Capitulo Unico

Tesoros de Zorzal

 

El joven Epu, sintió el calor de los primeros rayos del sol sobre sus alas de color chocolate, lo que provoco que abriera sus ojillos al esplendor del nuevo día y mientras con una sacudida espantaba el sueño que le atacaba.

 

Niños, es hora de ir por el desayuno- gorjeo su madre unos momentos después, llamando a toda la familia, que contaba con cinco miembros además de ella.

 

Epu no se hizo esperar, así que emprendió un rápido vuelo al pastizal más cercano, seguido por sus otros tres hermanos menores y su padre; la avecilla era normalmente muy paciente a su parecer, pero el hambre era una de las pocas cosas que le costaba mucho aguantar. Muy pronto su familia encontró el lugar perfecto para comer, por lo que planearon suavemente a poca distancia del suelo, revisando que no hubiera ningún potencial depredador cerca, “por que la seguridad siempre es primero cuando se llegaba a un lugar desconocido” como decía siempre su madre.

 

Cuando estuvieron seguros que todo estaba bien, se posaron en el suelo y comenzaron a desayunar, hurgando en la tierra en busca de su alimento. Rato después, cuando ya estaba el hambre casi completamente saciada, vieron acercarse a otra familia de zorzales, las que reconocieron de inmediato.

 

Buen vuelo, Epu- saludo Manque, su vecina de nido y amiga de infancia.
Buen vuelo- respondió Epu, para preguntarle después- ¿vienes a desayunar?
¿Que otra cosa podría venir hacer a esta hora de la madrugada?- trino Manque con desagrado.

 

Epu sabia que su amiga estaba de pésimo humor, a ella le molestaba tanto o más que a él levantarse temprano, tanto como Epu le molestaba mantener demasiado tiempo el ayuno. La recién llegada se comenzó a escarbar la tierra mientras Epu la observaba en silencio y comía el último bocado de su desayuno.

 

Es hora de irnos- llamo la mamá zorzal a su familia, a lo que Epu respondió con un rápido “voy”
¿Te parece si jugamos cuando termines tu desayuno?- le pregunto a Manque, la cual se le quedo mirando, para luego responder
Podría ser, te busco en tu nido en cuanto termine con esto- dijo su amiga, Satisfecho con la respuesta Epu se despidió y marcho de vuelta a su nido, mientras pensaba cuales opciones tenia para jugar ese día. 

 

Cuando estuvo cerca de su árbol, luego de unos escasos momentos, los ojillos de la avecilla se iluminaron ante la espectacular (según él) idea que se le había ocurrido para divertirse, una idea que de solo pensarla, se le erizaba de emoción hasta la más pequeña pluma de su cuerpo. Espero pacientemente a que llegará Manque para informarle la excursión que realizarían ese día y solo con la idea de divertirse, pero luego de media hora su amiga todavía no aparecía.

 

Epu suspiro resignado, si conocía a su amiga -y vaya que si la conocía bien- seguro que le dio mucha pereza ir a buscarlo, por lo que en esos instantes debería esta de lo mejor durmiendo en su nidito, sin sentir la más minima culpa por haberlo dejado plantado. Pensó unos momentos en olvidarse su plan del día, pero las ganas de tener una excursión pudo más, aviso a su madre que iba de visita a la casa de Manque y despego dirigiéndose al árbol de su adormilada amiga.

 

Manque, te vine a buscar- cantó Epu para despertar a la dormilona, mientras planeaba alrededor del árbol donde viva su amiga.
Epu, adelante, pósate en el árbol- canto la madre de Manque- por que Manque saldrá contigo en un momento, no voy a dejar que se quede en casa todo el día durmiendo.

 

La joven avecilla, gorjeo afirmativamente en respuesta, mientras se acercaba a una rama del árbol y se posaba a esperar que pareciera Manque, como le había dicho su vecina zorzal. Cuando la mencionada apareció lo hizo con cara de pocos amigos.

 

Me hiciste levantarme… de nuevo- gorjeo su amiga en tono muy enojado.
Pero tu prometiste ir a buscarme- se quejo Epu
Dije claramente “Podría ser…”, no es que realmente fuera a hacerlo- contesto aún más enojada la avecilla- pero ya me levante, así que ¿Qué hacemos?
Hay un lugar que quiero mostrarte- le respondió Epu
 Espero que sea algún lugar realmente bueno, para hacerme perder mi siesta de media mañana- le dijo Manque
Sígueme, es mejor mostrártelo.

 

Desplegaron sus alas y Epu tomo la delantera para guiar a su acompañante hacia el misterioso lugar de excursión y volaron durante bastante rato, ya que el lugar no se encontraba cerca. Desde los árboles donde vivían sobrevolaron por el prado donde habían desayunado, luego tuvieron que pasar por los limites de una gran ciudad, por lo que planearon por varias techumbres de casas humanas; para posarse, finalmente, en la que parecía la más grande y destartalada de todas.

 

&&&

 

¿Y este es el fantástico lugar que mencionabas?- pregunto con desprecio la zorzal, cuando se hubieron posado en la cornisa.
Si, se ve mal por fuera, pero tienes que esperar a explorarlo- dijo su amigo para tratar de convencerla de que era un buen lugar.
No creo que el interior sea mucho mejor que el exterior- comentó la avecilla con ligereza.
Te equivocas, no he tenido tiempo de explorarlo completo, pero- gorjeo Epu comenzando a entusiasmarse- cuando heche una vuelta por dentro, vi innumerables bultos y lugares para explorar, te prometo que será una gran aventura.
Mm… esta bien, exploremos entonces- decidió una no tan convencida Manque.

 

Buscaron por los alrededores el acceso al edificio, que se encontraba entre los sectores más altos, puesto que era una construcción de tres pisos. Está entrada estaba ubicada entre las tejuelas que se habían caído con el paso del tiempo dejando un gran espacio libre, en el cual los zorzales pudieron meter sus cuerpos.

 

¿Estas seguro que es una buena idea?- pregunto Manque inquieta, ante lo oscuro que era la habitación donde se introdujeron- deberíamos cerciorarnos que no hay nadie aquí que pueda dañarnos.
No te preocupes, se nota que esta casa esta vacía desde hace mucho- dijo Epu para apaciguar la intranquilidad de su amiga.

 

Planearon por la habitación en la que habían entrado y percibieron el aire enrarecido que existía allí, debido probablemente al continúo encierro. Manque pronto se dio cuenta que era lo que había fascinado tanto a su amigo del lugar; primero, hacía el lugar en que voltearas existían rincones para posarse, también lugares oscuros donde ocultarse y para jugar, tampoco debían preocuparse por que algo se los pudiera comer y, lo que a ella le encantó, que cada vez que cantaba, su voz resonaba por toda la construcción produciendo la sensación que miles de sus congéneres se encontraban con ellos.

 

Muy pronto decidieron explorar el resto de la casa humana, que no podía ser otra cosa, ya habían visto varias en sus cortas vidas, pero ninguna tan grande como en la que se encontraban. Bajaron al segundo piso, el cual se hallaba más iluminado que el anterior, y en este descubrieron otro gran tesoro; por aquí y por allá, observaron miles de insectos pululando a sus anchas, o sea, este lugar era un paraíso de comida fresca. Otra cosa que descubrieron que no eran los únicos en el lugar, puesto que vieron una gran familia de ratas, que al escuchar el batir de sus alas, corrieron a  ocultarse por instinto, pero al ver que solo eran dos jóvenes zorzales, volvieron a sus acostumbradas actividades matutinas.

 

Recorrieron todo el segundo piso encontrando agradables botanas antes del almuerzo; luego, cuando no encontraron nada más de interés en esa planta, decidieron que era un buen momento para explorar el primer piso. Manque, que ya había olvidado todas sus anteriores reservas con respecto a tan agradable lugar, se adelanto a su amigo retándolo a una carrera de velocidad a la planta baja.

 

Rauda como una flecha, la pequeña avecilla se precipito escaleras abajo, esto fue el peor descuido que pudo haber cometido, porque en cuanto llego a la meta y comenzó a volar en círculos como danza de victoria, un gran gato manchado se hecho sobre ella. Poco falto para que el felino se comiera a la infeliz Manque de un solo zarpazo, de no ser porque Epu se percató de la presencia del animal, antes de su ataque y voló a mayor velocidad para sacar a su amiga del peligro.

 

Epu, con el impulso de su vuelo anterior, logro empujar a Manque con tanta fuerza, que el gato quedo con las garras vacías, de la que ya consideraba un alimento seguro.

 

Vuela Manque, antes de que nos alcance- instó Epu, mientras seguía su propio consejo y volaba un poco antes de que el gato se percatara que su almuerzo se escapaba.

 

Ambos amigos forzaron con energía sus alitas, volando a través de la casa, buscando una salida segura, mientras esquivaban los ataques del felino que los perseguía demasiado cerca. Para desesperación de las avecillas, ese piso parecía herméticamente cerrado y el gato se encontraba cada vez más cerca de atraparlos, siguieron volando y ya pensaban que serían comidos tarde o temprano, cuando un gran estrépito se escucho a su derecha.

 

Los zorzales, confiando en su suerte,  dieron unos cuantos giros y se dirigieron al lugar de donde había provenido el estruendo y allí, donde antes había un gran ventanal, ahora existía un amplio espacio abierto por donde se colaba el frío aire exterior. Ambos zorzales gorjearon de felicidad, por semejante buena suerte y se precipitaron con rapidez hacia la libertad, dejando al pobre animal manchado, maullando de frustración.

 

¿Con que no había nadie en la casa, eh?- pregunto sarcástica Manque a su amigo, cuando ya estuvieron lo bastante lejos de la construcción como para sentirse a salvo.
Lo siento, realmente creí que estaba deshabitado- dijo Epu muy arrepentido y lamentándose el posible daño que el indeseable gato podría haberle hecho a su amiga, de haberse quedado un rato más en la casa.
Te perdono, por que cumpliste tú promesa- gorjeo con dulzura la joven zorzal, arrepentida por la dureza con que le hablará antes, como para reconfortar a su amigo.
¿Qué promesa?- le pregunto Epu, extrañado
El que sería una gran aventura- fue la respuesta cuando se posaron en uno de sus árboles preferidos del bosque que era su hogar.

 

FIN