Prólogo

Prólogo.

No hubo aviso alguno...

Ni días de tormenta ni noches de luna llena.

Ocurrió de pronto y mientras hacía algo tan mundano como volver a casa después de un tranquilo día de clases.

¿No se supone que las historias así empiezan de manera más dramática?

2: Primer Deseo: Blanco y Negro
Primer Deseo: Blanco y Negro

Primer deseo: Blanco y Negro.

Ella era hermosa.

1.65 mts de altura, cabellera oscura que caía en cascada hasta mas abajo de la espalda y un cuerpo delgado pero agraciado. Su caminar era elegante y suave, su rostro delicado y fino. De ojos claros color de la plata, era inevitable que tu mirada se posase sobre ella al andar por las calles. El término 'Yamato Nadeshiko' flotaba en tu mente al observarla.

Haruna Tsukino era la ídolo de la escuela. Su belleza la hacía el deseo de los varones, su carácter amable y sencillo eran la envidia y aspiración de las mujeres. Una chica perfecta como pocas veces hallaras.

Él era peligroso.

1.75 mts de estatura, su físico era fuerte pero sin ser exagerado. Eran músculos formados por una vida de luchar en las calles y nada más. Cabello oscuro corto y ojos del mismo color. Su mirada era la de alguien que parecía enojado todo el tiempo. Su uniforme desalineado y a veces sucio. Sin importar a quién le preguntases, la palabra 'Delincuente' sería la respuesta recibida.

Shirogane Sorayama era el terror de la zona, temido por estudiantes y delincuentes por igual. Un chico al cual era mejor no acercarse demasiado.

Dos personas tan diferentes como el negro y el blanco, sus mundos tan separados como ambos polos terrestres. La posibilidad de que sus caminos se encontraran debería ser escasa y, sin embargo, ya había ocurrido en el pasado...

Y ocurrió de nuevo en el presente...

El chirrido de las llantas resonó por el lugar, seguido del fuerte sonido de dos autos chocando a una enorme velocidad. Haruna apenas tuvo tiempo de girar su rostro hacía la escena de tal catástrofe antes de darse cuenta que el desastre aún no daba fin.

El auto impactado salió despedido por la fuerza del golpe, su trayectoria siendo hacía donde ella se encontraba. Sintió su corazón detenerse mientras agua helada cruzaba por sus venas. El tiempo se hizo lento, la adrenalina cruzando por su cuerpo dándole una minúscula oportunidad de intentar salvar su propia vida, pero era caso perdido, sus piernas simplemente no se moverían; ni siquiera era capaz de gritar en horror ante su cruel destino.

Fue entonces que algo apareció al borde de su vista, una persona corriendo hacía ella de manera desesperada. Por un segundo sus miradas se cruzaron, el terror reflejado en los iris de aquel chico sin duda eran el mismo que el que sus ojos deberían estar mostrando.

El pelinegro estiro su mano hacía el. Haruna abrió sus labios finalmente, una voz fina y delicada surgió de ellos en apenas un susurro.

"Shiro-kun..."

Un fuerte golpe se escucho, seguido de una cegadora luz dorada. Su cuerpo entumecido dejo de sentir y su mente comenzó a apagarse poco a poco, la luz desapareciendo por completo para dar paso a una oscuridad total.

3: Segundo Deseo: Enviados del fin
Segundo Deseo: Enviados del fin

Segundo deseo: Enviados del fin.

 

El calor era insoportable, ese fue el primer pensamiento que cruzó por su mente. Su cuerpo se sentía pesado y sus oídos zumbaban incesantemente, causándole una desagradable sensación de mareo. Sus ojos se abrieron poco a poco, tratando de adaptarse a la intensa luz que rodeaba el lugar. Visiones borrosas comenzaron a volverse nítidas, permitiendo finalmente tratar de reconocer en donde se encontraba. Sus iris platinados se contrajeron casi por completo mientras sus párpados se alzaban tanto como les resultaba posible. No podía creer en verdad lo que sus ojos miraban.

Fuego. Fuego en cantidades que nunca antes había presenciado.

Un feroz incendio rugía hacia cualquier parte que se mirase, atacando y devorando todo a su alrededor. Grandes llamaradas danzaban a través de los edificios de lo que parecían ser indefensas casas de madera, tomando fuerza de su presa para atacar con mayor vigor a la siguiente.

“¡AAARRGG!”

“¡UUGAAA!”

Sonidos aterradores lograron escucharse una vez el zumbido en sus oídos se hizo menor, gritos de dolor y desesperación surgiendo de todos aquellos pobres condenados a los que el fuego daba alcance, sus formas deformándose y derritiéndose como la cera en el calor.Los cuerpos aún con vida tratando de salvarse a ellos mismos y a sus seres queridos, pero era inútil, nada así de carbonizado podria sobrevivir a tan cruel enemigo.

Era un infierno traído a la Tierra, y Haruna estaba en medio del mismo.

“Aaa… Ahh…”

Un grito de terror surgió en su pecho pero se atoro en alguna parte de su garganta, sus pulmones comenzaron a moverse más aprisa, hiperventilando a pesar del dañino humo que comenzaban a respirar. ¿Que estaba ocurriendo? ¿Por que ella se encontraba en tan peligroso lugar? Su cerebro hasta hace poco entumecido se encontraba ahora trabajando furiosamente, buscando una respuesta lógica ante lo que sus cinco sentidos percibían.

Pero no había respuesta lógica para ello. ‘Una imposibilidad’, gritaba su mente, ¿Quizá un sueño? o más bien una pesadilla.

Su cuerpo paralizado fue tomado de pronto, un fuerte agarre la tomó por un brazo y obligó a moverse con rumbo desconocido. Fue durante ese momento que su brazo chocó con un madero astillado, provocando una pequeña herida que comenzó a sangrar rápidamente. Eso dolía, la herida le provocaba escozor mientras que su sangre se sentía húmeda y tibia.

‘No es un sueño.’

Su cerebro finalmente concluyó.

‘Entonces… Entonces...’

Haruna alzó su mirada, sus ojos antes aterrados se enfocaron ante la revelación. Su rostro se giró de golpe, su las articulaciones de su cuello crujiendo ante la brusquedad del movimiento.

‘¿Que es lo que me esta arrastrando?’

Se preguntó con temor. Un nudo se aflojó en su pecho al descubrir que conocía a esta persona, era una mezcla entre alivio y preocupación al ver ese rostro que siempre parecía enojado.

“Shiro-kun…”

Susurro con voz ronca, las palabra surgiendo por primera vez después de lo que le pareció una eternidad. El chico solo le dirigió una mirada rápida para volver a mirar al frente. Finalmente, ambos dieron vuelta en una esquina, refugiándose detrás de una casa que no había sido alcanzada por el fuego.

“¡Shiro-kun! ¿Que esta ocurriendo? ¿Que pasa aquí?”

Las palabras salían sin cesar de su boca, una pregunta tras otra sin darle tiempo al joven de contestar ninguna.

“Guarda silencio y escóndete, esas cosas están cerca.”

La corto el chico en un susurro rápido, sus ojos miraban inquietos hacía alguna parte del camino por el que ambos recorrieron.

“¿Esas cosas? ¿Que cosas? ¿De que hab-”

Shirogane la silenció cubriendo su boca con su mano firmemente. La chica trató de soltarse pero el joven era más fuerte por lo que solo sonidos opacos lograban escucharse. Haruna levantó su mirada, confusión y temor en sus ojos, los cuales pedían una explicación. Shirogane sólo colocó un dedo en sus labios, indicándole se mantuviera en silencio de nueva cuenta. Un nuevo nudo se formó en su pecho cuando sus ojos se encontraron directamente con los del chico, notando al fin el miedo en ellos. No, no era simple miedo, era puro terror. Sus pupilas estaban contraídas al máximo y gracias a la cercanía de sus cuerpos pudo notar como el cuerpo le temblaba constantemente.

“Grooohh…”

Un sonido gutural se escuchó en las cercanías, provocando un nuevo escalofrío que les recorrió el cuerpo entero. La chica dirigió su mirada hacía la fuente del mismo, el terror volviendo a ella con más intensidad ante lo que sus ojos miraban.

Demonios…

No podían ser otra cosa, era imposible confundir a un ser así. Cuerpos sin pelo de apariencia humanoide, grandes cuernos surgiendo de sus frentes y alas como las de murciélagos creciendo en sus espaldas. Si esos seres no eran demonios como los que se mostraban en películas y cuentos, entonces eran lo más cercano que jamás algo estaría de serlo.

“¡¡Ummmm!!”

Su grito de terror fue opacado por la mano del pelinegro, evitando así que aquella criatura los percibiera. La sangre en sus venas fue reemplazada por agua helada cuando más criaturas similares comenzaron a surgir alrededor, su físico diferente al primer demonio, pero sus rasgos infernales aún presentes en ellos como muestra de su origen malvado.

*Crash*

La pared cercana a ellas explotó en una lluvia de astillas, mandándolos a ambos varios metros por el aire para después chocar duramente contra el suelo.

“¡Ugg!” “¡Aagg!”

Sus lamentos de dolor llamaron la atención del resto de las criaturas, rodeándolos y cortando cualquier posible salida. Shirogane comenzó a ponerse en pie de manera lenta, el golpe anterior dejándolo aturdido por unos momentos. Haruna solo logró sentarse en el suelo, sus piernas incapaces de soportar su propio peso.

“Maldición…”

Se quejó entre dientes el chico, su cuerpo dolía, pero era un dolor soportable. Su mirada se alzó para encarar al más cercano de los demonios, sintiendo un nuevo escalofrío al estar tan cerca de la bestia. Su físico era imponente y musculoso, la criatura casi el doble de alta que él mismo.

'No hay manera de que pueda ganarle a uno, mucho menos a todos ellos.’

Sus ojos perdieron un poco de intensidad al darse cuenta de su dilema, sus brazos perdiendo algo de fuerza.

*Hic*

Un suave sonido lo hizo girar su rostro, haciéndole recordar no era el único que se encontraba en tal predicamento. Haruna estaba sentada en el suelo, sus ojos aterrados soltaban lágrimas sin cesar mientras su cuerpo temblaba por completo. Una memoria del pasado se abrió en su mente, un recuerdo que había tratado de sepultar en lo más profundo de su ser sin éxito alguno. Era como volver a aquel día 10 años atrás. Ambos débiles, ambos indefensos, enfrentando un cruel enemigo al cual no tenían esperanzas de derrotar. El chico tomó una gran bocanada de aire y lo contuvo unos instantes, para después soltarlo poco a poco.

“Pues a joderse…”

Se dijo con resignación mientras volvía a encarar a las criaturas. No creía poder ganarles, no creía que saldría con vida de allí, pero quizá, con un poco de suerte, ella podría escapar. Sus manos se hicieron puños, apretándose fuertemente mientras el brillo volvía a su mirada. Era ahora o nunca.

*Slash*

“¡Gyaaaah!”

Su concentración se vio interrumpida por este sonido, su rostro girando rápidamente hacia la fuente. Uno de los demonios yacía ahora en el suelo, su cuerpo partido a la altura del abdomen casi por completo. Sangre y órganos se esparcían por el suelo en una nauseabunda imagen mientras un chico de cabello rubio se mostraba firmemente cerca del ahora cadáver. Sus ojos azules mostraban determinación y la espada en sus manos lo hacían parecer como un héroe salido de una historia de fantasía.

Los demonios se mostraron asombrados ante la caída de uno de los suyos, pero pronto su asombro se tornó en ira, lanzándose al ataque de este osado intruso, garras y dientes mostrando listas para desgarrar todo a su paso. Fue tan solo un instante, no más de tres segundos en los que el rubio movió un par de veces su espada y los monstruos comenzaron a caer a pedazos en una lluvia de sangre y carne.

“Mentira…”

Susurro el pelinegro ante tal escena, incapaz de moverse un solo centímetro. Eso no era posible, esa velocidad, esa fuerza, nadie podía poseer tales habilidades. El rubio miró a su alrededor unos segundos, asegurándose de que todos los demonios habían sido eliminados, para después caminar hacía donde ambos se encontraban. Shirogane reaccionó entonces, colocándose entre él y Haruna. El rubio pareció sorprendido por unos segundos, parpadeando un par de veces como si apenas se diera cuenta de que el chico estaba allí.

“¿Quién eres tú?”

Preguntó el espadachín, sus cejas descendiendo unos centímetros en aparente concentración. Shirogane lo miro por unos segundos de la misma manera.

“Me llamo Sorayama Shirogane...“

Se detuvo al darse cuenta de que alguien lo sujetaba suavemente por la parte trasera de su uniforme. Haruna se había reincorporado y miraba al rubio con temor.

“Y ella es Tsukino Haruna…”

Presentó con voz baja, inseguro sobre si debería agradecerle al rubio por salvarlos o alejarse de él lo más rápido posible. Analizando las posibilidades en su mente, el chico concluyó que sería imposible escapar del veloz espadachín, así que se decidió por lo primero.

“Agradezco tu ayuda con esas criaturas…”

Su mirada recorrió los pedazos de carne que antes fueron terribles monstruos. Sin duda sería imposible huir de esta persona.

“¿Te importaría decirnos que rayos está ocurriendo aquí?”

La voz de Shirogane era suave, pero se notaba cierto filo en ella. No podía evitarlo, había estado involucrado en un accidente de tráfico que lo dejo al parecer inconsciente, para después despertar en medio de un infierno salido de las pesadillas de Dante, con fuego y demonios incluidos. Sus nervios estaban lo suficientemente alterados como para estallar en cualquier instante.

El rubio lo miró pensativo un momento, después a la chica que se escondía tras él, para finalmente asentir.

“Es complicado y largo de explicar. Por ahora tenemos que buscar un lugar seguro para ustedes dos.”

Sin perder tiempo, el chico se encaminó hacia las afueras del pueblo, adentrándose en lo que parecía ser el comienzo del bosque. Shirogane dudo durante un segundo y después se apresuró a seguirlo, Haruna pocos pasos atrás. Avanzaron rápidamente por entre los árboles y arbustos. El ruido del infierno tras ellos aún resonando fuerte en sus oídos sin importar cuánto parecían alejarse.

“¿A donde vamos?”

Se aventuró a preguntar la chica, su voz un susurro temeroso. El rubio solo ladeo su cabeza un poco sin dejar de avanzar.

“Hay una cueva más allá de este bosque, allí están mis compañeros esperando por nosotros.”

Los ojos del espadachín se enfocaron en la manera que la chica se aferraba a la camisa del pelinegro fuertemente. Una mueca se formó en su rostro por alguna razón, sin embargo, no dijo nada más y volvió su mirar al frente.

“¿Nos están esperando?”

“Así es… La verdad es que ya sabíamos que llegarían… Aunque se supone solo debería ser una persona, no dos…”

La respuesta del rubio los sorprendió y confundió por igual.

“¿A que te refieres?”

“Se los explicare una vez lleguemos. Por favor sean pacientes mientras tanto.”

Shirogane hizo una mueca, su boca abriéndose dispuesta a insistir en esas respuestas que necesitaba conocer; sin embargo, la cerró de golpe al escuchar como algo se movía en las cercanías. Los tres se detuvieron de golpe, el espadachín sacando su espada y mirando a su alrededor atentamente. Shirogane se apresuró a levantar un madero que había cerca del suelo, era mejor que luchar desarmado, se dijo mientras sus ojos recorrían la oscuridad del bosque.

*Swooosh*

Algo salió disparado desde los arbustos, su velocidad haciéndolo parecer solo un borrón a la vista; aún así, el rubio fue capaz de interceptarlo, su espada volviéndose un destello platinado bajo la luz de la luna. Un pequeño ser cayó partido en dos mitades, parecía ser un murciélago pero con una larga cola.

“Es una gárgola, nos han encontrado.”

Explicó apresurado el espadachín, su tono de voz preocupado. Pronto, más y más de esas criaturas aparecieron alrededor; primero en decenas y después en centenares. La vista de Shirogane se hizo confusa ante tal cantidad de seres pequeños moviéndose en frenesí. No había punto en cual enfocarse y el chillido que emitían comenzaba a lastimar sus oídos.

“¡Kyaaa!”

Las criaturas comenzaron a atacarlos, decenas al mismo tiempo se abalanzaron contra ellos a una velocidad aterradora.

*Slash*

*Swish*

*Slash*

La espada del rubio se había vuelto una barrera platinada que arrasaba con todo lo que quedaba a su alcance, sin embargo, era obvio el chico sería incapaz de detener a las gárgolas por mucho tiempo. Finalmente uno de los seres logró cruzar, después tres, después cinco más. Pronto, una oleada completa de ellos cruzó la barrera de hojas en que se había vuelto el espadachín, su objetivo siendo la chica que miraba asustada a su alrededor sin saber que hacer en tan desesperante situación. Shirogane se colocó frente a ella, el madero en sus manos siendo sujetado fuertemente, pero fue en vano; las gárgolas eran demasiado veloces y el chico apenas tuvo tiempo de empujar a un lado a Haruna antes de que las gárgolas lo rodearan.

“¡Aggg!”

Contrario a lo que esperaba, las criaturas no comenzaron a darle mordiscos tratando de devorarlo vivo, si no que cientos de pequeñas garras se aferraron a todo su cuerpo y vestimenta. Las gárgolas se elevaron en un instante cientos de metros en el aire mientras arrastraban al chico con ellas, su chillido provocando náuseas y su movimiento como enjambre impidiéndole ver con claridad a su alrededor.

“Maldi...ción…”

Se quejó levemente el chico, comenzaba a sentirse desorientado y su mente se adormecía más y más con cada segundo.

“¡Firana!”

*Fuooosh*

Un intenso calor se sintió en las cercanías, seguida de los gritos moribundos de cientos de las criaturas. Por entre los pequeños huecos que se formaban alrededor de él, el pelinegro logró observar como una chica aparecía de entre las llamas que habían vuelto cenizas a las gárgolas que rodeaban a Haruna y al rubio.

“¡Laurence! ¿Estas bien?”

Pregunto apresurada la chica, el rubio asintió rápidamente mientras apuntaba hacia su dirección.

“¡Hay un chico atrapado por las gárgolas! ¡Debes liberarlo!”

Grito pareciendo desesperado, la recién llegada miró hacía donde Shirogane se hallaba, aún suspendido cientos de metros del suelo. Pareciendo entender el peligro cercano, las gárgolas comenzaron a alejarse, llevándose consigo al pelinegro.

“¡Serim! ¡Derriba a esas gárgolas!”

Volvió a gritar el rubio, su voz sonando histérica.

“¡No puedo! ¡Lastimaría al chico y la caída lo mataría!”

Grito de igual manera mientras se colocaba de espaldas al espadachín, llamas salían disparadas de vez en cuando desde lo que aparentaba ser un gran libro, atacando y carbonizando a decenas de gárgolas con cada llamarada. Haruna trato de correr hacía donde las criaturas se llevaban al pelinegro, pero se vio incapaz de avanzar demasiado ante la barrera de seres a su alrededor.

“¡Shiro-kun!”

Shirogane escucho el grito de Haruna como un eco opaco a la distancia, su mente aturdida incapaz de buscar la manera de librarse de tan peligrosa situación.

‘Al menos ella estará a salvo...’

Se dijo con tranquilidad. El espadachín era bastante bueno y la chica que llegó parecía ser capaz de atacar a muchas gárgolas a la vez. Por cierto, ¿eso que hacía con el libro era magia?

Ah, lo que sea… Mientras exista gente capaz de ayudarla, da igual entonces…

Su mente se apagó por completo, un último pensamiento rondando en su mente antes de perder la conciencia.

‘Mientras exista alguien más...’