerte puñetazo a su estómago. Éste lo esquivó haciéndose a un lado y contraatacando con una patada al costado, la cual fue recibida sin problemas por Cain, cuya musculatura absorbió la mayor parte del daño. Entonces, agarró la pierna de su adversario en un intento de lanzarlo contra el suelo, no obstante, éste consiguió separarse levantando la otra, y empujándolo hacia atrás.

 

Apoyando sus manos en tierra, el chico se impulsó para ponerse en pie y encaró al hombre, quien había emprendido de nuevo su acometida con ambos brazos por delante para cogerlo de los hombros.

Viéndolo venir, se introdujo en su rango de ataque, agarrando con su mano izquierda la muñeca del brazo derecho de su adversario y situando la otra sobre su abdomen. Posteriormente, se agachó ligeramente, dejando que la propia inercia que llevaba Cain lo elevase por el aire, cayendo de espaldas sobre la hierba. No obstante, el mercenario logró incorporarse antes de ser inmovilizado.

-He de admitir que ese movimiento ha sido bastante bueno –declaró Cain.

-Gracias, tú tampoco te mueves mal. Pensaba que, por tu musculatura, serías más lento.

-Aún no te he mostrado todo lo que soy capaz de hacer –indicó, sonriendo.

 

Tras esto, Cain se lanzó hacia él de la misma forma que antes, sin embargo, se trataba de una finta, cambiando la dirección hacia las piernas y provocando su caída. Acto seguido, se situó encima e inmovilizó sus brazos.

-¡Jajaja! ¡Se acabó! –exclamó, orgulloso.

-¡Uno! ¡Dos! ¡Tres...! – dijo Abel, comenzando la cuenta de los cinco segundos.

 

Pese al contratiempo, el chico se mostró tranquilo y, aprovechando que sus piernas habían quedado libres, golpeó con la rodilla la espalda del mercenario, quien la arqueó debido al dolor. Entonces, giró su cuerpo hacia un lado, logrando que su rival hiciese lo mismo y cambiando así las tornas. Rápidamente, agarró su brazo derecho y lo situó entre sus piernas, traccionando hacia atrás mientras doblaba su muñeca.

-¡Agh! –se quejó Cain.

-¡¿Te rindes?! –preguntó el joven, aplicando más fuerza- ¡De lo contrario, te acabaré rompiendo el brazo!

-¡Maldito niñato!

-¡Uno! ¡Dos! ¡Tres! ¡Cuatro...!

El mercenario intentó alcanzarle con su otro brazo pero, justo cuando parecía que iba a poder hacer algo, el tiempo se acabó.

 

Los dos se levantaron. En el caso de Cain, mientras se acariciaba el brazo.

-¿Dónde has aprendido eso? –preguntó el hombre.

-También me lo enseñó mi maestro.

-Tu maestro debía de saber de todo. Bien jugado –dijo mientras extendía la mano perteneciente a la extremidad sana, siendo estrechada por el joven- Lo prometido es deuda. Quédate con mi porción.

-No la necesito. Ya dije desde el principio que no quería apostar...

-Y yo te dije que no me hecho atrás en mis promesas. No me hagas repetirme. Disfrútalo, anda. A mi salud.

El joven se encogió de hombros.

-Como quieras... –acercándose a Abel, se dispuso a coger las dos raciones. Sin embargo, se dio cuenta de que habían desaparecido- ¿Dónde est...?

En ese momento, se dio cuenta de que el hombre se las había comido, pues no sólo había restos de comida en sus ropas sino que sus mofletes estaban tan hinchados como los de un castor.

-Vaya, vaya, hermano... –dijo Cain al darse cuenta de lo ocurrido, levantando el puño con claro enfado.

 

El mercenario de expresión bobalicona, negó con manos y cabeza, intentando apaciguar inútilmente la ira de su hermano. Incluso intentó pedir ayuda al joven, quien tras pensárselo un momento, dejó pasó a Cain para que hiciese su trabajo.

-Gracias –agradeció el mercenario- ¡Hermano! ¡Aprieta los dientes!

 

Desde la distancia, el resto de soldados se reían con aquella escena.

-¿Ves? Ha acabado bien... casi... –indicó Gian a su compañero.

-Diles que nos ponemos en marcha... –respondió Dante, aguantándose las ganas de matar.

 

De vuelta al carruaje, continuaron la marcha.

-Lo siento... –declaró Abel, con la cara hinchada, esta vez por otro motivo- Es que tenía mucha hambre.

-Te quedarás sin raciones durante lo que queda de viaje.

-¡¿Qué?! ¡Pero moriré de hambre!

-¡Haberlo pensado antes de comerte nuestra comida!

-Sois una pareja curiosa –dijo el chico japonés- ¿Siempre habéis estado juntos?

-Desde pequeños. ¿Tú no tienes hermanos?

-No. La primera persona a la que recuerdo en mi vida es a mi maestro. Él es la única familia que he tenido.

-¿Qué le ocurrió? Hablas de él en pasado.

-Hace cuatro años, unos bandidos atacaron nuestra aldea. Mi maestro murió defendiendo a una familia de trabajadores.

-Ya veo. Un buen hombre.

-Sí. Aquella también fue la primera vez que maté...

-Supongo que a su asesino...

-Así es...

-A mí me pasó algo parecido. Mi padre era un bastardo alcohólico y ladrón. Un día llegó borracho y mató a mi madre. Agarró su cuello y lo apretó con tanta fuerza que, en poco tiempo, dejó de respirar. Si no hubiese sido porque me las apañé para atravesar su corazón con un cuchillo de cocina, habría hecho lo mismo con mi hermano y conmigo.

-Vaya... –se sorprendió el chico.

-No es una bonita historia, ¿eh?

-Siento que las cosas saliesen así.

-Tonterías. Hace mucho tiempo ya de aquello. A todo esto, todavía no nos hemos presentado, ¿verdad? Mi nombre es Cain, y este estúpido bobo que tengo por hermano se llama Abel.

-Encantado... –dijo Abel.

-Lo mismo digo. Mi nombre es...

 

De repente, se escuchó el ruido de una explosión procedente del exterior, lo que provocó que los carruajes se detuviesen de inmediato.

-¿Qué ha sido eso? –preguntó Cain.

-No lo sé pero no creo que sea buena idea quedarse aquí –indicó el joven mientras cogía su espada.

 

Al salir, observaron que, delante de la caballería en vanguardia, había un grupo de seres antropomórficos a los que ninguno había visto. Eran de distintos tamaños y presentaban cuernos, cola y/o pezuñas en lugar de pies.

-¿Q-qué son? –preguntó Abel, alterado.

-Demonios... –dijo, de repente, el chico.

-¿Demonios? –preguntó Cain.

-Mi maestro me habló de ellos. Me dijo que entabló relación con uno. Aunque parecen más amenazantes de lo que me contó.

-En serio, ¿seguro que tu maestro era una persona normal?

-Parece que están hablando de algo. Vayamos a ver...

 

Una vez se acercaron, pudieron observar mejor a los demonios. Se trataba de un grupo de ocho, dos del sexo femenino y seis del masculino. Uno de ellos, en apariencia el líder, mantenía una conversación con Dante. Tenía dos grandes cuernos curvados hacia atrás y una cola parecida a la de un felino. Por lo demás, presentaba las mismas características que un humano, sólo que con extremidades más fuertes que la media.

-¡Te repito que no necesitamos que humanos defiendan a nuestra señorita! –exclamó el demonio.

-No dudo de vuestra eficacia pero órdenes son órdenes. Forma parte de la integración de especies. Un grupo humano de protección para las señoritas Hana y Thyra, y un grupo de demonios dentro de los dirigentes de las defensas de la Inquisicón.

-¡Me da igual lo que digan las órdenes! ¡No confío en los humanos para llevar a cabo una tarea tan importante!

-¡¿Te das cuenta de que hacer esto podría suponer una vuelta atrás en los trámites hacia la paz?! ¡Sé que es difícil confiar los unos en los otros pero, con esfuerzo, podremos vivir en paz!

-¡Por vuestra culpa, el número de demonios es hoy la mitad de lo que era en el pasado! ¡¿Por qué tendríamos que esforzarnos en comprenderos?! ¡Lo único que queremos es que os vayáis y nos dejéis este trabajo a nosotros!

-Lo siento pero no puedo hacerlo, de lo contrario, los esfuerzos de las señoritas Hana y Thyra, así como los del papa John X, habrán sido en vano.

-¡Pues si no se hace por las buenas, se hará por las malas!

 

En ese instante, el demonio realizó una señal y los demás concentraron bolas de fuego, lanzándolos contra Dante y dos de los carruajes que había detrás de él.

-¡Cuidado! –exclamó Gian, abalanzándose sobre su compañero y desplazándolo fuera de su rango de ataque.

 

Por otro lado, varios soldados recibieron el impacto, volando por los aires y quedando inconscientes en el suelo.

-¡Maldita sea! –se quejó Gian mientras veía arder los carruajes- ¡Si no fuera por la mejora de las armaduras, habrían acabado igual!

-Sin los “Dying Walker” y las armas especiales, lo tenemos difícil contra ellos. Pide refuerzos, debemos de estar cerca de Roma, los entretendremos hasta que lleguen –ordenó Dante.

-¡Bien! –respondió Gian.

-¡Ah! ¡Y procura hacerlo de manera que no llegue a oídos de la población!

-¡Sí, lo sé!

-¡Soldados, atacad! –mientras su compañero se retiraba, Dante reunió al resto de sus tropas, quienes, a grito de guerra, acometieron contra los demonios.

-¡Nosotros también deberíamos ayudarles! –dijo el joven espadachín.

-¡¿Estás loco?! –replicó Cain- ¿¡Has visto lo que acaban de hacer!? ¡Si vamos ahí, moriremos!

-¡No podemos dejarles a su suerte! ¡Además, si les demostramos lo que valemos, puede que nos suban la paga! –exclamó, intentando convencer al mercenario.

-Mm...

-¡Yo voy! –dicho esto, el chico se unió a los soldados en la batalla.

-¡Oh! ¡Maldito crío! ¡Vamos, Abel! –se quejó Cain mientras cogía su arma, una gran hacha, y corría detrás arrastrando a su hermano.

 

Dante se hallaba enfrentándose al líder de los demonios, a quien conseguía mantener más o menos a raya pese a la diferencia de poder.

-Tu espada... –comenzó a decir el demonio mientras esquivaba los ataques del hombre- ¡Está hecha para dañar demonios, ¿no es así?! ¿¡Y vosotros sois los que decís apoyar la paz!?

-¡Si no fuera por radicales como vosotros no tendríamos que llevarlas!

-¡Cállate! –concentrando fuego en sus brazos, el líder de los demonios golpeó la armadura del hombre por la parte del abdomen. Físicamente no se observaron daños sobre ésta, pero el guerrero salió despedido hasta chocar de espaldas contra uno de los árboles del bosque cercano al camino por el que transitaban- ¡Al final, eso es todo lo que podéis hacer contra nosotros! ¡No sois dignos de proteger a la señorita Hana!

 

Entonces, el espadachín apareció por uno de sus laterales, sorprendiendo al demonio.

-¡¿Quién eres tú?!

-¡No tengo por qué decirle mi nombre a alguien que no me ha dado el suyo! –respondió el joven, realizando un corte vertical, el cual fue bloqueado por los brazos llameantes de su contrincante.

-¡No pienso perder el tiempo contigo!

 

Dicho esto, el líder de los demonios separó el arma de sus extremidades y concentró fuego en una de sus manos, disponiéndose a disparar a su enemigo. Sin embargo, éste no le dio tiempo, dando un paso hacia delante y atacando horizontalmente con su espada, logrando hacerle un pequeño corte en el abdomen. Acto seguido, y aprovechando el impulso tomado, giró sobre sí mismo y realizó un corte vertical dirigido a su bíceps.

-¡Agh! ¡Maldita rata! –molesto, su adversario golpeó con su puño el hombro del chico, enviándolo al suelo.

 

Viéndose en la obligación de rodar por el suelo para evitar un pisotón dirigido hacia su pecho, el espadachín japonés se incorporó lo más rápido que pudo. Por desgracia, sólo podía mover uno de sus brazos, el otro tardaría un tiempo en volver a la normalidad. Pese a ello, no mostró indicios de rendirse, girando la espada y situándola con el filo hacia atrás.

 

De esta forma, avanzó a la vez que el demonio volvía a concentrar fuego y esperó a que realizase otro disparo. Entonces, lo evadió mediante una voltereta hacia delante y hundió el arma en su pierna.

-¡Agh! –se quejó el demonio, provocando que el chico soltase la empuñadura para evadir su próximo ataque, quedándose así desarmado- ¡Se acabó! –exclamó, sacando la espada y lanzándola lejos de él- ¡Esta vez, me aseguraré de acertar! –dijo mientras generaba una bola de fuego considerablemente más grande que las anteriores.

-¡Ya es suficiente!

 

Una voz se erigió por encima del griterío, logrando un momentáneo silencio. Buscando su origen, el espadachín observó a dos individuos con alas de plumaje blanco aterrizar cerca de donde se encontraba. Ambos vestían una túnica color blanco y azul celeste con una capucha que cubría sus rostros, los cuales no tardaron en mostrar.

-¡S-señora Thyra! –se sorprendió Dante, quien había conseguido levantarse y caminaba hacia ellos.

 

La denominada Thyra era un ángel femenino de pelo dorado y largo, recogido en una trenza. Sus ojos verdes inspeccionaban el terreno con expresión seria, arrugando levemente sus finos labios rosados. En sus manos portaba una vara del mismo color que su cabello, siendo ésta más alta que su propia usuaria.

 

A su lado estaba un hombre de cabello color trigo, pobre en la zona de la frente, la cual se presentaba arrugada, lo que le hacía aparentar tener una considerable edad. Sus ojos estaban cerrados y su expresión era apacible y relajada.

-¡¿Se puede saber por qué estáis peleando?! –exclamó Thyra con voz fuerte y severa que logró hacer bajar las armas a todos los presentes. El joven japonés, a su lado, quedó impresionado por su imponente presencia.

-¡S-señorita! –respondió el líder de los demonios, aunque se pudo observar un atisbo de duda en sus movimientos- ¡No aceptamos que un grupo de humanos se encargue de la... de vuestra protección! ¡Nosotros somos los más indicados para dicha tarea!

-¡La decisión ya ha sido tomada! ¡No se harán cambios de ningún tipo, independientemente de cualquier objeción! ¡Fue lo que se votó por mayoría a fin de allanar el camino hacia la paz entre humanos y demonios!

-¡Pero...!

-¡No hay peros que valgan! ¡No me digas que habéis empezado esta batalla por un motivo tan estúpido!

-¿¡E-estúpido!? –alterado, el demonio avanzó hacia ella con intenciones poco amistosas.

 

Viendo su reacción, el chico japonés corrió a interponerse entre los dos justo cuando el ángel golpeaba el suelo con su vara. En ese momento, sintió cómo una gran fuerza invisible elevaba por los aires tanto a él como al líder de los demonios, llevándose la peor parte al salir despedido más allá de los primeros árboles del bosque.

-¿Huh? ¿Quién era ése? –preguntó Thyra, confusa.

-Uno de vuestros guardaespaldas, señora... –contestó Dante, llevándose una mano a la frente.

 

-¡Uaaaaaah!

Separado de los demás por una considerable distancia, finalmente aterrizó en un pequeño lago, en mitad de un claro. Hundiéndose unos metros, consiguió hacer fuerza con su brazo sano para salir a la superficie.

-¡¿Qué clase de habilidad ha sido esa?! –gritó- ¡Si no llega a ser por el lago habría muerto!

-Esto... ¿Estás bien? –preguntó alguien detrás de él.

Al darse la vuelta divisó cerca de él la cabeza de una joven nadadora pelirroja, quien poseía un par de pequeños cuernos asomando sobre su cabeza, y ojos grandes y rojos que lo miraban con curiosidad.

-Sí... Em... Perdona si te he interrumpido...

-No, por favor. Debe haber sido un aterrizaje duro. ¿Qué estabas haciendo para haber acabado así?

El chico caviló durante unos instantes.

-Intentar salvar a alguien, creo. Sólo que he sido enviado aquí por aquella a la que pretendía salvar.

-¿Huh? ¡Jajaja! ¿¡En serio?!

-Lo sé... Lo normal es que te lo agradezcan. En cualquier caso, si... no te importa, me gustaría salir de aquí –dijo mientras comenzaba a nadar con su brazo bueno.

-¡Ah! ¡¿Estás herido?! ¡Deja que te ayude!

-No es necesario.

-¡Claro que lo es! ¡Vamos! ¡Yo te llevaré!

Entonces se acercó a él y lo agarró de la cintura, impulsándolo poco a poco hasta la orilla. El espadachín notó algo blando en su espalda, seguido de una extraña sensación que prefirió guardarse en su interior por temor a revelarlo.

 

Fue salir del lago y poder confirmarlo.

-¿E-estás desnuda? –preguntó, apartando instintivamente la vista.

-¿Qué? Pues claro. Normalmente hay que bañarse sin ropa. Bueno, en tu caso no has tenido más remedio. ¡Jajaja! –rió animadamente mientras comenzaba a vestirse- ¿Es que te da vergüenza?

-No estoy acostumbrado...

-Um... yo pensé que te sorprenderías más de que sea una demonio.

-Bueno... supongo que ya he tenido contacto con los tuyos...

-Mm... Ya veo. Puedes darte la vuelta.

 

Una vez lo hizo se topó con que no se había puesto la parte de arriba, mostrándole su torso desnudo.

-¡Uaah! –exclamó el chico, volviendo la vista de nuevo.

-¡Jajaja! ¡Me encanta tu expresión! –respondió mientras acababa de ponerse la ropa- ¡Me caes bien! Mi nombre es Hana, ¿cómo te llamas?

 

El chico levantó la cabeza, ella estaba de cuclillas, con expresión sonriente. El Sol iluminaba su pelo rojo, brillante por el agua. Por alguna razón, en ese instante, le pareció uno de los seres más maravillosos del planeta.

 

Ese encuentro con las dos, Thyra y Hana, marcaría un antes y un después en su vida. El principio de una historia que terminaría con el nacimiento de una leyenda.

-Mi nombre es Hioni Reima.

 

La historia de un pasado muy lejano...

42: Capítulo 42 - Los Pacificadores
Capítulo 42 - Los Pacificadores

-¡Esto es un ultraje! –gritó el sagrado emperador Berengar, recorriendo de un lado a otro la extensa sala elegida para la reunión, al enterarse del ataque de los demonios durante el viaje de vuelta- ¡Si llega a oídos de la gente, perderán la confianza en nosotros!

-Cálmese, su majestad –dijo un hombre de aspecto tranquilo y maduro, sentado sobre una de las sillas de madera blanca, decorada con bordes dorados, que se encontraba junto a una gran mesa ovalada del mismo color.

 

Cerca de ambos,  había una demonio y un ángel femenino. También sentadas, una de ellas observaba divertida al emperador mientras la segunda se disponía a continuar con la conversación.

-Los atacantes ya han sido detenidos y enjaulados a la espera de juicio y sentencia. Se ha evitado la filtración de información y ésta ha quedado oculta al pueblo. Podemos estar tranquilos.

-Me alegra escucharlo –contestó el más tranquilo de los hombres, tratándose éste del papa John X-. Sin embargo, deberíamos tener más cuidado de ahora en adelante. Dudo mucho que sea la última vez que se intente algo así.

-Bueno, en parte, para ello se ha formado una guardia humana –declaró la demonio, quien comenzó a reírse.

-¿Qué ocurre, Hana? –preguntó el ángel femenino.

-Nada, acabo de acordarme de alguien interesante.

-¡Creo que no le estáis dando al asunto la seriedad que merece! –las interrumpió el emperador- ¡Ya tenía mis dudas sobre todo esto! ¡Pero, con el ataque, no han hecho más que aumentar!

-Su majestad. La situación entra dentro de lo previsto. Nada más hacer pública la idea de relaciones amistosas entre humanos y demonios, así como la integración de unos en la sociedad de los otros, grupos de ambos bandos se lanzaron en protesta a las calles. Algo que los soldados tuvieron que controlar, pues faltó poco para que se enfrentasen allí mismo. No es de extrañar que, pese a que conseguimos convencer a una gran mayoría de las ventajas que supondría dicha relación, se hayan formado grupos terroristas y rebeldes que quieran ponerla en peligro.

No obstante, no debemos echarnos atrás. Dicha paz supondrá un gran avance para todas las especies: ángeles, demonios y humanos. Los primeros por la separación que esto ha desencadenado en su sociedad, dividiéndola entre aquellos que están de lado de los humanos, los que están de lado de los demonios y los que se mantienen neutrales. Además, la paz también ayudaría a incrementar su población, la cual es menor incluso que la de los demonios, ¿no es así, Thyra? –preguntó el papa, dirigiéndose al ángel.

-Sí. Los ángeles no sufrimos la discriminación que sufren los demonios, pero las consecuencias de la antigua guerra y la división social no sólo han conseguido que el número de individuos de nuestra especie se haya visto reducido sino, también, que la reproducción se encuentre estancada, de manera que hace décadas que no nace un ángel en este mundo.

-En lo que respecta a los demonios –continuó el papa-, la paz daría lugar al fin de la discriminación, lo que les permitiría mayor libertad y, al igual que los ángeles, un incremento en la población.

-Incluso si la caza de demonios ha disminuido en las últimas décadas, existen lugares donde mi gente sigue sufriendo esclavitud. En otros en los que no ocurre, simplemente son aislados, insultados y/o humillados –aclaró Hana.

-En cuanto a los humanos, incluso si son la especie dominante en estos momentos, los conflictos con las otras especies han causado muchas muertes innecesarias, la mayoría civiles o gente inocente. Además, el nulo o escaso intercambio de información entre las tres especies ha lentificado sus respectivos desarrollos, algo que ha afectado sobre todo a los humanos, quienes manejan peor su poder.

La guardia humana, así como la presencia de demonios en la Inquisición, es un gran paso adelante en todo esto. Si funciona, la confianza de la población en nosotros aumentará, lo que facilitará mucho las cosas. Por el contrario, si cancelamos el proceso de paz en este momento, es posible que cause el efecto contrario y los conflictos empeoren.

-¡Tsk! –el emperador hizo una mueca de disgusto al escuchar las palabras del papa, pero decidió desistir en sus quejas.

-Cambiando de tema –dijo Thyra-. Será mejor hablar cuanto antes con los mercenarios y soldados humanos. La mayoría estarán confusos al no saber nada sobre los demonios y los ángeles, por no hablar de la magnitud de su misión.

-Tienes razón. Si su majestad no tiene nada más que añadir.

-No. Es suficiente, podéis retiraros...

Asintiendo, los otros tres se levantaron y salieron de la sala.

 

-Ah, qué pesado es ese tío... –se quejó Hana.

-¡No deberías decir algo así delante del papa, Hana! –la regañó Thyra.

-No te preocupes, Thyra. Incluso a mí me resulta molesto a veces –declaró John.

-Uh... –el ángel no supo qué contestar.

-Me preocupa que su especismo llegue demasiado lejos. ¿No supondrá un problema? –preguntó Hana.

-Ese hombre confía en mí. Así que, por el momento, dejará que todo siga su curso siempre y cuando yo esté de acuerdo –aclaró el pontífice.

-Me alegra oír eso.

-Menos mal que no se ha enterado de que el líder del grupo de demonios es un conocido tuyo –comentó Thyra.

-¡Ah, no me lo recuerdes! ¡Ese imbécil! –se enfadó Hana.

-¡Oh! Entonces sabes quién es... –curioseó el papa.

-Se llama Behemoth. Trabajó para mí durante un tiempo. Es serio y eficaz, pero tremendamente devoto hasta el punto de agobiarme. Incluso después de dejar el trabajo sigue autoproclamándose mi guardián.

-Debe de ser duro –dijo John, con una sonrisa irónica.

 

Mientras tanto, en otra sala algo más alejada de allí, se encontraba un grupo de personas de distintos orígenes y etnias, todos convocados para el mismo propósito: convertirse en los guardaespaldas de Hana y Thyra, una demonio y un ángel femenino que pretendían conseguir la paz entre demonios y humanos. Al menos, eso era lo que Reima había llegado a escuchar en palabras de otras personas a su paso por la enfermería.

-¿Qué tal tu hombro? –le preguntó Cain, sentado a su lado y señalando con la cabeza el entablillado que llevaba.

-Mejor. Me han dicho que en unos días podré volver a moverlo con normalidad.

-Espero que no sea una pega para que entres en la guardia. Sería una pena perder a alguien con tu habilidad.

 

El joven japonés miró a su alrededor, debían de haber como unas veinte personas. Orientales, caucásicos, africanos e incluso algunos cuya procedencia no podía determinar. Todos ellos tenían aspecto de ser buenos luchadores.

-¿Por qué nos habrán elegido a nosotros? –preguntó el chico.

-¿No ha sido por nuestra fuerza? –dijo Cain.

-Deberían de haber soldados en este lugar igual o más fuertes que nosotros. Aun así, se han tomado la molestia de traer a gente de otras partes del mundo.

-No sé qué decir. Quizás haya problemas dentro del imperio.

Justo entonces, entraron Hana, Thyra y John en la sala, silenciándola. Reima dirigió la mirada hacia la demonio quien le saludó alegremente con la mano.

 

Poco antes de que el papa comenzase a hablar, éste le hizo una señal a Thyra, quien asintió y cerró los ojos, situando su vara frente a ella. Entonces, una luz blanca surgió en su extremo, estallando en una onda expansiva que atravesó, sin producir ningún impacto, los cuerpos de todos los presentes.

 

Los guerreros observaron sus propios cuerpos, buscando algún cambio o efecto que pudiese haberse producido. Sin embargo, éste no se hizo presente hasta que el líder de la Inquisición habló.

-Hola a todos. Como habéis podido comprobar, ahora todos entendéis mi lengua. Es un proceso parecido al que utilizamos cuando os ofrecimos venir aquí. Dicho esto, soy John X, algunos ya me conoceréis como el líder de la Inquisición y Sumo Sacerdote del cristianismo y la Iglesia. Otros, será vuestro primero contacto conmigo, sea porque no sois adeptos o procedéis de otras culturas y/o tierras. En cualquier caso, os doy la bienvenida.

Muchos os preguntaréis qué es lo que ocurre y qué significa la existencia de demonios y ángeles. Hoy he venido con dos jóvenes: Hana, diplomática por parte de los demonios y una de sus gobernantes en esta zona; y Thyra, una de los tres arcángeles, los ángeles más poderosos del mundo, además de la mediadora entre demonios y humanos, esta última, representada por mí. Entre los tres, procuraremos explicaros la situación y resolveros todas las dudas que os surjan.

 

Dicho esto, hizo una pausa para ver si alguien tenía algo que añadir. Entonces, prosiguió.

-Bien. Empecemos por el principio. Los demonios y los ángeles son dos especies que fueron creadas al mismo tiempo que los humanos. Los primeros surgieron gracias al poder de Satán, quien odiaba a los humanos e inició una guerra contra ellos. Ésta finalizó con la derrota de los demonios, gracias en parte al poder de los “Dying Walkers”, armas biotecnológicas con un poder equivalente al de los demonios y que todavía guarda la Inquisición; y a los doce apóstoles, héroes a los que Dios brindó parte de su poder para poder enfrentarse a los siete pecados capitales.

Muchos demonios fueron asesinados y sometidos, reduciéndose considerablemente su número así como el de ángeles, quienes habían tomado parte en la batalla, algunos de ellos uniéndose al bando de los humanos y otros al de los demonios.

-¿No habría sido más conveniente para los ángeles dejar que las otras dos especies se mataran entre ellas? –preguntó Cain.

-Los ángeles somos criaturas de naturaleza solidaria –respondió Thyra-. Con ello no quiero decir que todos sean así, pero es normal en nosotros sentir la necesidad de ayudar a otros según los ideales que tengamos.

-Yo tengo otra pregunta –dijo Reima, levantando el brazo- Se ha hablado sobre el origen de los demonios pero ¿cuál es el de los ángeles?

-Lo cierto es que no se sabe con claridad. Por lo que está escrito en la Biblia, el libro en el que se recoge la historia de los humanos, demonios y ángeles; hay varias teorías, pero las más extendidas son: una que dice que fueron creados por Dios y que aquellos que se pasaron al bando de los demonios se consideraron “Ángeles caídos”, y otra que dice que fueron creados por Satán pero que la mayoría cambió de bando.

-Entiendo –asintió el espadachín a la explicación del ángel. Aunque había algo de lo que había dicho que no le terminaba de convencer.

-A partir de entonces –continuó John-, algunos de los demonios fueron exiliados de sus tierras y otros pasaron a ser esclavos de los humanos. En cualquiera de los dos casos, sufrieron una fuerte discriminación que a día de hoy todavía continúa pese a que ha conseguido reducirse. Al mismo tiempo, los ángeles se declararon neutrales, negándose a intervenir, salvo excepciones, en los actos de los humanos para con los demonios.

En este trasfondo, hace seis años, poco después de que fuese nombrado papa, Hana y Thyra vinieron a mí y me propusieron un plan para conseguir la paz entre humanos y demonios, contándome sus ventajas y el proceso para llevarlo a cabo. Al principio me sorprendí. Observar a una demonio y un ángel llevarse tan bien y ser capaces de coordinarse así es increíble, mucho más si te proponen algo de tal envergadura, pero lograron convencerme y, desde entonces, hemos realizado bastantes progresos.

-Tanto aquí como en otras partes del mundo, existen miembros de las tres especies que nos apoyan, incluso, unos pocos de ellos, han empezado a establecer relaciones comerciales y laborales –dijo Hana-. No obstante, aún queda mucho por hacer y, por eso, hemos decidido dar el siguiente paso: la inserción de demonios entre los mandatarios de la Inquisición y una guardia, formada únicamente por humanos, encargada de mi seguridad y la de Thyra.

-Todavía existen aquéllos que consideran que la paz no debería establecerse o que desconfían de que tenga lugar. Algunos son bastante radicales al respecto –comentó Thyra-. De ahí la necesidad de una guardia. A su vez, la presencia de demonios entre los dirigentes de la Inquisición pretende cambiar la opinión de los más adeptos a Dios e incluso lograr mejorar su estructuración.

-¿Por qué nosotros? –preguntó otro hombre de pelo plateado y parche en su ojo derecho.

-Todos los presentes habéis alcanzado cierto grado de renombre por vuestras hazañas en batalla, sin embargo, no sólo estáis aquí por ello. También buscábamos personas cuyo conocimiento sobre los demonios fuese escaso o nulo. De esa forma, no sólo se evitarán disputas, sino que, además, podremos enseñaros desde cero una buena relación entre las tres especies.

-En el caso de los demonios también se ha sido específico. Nos hemos asegurado de que sólo aquellos dispuestos a contribuir con la paz y que tengan buenos conocimientos sobre la cultura humana, pasen a formar parte de la Inquisición –añadió Hana.

 

Hubo otra pausa durante la explicación. La mayoría de los luchadores se mostraron sorprendidos.

-Bueno, a mí realmente me da igual las circunstancias siempre y cuando se me pague –dijo Cain, descaradamente.

-Por supuesto, recibiréis un pago a cambio de vuestros servicios. No obstante, no toleraré actitudes perezosas y/o arrogantes. Quien no cumpla con las normas, será castigado. Y yo, personalmente, me encargaré de ello –indicó el ángel mientras golpeaba el suelo con su vara.

 

Reima recordó la suerte que había tenido al caer en el lago tras el golpe de Thyra.

-Bien, ahora procederemos a separaros en grupos. Cada grupo requerirá de un líder. Para ello, se realizará un pequeño combate entre sus miembros, con armas de madera. Las reglas son sencillas: lucharéis todos contra todos. Un miembro quedará eliminado al recibir un único golpe en el cuerpo con el arma. No se permitirán golpes ni estrategias que no impliquen un ataque directo con vuestra arma. Sólo se podrá golpear torso y extremidades. ¿Estáis de acuerdo?

Ninguno se opuso, por lo que comenzaron a dividirlos en cuatro grupos de cinco.

-Bien, seguidnos. Os llevaremos al campo de entrenamiento donde os darán las armas e iréis luchando un grupo tras otro. Tengo entendido que uno de vosotros tiene un brazo entablillado –el papa buscó con la mirada a la persona aludida, llegando hasta Reima-. Retrasaremos el combate de tu grupo hasta que estés recuperado por completo.

-No será necesario –replicó el joven-. Puedo luchar con un sólo brazo.

-Siento discrepar, pero insisto en que se lleve a cabo cuando estés recuperado por completo. No sólo por tu seguridad sino también porque a todos nos gustaría ver tus capacidades en su totalidad.

-Entiendo lo que me quiere decir. Sin embargo, sé como luchar de manera que mis habilidades no se vean disminuidas.

John miró a las dos chicas. Hana parecía mostrar curiosidad. Por otro lado, el ángel no parecía tan conforme.

-Bien, hagamos una cosa. Te dejaremos luchar, pero en el momento en que te veamos forzarte demasiado, no sólo te detendremos, sino que perderás tu derecho a obtener el liderazgo. Además, has de tener en cuenta que quizás tus compañeros no tengan reparos en ignorar tu estado

-Mejor así.

-Como desees.

 

Así pues, caminaron hasta llegar a una espaciosa área circular con la superficie de arena, rodeada por un alto muro de unos siete metros de altura. Junto a la entrada a dicho lugar, había un par de soldados apostados, los cuales llevaban una caja en cuyo interior se podían observar distintos tipos de armas: lanzas, espadas, hachas... todas ellas de madera bastante bien tallada.

-Que cada miembro del primer grupo coja el arma que más le guste y entre –dijo John.

 

Tras hacer caso a las indicaciones del pontífice, cinco de ellos se situaron en el centro del campo de entrenamiento.

-¿Estás loco, Reima? Vamos a comerte vivo ahí fuera –dijo Cain, quien, junto con su hermano, Abel, estaba en el mismo grupo que el espadachín.

-En una batalla, uno no debe depender únicamente de su fuerza. A veces, saber cuándo escapar y cuándo atacar te puede convertir en el ganador.

-Lo que tú digas... –Cain se encogió de hombros- ¿Y bien?

-¿Y bien qué?

-¿Hay alguien por quien apuestes como ganador de ese grupo? Yo me decanto por el rubio de ahí.

Entonces señaló a un joven apuesto, de pelo claro y corto, y ojos azules. Era muy alto, de hecho el más alto de todos los presentes. Pese a ello, su complexión no distaba mucho de la de Reima. Hasta antes de entrar en el campo de entrenamiento, había estado vistiendo una armadura grisácea con tela azul en los costados. Suponía que se lo habría quitado para ir más ligero durante la competición. Su arma era una espada larga a dos manos.

-No. Él no va a vencer –declaró firmemente el japonés.

-¿Ah, sí? Tú me dirás entonces

-Yo estoy entre uno de esos dos.

 

Cain siguió la mirada de Reima hasta encontrarse con un hombre y una chica. El primero era de piel oscura y ojos verdes. Rapado casi al cero a excepción de una línea justo en el centro de la cabeza que se extendía formando una trenza, la cual llegaba hasta la cintura. Sus brazos eran largos y delgados, al igual que sus piernas. De hecho, mantenía una posición de combate en la que encorvaba la espalda hasta tocar el suelo con una de sus manos mientras, con la otra, sujetaba una lanza.

 

En cuanto a la chica, era de pelo negro y tez pálida, ojos rojos y extremidades fuertes, sobre todo sus piernas, que llevaba al desnudo, con los pies descalzos, y cubierta la pelvis y el torso por una tela color beis sujeta con un cinturón. Su arma era una espada corta a una mano.

 

-El hombre se llama Sirhan, y la mujer, Tathya –dijo una voz detrás de ellos.

Cuando se dieron la vuelta, se encontraron con Hana y Thyra, la primera de ellas esbozando una sonrisa de oreja a oreja.

-¿Cómo estás, Reima? –preguntó la demonio.

-¿Os conocéis? –añadió Thyra.

-Tuvimos un interesante encuentro en el lago, ¿verdad?

El chico se limitó a mirar el combate, intentando cambiar de tema.

-Entonces, tú debes de ser a quien envié a volar durante la discusión con los demonios. Mis más sinceras disculpas –dijo el ángel mientras agachaba la cabeza- Espero que lo de tu hombro no fuese por mi culpa...

-No te preocupes. Me lo hizo uno de los demonios.

-Menos mal –continuó ella, llevándose una mano al pecho, aliviada-. De todas formas, me gustaría que te retractaras combatir en este torneo. Con el hombro así no estás preparado.

-Ya he dicho que no será necesario. De verdad, no tengo problemas en luchar con un sólo brazo. Me he visto en situaciones similares.

-Insisto.

-No quisiera ser descortés, pero somos nosotros quienes debemos preocuparnos por vuestra seguridad y no al revés.

 

Esas palabras no le gustaron al ángel, que, pese a ello, no volvió a pronunciarse sobre el tema.

-Vamos, vamos. Seguro que no pasa nada, ¿verdad... esto, Abel? –dijo Hana, intentando calmar el ambiente.

-Tengo sueño... –se quejó Abel.

-¿Eh?

-Ni te molestes en mantener una conversación decente con él en ese estado, señorita –dijo Cain-. Ya es un idiota de por sí, pero ahora mismo con suerte sabe dónde está.

-Ya... ya veo. ¿Estará bien de cara al combate? –preguntó la demonio.

-¡Claro! Se las apañará –sonrió el hombre.

 

En ese momento, John dio comienzo al combate. El joven rubio realizó el primer ataque, dirigido a otro chico de pelo negro y corto, estatura más bien baja y vestido con una armadura de cuero, quien consiguió detener el golpe con su espada. No obstante, el atacante giró sobre sí mismo, logrando realizar otro ataque que esta vez sí encajo en el costado, eliminando casi instantáneamente a su adversario.

-¡Ja! ¡Y tú decías que no iba a ganar! ¡Ahí va uno! –exclamó Cain, orgulloso.

-Sigue observando... –dijo Reima.

 

Por su parte, Tathya acababa de chocar armas con su adversaria, una chica de pelo corto y negro, muy parecido al del otro joven; ataviada también con la misma armadura. La guerrera de pies descalzos se movía muy rápido, apenas dando tiempo de reacción. Su rival consiguió detener los primeros golpes, pero no tardó en ser sentenciada por su espada.

 

Así pues, sólo quedaron Sahir, Tathya y el joven rubio, siendo el hombre de piel oscura el primero en iniciar su ataque, dirigido hacia el chico, quien logró esquivarlo, no sin dificultades. Tras esto, intentó contraatacar con un golpe horizontal hacia el muslo, sin embargo, Sahir se agachó, apoyando sus cuatro extremidades en el suelo, con el pecho casi tocándolo. Entonces, apuntó con su lanza hacia el abdomen de su contrincante, quien perdió el equilibro al retroceder, recuperándolo justo a tiempo para detener con su espada un nuevo ataque, esta vez dirigido al pecho.

 

En ese momento, entró Tathya en escena, quien acometió contra Sahir, manejando su espada de manera artística, enlazando varios movimientos mientras daba vueltas sobre su propio eje, dejando poco espacio de maniobra al hombre, quien daba pequeños saltos hacia atrás para evitar ser golpeado.

 

El guerrero rubio aprovechó la apertura para avanzar hacia ellos, dando un gran paso adelante con su pierna izquierda y ejecutando un mandoble horizontal a la altura del vientre. No obstante, tanto el uno como la otra habían predicho sus movimientos, saltando a la vez para evadirle. Como consecuencia, quedó expuesto, siendo eliminado por la guerrera.

 

-¡Maldita sea! –se quejó Cain al observar la caída de su predilecto.

Los dos restantes se miraron fijamente mientras se desplazaban en círculos, vigilando cada una de sus acciones. El ambiente estaba tan tenso que podría haberse cortado con una de las armas de madera. Daba la sensación de que, en cualquier momento, se decidiría el resultado.

 

Impulsándose con su pie derecho, Sarhin atacó, desplegando una serie de golpes frontales con su lanza que fueron detenidos por la espada de Tathya. En mitad de uno de ellos, la chica se agachó, situándose de cuclillas y realizando un ataque horizontal dirigido a la zona de la espinilla. El hombre saltó, apuntando con su arma hacia la superficie de arena, dibujando una línea diagonal que falló su objetivo, quien, mediante una voltereta hacia atrás, volvió a ponerse en pie, impulsándose con sus manos. Acto seguido, se lanzó hacia delante, en un ataque frontal por arriba que su adversario se dispuso a impedir. El combate estaba sentenciado. El arma del hombre tenía mayor alcance, y la chica, poca movilidad en el aire. Sin embargo, contrariando las expectativas de todos, desvió el lanzazo mediante un ligero movimiento de su espada, lo justo para que pasase a escasos centímetros de su pecho, y aterrizó en el suelo, tocando con el costado izquierdo de su contrincante.

 

-He de admitir que eso ha sido la hostia –declaró Cain-. Tenías razón, ha ganado la chica.

-Por supuesto –contestó Reima.

-¿Cómo sabías que uno de los dos sería el ganador? –preguntó Hana.

-Por su manera de coger el arma, su posición de combate y su mirada. Ambos permanecían firmes y serios, como si estuviesen acostumbrados a enfrentarse a peligros día sí día también. Era posible equivocarme, pero sabía que su habilidad era más que sobresaliente.

 

-Que pase el grupo siguiente –dijo John mientras daba la enhorabuena a la vencedora, quien simplemente asintió respetuosamente y se sentó en un lugar algo apartado del resto, con la espalda apoyada sobre la piedra que formaba el muro.

 

Reima la observó brevemente a la vez que avanzaba para coger un arma, ya que era su turno.

Se decantó por una espada larga a una mano, de mayor longitud que la utilizada por Tathya pero menos pesada que la elegida por el chico rubio. Su forma le recordaba a su propia arma. Entonces, se encaminó al centro del campo de entrenamiento junto con Abel y Cain. Poco después se unieron los dos miembros restantes del que iba a ser su grupo: una chica, en apariencia mayor que él, de pelo largo, cobrizo y rizado; que vestía una túnica negra cuyas mangas llegaban hasta el antebrazo y blandía una alabarda. Cerca de ella, el hombre de pelo plateado y parche en el ojo. Su constitución era similar a la de Cain, sólo que ligeramente más alto y con algo de barba, del mismo color que su cabello. Pese a que su arma era una pequeña daga, Reima tenía la sensación de que escondía algo.

 

Así pues, el papa dio la señal de comienzo. Momento en que Cain se lanzó contra Reima.

-Así que has decidido ir a por mí, ¿eh? –dijo el joven japonés.

-¡Ya te dije que no suelo ser honorable! –respondió el mercenario, realizando un ataque diagonal con su hacha, que fue esquivado por su rival, quien, tras esto, apoyó únicamente el metatarso de ambos pies y dibujó en el suelo un semicírculo hacia atrás con el derecho, a la vez que se agachaba para evitar un segundo golpe. Llevando el mismo pie hasta formar un ángulo de 270º, recogió el izquierdo, desplazándolo de forma semejante y girando sobre sí, a la vez que se movía lateralmente.

-¡¿Pero qué...?! –exclamó Cain, quien vio cómo su adversario se situaba a su espalda tras repetir la misma técnica un par de veces más para, acto seguido, atacar con su espada desde su cintura hacia el costado del mercenario.

 

Habiendo observado la derrota de su hermano, Abel acometió de frente contra él, alzando un martillo con el que golpeó verticalmente. Sin embargo, sus movimientos eran más predecibles y torpes, por lo que no le supuso ninguna dificultad esquivarle y eliminarlo.

 

Posteriormente, se dispuso a hacer frente a los otros dos luchadores, encontrándose con que tan sólo quedaba el hombre del parche en el ojo.

-Esa técnica con los pies... ahora entiendo por qué decías que podías valerte incluso con un brazo lesionado -parecía relajado, ni siquiera apuntaba hacia él con su daga- Dime, ¿dónde la aprendiste? –preguntó.

-En Japón, me la enseñó mi maestro.

-Qué interesante. He viajado por muchos sitios, y he tenido muchos maestros, pero nunca había visto un movimiento como ése. Espero que tengas tiempo para poder enseñarme.

-No veo por qué no... –contestó Reima, sin bajar la guardia.

-Gracias...

 

Fue visto y no visto. Apenas supo reaccionar. En un paso, puede que dos, aquel hombre recorrió la distancia que les separaba, situándose en su lateral derecho. Un segundo después, mientras el joven intentaba desplazar su espada, golpeó su costado, derrotándolo.

 

Reima se quedó sin habla. Jamás había visto una velocidad semejante. Si no hubiese sido por su instinto, ni siquiera habría intentado moverse.

 

El hombre le dio unos ligeros golpecitos en el hombro.

-Estaré esperando tus enseñanzas –dijo mientras se disponía a salir del campo de entrenamiento.

-¡Espera! ¡¿Puedo saber tu nombre?!

-Alexander –respondió-, pero puedes llamarme Alex.

 

Posteriormente, tuvieron lugar los siguientes dos combates, de los cuales salieron vencedores un adolescente bajito y delgado, de pelo castaño y en forma de casco, ojos azules y siempre sonriente; y un hombre de piel oscura, bastante grande y musculoso, de cuyo rostro sólo se podían observar sus ojos negros, ya que el resto estaba escondido por una tela de color violeta.

 

-Bien –dijo Thyra- Con esto hemos terminado por hoy. A continuación, nuestros soldados os llevarán a vuestros aposentos y os tomarán las medidas para hacer vuestros uniformes. Cualquier modificación que queráis hacerles, decídselo. Mañana os daremos información sobre vuestra primera misión, la cual se producirá dentro de una semana. Si tenéis alguna pregunta no dudéis en hacerla.

-¿Tenemos algún nombre? –preguntó el joven adolescente de sonrisa casi permanente.

-¿Un nombre? ¿Te refieres al nombre de la guardia? La verdad es que no había pensado en uno.

-¡Yo! ¡Yo! –exclamó Hana, levantando la mano- Tengo una idea sobre cómo podríais llamaros. Puesto que vuestro objetivo es aseguraros de que exista la paz, ¿qué os pareces si os llamáis “Los Pacificadores”?

-¿Los Pacificadores? –se extrañó Cain.

-No está mal –declaró Alex.

-Los Pacificadores... –repitió Reima.

-Si no hay nadie en contra, entonces que así sea –sentenció Hana, juntando las palmas de sus manos.

 

-Parece que Behemoth no lo ha conseguido. Tendremos que buscarnos a otro –en un lugar alejado de allí, concretamente en el interior del dormitorio de una gran casa, un demonio estaba hablando con alguien, aunque ese alguien no parecía encontrarse en la habitación-. ¿Atacar a los tres diplomáticos? Me parece demasiado arriesgado... Entiendo. De acuerdo, lo haremos a tu manera. Seguiremos en contacto...

43: Capítulo 43 - La demonio sin recuerdos
Capítulo 43 - La demonio sin recuerdos

Cuando Reima abrió los ojos, se encontró con el techo de piedra de la habitación que compartía con el resto de sus compañeros. Hacía cuatro días desde que se enfrentaron para decidir al líder de grupo. Tras ello, les explicaron que los componentes de cada uno de ellos descansarían en la misma habitación, de esa manera, estrecharían sus lazos. Aunque el chico pensaba que también sería debido a que era imposible que hubiese dormitorios individuales para veinte personas.

 

Fuere como fuere, el caso es que allí se encontraba, sentado sobre su cama, con el torso desnudo y unos pantalones de tela gris que sujetaba con un cinturón marrón, ya que le venía ancho de cintura y piernas, sobrepasando por unos centímetros de longitud sus tobillos.

 

Tras un ligero bostezo, observó la habitación más detenidamente, haciendo tiempo para que su cuerpo fuese despertando. Además de la cama en la que descansaba, había dos literas. En una de ellas dormían Cain y Abel, mientras que en la otra, Álex y Lori, aunque el primero parecía haber salido. Y eso que Reima se consideraba madrugador.

 

Ese hombre había llamado su atención desde que le venció en la arena. Las habilidades que le mostró entonces superaban de largo las suyas. Por desgracia, no había tenido la oportunidad de pedirle otro enfrentamiento, ahora que tenía el hombro recuperado.

 

Por otro lado, también había que decir que, por el poco contacto que había tenido con él en esos cuatro días, se trataba de un tipo bastante amable. Pues era capaz de dejarle al espadachín la cama individual, supuestamente reservada para el líder del grupo, poniendo como excusa que le gustaban más las literas, cuando sabía bien que lo había hecho a fin de que su hombro se recuperase mejor.

 

Una vez en pie, el chico se puso su uniforme de trabajo y, sin hacer ruido, salió del dormitorio. Mientras bajaba las escaleras que llevaban a la puerta principal de sus aposentos, recordó la primera misión que se le había encomendado a la guardia. Al parecer, Hana y Thyra tenían la intención de viajar hacia el Ducado de Nápoles, donde todavía se permitía la esclavitud de los demonios. El duque Marinus I, estaba interesado en unirse a la iniciativa de paz, y quería saber qué ventajas se obtendrían a cambio de ello. Además de ofrecerle información al duque, la demonio y el ángel femenino tenían pensado empezar a concienciar a las gentes de Nápoles. Para todo ello, evidentemente, necesitarían estar acompañadas de los Pacificadores.

 

Reima no se había terminado de hacer al nombre, no como que le pareciese mal, pero le sonaba un poco extraño. Con todo ello, el uniforme era bastante cómodo, de color blanco, con adornos azules en hombros y cintura, y con un diseño parecido a la ropa que siempre había llevado. Esto último a petición suya.

 

Colgada de un cinto, se encontraba su espada. Recogida por el General Dante, una vez se hubo controlado el ataque de los demonios, y llevada a su habitación posteriormente. Cuando fue a darle las gracias, el hombre le aconsejó que cuidase bien de ella, pues parecía ser un objeto importante.

 

El chico no supo qué contestar. Si bien el arma había pertenecido a su maestro, no es como si sintiese un apego especial a ella. Se sentía seguro blandiéndola, pero pensaba que era simplemente por el tiempo que llevaba haciéndolo.

 

Así pues, salió al exterior, donde fue recibido por un camino de piedra que continuaba hacia el frente, rodeado de verde hierba hasta que, medio kilómetro más adelante, se introducía en la ciudad, llenándose el escenario de humanos recorriendo las calles y casas de estructura parecida.

 

Por lo general, Reima no solía interactuar mucho con ellos, pese a que el hechizo, o lo que fuese aquello que Thyra les lanzó el primer día, era de larga duración, y le permitía entender su idioma sin ninguna dificultad. No obstante, disfrutaba más paseando a su ritmo y sin interrupciones. De esa forma, incluso podía mantenerse alerta en caso de que ocurriese algún incidente.

 

El joven reparó en varias mujeres, hablando animadamente entre ellas mientras llevaban un cesto con ropa sujeto con ambas manos. Entre ellas también las había cuyo aspecto revelaba su descendencia demoníaca, aunque su número era menor comparado al de mujeres humanas.

 

Por lo que podía ver, se estaban integrando bastante bien. Nadie habría dicho que había problemas de discriminación. Supuso que lo que le habían dicho sobre el progreso de la relación entre humanos y demonios era verdad.

 

Pese a ello, notó algo diferente al toparse con un grupo de adolescentes. Debían de ser unos cinco, sin embargo había uno de ellos que no tocaba la pelota con la que jugaban. En un principio pensó que quizás no estaba jugando o que simplemente no le habían visto, pero el joven miraba impacientemente el objeto rodante e incluso levantaba la mano para pedir que se la pasaran.

Fue entonces cuando se fijó en la cola que sobresalía de su espalda. Se trataba de otro demonio.

 

Esta situación continuó durante un rato hasta que el joven demonio pareció rendirse y, cabizbajo, se dispuso a marcharse.

 

Pensando que, incluso si se trataba de una pequeña disputa entre amigos, alguien debía intervenir, Reima se dispuso a dar el primer paso. No obstante alguien se le adelantó, dando un pequeño golpe con los dedos sobre el hombro del demonio para llamar su atención y haciéndole un gesto con la cabeza para que le siguiese.

Entonces, de un salto, consiguió robarle la pelota al grupo mientras estaba en el aire.

-¡Mía! –exclamó Hana, casi resbalándose en el aterrizaje, pero logrando mantener el equilibrio. Entonces, se dio la vuelta para encararse a los cinco jóvenes, quienes la miraban estupefactos- ¡¿A que no sois capaces de quitármela?! –les retó de repente.

Tras mirarse, los jóvenes sonrieron con complicidad y corrieron detrás de ella, quien ya les llevaba unos segundos de ventaja.

 

Al principio, el demonio se quedó en el sitio, sin saber bien qué hacer.

-¡Tú también! ¡Intenta quitármela! –gritó Hana, mientras evitaba por los pelos que lo hiciese uno de los otros.

 

Todavía no muy convencido, se unió a los demás, pero, conforme pasaron los minutos, Reima percibió una sonrisa en su rostro. Se estaba divirtiendo.

-¡Jajaja! ¡Sois malísimos! –se burló Hana.

-¡Agh! ¡Es más rápida de lo que pensaba! –dijo uno de los chico, deteniéndose para recuperar el aliento. Los demás hicieron lo mismo.

-Si seguimos así no creo que lo consigamos –dijo otro.

-Yo... –empezó a decir el demonio, tímidamente- Yo tengo una idea...

Los chicos le miraron con el ceño fruncido, como preguntándose qué hacía allí. Sin embargo, tras pensarlo un rato, todos asintieron.

-¿De qué se trata?

 

-¡Me estoy aburriendo! –exclamó Hana, jugueteando con la pelota entre sus manos- ¡Si seguís así voy a terminar llevándomela a casa!

En ese momento, observó a los niños yendo hacia ella. Dos por un lado y dos por otro, rodeándola.

-¡Je! Así que os habéis decantado por otra táctica.

Pero, ¿qué había pasado con el quinto?

 

Desde ambos flancos, los jóvenes se lanzaron a por la demonio, quien les esquivó con facilidad. Creyendo haberse salido con la suya, no se percató de que el demonio se había situado detrás de ella, placándola contra el suelo. Tras esto, los demás le ayudaron a sujetarla y quitarle la pelota.

-¡Sí! ¡Lo hemos conseguido! –exclamó el grupo, levantando los brazos en señal de victoria. El demonio, un poco más alejado, sonrió, contento por haber podido ayudar.

Entonces uno de los del grupo se acercó a él, seguido de los demás, y le tendió la mano.

-¡Buen trabajo!

El demonio observó la mano del chico con  sorpresa, para, poco después chocársela.

Después de esto, los cinco se fueron para seguir jugando, sólo que esta vez, el demonio sí que recibía la pelota, quizás incluso más veces que nadie.

 

Por su parte, Reima se situó al lado de Hana, quien seguía tendida en el suelo, con el pelo desordenado y expresión de cansancio.

-Buen trabajo a ti también –dijo el espadachín.

-¡Jeje! –contestó ella, haciendo una señal de victoria, gesto que provocó una sensación agradable en el joven japonés.

 

Sentados sobre la hierba, observaron el juego de los chicos.

-Como has visto, incluso aquí, donde las relaciones entre humanos y demonios han mejorado, puedes encontrarte casos así –comentó Hana, abrazando sus piernas- Son  pequeños detalles que, a veces, pasan desapercibidos, y nos recuerdan que aún nos queda mucho por hacer.

 

Reima, la observó de reojo. Contrariando la expresión que había mostrado antes, ahora estaba más seria, dando lugar a una escena algo melancólica al mecerse su pelo por el viento.

-Mi maestro siempre decía “Cuando se trata de convencer a los demás, no existe el camino rápido”. Es normal que pasen estas cosas.

-Aun así, me gustaría creer que algún día desaparecerá la discriminación hacia los demonios. Si nos proponemos un objetivo más grande, será más sencillo llegar al máximo de gente posible, ¿no crees?

-Supongo...que tienes razón... –respondió Reima, mientras la demonio se levantaba-. Viendo vuestros esfuerzos, creo que podréis conseguirlo.

-Gracias.

 

Tras esto, echó a andar.

-Ven conmigo. Hay alguien a quien quiero presentarte.

-¿Otra eminencia como el Papa? –preguntó el espadachín, medio en broma.

-No exactamente, aunque también es amiga.

Intrigado, la siguió.

 

Estuvieron caminando por las calles de la ciudad durante una media hora hasta que llegaron a una pequeña casa, algo apartada de las demás. Las paredes blancas reflejaban la luz del Sol, cegándolos ligeramente, y un jardín con dos grandes árboles a cada lado los recibió en la entrada, que consistía en un arco de piedra.

 

Una vez en el jardín, del interior de la casa salió una mujer, por sus ropas, una criada. Dos pequeñas y puntiagudas orejas que sobresalían de entre su pelo y un cuerno recto sobre la frente, que se alzaba varios centímetros, delataban su procedencia. Situándose frente a ellos, hizo una reverencia.

-No hace falta que seas tan formal conmigo, Luna –dijo Hana.

-Es una persona importante, y como tal, así es como debo tratarla –insistió la criada-. ¿Puedo preguntar quién es el joven? No acostumbra a traer humanos aquí.

-¡Ah! Se llama Reima, es uno de los miembros de mi guardia.

-Mm... –la demonio, que iba vestida con delantal blanco, una camiseta negra y una falda del mismo color que llegaba hasta los tobillos, miró de arriba abajo al japonés, dibujándosele una sonrisa pícara-. ¿Seguro que sólo es tu guardián?

-¡Vamos, Luna! ¡No seas así! –contestó Hana, quitándole importancia, aunque al chico le pareció ver algo de rubor en sus mejillas-. ¿Qué tal está? –preguntó.

-Bien. Aunque sigue sin recordar mucho sobre su pasado, ha empezado a controlar mejor sus poderes.

-Me alegra oírlo. ¿Podemos verla? Me gustaría presentársela a Reima.

-Claro, estará encantada de recibirte –realizando otra reverencia, la criada les dio la espalda, dirigiéndoles hacia la puerta de la casa.

 

Una vez dentro, Reima comprobó que el interior no era nada ostentoso pese a lo que uno podría pensar, dado la presencia de una criada. Eso sí, los frutos de su trabajo podían verse en el orden y la limpieza que gobernaban las habitaciones.

 

De esta forma, llegaron a una densa puerta de madera que Luna golpeó levemente un par de veces.

-Ha venido la señorita Hana, junto a su joven guardián. Dice que no es su novio, pero yo creo que miente.

-¡Luna! –esta vez, Hana se alteró más que la anterior, mostrándole una sonrisa irónica a Reima, quien la miró sorprendido.

-Luna, no te metas con nuestros invitados.

-Sí, señora. A partir de ahora sólo me meteré con usted.

-Eso me gusta más. ¡No, espera! ¡Eso tampoco está bien! –exclamó la voz femenina al otro lado de la puerta, provocando la risa contenida de Luna-. Ejem...en cualquier caso, podéis pasar.

 

Al abrir la puerta se encontraron con una chica de pelo largo y de varios colores, algo que le daba cierta excentricidad. Sentada sobre su cama, vestía un pijama blanco y llevaba un libro abierto sobre sus piernas.

-Hola, Hana, ¿cómo estás? –preguntó.

-Muy bien –respondió la aludida mientras la abrazaba cariñosamente-, ¿y tú?

-No me puedo quejar.

-¡Oh! Por supuesto que puede... –le susurró Luna a Reima.

-¡Te he oído!

-¡Vaya, que tonta de mí! –dijo con marcado sarcasmo.

-Ah... –tras un largo suspiro, la mujer de pelo multicolor desvió la mirada hacia el espadachín- ¿Y tú eres...?

-¡Ah, sí! ¡Perdona! –se disculpó Hana- Él es Reima. Como ha dicho Luna, es uno de mis guardias.

-Encantado –dijo el chico, bajando la cabeza en señal de respeto.

-No hace falta que seas tan formal conmigo. No es como que sea alguien rica o importante. Encantada yo también, Reima. Mi nombre es Leviathan. Puedes llamarme Levi para abreviar.

-Así lo haré –aunque no dijo nada en ese momento, Reima recordaba haber leído o escuchado sobre ese nombre en alguna parte. No obstante, no le dio más importancia.

-Me ha dicho Luna que sigues sin recuperar tus recuerdos.

-Sí. Por ahora, lo mismo de siempre. Sueños en los que me enfrento a un ser monstruoso junto con otros de mi especie. Por alguna razón, termino sintiéndome nostálgica y triste a la vez. Últimamente también he tenido otro en el que mueren dos personas. Sus caras están borrosas pero siento un profundo dolor cada vez que pasa.

-Hay veces que despierta gritando y tengo que entrar en su habitación para calmarla –añadió Luna, su tono era más serio comparado con el de antes.

-Debe de ser muy duro –dijo Hana, apenada-. Si puedo hacer algo para ayudarte...

-Tranquila. Es algo a lo que debo enfrentarme yo sola. Además, tengo a Luna. Ella siempre está a mi lado. A veces temo por su salud.

-Yo también. Un día va a matarme –declaró la criada, cruzándose de brazos.

-Más importante –continuó Levi- Tienes que contarme cómo van las cosas con vuestro plan.

-¡Ah, sí! Eh, ¿podemos sentarnos en algún sitio? –preguntó Hana.

-Claro. Luna, ¿podrías traer dos sillas y algo de comer para nuestros invitados?

-Como gustéis, señora.

-Yo te ayudo –se ofreció Reima.

-No, no. De eso nada –interrumpió la criada- Eres nuestro invitado, así que quédate quietecito y espera a que yo traiga las cosas.

Y, acto seguido, salió de la habitación, escuchándose sus pasos alejarse por el pasillo.

 

-El duque Marinus I, ¿eh? –dijo Levi- Durante mi viaje hacia aquí escuché sobe él. Dicen que se trata de una persona caprichosa y egocéntrica. Tened cuidado.

-Lo tendré en cuenta –respondió Hana.

-Aunque, probablemente, deberías tener más cuidado con el caso de los demonios que atacaron a tu guardia.

-¿Te refieres a Behemoth?

-¿Has hablado con él?

-No sé ni si quiero hacerlo –contestó Hana, resoplando.

-Quizás le esté dando demasiadas vueltas pero...no creo que la idea de atacar a tu guardia fuese cosa suya.

-¿Quiere decir que alguien les instigó a hacerlo? –interrumpió Reima.

-Puedo creerme que Behemoth haga algo así por su cuenta, ¿qué te hace pensar que no es así? –preguntó Hana.

-Sólo me estoy basando en una intuición, pero tengo la sensación de que ya he visto algo parecido antes. Unos manipulando a otros para hacer las cosas a su conveniencia, aprovechándose de sus sentimientos... –la expresión de Levi se volvió triste durante un momento-. Por eso creo que deberías hablar con él. Siendo tú, quizás puedas sonsacarle información que los soldados no.

-Mm... –la joven demonio volvió a mostrar rechazo hacia la idea, sin embargo, y tras pensarlo detenidamente, asintió-. Aunque no estoy segura de que vaya a funcionar...

-Podría ir con su novio –propuso Luna, repartiendo una taza con algo para beber a cada uno de los presentes-. La ira tiende a sacar aquello que guardamos en lo más profundo de nosotros. Ya sabe a lo que me refiero...

-¡¿Huh?! ¡Espera! ¡¿Estás insinuando que Behemoth siente algo por mí?! –se sorprendió Hana, quien ya había aprendido a ignorar el que tratase de emparejarla con Reima.

-¡Claro que sí! Me extraña que no se haya dado cuenta antes –continuó Luna.

-Pensaba que únicamente se trataba de un sentimiento de admiración.

-A veces van de la mano.

-No sé, no sé.

-Usted decide, yo sólo le estoy aconsejando.

-Tus consejos dan miedo, Luna –dejó caer Levi.

-Aguafiestas... –murmuró la criada.

-¡Ugh! ¡Cállate! –se quejó Levi.

 

La conversación continuó sin mayores contratiempos, desviándose a otros temas. Finalmente, Hana la dio por terminada y decidió que ya era hora que ella y el espadachín se marchasen.

-Si voy a tener que hablar con Behemoth, antes tendré que mentalizarme bien.

-¿Hasta que punto le odia? –preguntó Luna, frunciendo el ceño.

-No es que le odie, pero es un pesado, hasta el punto de considerarse un acosador.

 

Siguiendo a la gobernanta, el joven japonés se levantó de su silla y se dispuso a salir del dormitorio.

-Espera, Reima –le detuvo Levi-. ¿Te importa si hablo un momento a solas contigo?

El chico se giró hacia Hana.

-No tienes por qué pedirme permiso –rió la demonio-. Te espero fuera.

Asintiendo, volvió a sentarse mientras Luna y Hana cerraban la puerta tras de sí.

 

-¿De qué quiere hablar, Levi?

-Tutéame, hazme el favor. Me siento rara si no lo haces –dijo afablemente la demonio-. ¿Puedo hacerte una pregunta algo personal?

-Sí... supongo.

-¿Por qué decidiste unirte a Los Pacificadores? Contéstame con sinceridad.

Aquella pregunta le pilló desprevenido, cuestionándose también por qué querría ella saber algo así. No obstante, decidió meditar la contestación, llevándole varios segundos el hacerlo.

-La verdad es que... no lo sé –dijo Reima, sintiendo de repente que hasta ese momento no lo había pensado en serio-. Creo que simplemente pensé que tenía que... hacer algo. Y cuando me lo ofrecieron, acepté. Quisiera pensar que fue porque quería ayudar o incluso por el dinero pero, la verdad es que no lo sé.

-Me lo imaginaba –extrañado, se fijó en que Levi ya esperaba una respuesta así-. Dime, ¿había alguien en tu vida a quien estuvieses muy apegado? Alguien a quien respetases más que a ti mismo.

-Mi maestro...

-Pero él murió, ¿no es así?

Reima se limitó a asentir.

-No es de extrañar entonces que no comprendas por qué elegiste venir aquí. Has perdido tu objetivo, y ahora simplemente vas dando tumbos por la vida buscando algo por lo que vivir o por lo que morir.

-¿Por qué me dices esto? –preguntó, sintiéndose algo molesto.

-Porque tienes la misma mirada que yo cuando perdí mis recuerdos. No saber quién eres es como perder de vista tu objetivo, ¿sabes? Caminas buscando algo que no conoces, sin estar segura de si algún día lo encontrarás, hasta que llegas a un punto en el que incluso prefieres la muerte a vivir de esa manera. Lo que quiero decirte con esto, es que no sigas por esa senda o acabarás muerto. En mi caso, tuve suerte. Encontré un objetivo y, lo más importante, alguien que sigue ayudándome en mi camino para conseguirlo.

-¿Te refieres a Luna?

-A esa chica la salvé cuando todavía era una niña. Sólo fue un acto de caridad. Nada importante desde mi punto de vista. Sin embargo, para ella significó todo. Hasta el punto de que hoy en día todavía sigue cuidando de mí. Sin pedir nada a cambio, sólo porque así lo desea. Es realmente increíble –dijo, sonriendo con ternura, como recordando una gran experiencia-. No te rindas, Reima. No busques morir en el campo de batalla, porque algún día encontrarás algo por lo que quieras vivir. No te dejes morir. Ese es el consejo que quería darte.

 

Intentó decir algo en contestación, pero le fallaron las palabras. Por ello, únicamente asintió y se marchó.

 

Una vez en el jardín, Hana y él se dispusieron a despedirse de Luna. Reima se quedó durante un momento plantado, mirando fijamente a la criada.

-¿Huh? ¿Qué te pasa? –preguntó ella- No me digas que ya te has cansado de Hana y ahora quieres ir a por mí.

No contestó. Se mantuvo en silencio, ante el desconcierto de la mirada de las dos.

-¿Crees que sois felices? –de repente, Reima rompió el silencio, dirigiéndose a Luna.

-¿Quiénes?

-Tú y Levi.

En un principio la demonio se dispuso a hacer una broma sobre ello pero, al ver la expresión seria del joven, decidió dejarlo para otro día.

-No sabría decirte. Para mí, la felicidad es algo muy complejo. Pero estamos bien. Por ahora, eso me basta.

 

De vuelta, Hana observó al chico japonés con preocupación.

-¿De qué habéis estado hablando Levi y tú? Si hay algo que te preocupe con respecto a lo que te haya dicho, puedes contármelo.

-No...es sólo que, me he dado cuenta de que aún hay muchas cosas que no comprendo. Mi maestro era lo único que tenía. Mis conocimientos, mi vida, todo giraba en torno a él. Pero, cuando murió... y cuando vengué su muerte... lo único en lo que pensé fue en seguir blandiendo la espada. Creí que así volvería a sentir algo...

-Si necesitas a alguien que te muestre el camino, cuenta conmigo. Haré todo lo que esté en mi mano para ayudarte.

-Gracias, Hana.

La voz tan sincera con la que pronunció aquellas palabras pillaron desprevenida a la demonio, quien desvió la mirada.

-N-no hay de qué... –respondió apuradamente, con una mano en el pecho y la cara sonrojada.

 

-¿De qué han estado hablando? –preguntó Luna a Levi- Ese chico me ha hecho una pregunta muy rara.

-¿Qué opinas de él, Luna?

-Mm. Parece una buena persona, pero me da la sensación de que se siente un poco... ¿perdido sería la palabra?

Levi cerró el libro y se levantó de la cama.

-¿Eh? –se extrañó la criada, al verla sonreír.

-Tengo la impresión de que, tarde o temprano, eso cambiará...

44: Capítulo 44 - El castillo del duque
Capítulo 44 - El castillo del duque

-Me pregunto si falta mucho –dijo Cain, mirando por la ventana del carruaje que les llevaba hacia el Ducado de Nápoles.

-Debe de quedar al menos una hora para llegar. Relájate y disfruta de la vista –sugirió Alex, apoyado en la pared mientras tallaba algo en un trozo de madera, ayudado por su daga.

-Desde que llegamos a Roma hemos estado bastante relajados. Me interesa un poco de acción –respondió el mercenario, volviendo a su sitio.

-Tu hermano, por el contrario, parece pensar diferente –señaló Reima, realizando con la cabeza un gesto dirigido hacia Abel, quien roncaba y salivaba, con la mejilla apoyada sobre una lona que cubría parte del equipaje.

-¡Despierta, mendrugo! ¡Ya has dormido bastante! –exclamó Cain, golpeándole en la nuca.

-¡¿Eh?! ¡¿Qué pasa?! ¡¿Nos atacan?! –preguntó Abel, alterado.

-¡Si nos hubiesen atacado te habría dejado tirado! ¡A ver si te cortaban esa cabeza de chorlito que tienes!

Reima suspiró, desviando la vista hacia Lori, quien mostraba una expresión de preocupación.

-¿Va todo bien? –preguntó el espadachín japonés.

-Sí... es sólo que... Tú también has escuchado sobre el duque, ¿verdad? Dicen que no es una persona de fiar. Me preocupan las intenciones que pueda tener.

 

Aunque hacía poco que conocía a la chica, Reima podía decir que Lori era de los guerreros que más se había concienciado con la libertad de los demonios. A veces se la podía observar hablando con individuos de esa especie como si fuese una más. Y de hecho, ya los había que habían cogido bastante confianza con ella.

 

Por ello, no era de extrañar que no se sintiese cómoda ante un líder cuyo territorio seguía esclavizándolos. El propio Reima también tenía la guardia alta, más después de lo que le había contado Levi.

 

-Intente lo que intente, para eso estamos nosotros. Concentrémonos en nuestro trabajo y todo saldrá bien –dijo Alex.

 

Finalmente, llegaron a su objetivo. Nápoles era ligeramente diferente al lugar del que habían partido. Si bien la estructura de las casas y calles era similar, se podían vislumbrar diversos adornos sobre puertas y cornisas que daban una sensación de mayor prosperidad y riqueza. Lo mismo ocurría con los ropajes de sus habitantes, aparentemente cosidos con telas de aspecto suave y resistente.

 

Una vez dentro de los muros del castillo, continuaron hasta llegar a un jardín con un espacio pavimentado exclusivamente para vehículos.

-¡Ah! Por fin puedo estirar las piernas. –dijo Cain, saliendo del carruaje, levantando los brazos y crujiéndose los dedos.

En total eran cinco los vehículos, cuatro en los que se repartían los distintos grupos de los Pacificadores y uno en el que se encontraban Hana y Thyra.

 

Una vez fuera, esperaron a que saliesen las dos líderes, quienes vestían de manera más formal de cara a su reunión con el duque. En el caso de Thyra, su ropa no distaba mucho de la que solía llevar normalmente, ya que era la protocolaria para los arcángeles, sin embargo, a la espalda de su túnica, y del mismo azul celeste, se hallaba cosido el dibujo de un par de alas de ángel.

 

Reima no sabía mucho sobre su simbolismo, pero imaginó que sería una forma de representación de los arcángeles.

 

Por otro lado, Hana, llevaba un vestido rojo que llegaba hasta un poco por encima de las espinillas. Aunque no era un rojo fuerte, la hacía contrastar con los demás, aunque combinaba con el color de su pelo.

 

Además de sus ropajes, Thyra también llevaba una pequeña tiara blanquecina con una pequeña joya dorada en el centro.

 

Tras juntarse todos, se acercó un hombre, junto con dos guardias, y saludaron, posando una mano sobre sus pechos y agachando las cabezas.

-Es un honor recibir su visita, Arcángel Thyra y Gobernadora Hana. Mi nombre es Leonardo, sirviente y asesor del duque Marinus I. A su disposición.

 

Vestido con una túnica violeta, adornada con bordes plateados y un casquete blanco sobre su cabeza, aparentaba ser mayor, con pelo canoso y algunas arrugas en su cara. De párpados y labios ligeramente caídos, resultaba difícil saber lo que se le pasaba por la cabeza.

-Agradecemos su recibimiento, Leonardo –contestó Thyra-. Nosotras también nos sentimos honradas de que el duque haya accedido a vernos.

-Os está esperando dentro. Por favor, síganme.

 

Asintiendo, Leonardo les guió por el interior del castillo.

 

Los pasillos por los que caminaron eran anchos y altos, casi laberínticos, con grandes ventanales y numerosos cuadros con pinturas de la ciudad. Resultaban un poco imponentes, al igual que la habitación en la que les esperaba Marinus I: un gran comedor en cuyas paredes colgaban las banderas del ducado. En el centro podía observarse una gran mesa alargada y con forma ovalada, presidida por un hombre vestido con ropajes oscuros salvo por el cuello de lana blanca, perteneciente a la capa que caía sobre su espalda. Presentaba bigote y perilla negros. Iguales que su pelo, corto y bien peinado.

 

Sus brazos estaban posados encima de la mesa y sonreía de manera arrogante.

-Sentaos, por favor. Aunque antes me gustaría pediros algo –dijo al ver entrar a sus invitados-. No veo con malos ojos que hayáis traído a vuestra guardia. Es lo más seguro sin duda, pero no me siento cómodo con todos ellos en esta sala. Creo que con unos pocos será suficiente, ¿no creéis?

Thyra y Hana se miraron, tras lo que asintieron mutuamente.

-Por supuesto, no hay inconveniente –respondió la arcángel, dirigiéndose posteriormente a los Pacificadores-. El grupo uno y el grupo dos se quedarán aquí. Que el tres y el cuatro se queden fuera y hagan guardia en la puerta –ordenó.

 

Haciendo caso a la arcángel, los grupos liderados por Alex y Tathya se sentaron en la mesa junto con su dos protegidas. Una vez todos estuvieron en su sitio, el duque dio comienzo a la reunión.

-Supongo que sobran las presentaciones. Vosotras sabéis quién soy yo y yo sé quienes sois vosotras. Así pues, comencemos con el asunto a tratar –tras una pequeña pausa, durante la cual examinó a todos los presentes, Marinus I continuó-. Desde hace años, en mi territorio, se ha tratado a los demonios como esclavos. Jamás hemos dudado de que nuestro trato sea inmoral, pues seguimos las enseñanzas de la Biblia, en la que se relata cómo ellos intentaron destruirnos. Habiendo sido así, no veo por qué motivo nosotros tenemos que mostrar simpatía hacia ellos. Es lo justo.

 

Reima observó cómo sus guardas les observaban casi sin parpadear. Tensos, como si no se fiasen de ellos.

-No obstante –continuó Marinus I-, he visto que últimamente eso ha cambiado en Roma y que tanto el papa como el emperador han accedido a acabar con la esclavitud y comenzar un tratado de paz. Y todo ello por vuestra propuesta. Por tanto, es lógico que eso haya llamado mi atención –sonrió el duque-. Dicho esto, estoy dispuesto, en mi benevolencia y misericordia, a perdonar a los crueles y despiadados demonios y retirar poco a poco la esclavitud de mis dominios. Pero si lo hago, me gustaría saber qué podría obtener con ello. Pues no creo que el emperador haya accedido sin darle algo a cambio, ¿me equivoco?

 

La visión de Marinus I era simple: “Tengo derecho a esclavizarlos. Y si dejo de hacerlo, quiero algo de igual valor”. Convencerle no iba a ser un atarea sencilla, o al menos asó lo veía Reima.

-Sí me permite, ¿qué trabajos suelen realizar los demonios esclavizados? –preguntó Hana.

-De todo un poco. Tareas del hogar, agricultura, ganadería, entretenimiento... Actualmente no se desarrolla ningún conflicto, pero también han sido utilizados como vanguardia en guerras.

-¿Y cree que lo que hacen, no podrían hacerlo sin ser esclavos?

-Por supuesto. Pero lo harían para ellos mismos, no para los humanos. Es más, al verse libres, atacarían a los humanos.

-Es decir, que piensa que los demonios no quieren relacionarse con los humanos y que tan sólo buscan matarlos. Por lo que si fuesen libres, recuperarían sus fuerzas y su ducado se vería en peligro.

-¿A dónde quieres ir a parar? –Marinus I levantó la ceja, confuso.

-Lo primero, decir que, si los demonios fuesen por naturaleza como dice, yo misma habría atacado nada más atravesar la puerta...

-¡Jajaja! –rió el duque, interrumpiendo a Hana-. No es por ofender, pero tengo esta sala rodeada de mis mejores soldados. No crea que no voy preparado. Si intentases algo, os reducirían en segundos.

-¿Usted cree? –preguntó Hana, y chasqueó los dedos.

 

En eses instante, se produjo el silencio en la sala. Fueron muchos los que miraron a Hana, esperando algún suceso extraño. Fue entonces cuando se escucharon los quejidos de los guardas dispuestos en aquella sala.

 

El espadachín japonés, que había estado observándolos, fue de los primeros en entender lo que ocurría. Y es que, al ver a la demonio chasquear los dedos, la primera reacción de los soldados había sido la de llevar la mano hacia sus armas y dar un paso adelante, encontrándose con el hecho de que moverse les resultaba imposible. Una fuerza invisible los mantenía atados.

 

Al darse cuenta, Marinus miró a derecha e izquierda, entre sorprendido y asustado. Al igual que Leonardo, quien había estado durante toda la conversación en pie, detrás del duque.

-¡¿Qué es lo que has hecho?! –exclamó Marinus.

-Sólo utilizar una pequeña parte de mi poder para inmovilizar a sus guardias. Como ve, no me ha resultado muy difícil –dijo la demonio, relajada y sin bajar el brazo con el que había chasqueado los dedos-. No obstante –instantes después, volvió a realizar el mismo gesto, liberándolos -, no busco el conflicto, pese a ser demonio –sentenció con un ligero tono sarcástico.

-¡Dime por qué no debería echaros ahora mismo de mis dominios! –exclamó enfurecido el duque.

-Me ha preguntado qué podría obtener a cambio de unirse al tratado de paz, y yo le acabo de demostrar el poder que tiene un demonio. Imagínese si dicho poder se combinase con las herramientas que tiene actualmente el ser humano. La respuesta es obvia: desarrollo. Con el poder de los demonios, las cosechas se conseguirían mucho más rápido y el ganado estaría mucho más protegido. El transporte sería mucho más fácil y podría llegar mucho más lejos, lo que mejoraría el comercio. Por no hablar de lo sencilla que sería la construcción, creándose casas más seguras, caminos más viables y un sinfín de instrumentos que podrían facilitar su vida y la de sus ciudadanos. Y tan sólo estoy hablando de lo que podría ser una pequeña parte... –Hana dibujaba pequeños círculos en el aire con el dedo índice mientras hablaba, haciendo énfasis en sus argumentos. Por su expresión al hablar, Reima podía notar la emoción y convencimiento que ponía en sus palabras- Todo ello, sería posible si los demonios recuperasen su fuerza y vitalidad. Algo que la esclavitud les ha arrebatado. Si sigue como hasta ahora, con demonios debilitados y furiosos, no sólo no habrá progreso, sino que seguirá acumulando más y más rencor, hasta que lleguen a un punto en el que la posibilidad de entablar la paz no exista, y que los demonios que actualmente son libres, os ataquen.

-Podremos contra ellos –dijo el duque, con arrogancia.

-No lo dudo. Pero a costa de cuantas vidas.

-...

-Usted decide: progreso o decadencia.

 

La demonio fue clara al “ofrecerle” una decisión al mandatario, quien no supo que responder de inmediato. En vista de ello, Thyra optó por tomar la palabra.

-Le pido que tenga en cuenta que al aceptar unirse al tratado de paz, no sólo se une a los demonios, sino también a aquellas regiones que lo apoyan, así como a aquellos ángeles que se encuentra de su lado. Bajo mi protección y la de otro de los arcángeles, su ducado encontrará seguridad. Y mediante su relación con Roma, encontrará aliados. Creo que gana más de lo que pierde, duque.

 

Al rato, Hana y Thyra salieron de la sala junto con los grupos 1 y 2 de los Pacificadores, uniéndose así a los que esperaban fuera. Marinus I, incapaz de tomar una decisión, había pedido que se le diesen unos días para meditar su respuesta, ofreciendo aposentos a sus invitados mientras tanto.

 

-Eso ha sido arriesgado, ¿no crees? –le comentó Reima a la demonio.

-Lo sé, pero, por experiencia, también sé que con este tipo de personas hay que ser agresiva, de lo contrario serán ellos quienes dominen la conversación.

-¿Y crees que ha funcionado? –continuó el joven.

-Habrá que esperar –sentenció Thyra.

 

De esta forma, tanto el ángel como la demonio, así como su guardia personal, se dirigieron a sus respectivas habitaciones. Si bien era cierto que no se esperaba la presencia de los Pacificadores, al tratarse de un gran castillo no existía ningún problema con el número de camas. Eso sí, al contrario que en los aposentos de Roma, la repartición no se haría por grupos, tocándole en la misma habitación únicamente con Alex.

-Parece que nos ha tocado en un dormitorio de dos camas –sonrió el capitán de escuadrón mientras desataba el cinto donde descansaba su arma y lo dejaba encima de uno de los lechos, sentándose él también.

-Así podré aprovechar que estamos solos para pedirte algo que llevo queriendo desde la primera vez que nos enfrentamos –declaró Reima.

-Una revancha, ¿eh? Puede que otro día. No tengo muchas ganas ahora.

-Vamos, mi hombro está recuperado. Seguro que podré darte un mejor combate que la última vez.

Alex lo miró con su ojo sano, todavía con una sonrisa en la cara.

-Lo siento. Mejor en otra ocasión.

-De acuerdo. Como quieras –el espadachín japonés se encogió de hombros y también se sentó.

-En vez de eso, podríamos aprovechar para conocernos mejor –propuso Alex.

-Me parece bien. ¿Te importa si empiezo yo?

El hombre de pelo plateado realizó un gesto con su mano, dejándole tomar la iniciativa.

-¿Cómo es que eres tan fuerte?

-¡Jaja! Veo que estás más interesado en mi capacidad de combate que en mí mismo. Aunque, realmente, una cosa tiene que ver un poco con la otra. Verás, yo nací en una aldea guerrera, al norte de aquí. A los cinco años te daban un cuchillo y te enseñaban a cazar pequeños animales y practicar combate contra miembros de la misma tribu. Y a los diez, te incluían en las filas que enviaban a combatir para conquistar otras aldeas. Así que, en parte podrías decir que llevo entrenando mente y cuerpo desde muy pequeño.

-Diez años. Y yo que pensaba que había empezado mi aprendizaje demasiado joven. ¿No estoy seguro de que sea eficiente enviar niños a una batalla?

-No había muchas opciones. Mi región es conocida por el frío y la nieve. Para sobrevivir tienes que buscar alimento, y cuando ese alimento lo encuentras en el territorio de otro, el más fuerte se queda con él. Así pues quien conquistase al resto de aldeas optaría a un mayor territorio donde cazar.

-Ya veo. Deduzco que si estás aquí todo salió bien.

-En realidad, no. Fui el único superviviente de los que enviaron, perdiendo mi ojo en el proceso –dijo, señalando su ojo derecho cubierto por el parche-. Pero aquello no fue lo peor de todo. Otra aldea vecina aprovechó nuestra salida para atacar a mi gente. Todos fueron masacrados, incluida mi familia. Así que, herido y sin poder volver a mi hogar, puse rumbo hacia ninguna parte, sólo pensando en sobrevivir. Y eso sí puedo decirte que, hasta la fecha, lo he conseguido –rió ante un chiste que sólo comprendía él mismo-. Desde aquel día, he conocido a muchas personas. A algunas las he asesinado, de otras he aprendido técnicas y he pulido mis habilidades, y luego están aquéllas de las que he aprendido a buscar otros objetivos en mi vida.

-Y de esos objetivos, ¿cuál fue el que te llevó a estar aquí?

-Diría que son varios, pero si he de poner uno por encima del resto, ese sería “entender a los demonios”.

-¿Entenderlos?

-Así es. Durante mi viaje, conocí a una familia de ellos. Eran diferentes a mí y, sin embargo, su manera de actuar no. Igual de “humanos” que nosotros, se podría decir. En ese momento pensé que debía conocerlos mejor, entender qué les hacía diferentes. Por supuesto, hablo de algo más que de los rasgos físicos.

-¿Y no pudiste hacerlo entonces?

-No. Nos separamos tras ayudarles a huir de sus perseguidores. A día de hoy me pregunto que habrá sido de ellos.

-Es curioso. Para proceder de una aldea guerrera. Pareces bastante pacífico.

-Para bien o para mal, la vida te enseña muchas cosas. Supongo que aquellos con los que me crucé en mi camino cambiaron mi forma de pensar.

 

De repente, Alex recordó algo.

-¿No te pedí que me enseñases el movimiento de pies que utilizaste durante nuestro combate?

-Ah... Es cierto –el espadachín, concentrado como estaba en la historia de su compañero, lo había olvidado. Ahora que se lo había recordado, quizás pudiese tomar ventaja de ello- Entonces no podrás negarte a un combate contra mí.

-Cómo te aprovechas. No te preocupes. Te aseguro que tendrás tu combate. –rió Alex- Bueno, ahora es tu turno...

 

-Debió de ser una persona muy sabia –concluyó el hombre al escuchar una versión resumida de la historia de Reima.

-Lo fue. A veces todavía me pregunto por qué decidió enseñarme.

-¿No está claro? Porque vio futuro en ti.

-Futuro, ¿eh? –el joven se mostró dubitativo-. Hace varios días, alguien me dijo que había perdido mi objetivo. Quizás el futuro no esté tan claro como lo veía él.

-El futuro siempre puede ser cambiado, Reima. Fíjate en mí. Cuando era joven sólo pensaba en sobrevivir, pero ahora es diferente. Intento aprender más de los que me rodean.

-¿Es por eso por lo que me has propuesto conocernos mejor?

-En parte sí –declaró el hombre mientras se levantaba de la cama- Por otro lado, necesito saber más sobre mi escuadrón si quiero liderarlo como es debido –dicho esto, abrió la puerta de la habitación.

-¿Adónde vas? –preguntó Reima.

-A echar un vistazo por la zona. Además, me vendrá bien estirar las piernas.

 

Poco tiempo pasó hasta que el chico decidiese hacer lo mismo. Se aburría allí solo y tampoco le gustaba estar encerrado mucho tiempo en el mismo sitio.

 

En un principio se le ocurrió visitar la habitación de Cain y Abel, pero no sabía cual era, y prefería no arriesgarse a tocar en la equivocada.

 

Así pues, caminó sin rumbo fijo por los extensos pasillos del castillo, buscando alguna salida al exterior o al menos, algún balcón desde el que poder tomar un poco el aire.

 

Fue entonces cuando se encontró de frente con Hana, quien se detuvo de golpe al darse cuenta de su presencia.

-¡Oh! ¡Reima! ¿Qué haces aquí? –preguntó, curiosa.

-Nada en especial, tan sólo quería despejarme un poco. Me gustaría encontrar algún sitio donde tomar el aire, pero tanto pasillo está logrando que me pierda.

-Sí, te comprendo. Deberían poner indicaciones en castillos tan grandes como éste –contestó.

 

Al bajar la mirada, el joven se dio cuenta de que Hana llevaba un par de toallas en los brazos.

-Ah, ¿esto? –preguntó ella siguiendo la dirección de sus ojos-. Estaba pensando en tomarme un baño –de repente, pareció tener una idea- ¡Ya sé! ¡¿Y si te vienes conmigo?! Seguro que un buen baño te despeja más –propuso, con expresión maliciosa.

-No estoy tan seguro de ello...

-Tranquilo, era una broma. En fin, si buscas un balcón, sigue recto por este pasillo y gira a la derecha. Cuando lleves unos pocos pasos, verás una entrada a la izquierda. He pasado antes por ahí y he visto unas escaleras. Probablemente lleven al exterior.

-Gracias.

-No hay de qué.

 

Dicho esto, continuó su camino hacia los baños.

-Ah... –la interrumpió Reima-. Quería preguntarte si hablaste al final con Behemoth.

-Ah, sí... –su cambio de expresión provocó una sensación de arrepentimiento en el chico por haber sacado el tema-. Insistió en que todo había sido idea suya, aunque, por la tensión de su cuerpo y la manera de reaccionar, me hace pensar que mintió o, al menos, que no dijo toda la verdad.

-¿Quieres decir que Levi tenía razón?

-Las probabilidades de que alguien le haya influenciado y de que ese alguien vuelva a actuar son bastante altas, sí. Debemos estar alerta.

-En ese caso, me temo que no voy a poder dejar que vayas sola al baño.

Hana se sobresaltó un poco, agarrando con fuerza las toallas.

-Ah... ya te he dicho que era una broma.

-Tranquila. Me quedaré fuera haciendo guardia.

-En cualquier caso, te preocupas demasiado. –sonrió la demonio.

 

En ese momento, se escuchó la voz de alguien, lo que provocó que Reima desenvainase su espada y alzase su brazo izquierdo para proteger a Hana, quien también se mantuvo en guardia.

-No te separes de mí. Voy a ver de qué se trata –sugirió el espadachín.

-De acuerdo.

 

Siguiendo el sonido, que cada vez se iba discerniendo mejor, llegaron hasta las escaleras de las que había hablado la demonio.

 

En ese punto, Reima podía decir que el origen de la voz era un hombre discutiendo sobre algo. Si lo hacía con alguien o consigo mismo estaba por ver, ya que no escuchaba a nadie más.

 

Una vez arriba, observaron una puerta abierta que daba a un balcón rectangular cercado por una barandilla de piedra.

 

Sentada sobre ella, se encontraba una chica, que reconocieron como Tathya, la líder del primer grupo, quien mantenía los ojos cerrados mientras oía a un joven apuesto, de pelo corto y claro, y ojos azules, además de alto, al que Reima conocía por el nombre de Julius.

 

Junto a los dos se encontraba también Sarhin. Ambos pertenecían al escuadrón de Tathya.

 

-¡...es por eso por lo que creo que no merecen la libertad! –sentenció Julius con convicción.

Debido a que había cogido la discusión a mitad, no podían asegurarlo, pero, dadas las circunstancias, el tema de conversación debía de ser los demonios. Probablemente, Julius opinase que los demonios no merecían ser libres por los crímenes que habían cometido en el pasado.

-¿Quieres decir entonces que incluso aquellos demonios que no han hecho nada, tampoco merecen ser libres? –preguntó Sarhin, hablando por fin.

-Es posible que no merezcan ser esclavos –prosiguió Julius, más calmado-, pero nada asegura que no tomarán las armas y atacarán de nuevo a la humanidad si no los mantenemos controlados.

-¿Qué sugieres entonces? –preguntó su compañero, frunciendo el ceño y cruzando los brazos.

-Que se les mantenga en libertad controlada, con límites y bajo vigilancia.

-No son animales, Julius.

-No sería lo mismo. Vivirían como humanos pero con reglas más estrictas.

Sarhin suspiró, negando con la cabeza.

-Sabía que algunos de vosotros pensarían así –susurró Hana justo detrás de Reima, su voz tan sólo audible para éste-. Que no todos apoyarían a los demonios tras conocer su historia.

-Dime, Julius –esta vez la que habló fue Tathya. Sarhin no era muy hablador, pero alguna vez había tomado parte en alguna conversación de grupo o había mostrado un mínimo interés por algo, al contrario de lo que pudiese aparentar por su aire de seriedad. Sin embargo, oír a la líder del primer grupo hablar fue algo inesperado para Reima, quien, desde que la conocía, apenas la había visto junto a otras personas que no fuesen Sarhin, con quien, al parecer, tenía algo en común-, ¿sabías que Sarhin y yo fuimos esclavos?

Este hecho sorprendió al chico de ojos azules. Por su mirada, podía sentir su respeto y admiración por ella.

-No...

-La esclavitud no sólo significa no tener libertad, sino que ni tu propio cuerpo te pertenece. Te roban la dignidad y la vida, y sienten cómo cada vez tienen más poder sobre ti, exigiéndote más y más conforme van ganando confianza en sí mismos –Tathya hizo un pequeño silencio, durante el cual abrió los ojos y los fijó en su compañero-. ¿Y sabías también quiénes fueron aquellos que nos esclavizaron? Los propios humanos. Nuestra propia especie. La libertad controlada de la que hablas no durará –tras esto, desvió la mirada hacia la puerta-. ¡¿No opináis igual?!

 

“Maldita sea, debí haber predicho que alguien como ella nos descubriría”, pensó Reima mientras Hana salía de su escondite ante la incredulidad de los presentes.

-¡Señorita Hana! ¡No sabía que estaba aquí! –exclamó Julius, saludando con una reverencia, una mano en el pecho y la otra junto a la cintura.

-Por favor, Julius, incorpórate –dijo la gobernante, tras lo que él obedeció-. Quiero que seas sincero, ¿de verdad piensas que los demonios no merecen la libertad?

Al principio, dudó en responder, pero la expresión de la demonio no indicaban enfado o decepción, sino decisión y esperanza. Ello le impulsó a ser sincero.

-Así es. No comprendo que, habiendo cometido tantos crímenes, se les dé otra oportunidad.

-En ese caso, yo te lo enseñaré. Tantas veces como necesites. Te mostraré por qué merecen ser libres tanto como el resto de seres vivos.

 

Ante su respuesta, Reima sonrió, admirando la fuerza de voluntad que ponía en sus convicciones...

 

Mientras tanto, Marinus I se hallaba sentado sobre un sillón de terciopelo marrón y reposabrazos dorado, situado en el interior de sus aposentos. Con la mejilla sobre una mano, pasaba las páginas de un libro con la otra sin realmente leerlo, pues estaba distraído debido a la conversación mantenida aquella misma mañana.

 

En ese momento, se escucharon unos pequeños golpes en la puerta, seguido de un “¿Puedo pasar, señor?”. Se trataba de Leonardo.

-Adelante –respondió el duque.

 

El sirviente vino con una bandeja plateada en sus manos, sobre ella, una copa con un líquido rojo.

-Gracias, Leonardo. Puedes retirarte.

-¿Le preocupa algo, señor? ¿Se trata de la conversación de esta mañana con las dos señoritas?

-¡¿Qué diablos se han creído?! ¡Tratarme a mí de esa forma! –exclamó mientras cerraba  el libro con un golpe seco y cogía la copa.

-Estoy de acuerdo, señor. Por muy ciertos que hayan podido ser sus argumentos, dirían que han sonado más como una amenaza que como una oferta.

-¡¿Verdad?! Sin embargo, tampoco puedo ignorar las ventajas de las que ha hablado. Si podemos acelerar el progreso de nuestras armas y herramientas, dispondremos de una supremacía que nos diferenciará de otros reinos y ducados. Además, mejorará nuestra relación con Roma. Por otro lado, no sé cómo reaccionará la gente al liberar a los demonios, y tampoco me fío de lo que harán ellos.

-Si me permite opinar, señor. Creo que vuestra gente lo entenderá siempre que le expliquéis las ventajas que obtendrán. Lo más difícil será la cooperación de los demonios que liberéis. Aunque, supongo que para ello podéis contar con la ayuda de las señoritas y del papa.

-Mm... En fin, ya pensaré en ello mañana. Gracias por tu consejo, Leonardo.

-Un placer como siempre, señor –contestó el sirviente, quien realizó una reverencia antes de marcharse.

 

En el interior de un bosque situado a las afueras del castillo, al sur del mismo, un grupo de demonios se había reunido.

-¿Habéis conseguido obtener información sobre la conversación con el duque? –preguntó uno de ellos. Todos llevaban una capa de color parecido al de los troncos de los árboles, para así camuflarse mejor. Las capuchas de sus vestimentas ocultaban los rasgos más visibles de su especie.

-No. Lo siento. Si hubiese sido sólo la guardia de Nápoles podríamos habernos infiltrado, pero esos “Pacificadores”, o como se llamen, son buenos.

-No pasa nada. Hubiese sido conveniente tener esa información, pero dudo mucho que afecte al plan. Continuaremos tal y como lo teníamos previsto. Nuestro objetivo: secuestrar a Hana.

45: Capítulo 45 - El esclavo
Capítulo 45 - El esclavo

Era por la mañana mientras Reima esperaba en las puertas del castillo junto a su grupo y el de Tathya. El motivo tenía que ver con que Hana y Thyra iban a dar una vuelta por la ciudad, y ellos habían sido elegidos para protegerlas. Por otro lado, Hana le había dicho que aquello también ayudaría a que Julius cambiase de parecer.

 

Mientras esperaban a que llegasen las dos gobernantes, el chico echó un vistazo al resto de sus compañeros. Desde los más serios, como Tathya o Sarhin, a los menos, como Cain y Abel, el último de los dos bostezando cada diez segundos.

-¡Si has dormido como diez horas! ¡¿Cómo es posible que sigas teniendo sueño?! –se quejó Cain mientras le pellizcaba la barriga a su hermano.

 

El pequeño de los dos soltó un grito de dolor, acariciándose la parte afectada.

-Es que no estoy acostumbrado a madrugar tanto. Y me afecta, aunque haya dormido mucho –respondió con voz adormilada y bostezando de nuevo.

-¡Eso no tiene sentido! –exclamó su hermano.

-¿Tú estás bien? –mientras Reima observaba aquella escena, Alex se acercó a él.

-Sí, estoy acostumbrado a levantarme temprano. Me gusta aprovechar el tiempo –contestó el espadachín.

-Bien, un guerrero despierto es un guerrero capaz –dijo Alex, poniendo una de sus manos sobre la cintura.

-Lástima que no puedas decir lo mismo de ellos dos, ¿eh? –bromeó a la vez que señalaba, con un gesto de la cabeza, a los dos hermanos.

-Bueno, quizás no sean muy... como es la palabra, ¿ortodoxos? El caso es que eso no quita que no sean capaces. Cada persona tiene su manera de llevarlo.

-¿Qué opinas del otro grupo, entonces? –preguntó Reima, refiriéndose a Tathya y los demás.

-No creo que haya problemas entre Helder y Lianor –empezó a explicar Alex, señalando primero a un chico y una chica de pelo negro y corto. Reima recordaba haberles visto cuando lucharon por el liderazgo de los grupos. Por entonces, ambos llevaban la misma armadura.

-¿Son pareja? –preguntó Reima.

-Hermanos. Al igual que Cain y Abel –contestó Alex-. Aunque parecen llevarse mejor que esos dos.

-Ya. ¿Qué hay de los otros? –continuó Reima con los que, de hecho, más habían captado su interés.

-Diría que entre Tathya y Sarhin hay buena conexión. A su manera, claro. Pero no da la sensación de que se lleven muy bien con Julius.

 

Pese a que no había estado en la conversación de la noche anterior, el líder había dado en el clavo, aunque no se detuvo ahí.

-Pero, creo que en cuanto solucionen ese problema, su relación será más fuerte que la de los demás.

-¿A qué te refieres? –preguntó el espadachín japonés.

-No sabría exactamente cómo explicarlo, pero supongo que cuando alguien se enfrenta a una situación difícil junto a otra persona, eso termina uniéndoles. Y una vez se ha producido, es un lazo muy difícil de romper.

 

Si bien no acababa de comprender las palabras de Alex, el joven pensó que, teniendo más experiencia, sabía de lo que hablaba.

 

En ese instante aparecieron Hana y Thyra, indicándoles que se subiesen a los carros, por lo que decidieron dejar la conversación y ponerse a trabajar.

 

Tras un corto viaje a la ciudad, los dos grupos de Pacificadores, así como las gobernantes, se bajaron de sus vehículos, situados a un lateral de una de las grandes plazas de la ciudad, poco frecuentada a esas horas.

 

En el centro, se podía observar la figura de un hombre, probablemente uno de los duques anteriores a Marinus, ya que no se parecía mucho a éste; quizás fundador de la ciudad. Formando un círculo perfecto alrededor del monumento, había varios establecimientos, fuesen de textiles, alimentación u otros útiles.

 

Existían cuatro entradas a dicha plaza, cada una de ellas situada en las regiones norte, sur, este y oeste; y en todas ellas se erigía un arco de piedra.

 

Por el aspecto de ese sitio, Reima dedujo que se trataba de algún mercado importante para la actividad económica de la ciudad.

 

-¿No ha venido nadie del castillo a haceros de guía? –preguntó el espadachín a Hana.

-Lo hemos preferido así. Además, Marinus tiene que quedarse para meditar nuestra proposición, y querrá tener a todos sus sirvientes para cumplir sus necesidades –dijo ella encogiéndose de hombros, gesto tras el cual ambos rieron.

 

En ese momento, Reima se fijó en que Thyra le estaba mirando de reojo, con aspecto de estar disgustada. Lo que le hizo sospechar que su estrecha relación con Hana no le hacía mucha gracia.

 

Para empezar, tras su primer contacto, en el que ella le había enviado a volar, apenas habían mantenido conversación, y una de las pocas veces en que lo habían hecho, las palabras del joven no le sentaron especialmente bien. En base a esto y lo anterior, su reacción no le sorprendió mucho, haciéndole pensar que sería una buena idea intentar hablar con ella.

 

No pasó mucho tiempo hasta que los establecimientos comenzaron a abrirse, apareciendo tanto los dueños como los demonios esclavizados que servían de mano de obra.

 

Las diferencias entre Roma y Nápoles se hicieron claras. Y es que, en Nápoles, los demonios llevaban grilletes en su cuello, ropajes harapientos, y expresiones de tristeza u odio por la situación en la que vivían. Había incluso casos en los que sus dueños, viendo que no trabajaban como querían, les golpeaban.

 

Resultaba una imagen aterradora y desesperanzadora, pero para los habitantes de Nápoles, era lo normal.

 

-No me puedo creer que los traten así –comentó Lori.

-Y no has llegado a ver lo peor. Hubieron tiempos en los que, en lugar de esclavizarnos, nos torturaban, descuartizaban, violaban y otro tipo de actos que, por suerte, hoy en día son mucho más difíciles de ver.

-¿Quieres decir que todavía se siguen haciendo? –preguntó Lori, estupefacta.

-Por desgracia, hay sitios en los que sí. Este tipo de imágenes son las que queremos cambiar –dijo Hana.

 

En ese momento, justo delante de ellos, una mujer empujó a una demonio, lanzándola contra el suelo. La demonio, cuyo aspecto era como el de una mujer de treinta y pocos, emitió un pequeño grito, sorprendida y asustada al mismo tiempo. Apoyada sobre sus cuatro extremidades, les miró con una expresión que pedía ayuda y aun así, probablemente, no esperaba recibirla.

 

Su pelo, despeinado y sucio, caía sobre sus mejillas, ligeramente húmedas por las lágrimas, y tanto manos como pies, desnudos, estaban llenos de rasguños y magulladuras.

 

Viendo aquella escena, Lori dio un paso adelante, con intención de ayudarla. Sin embargo, Hana la detuvo, negando con la cabeza ante la confusión de la guerrera.

-Yo también me siento igual, pero si intervenimos, nos pondremos en una posición que afectará a nuestras negociaciones. Por ahora, no debemos llamar la atención –dijo ella.

-¿Por qué los demonios no contraatacan? ¿Acaso no son más fuertes? –preguntó Cain, frunciendo el ceño.

-Hay muchas razones, pero la que les da mayor seguridad a los humanos son esos grilletes que llevan en el cuello. Disminuyen su poder a un nivel incluso inferior que el de las personas –explicó Thyra.

 

En ese momento, un demonio, de aspecto más joven que su semejante, vino a socorrerla, ayudándola a levantarse.

-¡Bastardos! ¡Ella no ha hecho nada! –exclamó él- ¡Ya lo veréis! ¡Algún día los demonios nos vengaremos de vosotros! –prosiguió, lo que dio lugar a las risotadas de los demás, a excepción del grupo recién llegado.

-¡¿Y qué vais hacer?! ¡No tenéis ningún poder! –se burló uno.

-¡Anda, Renzo, controla a tu esclavo! –añadió otro.

 

Al escuchar su nombre, un hombre rechoncho y corpulento, se acercó al demonio y le asestó un puñetazo en la mejilla, logrando que perdiese el equilibrio y cayese al suelo. Después, continuó dándole patadas en el estómago, una detrás de otra, mientras recibía los vítores del resto.

-¡Cuantas veces te tengo que decir que te calles, ¿eh?! ¡No haces más que dejarme en ridículo delante de los demás con tus estúpidas ideas! –exclamó, tras lo que le agarró del pelo y le levantó- ¡Como vuelvas a rebelarte contra alguien, te mato! ¡Pues anda que no hay demonios como tú en el mercado de esclavos! –acto seguido, lo volvió a lanzar contra el suelo- ¡Y vuelve al trabajo, que hay mucho por hacer!

-¡Sois... escoria...! –replicó el demonio, cabreando aún más a su dueño, quien, a punto de darse media vuelta, caminó hasta él con intención de seguir golpeándole.

 

De repente, su cabeza se desvió hacia la derecha de manera forzada, como si se hubiese llevado un golpe. Confuso y acariciándose la mejilla, Renzo miró a su alrededor, intentando encontrar al culpable, pero no había rastro de nadie sospechoso, tan sólo miradas extrañadas por su comportamiento.

 

Habiendo perdido las ganas de seguir castigando a su esclavo, le dirigió una última mirada de odio antes de volver a su establecimiento.

-¿Qué ha pasado? –preguntó Cain, sin entender por qué el hombre había actuado así.

-Hana ordenó que no intervinieseis –indicó Thyra.

-Mis disculpas –dijo Alex-, pero no podía quedarme de brazos cruzados. De todas maneras, el problema estaba en que nos viesen hacerlo, ¿verdad? –sentenció sonriendo.

 

Muy pocos habían conseguido verlo, pero había sido el líder del segundo grupo quien, a una velocidad asombrosa, había golpeado a Renzo, evitando que continuase aquella situación.

-En fin –suspiró Thyra-, continuemos con la visita. Sólo espero que no volvamos a toparnos con un incidente así.

 

La mañana se sucedió sin mayores problemas. Quitando el trato que se les daba a los demonios, la ciudad era un paisaje de la civilización digno de admirar. Puentes de piedra, iglesias de gran belleza arquitectónica, gran presencia del medio natural... Además, se había progresado mucho en cuanto a la situación social de las personas que vivían allí, ya que no se observaba pobreza en las calles o falta de alimento en las casas. Todo ello, a costa de los derechos de las razas no humanas.

 

Finalmente, a partir de la propuesta de Hana, se decidió dejar algo de tiempo libre para los Pacificadores, ahora que conocían mejor la ciudad. O más bien, para todos los miembros exceptuando a los líderes de ambos grupos, quienes decidieron quedarse junto con las gobernantes para que estuviesen protegidas en todo momento.

 

Puesto que era hora de comer, Reima y su grupo fueron a un establecimiento cerca de una de las iglesias, cuyo campanario se caracterizaba por ser el más alto de la ciudad, llegando a considerarse una estructura representativa de la ciudad.

 

Así pues, entraron en el local y se sentaron junto a una de las mesas que había libres. Allí, un joven demonio les atendió, tratando de sonreír lo mejor que pudo, para no cabrear a su dueño, pese a que lo único que deseaba era escapar.

 

Ninguno se sentía especialmente cómodo con aquella situación, aunque Caín y Abel, debido a sus personalidades, parecían mostrar menos empatía. En cualquier caso, y obedeciendo las órdenes de Hana, decidieron dejarlo de lado y hacer sus pedidos como cualquier otro cliente.

 

No pasó mucho tiempo hasta que observaron a otro demonio entrar en el local. Se trataba del esclavo de Renzo, aquel a quien habían visto en la plaza ayudar a un congénere.

 

Éste se acercó a la barra, donde se encontraba el dueño, todo ello ante la atenta mirada y los cuchicheos del resto de clientes.

-He venido a traer el pedido de mi amo –dijo, sin pretender ocultar su irritación, dirigiendo una mirada asesina al humano que tenía enfrente.

-¿Otra vez con esa cara? Voy a decirle a Renzo que te discipline más. Se te están subiendo los humos a la cabeza, demonio.

Él se mantuvo en silencio, procurando aguantarse las ganas de contestarle. Pese a ello, no apartó la mirada, mostrando una actitud desafiante.

-En fin, descárgalo en el almacén. Le diré a Freira que te ayude –ordenó el dueño, llamando poco después a una demonio que estaba detrás de la barra, quien, nerviosa, hizo varias reverencias antes de ir trotando detrás del otro esclavo.

 

Antes de salir por la puerta, Reima se fijó en que el demonio masculino les miraba de reojo. ¿Les había reconocido de lo ocurrido en la plaza?

 

No pasó mucho tiempo hasta que sus dudas se resolvieron, pues poco después de terminar de descargar el pedido, se colocó frente a su mesa.

-Vosotros sois los que estabais junto a la gobernante Hana, ¿verdad?

Los Pacificadores se miraron entre sí.

-¿Por qué lo dices? –preguntó Cain.

-Quiero hablar con ella.

-¿Sobre qué?

El demonio desvió la mirada hacia el mercenario, claramente molesto.

-¿De qué conoces a Hana? –interrumpió Reima.

-Hace nueve años, antes de ser esclavizado, la vi en los territorios del este. Por entonces propagaba los ideales de que los demonios, los ángeles y los humanos son iguales. Supongo que a día de hoy sigue haciéndolo –explicó el demonio.

-Así es.

-Lo único que quiero es entender esos ideales. Odio a los humanos. Son arrogantes pese a ser más débiles e ignorantes. Y no dudan en avasallar a otras especies para satisfacer su ego. Por eso, quiero entender por qué dice que se puede convivir con ellos. Me gustaría saber lo que ve ella.

 

Todos se mantuvieron en silencio durante unos segundos, hasta que el dueño del establecimiento irrumpió en la conversación.

-¡Disculpad! ¿¡Os está molestado ese idiota!? –gritó desde la barra.

-¡No! ¡Sólo estábamos hablando con él! –respondió Lori, descontenta con su actitud.

-¡Ah! ¡Vale! –sin entender muy bien cómo alguien querría mantener una conversación con un demonio, el dueño del establecimiento volvió al trabajo.

-Dime, ¿cómo te llamas? –preguntó Reima.

-Me llamo Egil.

-Siéntate con nosotros, Egil –dijo el espadachín mientras le ofrecía un asiento a su lado.

-¿Estás seguro de esto, Reima? –preguntó Cain.

-Tampoco perdemos nada por hablar con él.

-Mm... supongo que no –dijo el mercenario mientras bebía un sorbo de la jarra que le habían servido.

-Egil, yo soy Reima, y estos son mis compañeros: Cain, Abel y Lori -dijo mientras les señalaba conforme decía sus nombres, a lo que cada uno fue asintiendo en señal de confirmación. Bueno, salvo Abel, quien estaba más concentrado en comer que en cualquier otra cosa, algo por lo que su hermano se echó una mano a la frente.

 

-Siento decir que, sin el permiso de la gobernante no podemos dejarte verla, y que, en caso de que lo hagas, tendrás que permanecer bajo nuestra vigilancia –explicó Reima.

-¿Sois su guardia? –preguntó Egil.

-La de ella y la del arcángel Thyra.

-La he visto. Al igual que Hana, es famosa, y también muy poderosa. Pero, ¿por qué estáis aquí exactamente?

-Eso es algo que no podemos decir sin el permiso de ellas dos.

-Pues si se trata de convencer a los humanos para que convivan con los demonios, será mejor que os rindáis. Ni siquiera los demonios están interesados –rió Egil.

-¿Acaso no les conviene? –se extrañó Lori.

-Muchos demonios odian a los humanos con toda su alma. Preferirían estar muertos antes que amistarse con ellos. Algunos incluso planean una revolución.

-Si estallase una guerra, no creo que los demonios saliesen bien parados, sobre todo teniendo en cuenta que su número es menor que el de los humanos –declaró Cain.

-Aun así. Si existe un detonante lo suficientemente fuerte, no les importarán las consecuencias.

-Antes, en la plaza, te he escuchado decir que algún día los demonios se vengarán, ¿significa que eres de los que están a favor de esa revolución? –preguntó Reima.

-Aunque lo estuviese, ¿crees que podría hacer algo con esto? –preguntó señalando los grilletes en su cuello.

-Pero, ¿qué me dices de los humanos buenos? También los hay que quieren entablar la paz con los demonios y que dejen de ser esclavos –dijo Lori.

-Muy pocos en comparación con los que nos esclavizan. Y algunos de ellos, unos hipócritas.

-Visto lo visto, me temo que no vamos a poder dejarte ver a Hana –dijo Cain.

-Eso lo decidirá ella –replicó Reima.

-¿Estás loco? Aun teniendo esos grilletes este tío es un radical. Dudo que se muestre muy comprensivo.

-Puede ser. Pero, y creo que Hana estará de acuerdo conmigo, si nos negamos a hablar con los más radicales, estaremos demostrando que no somos capaces de cambiar las cosas. Además, ya hemos dicho que no le quitaremos el ojo de encima.

-Aun así, me parece arriesgado. Y no quiero que mi fuente de dinero se acabe, ¿sabes?

-Tú, como siempre, pensando en lo mismo, ¿eh? –dijo Lori, a lo que su compañero se encogió de hombros.

-Qué puedo decir, soy fiel a mí mismo –sentenció Cain.

-He de irme –interrumpió de repente Egil-. De lo contrario, mi dueño me pegará otra paliza. Aunque algún palo me llevaré de todas formas -el espadachín japonés se fijó que en ambos brazos llevaba cardenales y cicatrices de cortes- Avisadme si decide reunirse conmigo –dijo antes de cruzar la puerta del establecimiento.

 

-Claro, no hay problema –dijo Hana, una vez el grupo le hubo contado lo ocurrido con Egil-. Si nos negamos a hablar con los más radicales, estaremos demostrando que no somos capaces de cambiar las cosas.

-Asusta que haya dicho exactamente lo mismo que tú –indicó Cain, dirigiéndose a Reima.

-En eso estoy de acuerdo contigo, Hana. Pero estoy segura de que ese demonio esconde algo –replicó Thyra.

-En cuanto a eso, más tarde hablaré contigo, Thyra –dijo Hana, adoptando un tono de voz más serio- Por el momento, volveremos al castillo. Decidle que mañana por la mañana hablaré con él.

-De acuerdo –sentenció Reima.

 

Aquella misma noche, uno de los esclavos se encontraba junto a uno de los pozos situados cerca del centro de la ciudad, al que había ido con la excusa de recoger agua. A los pocos minutos, una figura encapuchada se acercó a él, hecho que no pareció sospechoso, continuando con su trabajo mientras el desconocido, con un cubo en mano, fingía esperar a que terminase.

-Mañana por la mañana me reuniré con la gobernante –dijo el esclavo-. Su guardia personal sospecha de mí.

-Es obvio. No eres alguien a quien se le dé bien mentir, Egil. Pero no importa. Dado que tienes los grilletes, no se lo esperarán –dijo mientras sacaba un trozo de papel de tonalidad amarillenta con una serie de símbolos dibujados en él-. Date la vuelta. Te lo pondré en la espalda.

 

Tras esto, el esclavo dejó su espalda al desnudo y esperó hasta que el encapuchado pusiese el papel sobre ella. Nada más entrar en contacto con su piel, los símbolos comenzaron a brillar con un tono de color violeta. Poco después, tras apartarlo, dichos símbolos quedaron grabados, impresos en tinta, sobre su espalda. El documento se desintegró casi instantáneamente.

-Bastará con abrazarla para que funcione, y, como ocurre con las técnicas que utilizamos para localizaros, al ser externa y no haberla generado tú, tus grilletes no influirán estorbarán. No obstante, debes tener en cuenta una cosa –explicó el encapuchado-. Esta técnica sólo puede ser utilizada una vez. El portal se cerrará una vez alguien haya entrado por él, de modo que no te equivoques de objetivo, ¿queda claro?

-Como el agua –asintió el demonio volviendo a ponerse la ropa.

-Por supuesto, no dejes que nadie lo vea. Aunque eso ya lo sabes –dijo el encapuchado antes irse-. Buena suerte. Contamos contigo.

 

Entonces, se alejó y desapareció entre la oscuridad de la noche. Al fin y al cabo, no podía permanecer mucho tiempo allí, de lo contrario los guardia le descubrirían y se formaría un gran revuelo.

 

Por otro lado, Egil decidió hacer lo mismo, si tardaba demasiado, su dueño daría el aviso de su desaparición, y si se diese ese caso y se le ocurriese volver, no dudaría en propinarle otra paliza. Así pues, cogió el par de cubos que había llenado y deshizo los pasos que le habían llevado hasta el pozo.

 

Al día siguiente, tanto los Pacificadores como las dos gobernantes fueron informados de que Marinus continuaría meditando su propuesta, algo que no sorprendió a la mayoría.

 

Se trataba de una decisión que iba a afectar al funcionamiento de su territorio, por lo que era de esperar que pensase detenidamente todos los pros y los contras. De todas maneras, Leonardo les recordó que seguían teniendo vía libre para desplazarse por Nápoles, siempre y cuando no alterasen el orden de la ciudad, y que sus habitaciones seguirían disponibles para ellos.

 

Así pues, se dirigieron de nuevo a la ciudad para que Hana se reuniese con Egil. No únicamente Hana, por supuesto, ya que la demonio iría acompañada por los mismos escuadrones de Pacificadores que el día anterior así como Thyra, cuya expresión era más seria de lo normal, lo que le hizo preguntarse a Reima si tendría relación con lo que ella y Hana hablaron en secreto.

 

El joven también recordó la reacción del esclavo cuando le hubo dado la confirmación de su reunión con la gobernante, una mezcla de alegría y melancolía. Hecho que le resultó extraño.

 

El lugar seleccionado se encontraba ligeramente a las afueras, en una especie de mirador, parcialmente rodeado por un muro de piedra a media altura y bancos y mesas del mismo material. Los habitantes de Nápoles lo utilizaban como merendero, disfrutando de las vistas del bosque y de la única cordillera que lo rodeaba.

 

Por suerte, a esa hora no había nadie, por lo que se podría charlar en privado sin que les molestasen, algo de lo que también se ocuparían los Pacificadores.

 

Cuando llegó Egil, éste pasó entre todos los presentes sin sentirse intimidado, sentándose sobre un banco situado justo enfrente de Hana.

-Me disculpo si esto puede parecer un poco exagerado –bromeó la demonio, refiriéndose a toda la seguridad que había a su alrededor.

-Fui avisado de ello, así que no te preocupes –respondió Egil con simpleza.

-De acuerdo, entonces vayamos a lo importante. Me dijeron que querías hablar conmigo, pero no parece que sea para pedirme algo. Dime, ¿para qué es entonces? –preguntó ella.

Egil echó un vistazo a su alrededor antes de comenzar a hablar.

-Como les dije a tus guardaespaldas, hace nueve años te conocí en los territorios del este. Por entonces, predicabas que los demonios, ángeles y humanos debían coexistir en paz y armonía. Cuando te escuché hablar, creí en esas palabras, me emocionaba saber que existía alguien capaz de luchar contra lo imposible, y pensé que ése era el ejemplo que debía seguir. Pero esa creencia se hizo añicos el día en que lo perdí todo.

Recuerdo que era por la tarde y me encontraba con mis padres y mis dos hermanos pequeños en nuestra solitaria casa, en mitad del valle, donde apenas existían otras especies salvo animales y plantas. A mis padres no les gustaba llamar la atención, y preferían pasar desapercibidos en un lugar lo más alejado posible de la ciudad. Me encantaba ese sitio.

Recuerdo que mis hermanos todavía eran demasiado pequeños para valerse por sí mismos, y mis padres demasiado mayores para poder hacer todo el trabajo que requería cuidar de ellos, por lo que se apoyaban bastante en mí para enseñarles lo necesario en cuanto a caza y supervivencia. Una vez aprendiesen, tenía pensado viajar al oeste y ayudar a otros como tú a intentar cambiar las cosas y mejorar la relación entre humanos y demonios.

 

Sin embargo, mi deseo se rompió en pedazos cuando, al llegar mis hermanos y yo de cazar en el valle, encontramos a mis padres recibiendo una paliza por parte de un grupo de humanos. Por lo que luego me enteré, habían recibido información de que allí vivían demonios que podrían secuestrar y vender en el mercado de esclavos, así que exploraron la zona y así fue como llegaron hasta nuestra casa, sorprendiendo a mis padres, y utilizando armas contra demonios para reducirlos y capturarlos.

 

Aunque intentamos defenderlos, no fuimos capaces, por lo que terminamos siendo capturados junto con ellos. Esa fue la última vez que vi a mi familia.

 

Tiempo después, supe que mis padres no tuvieron tanta suerte como yo, lo que ya es decir, teniendo en cuenta lo que significa ser esclavo. Pero, en su caso, su dueño los utilizó para divertirse torturándolos o haciéndoles pelear contra otros demonios. Al final, no pudieron aguantar más, y murieron. Prefiero pensar que se quitaron la vida, antes que morir a manos de ese engendro.

 

De mis hermanos, aún no sé nada. Ni si están vivos o muertos. Ni siquiera en que país o ciudad viven.

 

Llevo nueve años cultivando mi odio contra los humanos, hasta el punto en que la mayor parte de mí mismo sólo piensa en vengarse. Sin embargo, hay una parte, una minúscula parte, que todavía tiene esperanza. Y eso, se debe al recuerdo de lo que tú dijiste aquel día.

 

Convénceme. Dime por qué, después de todo lo que he pasado, todavía merece la pena amistarse con ellos. Libérame de mi odio, tú que todavía crees que hay una manera de hacerlo –sentenció Egil, dando lugar a un silencio tan sólo interrumpido por el canto de las aves del bosque.

-Yo tengo una pregunta para ti, Egil –dijo Hana con tono sereno- ¿Crees que si te digo que merece la pena, tu odio desaparecerá?

La pregunta sorprendió no sólo al esclavo sino también a los Pacificadores. Algunos se giraron hacia ella.

 

Tras recuperarse de su reacción, Egil meditó su respuesta durante un momento.

-No –contestó, tajante.

-Entonces es imposible para mí aliviar tu dolor. Y tampoco creo que sea capaz de convencerte con palabras, ya que no confiarás en ellos a no ser que veas con tus propios ojos de lo que son capaces.

-Entonces, ¿la única manera que tengo de volver a creer en los humanos es experimentándolo por mí mismo? –una sonrisa burlona se dibujó en el rostro del demonio- Si es así, la conversación ha terminado. En casi nueve años que llevo conviviendo con ellos, lo único que he observado ha sido crueldad.

-Ningún ser en este mundo nació para odiar ni ser odiado, Egil –dijo Hana, de repente.

-¿Qué quieres decir con eso?

-Odias a los humanos porque tienes motivos para odiarlos. Y ellos odian a los demonios porque también tienen motivos para ello. Pero si no existen motivos, tampoco existirá odio. El odio se aprende, no se tiene.

-¿Insinúas que a los humanos se les puede enseñar a no odiar?

-No sólo a los humanos. A todos. Todos somos capaces de crecer sin odio. En eso, los humanos, los demonios y los ángeles no somos distintos.

-Pero lo que tú dices sólo funcionará con aquéllos que todavía no hayan conocido el odio. Es imposible que los humanos, que ahora nos menosprecian, cambien de parecer.

-A no ser que sus motivos para amarlos sean más fuertes.

Ante aquella respuesta, Egil no supo qué responder.

-Existen humanos que han aprendido a amar a los demonios. Y aquellos que estarían dispuestos a dar su vida por defenderlos. Algunos incluso están ahora mismo con nosotros –señaló mientras observaba a los Pacificadores- El amor enseña a amar a otros, por el contrario, el odio sólo genera más odio. Dime, ¿qué camino eliges?

 

Egil se dispuso a responder cuando, de repente, se produjo una explosión en la ciudad que atrajo las miradas de todos, a excepción de tres de ellos

-¡¿Qué ha sido eso?! –preguntó Lori.